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218. Poesía más Poesía: Ana Luísa Amaral

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BIOGRAFÍA DE ANA LUÍSA AMARAL

“El arte es, el poema que sólo se vuelve poema cuando llega al otro”.

Palabras recogidas de la entrevista realizada para la Revista Turia por Sáez Delgado.

Y en una entrevista con Tereixa Constenla para Babelia expresa:

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Ana Luísa Amaral está considerada una de las voces más importantes de las letras portuguesas de las tres últimas décadas. Profesora en la Universidade do Porto, tiene un doctorado sobre la poesía de Emily Dickinson y publicaciones académicas acerca de la poesía inglesa y estadounidense, poética comparada, teatro, literatura infantil y estudios feministas.

Su nombre completo es Ana Luísa Ribeiro Barata do Amaral. Nace en Lisboa, el 5 de abril de 1956-
Escribió su primer poema, Otoño, a los 5 años.

Ana Luísa Amaral sobre o «Caderno de Memórias Coloniais» | Angelus Novus

A los 9 años su familia se mudó a Leça da Palmeira, Oporto. En esa etapa, Amaral sufrió acoso escolar y buscó refugio en la poesía y la religión, llegando a plantearse ser monja.

Durante la década de 1980 vivió ocasionalmente en Inglaterra, y en Estados Unidos entre 1991 y 1992.
Estudió filología germánica en la Facultad de Letras de la Universidad de Oporto. En 1985 se presentó a las pruebas de aptitud pedagógica y científica en la especialidad de literatura inglesa. Se doctoró en 1996 en la especialidad de literatura norteamericana con la tesis “Emily Dickinson: una poética del exceso”, y llegó a convertirse en especialista y traductora de la poeta estadounidense.

Ana Luísa Amaral: “Mi poesía es un vehículo de resistencia frente a la  barbarie” | Babelia | EL PAÍS

Trabajó como profesora de literatura en la propia Facultad de Letras de la Universidad de Oporto, y en el Instituto de Literatura Comparada Margarida Losa, donde también fue miembro de su junta directiva y dirigió el grupo internacional de investigación de intersexualidades.
Escribió varios trabajos académicos en Portugal y en el extranjero sobre poesía inglesa y estadounidense, poética comparada y estudios feministas. Se convirtió en feminista y teórica del feminismo tras descubrir a Germaine Greer. Fue una de las pioneras en Portugal de los estudios de género, siendo autora en 2005, junto a Gabriela Macedo, de Diccionario de crítica feminista.

Adscrita a la generación portuguesa de los 80, con autores como Amadeu Baptista e Isabel de Sá, ha publicado decenas de libros de poesía, ensayo y literatura infantil.
Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas y publicada en países como Francia, Brasil, Italia, Suecia, Holanda, Venezuela, Colombia, México , Argentina y Alemania.
Tradujo al portugués a autores como William Shakespeare, Louise Glück, John Updike, Margaret Atwood o Emily Dickinson, y al inglés al poeta portugués Mário de Sá-Carneiro.
Presentó, junto con Luís Caetano, el programa sobre poesía ‘O som que os versos fazem ao abrir’ (El sonido que los versos hacen cuando se abren) en la radio pública de Portugal Antena 2.
Falleció en Leça de Palmeira la noche del viernes 5 de agosto de 2022 a consecuencia de una larga enfermedad, realizándose su funeral el 7 de agosto en Matosinhos.

PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS

En 2007 recibió el Premio Giuseppe Acerbi de Italia y el Premio Literario Casino da Póvoa. Un año después fue reconocida con el Gran Premio de la Asociación de Escritores Portugueses por su libro Entre dois rios e outras noites.

En 2012, recibió el Premio Rómulo de Carvalho/António Gedeão. En 2018 obtuvo el Premio Internazionale Fondazione Roma: Ritratti di Poesia y el Premio de Ensayo Jacinto do Prado Coelho.
En 2020, recibió el Premio del Gremio de Libreros de Madrid al Mejor Libro de Poesía por su poemario What’s in a name,¿Qué hay en un nombre? edición en la que también fueron reconocidas Elvira Lindo, en la categoría de narrativa, e Irene Vallejo en la de ensayo. Ese mismo año, Amaral recibió el Premio Leteo que conceden los miembros del Club Leteo de León en reconocimiento a los autores que han contribuido a la renovación literaria, además del Premio Literario Guerra Junqueiro.

Latinoamérica.- Ana Luisa Amaral recibe con "inmenso honor" el Premio Reina  Sofía de Poesía Iberoamericana
Recibiendo el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

En 2021 fue reconocida con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el galardón más importante de los que se conceden en España para reconocer la poesía en lengua española y portuguesa. Fue la séptima mujer en conseguirlo y la cuarta autora en lengua portuguesa tras João Cabral de Melo Neto en 1994, Sophia de Mello Breyner Andressen en 2003 y Nuno Júdice en 2013.

El libro premiado en la XXX Edición del Premio Reina Sofía es una Antología que se titula “El exceso más perfecto” precedido por la certificación firmada por la Reina donde podemos leer:
Estos poemas vivos cargados de belleza nos evocan la atemporalidad de espacios universales en los que se plantean, y a veces resuelven, los grandes conflictos de la existencia humana. La Poesía se nos presenta así como un hábil y eficaz instrumento cultural, educador de sensibilidades y removedor de conciencias. Por ello, ante la celeridad de los tiempos actuales, la palabra poética vuelve a mostrarnos sus propiedades más genuinas capaces de situarnos en la realidad, conscientes del valor y del mensaje de la palabra convertida en arte.

APP - Ana Luísa Amaral

Además, la Universidad de Évora le concedió ese año el Premio Vergílio Ferreira, uno de los más prestigiosos de Portugal. En 2021 también obtuvo el Premio Literario Francisco de Sá de Miranda. También ha obtenido el Premio Literario Corrientes de Escritura y el Premio PEN Club Portugués de narrativa.
La Asociación de Escritoras y Escritores en Lengua Gallega (AELG) nombró a Amaral como la Escritora Gallega Universal de 2022. El 28 de julio de ese mismo año, unos días antes de su fallecimiento, la Feria del Libro de Oporto anunció que homenajearía a Amaral durante la edición que se celebraría del 26 de agosto al 11 de septiembre bajo el lema “Imaginar y actuar”.
Fue condecorada a título póstumo con el grado de Comendadora de la Orden Militar de Santiago de la Espada por el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa.

Su poesía refleja lo real atravesado por un nuevo confesionalismo, su escritura se nutre de una transfiguración íntima de los actos más cotidianos, de manera que trasciende una receta de cocina, o la memoria de miembros de su familia, para dar una visión distanciada e irónica de la existencia, en su propia búsqueda filosófica.

Dueña de una poesía con referencias en Emily Dickinson o William Shakespeare, Amaral vincula la lírica anglosajona con la portuguesa de los modernistas (Pessoa y Mário de Sá-Carneiro) o posteriores (Jorge de Sena o Sophia de Mello Breyner Andresen).

De su obra poética destacan títulos como “Minha senhora de quê” (1999), “Coisas de partir” (1993), “Às vezes o paraíso”, (2000), “Imágenes” (2000), “A génese do amor” (2005), “Entre dois rios e outras noites” (2008), “Escuro” (2014), “E Todavia” (2015), “What’s in a name” (2017), entre otros.
Poesía reunida 1910-2005
Poesía reunida, Inversos (1990-2010)
O Ohlar diagonal das coisas cosas (1990-2021)

Ana Luísa Amaral también cuenta con una extensa muestra de literatura infantil: “Gaspar, o Dedo Diferente e Outras Histórias” (1999), “Gaspar, o Dedo Diferente” Libro de teatro(2011), “A Tempestade” (2011), “Como Tu” (2012), “Lengalenga de Lena, a Hiena” (2019), “A História da Aranha Leopoldina” (2019). Por último, en teatro ha destacado por obras tales como “O olhar diagonal das coisas” y “Como Tu”, además de ensayo, véase “Arder a palavra e outros incendios” (2018), y ficción, con “Ara” (2013)

Reproducimos la entrevista porque refleja el pensamiento de la poeta y su posición frente a la escritura.
Extraído de la revista Turia.
Entrevista realizada por Sáez Delgado

“Somos hoy el futuro de mañana y sin memoria y sin pasado no podemos construirlo”.

El personaje de un poeta es el poeta. Yo tengo un poema que no sé si está traducido, tal vez lo esté por Lauren Mendinueta (traductora colombiana de parte de su obra), que se llama “Psicanálise da escrita” y que dice que todo poema es sobre aquel que sobre él escribe. Cuando se escribe poesía hay dos momentos esenciales y diferentes; hay un primer momento en que una se siente totalmente vulnerable. Yo estoy sola conmigo, sola con las palabras a mi alrededor, estoy sola con el mundo, y escribo porque necesito escribir. Y no escribo con un propósito, quiero decir, ahora tengo que escribir un poema porque no sé qué, no, no, no. Escribo porque necesito escribir y esta primera parte es profundamente individual. El lector no está ahí, el crítico no está ahí y no hay ningún problema en que no aparezcan entonces.

Cuando el crítico comienza a meterse, o el lector, cuando el poeta, de alguna manera, interioriza gestos o técnicas y ya sabe escribir sus versos con técnicas o con gestos y está preocupado con lo que van a pensar los lectores y con lo que van a pensar los críticos… Los críticos, a mí, nada. ¿Los lectores? Nada. Hablo de cuando escribo el poema, en ese momento es mío, yo escribo para mí. Y escribo sobre mí, mi mundo, incluso con todo aquel fingimiento, como lo llamó Fernando Pessoa. Pero después hay un segundo momento, cuando el poema está hecho y concluido, que es el momento de compartir con el otro. El arte es esto. El arte es el poema que solo se vuelve poema cuando llega al otro. Yo creo en eso.

   ¿Es tal vez una utopía? No lo sé, pero como el arte, como una sinfonía, como una película o una pintura en la que el pintor tiene necesidad de mostrar esa necesidad de pintar. Como Picasso pintó y lo hizo para sí. Y después quiso mostrarlo a las personas. Quiere compartirlo y, en este sentido, el arte es siempre comunicación con el otro. Siempre, pero así, de este modo, en estos dos tiempos.

Entiendo que la poesía pertenece al mundo, está en el mundo, se hace en el mundo, se escribe en el mundo. Somos criaturas, somos seres del mundo. Pero, ¿cómo transmitir toda esa experiencia? Los alemanes tienen una palabra muy bonita que es “Erlebnis”, todo es experiencia que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, a medida que crecemos y que somos más viejos. Toda esa experiencia tiene que ser materia, manantial para la poesía. Esa es la diferencia con el neorrealismo [movimiento artístico portugués cercano en presupuestos y en el tiempo a nuestro realismo social], que es una poesía o una escritura muy marcada desde el punto de vista de su tiempo, muy atada a su fecha. Cuando leemos un poeta neorrealista, en general, no tiene excesivo interés porque su poesía es una poesía de aquel tiempo, de aquel momento, es una poesía engagée, comprometida. La poesía no tiene que tener forzosamente esa dimensión política, no tiene que hablar forzosamente de eso: las preocupaciones de cada uno, las posiciones éticas de cada uno de nosotros tienen que entrar en la poesía de alguna forma, y tiene que estar ahí. Pero después, sin comprometer la belleza que es necesaria en un poema. La belleza es algo absolutamente fundamental y el humor también.
 
“Las fidelidades o las lealtades las concibo sobre todo con las personas”.

Esa belleza verbal se enfrenta a la dificultad de la traducción, que Ana Luísa Amaral conoce muy bien, ya que ha vertido al portugués a John Updike, Emily Dickinson, Shakespeare, Margaret Atwood o Louise Glück, entre otros muchos nombres, y cotraducido al inglés a Mário de Sá-Carneiro o Xanana Gusmão. Hoy, la obra de Amaral se puede leer en inglés, sueco, holandés, francés, italiano, esloveno, alemán o chino.
Dice la poeta:- Es muy complicada la traducción. Bueno, domino francés e inglés, claro, y español, sí, hablo italiano y lo leo con fluidez. Pero ya está… y portugués, por supuesto, y alemán. Estudié siete años de alemán. Pero nada más. No sé nada de sueco. Entonces, por ejemplo, tener poemas en sueco, o en chino, es una cosa muy complicada. Tengo un libro en chino, y es una cosa horrible porque no entiendo nada, nada, nada.

Con todo, estoy cómoda en mi lengua. Pero me es más complicado hablar de mi lugar en la literatura. Las fidelidades o las lealtades las concibo sobre todo con las personas. Escribí mi tesis sobre Emily Dickinson hace años. En esa tesis, cuando hablaba de Dickinson, tenía necesidad de hablar de otros y de otras, creo que pienso de una forma muy comparatista, es verdad que pienso desde la literatura comparada. Pero no es por esto, exactamente, sino porque todo está conectado con todo. Esa idea de que la poesía es una sola, aunque tenga muchas lenguas, pero una sola, marca mi forma de mantener la lealtad a la poesía portuguesa, una forma diferente: puedo leer un poema de Wislawa Szymborska y llorar, por ejemplo, con la poeta polaca. O puedo leer un poema de Antonio Ferreira, el poeta portugués del siglo dieciséis, y llorar también. O, por ejemplo, hay una poeta española, Amalia Bautista, que tiene un poema que me hace llorar, que en mi opinión lo dice todo. [Busca en su ordenador mientras mantenemos la conversación, lo encuentra y lee:] “Al cabo” de Amalia Bautista: “Al cabo, son muy pocas las palabras / que de verdad nos duelen, y muy pocas / las que consiguen alegrar el alma. / Y son también muy pocas las personas / que mueven nuestro corazón, y menos / aún las que lo mueven mucho tiempo. / Al cabo, son poquísimas las cosas / que de verdad importan en la vida: / poder querer a alguien, que nos quieran / y no morir después que nuestros hijos”.

Esto es fantástico, es bellísimo. La poesía tiene muchas voces y tiene muchos rostros. Pero disfruta de una lengua común y esa lengua, para mí, es la lengua de la unión con el mundo, de la vinculación con el otro. Y este poema es un ejemplo: no morir después que nuestros hijos…

“Hay una disponibilidad y una calidez de la emoción en todas las Américas que nosotros, en Europa, de alguna forma ya hemos olvidado”.

La cita de Amalia Bautista no es casual: Ana Luísa Amaral conoce muy bien la literatura en español, y singularmente la literatura latinoamericana, que cita con frecuencia cuando se trata de hablar de nuestra lengua.

Feira do Livro do Porto homenageia Ana Luísa Amaral na edição deste ano |  Livros | PÚBLICO

No sé si eso se debe a mi vinculación con Brasil, por ejemplo, pero conozco bastante bien América Latina. Si no toda, sí he estado varias veces en Argentina, en Colombia, en Venezuela, en Perú, en muchos países de Latinoamérica. Y todas las personas son tan simpáticas, tan maravillosas. Fui hace muchos años al festival de poesía de Medellín, en Colombia, creado para combatir la cuestión de la droga, el imperio de los cárteles de la droga, ese riesgo por el que no me dejaban ir sola por la calle. Recuerdo leer una noche de mucho calor, con esa lluvia templada, casi caliente, que es tan frecuente allí. Estábamos varios poetas, compañeros y compañeras, leyendo en un estadio de fútbol, ante cinco o seis mil personas. No puedo olvidar, cuando terminó la lectura, a las personas que venían y nos entregaban una flor, a veces un bolígrafo, incluso una Parker, que debía ser cara, y te lo entregaban y decían: “gracias poeta. Para ti, poeta”. Algo emocionante.

En otra ocasión fui a Venezuela, y en un pueblo de las montañas, el agente de policía que controlaba el pueblo, el sargento no sé qué, me había escrito unos versos, más o menos así: “pero qué placer, qué placer tan grande, que placer sin igual, tenemos hoy con nosotros a Ana Luisa Amaral”. Y esas cosas, no sé, esas cosas son maravillosas. Hay una disponibilidad en todas las Américas -debo hacer alguna excepción, desafortunadamente, con Estados Unidos en los últimos años- en América Latina y en Brasil, una disponibilidad y una calidez de la emoción que nosotros, en Europa, de alguna forma ya hemos olvidado, o nunca cultivamos demasiado. Los brasileños abrazan, besan, tocan el cuerpo. Nosotros no hacemos esto… los españoles un poco más que los portugueses. A veces pienso que el arte, el arte europeo, sobre todo la poesía de los últimos veinte o treinta años, pienso en la francesa, o en la escrita en alemán, por ejemplo, creo que ha sufrido este proceso también. Pero en América Latina encontramos muchos poetas, muy buenos poetas. Es la lengua, la multiplicidad de acentos que me encanta, porque nunca estudié español, nunca. Lo aprendí con el uso, de pequeña estuve en un colegio de religiosas que hablaban conmigo en español. Reconozco que me gustan las lenguas, el español de España, pero me encanta el español de Buenos Aires, de Argentina, el de Colombia, son todos diferentes y tan bonitos. Por ejemplo en Colombia es muy cantado, y en Buenos Aires, no sé, ese “ella” [la poeta reproduce muy bien un /esha/ rehilado que pronuncia con detenimiento]. O aquel ”vos” por ejemplo, esa fórmula de tratamiento tan bonita. Es la multiplicidad que existe en el mundo, porque el mundo es así.
 
“Lo que me interesa es que la diferencia no sea equivalente a la desigualdad”

Esa multiplicidad de voces, sin embargo, no parece tan presente a la hora de situar a las escritoras en el lugar que les corresponde, como si de las voces en armonía se pasase a las voces apagadas. Nuestra poeta, coautora junto a Ana Gabriela Macedo del Dicionário de Crítica Feminista, conoce desde su investigación, pero también desde su experiencia como creadora, esta circunstancia.

Respecto a las autoras, a las escritoras, a su visibilidad, aún hoy, pienso en un trabajo muy interesante de una compañera mía, Ana Gabriela Macedo, sobre premios literarios y género. Yo misma, por ejemplo, puedo hablar un poco sobre este asunto, recuerdo un premio muy importante aquí en Portugal con un jurado compuesto por cinco hombres. Llegamos cinco o seis finalistas, todos hombres, menos yo. Ya sabía que el ganador sería un hombre. Tiene interés atender a los premios y esa relación, la desigualdad es muy clara, incluso en el premio Reina Sofía, que han ganado veintitrés hombres y siete mujeres. La mayoría de los premios se conceden a hombres.
El otro día un amigo brasileño me dijo, a propósito de mi programa de radio, “tú tienes más mujeres que hombres”, y yo nunca había pensado en esto. Le dije que no lo creía, y decidí contar, aunque nunca me había preocupado, nunca me encontré diciendo “ahora voy a poner una mujer, ahora voy a poner un hombre”, sino que han aparecido los que reflejaban mis intereses. Los conté y había pocos más hombres que mujeres. Era una cosa mínima, casi nada. Esto es interesante porque esa era la percepción de mi amigo brasileño. Él tenía la impresión de que había muchas mujeres [enfatiza muuuuuchaaaas], porque no es normal encontrar tantas, aunque no sean tantas, sino más o menos las mismas que hombres, pero para él resultaban “tantas” mujeres.
Y, sin embargo, ahora, en Portugal, la poesía más interesante me parece que es la escrita por mujeres. Es cierto que no conozco en la misma medida la poesía escrita por los muy jóvenes, por los autores de veinte años, porque no… vamos a ver, porque en ocasiones lo que leo no me gusta mucho. Creo que deberían tener paciencia. Todo es muy rápido, quieren ser conocidos, quieren no sé… Recibo libros, por ejemplo, de poetas con diecinueve años, o veinte, que dicen: me gustaría mucho que pudiera leer mi obra, pero no tienen obra, porque obra tiene Sophia, Antonio Gamoneda tiene obra, no se puede hablar con esa ligereza de “mi obra”. La generación un poco anterior sí me interesa, por los lazos con otras autoras. Pienso en las mujeres, en cómo después de los años 50 fue esencial Sophia de Mello Breyner Andresen, porque después de Sophia vino Natália Correia. Claro que teníamos ya nuestra sonetista Florbela Espanca, y también a Irene Lisboa. Pero aparece Luiza Neto Jorge, Maria Teresa Horta y las poetas de los años 60, de los años 70, Fiama Hasse Pais Brandão, que hacen cosas maravillosas… Ana Hatherly, por ejemplo, una gran poeta, y muchas que hacen a veces cosas tan o más interesantes que sus pares masculinos. Por eso me siento muy lejana de la cuestión de la competitividad. Quién escribe mejor no me interesa. Lo que me interesa es que la diferencia no sea equivalente a la desigualdad. Esto me parece fundamental.
 
“Mi poesía, lo he dicho muchas veces, no es programática”

Ana Luísa Amaral propone, en este punto, leer un poema inédito en español cuando se celebra la entrevista, “Experimentos y evidencias”. La traducción es de Paola Abramo y el poema está incluido en su libro Mundo, que saldrá en breve, en la editorial Sexto Piso.

“Cuando yo era niña, / hacíamos en la escuela experimentos / con dos imanes / y una hoja de papel // Era una danza extraña / y fascinante, / la del imán posado en el papel / obedeciendo al otro, al encubierto, / un hércules de fuerza / misteriosa // Durante mucho tiempo / yo creí / que el magnetismo era cosa / de hombres sabios, aquella cometa / de Benjamin Franklin se grabó en mi memoria: / la cometa volando, / y entre las nubes, el relámpago / y la promesa de apresar la luz // Yo no sabía entonces que hace sólo unos años / pudo por vez primera una mujer / usar un telescopio de excelencia, / probar que existe la materia oscura / en la belleza del movimiento angular / de las galaxias // Lo interno de la Historia / rechazado por siglos, / el cuerpo en negativo de tantas antes que ella: / como un grano de arena / de frente al negativo del desierto / —durante tantos siglos— // No obstante, se movieron, / una danza de carga positiva volando / en el papel, tal como es invisible casi toda / la materia, pero existe // (Está más que probado)”
Tengo muchos poemas, en los que aparece la ciencia, muchos, junto a la ética. Pero este es un poema también sobre las mujeres, pero no es un poema de intervención política. Mi poesía, lo he dicho muchas veces, no es programática, no tiene programa.
 
“El amor es también aquello que hace que las estrellas no choquen unas contra otras. Es también esta especie de armonía y también el caos”

No es programática, pero el lector encuentra en sus versos una guía para entender el mundo y, en no pocas ocasiones, una voz profética. Es posible que esa voz profética parezca al mismo tiempo en voz baja, pero con la determinación de quien entiende el valor de las palabras en conjunto y de cada una de ellas.

Muere Ana Luísa Amaral, la escritora que vivía la poesía como una necesidad  | Cultura | EL PAÍS




Falleció la poeta portuguesa Ana Luísa Amaral a los 66 años

Para tratar sobre esto, tal vez hablaría de un libro que para mí es el mejor ejemplo, un libro publicado en 1972 por tres mujeres, las tres Marías: Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta y Maria Velho da Costa, las Novas Cartas Portuguesas, que yo cuidé en una edición anotada posterior, y que es un libro absolutamente extraordinario. Escrito aún en la dictadura, sus autoras fueron condenadas, pasaron por varios tribunales, y no entraron en la cárcel gracias al 25 de abril y la Revolución. Hay una frase muy bonita en ese libro que dice: “Diz-me uma palavra alta, e eu hei-de parir a alegria de um povo”. Y eso es fantástico, porque no hay palabras altas ni palabras bajas… pero hay palabras altas y palabras bajas. Verdad es una palabra alta, justicia es una palabra alta. Crueldad es una palabra baja.
Sobre mi voz bajita… de Emily Dickinson dijeron eso, escribió una vez que hablaba con una voz muy bajita, pero esa voz es fuerte como un trueno. Han pasado cien años, y la gran poesía, la de Dickinson, por ejemplo, es así, es de su tiempo y del nuestro. Dickinson vivió la guerra civil americana, y tiene poemas que no hablan directamente de la guerra, pero que están escritos durante la guerra y que dicen cosas como “hay una palabra que empuña una espada que puede traspasar a un hombre armado”, que tiene toda la imagen ética de la guerra ahí presente. Pero si no supiésemos que Dickinson había pasado por la guerra civil americana el poema no perdería nada de su fuerza, esa idea de que hay una palabra… [recita en inglés]:“There is a word / Which bears a sword / can pierce an armed man. / It hurls its barbed syllables, / And is mute again.”
–  Quiere traspasar a un hombre armado, y esa idea de una palabra, una palabra sola, es fantástica. La poesía de Dickinson, siendo de su tiempo, atraviesa el tiempo; la poesía de Dickinson hace lo que hace la gran poesía, y la leo con la misma frescura. Una poeta capaz de decir que “Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay…” Es la mejor definición de amor que conozco, porque verdaderamente no sabemos, no conseguimos saber qué es el amor. ¿Qué es estar enamorado? Pero es todo lo que hay. Sí, porque el amor es también la conexión. El amor es también aquello que hace que las estrellas no choquen unas contra otras. Es también esta especie de armonía y también el caos. Porque el caos forma también parte del amor.
 
“No son cosas incompatibles, la memoria y el olvido. Olvidar algunas cosas, pero la memoria está allí, no puede ser puesta de lado, tiene que estar a nuestra disposición cuando la necesitamos”

Pero de la armonía de las estrellas la conversación pasa a su reflejo en la tierra, y a la responsabilidad que la literatura tiene en el fenómeno de la nostalgia global, la presencia del pasado y la dificultad para imaginar el futuro en un momento de tanta incertidumbre.

La USAL encumbra a Ana Luisa Amaral con la edición de su antología 'El  exceso más perfecto'

Esa cuestión es interesantísima, porque hoy hay la tendencia de proponer el olvido. Estuve en el Aula de Poesía Díez-Canedo, en Badajoz, y me contaron que en la vieja plaza de toros el alcalde había mandado tapar los huecos de las balas, que estaban allí desde la Guerra Civil y la toma violenta de la ciudad, porque era ya tiempo de olvidar el pasado. Eso es algo muy grave, muy serio, puesto que yo no solo puedo hablar de futuro y pensar en el futuro. Si pienso en el pasado, el tiempo humano como nosotros lo concebimos, como lo entendemos en esta ilusión nuestra, que es la única que tengo, intuyo que somos hoy el futuro de mañana, y sin memoria y sin pasado no podemos construirlo. Debemos conocer lo que pasó, lo bueno y lo malo también. No hay otra forma de construir un futuro mejor.
Y, al mismo tiempo, Susan Sontag dice una cosa muy bonita, dice que no podemos recordar todo, y tenemos que olvidar. También hay una ética en el olvido. También tenemos que olvidar algunas cosas: para que pueda haber una convivencia armoniosa entre las gentes es necesario. Y no son cosas incompatibles, la memoria y el olvido. Olvidar algunas cosas, pero la memoria está allí, no puede ser puesta de lado, tiene que estar a nuestra disposición cuando la necesitamos. Pienso en la reconstrucción de Alemania después de la Segunda Guerra, o la de Polonia, donde el noventa por ciento de los judíos fueron asesinados. Allí tuvo que haber una forma cualquiera de compromiso entre lo que se recuerda y lo que se olvida, para que fuese posible avanzar, y hacer algo con el futuro. Pienso también en los campos de concentración, y en la Primera Guerra Mundial. Entre la Primera y la Segunda pasó una generación en la que en muchas ocasiones el padre había muerto en la Primera Guerra y el hijo en la Segunda. Una cosa horrible, horrible. O pienso en la Guerra Civil en España; nosotros no tuvimos ninguna guerra civil, afortunadamente, un acontecimiento horrible causado por una de las facciones, que desobedeció la ley, sí. Desde este punto de vista, no fue Franco quien ganó, fueron los republicanos. Es necesario recordar hasta el momento en que ya no haya generaciones para hacerlo. ¿Quién se acuerda de la Guerra de los 100 años? Nadie. Pero nosotros podemos aún recordar la guerra civil, podemos aún recordar a Salazar.
Todo esto, con el tiempo, sólo lo va a recordar la literatura. La literatura, exactamente. En la literatura podemos encontrar la Guerra de los 100 años, y las guerras que ya no recuerda nadie. Por eso la literatura es tan importante, para recordarnos también que todo es muy semejante, que nosotros, seres humanos, somos monótonamente semejantes: las cosas que se hicieron, horribles, y también los gestos maravillosos, porque creo en la generosidad. Si nosotros no recordamos, la literatura lo hará, la literatura, el arte. Por ejemplo, recuerdo a Verdi. El coro de los hebreos, en Nabucco [entona el inicio del coro]: “Va, pensiero, sull’ali dorate; / va, ti posa sui clivi, sui colli, / ove olezzano tepide e molli / l’aure dolci del suolo natal!”
Esos versos que se cantan fueron compuestos contra Napoleón, contra la invasión napoleónica. Siempre podemos decir, como cantaba Manuel Freire, “Não há machado que corte a raiz ao pensamento”. No, no hay muerte para el viento.
No, no hay muerte. Nosotros no recordamos, pero el arte puede hacerlo; por ejemplo, Goya, los fusilamientos ¿Quién se acuerda de los fusilamientos? Nadie los recuerda, pero está ese cuadro de Goya y hay un poema maravilloso de Jorge de Sena, que se llama “Carta a meus filhos sobre os fuzilamentos de Goya”. Y yo misma escribí un poema que se llama “Um pouco só de Goya: carta a minha filha”. Entonces Goya perdura.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

SELECCIÓN DE POEMAS DE ANA LUISA AMARAL

NI TÁGIDES NI MUSAS

Ni tágides ni musas
Solo una fuerza que me viene de dentro,
de un punto de locura, de pozo
que me asusta,
seduciendo.

Una fuente de hilos de agua
finísima
(un rayo de luna de más
la secaría)

Ni río ni lira
Ni femenino mundo transbordando:
Sólo lo que heredé en fuerza no heredada,
En fuentes donde la luz de luna
No está.

De Cosas de Partir.. Traducción de Pedro Serra 

RELATIVIDADES

 
Albert Einstein tenía el cabello hirsuto
y blanco con la edad,
y nariz husmeadora junto al tiempo.
 
Y así dejó el verso
más perfecto:
velocidad al cuadrado
en ecuación de luz.
 
Agitando por el espacio
la energía mil igual a la masa
(las veces que lo puse
en otros versos).
 
Mas era de mirada larga,
los párpados tan tristes
de tanto ver más allá de nosotros:
melodías de sueño y teoría,
filamentos hirsutos junto al sol,
hongos, acordes.
 
Y en la corriente cuántica de las cosas,
entender que lo más ancho
es lo que no se ve:
 
cuadrado inconsciente
generando,
encendido y blanco,
una eme ce ofensiva:
 
por moderno y feroz
auto de fe.
 

De Entre otras noches. Traducción: Lauren Mendinuetta, 2013

EL EXCESO MÁS PERFECTO

Quería un poema de respiración tensa
y sin pudor.
Con la elegancia redonda de las mujeres barrocas
y un refinado arbusto en su reverso.
Un poema que, de sólo verlo, Rubens envidiase
desde lo hondo de tres siglos,
con un cuerpo magnífico recostado en un sofá,
y los brazos desnudos, reclinados,
con brazaletes tan (pero tan) bellos,
y un Cupido en la cima,
en su nicho de nubes,
para cuidarlo con ternura.
Quería un poema así.
Más allá de los ideales griegos
de equilibrio.
Un poema hecho de excesos y dorados
pero, aún así, hermoso de una fuerza oscura
y mística.
Ah, como quería un poema diferente,
de la pureza del granito, y la pureza del blanco,
y la transparencia de las cosas transparentes.
Un poema que exultara de angustia,
un gran rododendro color sangre.
Una entera avenida de rododendros donde el viento,
al pasar, se detuviera deslumbrado
y en desvelo. Y se quedara allí, preso en el canto
de sus brazaletes tan (pero tan)
bellos.
Desnudo, de redondas formas, tal poema quería.
Una contrarreforma del silencio.
Música, música, música ocupando su cuerpo
y el cabello con trenzas de flores y serpientes,
y una fuente de asombro polifónico
corriéndole en los dedos.
Tumbado en un sofá de terciopelo,
con su desnudez plena y redonda
haría palidecer grifos y sirenas.
Y los pobres templos, de líneas tan limpias y tan puras,
temblarían de miedo ante el fulgor
de su mirada. De oro.
Música, música, música y explosión de color.
Asomado desde el fondo de tres siglos,
un Murillo callado vería
qué sencillos habían sido sus ángeles
comparados con los ángeles desnudos
de este poema,
cantando a coro junto a otros
astros rubios
salmos de amor y de un perfecto exceso.
Como los grifos palidece Góngora
ahora que lo observa.
Esta contrarreforma del silencio.
Su mano levantada rumbo al cielo, cargada
De nada.

SÓLO UN POCO DE GOYA: CARTA A MI HIJA

¿Te acuerdas que decías la vida es una fila?
Eras pequeña y el cabello más claro,
pero iguales los ojos. En la metáfora dada
por la infancia, preguntabas del espanto
de la muerte y del nacer, y a quién se seguía,
y por qué se seguía, o de la total ausencia
de razón en esa cadena en sueño de ovillo.

Hoy, en esta noche caliente que estalla
en junio, tu cabello claro más oscuro,
quería contarte que la vida también es eso:
una fila en el espacio, una fila en el tiempo,
y que tu tiempo al mío seguirá.
En un estilo que me agrada, ese de un hombre
que un día habló de Goya en una carta a sus
hijos, quería decirte que la vida es también
esto: un arma a veces cargada
(como decía una mujer sola, grande
como un jardín). Darte dulce de leche, dejarte
testamentos, hablarte de tazones – es siempre
mirarte amor. Pero es también enseñarte a la
vida, atrincherarnos en fila discontinua
de mentiras, en cariño de verso.

Y yo quería hablarte de los nexos de la vida,
de quién la habita más allá del aire.
Y que el respeto entero e infinito
no precisa venir después del amor.
Ni antes. Que las filas son sólo útiles
como formas de mirar, maneras de ordenar
nuestro espanto, pero que son posibles puntos
paralelos, espejos y no ventanas.

Y que todo está bien y es bueno: fila
u ovillo, dos cabezas en un mismo cuerpo,
o un dragón sin fuego, o unicornio
amenazando con llamas muy vivas.
Como el cabello claro que tenías en ese tiempo
se volvió castaño, pero aún claro,
y la metáfora hecha por la infancia
se reveló tan cierta en el poema. Se revela
tan útil para hablar de la vida, esa que,
sin tazones, intactos o partidos, sigue
siendo buena, aunque en disonancia de ovillo.

No sé qué te dirán en un futuro más cercano,
si quien así habita los espacios de las vidas
tiene ojos de gigante o cuernos asombrosos.
Porque te amo, deseaba un antídoto
igual a un elixir que te hiciese grande
de repente, volando, como hada, sobre la fila.
Pero al amarte, no puedo hacerte eso,
y en esta noche cálida rasgando junio,
quiero hablarte de la fila y del ovillo
y de todas las formas diversas de amar,
pero hechas de pequeños sonidos de espanto,
si lo justo y lo humano se abrazan allí.

La vida, hija mía, puede ser hecha
de otra metáfora: una lengua de fuego;
una camisa blanca color de pesadilla.
Pero también ese bulbo que me has dado,
y que ha florecido ahora, pasado un año.
Porque hubo tierra, algún agua leve,
y un balcón liberándole los pasos.

Traducción de Diana Bellesi

KAMASUTRAS

Tira toda la ropa
al suelo.
Deprisa. Sin momento seductor
ninguno
 
Las prendas en pedazos,
desmayadas,
tumbadas por el suelo.
Desde lo más pesado a lo infinitamente
más leve
 
Y deja la luz
prendida. Sin seducción
ninguna. Una luz por lo menos
de 60 vatios.
O sino cruda,
de supermercado.
 
Escoge armario,
lugar escuadrado
donde los cuerpos
no puedan descansar.
Sin ningún tipo
de preliminar,
asáltame
vestida:
 
que yo tenga toda la
ropa. Desde lo más pesado
a lo infinitamente más
leve.
Luces todas prendidas
Deprisa
y de repente
 
Pasemos a la cocina
Y allá, en una poética de manos,
en suprema gimnasia del mirar,
comamos lentamente,
como saber hindú,
los restos del asado sobrante
de la cena
 
A la luz
fosforescente
y seductora, en lo más
preliminar,
lanza contra el fogón,
por encima del hombro,
la copa de cristal
(de las de pie alto!) 
Que el suelo,
al serle agudo como asfalto,
le enseña el kamasutra
en última edición!
 

Traducción inédita: Diana Bellessi

 

NEWTON O EL EXILIO

Ampliando el compás
él organiza el mundo,
parece repetir,
correcto y lento,
lo que la razón pretende revelar
 
Y así exilia para siempre
el sueño
 
Pero en esa corrección
premeditada,
no hay sosiego, ni siquiera amor:
sólo tiempo aprisionado
la soledad, paz cambiada por paz

igual al lento aletear
sin alas
 
Ajeno le es el fulgor
de la creación coincidente a la caída
ajeno le es también el error
más terrible:
la gloria de sentir en las manos un hilo de tierra,
sosteniendo un hilo de luz
 
La luz de un sol perfecto y frío,
calcula.
los puntos del compás
midiendo y limitando,
y acierta, exacto,
el mundo
 
Dejará descendientes,
será maestro
de los que han de venir
en hordas por los tiempos,
con el compás en las manos,
codiciando yardas a yarda las fronteras
junto a la periferia de la mirada
 
Pero no verá dragones,
ni faunos, ni sirenas,
ni tendrá unicornios a su lado,
ni sabrá bordar tapicerías
sepia que estallen en pupila y mares,
ni nunca tejerá el dolor y la alegría
 
Y nunca se darán sus profecías,
ni leerá bandada de estorninos
en una danza inter estelar
 
Frío y ausente,
enmarcado en frío,
 
será de él el compás
y la soledad
 
Sólo pulsará en el tiempo
el corazón
de aquel que lo creó
 

De Antología Poética. Traducción: Nidia Hernandez, 2012

ENTRE MITOS: O UNA PARÁBOLA

Para Anastasis Vistonitis

No sabían, los que vivían felices a orillas del Nilo,
de la llegada de aquellos que los reducirían a casi escombros,
ni de los que más tarde les habrían de robar tierras e ideas
y saquear la belleza de las piedras en perfecto equilibrio,
y noche y luz perfectas, en busca de las joyas y del oro
y de un conocimiento que no les pertenecía.

No sabían,
porque vivían en el centro de su tiempo,
y el centro del tiempo no sabe nunca lo que irá a ser trayecto,
como un río que corre no conoce su estuario,
sólo las orillas, por donde pasa, que lo iluminan o ensombrecen.

Y aunque entonces a orillas del Nilo
no habitaban sólo los que mucho poseían,
sino también aquellos que poco tenían de sustento y techo,
a todos los unía esa creencia en una paz futura,
de atravesar otras orillas y encontrar la paz.

No conocían lo que venía,
ni al que llegaba a su historia, como no saben nada
los humanos que habitan este antiguo sol azul.
Pero debieron haber presentido ese final
y la alegría de los ciclos y aluviones
debió acompañarse de la angustia
por la llegada de los ejércitos,
que les prometían más bienestar y más paz,
diciéndoles que para tener paz y bienestar eran necesarias
alianzas y el abandono de creencias y una historia nueva
que se decía más útil.
Mucho después,
de ellos quedaría un recuerdo sirviendo libros y mitos,
y el rumor del desierto,
y las perfectas construcciones de piedra resistente,
y su escritura, útil y bella, que tardaron años en descifrar.

Y mucho de esto no quedó en su tierra, a orillas del Nilo,
fue robado, y viajó en navíos, por diferentes mares,
hasta museos y plazas de otros colores
donde ganaría otros aromas y otros sentidos.
Parece que siempre sucedió así
con el tiempo y la historia.
Siempre así parece suceder.

A no ser que una esfinge
se rebele y gane vuelo, como la esfinge de otro pueblo,
no a orillas del Nilo, sino de un mar
poblado de mitos y pequeñas islas.

Tampoco sabe, esa esfinge protegida en Delfos,
cuál va a ser el futuro de las cosas y del tiempo,
pero sabe de la llegada de los que, en nombre de un Nuevo equilibrio,
dicen poder salvar los tiempos.

Tal vez le sirvan de auxilio el cuerpo del león
y, erguidas, las alas.
Y, el enigma,
que poco importa a los dueños del equilibrio,
pero que dicen es la fuente de la poesía.
Y es la fuente donde la carne despierta,
a orillas de lo humano.

Traducción de Lauren Mendinueta

LA GÉNESIS DEL AMOR

Tal vez un intervalo cósmico
poblando sin querer la vida:
tal vez quásar que la inundó de luz,
la transformó en materia tan densa
que la escindió
la retuvo suspendida
en el espacio.
 
Eran formas cadentes
como estas:
Imágenes como bóvedas del cielo,
asombrosas igual al asombro en el que nacerían
las primeras preguntas sobre los dioses.
el cero, el universo,
la solidez de la tierra redonda y luminosa,
esperando Admastores que la domestiquen,
o fuegos fatuos incendiando miradas,
o marineros ciegos, ávidos de luz,
de la línea que, acompasada
divide cielo y
mar.
 
Quásar es poco, porque la palabra roza
lo que la piel descubrió. Y tampoco la piel
alcanza:
pequeño meteoro en implosión.
 
Estatua luminosa, tal vez,
esperando la paz (aunque haya ausencia
de creencia o de fe) y, profano el diseño
de esos extraños animales,
semi monjes, malditos
deslumbrados,
y una visión tal vez
en la penumbra serena de algún
claustro.
 
Tal vez así tendría algún
sentido
la génesis del amor.
 

De Antología Poética. Traducción: Nidia Hernandez, 2012 

MATAR ES FÁCIL

Asesiné (tan fácil) con la uña
un pequeño mosquito
que aterrizó sin permiso y sin licencia
en la hoja de papel.
Era tan insustancial,
de alas imperceptibles a la vista,
que dejó, muerto en la hoja, un rastro
igual a casi nada.
Pero era un rastro
con un resto de magia, un pretexto
de poema, y con su linfa ardiendo
por un tiempo más breve
que mi vida
no dejaba de ser
un tiempo vivo.
Abatido sin lanza ni puñal,
sin sustancia mortal
(digno cianuro o estricnina),
murió, víctima de una uña,
y volvió al polvo:
una efímera harina triturada.
Mas ha de contener,
igual que sus parientes,
una cosa concreta,
que de aquí a unos cien años,
será la misma sustancia.
la que alimenta la tibia de un poeta,
el rostro que se amó,
el pedazo de papel en el que escribo,
el más pequeño punto imperturbable
en la cola de un cometa.

Traducción de Marisa Martínez Pérsico 

TESTAMENTO

Voy a partir en avión
y el miedo a las alturas liado conmigo
me hace tomar calmantes
y tener sueños confusos.
 
Si yo muero
quiero que mi hija no se olvide de mí
que alguien le cante, incluso con voz desafinada,
y que le ofrezcan fantasía
antes que un horario estricto
o una cama bien hecha.
 
Denle amor y el ver
dentro de las cosas
soñar con soles azules y cielos brillantes
en vez de enseñarle a bien sumar
y a pelar papas.
 
Preparen a mi hija
para la vida
si yo muriera en un avión y
quedara desligada de mi cuerpo
y fuera átomo libre allá en el cielo.
 
Que se acuerde de mí mi hija
y más tarde que le diga a su hija
que yo volé allá en el cielo
y me torné deslumbrada alegría
al ver en su casa las sumas erradas
y las papas olvidadas en el saco

e íntegras.
 

De Entre otras noches. Traducción: Lauren Mendinuetta, 2013

PLEGARIA EN EL MEDITERRÁNEO

 
En lugar de peces, Señor,
dadnos la paz,
un mar que sea de olas inocentes y,
al tocar a la arena,
gente que vea con corazón de ver,
voces que nos acepten.
 
Es tan duro el viaje
e incluso la espuma hiere y hierve,
y, de tan alta, ciega
durante la travesía
 
Haced, Señor, que no haya
muertos esta vez,
que las rocas estén lejos,
que el viento se aquiete
y que vuestra paz al fin
se multiplique.
 
Pero después de la balsa,
de la guerra, del cansancio,
después de los brazos abiertos y sonoros,
sabría bien, Señor,
un pan blando
y un pescado, podría ser,
del mar
 
que es también nuestro.

De Que hay en un nombre. Traducción: Pedro Rapoula, 2020

LA CARTA

Señores:
tienen que el dolor y la ausencia tener sabor,
un cierto aroma dulce y demorado,
en forma de mil ojos.
 
Pues vosotros habéis contemplado esa mi ausencia,
dijisteis que de ella crié palabras,
pero no por mi mano.
 
En vuestra historia, señores,
yo fui solo voz,
en vez de gente entera.
 
Entera, nunca lo fui,
doblada al medio por lo oscuro de los hábitos,
por las promesas forzadas que cumplí,
por el deber que me dictó mi padre.
 
Sin embargo, yo las hice, a las letras de esas cartas,
yo, que las fui construyendo lentamente,
en la oscuridad de la celda.
 
El resto vosotros lo robasteis
y en otra lengua,
y en mitos que eran
necesarios.
 
No fui solo voz:
fui yo, dueña de mí,
porque las letras fueron mías, y el amor,
y el odio demorado.
 
Solo para eso me valió vivir,
para componer, igual a sinfonía,
todo lo que consideré.
 
Él fue solo palabras que en palabras forjé,
yunque donde moldeé espadas y lanzas,
la lumbre necesaria.
 
Lo único que no moldeé
fueron las rejas de la prisión donde viví:
esas, vosotros las moldeasteis
hasta la incandescencia.
 
Pero, en las letras que compuse,
yo inventé la ausencia mejor que nadie.
Yo fui la mano de la ausencia
en una celda oscura.
 
Y sus actos fueron mis metáforas,
imágenes que me seguían, más fuertes
que la vida.
Por eso me llamasteis, señores,
en vuestro tiempo, una palabra nueva y ágil:
literatura.
 
Y así yo fui vuestra voz,
y dulce mito. Y nada más
fui.
 
Hoy quiero deciros,
en este tiempo tan oscuro,
pero de una oscuridad diferente a la que yo tuve:
adiós.
 
Dejadme en lo oscuro, el mío.
Porque al lado de la mía,
vuestra ausencia, esa que me plantasteis,
nada es.
Ojalá supieseis vosotros lo que es la ausencia.
 
Ausencia: yo: demorada en estas líneas.
Decir con cuanta oscuridad
la noche se deshace
y se construye.

De Oscuro. Traducción: Luis Maria Marina, 2016

COSAS DE PARTIR

Intento empujarte desde encima del poema
para no destruirlo en la emoción de ti:
ojos semicerrados, en precauciones de tiempo
soñándolo de lejos, todo libre, sin ti.
De él ausento: tus ojos, sonrisa, boca, mirar;
todo cosas de ti, pero cosas de partir…
Y mi alarma nace: y si moriste ahí,
en medio de suelo sin texto que está ausente de ti?
Y si ya no respiras? Si no te veo más
por querer empujarte, lírica de emoción?
Y mi pánico crece: si no estuvieras allí?
Y si no estuvieras donde el poema está?
Hago eróticamente respiración contigo:
primero un adverbio, después un adjetivo
después un verso todo en emoción, promesas.
Y termino contigo encima del poema,
presente indicativo, artículos a oscuras.

 De “Cosas de partir” poemas

 WHAT’S IN A NAME

Pregunto: ¿qué hay en un nombre?
¿De qué espesura está hecho si se atiende,
en qué guerras se ampara,
paralelas?
¿Linajes, suelos serviles,
razas domadas por algunas sílabas,
pilares de la historia sobre leyes
que en fuego y llamarada se forjaron?
Extirpado el nombre, quedará el amor,
quedaremos tú y yo, aun en la muerte
aun sólo en el mito.
Y aun el mito (¡escucha!),
nuestra fugaz historia
que unos leerán como materia inerte,
quedará para el siempre del humano.
Y otros
habrán de recogerlo siempre,
cuando su siglo carezca de él
Y entonces, amor mío, mi mayor fuerza,
seremos para ellos cual la rosa
O no, cual su perfume:
ingobernado libre.

De “What's in a name”

DOS  CABALLOS:  PAISAJE

Están lado a lado,
en aquella plaza frente a la iglesia,
en ese calor de cuando el mundo oscila
por sobre el horizonte,
y el río casi enfrente:
un espejismo.

Están lado a lado,
sucios de polvo, sus dos cabezas gachas,
unidos por el yugo desigual, la carreta apoyada en el muro
lista para ser unida a sus cuerpos

¿Será que son así: viejos amigos,
sus cuerpos apoyados a pesar del calor,
en una alianza muda?
Arreos, cabezadas, todos los instrumentos
de lo que parece ser una mansa tortura
y el freno, o bridón,
parecido al que se colocaba en la boca de las mujeres
que desobedecían,

y era hace mucho tiempo,
cuatro siglos, al menos
o semejante al que se usaba
en los esclavos, cubriéndoles la boca
para que no se envenenaran,
porque se negaban a vivir
esclavos
y era casi hoy, en el siglo pasado

Mas ellos no crean caos ni desobediencia,
no se rebelan ni tratan de envenenarse
si el agudo freno hiere, cortante,
encías, lengua, hueso

Tan sólo uno en el otro, inmóviles, se apoyan,
Sus dos cabezas gachas
esperando el látigo
que llegará después con la carreta, lista
para la entrega de las cosas
humanas, el comercio:
Y ésta es la forma más perfecta
de la colonización.
…De Mundo

LOS COLORES DE LA SERVIDUMBRE

1
Entró al avión, a la primera fila,
y era rubia, bolsa en mano
tersa de buena piel.

Frente a ella, y joven como
ella, su marido elegante y confortable
en su color de iris internacional.

Tras ellos, en la fila para embarcar,
y era casi una niña, una criada,
cofia blanca y bordada
y un pequeño
abrazado en el pecho.

Eran, por el momento sus señores,
los dueños de su tiempo y de su vida,
gestos sagaces. Eran como linces
ufanos de poder.

Y negra, ella, sin ese paso suave
de gacela, se sentó con el hijo que era
de ellos en la fila del fondo
del largo corredor.

2
Vestida de criada, no era
carnaval, era real, con cofia
y traje de moderna esclava.

de sus dueños, no obstante
transitorios, ojos de lanza
siguiendo a una gacela, la mirada.

que heredaría
el hijo de ellos, descansando pesado
contra el cuerpo de ella.

De Mundo. Traducción de Paula Abramo

LA LUCHA

Para Marianela

Érase una vez
en un cuarto de chica,
un cajón lleno de libros
permanentemente amenazados
por la posible ocupación
de un ajuar.

¿Qué hacer?
¿Dejarse estar tranquilos
en espera de que unas tontas sábanas
y unas toallas inútiles
llegaran a invadir su territorio?
¿Luchar por conservar esos derechos
tan arduamente
conquistados?

Se hizo una asamblea,
única solución en estos casos,
pero no había manera
de llegar a un acuerdo.
Ya ven: cuando el problema
Es de orden general.

Se exaltaron los ánimos.

El Extranjero,
que no estaba de acuerdo con los modos
de proceder violentos,
agredió a El Principito
rasgándole sin pena ni piedad
las páginas centrales.

Frankenstein,
adepto de una marcha silenciosa
portador orgulloso de una tapa de plástico,
rasgó violentamente la tapa de colores
de una antología poética francesa
que, por las circunstancias desiguales,
sólo pudo gritar su alejandrino
de un modo patético y conmovedor.

Al final,
Ninguno salió ileso.
Secretarios, oradores,
exhibían con una mezcla
de orgullo y sufrimiento
cicatrices gloriosas.

Incluso a Edipo, el Presidente
en el momento en que pedía calma,
lo privaron de su camisa
y lo arrastraron más de diez centímetros por el cajón
donde quedó inerte, con las hojas abiertas,
casi inutilizado.

Ahora, el problema ya no era
El invasor, sino la lucha interna,
Los odios concentrados.

Ahora lo que importaba
Era sobrevivir,
Ser libro.

Eso
Lo entendió la edición
traducida y anotada de Hamlet,
que observaba olvidada,
en un rincón,
guiñando los ojitos,
a la turba ululante y murmuraba:

Ser o no ser, he ahí la cuestión,
Ser o no ser, he ahí la cuestión.

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

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