PEDRO BONIFACIO PALACIOS (ALMAFUERTE)
BIOGRAFÍA
Almafuerte, es el seudónimo más popular de Pedro Bonifacio Palacios. Fue un escritor y maestro argentino, nacido en San Justo el 13 de mayo de 1854. Poeta y periodista a quien puede definirse como un romántico tardío en momentos del auge del modernismo.
De orígenes humildes y con un pasado difícil, dada la temprana muerte de su madre y el abandono por parte de su padre, sintió vocación por la pintura y solicitó una beca para estudiar en Europa. Denegada esta ayuda por parte del gobierno, decidió volcarse por la poesía y la enseñanza.
La carencia de recursos económicos en su núcleo familiar impidió su acceso a una esmerada formación académica, por lo que, impelido desde niño por su innata vocación literaria, se vio forzado a procurarse una formación autodidacta que también puede explicar ese sesgo caótico y desordenado que adoptaría luego su obra.
En la adolescencia borroneó sus primeros poemas, pero como era un perfeccionista, una y otra vez volvía al ayer con afán de corrector en busca de mejorar lo hecho.
Como maestro trabajó en varias escuelas, tanto en la ciudad como en el campo, en los pueblos donde ejerció la docencia, también alcanzó notoriedad como periodista polémico y apasionado, poco complaciente con los caudillos locales.
En Buenos Aires, ejerció en escuelas de la Piedad y Balvanera. Poco después se trasladó a la campaña y fue maestro en Mercedes, Salto y Chacabuco. A los 16 años de edad dirige una escuela en Chacabuco; dónde, conoce al entonces ex presidente (1868 – 1874) Domingo Faustino Sarmiento.
Tiempo después es destituido por no poseer un título habilitante para la enseñanza, pero muchos afirman que en realidad fue por sus poemas altamente críticos para con el gobierno.
Luego de dejar la enseñanza obtiene un puesto dentro de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, y más tarde de bibliotecario y traductor en la Dirección General de Estadística de dicha provincia. En 1887, se traslada a La Plata e ingresa como periodista en el diario El Pueblo.
En 1894 retoma su actividad docente en una escuela de la localidad de Trenque Lauquen, pero nuevamente es retirado por cuestiones políticas dos años más tarde.
Cuando en 1896 fue apartado del magisterio por carecer de titulación oficial, se sumió en la depresión y sufrió una pésima situación económica.
Y si desde temprana edad fue educador con la tiza y la pizarra, también siempre lo fue desde la prosa y la poesía. No escribe para cantarle a una mariposa o a una puesta de sol, no. Más vale escribe para opinar convencido de su verdad, escribe para que el confundido recapacite, y si su voz es un trueno en la tormenta, su mensaje es relámpago de luz que señala un buen rumbo. El autor, por su parte, despreciaba a los literatos y se proponía salvar a la palabra de la “decadencia” moderna.
A comienzos del siglo XX participa un poco de la actividad política, pero a causa de su inestabilidad económica y de que es reacio a aceptar un cargo político, ya que criticaba duramente a quienes vivían a expensas de los impuestos de la gente, no lo hace con mucho entusiasmo. Exaltó a las clases humildes, a las que llamaba “la chusma de mis amores”, oprimidas y despreciadas por los poderosos, pero a las que consideraba una raza futura de superhombres.
LA PATRIA
También la quiso con pasión, y como la describió en este poema. Argentina es un milagro si la sabemos mirar. Desde su origen hasta su pujanza actual, confirma con su historia que es en verdad Tierra de Promisión, pese a todos los esfuerzos denodados de su incesante desfile de mediocres dirigentes por desviarla de su destino de grandeza. Almafuerte desdeñaba a los dirigentes y contemplaba sin dudas el milagro
SIN TREGUA, poema de Almafuerte
¡Ea, muchachos: es la aurora!
Guido Spano
Al clásico compás establecido
Para cantar las cosas soberanas;
Invocando al Amor y al Buen sentido,
Musas que deben ser buenas hermanas;
Sin temer ni a la crítica del ruido
Ni a la Pereza y Cobardía humanas;
Voy a cantar mis versos al Trabajo…
Al sin tregua, al feroz, al a destajo!
Pero pido, por Dios, se me permita
No lanzarme de golpe a la faena;
Porque mi viejo numen necesita
Saber si su cordaje siempre suena,
Como el jayán sus miembros ejercita
Para bajar sin dudas a la arena:
Las aves de gran vuelo alzan el vuelo
Después de breves pasos por el suelo.
Preludio que, tal vez, me salga largo,
Y como largo, fatigosos enredo;
Pues, al coger la pluma me hago cargo
De que me impongo más de lo que puedo,
Y de mi propia fama sin embargo
No fío de mi fama y tengo miedo:
¡Para la eternidad fiarme un pase
Quisiera lograr yo, con una frase!
Podrá ser que me valgan: ansia firme
De producir el bien de cualquier modo;
Más que afán ateniense de lucirme,
Furor de semidiós de hacerlo todo;
Más que la pretensión de redimirme,
La de bruñir y honrar mi propio lodo;
¡ y el fervor masculino, temerario
De hurgar mi corazón, no el Diccionario!…
¡Y me valieron ya!…Gran llamarada
Me llenó de saber sin más estudio:
Templó mis fibras, afiló mi espada,
Con solo cuatro gotas de preludio;
Y aunque las cuatro en si no valen nada,
Las dejo como están, no las repudio
¡Para dar sus mazazos más certeros,
Sólo escupen sus palmas los herreros!
¡Levántate, holgazán!… ¿Ves el conjunto,
La gloriosa verdad de las estrellas?
Pues sabe que sin ti, sombra, trasunto,
Dejarían de andar y de ser bellas;
¡Porque basta que ceda un solo punto,
Para verlas caer a todas ellas!…
¡Levántate, holgazán; vibre tu pulpa:
Peligra el universo por tu culpa!
Nadie te dice, nadie, que no sueñes
Y la luz de otros tiempos no vislumbres;
Que sin haber subido te despeñes,
Y a vivir despeñado te acostumbres;
Que la visión angélica desdeñes
De la paz que sospechas en las cumbres;
¡Mas, de tus sueños de holgazán no hables;
Porque tienen que ser muy miserables!
Aquel que se desploma en su miseria,
Padece la miseria de sí mismo…
En su nervio, su músculo y su arteria
Desteje, desordena el Raquitismo:
¡Fiebre de destrucción, furor de histeria,
Dinámica de sombra y cataclismo!…
¡Levántate, chacal; deja tu acecho,
Huye para in aeternun de tu pecho!
Huye, para in aeternun, en el carro
De los suspiros que al gemir exhalas!…
¡Fuga, como una esencia de su tarro:
Sueña, como una larva, con tus alas;
Brota, como una flor brota del barro;
Surge de tu dolor lleno de galas;
Ten una vez, hermano, la inmodestia
De pensarte más hombre que una bestia!
Llénate de ambición. Ten el empeño;
Ten la más loca, la más alta mira;
No temas ser espíritu, ser sueño,
Ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
Que rellena mejor quien más delira…
¿Qué la ciencia es brutal y que no sueña?
¡Eso lo afirma el asno que la enseña!
Naciste en el peldaño de una escala,
No en el seno confuso de una nube;
Con el Cetro en las manos, no la Pala
Pero raudo y audaz como un querube;
Si no son los peldaños es el ala
Que te despierta y que te grita: ¡Sube!…
¡Sube sin timidez , no te abandones;
Si te asusta volar, hay escalones!
Escalones vibrantes que repelen
Con poderosa percusión elástica,
Que a salvar las alturas nos impelen
En una sin cesar marcha gimnástica;
¡Anhelación de ser, marchas que suelen
Rematar en la púrpura dinástica!…
¡No te duermas, por Dios; no hagas tu nido
En el vil escalón donde has nacido!
Yantar bien, dormir bien, es lo de menos;
Pero soñar lo menos es afrenta;
No es digno del Dolor romper los frenos
Tan sólo por una vianda suculenta;
Delante de un redil de vientres llenos
¡Prefiero yo la Humanidad hambrienta!…
Sueñan los grandes monstruos directrices
En un mundo bestial… ¡sin infelices!
Genios de la igualdad, por cobardía,
O piratas protervos de alto bordo, que quisieran un mundo sin porfía,
Sin el pater familia, como el tordo;
Mundo como el Edén, pura ambrosía,
Hombre cual un rufián, feliz y gordo…
¡No desarrollan genio las mujeres,
Porque, sin gran dolor, tienen placeres!
¡Dolor, santo Dolor, sol iracundo
Hasta que se hacen leña y se hacen tea!
¡Padre de lo mejor, Amo del mundo;
Generador supremo de la Idea;
Draga de remoción, llama expiatoria
Que convierte las pústulas en gloria!
Odio por lo tranquilo y uniforme,
Y ansia de otro nivel y de otro aspecto;
Fiebre de perfección en lo deforme,
Y hambre de superluz en lo perfecto;
Soberbias de Luzbel;
Vacío enorme
En el alma sombría del insecto…
Eso requiere Dios, para sus planes:
Angustias de Satán…¡Somos Satanes!
LOS SIETE SONETOS MEDICINALES
Poemas como Più Avanti constituyen una declaración de principios ante las adversidades. Su tono profético, el excesivo realismo y la agresividad impetuosa que le valieron prestigio popular fueron también muy criticados: se le acusó de dejarse llevar por meras expresiones retóricas y se le reprochó su incapacidad para discernir entre lo noble y lo prosaico y su carencia de delicadeza artística.
Tal vez ¡Molto piu avanti ancora!, sea el que mejor pinte la preexistencia de un ser genuino y visceral. Ahí van los cuatro que tenía bajo el vidrio y que son capaces de mover montañas. Solo quien se haya sentido malherido, acorralado y sin fuerza alguna sabe de qué está hablando Almafuerte cuando obliga a juntar los pedazos y a ponerse en marcha.
Siete Sonetos Medicinales, poema de Almafuerte
I. Avanti!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte…
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!
II. Piu avanti!
No te sientas vencido ni aun vencido,
no te sientas esclavo ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya malherido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo,
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios, que nunca llora:
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
precisa del agua y no la implora…
Que muerda y vocifere vengadora,
ya, rodando en el polvo, tu cabeza!
III. Molto piu avanti!
Los que vierten sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas,
para limar las de los otros antes;
Los que van por el mundo, delirantes,
repartiendo su amor a manos llenas:
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos…! Sobrantes!
Ah! Nunca quieras remediar entuertos;
nunca sigas impulsos compasivos!
Ten los garfios del Odio siempre activos,
y los ojos del juez siempre despiertos!…
Y al echarte en la caja de los muertos
menosprecia los llantos de los vivos!
IV. Molto piu avanti ancora!
El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado.
No digas tu verdad ni al más amado;
no demuestres temor ni al más temido;
no creas que jamás te hayan querido
por más besos de amor que te hayan dado:
Mira como la nieve se deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto;
cómo ansía las nubes el desierto
sin que a ninguna su ansiedad confíe…
Trema como el Infierno, pero ríe!
Vive la vida plena, pero muerto!
V. Moltissimo piu avanti ancora!
Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en esa frágil cárcel de las fieras,
no habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones,
lo mismo que dos plácidos horteras.
Cual Napoleones, pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves…
Seas el que tú seas ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!
VI. Vera violeta
En pos de su nivel se lanza el río
por el gran desnivel de los breñales;
el aire es vendaval, y hay vendavales
por la ley del no fin, del no vacío;
la más hermosa espiga del estío
no sueña con el pan en los trigales;
el más dulce panal de los panales
no declaró jamás: yo no soy mío.
Y el sol, el padre sol, el raudo foco
que lo fomenta todo en la Natura,
por fecundar los polos no se apura,
ni se desvía un ápice tampoco:
¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
siempre que lo permita tu estatura!
VIII. En La Yapa, poema de Almafuerte
Como una sola estrella no es el cielo,
ni una gota que salta, el Océano,
ni una falange rígida, la mano,
ni una brizna de paja, el santo suelo:
tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
el sublime tramonto soberano,
ni nunca podrá ser anhelo humano
tu miserable personal anhelo.
Qué saben de lo eterno las esferas?
de las borrascas de la mar, las gotas ?
de puñetazos, las falanges rotas ?
de harina y pan, las pajas de las eras?…
¡Detén tus pasos Lógica, no quieras
que se hagan pesimistas los idiotas!
La juventud revolucionaria de fines del siglo XIX lo amó y lo popularizó, pero él desdeñó el cargo público y la fama. Ejerciendo una verdadera opción por los abandonados se concentró en enseñar en una escuelita rural y en adoptar cinco niños.
Profundamente nacionalista en el buen sentido de amante de su patria y profundamente religioso no escapó ni de las contradicciones propias, ni de las polémicas ajenas. Y por supuesto fue víctima de persecución política que hasta lo privó de su cargo de maestro rural, condenándolo aún más a la pobreza.
A la Libertad, poema de Almafuerte
Como del fondo mismo de los cielos
el sol eterno rutilante se alza,
como el seno turgente de una virgen
al fuego de la vida se dilata:
Así radiosa,
y así gallarda
se levantó del mar donde yacía
la exuberante tierra americana.
Como prende su túnica de raso
con su joya mejor, la soberana,
como entre todas las estrellas reina
el lucero magnífico del alba;
Así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surge mi patria!
Como buscan la luz y el aire libre
las macilentas hierbas subterráneas,
como ruedan tenaces y tranquilas
al anchuroso piélago, las aguas;
Así sedienta,
y así porfiada,
la triste humanidad se precipita
al pie de la bandera azul y blanca.
¡Allí van congregándose a la sombra,
para formar después una montaña!
¡Allí van adhiriéndose en el tiempo
partícula a partícula las razas!
Allí se funde,
y allí se amasa
el hombre, tal como surgió en la mente
del autor de los orbes y las almas.
Que así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surgió mi patria!
INCONTRASTABLE, poema de Almafuerte
El arduo monte cuyo ardiente seno
Germen fatal de cataclismo guarda;
El huracán que gemebundo emigra
Quién sabe a qué rincón y a qué distancia;
Los mundos del sistema, viejos mundos
Que el padre Sol desde ab aeterno amansa;
Y el mar, el ancho mar de los contrastes,
De la onda azul y la feroz borrasca,
Que los astros del cielo solicitan,
Que la ley del nivel doma y aplasta
Lo mismo que los sueños ambiciosos
Encrespar las mareas de las almas,
Lo mismo que las leyes de la carne
Del espíritu audaz forman las alas:
No valen más que yo …porque yo siento
Paroxismos horribles y nostalgias,
Rebeliones salvajes y tristezas
Allá en mi carne vil ¡y no me matan!
Allá en mi corazón ¡y no me postran!
Allá en mi pensamiento ¡y no me amansan!
Allá en mi pequeñez ¡y no me anulan!
Allá en mi pobre ser ¡y no me apagan!
¡No! No tiene ese mar más amarguras,
A pesar de la sal que hay en sus aguas;
No albergan esos mundos más despecho,
A pesar de la ley que los amarra;
No brama ese huracán más hondamente,
A pesar de su eterna resonancia;
No encierran más dolor aquellos montes,
A pesar de sus cálidas entrañas…
Que torturas diabólicas mi pecho.
Mi pecho vil que de dolor no estalla;
Que el profundo gemir de mis nocturnos
Gemidos ¡ay! que al huracán espantan;
Que la protesta heroica de mi vida,
Protesta que los mundos no levantan;
Que la hiel de mis lágrimas feroces,
De una solo siquiera de mis lágrimas!
¡No! ¡no son más que yo, ni nunca fueron,
Si se mide la mía y su desgracia,
Si se pesa mi ser y su grandeza,
Vientos, mares, planetas y montañas!
DIJO SARMIENTO, poema de Almafuerte
Preferir el Petrarca al Maquiavelo,
Como buen consular, tuve por dolo;
Y así como doncel no di en Apolo,
Anciano ya, no caduqué en abuelo.
Nací, como quien dice, otro modelo,
Otra pauta otras vías, otro polo;
Por eso, como el sol, sin estar solo,
Solo me figuré sobre mi cielo.
Loco, sí; más de aquellos delirantes
Que mueren en la ley de sus locuras,
Y no en brazos de fígaros y curas
Como el vil mentecato del Cervantes…
¡Yo soy de los que rajan, por gigantes,
La dura piel de sus estatuas duras!
Hijo irreverente, bastardo y original de la generación del 80´; poeta profético, profuso y volcánico; maestro rural y guía entrañable de niños y jóvenes. Hombre solitario, reacio a las convenciones edulcoradas de los adultos. Se concibió a sí mismo como un misionero cultural a la usanza del primer cristianismo e hizo de su obra un espejo de su propia vida atravesada por una moral práctica inquebrantable. Pintor frustrado, periodista, crítico de la corrupción que atravesaba a los políticos conservadores de su tiempo, admirador luego desencantado de Domingo Faustino Sarmiento, es el nombre fundamental de una raíz del pensamiento argentino nacida entre la profundidad de la llanura bonaerense y los suburbios de la orgullosa capital
Sus poemas contuvieron una fuerza arrolladora y una sensibilidad en la que siempre se hicieron presentes los pesares y las desventuras humanas. El halo mesiánico que gobernó su poética, fue personificado por Palacios en el criollo humilde de las pampas, que detentaba, según su perspectiva, la genuina moral cristiana de su tiempo.
ÍNTIMAS
La sinceridad brutal y el amor humano no se llevan demasiado bien. No le fue muy bien en el amor y su poesía lo refleja. En general son amores trágicos y no correspondidos. Pero eso no significa que no amase. Como en todo lo hacía con pasión y reclamando la misma sinceridad, no la encontró en la mujer, si en los niños a quienes se dedicó.
Íntima
–
Ayer te vi… No estabas bajo el techo
de tu tranquilo hogar
ni doblando la frente arrodillada
delante del altar,
ni reclinando la gentil cabeza
sobre el augusto pecho maternal.
Te vi…si ayer no te siguió mi sombra
en el aire, en el sol,
es que la maldición de los amantes
no la recibe Dios,
o acaso el que me roba tus caricias
tiene en el cielo más poder que yo!
Otros te digan palma del desierto,
otros te llamen flor de la montaña,
otros quemen incienso a tu hermosura,
yo te diré mi amada.
Ellos buscan un pago a sus vigilias,
ellos compran tu amor con sus palabras;
ellos son elocuentes porque esperan,
¡y yo no espero nada!
Yo sé que la mujer es vanidosa,
yo sé que la lisonja la desarma,
y sé que un hombre esclavo de rodillas
más que todos alcanza…
Otros te digan palma del desierto,
otros compren tu amor con sus palabras,
yo seré más audaz pero más noble:
¡yo te diré mi amada!
PASIÓN
I
Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;
II
La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;
III
Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu seno…
¡oh, colina sagrada!
IV
Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.
V
Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;
VI
El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espíritu
abatido a tus plantas;
VII
La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.
VIII
¡Tu tienes, para mí todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!
MI ALMA
(Paralela)
Bajo la curva de la noche, fúnebre,
Sobre la arena del desierto, cálida,
Se conturba la mente del proscripto,
Su pie desnudo vacilante marcha;
Y allá en la curva fúnebre del cielo
La estrella solitaria;
Y allá, sobre las cálidas arenas,
El oasis y el agua!
Bajo la curva del dolor, fatídica,
Sobre el desierto de mi vida trágica,
Mi acongojada mente se conturba,
Mi vacilante pie se despedaza;
Y allá, en la curva del dolor, siniestra,
La luz de la esperanza;
Y allá sobre el desierto de mi vida
La resonante multitud de mi alma!
Jorge Luis Borges escribió sobre él: “Escritor olvidado con injusticia, hombre que hubiera sido en plena barbarie, fundador de una religión, y en plena civilización, un Butler o un Nietzsche.” Borges nombra a Almafuerte como el primer poeta “argentino”.
En el prólogo que trazó para las Poesías Completas de Almafuerte, Rubén Darío consideró: “Almafuerte, entre la palabra por la palabra, prefiere la idea por la idea. Tanto mejor. Lo que no podrá nunca negársele es una profunda y sana sinceridad.”
A la par que se manifestaba en él esa pasión por las letras, se le fue notando también una extraña propensión a la soledad y el recogimiento interior, encauzado a través de un acusado sentimiento religioso que acabó por convertirle, más que en un poeta, en una especie de profeta visionario que anunciaba la redención de los suyos, los seres humillados y marginados por su pobreza y abandono, que abundan en las sociedades occidentales contemporáneas. Clamó, pues, tanto en su obra literaria como en sus escritos periodísticos por la implantación de una justicia social basada en la moral cristiana, en la caridad de los más favorecidos y, en general, en el humanitarismo, aunque su soledad de predicador autónomo y un tanto desubicado acabó por convertirlo en una especie de anarquista más pintoresco que eficaz
Ejerció también el periodismo durante muchos años, por lo general en rotativos provincianos en los que dejó plasmado, a través de sus frecuentes colaboraciones, ese carácter difícil y contradictorio que le distinguía desde la infancia. Y así, unas veces daba rienda suelta a su vocación populista y profética para lanzarse a demandar esa justicia social y esa conciencia colectiva humanitaria que seguían esperando los desheredados; mientras que en otras ocasiones mostraba su perfil más áspero, desabrido y replegado sobre sí mismo, capaz de hacer gala de un humor ácido y corrosivo y un talante desdeñoso que le generó tantos enemigos en vida como admiradores entre las posteriores generaciones de escritores.
LO QUE YO QUIERO
Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.
Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por si la creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.
Eres tú, providencia de mi vida,
mi sostén, mi refugio, mi caudal;
cual si fueras mi madre, yo te amo…
¡y todavía más!
II
Tengo celos del sol porque te besa
con sus labios de luz y de calor…
¡del jazmín tropical y del jilguero
que decoran y alegran tu balcón!
Mando yo que ni el aire te sonría:
ni los astros, ni el ave, ni la flor,
ni la fe, ni el amor, ni la esperanza,
ni ninguno, ni nada más que yo.
Eres tú, soberana de mis noches,
mi constante, perpetuo cavilar:
ambiciono tu amor como la gloria…
¡y todavía más!
III
Yo no quiero que alguno te consuele
si me mata la fuerza de tu amor…
¡si me matan los besos insaciables,
fervorosos, ardientes que te doy!
Quiero yo que te invadan las tinieblas,
cuando ya para mí no salga el sol.
Quiero yo que defiendas mis despojos
del más breve ritual profanador.
Quiero yo que me llames y conjures
sobre labios y frente, y corazón.
Quiero yo que sucumbas o enloquezcas…
¡loca sí; muerta si, te quiero yo!
Mi querida, mi bien, mi soberana,
mi refugio, mi sueño, mi caudal,
mi laurel, mi ambición, mi santa madre…
¡y todavía más!
DIOS TE SALVE
Cuando se haga en ti la sombra
Cuando apagues tus estrellas
Cuando abismes en el fango más hediondo, más infecto,
Más maligno, más innoble, más macabro, más de muerte,
Más de bestia, más de cárcel,
No has caído todavía,
No has rodado a lo más hondo…
Si en la cueva de tu pecho, más ignara, más remota,
Más secreta, más arcana, más oscura, más vacía,
Más ruin, más secundaria,
Canta salmos la tristeza,
Muerde angustias el despecho,
Vibra un punto, gime un ángel, pía un nido de sonrojos,
Se hace un nudo de ansiedad.
Los que nacen tenebrosos
Los que son y serán larvas:
Los estorbos, los peligros, los contagios, los Satanes,
Los malditos, los que nunca, nunca en seco, nunca siempre,
Nunca mismo, nunca nunca,
Se podrán regenerar,
No se auscultan en sus noches,
No se lloran a si propios…
Se producen imperantes, satisfechos, -como normas,
Como moldes, como pernos, como pesas controlarias
Como básicos puntales
Y no sienten el deseo
De lo sano y de lo puro
Así, fue, en efecto, muy leído y celebrado por casi todos los autores del denominado “grupo de Boedo”, como Roberto Arlt, Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo, Arístides Gandolfi, Santiago Ganduglia, Roberto Mariani y, entre otros, Nicolás Olivari. Y llegó a ser reputado como uno de los precursores del vanguardismo en Argentina por parte de Jorge Luis Borges y Evaristo Carriego
En su esforzada formación autodidacta, “Almafuerte” tuvo por modelos estéticos, ideológicos y espirituales la Biblia, la obra de Víctor Hugo (él mismo aspiró a pasar a la historia de las letras australes como el gran poeta nacional de su época, a la manera de Hugo en la Francia decimonónica) y de los grandilocuentes poetas del Romanticismo español que se interesaron por cuestiones cívicas, y, dentro de su Argentina natal, el poeta y periodista Olegario Andrade
La resonancia del verso la buscaba el poeta repitiendo una y otra vez lo que escribía en alta voz mientras caminaba de un extremo a otro de la habitación en que se hallaba. Sobre el particular, en oportuna conferencia que Jorge Héctor Paladini pronunciara cuando el Centenario de La Plata (1982), trajo a colación anécdotas que le contaran viejos vecinos que conocieron y trataron al poeta. Uno de ellos “afirmaba que, dueño de una voz potente y de acentos casi marciales, solía leer en voz alta sus poemas, buscando sus ritmos y limando lo que suponía sus asperezas, y con tono tan estentóreo que se percibía, claramente, de la vereda de enfrente”.
Amigo de lo popular, era un entusiasta del canto de los payadores, y así fue que remató el soneto que dedicara al trovero Francisco N. Bianco, diciéndole: “¡También hay genios en mi patrio suelo!
En este punto acotemos que si bien no cultivó el gauchesco demostró que lo conocía y podía abordarlo escribiendo “La Primera Traición”, poema de catorce estrofas en décimas que dedicara “Para el distinguido payador Alfredo F. Plot”, el 22/02/1903.
DÉCIMAS
Yo soy flor que se marchita
Al sol de la adversidad
El arbolito en mitad
De la llanura infinita.
La Paloma pobrecita
Que arrastran los aquilones
Entre oscuros nubarrones
De tempestades airadas
Soy la barca abandonada
En el mar de las pasiones
Soy ave que al bajar
De los aires fatigada
No tiene ni una enramada
Ni un árbol en que anidar
Y si vuelve a levantar
Las tristes alas del suelo
Encuentra nublado el cielo
Y deshecha la tormenta
Y el pájaro se lamenta
Y vuelve a tender su vuelo.
Yo soy un gaucho cantor
De renombradas virtudes
Que tan sólo ingratitudes
Ha recibido en su amor
Soy el pobre payador
Velay, si sabré penar
Con mis negras amarguras
La pampa con sus llanuras
Con sus abismos el mar!
Yo no canto por llamar
La atención que no merezco
Yo canto porque padezco
Penas que quiero olvidar
Que tan solo con cantar
Se va al viento nuestra pena
Y yo tengo el alma llena
De pesares y amarguras
Más que en la pampa hay anchura
Más que en el mar hay arena!…
Por eso , ¡oh linda mujer!
Maldigo mi negra estrella
Al contemplarte tan bella
Sin que te pueda querer
Porque todo hombre ha de ser
Generoso hasta morir
Y no debe permitir
A una mujer que lo quiera
Para que después se muera
Al verlo tanto sufrir
¡Adiós, primorosa flor!
Adiós, lucero invariable
Solamente comparable
A la estrella de mi amor
Cuando sientas un dolor
Parecido al que yo siento
Dios quiera que tu lamento
No sucumba en la ignorancia
Y atraviese la distancia
Sobre las olas del viento!…
Dicen que por esos meses, Almafuerte (ya enfermo) padecía encerrado entre cuatro paredes, heladas como témpanos (no tenía dinero para comprar ni mantener una estufa); sin embargo, murió recibiendo calor de la panadería con la que lindaba su casa, gracias a que los vecinos se organizaron y le preguntaron al dueño del negocio si era posible extender un caño hasta la pared de su pieza. Dijo que sí, por supuesto, y dio su último suspiro cerquita de una pared que parecía losa radiante. Nunca supo de este favor tampoco, según cuenta una nota aparecida en el periódico El Día.
Fue apenas un gesto, con un hombre que había escrito:
“Yo tuve mi covacha siempre abierta /
para cualquier afán, falaz o cierto; /
Y tan franco, tan libre, tan abierto,
mi hermoso corazón como mi puerta”.
Otra versión dice que algunos de sus poemas eran severamente críticos para con el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, y eso lo transformaba en carne de persecución, como Felipe Varela, Juan Saa, o Vicente “el Chacho” Peñaloza.
Lo mismo le ocurrió a seis años de fin del siglo XIX, en una escuela de Trenque Lauquen, donde también vivió, también dio clases y también fue dado de baja, por sus polémicas. Nunca accedió a cargos políticos que se le ofrecieron, ya en el siglo XX, para no entrar en contradicción con sus diatribas. Y, cuando finalmente pudo tener un final de vida manso por una pensión vitalicia que recibió del Congreso Nacional, murió.
“El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado”.
Una forma sutil de decir careta.
Rubén Darío escribió sobre Almafuerte: “En efecto: dicen, que es un hombre que huye de las exhibiciones, del trato de las “gentes”, de las mascaradas elegantes y de los círculos melosos. Que no ocupa un puesto digno de su talento, porque sufre la anquilosía moral que le impide inclinar el espinazo delante de nadie; que se ha aislado, enemigo de las hipocresías ciudadanas; que se ha dedicado al cultivo intelectual de los niños, es maestro de una escuela de tierra adentro; que es carácter bravío y muy acerado; que adora sus ideales con un hondo fervor; que ama a los pobres y a los pequeños, y que tiene la fe de su fuerza y el orgullo viril de su talento. No hay duda: ¡loco, loco de remate!”
CASTIGO
Yo te juré mi amor sobre una tumba,
Sobre su mármol santo!…
¿Sabes tú las cenizas de qué muerta
Conjuré temerario?
¡Sabes tú que los hijos de mi temple
Saludan ese mármol,
Con la faz en el polvo y sollozantes
En el polvo besando?
¿Sabes tú las cenizas de qué muerta,
Mintiendo, has profanado?
¡No lo quieras oír, que tus oídos
Ya no son un santuario!
No lo quieras oir,…Como hay rituales
Secretos y sagrados,
Hay tan augustos nombres que no todos
Son dignos de escucharlos!
Yo te di un corazón joven y justo…
¡por qué te lo habré dado!…
¡Lo colmaste de besos, y una noche
Te dio por devorarle!
Y con ojos serenos…El verdugo,
Que cumple su mandato,
Solicita perdón de las criaturas
Que inmolará en el tajo!…
Tú le viste, serena, indiferente,
Gemir agonizando,
Mientras su roja sangre enrojecía
Tus mejillas de nardo!
Y tus ojos… ¡Mis ojos de otro tiempo
Que me temían tanto!…
Ni una perla tuvieron, ni una sola:
Eres de nieve y mármol!.
¿Acaso el que me roba tus caricias
Te habrá petrificado?
¿Acaso la ponzoña del Leteo
Te inyectó a su contacto?
¿O pretendes probarme en los crisoles
De los celos amargos,
Y me vas a mostrar cuánto me quieres,
Después, entre tus brazos?
¡No se templa el acero damasquino
Metiéndolo en el fango!
Yo te alcé en mis estrofas, sobre todas,
Hasta rozar los astros:
Tócale a mi venganza de poeta,
Dejarte abandonada en el espacio!
El poeta sumido en una depresión y crisis económica se instaló en su casa, en la ciudad de La Plata, donde vivió hasta sus últimos días.
Fue en La Plata, y él tenía sesenta y dos años. Murió, pero están sus dibujos, sus libros, ensayos y poemas, guardados y expuestos en su casa-museo platense..
A pesar de haber mantenido una postura política que a menudo le trajo complicaciones en su vida profesional, le fue otorgada una pensión vitalicia por el Congreso, la cual no pudo aprovechar, dada su muerte el 28 de febrero de 1917 en La Plata. Allí pasó la mayor parte de su vida y su casa ha sido declarada monumento histórico de la ciudad.
En esa condición dejó este mundo pues ni siquiera llego a cobrar una pensión que como tardío reconocimiento le otorgó el gobierno provincial
Al cumplirse el 75º aniversario de su natalicio, por Resolución del 15/05/1929 del gobierno bonaerense, se dispuso la edición de sus obras completas, estimándose en no menos de diez los volúmenes que habrían de compendiar sus poesías, discursos, epistolarios, un drama en verso, etc., material que fue reunido por la Comisión Nacional de Homenaje designada por los herederos.
Cuando falleció el diario El Día del 1º/03 comenzó su necrológica diciendo: “En el silencio de su morada modesta y accesible, pero sin embargo tan prestigiosa e imponente e inquietante, como la guarida de un viejo león, ha muerto ayer para siempre, se ha extinguido ayer para siempre, el espíritu del más grande de los poetas de América, la existencia fecunda de una de las intelectualidades más vigorosas que haya producido la Raza.”
LAURA LÓPEZ GARCÍA
Laura López García es licenciada en Psicología por la Universidad de Málaga en el año 2001.Comienza su formación en Psicoanálisis en 2009 en la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero, donde continúa formándose.. También es perito judicial con un Máster en Psicología jurídica y pertenece al departamento de peritaciones judiciales Grupo Cero. Es experta en mediación familiar, civil y mercantil.
Integrante de los talleres de Poesía Grupo Cero en sus inicios desde el año 2010 con Helena Trujillo en Málaga y posteriormente con Carmen Salamanca y en el taller del director de la Escuela Grupo Cero Miguel Oscar Menassa. Toma el relevo como coordinadora del taller de poesía en Málaga. desde 2014.
Publica su primer libro de poesía en el año 2018, Sueños de Papel y su segundo libro de poesía La Luna en Paracaídas en 2020.
Es coautora también de los libros de psicoanálisis La Mujer del Siglo XXI, una aproximación psicoanalítica y Múltiple interés del Psicoanálisis, Actas Simposio de Psicoanálisis 25, 26 y 27 de Octubre de 2019, de la editorial Grupo Cero.
Es colaboradora habitual de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión) y columnista en el periódico digital el Faro de Málaga.
Dirige y presenta el programa de televisión Palabras para vivir en Torremolinos Tv , un espacio de de psicoanálisis y poesía para la vida cotidiana. La primera temporada se ha realizado en 2019-2020.
Imparte charlas, talleres y conferencias en instituciones, centros culturales, bibliotecas públicas, asociaciones…
CUANDO NO GOBIERNA EL AMOR
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Almafuerte
Hay un nudo en mi garganta
por el que trepa un ejército de insectos,
una trenza de estaño hecha a golpe de injusticia,
tejida en la frialdad de ese padre
que puebla el mundo, nuestro mundo.
Una Ley que forja a los cobardes, a los vacíos de corazón,
donde los sollozos son el sustento de su enorme máquina de matar.
Sí, de matar, de matar esperanzas,
historias llenas de porvenir, donde el pan se gana con trabajo,
donde no se juega con lo que es de uno,
donde no se pone la otra mejilla
y hay una generosidad que vence a esa ¿riqueza?
¡Oh pobres de todo!
De negro y hondo vestido,
os alimentáis de estómagos huecos,
del final del grito, de la hendidura del tuerto.
Miro y lloro porque se ha roto el espejo
en el cual se asomaban los nombres
de los hombres y mujeres que un día como éste,
construyeron un mundo con sus palabras.
No dejadlas ceder, al final serán los hechos,
rendidos, desesperados, aplastados
en la rueda de sus enormes barrigas de opulencia.
Veo siestas y caravanas de oro,
no escuchéis el afecto, puede nublar el sentido de la justicia.
¡Oh insolencia!
No te dejes vencer ni aún vencida como Almafuerte.
¿Dónde están Marx, Hegel, Gastón Bachelard, Freud, Goethe?
Luchemos, hermanos.
¿Aún no sabes de los subterfugios del poderoso?
Alimañas que juegan con el espíritu del pobre
que sabe que su casa, un plato de comida,
un lugar de vacaciones son derecho
y no remordimiento.
¿Dónde está el amor?
¿Dónde la carne que replegada sube por la espalda
hasta arrancarle a la sombra del sometido un no puedo más?
¿Quién es carcelero de quién?
¿El que cierra con su llave
o el que ofrece su cerradura sin saber dirigir sus pasos?
Venid, compañeros, unámonos con la fuerza del Titán,
generemos ese padre implacable que rinda a la perversión,
un revés fuera de todo tiempo, de toda medida.
Quiero ser aquél que es en lo que cree,
No más mentiras, no más campesinos de paja
con quien hacerse sus espantapájaros.
Hagamos de nuestro final, poetas,
el camino posible para otros.
DENTRO DE LA PALABRA
Dentro de la palabra siempre se cruzan
un hombre y su destino.
Le da la espalda
y corre por los tejados,
que son de las letras,
las vocales con acento,
y ellas hunden en su zapato,
-amantes de lo débil-
las grietas de su silencio.
Y ese hombre,
que ya no es un hombre,
le hace de cadáver al viento,
y es su mástil en la tierra,
carne que no se abre,
tras ninguna palabra.
Y si alguien le sorprende
con un amor, un libro,
una azada bajo el brazo,
él no dirá nada,
su mirada seguirá fija,
porque su boca,
esa boca que mueve
con versos, montañas,
ahora es esa pupila que lo engaña.
Un muerto sólo está muerto si no tiene palabras.
AMOR AL DESNUDO
Forjé un eslabón un día,
otro día forjé otro y otro.
De pronto se me juntaron
en la cadena- todos.
Pedro Salinas
Cobijada en los senos del mar, irrumpen en mis pies arena,
un amor a granel dispuesto a robar un surco de mi carne,
donde un movimiento deja un testigo, un pliegue de risas,
un toda tuya y toda mía que forja un triunfar sobre nada,
una obediencia de noche, sorda como la del obsesivo,
donde siempre es un deseo del otro.
Un sentir en el cuerpo, como la irrupción de un olvido,
que en el momento más preciso desliza una verdad,
vuelve ciega la coyuntura de mi mirada,
un aprisionar a lo lejos, un suspiro de qué se yo,
de antaño, de lujuria por la boca que, rendida al beso,
estalla en los relatos de Anaïs Nin.
Una alborada donde los espejos capturan
la calma de un sopor tras la batalla,
un campo de castaños en flor donde el Marqués de Sade
dibuja un perfil de erotismo,
un biombo donde colgar la piel que recorren unos ojos,
que no son tuyos sino un mirar hacia dentro,
una producción esquiva de una flor oculta.
¿No ves cómo se eleva todo?
Es una sutil cadena donde mis dedos recorren los eslabones
para sortear la hendidura que quiebra mi carne,
y libera el desnudo de esta mujer que se crece en mí,
que no piensa, actúa, en los brazos de lo cotidiano
para mostrar que un mundo también es un acto.
Después, las palabras que lo hacen posible,
en un sexo vestido de poesía.
LA DUREZA DEL MUNDO
Le arranqué los tornillos a mi angustia. Y amo y odio.
Amo con la conciencia limpia como la de los niños.
Odio con la conciencia pura como la de los pájaros.
Porque me arranqué los sueños como guantes
-la mesa servida, la casa propia, la mujer fiel-
y ando en cueros gritando mi alegre animalidad.
José Portogalo
En un hojaldre de palabras se juega la vida dentro,
huyendo de la navaja regida por una oración,
y es el niño ingenuo al que le ronda el estupor de la muerte,
el que vio morir a un hombre y ahora es cáscara de hielo,
el que a dentelladas engulle un pedazo de ese cielo,
de ese azul de vida y esa oscuridad de la noche.
Niño, si te hablan del amor, amarás,
si alguien te muestra la generosidad, podrás entregar
un trozo de papel con la justicia impresa
a un camarada, a un pequeño gran hombre que lucha
con los ojos húmedos y el grito rizado como una viruta
puesto con la elegancia de la pajarita ante un gran acontecimiento.
La vida siembra con lujuria en las entrañas
un movimiento feroz, un rápido batir de alas
para despegar de la dureza del mundo.
Niño, no mires a ese hombre con los ojos del sueño,
míralo con los colores de las banderas bloqueadas,
con el puntapié de aquél que no supo hablar porque
la emergencia de su cuerpo vibró sobre un dolor de huesos.
Jarabe para la tos, le decía el doctor, cuando en su garganta
hablaba aquel hombre de carne podrida, ausente en el porvenir,
pero transformado en aquella sombra de bocado,
en hueco hondo de paisajes enarbolados de brazos,
pidiendo, a través de ese niño, en la identificación del gesto,
un futuro no de jarabe, sino de justicia e igualdad.
CUANDO GRITE
A la loba de Alfonsina Storni
y a todas las mujeres y hombres
que fueron, son y serán verbo.
Cuando grite ya será tarde.
Antes condenaban a las mujeres por hablar
y por desear más allá de un cuerpo de madre.
Ahora no es tan distinto.
Cada silencio que aparta el tiempo
y lo ensancha de horror,
danza desesperado buscando miradas
que lo alienten,
que lo devuelvan al rincón
donde una boca humana
sostiene su vida, como el chiquillo
que aguanta la respiración bajo
mareas de noches de tormenta.
¿Quién quiso que aquel cuervo
de negra alma, graznara,
ocaso de azafrán,
en un banco de hierros que apresan noches
con la urgencia del delito?
¿Quien dijo culpa cuando tendrían que
haber nombrado a la madre que tuvieron alguna vez
y que no accedieron a saberla mujer?
Hay un miedo, arlequín del verbo,
que repta por la garganta,
en el supermercado, en el mitin,
en las alforjas vacías,
simulando ocupar
el escaño de los vencidos,
de los condenados a muerte.
Hay, compañeros,
una muerte peor que la de la carne:
la del silencio coronada por el espanto
y vestida por la ausencia de un alma
vencida en la cloaca.
Cuando grite
no seré un animal de horda,
ni piara, ni jauría, ni manada
seré una humanidad frente a otra,
seré todas y todos,
hombres y mujeres que caminan
sostenidos por ética y leyes primordiales,
por palabras.
TIENE UN CADÁVER EN LA ESPALDA
Tiene un cadáver en la espalda,
se derrama como el plomo y se pierde
por los senderos de los músculos
queriendo ser él.
Máscara y boca,
con ese olor rancio de tabaco
que sacude como un golpe,
almizcle de carne y nicotina,
consigue engañar a todos:
¡qué triste que estás!¿Volviste a fumar?
Sus movimientos eran los de él.
Lento movía los ojos
buscando un rincón donde soltarlo,
tal vez en la habitación de un hotel
donde limpien cada día
y lo atrapen bajo la sorpresa de la escoba.
Hay un cadáver también en su oído
que le canta canciones de guerra
accionando el resorte del molino de agua,
venciendo a la lluvia que cae por su rostro.
¿Cómo puede ser que un muerto
se pierda entre las manos?
Le presentará a alguna señorita
o algún chico que le subraye la partitura
y arranque de sus botas los pies desnudos
para alzarlos, triunfantes, en el mundo de los vivos.