BIOGRAFÍA DEL POETA OTTO RENÉ CASTILLO
Otto René Castillo nació en Quezaltenango (Guatemala) en 1936 y murió en 1967. Hijo de Juana de Dios Castillo Mérida y de Reginaldo Cabrera, pero éste no le reconoció. Fue el último hijo de cinco hermanos: Zoila, José, Jorge, Haydee y Otto René. Juan de Dios Castillo y Castillo, su abuelo, fue un hombre de mucho prestigio, tanto como profesional, como personal. Fue profesor universitario e integrante de la Corte Suprema de Justicia, fue congresista y diputado en varias ocasiones. Les dio alimento, vivienda, ropa y gastos de educación. Pero cuando murió en 1935 afloraron las dificultades económicas de su madre, sus tías y su abuela y pasaron a acomodarse su madre y sus cinco hermanos en una habitación.
En el año 1941 emigran hacia la capital Juana de Dios y sus cinco hijos. Sus años de la primera educación y adolescencia estuvieron bañados por el derrocamiento de la dictadura de Ubico y el inicio de la etapa democrática que le llenaron de estímulos político-sociales. Con el paso de los años y mientras estudiaba en la capital, Otto René se convierte en presidente de la Asociación de estudiantes de Post-primaria. Era una de los activistas más destacados del Partido Guatemalteco del Trabajo. Entra en contacto con la literatura revolucionaria y con iguales que despertaban a la creación, a la inquietud social, a los problemas de una América Central esclavizada.
Otto René también escribía. Su poesía hablaba del dolor de su pueblo, de la esperanza y de los sectores más explotados de Guatemala: las masas indígenas. Sus poemas a Atanasio Tzul son un ejemplo concreto de tal actitud. Tzul, fue un líder indígena guatemalteco, del pueblo Maya Kiche, figura representativa de 1820 que derrotó el poder español de la localidad e impuso durante veintinueve días un gobierno propio en la región conocida como Totonicapán, reino de Guatemala.
Cuando contaba con dieciocho años, por su oposición al golpe de Estado contra el gobierno de Jacobo Arbenz, orquestado por la CIA (Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos) y dirigido por el coronel Carlos Castillo de Armas, tuvo que exiliarse. La operación de la CIA fue llamada como PBFORTUNE y era un plan de emergencia para derrocar y eliminar al presidente electo Jacobo Arbenz que consideraran que era una amenaza comunista para el continente. Este plan fue el precursor del Golpe de Estado de 1954. Esta operación encubierta que instauró al gobierno del coronel Carlos Castillo de Armas en Guatemala sirvió también de ensayo para intervenir en otros países americanos.
Otto René emigró a El Salvador, donde continuó su doble lucha política y poética, entablando amistad con Roque Daltón, Manglio Argueta y otros grandes prospectos salvadoreños. Roque Dalton diría de él: “quedará como un espléndido testimonio de pasión, confeccionado en el lenguaje necesario para conmover a los hombres de este tiempo en que él, como los precursores y los adelantados de siempre, pasó como una ráfaga de fuerza y de autenticidad”.
Se dedicó a diferentes oficios para ganarse la vida como por ejemplo sereno de un parque de automóviles, pintor, vendedor de libros… e ingresó en la Universidad en el Salvador pasado un tiempo. Ya escribía poesía y comenzaba a llamar la atención en los círculos culturales de El Salvador. Desde el seno del Círculo Literario universitario trabajó para la unificación de criterios de los artistas y escritores jóvenes. La actividad era febril: conferencias, recitales, mesas redondas. Su vida se convirtió en una amalgama de vida bohemia y de militancia política. Con su cédula de miembro del Partido Comunista Salvadoreño en el bolsillo, escribe artículos, cruza la frontera, asume la clandestinidad, corre riesgos en mitad de la noche y lucha por la liberación del pueblo Guatemalteco.
Fue un trabajador inagotable en favor de la unificación de criterios de los artistas y escritores jóvenes de aquella época, y, asimismo, un divulgador de los poetas que más influyeron en el punto de partida de lo que luego se llamará la “generación comprometida” (Nazim Hikmet, Miguel Hernández, César Vallejo, Pablo Neruda). Muchos salvadoreños comienzan a leerlos gracias a la difusión que Otto René hace desde el Círculo. Las adhesiones al partido se incrementaban gracias a su labor.
En 1955 obtuvo el Premio Centroamericano de Poesía de la Universidad y esto le abre puertas a la prensa salvadoreña.
La muerte de Castillo Armas propicia la vuelta de los exiliados al país a pesar de que la represión continuaría durante muchos años.
En 1958 regresó a Guatemala para ingresar en la Universidad de San Carlos donde comienza a estudiar Derecho y Ciencias Sociales. Se distinguió por su elevado rendimiento académico. Allí formó parte de la revista Lanzas y letras, que muy pronto sobrepasó los limites que sus fundadores se habían planteado. La revista fue concebida originalmente como órgano cultural estudiantil, sus páginas fueron de inmediato invadidas por todas las voces del presente nacional y mundial. La labor de esta publicación fue importantísima en esa etapa y trascendió hasta los países vecinos de América Central. En ese mismo año escribe su trabajo de tesis, previo a optar al titulo de Bachiller en Ciencias y letras, en el Instituto José Martí, dicho trabajo llevaba por nombre: “EL POETA ANTE LOS PROBLEMAS DE LA HUMANIDAD – RESPONSABILIDAD DE LOS POETAS GUATEMALTECOS”. En este trabajo manifiesta “la enorme importancia que tienen para todo poeta viviente los problemas que aquejan a la humanidad, es decir, al hombre de nuestro tiempo, quien dicho sea de paso, se encuentra situado en uno de los momentos más dramáticos de su existencia”.
Obtuvo una beca para estudiar en la Facultad de Letras en la Universidad de Leipzig, Alemania, donde se distinguió como un joven brillante, el mejor alumno extranjero. Residió allí durante tres años. En 1956 le concedieron Premio Autónomo, patrocinado por la Asociación de Estudiantes Universitarios. En 1957 el Premio internacional de Poesía en Budapest, otorgado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y en 1958 ganó el premio Filadelfio Salazar, de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
En 1962 se incorpora en la Brigada Joris Ivens, grupo de cineastas que serían los cuadros de un vasto plan para la filmación de materiales sobre la lucha de liberación de los pueblos latinoamericanos, dirigidos por el famoso cineasta holandés.
En 1964 vuelve a Guatemala, compartiendo las actividades culturales con la lucha armada. En esta etapa dirige el Teatro de la Municipalidad de Guatemala. Da clases de alemán, es editor de vocero Estudiantil en la USAC, traduce al español la obra Los Fusiles de la Señora Carrar y escribe apuntes sobre el teatro épico de Bertolt Brecht.
Su hermana Zoila narra lo siguiente: La policía judicial allanó nuestra casa una noche como a las nueve o nueve y media para hacer un cateo. En ese preciso momento llegó Otto. En el dormitorio de Otto René encontraron unas botas de Cobán y una caja de papeles sin importancia, pero se lo llevaron detenido a la cárcel. Otto René estuvo preso 30 días. La ley establecía que a los 30 días el detenido debe ser consignado a los Tribunales. A Otto no pudieron levantarle cargos por lo que fue dejado en libertad. Sin embargo la Judicial dispuso deportarlo a México cubriendo nosotros sus familiares los gastos del viaje. Otto René salió de la cárcel al avión que lo condujo a México.”….
Las organizaciones revolucionarias guatemaltecas le imponen entonces una responsabilidad: pasa a ser representante de Guatemala en el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud que se iba a celebrar en la capital de Argelia.
Con este cargo el poeta nuevamente recorre Alemania, Austria, Hungría, Chipre, Argelia y Cuba durante algunos meses. Sus jefes hablan emocionadamente de su aporte material y humano, su entrega al trabajo, su espíritu jovial ante el sacrificio.
En 1966 regresa clandestinamente a su país para incorporarse a la organización guerrillera, donde ocupa la responsabilidad de propaganda y educación.
En marzo de 1967 fue herido en un combate y detenido nuevamente por las tropas mercenarias de Méndez Montenegro. Fue cruelmente torturado y asesinado junto con su compañera de lucha, Nora Paiz Cárcamo y 13 campesinos acusados de ser colaboradores de la guerrilla. Tras ser torturado y mutilado brutalmente, cortándole partes de la piel con una hoja de afeitar atada a una caña, mientras se burlaban de él leyéndole trozos del poema “Vámonos patria a caminar”, finalmente fue quemado vivo. Sólo contaba 31 años de edad.
En su corta vida casó dos veces y tuvo una hija y tres hijos.
Este crimen hasta el día de hoy impune. En 2011 recibió un reconocimiento por el Gobierno de Guatemala, que asumió la responsabilidad del estado guatemalteco por el crimen cometido través del ejercito. Un primer paso simbólico.
La obra poética de sus últimos años de vida fue recogida en el volumen Vámonos Patria a caminar, cuyos originales había corregido el autor en la cárcel en 1965, reeditado póstumamente en 1968, en México, con prólogo de César Montes.
En el año de 1964 había publicado en Guatemala Tecún Umán. Posteriormente un familiar del poeta en Alemania, hizo llegar a Roque Dalton una extensa colección de su obra inédita, en la que aún trabajaba Otto René Castillo hasta poco antes de su muerte. En la confección de la Antología de su obra que publicó Casa de las Américas en La Habana bajo el título de Poemas, se han utilizado principalmente materiales incluidos en Vámonos Patria a caminar y en las colecciones inéditas.
Roque Dalton dice: Murió antes de llevar su poesía a la más alta depuración estilística pues lo mataron a los 31 años de edad. Sin embargo, su obra, de la cual el libro publicado en Cuba es solamente una parte representativa, quedará como un espléndido testimonio de pasión, confeccionado en el lenguaje necesario para conmover a los hombres de este tiempo en que él, tanto como los precursores y los adelantados de siempre, pasó como una ráfaga de fuerza y de autenticidad.
También indicó Roque Dalton acerca de su persona : Extrovertido, vital, de personalidad fuerte y simpática, no fue, sin embargo, una figura exenta de los errores y las debilidades de los jóvenes centroamericanos de su época. Su afán de vivir intensa y apasionadamente la vida, le cobró su precio frente a la severidad de sus camaradas mayores en edad y experiencia y le significó conflictos, desgarramientos, problemas. Por el contrario, los jóvenes le aceptaron siempre en su rica totalidad humana, necesariamente contradictoria con el medio. Quizás el motivo más importante de citar en este aspecto de su personalidad sea el de salvarlo del riesgo, que puede propiciarle su muerte admirable, de pasar a la historia como un santón, como uno de esos personajes planos a que nos tiene acostumbrados el apologismo póstumo.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA DEL POETA OTTO RENÉ CASTILLO
http://www.albedrio.org/htm/articulos/j/jbp-001.htm
http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Otto_Rene_Castillo.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Otto_Ren%C3%A9_Castillo
http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/07/07_2009.pdf
http://www.albedrio.org/htm/articulos/c/cm-075.htm
POEMAS DE OTTO RENÉ CASTILLO
VÁMONOS PATRIA, A CAMINAR: NUESTRA VOZ. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
I
Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:
canto.
Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:
canto.
Para decir que me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:
canto.
Para que nadie diga: ¡tierra mía!
con toda la decisión de la nostalgia:
canto.
Por lo que no debe morir, tu pueblo:
canto.
Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte:
tú, interrogación de frutas y mariposas silvestres,
no perderás el paso en los andamios de mi grito,
porque hay un maya alfarero en tu corazón
que bajo el mar, adentro de la estrella
humeando en las raíces, palpitando mundo,
enreda tu nombre en tus palabras.
Canto tu nombre, alegre como un violín de surcos,
porque viene al encuentro de mi dolor humano.
Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo del viento
para ordenarme que no tolere el crepúsculo en mi boca.
Me acompaña emocionado el sacrificio de ser hombre,
para que nunca baje al lugar donde nació la traición
del vil que ató tu corazón a la tiniebla, negándote.
2
VÁMONOS PATRIA, A CAMINAR: YO TE ACOMPAÑO. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo quedaré sin voz para que tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras.
Para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Yo me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Ay, patria,
a los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos en un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras del pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
3
VÁMONOS PATRIA, A CAMINAR: DISTANTE TU ROSTRO. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Pequeña patria mía, dulce tormenta,
un litoral de amor elevan mis pupilas
y la garganta se me llena de silvestre alegría
cuando digo patria, obrero, golondrina.
Es que tengo mil años de amanecer agonizando
y acostarme cadáver sobre tu nombre intenso,
flotante sobre todos los alientos libertarios,
Guatemala, diciendo patria mía, pequeña campesina.
Ay, Guatemala,
cuando digo tu nombre retorno a la vida.
Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa.
Subo las letras del alfabeto hasta la A
que desemboca al viento llena de alegría
y vuelvo a contemplarte como eres,
una raíz creciendo hacia la luz humana
con toda la presión del pueblo en las espaldas.
¡Desgraciados los traidores, madre patria, desgraciados!
¡Ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte!
¿Por que nacieron hijos tan viles de madre cariñosa?
Así es la vida de los pueblos, amarga y dulce,
pero su lucha lo resuelve todo humanamente.
Por ello patria, van a nacerte madrugadas,
cuando el hombre revise luminosamente su pasado.
Por ellos patria,
cuando digo tu nombre se rebela mi grito
y el viento se escapa de ser viento.
Los ríos se salen de su curso meditado
y vienen en manifestación para abrazarte.
Los mares conjugan en sus olas y horizontes
tu nombre herido de palabras azules, limpio,
para lavarte hasta el grito acantilado del pueblo,
donde nadan los peces con aletas de auroras.
La lucha del hombre te redime en la vida.
Patria, pequeña, hombre y tierra y libertad
cargando la esperanza por los caminos del alba.
Eres la antigua madre del dolor y el sufrimiento.
La que marcha con un niño de maíz entre los brazos.
La que inventa huracanes de amor y cerezales
y se da redonda sobre la faz del mundo
para que todos amen un poco de su nombre:
un pedazo brutal de sus montañas
o la heroica mano de sus hijos guerrilleros.
Pequeña patria, dulce tormento mía,
canto ubicado en mi garganta
desde los siglos del maíz rebelde:
tengo mil años de llevar tu nombre
como un pequeño corazón futuro
cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana.
DUELE MENOS ESTAR SOLO, POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Creo
que duele menos
estar solo
con tu recuerdo,
bajo este cielo
duro,
bajo este viento
espeso,
bajo miradas
agudas
que preguntan:
“¿Por qué sufren
tus manos
en las tardes?”
“¿Por qué no vienes,
sin la hoguera
de su pecho
lejano,
y te diviertes
con nosotras?”
Poder
asirse el alma
sería eso.
Y renunciar
para siempre
al sitio
donde me espera
el viento
acariciando tus cabellos.
Lo sabes.
Contigo
no me cabe el mundo
en las venas.
Pero sin ti
soy demasiado pequeño,
para esta calle
de labios grises.
Créeme, tu ausencia quema,
alma mía.
Y tu recuerdo duele.
Ahora soy, por ejemplo,
el esqueleto
de una casa incendiada,
que se duele
en el fondo de la ceniza.
Y grito: “Llevadme llamas
con vosotras, a cualquier parte.
No me dejéis ardido
de escombros.
Llevadme, en vuestros lomos,
porque me duele
el calvariento recuerdo
de los pájaros que cantaron
en mi techo, por las tardes.”
Y solo pasa el humo,
frente a mis manos
que claman sin escuchas.
Así todos los días
amante mía.
Créeme, pero me duele
más tu recuerdo,
amor mío,
que mi vencida soledad.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
TU MADRUGADA, PATRIA. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Así concibo yo a mi patria,
que otros la conciban como quieran.
Anduve viajando
muchos años
por el mundo,
con el lucero
de tu nombre
en los ojos.
Y no hubo
una sola mañana,
que se fuera
sin algo de lo tuyo.
Cuando el alba
llegaba, ya estabas
repartiendo tus gestos,
extraños y lejanos,
desde la oscura colina
de mi rostro.
“¿Por qué la quieres
tanto, me decían,
si es amarga y cruel
como el alma de un basta?
¿Por qué, si es tan chiquita
y tan hambrienta, que en ella
a uno sólo le queda por delante
la ardua tarea de morirse?
Pero yo siempre respondía,
que te quiero tanto,
porque aún sumido en la tiniebla
oyendo el largo llanto
de tus hijos,
no puedo ignorar
que detrás de mí
comienza, en verdad,
tu madrugada.
Luego te alegrabas
en el fondo de mis ojos,
y volvías tu rostro
con ternura,
tal vez en busca ya
de los hijos
que están todavía
por venir.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
TAN SOLO MI DOLOR. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Tan solo mi dolor
pregunta ciertas
cosas importantes.
Tan solo mi dolor
suele hablar contigo,
sin que nunca lo sepas,
sin que te duelan
los ojos o la voz.
Sin que tu sombra
me cubra con su cuerpo
lleno de hierba negra.
¿Dónde murió
tu primer beso?
¿Quién conserva
tu primer rostro?
¿En qué tacto
aletean todavía tus senos?
¿Por qué buscas
en la noche mi piel?
¿Por qué abrazas
la bandera que levanto,
con orgullo?
¿Por qué rehúyes
a tu gente por mi lucha?
¿Por qué se te muere
cristo en la pupila?
¿Por qué acudes
a luchar conmigo,
contra el odio y el hambre?
¿Por qué, pequeña burguesita,
te llenas de mi rabia profunda?
Amor, amor,
te duele más
de lo que tú te dueles,
sin que lo sepa tu dolor.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
NUNCA UNA ALEGRÍA. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
En el agua
te he visto.
En el cielo.
En el viento
te he visto.
Y en las grandes
multitudes.
Con mis labios
te he cubierto
de otros labios.
Y te he perpetuado
en los profundos
ojos de mis hijos.
En todas partes
he puesto
mi nombre
junto al tuyo.
En los árboles
y en los veranos
que llegan después
hasta las hojas.
Bajo los puentes
con los ríos
que se van
y ya no regresan
nunca más
al mismo sitio.
En el gallo blanco
de la nieve
que solía
cantar de pie,
con el alba
en el pico,
todos los días
del invierno
en mi simple
cabellera.
En los ojos
que alzan todavía
para mi
la suavidad
de su lenguaje
celeste,
y que también
te nombran
cuando de mi
platican
con los astros.
Y en la ceniza
de las calles
sin nadie.
a media tarde
de la noche.
En mi coñac,
grande y hermoso
como el alma
del fuego.
Y en las alas
del pájaro
que vuela.
En todas partes,
tu nombre.
tu gesto de gallarda
existencia, ronco y duro.
Y nunca,
en ningún sitio,
de ti una alegría en común.
Lo sé, y no lo digas,
que ya es amargo
el sabor de un hijo
triste.
Es cierto,
no se puede exigir
un gesto de felicidad
de una madre que sufre.
Tú lo sabes,
y yo también,
en esta noche de otoño
que te amo, dulce patria,
viendo también lo triste
que son las aguas
del famoso Danubio.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
NO ESTAR CONTIGO, SE LLAMA VIERNES, POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Era jueves
frente al mar,
en Wismar,
la ciudad
a cuyos píes
el Báltico
agota el esfuerzo
de su biología
convertida en gris
de frente.
Una mole
sin luna ni sol
era el pecho
del cielo lejano,
que también se inclinaba,
a lo lejos,
sobre el rostro
de las aguas
para besarlas,
suavemente musical
y solitario.
El otoño
ascendía a los árboles
y su canto desnudo
era una rama,
bajo cuya dimensión
sin hojas
eran más tristes
los vientos,
y más amables
las piedras y la hierba.
Habíamos caminado
sin hablar toda la tarde.
Después de las disputas
siempre nos buscaba el silencio
y era más difícil hablar
que amarnos sin palabras.
Detrás de nosotros
se había quedado tanto
paisaje y tanto beso.
Los lagos, el tren, el vino.
El hotel, los ríos, las estaciones.
Los pájaros, y siempre los pájaros.
En Wismar, te asombraron
los barcos tan inmensos,
tan pequeños, sin embargo,
que aún cabían en tus ojos.
No lo dije, entonces.
Sólo miraba hondamente tu azul
convertido en sorpresa.
Y ahora el mar, el Báltico.
Jamás había visto mi vida
tanto gris reunido, agitándose
a la altura de mi norte.
“Sabes, te dije,
me marcharé en diciembre”.
“Y ya me duele,
horriblemente,
el último día de noviembre,
en el cual comenzarán
solo diciembres para mi,
para este indio que tú amas,
amor mío.”
No dijeron nada tus palabras.
Heridas en su vuelo,
no alcanzaron a llegar
hasta tus labios.
Después, largo tiempo después:
“Vamos, dijiste.
Hace frío ya para los cuatro
y para esa flor sobre la arena,
tan parecida al cadáver
de una estrella.”
Este viernes
camino por las calles
de mi Guatemala,
la ciudad de la que tanto
platicaba contigo mi esperanza.
Una tímida llovizna gris
lo llena todo con su rostro.
Escondo bajo mi barato impermeable
unos boletines políticos,
que no se deben mojar nunca
sino con la vista de los hombres.
Levanto aún por costumbre
el cuello de mi cubrelluvias,
y nadie dice nada a mi lado.
En mi país se llama invierno
lo que en el tuyo verano.
Pero siempre hay sol
y nunca nieve en el aire.
Es viernes, y siempre será viernes
si tú no estás conmigo.
Pero aún seguimos imponiéndonos
al frío, y seguimos viviendo.
Y aquí, junto a la bandera que amo,
me iluminan todavía tus ojos,
amor mío.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
LOS FUSILADOS, POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Los llevaron lejos de la ciudad
y no volvieron a llorar sus ojos
sobre las grises calles de mi país;
ni volvió más la brisa a disolver
su frente contra los carceleros
ni el luto dobló más su cintura
en las pupilas claras del sol;
ni el andamio biológico del puño
se trepó de sombra.
Las calles, las casas, los sueños
los vieron pasar hacia la muerte
con la ternura flotando alegre
sobre sus sienes de floresta,
pero de cada rostro nacían pájaros
que buscaban el regazo de la aurora
llenándola de un no sé qué de amor
caído desde lo alto de una lágrima…
De pie marchaban, silvestres y humanos.
Amarrados, como el cabello de las mujeres
populares, salían al encuentro de la muerte
con una canción universal en la garganta
poblada de milpales soberbios. ¡Otra vez
la muerte amenazando, subiendo otra vez
las gotas del martirio hasta el aliento…!
Custodiándolos, los verdugos reían. Y bebían
la silenciosa integridad de sus jilgueros
con el mismo rostro de raíces castigadas,
con la misma estatura corta de la brisa,
con el mismo color de río sin afluentes
pero con diferente emoción y pensamiento
sobre el puño oloroso de los jardines…
Salieron de la ciudad a las doce
de la noche. Atrás, las luces decían
adiós con sus pupilas espigadas.
Atrás, la ciudad, sin alas, se quedaba
con los enamorados, su lecho y su sonrisa…
No volvieron más hacia las cárceles
porque hundieron sus raíces biológicas
en el mismísimo corazón del pueblo.
“¡Han matado! ¡Han matado
muchos obreros esta mañana!
-lo dice el pueblo llorando por boca
de sus paredes—.
“Fuera de la ciudad capital
esbirros del gobierno han matado
prisioneros políticos y apolíticos:
albañiles de una primavera que comienza.”
“¡Han matado! ¡Han matado hombres
que solían amar la salida del sol,
besar la semilla de la brisa,
acunar la caída del crepúsculo,
besar la frente de los hijos,
morir por la vida de una rosa,
pelear con la hoz por el pueblo,
levantar el martillo por la vida,
amar al pobre sobre todas las cosas
y pelear por su futuro con los dientes.”
Los llevaron lejos de la ciudad
y dejaron sus sienes floreciendo
orgullosos maizales, eternizados
estarán ahora debajo de la tierra
soportando con sus hombros inmensos
todo el futuro del mundo…
REVOLUCIÓN, POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Los que no ven
nos dicen ciegos,
pero tú nos has enseñado
a ver el color
del tiempo que viene.
Los que no oyen
nos dicen sordos,
pero tú nos has enseñado
a escuchar en todas partes
el ágil sonido
de la ternura humana.
Los cobardes nos dicen cobardes,
pero contigo nos enfrentamos
a las sombras
y les cambiamos el rostro.
Los criminales nos dicen criminales,
pero contigo revivimos la esperanza,
le marcamos el alto al crimen,
a la prostitución, al hambre.
Y le ponemos ojos,
Voz,
oídos,
alma,
al corazón del hombre.
Los racistas nos dicen antihumanos,
pero contigo le damos al odio
su tumba mundial
en la ciudad de los abrazos.
Nos dicen tantas cosas.
Y los que las pronuncian
olvidan,
estúpidos que son,
que sus nietos amarán mañana jubilosamente
la palabra estrellada
de tu nombre: revolución.
ORACIÓN POR EL ALMA DE LA PATRIA. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
¡Que los pueblos tengan paz,
mucha paz, y sean felices!
Popol Vuh
Hundo mis manos en la tierra
y las semillas se me escapan
como ágiles lágrimas del campo.
Beso el arcilloso paraninfo
de los surcos hinchados de rocío
y el beso busca el viento floral
para encender su golondrina herida
en la pupila sensual de las estrellas.
Uno mi sangre con la tierra fresca,
para agrupar la resonancia de mi cuerpo
en el futuro azul de las palabras.
Hundo mi corazón en medio de la tierra
y por las milpas despliego sus hazañas
cuando crece pleno de cortesías
cereales, de puras y altas cortesías
cereales sostenidas por el vuelo
que persigo desde siempre, cantando
desde siempre, luchando desde siempre
porque cambie el mundo su tristeza
por una simple cascada de alegría,
por un destello de amor,
por una rosa de palabras
dulces y de dulces pupilas.
Sabemos todos que la tierra
es ancha y eternamente nueva.
Sabemos que es tan ancha
como las caderas
de la cosecha más extensa.
Y sabemos todos
que un sol íntimo
alumbra el nacimiento
de los frutos y las flores.
Y que una fuerza ciega
empuja los colores y las hojas
hacia la mano transparente
de los vientos.
Pero sabed,
sabed bien que nadie ríe
en medio de las flores y los surcos,
sabed bien que ninguno
alza su alegría con las plantas,
sabed bien que nadie apoya el canto de los
pájaros
ni la mirada azul de las mareas.
Pero sabed,
sabed bien que ninguno
cuando canta anda tranquilo,
como el gorrión o como el trino
de los vientos, en la garganta
vegetal y verde de los pinos,
sabed bien que nadie
dialoga ya con el crepúsculo
y con el beso estrellado de la noche.
Sabed bien que ninguno
talla los siglos en la roca dura
ni cuenta más el paso de la luna,
sabed bien que nadie
habla ya con los volcanes y las piedras,
porque sus altos templos
están cayéndoles al alma
sin que los astros lo sepan
sin que lo sepan las montañas
ni el gesto azul de las bahías!
Amemos, sin embargo,
los dulces hombros de la tierra
pongamos nuestro oído milenario
en el pecho de clorofila de la selva
y aprendamos el lenguaje de los árboles,
volvamos nuestros pasos
hasta la primera semilla cultivada
y dejemos impreso nuestro canto
en su cotil edón sonoro.
Amemos, sin embargo,
campesinos callados de mi patria,
dioses multiplicados por el hambre,
vocativos ejemplos de la hoguera maya,
amemos, a pesar de todo,
la redonda emoción de nuestro barro,
porque mañana, campesinos mayas,
nietos del maíz, abuelos de mis manos,
la pureza perfumada de la tierra
será para vosotros
el puñado de polen
que siempre estuvo al acecho
de volcarse en vuestras vidas
y en la celeste huella del viento,
que se levantará del puro amor
para salvar el alma de la tierra!
EL GRAN ESTAFADO. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Uno se pierde,
a veces,
en el fondo
de una mujer
y no vuelve
a encontrarse
jamás.
Uno se marcha
luego por el mundo
incompleto de sí,
completo solo
de su silencio.
A veces,
en un bar,
tomando coñac
y oyendo
tristes blues,
se acerca alguien
que nos recuerda
a la mujer
donde nos hemos
perdido.
Y su compañía
nos deja más solos
que nunca.
Uno se bebe
su coñac
y se va luego.
Sin que nadie
lo entienda,
porque se marcha
sonriendo.
Si al menos
estuviera triste.
Si sufriera
al menos,
se murmura.
Uno se sale
por la puerta de fondo,
porque se considera
el gran estafado,
cuando en realidad
solo se ha perdido
en el fondo complejo
de una mujer,
que ni siquiera
se ha ido,
sino que solo
nos ha dejado marchar.
En realidad,
no nos ha entendido.
Nos gusta que nos digan,
como a los niños solitarios:
“No te vayas. Quédate aún.
Es todavìa tan temprano…”
Eso hace tan importantes
nuestros besos,
que uno cae víctima
de su propia importancia.
Uno es así cuando esta solo.
Copado de sí hasta los bordes.
Uno necesita que alguien
de verdad lo necesite.
Y como nadie lo llama,
para que uno no se vaya,
entonces uno se pierde,
en el fondo de una mujer,
que luego también se marcha,
creyendo que nos hemos aburrido
de besar sus labios y mirar su alma.
Es todo tan complejo
que, a veces, pienso
con envidia
en los enamorados sencillos,
que unidos por las manos
y los labios,
no conocen aún
la soledad del cuerpo.
Uno se pierde,
a veces,
en el fondo
de una mujer,
que luego se va,
y cuando uno se ha ido.
Y ya no nos volvemos
a encontrar.
Porque uno se queda
solo consigo,
para siempre,
creyéndose
el gran estafado,
que debe beber coñac
y estar muy triste,
para cumplir
su ronca tarea
de vivir.
NUNCA ESTOY SOLO, POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
De veras, nunca estoy solo.
Tan sólo estoy triste
cuando tus ojos
huyen
del sitio
en que debimos
encontrarnos
por la tarde.
Ahora
se pudre la espera
debajo del tiempo,
del tiempo que se ríe
de mí, gran amador,
desprovisto de amada,
en búsqueda siempre.
FACILIDAD DE ALMA. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Por esta facilidad
de alma que tengo,
cuando me mira
la ternura
desde tus manos,
me alegro tanto de mí,
que soy
un viento burlón
que hace muecas
para todos los soles.
O tal vez, único astro
que gira
con el alma
en calcetines
para burlarse de sí.
Pero a pesar de ello,
también soy el hombre
que vive contigo,
el incendio de dos bocas
a mirada plena de todos.
Y que se ríe
hoy
tanto de sí,
para amarte
con su doble coraje
de autoburla.
UNO ES ASÍ DE EXTRAÑO. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
En verdad,
crees que siempre
estoy alegre
y que nada me duele.
Ni tu partida.
Ni tu regreso.
Ni el frío
que nacerá
cuando de mí
te ausentes.
Uno es así,
cuando tiene tu edad.
Con tus años,
tú no conoces
la soledad.
A tu edad,
se la oye nombrar
a menudo
como a un pariente
muy lejano,
que nos alumbra,
desde lejos,
el fondo
del pecho.
Y uno cree
estar tan solo
y tan triste,
que la risa
de otros
nos parece
nacer
en la alegría.
Uno es así,
cuando tiene tu edad.
Pero uno se equivoca.
Y pronto descubre
estar avanzando por el tiempo.
La soledad, entonces
ya no tiene la edad
de nosotros,
sino la edad del alma.
Ahora tienes
que mirarme el alma,
para saber si estoy
sólo conmigo,
cuando te marches
mañana.
Sábelo,
todo lo tuyo
me importa en extremo.
Tu mano,
dulce y pequeña,
guarda mi rostro,
mis cabellos,
mis labios
encerrados
en su cuenco
moreno.
Tus labios
hechos
para que yo
los besara,
me guardan
en su húmedo
mundo.
Tu pecho,
está invadido
por mi tacto
salvaje,
que te busca
intranquilo
por las tardes.
Tú lo sabes.
Cuando te vayas,
algo de mí
se irá contigo,
no lo olvides,
alma mía.
Pero cuando vuelvas
puede que ya no
regreses conmigo,
porque ya me habrás
abandonado.
Uno es así,
cuando tiene tu edad.
Tal vez
cuando tú vuelvas,
ya me haya marchado
para siempre de la vida,
sin que tú lo comprendas,
ni yo lo haya querido.
Pero antes, amor mío,
quiero que siempre
creas en mis labios.
En mi voz.
En mis combates.
Aún cuando no volvamos
a estar juntos
por las tardes,
llenas de viento
y jacarandaes.
Y que me mires como soy:
el más alegre de todos,
pero también el más triste.
Uno es así de extraño
cuando se tiene mi edad
y se lleva la gravedad
del mundo en la sangre.
Me gusta luchar,
para que todos podamos
ser felices algún día.
Lo sabes, amor mío.
Pero también
me gusta amarte
cuando hacia mí
vienen tus pasos.
Y sé que dudas tanto.
En verdad de verdades,
deberías quedarte
conmigo
para todos los tiempos.
Pero te vas
sin que yo sepa
si volveremos
a vernos
solos
por las tardes.
Es tan extraña
y tan compleja
la vida,
que cuando vuelvas
puedes traer
otro nombre
escrito en la pupila.
Amor mío,
lo sé, porque
también soy inconstante.
PREGUNTA. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Me has preguntado
de qué lado
tengo el corazón,
ahora
que juntos caminamos
verano
por las calles de Schwerin.
Y yo respondo.
Muchas veces
dije
que lo tenía
en la izquierda,
alzado
como un lucero.
Y no recuerdo,
en verdad
haber dicho
que lo tenía sepulto
bajo mi práctica
derecha.
Ahora sé,
mi terrible
y dulce preguntona.
Mi corazón
está
en los juncos
azules
de tus ojos,
cantando desde ellos,
siempre cantando,
cantando.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
PASA EL VIENTO EN LAS CALLES… POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Pasa el viento en las calles
igual que los enamorados
los tranvías y la vida…
Yo sé que la calle
tiene nostalgia de violencia
y que clama intachable en su deseo mi ventana,
pero la lluvia se aleja sollozando
como doncella excitada por un hombre desnudo.
Y el viento sigue en la ciudad pasando,
igual que los enamorados,
los tranvías y la vida…
Y yo antorchándome de nuevo el cuerpo
y parlando de frente con mi sombra,
junto a mis libros bohemios de lecturas,
acompañándome una lámpara
enemistada
para siempre con las sombras
y un reloj judicial que dicta
sobriamente
la muerte del diálogo y del tiempo.
Y sigue el viento en la ciudad pasando
igual que los enamorados
los tranvías y la vida,
arrastra un papel, levanta una hoja,
seca una lágrima de amor y asusta un beso
acompaña al triste hasta su casa,
le pone alas a la medianoche,
sopla cruel en las pupilas de la embriaguez
que agranda la sinceridad del hombre y de su anhelo
devuelve su risa al que reencontró su sueño.
Y sigue en la ciudad pasando,
igual que los enamorados,
los tranvías y la vida…
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
EL AMOR IMPOSIBLE. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Largos años
ha guardado el mar
debajo de su corazón azul
nuestro amor invencible.
Ni tú ni yo
supimos cómo y cuándo
encendimos esta llamarada,
tan sólo tus labios y los míos.
tan sólo nuestros cuerpos
de violentos amantes
lo supieron.
Fuego y tormenta nos unieron.
Nos separaron fuego y tormenta.
Para no destruirnos mutuamente
destruimos todos los puentes,
quemamos todos los caminos
que tenían nuestras vidas.
Lentamente fuimos acercándonos uno al otro,
para apagar todo recuerdo,
para cerrar todo camino,
para impedir todo retorno
a lo que aún ardía de otros tiempos
en nosotros.
Duros meses, amargos días,
momentos de dolor infinito,
teníamos que atravesar
para destruir la obra
que en un segundo luminoso
surgía de nosotros más sólida y más fuerte.
Y sin embargo, debimos separarnos.
Paso a paso, golpe a golpe
fuimos derribando todo,
hasta que nos separamos
aquella tarde de invierno,
junto al, mar, al sur marítimo
de tu país que amo todavía.
Juntos entregamos nuestro amor al mar
para que lo guardara
en su pecho
de viejo enamorado.
Hoy estoy frente al Báltico.
Es un día cualquiera del otoño
más dulce y más triste de la tierra.
En sus mareas solitarias
oigo que me nombran tristemente
tus palabras lejanas,
mientras a los grandes ojos negros
de la noche que sufro
asciende nuestro amor
como una simple y clara llamarada
que nos busca ciegamente todavía.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
TULIPANES ROJOS. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
A ti, Karen, que descubriste para mí
el mundo estupendo de las flores.
I
Ni el sol
ni la luna
trajeron
a mi alma
este día
tanta luz
como tus manos,
vida mía.
Hacía largo ya
que todo me decía,
los niños,
las palomas,
los tejados sin humo,
el paulatino
irse poniendo alegre
de la gente,
que éramos todavía
un poco de primavera
más jóvenes
que lo seremos
el próximo verano.
Pero faltaba este día,
sencillo y mucho como el mar,
para que en mí la primavera
comenzara, como siempre, a cantar.
II
Desde el piso donde vivo,
en esta calle Mendelssohn
del viejo Berlín,
he visto pasar
la vida
tomada de la mano,
alumbrada
por un anciano farol
que, según dicen los vecinos
más antiguos, nunca dejó de alumbrar,
ni aún en las noches más amargas
de la postguerra mundial.
Y desde aquí te he visto,
cuando cruzas la calle,
estupenda como el amor,
joven como la vida,
sencilla y noble
como el mundo socialista
donde vives.
Ahora,
de espaldas a la ventana,
la luz del farol
se regocija
seguramente en mis cabellos,
así como lo hace ya
en el fondo de tus ojos,
cuando hacia mí
avanza,
como un río en llamas,
tu cuerpo.
III
“Cierra los ojos”,
me dices
y te pones frente a mí.
Cuando los abro,
tus manos
sueltan a mis ojos
una bandada de tulipanes
rojos,
que le dan entonces
a mi alma,
la luz que no le diera
el sol
esta mañana,
ni la luz que la luna
y el farol
están pugnando por vivirle.
IV
Pecho adentro,
en los tulipanes rojos,
la primavera se alegra
cuando digo:
“¡Qué gesto más tulipán
has tenido este día,
amor mío!”,
y me quedo besando
hondamente
la bondadosa ternura
de tus manos,
mientras hundes,
de seguro,
lo azul de tu mirada
en el áspero abismo
de mi rostro.
Extraído de "Poesía" Casa de las Américas, 1989
PATRIA, MI AMOR. POEMA DE OTTO RENÉ CASTILLO
Todo
el amor del mundo
está en mis labios
cuando te beso,
cuando caigo a tu alma
como una estrella ciega
a la noche de un viudo.
Óyelo, míralo, pálpalo.
Es la secreta reunión
de tus enamorados
en el fondo de mi saliva.
Todos
los besos del amor
se reúnen en mi boca
y en la tuya,
todo el amor,
¡toda la vida!
Sea
siempre mi amor
tu compañía.
Que
nunca falte mi amor
en tus cimientos.
Á l z a t e
firme sobre él,
patria,
con tus descalzos pies,
llenos de lodo y de caminos!
Ver programa de televisión sobre el poeta Otto René Castillo
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)
Qué grande Otto René Castillo. Un abrazo gigante yo te envío para que vuele como tú hacia el infinito a sanar las heridas de la patria, de la patria tuya y mía y que regreses con tus versos a iluminar la osadía de tus hermanos los poetas comprometidos de américa latina.
Falto dar a saber y leer el poema de “Intelectuales apolíticos de mi pais”
Hola Juana, si tienes el poema y nos lo envías, lo publiamos. Gracias.