BIOGRAFÍA DE HEINRICH HEINE
Christian Johann Heinrich Heine, nace en Düsseldorf,el 13 de diciembre de 1797-y muere en París ,el 17 de febrero de 1856). Fue uno de los más destacados poetas y ensayistas alemanes del siglo XIX.
Sobre la fecha de nacimiento de Heine ha existido durante largo tiempo no poca incertidumbre. Todos los documentos que pudieran orientarnos al respecto se han perdido. Heine se llamaba a sí mismo burlonamente “el primer hombre del siglo”, pues aseguraba haber nacido en la noche de año nuevo de 1800, aunque en alguna ocasión designó 1799 como el año de su nacimiento. Investigaciones recientes concluyen que Harry Heine —tal era su nombre de pila, a causa de las veleidades anglófilas de su padre— vino al mundo el 13 de diciembre de 1797, por lo que su infancia y juventud se vieron marcados por los grandes cambios sobrevenidos a consecuencia de la Revolución francesa.
Según la historiografía clásica, la Revolución Francesa marca el inicio de la Edad Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.
Heine fue el primogénito de los cuatro hijos del comerciante de telas Samson Heine y su esposa Betty, de soltera Peira van Geldern. Sus hermanos fueron Charlotte, Gustav (posterior barón Heine-Geldern y editor de la Wiener Fremdenblatt) y Maximilian, cuya profesión de médico ejerció en San Petersburgo. Todos ellos crecieron bajo un continuo ejercicio de la Haskalá, también conocida como la Ilustración judía. Éste fue un movimiento que se desarrolló en la comunidad judía europea a fines del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX. Tomó los valores del Siglo de las Luces, buscando una mejor integración con el entorno e incrementar la educación del hebreo, la historia judía y demás conocimientos seculares, fuera del ámbito de la escuela religiosa o yeshivá.
Desde 1803 Heine acudió a la escuela israelita privada de Hein Hertz Rintelsohn. Al año siguiente, cuando el electorado de Baviera asumió el gobierno del ducado de Berg y de su capital Düsseldorf, la ley permitió a niños judíos acudir a las escuelas cristianas, por lo que Heine pudo cursar la primaria estatal. En 1807 realizó clases preparatorias en el Liceo de Düsseldorf; sin embargo salió de allí sin el certificado aprobatorio, pues siguiendo la tradición familiar se le tenía preparada una formación de comerciante.
En 1811, cuando contaba trece años, Heine asistió a la entrada de Napoleón Bonaparte en Düsseldorf. La ciudad y el ducado de Berg habían sido cedidos a Francia en 1806 por Baviera, motivo por el que, años más tarde, cuando fue perseguido en Alemania a causa de su asociación con la Joven Alemania y sus ideas liberales y republicanas, Heine pudo aspirar a la ciudadanía francesa.
Entre 1815 y 1816 Heine trabajó para Rindskopff, banquero de Fráncfort del Meno. Por entonces conoció la vida del importante gueto judío de la ciudad y, junto a su padre, frecuentó la logia masónica , en el seno de la cual ambos sufrieron cierta marginación por su origen judío.
Aunque ya había empezado a escribir en sus tiempos del Liceo, a partir de 1815 Heine escribió poemas con regularidad. En 1816 Heine comenzó a trabajar en Hamburgo, en el banco de su pudiente tío Salomon Heine, quien gozaba de importantes vínculos sociales y quien tomó a su sobrino a su cargo. Hasta su fallecimiento, en 1844, el banquero sostuvo económicamente a Heinrich, aunque no acabara de comprender los intereses literarios del hijo de su hermano, como dijo en una ocasión: «Si hubiese aprendido algo bueno, no tendría que escribir libros».
Como Heine mostraba cierto talento comercial, su tío le confió su propia empresa, una tienda de telas, pero al poco Harry Heine & Co. tuvo que declararse en bancarrota, ya que Heine consagraba más tiempo a su poesía que a los recibos. De esta época data también un amor no correspondido por su prima Amelie, que daría origen a su Buch der Lieder (Libro de canciones). El agobio que para Heine supuso superar su desengaño en la atmósfera de la casa de su tío es descrito en su poema «Affrontenburg». Estudios universitarios en Bonn, Göttingen y Berlín.
Probablemente las discusiones dentro de la familia del tío acabaron cuando éste se convenció de no presionar más a Harry y dejarlo hacer estudios lejos de Hamburgo. Aunque el Derecho no terminaba de motivarlo, se matriculó en 1819 en la Universidad de Bonn en donde solo cubrió una materia de la carrera. Por el contrario, en el semestre de invierno de 1819-20 asistió al seminario de Historia de la poesía y la lengua alemana de August Wilhelm Schlegel. Dicho cofundador del Romanticismo ejerció sobre el joven Heine una fuerte influencia literaria, lo cual no le impidió despotricar contra él en ensayos posteriores. Lo mismo ocurrió con su maestro en Bonn Ernst Moritz Arndt, cuya reaccionaria postura tomó a chacota Heine en diversas prosas y poemas. También abominó de la poesía del afeminado August von Platen-Hallermünde, que no podía soportar.
En el semestre de invierno de 1820 Heine asistió a la Universidad de Göttingen. Ahí se unió a las fuerzas armadas de la Landsmannschaft der Westfalen (hoy conocidas como Corps Hildeso-Guestphalia Göttingen). Sin embargo en febrero de 1821 tuvo que abandonar Göttingen debido a un duelo. Heine sufrió en ese momento el menosprecio social de los alemanes por el judaísmo y fue agredido por varias personas por su origen judío; los retó a duelo, pero la universidad suspendió por un semestre tanto a Heine como a sus contrincantes.
Heine se marchó entonces a otra institución académica, la Universidad Humboldt de Berlín, en donde estudió de 1821 hasta 1823 y en donde entre otros asistió a las clases de Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Pronto entró en contacto con el círculo literario de la ciudad y junto con otros fue invitado de forma regular al llamado segundo Salón Literario de Rahel Varnhagen. Rahel y su esposo Karl August Varnhagen von Ense quienes se mantuvieron como grandes amistades de Heine e incluso lo apoyaron en su carrera como literato, mientras mantenían buenas pláticas literarias y además Heine conocía más gente del círculo literario. Varnhagen von Ense se mantuvo en contacto epistolar con Heine hasta su misma muerte.
Durante su estancia en Berlín Heine publicó sus primeros libros. A principios de 1822 aparecieron en la librería Maurerschen sus Gedichte (Poemas); en 1823 en la editorial Dümmler die Tragödien, nebst einem lyrischen Intermezzo. A sus tragedias Almansor y William Ratcliff les había dado Heine un lugar especial; sin embargo se publicaron sin éxito alguno. El estreno de Almansor en 1823 en Braunschweig tuvo que ser suspendido debido a las protestas del público, mientras que su obra Ratcliff ni siquiera alcanzó, durante su vida, una sola representación.
En 1822 Heine emprendió un viaje hacia Poznan (Polonia), y escribió unos interesantes diarios de viaje, que revelan su simpatía por los polacos. Fue ahí donde por primera vez a Heine le llamó la atención el judaísmo jasídico, y quedó cautivado por él, sin que llegara a más esa identificación. Tres años más tarde, el 28 de junio de 1825 decidió convertirse al cristianismo, y fue recibido en la Iglesia Protestante como preliminar a su Doctorado en Leyes en Göttingen.
Años de madurez y exilio
Heine se convirtió en el escritor alemán más popular y más estimado, en Europa de las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XIX y su editor, Julius Campe, se hizo rico gracias a su obra.
Él, sin embargo, nunca pudo vivir de los ingresos derivados de sus éxitos literarios. Su incapacidad para acceder a la independencia material fue algo sumamente desestabilizador para su vida privada y socavó profundamente la efectividad política de sus intervenciones. Padeció miserias y estrecheces varias a las que pudo sobreponerse gracias a que prácticamente durante toda su vida recibió bien la ayuda financiera de su familia, de su acaudalado tío Salomón, bien subvenciones del gobierno francés, con François Guizot como ministro, que pasó por alto sus críticas hacia Luis Felipe.
Entre 1832 y 1843 publicó numerosos ensayos sobre la situación política de Francia y Alemania. Desde Francia colaboraba con revistas alemanas y escribía en francés informes sobre la situación de su patria nada condescendientes con sus gobernantes. En 1835 los escritos de Heine fueron totalmente censurados en territorio alemán.
En 1834 conoce a Crescencia Eugénie Mirat, Mathilde con quien se casa en 1841.
Tras la muerte de Goethe y Hegel acaecidas en 1832 escribe La escuela Romántica, escrito imprescindible para cualquier estudioso de estos temas.
En la literatura española Bécquer y Rosalia de Castro trazaron su influencia. Escritores como Marx, Baudelaire, Engels, Tolstoi Nietzsche, Thomas Mann, Bertolt Brech admiraron su obra. Freud cita en varios trabajos sus poemas. Lo retomamos al final. Emilia Pardo Bazán,y Menendez Pelayo.
En 1843, por primera vez en 13 años, vuelve a Hamburgo para ver a su madre, que había sufrido un incendio en su vivienda.
Tras su vuelta a París conoce a Karl Marx por mediación de Arnold Ruge, ambos editaban juntos “Anuarios germanos-franceses. Heine les remitió como como colaboración sus Abanzas al Rey Luis de Baviera. La revista desaparece en 1943 y es reemplazada por otra que llaman ¡Adelante! En sus páginas fueron publicados ensayos de Marx de palpitante actualidad y poemas especialmente agresivos de Heine contra el régimen del Rey Federico Guillermo IV. Entre ellos “La canción de los Tejedores, que tuvo tanta popularidad que fue considerada “la marsellesa de los obreros alemanes”. El año y medio de colaboración en ¡Adelante! fue la etapa de mayor aproximación a las posturas socialistas y comunista. Marx apreciaba en Heine la precisión y acierto de su estilo y la eficacia de su lenguaje de agitación.
Durante los últimos años de la década de los 40, escribió varios libretos para ballet. Sus Canciones fueron musicalizadas por músicos tan importantes como: Schubert, Schuman, Mendelsshon, Brahms y Hugo Wolff.
Simpatizante del socialismo utópico (Sansimonismo, Doctrina socialista de Saint-Simon, que sostiene que cada cual debe ser clasificado según su capacidad y remunerado según sus obras) perseguido por las autoridades y exiliado a causa de esas veleidades socialistas, pasó sus últimos ocho años de vida medio ciego y medio paralítico, en una cama, sobre cuatro colchones (se cree que padecía esclerosis múltiple, o una patología degenerativa medular.
La última vez que se arriesgó a salir fue en 1848, para ver en el Louvre la Venus de Milo, ante la que cayó desmayado.
El fracaso de la revolución de 1848 le produjo un derrumbamiento anímico y su enfermedad se agravó aún más. Sin embargo, su particular manera de luchar contra la adversidad no le impidió seguir produciendo.
A esta etapa pertenecen Romancero, donde escribe impresiones sobre la historia judía. Los dos libros de Lutecia que contiene reportajes y columnas sobre París. Las Confesiones Las memorias. Los dioses en el exilio y Los Poemas(1853-1854).
Durante los 6 ó 7 últimos meses de su vida estrechó lazos de amistad con una joven alemana, Elise von Krinitz, que le leyó y escribió al dictado. Esta muchacha “la mouche” fue uno de sus pocos amores platónicos pues le correspondió con una veneración y dedicación incondicionales.
Su pesimismo se expresa en algunos de los más amargos poemas del Romancero (1851). Pocas horas antes de morir en París, como cuenta el hispanista Johannes Fastenrath en su La Walhalla… II, p. 526, dijo: «Dios me perdonará: es su oficio».
En su testamento prohibió expresamente que su cuerpo fuera trasladado a Düsseldorf, quiso ser enterrado en el cementerio parisino de Montmartre. En su lápida, se puede leer su poema ¿Dónde?.
Heine es considerado el último poeta del Romanticismo y al mismo tiempo su enterrador. Conjura el mundo romántico —y todas las figuras e imágenes de su repertorio— para destruirlo. Tras el enorme éxito cosechado por su temprano Libro de Canciones (1827), que conoció doce ediciones en vida del autor, da por agotada “la lírica sentimental y arcaizante, y se abre paso a un lenguaje más preciso y sencillo, más realista”.
A partir de entonces consiguió dotar de lirismo al lenguaje cotidiano y elevar a la categoría literaria géneros en aquel momento considerados menores, como el artículo periodístico, el folletín o los relatos de viaje. Además, concedió al idioma alemán una elegante sencillez que este nunca antes había conocido.
Heine fue tan amado como temido por su comprometida labor como periodista, crítico, político, ensayista, escritor satírico y polemista. Debido a su origen judío y a su postura política Heine fue constantemente excluido y hostigado. En 1831 se exilió en París, donde pasó sus últimos veinticinco años. Su actitud solitaria impregnó su vida, su obra y su recepción de ideas extranjeras. Heine sigue siendo hoy en día uno de los poetas del idioma alemán más traducidos y citados.
Marcelino Menéndez Pelayo dijo que era «un ruiseñor alemán que hizo nido en la peluca de Voltaire».
Heine se interesó por la literatura española, especialmente por la barroca, gracias al éxito que tuvo el teatro clásico español en la Alemania romántica. Leyó El Quijote en su infancia, en la traducción de Ludwig von Tieck, y desde entonces lo releía cada lustro de su vida. Vio en él «la mayor de las sátiras contra el entusiasmo humano», y en Cervantes «al fundador de la novela moderna» y en el prólogo que antepuso a su edición francesa de la obra señaló en el personaje principal de Alonso Quijano al triste arquetipo del héroe romántico cuyos ideales son siempre derrotados por la realidad.
Tradujo al alemán El Quijote a partir de la traducción en francés del hispanista Louis Viardot.
Heine tuvo un considerable número de seguidores en España, en las postrimerías del Romanticismo y los comienzos del Posromanticismo. Fue traducido al español por numerosos traductores.
Su producción lírica fue calurosamente acogida durante el siglo XIX y comienzos del XX, pero aún hoy su relevante faceta como publicista y crítico literario es mucho menos conocida.
Traducciones y ediciones en español
Intermezzo lírico. Versión española de Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2020.
Atta Troll. El sueño de una noche de verano. Traducción, presentación y glosario de Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2011.
La escuela romántica, Edición a cargo de Juan Carlos Velasco. Madrid, Alianza Editorial, 2010. // Otra versión: edición de Román Settón. Buenos Aires, Biblos, 2007.
Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania. Edición a cargo de Juan Carlos Velasco, Madrid, Alianza Editorial, 2008.
Ludwig Börne. Un obituario. Introducción, traducción y notas de Miguel Vedda, Buenos Aires, Gorla, 2009.
Libro de las canciones, Edición de José Luis Reina Palazón. Orense, Ediciones Linteo, 2009.
Radikal. Una antología. 50 poemas críticos, satíricos, rebeldes o revolucionarios, seleccionados, traducidos, anotados y presentados por Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2008.
Confesiones y memorias. Traducción y notas Isabel Hernández. Barcelona, Alba Editorial, 2006.
Cuadros de viaje, introducción, traducción y notas de Isabel García Adánez, Gredos, Madrid, 2003.
Las memorias del señor de Schnabelewopski, Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, 2002. // Otra versión: Córdoba, Berenice, 2010.
Alemania. Un cuento de invierno. Versión castellana y notas de Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2001.
Gedichte-Auswahl. Antología poética. Edición bilingüe. Introducción y traducción Berit Balzer. Madrid, Ediciones de la Torre, 1995.
Relatos, edición de Ana Pérez y traducción de Carlos Fortea, Cátedra, Madrid, 1992.
Los dioses en el exilio. Traducción de Pedro Gálvez, Editorial Bruguera, Barcelona, 1984.
Libro de cantares y prosa escogida, prólogo de Marcelino Menéndez Pelayo, Porrúa, México, 1984.
Literatura Alemana, traducción de Mauricio Bacarisse, Editorial América, Madrid, 1920.
Los dioses en el destierro, traducción de Pedro González-Blanco, F. Sempere y Compañía Editores, Valencia-Madrid, c. 1915.
Ensayos. Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania. La Escuela Romántica. Espíritus elementales, Akal, 2016 (col. Básica de Bolsillo, Serie Clásicos de la literatura alemana). Traducción de Sabine Ribka.
Textos consultados:
https://es.wikipedia.org/wiki/Heinrich_Heine
https://www.redalyc.org/journal/5138/513852524009/html/
https://www.cervantesvirtual.com
Libros:
Libro de las Canciones, Ed. Akal
Gedichte-Auswahl. Antología poética. Edición bilingüe. Introducción y traducción Berit Balzer. Madrid, Ediciones de la Torre, 1995.
CITAS DE HEINE EN LA OBRA FREUDIANA
Heine era uno de los poetas predilectos del fundador del psicoanálisis: llevaba en su memoria algunos poemas del último poeta del romanticismo alemán. En El sueño de la inyección de Irma, Freud (2000, AE V, p. 508) recuerda un fragmento de un poema de Heine (Buch der Lieder, die Heimkehr, LXXVIII) que le permitió encontrar la fantasía infantil que funcionaba como punto nodal intermediario entre los pensamientos del sueño:
Rara vez me comprendieron
y pocas los comprendí a ustedes,
sólo cuando nos encontramos en la mierda
nos comprendimos al instante.
En Introducción del narcisismo (1914), Freud cita un fragmento de Heine para explicitar la distinción entre un narcisismo necesario para preservar de enfermar, y otro narcisismo que enferma porque imposibilita amar. La cita corresponde a un fragmento de Neue Gedichte, Schöpfungslieder VII:
Enfermo estaba; y ese fue
de la creación el motivo:
Creando convalecí
y en ese esfuerzo sané.
En El porvenir de una ilusión (1927), el poeta se convierte en un “compañero de la incredulidad”, Freud cita un fragmento del poema Deutschland (sección I) de Heine:
Dejemos los cielos
a ángeles y gorriones.
Heine había utilizado esta frase, “compañero de la incredulidad”, para referirse a Spinoza; ahora Freud la utiliza para identificarse con el poeta. En El malestar en la cultura (1930 [1929]), Freud cita un fragmento escrito de Heine para argumentar que la violencia forma parte de la condición humana:
Yo tengo las intenciones más pacíficas. Mis deseos son: una modesta choza con techo de paja, pero un buen lecho, buena comida, leche y pan muy frescos; frente a la ventana, flores, y algunos hermosos árboles a mi puerta; y si el buen Dios quiere hacerme completamente dichoso, que me dé la alegría de que de esos árboles cuelguen seis y siete de mis enemigos. De todo corazón les perdonaré, muertos, todas las iniquidades que me hicieron en vida… Sí: uno debe perdonar a sus enemigos, pero no antes de que sean ahorcados (Heine, Gedanken und Einfälle).
Freud explica que este pasaje expresa libremente los impulsos hostiles y asesinos, en este caso el poeta es mucho más honesto que el dictado cristiano de amar al enemigo. En la 33° Nueva conferencia de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]), Freud (2000, AE XXII, p. 105) cita un poema de Heine (Nordsse [segundo ciclo, VII, Fragen]) para explicitar el enigma de la feminidad:
Cabezas con gorros jeroglíficos,
cabezas de turbante, otras de negra birreta,
cabezas con peluca, y millares
de pobres, traspiradas cabezas humanas.
Y en la 35° Nueva conferencia de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]), Freud (2000, AE XXII, p. 148) utiliza un verso de Heine (Die Heimkehr, LVIII) para criticar las pretensiones filosóficas de los sistemas metafísicos de explicar el todo:
Con sus gorros de dormir y jirones de su bata
tapona los agujeros del edificio universal.
Strachey dice que éste era uno de los versos favoritos de Freud. Aludió a ellos en La interpretación de los sueños (2000, AE V, p. 487), y también lo citó en una carta a Jung (25 de febrero de 1908). En Sobre la conquista del fuego (1932 [1931]), Freud (2000, AE XXII, p. 178) utiliza un verso de Heine (Zur Teleologie, tomado de Hachlese [Obras póstumas], Aus der Matratzengruft, no. XVII) para explicitar las dos funciones del miembro del varón:
Con lo que el hombre usa para orinar,
con eso mismo crea a su igual.
Entre los libros predilectos de Freud (2000, AE IX, p. 223), está El Lázaro de Heine. Y en una nota al pie de Moisés y la religión monoteísta (1939 [1934-38]), Freud (2000, AE XXIII, p. 29-30) se pregunta por qué el poeta hebreo habría de lamentarse de su religión como “la plaga que se arrastra desde el valle del Nilo, esa insana creencia del Egipto antiguo” (Del poema Das neue Israelitische hospital zu Hamburg [El nuevo hospital judío en Hamburgo], Zeitgedichte, XI).
ALEMANIA, CUENTO DE INVIERNO
Fragmento del prólogo
5
La poesía no es menos misteriosa que la música.
Quizá lo es más, ya que cada palabra tiene su música
y, asimismo, las delicadas y preciosas connotaciones
con que el tiempo fue enriqueciéndola. Al cabo de
mis muchos años, he dado en sospechar que la
entonación, la voz del poeta, es lo esencial de la
poesía, no la metáfora o la fábula. En este libro, que
tengo la alegría de prolongar, oímos en castellano la
voz de Heine. La empresa es ardua, ya que el alemán
y el castellano son tan distintos. A priori, se diría que
es imposible. Mi amigo Alfredo Bauer lo ha logrado.
Su traducción es fiel al sentido y fiel a la forma. No
pensamos, al recorrerla, en las equivalencias que
proponen los diccionarios; pensamos que ha surgido
en castellano, directamente.
Buenos Aires, diecinueve de febrero de 1983.
JORGE LUIS BORGES
La mayoría de las traducciones de los poemas selecciomnados son del español Teodoro Llorente, En opinión de Pardo Bazán el mejor traductor de Heine
POESÍA DE HEINRICH HEINE
CANTARES
Este es el viejo bosque aún hechizado:
los tilos aromáticos florecen;
para endulzar mi corazón hastiado
los rayos de la luna resplandecen.
Penetró en él con indecisa planta;
oigo voz melodiosa en las alturas:
es el oculto ruiseñor que canta amores
y amorosas desventuras.
Canta con melancólica alegría
tristes goces, pesares halagüeños;
y es tan dulce su voz, que al alma mía
vuelve otra vez los olvidados sueños.
Sin detener el pie, sigo adelante;
y surge entre los árboles obscuros
un alcázar tan alto y arrogante
que al cielo tocan los audaces muros.
Cerradas todas las ventanas miro,
y silencio tan hondo en él se advierte,
que parece ese lúgubre retiro,
la mansión misteriosa de la Muerte.
A la puerta, una esfinge: forma horrible
y bella al par; amable y pavorosa:
el cuerpo y garras de león temible,
el busto y seno, de mujer hermosa.
El ansioso deseo centellea
en sus inquietos ojos penetrantes;
sus rojos labios, que el deleite arquea,
sonríen satisfechos y triunfantes.
Y entona el ruiseñor tan dulce trino
que ya el impulso resistir no puedo;
y al besar aquel rostro peregrino,
en la traidora red prendido quedo.
La Esfinge sepulcral se agita y mueve;
respira el duro mármol y solloza;
cual vampiro voraz, mis besos bebe,
y absorbiendo mi sangre, triunfa y goza.
Sedienta apura mi vital aliento,
y me abraza después de tal manera,
que en mis entrañas destrozadas siento
las implacables garras de la fiera.
¡Dolor que embriaga! ¡Dicha que sofoca!
¡Sin límites las penas y los goces!
¡Néctar del cielo en su incitante boca!
¡En su garra cruel ansias feroces!
Y canta el ruiseñor: «¡Hermosa Esfinge!
¡Oh soberano Amor! ¿Qué ley tirana
toda ventura que nos das restringe
y con mortal tribulación la hermana?»
Ese problema, que mi dicha trunca,
resuelve, Amor, causante de mis daños:
yo no he podido resolverlo nunca,
y estoy pensando en él millares de años.
CUITAS JUVENIL
ENSUEÑOS
4 –
Vi en sueños un hombrecillo
chiquitín y petulante,
que, alargando bien las zancas,
andaba estirado y grave;
muy planchada la pechera,
muy acicalado el traje.
Por dentro, tosco y grosero,
insolente y miserable;
por fuera, trazas ilustres,
ribetes de personaje;
en dichos, un Alejandro;
en hechos, un badulaque.
¿Quién es, me preguntas?
Mira y te lo pondré delante».
Así el Dios de los Ensueños
me dijo y en los cristales
de un espejo, vi moverse
tropel de extrañas imágenes.
Estaba el buen hombrecillo
al pie del altar; mi amante
también; al sí que él decía,
con otro sí contestábale;
y gritaban con gran bulla
todos los demonios: ¡Amen!
CANTARES
6 –
El esquife detén, rudo barquero;
aún vuela al puerto el alma acongojada;
de dos hermosas despedirme quiero;
de Europa y de mi amada.
Sangre brotan mis ojos escaldados,
sangre también mi corazón herido;
con sangre escribiré los prolongados
tormentos que he sufrido.
¡Ahora, cuando la sangre ves que vierto,
¿ahora tiemblas, mi bien, y palideces?
Tú, que convulso, agonizante, yerto,
me viste tantas veces!
¿La historia sabes del Edén perdido,
de Eva y la sierpe que a la estirpe humana
tentó con falso halago? ¡Siempre ha sido
don fatal la manzana!
¡Muerte en las manos de Eva cariñosas;
incendio, en las de París, de Ilión fuerte;
en las tuyas, mi amor, entrambas cosas:
incendio, y después, muerte!
7 –
Los montes y castillos de su orilla
copia el Rhin en sus móviles espejos,
y avanza jubilosa mi barquilla
que inunda el sol de luces y reflejos.
Contemplo los cristales brilladores
en blandas olas de oro convertidos,
y renacen de nuevo los dolores
dentro del corazón adormecidos.
Me halaga, me enamora y me seduce
el brillante raudal; mas no me engaña:
la tersa linfa, que falaz reluce,
sombra y muerte en su fondo sólo entraña.
¡Perfidia oculta y aparente halago!
Eres, oh Rhin, imagen de mi hermosa:
escondiendo, cual tú, su horrible estrago,
dulce también sonríe y cariñosa.
8 –
Al pronto, desesperado,
dije, al verme en tal estado:
soportarlo no podré.
Pero, al fin, lo he soportado:
el cómo, yo me lo sé.
ROMANCES
4 –
Los granaderos
Afranciados granaderos,
allá en Rusia prisioneros,
vuelven ya: ¡suerte feliz!
Al llegar una mañana
a la frontera alemana
doblan ambos la cerviz.
Nueva oyeron lastimera;
está ya la Francia entera
en poder del invasor;
deshecho y roto el altivo
Gran Ejército; ¡cautivo!
¡cautivo el Emperador!
Escuchan, mudos de espanto,
la nueva fatal: el llanto
baña su curtida tez;
y con ansias reprimidas
uno dice: «Mis heridas
se abren todas otra vez».
Dice el otro: «¡Acabó todo!
¡Morir! fuera el mejor modo
de dar término a este afán,
Mas, ¡los pobres pequeñuelos!…
¡La mujer!… ¡Oh santos cielos!
si les falto yo, ¿qué harán?»
-«¿La mujer?… ¿Y qué me importa?
¿Los hijos?… El alma absorta
llora desdicha mayor.
¿Pan les falta?… ¡Por Dios vivo!
¡Que lo mendiguen!… ¡Cautivo!
¡Cautivo el Emperador!»
«Una súplica sagrada
he de hacerte, ¡oh camarada!
¡Compadécete de mí!
Para abrir mi humilde huesa,
llévame a tierra francesa,
dormiré mejor allí.
»Esta cruz resplandeciente, de roja cinta pendiente, ponla sobre el corazón;
en su sitio, al diestro lado, el fusil bien colocado;
la espada en el cinturón.
»Así, a punto, y siempre en vela, estaré, cual centinela
hasta el día que oiga truenos de cañón
y los caballos trotar.
»Y el Emperador, al frente de su ejército impaciente cabalgará, y al clamor, armado saldré de tierra, y otra vez iré a la guerra, detrás del Emperador».
(Panegírico Napoleónico escrito en 1916)
DE INTERMEZZO LÍRICO (1822-23)
16 –
Dímelo tú, dueño mío:
¿Eres sueño halagador
que en una tarde de estío
forjó el dulce desvarío
del vate, loco de amor?
¡Oh! no: tus labios de rosa,
tu gracia alegre y donosa,
tu pupila, que arde inquieta,
no pueden ser, niña hermosa,
un ensueño del poeta.
Basiliscos y dragones,
horripilantes visiones
y monstruosos disparates;
esas son las creaciones
permitidas a los vates.
Pero tu dulce alegría,
tu travesura discreta,
tu genial coquetería,
no pueden ser, vida mía,
un ensueño del poeta
47 –
Me han atormentado el alma,
me han descolorido el rostro,
los unos con sus cariños,
con sus rencores los otros.
Me han envenenado el agua
que bebo y el pan que como,
con sus cariños los unos,
con sus rencores los otros.
Pero la que me ha causado
más tormentos, entre todos,
esa, ni jamás me quiso,
ni me odió nunca tampoco.
50 –
Tomaban té y platicaban
a la vez sobre el amor,
ellos, con tono dogmático,
ellas, con dulce emoción.
-«Amor debe ser platónico»
el mustio corregidor
dijo, y exclamó sonriendo
la corregidora: -«¡Ay Dios!»-
-«El amor intemperante
es nocivo» prorrumpió
el doctoral, y una joven
-«¿Por qué?» -dijo a media voz.
-«Amor», dijo la marquesa
«es invencible pasión»,
miró al conde de soslayo
y una taza le ofreció.
Aun cabías tú en el corro,
mi bien, y seguro estoy
de que mucho mejor que ellos
dijeras lo que es amor.
EL REGRESO (1823-1824)
15 –
Paso por tu casa y miro,
cuando brilla la mañana:
¡cuán dulcemente suspiro
niña hermosa, si te admiro
asomada a la ventana!
En mí clavas complacientes
los ojos, negros y ardientes,
y que preguntas infiero:
-«¿Quién eres? ¿Qué es lo que sientes,
melancólico extranjero?»
-«¿Quién soy?… Un vate alemán;
y allí me conocen bien:
si citan con noble afán
nombres que gloria les dan,
citan el mío también.
«¿Qué siento?… Lo que yo siento
lo sienten muchos allí;
cuando citan un portento
de infortunio y sufrimiento,
también me citan a mí».
36 –
Cuando con hondos lamentos
les dije mis sufrimientos,
nadie los quiso escuchar:
hoy cuento los mismos males
en renglones desiguales;
y me aplauden a rabiar.
37 –
Llamé al diablo, y vino al punto.
¡No fue pequeño mi asombro!
no es, como dice la gente,
feo, cornudo ni cojo.
Es simpático, elegante,
bastante joven, buen mozo,
muy cortés, hombre de mundo,
complaciente y obsequioso.
Es, además, consumado
político, y en sus ocios
sobre el Estado y la Iglesia
diserta con gran aplomo.
Tiene la color quebrada,
y mas no es extraño tampoco,
y pues ahora estudia el sanscrito
y los modernos filósofos
Su poeta predilecto siempre es Fouqué.
Gusta poco de los críticos, y evita
debates contradictorios.
Alegráse cuando supo
que estudié en años remotos
jurisprudencial y me dijo
que él cursó los prolegómenos.
Añadióme que estimaba
mi trato, como un tesoro;
e inclinándose repuso:
«Os vi, si no me equivoco,
en la embajada española».
Y, mirando bien su rostro,
caí al fin en que hace tiempo
conocía yo al demonio.
38 –
Acuérdate del diablo y de sus cuernos;
la humana vida es breve:
y la caldera que arde en los infiernos,
no es cuento de la plebe.
Paga las deudas, y el Señor te asista;
larga es la vida humana,
y tendrás que acudir al prestamista
quizá otra vez mañana.
37 –
Llamé al diablo, y vino al punto.
¡No fue pequeño mi asombro!
no es, como dice la gente,
feo, cornudo ni cojo.
Es simpático, elegante,
bastante joven, buen mozo,
muy cortés, hombre de mundo,
complaciente y obsequioso.
Es, además, consumado
político, y en sus ocios
sobre el Estado y la Iglesia
diserta con gran aplomo.
Tiene la color quebrada,
y mas no es extraño tampoco,
y pues ahora estudia el sanscrito
y los modernos filósofos
Su poeta predilecto siempre es Fouqué. Gusta poco
de los críticos, y evita
debates contradictorios.
Alegráse cuando supo
que estudié en años remotos
jurisprudencial y me dijo
que él cursó los prolegómenos.
Añadióme que estimaba
mi trato, como un tesoro;
e inclinándose repuso:
«Os vi, si no me equivoco,
en la embajada española».
Y, mirando bien su rostro,
caí al fin en que hace tiempo
conocía yo al demonio.
38 –
Acuérdate del diablo y de sus cuernos;
la humana vida es breve:
y la caldera que arde en los infiernos,
no es cuento de la plebe.
Paga las deudas, y el Señor te asista;
larga es la vida humana,
y tendrás que acudir al prestamista
quizá otra vez mañana.
44 –
¿Siempre repetirás, oh caro amigo,
una misma canción?
¿Siempre estarás inmóvil empollando
los huevos rancios de tu añejo amor?
Los polluelos la cáscara quebrantan;
pían, brincan después, corren al sol;
y atrapándoles tú -¡pobres polluelos!-
en tus libros les das jaula y prisión.
60 –
El mundo, el alma, la vida,
son descosidos fragmentos:
buscando voy un filósofo,
germánico, por supuesto,
que un buen sistema me hilvane
atando esos cabos sueltos.
Con su bata y con su gorro,
ya, orondo y grave, le veo
tapando todas las grietas
y fallas del Universo.
74 –
Y cuando seas mi feliz esposa,
amada niña mía,
tu vida será cielo de oro y rosa,
de amor y de alegría.
Sufriré tus caprichos más perversos
Con cabezudo aguante
Pero si no elogias mis versos
Me divorciaré al instante
ROMANCE 4
ALMANZOR
I –
Hay mil trescientas columnas
en la catedral de Córdoba;
hay mil trescientas columnas
que la cúpula soportan.
Muros, columnas y cúpula
versos del Korán decoran,
grabados entre arabescos
de guirnaldas caprichosas.
Reyes moros levantaron
ese templo, de Alá en honra;
las mudanzas de los tiempos
a otros usos lo acomodan.
En la torre en que vibraba
la voz del muecín sonora,
hoy tañen tristes y lúgubres
las campanas melancólicas.
En las gradas o se oyeron
las palabras de Mahoma,
hacen tonsurados prestes
sus extrañas ceremonias.
Ante imágenes pintadas
se arrodillan y se postran;
humo de tristes candelas
mancha las bruñidas bóvedas.
Está Almanzor-ben-Abdala
en la catedral de Córdoba,
y las columnas contempla,
y de este modo razona:
-«Para el gran Alá os labraron,
columnas firmes y sólidas,
y al culto odiado de Cristo
dais vuestro homenaje ahora.
»Si así aceptáis la mudanza
que os humilla y os deshonra,
¿qué ha de hacer el hombre débil,
columnas firmes y sólidas?»
Y con semblante sereno
la gallarda frente dobla
en las pilas bautismales
de la catedral de Córdoba.
II –
De la catedral ya sale,
y al punto que sale, monta
en un selvático potro,
que rozagante galopa.
aminova de Alcolea,
y sueltas al viento flotan
sus guedejas aún mojadas
y las plumas de su gorra.
Camino va de Alcolea,
do al Guadalquivir coronan
almendros de flor nevada,
naranjos de dulce aroma.
El venturoso jinete
canta y ríe, triunfa y goza;
trinos de aves le acompañan
y murmurios de las ondas.
–En Alcolea reside Cruz
doña Clara de Mendoza;
mientras su padre guerrea,
vive alegre y sin zozobras.
Almanzor oye lejanos
sonar timbales y trompas;
ve al través de la arboleda
resplandecer las antorchas.
¡Oh castillo de Alcolea!
¡Gran baile esta noche logras!
Bailan doce caballeros
con otras tantas hermosas.
Apuestos son los galanes,
son las damas seductoras;
Almanzor, el más gallardo
entre todos y entre todas.
Feliz va de dama en dama
con la sonrisa en la boca;
para todas cuantas mira
tiene a punto una lisonja.
A Isabel la mano besa;
la deja luego por otra;
se sienta a los pies de Elvira
y en sus pupilas se arroba.
Si hoy merece sus bondades
le pregunta a Leonora,
y le muestra la cruz de oro
que su capotillo adorna.
A fe de cristiano viejo
les jura que las adora,
y el juramento repite
treinta veces en tres horas.
III –
El castillo de Alcolea
envuelven silencio y sombra;
ya no hay damas ni galanes,
ya no hay músicas ni antorchas.
Almanzor y doña Clara
están callados y a solas;
el último candelabro
su último fulgor arroja.
Ella, en el sitial sentada;
él, a sus plantas, apoya
en sus trémulas rodillas
la cabeza soñadora.
En sus obscuras guedejas
un frasco de agua de rosas
ella solícita vierte;
él, dormitando, solloza.
En sus obscuras guedejas
los labios amantes posa
ella, y un ósculo imprime;
nublada la sien él dobla.
En sus obscuras guedejas
ella, las que tierna llora
dulces lágrimas, derrama;
él, se estremece de cólera.
Sueña: está, la sien rendida,
en la catedral de Córdoba,
y sus guedejas gotean,
y oye voces que le asombran.
Las colosales columnas
su carga ya no soportan;
se agitan y bambolean,
se tuercen y se desploman.
Los clérigos palidecen,
se hunde con fragor la bóveda,
y los sonantes escombros
las imágenes destrozan.
EL ENIGMA
Llena la mente de dudas,
llena el alma de tristezas,
un mancebo contemplaba
la mar profunda y desierta,
y a las inconstantes olas
decía de esta manera:
«Explicadme el tenebroso
misterio de la existencia,
el inescrutable enigma
el viejísimo problema,
el que ocupó noche y día,
tantas humanas cabezas,
unas de asiáticas mitras
o de turbantes cubiertas,
otras, de negro birrete
o de peluca tremenda
y fue, por siglos y siglos,
tormento de todas ellas.
¿Qué es él hombre? ¿Cuál su origen?
¿Cuál su fin? ¿Qué hace en la tierra?
¿Cuál ser es el ser que vive tras
las cerúleas esferas?»
Y las olas inconstantes gemían su queja eterna:
pasaban las pardas nubes, soplaba la brisa inquieta,
indiferentes y mudas fulguraban las estrellas;
¡y allí estaba el pobre loco aguardando una respuesta!
NUEVOS POEMAS
LOS TEJEDORES DE SILESTA
Silenciosos, sin fe, no brilla el llanto
De aquellos hombres en los ojos secos.
Crujen sus dientes, fúnebres canciones
Ante el telar sentados van diciendo:
«Vieja Alemania, tu sudario helado
Ya tejen en la sombra nuestros dedos,
Y en el tejido vil, los labios mezclan
De maldición y cólera los ecos.
¡Tejemos! ¡Tejemos!
»Maldito sea el Dios de los dichosos,
Al que elevamos míseros acentos,
Del hambre horrible en los eternos días
Y en las heladas noches del invierno:
En vano en su piedad la fe pusimos;
Él nos vendió, burlados: pobres necios!
¡Tejemos! ¡Tejemos!
»Maldito sea el rey, el rey del rico,
Al cual en vano, de amargura llenos,
Misericordia y compasión pedimos:
De nuestra bolsa ruin el postrer sueldo
Él arrancó con avidez, y ahora
Ametrallarnos hace como a perros.
¡Tejemos! ¡Tejemos!
»Maldita nuestra patria también sea,
Nuestra patria alemana, donde el cielo
Cubre tan sólo oprobio, mal e infamias,
Donde, al abrir sus pétalos al viento,
Se marchita la flor, y sólo viven
La laceria, el engaño, el vilipendio.
¡Tejemos! ¡Tejemos!
»La lanzadera vuela, el telar cruje;
Días y noches sin cesar tejemos.
Vieja Alemania, tu sudario helado
Ya tejen en la sombra nuestros dedos,
Y mezclan nuestros labios al tejido,
De maldición y cólera los ecos.
¡Tejemos! ¡Tejemos!»
POEMAS CONTEMPORÁNEOS (1840-1843)
DOCTRINA
¡Toca el tambor, no temas a nadie
Y besa a la vivandera.
Es ésta la fiesta más profunda,
Es éste el sentido de los libros.
Con tu redoble de fiesta juvenil
despierta a la gente del letargo.
¡Tamborilero, encabeza la marcha!
He aquí la ciencia más profunda.
¡Es ésta la filosofía de Hegel,
Es éste el sentido de los libros!
Lo he comprendido porque soy listo
Y porque soy buen tamborilero.
ADVERTENCIA
Si publicas tales libros
Amigo mío, ¡estás perdido!
Si persigues dinero y honores
Debes agachar más la cabeza.
¡Jamás te hubiera aconsejado
Hablar así ante este pueblo,
ni hablar así de la cleresía
o de los altos potentados!
¡Amigo mío, perdido estás!
¡Los príncipes tienen el brazo largo,
Los curas tienen la lengua larga
Y el pueblo tiene orejas largas!
EL VIAJE DE LA VIDA
¡Qué risas y cantos! Centellean, revolotean
Las luces del sol. Las olas balancean
La alegre barca. En ella iba yo
Con amigos queridos y ánimo fresco.
La barca en mil pedazos se rompió
Mis amigos eran malos nadadores.
Se hundieron allá en la patria. A mí
La tormenta a orillas del Sena me arrojó.
En otra nave con nuevos compañeros
Me he embarcado. Las aguas extranjeras
Me mecen y empujan de un lado a otro:
¡Qué lejana mi tierra! ¡qué dolor en mi alma!
Y de nuevo oigo cantar y reír;
El viento aúlla, las tablas crujen:
El último lucero se apaga en el cielo:
¡Qué dolor en mi alma! ¡Qué lejana mi tierra!
EL NUEVO HOSPITAL ISREALITA DE HAMBURGO
Un hospital para pobres judíos enfermos,
Para hijos de Dios marcados por un triple estigma,
Pues adolecen de los tres grandes males:
Pobreza, dolor y judaísmo.
El peor de los tres es el último,
El milenario mal de la familia,
La plaga traída de la orilla del Nilo,
La fe malsana del antiguo Egipto.
¡Dolor profundo e incurable!
No te curan ni baños ni aparatos
Quirúrgicos, ni las medicinas todas
Que esta casa ofrece a sus pacientes.
¿Borrará el tiempo, eterna diosa,
La honda dolencia heredada del padre
Por los hijos? ¿Sanará el nieto
Y alcanzará la cordura y la felicidad?
(…………………)
Traducción de Berit Balzer
LAS RATAS ERRANTES
Hay dos clases de ratas:
las hambrientas y las hartas.
Las hartas se quedan a gusto,
pero las hambrientas van por el mundo.
Recorren miles y miles de millas,
sin pausa, sin descansar.
No tuercen el rumbo en su marcha,
ni vientos ni lluvias las pueden parar.
Escalan las alturas,
los lagos a nado cruzan.
Muchas se ahogan o quedan desnucadas.
Las vivas dejan muertas a las abandonadas.
Tienen estos bichos
terroríficos hocicos.
Llevan cabezas rapadas, iguales,
bien radicales, bien radicales.
Las jaurías radicales
no saben nada de Dios.
Su prole no llevan a bautizar,
las hembras son propiedad comunal.
No quieren más que comer y beber
la muchedumbre ratil y carnal.
Mientras están comiendo y bebiendo, no piensan
que nuestra alma es inmortal.
Esta raza salvajeClémence
no teme a los gatos, no teme al infierno.
Nada suyo tiene, no tiene dinero
y el mundo quisiera repartirlo de nuevo.
¡Dios santo! Las ratas errantes
se acercan a nuestra región.
Avanzan. Las oigo chillar.
Su número es legión.
Estamos perdidos, ¡ay!
ante las puertas ya están.
Menean la cabeza alcalde y senado,
a nadie se le ocurre un recurso adecuado.
Los burgueses empuñan las armas,
los curas tocan las campanas.
Peligra el santuario
del Estado decente que es la propiedad.
Ni las oraciones, ni las campanadas,
ni los ampulosos decretos del senado
ni los numerosos cañones pesados,
buenos muchachitos, les valdrán de nada.
Las mallas verbales tampoco ayudarán
de las oratorias sin actualidad.
No se atrapan las ratas con trampas silogísticas,
ellas saltan sobre las más sutiles sofísticas
El estómago hambriento admite solamente
sopa de lógica con albóndigas concluyentes,
sólo razones de vacas asadas
con citas de embutidos acompañadas.
Un mudo bacalao, con bastante manteca,
a los rojos radicales contenta
mucho mejor que un Mirabeau
y todos los tribunos después de Cicerón.
Traducción de Elisabeth Siefer
ALEMANIA. UN CUENTO DE INVIERNO
I (FRAGMENTO)
¡Un canto nuevo, un canto mejor!
Amigos, os quiero componer!
Aquí en la tierra aspiramos instaurar
El reino celestial.
Seamos felices en la tierra,
No pasemos más estrecheces;
El glotón perezoso no vaya a tragar
La cosecha de manos laboriosas.
Aquí abajo crece pan suficiente
Para todos los hijos de Dios,
Y entre rosas, mirtos y deleites
No nos han de faltar los guisantes.
Sí, dulces guisantes para todos,
En cuanto estallen las vainas!
El cielo se lo vamos a dejar
A los ángrles y los gorriones.
Traducción de Berit Balzer
PON EN MI PECHO, NIÑA, PON TU MANO…
Pon en mi pecho, niña, pon tu mano.
¿No sientes dentro lúgubre inquietud?
que se pasa clavando mi ataúd.
Trabaja sin descanso todo el día;
y en la noche trabaja sin cesar;
que acabes pronto, maestro, mi alma ansía,
y me dejes en calma descansar.
Versión de Vicente Huidobro
EPÍLOGO DE HEINRICH HEINE
Enterrar quiero mis cantos,
Quiero enterrar mis quimeras;
Féretro insondable quiero,
Fosa necesito inmensa.
Ha de guardar muchas cosas
El ataúd bajo tierra;
Quiero que tenga más fondo
Que el tonel de Heidelberga.
Buscadme féretro duro,
De planchas fuertes y espesas,
Aun más largo que el gran puente
Que hay sobre el Rhin en Magencia.
Y buscad doce gigantes
De más vigor y más fuerza
Que el enorme San Cristóbal
Que hay de Colonia en la iglesia.
Que lo arrojen al profundo
Seno de la mar inmensa;
Que tal ataúd, tal fosa
Es necesario que tenga.
¿Sabéis ¡ay! por qué es preciso
Que enorme el féretro sea?
Porque en él enterrar quiero
Mis amores y mis penas.
¿DÓNDE?
¿Dónde podrá decir el trotamundos
Que halló por fin su último descanso?
¿ En el sur, frente al mar, bajo palmeras?
¿O bajo tilos junto al Rin, tan manso?
¿Qué extranjero me hará la caridad
De una tumba, y en qué desierto extraño?
O quedaré tirado en una playa
De aún no sé qué mar del desengaño?
¡Qué más da! Caiga donde caiga
Ha de haber cielo, y estaRá estrellado.
Además, como yo ya no seré mi cuerpo,
El dónde me trae sin cuidado.
Ver programa de televisión sobre el poeta Heinrich Heine
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)
Gracias por sus trabajos sobre Heirich Harinee Haine. Y qué tan cierto será que Elizabeth (emperatriz casada con Francisco José I de Habsburgo) sabía tanto sobre este poeta, que fue consultada sobre una poesía de la cual no se tenía seguridad acerca de la autenticidad de la autoría de Heine? Saludos desde México.