FRANCISCO URONDO
BIOGRAFÍA
Francisco Urondo nació en Santa Fe, Argentina, en 1930. Poeta argentino perteneciente al grupo del invencionismo, que en los años cincuenta se formó en torno a la revista Poesía Buenos Aires, fundada por Raúl Gustavo Aguirre.
En sus primeros títulos (Historia antigua, 1956; Breves, 1959; Lugares, 1961), Urondo asimiló en su obra la influencia de dos grandes poetas disímiles, O. Girondo y J. L. Ortiz, que no habían encontrado hasta que apareció su escritura una voz que les reuniera, pero a partir de Nombres (1963), el autor agregó además elementos coloquiales y el uso de un lenguaje absolutamente personal, que lo convertirían en una de las cumbres de la poesía argentina de la segunda mitad del siglo.
Sus libros posteriores: Del otro lado (1967), Adolecer (1968), Son memorias (1970), Larga distancia (antología publicada en Madrid en 1971). Poemas póstumos, (1972), confirmaron esa singularidad, que en ocasiones se advierte también en otros géneros que el poeta frecuentó, en forma esporádica, como los cuentos: Todo eso (1966), Al tacto (1967); Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro); Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos previos (novela, 1971), y en 1973, La patria fusilada, un libro de entrevistas sobre la masacre de Trelew.
Es autor en colaboración de los guiones cinematográficos de las películas Pajarito Gómez y Noche terrible, y ha adaptado para la televisión Madame Bobary de Flaubert, Rojo y Negro de Stendhal y Los Maïas de Eça de Queiroz.
En 1957, ocupó la Dirección de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral. En 1968 fue nombrado Director General de Cultura de la provincia de Santa Fe, y en 1973, Director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias.
Comprometido en la lucha armada, fue encarcelado en la cárcel de Villa Devoto durante la dictadura militar del general Lanusse y liberado el 25 de mayo de 1973. Ese mismo año publicó el documento de denuncia La patria fusilada, en memoria de los 16 guerrilleros asesinados en la prisión de Trelew. Libro que fue prohibido.
Él mismo diría en aquella época: «Creo que poesía, en griego, quiere decir acción; en este sentido no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política. Por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación, he llegado al tipo de militancia que actualmente hago. Los compromisos con las palabras llevan o son las mismas cosas que los compromisos con las gentes. Depende la sinceridad con que se encaren tanto una actividad como la otra.»
Se casó con la actriz Zulema Katz. En 1972 estuvo en pareja con Lili Massaferro, con quien militó en las FAR. Ya en dictadura, su última pareja fue Alicia Raboy.
Militó en las organizaciones guerrilleras argentinas FAR y Montoneros. En diciembre de 1976, Claudia Urondo, su hija y Mario Konkurat fueron desaparecidos durante la dictadura militar.
La organización revolucionaria argentina Montoneros confirma que «Francisco Reinaldo Urondo murió, a los 46 años, en un enfrentamiento producido el 17 de junio de 1976 con fuerzas del Ejército.
Durante el juicio por su muerte, se pudo determinar que no se suicidó tragando una pastilla de cianuro, sino que seguramente le mintió a su pareja para quedarse en el automóvil como blanco fácil de los policías, e incitarla a escapar con su hija de dos años. Urondo falleció por estallido de cráneo provocado por un culatazo de fusil.
En 2011, varios policías fueron condenados por su muerte y la de otras 23 personas.
Juan Gelman, en el prólogo que le hace al libro Poemas de batalla dice de él: Paco escribió hasta el final, en medio de tareas, urgencias y peligros de la vida clandestina. Para él nunca hubo contradicciones entre la militancia por una patria justa, libre y soberana, y la condición de la Escritura.
Una plazoleta de Puerto Madero recibió el nombre de Plazoleta Francisco Paco Urondo. Y un Centro Cultural de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
OTRA INFORMACIÓN
La política represiva de la dictadura militar argentina que preside Videla prosigue su tarea. El decreto del 22 de abril, por el que «queda prohibido informar, comentar o hacer referencia a temas relativos a hechos subversivos, aparición de cadáveres y muertes de elementos subversivos y/o de integrantes de las Fuerzas Armadas o de seguridad por estos hechos, a menos que sea informado por fuente responsable», incluye a secuestrados o «desaparecidos», medida que limita las posibilidades informativas en torno a la detención o desaparición de periodistas, sociólogos, psicólogos, etc., por no referirse a numerosos miembros de la clase obrera.
En Córdoba, en la Base del 14 Regimiento de Infantería Aerotransportada, se han estado realizando «autos de fe» contra libros y revistas, en presencia de periodistas. Según el jefe de la unidad, se trata de «literatura perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana. Esta medida pretende impedir que esta literatura continúe engañando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que representan nuestros símbolos nacionales, nuestra familia, nuestra Iglesia y, en fin nuestro más tradicional acervo espiritual».
Para el cine, según el nuevo encargado para supervisar el Instituto Nacional del Cine, capitán Bitleston, se considera que «sólo serán autorizadas las películas que muestren al hombre tal como es en su lucha eterna y cotidiana contra el materialismo, el egoísmo, la cobardía, la venalidad y la corrupción, al hombre luchando por su honor, su religión y sus principios, sin librarse jamás a la violencia o al escepticismo. Sólo estas películas serán considerada como obras de arte… Todas las películas sin valores artísticos o que no presenten ningún interés como diversión y que atenten a los sentimientos nacionales serán prohibidas parcial o totalmente …»
Para el ministro de Educación, la nueva política educacional se basará en la «disciplina». En esa nueva línea, el rector del Colegio Nacional, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, ha comenzado a exigir a todos los estudiantes vestir pantalón gris, camisa blanca o azulada, chaqueta azul, zapatos de tacón bajo y el pelo corto, «dos dedos por encima de la camisa», así como nada de barbas ni de bigotes. Para las estudiantes, falda azul, blusa blanca o azulada y medias azules. Según las nuevas normas de «honestidad y decencia», sus cabellos deben estar peinados hacia arriba y atrás…
Con miles de presos en cárceles, barcos y campos de concentración y una creciente lista de muertos, la Junta Militar argentina, que preside el general Videla, no deja sin embargo de tener sentido del humor al restablecer en todo el territorio nacional la pena de muerte.
POEMAS
CORA
tu fragilidad a la que simone martini
hubiese dado el golpe de gracia
tu temor ácido a los hoteles
a los huecos del porvenir
tus presentimientos de abandonada
tu deseo sometiendo los médanos
la soledad
las osamentas
y ese algo que inexperta
no podías controlar ni contradecir
eso que estaba más allá del ensueño
del jerez constelado
más allá de la ingenuidad y del recelo
del filo de los pícaros
de la espuma de los inocentes
eso parecido a la aventura
que se escabullía en la penumbra
de tus grandes zaguanes
aquello que incendiabas para permanecer
los últimos navíos
lo que indagaba la pampa sin decir nada
aquello que te deja con cierta tibieza mexicana en el corazón
sonriendo pálidamente al fuego que nada devolverá
que se quedará con todo
ALGO
a Rubén Rodríguez Aragón
con tu muerte
algo vendrá
algo que jamás sacudió
tu conciencia
no importará
la tierra que te rodea
el árbol que te soporta
el agua que admitió tu pereza
no será algo
que ahora retumba en tu memoria
ni las resonancias que prefirió olvidar
vendrá algo sin vínculos
una lluvia sin pasado
sin gestos censurables
o bondadosos
no estará en juego
tu salvación
tampoco el olvido
ni el arrepentimiento
el «ángel tuerto»
no vendrá a consolarte
no será necesario
y olvidarás también el consuelo
para tu corazón
no habrá consuelo el día en que caigas
no habrá estaciones
ni pájaros
ni trenes
ni alcohol
ni sangre penosa que aguantar
no por eso habrá descanso
el día en que llegue algo que no suponías
algo que vendrá a reclamar
el lugar en el mundo
que supiste negarle
una indescriptible culpa
haciendo estallar las huellas
que minuciosamente lograbas distribuir
ningún rastro
con tu muerte
vendrá una nueva
y desconocida vergüenza
ASÍ ERA ELLA
a Agustín Zapata Gollán
«En esta provincia de calchines y mocoretaes por parecerme que En ellas ay las ptes y cosas que conviene … »
JUAN DE GARAY
allá por la fiebre
otra vez has venido
dulce cantora
haragana
señora del día perdido
y del que comienza para perderse
soñada
en los lugares del agua
cascabel
mujer del aire
y del dolor
sobre el agua has venido
para salvar a nadie
para que nadie registrara tu gesto
COMO BOLA SIN MANIJA
puedo ir para un lado
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos
buques mansos que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado
puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol
puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida
puedo cambiar de vida y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice
puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos
puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria
—hoy te he recordado vagamente—
puedo reír y cantar
divertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido
puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados
—eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo—
puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perder
o tener más hijos como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles
puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto
puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría
puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla
puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad
puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un solo recuerdo
puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace unas horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas
puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar
puedo imaginar el tiempo que desconozco
luchar por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar
—hoy no he podido recordar tu nombre—
de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno
LA VIDA POR DELANTE
a Matilde Herrera
Por qué hoy, precisamente,
voy a sentir miedo, teniendo
la seguridad de que mamá nos cuida, como
hace tantos años, y
llora desde la puerta
porque estamos enfermos y vamos a morir.
—Mamá no lloraré nunca
desde la puerta: hace frío
cuando alguien se enferma de cuidado
y puede morir—
Por qué hoy se me ocurren
estas cosas tan consabidas; por qué
no hablo de la revolución social o del sufrimiento
anegado en una mujer
de quien su hijo está enfermo; del desarme de la ternura,
de las mareas, de los coches de plaza, de los
cereales, que más no fuera.
—Ah soledad que no puedo
romper. Ah tristeza
aquerenciada,
dueña de tanta memoria—
Por qué hoy no puedo estar alegre. Descuido
lo que tengo, no he sabido vivir, suelo
mirar la vida del otro lado de una puerta. Tengo
frío y ganas de vomitar, te hago
cosquillas en la palma de la mano
para que sonrías un poco, para que me olvides
un poco, para que sueñes un poco, para que saltes
un poco
dormida,
asombrada, lejos, mirando
desde la puerta.
Por qué hoy me doy cuenta de que nunca he tenido
talento para el amor; por favor
una mano; por lo que más quieran,
si llegan a necesitarme, no se olviden de mí. Hoy no puedo
hacer otra cosa que esperar inútilmente
desconsolado, con rabia, con desidia, con miedo,
con vergüenza, con todo lo de siempre: la puerta un poco
entornada, cerca de allí, casi al alcance de la mano.
DEL OTRO LADO
Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia.
No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.
Ocurre lo de siempre.
Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No
intervinieron traiciones; no es
una vulgar historia de fervores o de mantenidas.
Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez (siempre aquella vez) apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.
Nos apretamos las manos en la sala impenetrable, temblamos
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.
Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor, su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.
Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.
Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias,
con los muertos que no aceptan su desdichada condición, no
sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsciente.
Hubo muchas anécdotas como ésta. ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.
Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.
Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?
Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo
Una mujer que ha llorado copiosamente; blanda
y triste, vuelve al rincón más lindo de su infancia.
Un hombre puede tener certidumbre o desinterés: es
un episodio intrascendente, la mujer no es demasiado codiciable;
y además hay mucha gente aglomerada que conversa en otros idiomas
y no escucha y es difícil de entender.
Están apurados estos señores. Están
locos o confundidos: se van quedando sin tiempo, sin ganas,
sin plafond para nuestro cansancio;
el camino del ocio
no debe estar por allí; por otro lado se llega
a la realidad, al llanto, al amor. De otra manera
se combate, por otra inocencia se respira
y las cosas empiezan a cambiar.
La mujer grita en el desierto, en los techos; el cielo se derrumba
y aleja el dinero y la suerte; aplasta el temblor. Su gemido
va rompiendo el entusiasmo, la noche distraída.
LA VUELTA AL PAGO
No quiero volver
a ese lugar
intransitable
y escuálido donde todo parece dormido.
Quiero calor,
dolor; sin soledades
sentir
alegría, a pesar de todo.
No quiero ausencias,
ni lágrimas. No me gustan
las madres, ni las caricias, ni los buenos entendidos
fortunas quietas, venturas inanimadas:
llegar de otros lugares,
para volver. Regresar
a mi punto de partida,
verterme como una jarra seca y consecuente.
No quiero seguir durmiendo
junto a esa fuente
que ninguna sed calma. Propongo
vivir sin dominios, simplemente.
No tengo ganas de regresar,
que mi santo sepulcro no pretenda esperarme. Quiero
inventarlo a último momento,
sin pensar demasiado, sin mucho rencor,
cuando sea necesario.
CANDILEJAS
A Jorge Souza
el frac está impecable
como en la mejor noche de su antepasado
en su mano brilla la galera alta
junto a los guantes blancos
eres un hombre elegante
en el foyer lustroso de un teatro
…
pero adentro no hay rigoletto
adentro hay sombras
fantasmas dicen
algún hombre que fracasó con un chasquido
-una guitarra a la que se le han roto las cuerdas o
el amigo que no ve hace muchos años
y no quiere reencontrar
pues teme por su pulso
y por su timbre de voz
…
ahora comienza el número femenino
el cuadro central al parecer
de este espectáculo
pero no hay bataclanas desnudas
sino cierto cansancio en los ojos
alguna medrosidad en los trajes azules
decadencia en el compás
en este cuadro confunde todo
el engaño y las traiciones
cierta pasión muy grande o algún olvido
no recuerda el nombre de su primer amor
y mezcla sus cabellos rubios
con los teñidos de una muchacha delgada
de buen corazón
de ésta sí recuerda el nombre
muchos la llamaban y ella acudía dispuesta
con los años que han pasado
también ahora llega a su pequeño escenario
y le parece estar en aquella pensión ruinosa
y que es la primera vez
y que son las mismas caricias
…
en este momento nada se representa
un hombre llora simplemente
no tienes dinero para pagar el dolor de una mujer
pero cobran diariamente tu pasión oscura
tu sueño acompasado
adiós adiós hijo mío
todo está concluido de antemano
para muchos que creen vivir
tú no llegarás a ser en cambio
-algo similar pero más digno
qué será de nosotros sin nosotros
de tu mano solitaria en la jungla
sin tus olas de aventura
sin mí sin alguien al menos
el instigador vuelve arrepentido a tu golpe de sangre
sobran las razones para ti
pero es demasiado temprano todavía
demasiado frío el aire
el hombre solo no tiene consuelo
se ha interrumpido el espectáculo
adiós adiós nos veremos luego
…
han desaparecido las mujeres
sus medias eran de muselina
su calor no era el que pensaba
no imaginó así sus manos
su gesto de ayuda
está cansado de admirar sus carnes que decaen
siente el pecho oprimido
y la boca amarga
y ayer no corrió el vino
su conciencia no está muy tranquila
hay que abrir las ventanas
y recibir las risas frescas
antes de que se haga la noche
…
es entonces el mar en escena
a toda orquesta
un director trata de mezclar
su melena blanca
con la espuma del oleaje
no
no quiero ser otra vez engañado
ya no soy un niño
he vivido con cierta rapidez
he sabido enamorarme
tengo una mano que cae donde no debe
alguna forma de comprensión
…
el mar se ha alejado sonriente
está lejos de los naufragios
lejos del hombre que está por ahogarse
y nada a brazo partido hacia la orilla borrosa
el propósito es el mismo
él nada por salvarse
y yo me hundo en el papel vacío
liso como las aguas
¿alguna vez alcanzaré ese rumor
serán las aguas una esperanza
me salvarán sus riendas
navegaré este mar de fondo?
tu hija tiene la pureza que has olvidado
y que ella no puede revelar
…
las aguas te han dejado un regalo
es un caracol que zumba como una tormenta
…
en eso apareces en escena
te mueves torpemente
eres una marioneta
como aquellas que tú mismo manejabas
fernando viene a tu memoria
él es otro semejante
muchos espejos te reflejan
vas a aflojar
pero rompes las luces de una trompada
todo el mundo grita
como si estuviera en un terremoto
no es para tanto
digo
y una gran ola envuelve las voces
con su brazo nocturno
…
ya nadie silba a la salida del teatro
ya no hay teatro bueno
no existe maese pedro y su música
está solo con su propia imagen
el hallazgo de esta nueva semejanza
lo enorgullece
va a felicitarse
pero advierte que no se trata
de una revelación divina
y que tal vez haya poco tiempo
puede ser el séptimo día de la creación
los dioses bostezan
y antes de calzarse los guantes blancos
y la galera alta de felpa
habrá que empezar de nuevo
y terminar enseguida
en un solo instante
Ituzaingó-febrero 1956
LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe
bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja, cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la
convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver
después del peligro
como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a
defenderse, a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973
OTRA COSA
Queridos hijitos, su papá poco sabe de ustedes
y sufre por esto. Quiero ofrecer un destino
luminoso y alegre, pero no es todo
y ustedes saben:
las sombras,
las sombras,
las sombras,
las sombras
me molestan y no las puedo tolerar.
Hijitos míos, no hay que ponerse tristes
por cada triste despedida:
todas lo son, es sabido,
porque hay otra partida, otra cosa,
digamos,
donde nada,
nada
está resuelto.
DÍAS ESTOS Y AQUELLOS
He oído el sol de invierno. Crece envolviendo y
ajustando su corazón; sacude su sueño,
despliega las plumas que lo abrigan: ve caer
aquí o allá el contorno de sus ídolos.
El calor no lo matará del todo; el frío no
quebrantará su sueño. Herido está de tiempo
que lo contiene, de crueldad, de decisión, de
grandes dársenas, de eterno comienzo, de
mesurado adiós.
VUELO NUPCIAL
nace la noche
signo confuso de los amantes
viento húmedo del amor
mis huesos
tu inclinación
soplo que huye conmigo
polvo que se levanta
terso
alto
ERES ALTA Y DELGADA
sorprendida por un deseo agrio y una apacible
seducción
vertida de sufrimientos pálidos y silenciosos
dolores estridentes y largos
sus manos pequeñas y su vergüenza y el amor
tocando su cintura
el amor que no cae milagrosamente
que se ejerce y que no se revela como a veces
suponemos
el amor que viene y va que encanta y repugna
y su soledad sin el amor revelado
y sin el otro amor compartido
la soledad sin esperanza y sin ternura
sin tibias palabras
o la atmósfera de una conversación
sin el resplandor de alguna bondadosa manera
-su madre debió ser así
delgada como el maíz
alta como la voz del canto
cambiante
como la flor de alejandría-
y las horas acariciadas
por su corazón maltratado y joven
y las apariencias fáciles
y las promesas y los sueños
este presumible destino que nunca pudo dominar
este desorden de abismo y hechos mezclados en
el tiempo
esta vida que maltrata y consuela
FIN Y PRINCIPIOS
Estoy en los ruidos de la tristeza,
en las tablas de la perdición,
en el aire de este tiempo maldito, infortunado;
llovizna criminal y sucia.
En aventuras, en la queja
del muerto y el terror de los vivos y el soplo
de los convalecientes.
Estoy en el clamor encontrado, fuera
de la felicidad y el fascismo y el olvido sin escuchar
la clausura y la ausencia,
sin tolerar la conmiseración, o desconocer
la alegría o la bondad o el dolor del caído.
Sin sentir resignaciones, sufriendo con rabia
la esperanza, viviendo a mi manera.
BENEFACCIÓN
Piedad para los equivocados, para
los que apuraron el paso y los torpes
de lentitud. Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo, para los que supieron
callar a tiempo o no pudieron mover
un dedo; perdón por los desaires con que me trata
la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón
por el campo que crece en estos espacios de la época
trabajosa, soberbia. Perdón
por dejarse acunar entre huesos
y tierras, sabihondos y suicidas, ardores
y ocasos, imaginaciones perdidas y penumbras.
EL OCASO DE LOS DIOSES
No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos, en el
vuelo de las hojas y mis pasos quieren reiniciar
las maderas de la adolescencia.
Pero todo está abandonado, no hay nada que pueda
favorecernos; ningún aire de inconsciencia, ningún
reino de libertad. Sólo hábitos tolerantes haciendo
crujir nuestra memoria. “Ha estado bien”, decimos.
Dueños del incendio, de la bondad del crepúsculo,
de nuestro hacer, de nuestra música, del único
amor incoherente; soberanos de esa calle donde los
tactos y la impresión hicieron su universo.
Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo
nombre y tu gesto son una forma nocturna que en
esa constelación crece y sabe enrostrar nuestra
culpa.
Y todo termina con una esperanza, con una dilación
-“ha estado bien”-, o en un bostezo, o en otro
lugar donde es menester el coraje.
POR SOLEDADES
Un hombre es perseguido, una
familia entera, una organización, un pueblo. La
responsable de esta situación no es la codicia, sino un
comerciante con sus precios, con la imposición
de las reglas del juego. Los empresarios, la policía
con la imposición de las reglas del juego. Por eso
ese hombre, ese pueblo, esa familia, esa organización, se
siente perseguida. Es más, comienzan
a perseguirse entre ellos, a delatarse,
a difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a perseguir
quimeras, a olvidarse de las legítimas,
de las costosas pero realizables aspiraciones;
marginan la penosa esperanza. Entonces
toda la familia, todo el pueblo, entra
en el nivel más alto de la persecución: la paranoia, esa
refinada búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta
es la triste historia de los pueblos
derrotados, de las familias envilecidas,
de las organizaciones inútiles, de los hombres solitarios,
la llama que se consume sin el viento, los aires
que soplan sin amor, los amores que se marchitan
sobre la memoria del amor o sus fatuas presunciones.