
GERARDO DIEGO
BIOGRAFÍA
Gerardo Diego Cendoya nació en Santander, Cantabria, el 3 de Octubre de 1896 y murió el 8 de julio 1987. Hijo de Manuel Diego Barquín y de Ángela Cendoya, propietarios de un comercio de tejidos en Santander. Tenía Gerardo Diego tres hermanos de un matrimonio anterior del padre, del que quedó viudo y otros tres del actual, donde él era el más pequeño. Vio morir a dos de sus hermanos y una hermana de tuberculosis.
Gerardo Diego indica en su autobiografía que sus padres confiaban en él y se iba a jugar con los niños más humildes del muelle de Santander, donde aprendió muchas picardías. También iba a casa habitualmente de la familia Menéndez Pelayo (escritor español, filólogo, crítico literario e historiador), con quien el padre tenía una amistad.

Muy aficionado a la Geografía, no sólo a la Física del globo, sino a la Cosmografía, recibió clases con Antonio Torres Tirado, autor de un gran mapa celeste visto en muchos techos de aulas y de gabinetes de institutos. Aprende solfeo, piano, y pintura estimulado por el crítico Narciso Alonso Cortés. Comenzó su afición literaria a los trece años, cuando entró en su clase. Se empezó a interesar por la retórica del libro de texto de Nicolás Latorre, que fue una revelación para él.
Tras la muerte de Menéndez Pelayo, comenzaron a construir una biblioteca, a la que acudía para encontrarse con el bibliotecario Marcelino y con Enrique Menéndez, donde mantenían grandes conversaciones. Enrique Menéndez fue uno de los primeros en conocer versos suyos.
Uno de los hermanos mayores de Gerardo Diego, le indicó que estudiara en Bilbao con los jesuitas (él estaba en la orden). Fue en la época de 1913-1916. Fue alumno de la universidad de Deusto, licenciándose en Filosofía y Letras. Uno de sus profesores Jesuítas, el padre Cabo, el más artista, le daba a leer libros de Villaespesa, Rubén Darío, Valle Inclán. Leía también a Unamuno, a clásicos y autores del siglo XIX.
Allí conoció a Juan Larrea. Comenta en su autobiografía que tenía una vocación literaria muy avanzada, escribía en verso y prosa, con gran destreza e imaginación y una gran pasión por el teatro. Dice que le debía muchísimo porque le abrió muchos horizontes. Ejerció una gran influencia en él. Se fueron a Madrid en el último trimestre para asistir como oyentes a las clases y poderse examinar. Esto ocurrió en 1916 y consiguió licenciarse. Asistió a la temporada taurina, los bailes rusos de Diaguilev en el Real. Stravinski estrenó el pájaro de fuego y Pertrushka. Vio todas las obras y se gastó todos sus ahorros en asistir al Real. Aquello fue para Gerardo Diego una gran revelación estética, a la vez que las relaciones literarias. Leía libros de Ramón Gómez de la Serna, de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado…
En 1915 comenzó a escribir sus primeros versos, pero sin ningún propósito de publicarlos.
En 1917 obtiene un premio literario de la Editorial Calleja.
Fue en 1918 en el que arranca su decisión de dedicarse a la poesía. Contagiado por el estímulo de Larrea, comenzó a escribir todos los días.

Frecuenta el Ateneo, la tertulia itinerante ultraista de Rafael Cansinos Assens y la de Ramón Gómez de la Serna en el café de Pombo Comenzó a leer libros de Huidobro, revistas, y se entusiasmó con el creacionismo. En 1919 dio una conferencia en Santander acerca de La poesía nueva, que no estuvo exenta de polémica por hablar del Ultraísmo, movimiento poético representado por autores como Huidobro.
Le escribió una carta de saludo a Huidobro, quien le respondió muy amablemente y en el año 1922 le invitó a ir a París para pasar una temporada con él. Estuvo en septiembre en su casa de París y Normandía, donde tenía a la familia veraneando. Comenta que ni Eugenio Montes, ni Vicente Huidobro comprendían cómo el mismo día que escribía un poema de intención creacionista o algo ultraísta, escribiera también un soneto,un romance sentimental o una poesía a la Virgen María, cosa que a él le parecía normal y lo siguió practicando.
Entabló relaciones personales con Antonio Machado y con Juan Ramón Jiménez. Con Unamuno había tenido una relación como alumno. Las oposiciones que ganó en 1919 fueron a una cátedra que Antonio Machado abandonó, en Baeza. Las del año siguiente eran a Soria y Gijón. El número dos lo obtuvo Gerardo Diego, por lo que le tocó Soria. Ante el consejo de Antonio Machado que no dejara Soria, lo hizo y optó por Gijón, donde obtuvo su cátedra. Era el año 1920. En Soria estuvo hasta 1922. Con Antonio Machado entabló contacto porque le envió su libro de poesía El Romancero de la Novia, publicado en ese mismo año, que elogió e hizo incluso un artículo en el periódico hablando de él. Fue a verlo y también a Juan Ramón Jiménez.
En una tertulia donde León Felipe leía su libro Versos y oraciones del caminante, descubrió que se conocían, pues él había sido el boticario del barrio, llamado Felipe Camino, pero que había modificado por León Felipe. Conoció también, entre otros, a Alfonso Reyes, Díez-Canedo y Pedro Salinas.
En 1922 publica su primer poemario vanguardista: Imagen: poemas, con cubierta de Francisco Gutiérrez Cossío.

En 1923 publica Soria: galería de estampas y efusiones. En Gijón conoció a Moreno Villa,un archivero bibliotecario que entre otras muchas cosas era crítico y poeta, enmarcado también en la Generación del 27 y que posteriormente se iría con él a Madrid, a la Residencia. Un día recibió una carta de Ortega y Gasset diciéndole que iba a fundar la revista Occidente y quería que colaborase con él. Primero salió una nota sobre el libro de Soria que acababa de editarse, y en el segundo o tercer número, apareció un ensayo de Gerardo Diego. Fue en 1923. Las primeras revistas en la que publicó fueron Revista Grial, Revista Castellana y las Vanguardistas Grecia, Reflector, Cervantes y Ultra 3. Dirigió en Santander dos importantes revistas del 27: Lola y Carmen. Conoce a los grandes autores de su generación: Salinas, Guillén, Lorca, Dámaso Alonso, Alberti 1924 publica Manual de Espumas que recibirá al año siguiente el Premio Nacional de Literatura ex aequo con Rafael Alberti y su Marinero en tierra. Antonio Machado elogia su Manual de espumas. Aprovecha el importe del premio para viajar por Andalucía en 1925; el compositor Manuel de Falla, con quien se cartea, le sirve de guía por Granada; Publica Versos Humanos en 1925, dedicado a Jose María de Cossio (escritor y polígrafo español con el que tenía una gran amistad). Participa en la revista parisina que dirigen Juan Larrea y el gran poeta expresionista peruano César Vallejo. En 1926 Gerardo Diego organizó un homenaje a Góngora. En la biblioteca Menéndez Pelayo se pasaba los veranos leyendo sus obras y los comentarios de las mismas que tenía Marcelino. Nombraron a Alberti secretario para que se encargara de escribir cartas y recavar las adhesiones o las colaboraciones de los que interesaba que tomaran parte en el homenaje. Se sumó Dámaso Alonso, que se reveló como un crítico y un verdadero radiógrafo de la obra de Góngora, poniendo todos sus valores al descubierto. También Jose María de Cossío, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Antonio de Marichalar , Alfonso Reyes…Como invitados a colaborar como artistas: Juan Gris, Picasso y Manuel Ángeles Ortiz. Contaron también con la colaboración de Manuel de Falla con su música. Gerardo Diego publica una antología dentro del proyecto de publicaciones dedicadas a Góngora, publicadas por la Revista de Occidente en 1927. El proyecto inicial presentado por Gerardo Diego consistía en doce ediciones. Finalmente sólo se publicaron tres, además de su antología: Soledades ,editadas por Dámaso Alonso y Romances de Góngora editados por José María de Cossío. Tras el homenaje a Góngora, en 1927 proliferaron los homenajes poéticos al mismo, se agotaban las ediciones.. En 1928, en la revista de Gerardo Diego Carmen, le dedicaron en uno de sus números un homenaje a Fray Luis de Leon, en los que colaboraron todos (Alberti, Lorca, Salinas…) Junto con la revista Lola fueron dos de las más importantes de la generación del 27. En 1928 viaja por Argentina y Uruguay, dando recitales-conciertos y conferencias, y en 1931 consigue el traslado al Instituto de Santander.

Publica en 1930 Viacrucis.
Elaboró las dos versiones de la famosa antología Poesía española (la de 1932 y la de 1934) que dio a conocer a los autores de la Generación del 27 y donde incluyó a dos mujeres: Ernestina de Champourcín y Josefina de la Torre.
En 1932 publica en México dos libros: Fábula de Equis y Zeda y Poemas adrede. Fábula de Equis y Zeda es una espléndida parodia de las fábulas mitológicas, en homenaje a su homólogo Luis de Góngora. Compuestos mediante sextinas reales, los versos de este poemario constituyen un buen ejemplo de la poesía creacionista que alumbró Gerardo Diego en diversos momentos de su trayectoria poética. Es crítico musical de El Imparcial, y al año siguiente de La Libertad. En el año 1934 con una francesa, Germaine Marin, con la que tendrá seis hijos. En 1935 se llamó a Gerardo Diego desde el Ministerio de Estado para un puesto en la embajada de Filipinas: «Usted lo que tiene que hacer es nada más que defender el español, demostrar que allí la gente entiende el español, hablarles en español y hacer todo lo posible por la cultura española». Se fue a Filipinas con Julio Palacios, que era ya académico de la Academia de Ciencias Exacta. En ese mismo año se traslada como catedrático al Instituto de Santander. La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille (Francia) con la familia de su mujer, Se instala en Toulouse y no regresa a Santander hasta su toma por el ejército nacional, en el verano de 1937. Finalizada la contienda civil y no solo la establecida entre poesía pura y poesía impura, se traslada al Instituto Beatriz Galindo de Madrid,en 1939 en el que permanecería hasta su jubilación en 1966. A parte de la cátedra, se dedicaba a dar conferencias, tanto literarias como poéticas, también conferencias-concierto, tocando el piano, indicando que eran años muy duros y que la retribución a los catedráticos era mínima. Aunque no se definió en el bando de la España Republicana, sí que reivindica la obra de Miguel Hernández en varios de sus artículos.

En 1940 imprime Ángeles de Compostela, un libro muy ambicioso en que las figuras centrales son los cuatro ángeles del Pórtico de la Gloria en la catedral de Santiago de Compostela, que representan las cuatro Postrimerías del hombre: muerte, juicio, infierno y gloria.
En 1941 publica Alondra de verdad, una colección de 42 sonetos y también publica el libro de poesía Romances.
En 1944 publica Iniciales y La sorpresa. Cancionero de Sentaraille,,
En 1947 le nombraron miembro de la Real Academia Española.
Vuelve a la vanguardia con Limbo (1951). Escribe numerosos textos en prosa para la radio.
En 1956 obtiene el Premio Nacional “José Antonio Primo de Rivera” por su obra Paisaje con Figuras.
En 1962 obtiene el Calderón de la Barca por su retablo escénico El cerezo y la palmera, su incursión en el teatro.
Se jubila en 1966.
En 1969 se estrenó en el Teatro Real de Madrid una Cantata sobre los Derechos Humanos que llevaba letra suya y música de Óscar Esplá.
En 1979, se le concedió el Premio Cervantes, el cual curiosamente resultó ser la única vez en que se premió a dos personas en un mismo año (el otro premiado fue el argentino Jorge Luis Borges).

Murió en Madrid de una bronquitis el 8 de julio de 1987, a los 90 años.
Su obra a partir de 1948 sigue proliferando como muestran sus publicaciones:
En 1948 Soria. Santander y Nueva cantiga de Santa María de la Arrixaca.
En 1949 Hasta siempre y La luna en el desierto y otros poemas.
En 1951 Limbo.
En 1952 Dos poemas (Versos divinos), Visitación de Gabriel Miró y segundo sueño: homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz.
En 1953 Biografía incompleta.
En 1954 Variación
!955 Amazona
1956 Égloga de Antonio Bienvenida, Paisaje con figuras y Papeles de Son Armadans, que fue premio Nacional de Literatura en ese año.
En 1958 Amor Solo yEvasión. Lírica Hispánica Caracas
En 1959 Canciones a Violante.
En 1961 Glosa a Villamediana, La rama, Santander y la Isla de los ratones
Sonetos a Violante, Sevilla, La Muestra, 1962.
En 1963 La Suerte o la muerte, Nocturnos de Chopen.
En 1964 El jándalo
En 1965 Poesía amorosa
En 1966 Odas Morales y Variación 2, clásico de todos los años
En 1967 Segunda antología de sus versos y la fundación del querer
En 1971 Versos divinos
En 1972 Cementerio Civil
En 1975 Carmen jubilar
En 1985 Cometa Errante, Decir de la Rioja y Gerardo Diego para niños.
Gerardo Diego es considerado una de las figuras más representativas de la Generación del 27, a la que agrupó por primera vez la célebre antología, que es casi como un manifiesto, y que encabezó el redescubrimiento de Góngora.
POEMAS
ELLA (DEL LIBRO EL ROMANCERO DE LA NOVIA)
¿No la conocéis? Entonces
imaginadla, soñadla.
¿Quién será capaz de hacer
el retrato de la amada?
Yo sólo podría hablaros
vagamente de su lánguida
figura, de su aureola
triste, profunda y romántica.
Os diría que sus trenzas
rizadas sobre la espalda
son tan negras que iluminan
en la noche. Que cuando anda,
no parece que se apoya,
flota, navega, resbala…
Os hablaría de un gesto
muy suyo…, de sus palabras,
a la vez desdén y mimo,
a un tiempo reproche y lágrimas,
distantes como en un éxtasis,
como en un beso cercanas…
Pero no: cerrad los ojos,
imaginadla, soñadla,
reflejada en el cambiante
espejo de vuestra alma.
AIRE, ( DEL LIBRO INICIALES)
Ya se apagaron los celestes fuegos.
Ahora el paisaje es como un gran latido,
palpita un manso anhelo de ternura
en su regazo lírico
en tanto que con gracia sosegada
se despereza el suelo estremecido.
El labio innumerable de la brisa
me acaricia solícito.
Juego de luces suave como un bálsamo,
el ámbito humedece de amarillo
temblor la luz difusa
del éxtasis muriente vespertino,
y en ella se disuelve
la que derrama tibio
el farol con su pulpa azucarada
y su aureola verdosa. Se oye el tímido
pestañear del lucero de la tarde,
solo en el infinito.
Es todo aéreo, frágil, luminoso.
Tosas las cosas son como suspiros
que del alma del mundo, tierna y grande,
se escapasen furtivos.
Y yo siento en mi alma cómo nacen
las alas milagrosas del espíritu.
AHOGO (DEL LIBRO IMAGEN)
Déjame hacer un árbol con tus trenzas.
Mañana me hallarán ahorcado
en el nudo celeste de tus venas.
Se va a casar la novia
del marinerito.
Haré una gran pajarita
con sus cartas cruzadas.
Y luego romperé
la luna de una pedrada.
Neurastenia, dice el doctor.
Gulliver a hundido todos los navíos.
Codicilo: dejo a mi novia
un puñal y una carcajada.
LUZ (DEL LIBRO IMAGEN)
A José Ortega y Gasset
Para librarnos del sol
abramos estos árboles
que brotaron anoche de mis venas
Una lluvia de abejas
se inmoviliza suspendida apenas
Los colores duermen
en la acequia ensordecida
Y las norias cantando ingenuidades
dan vueltas a la vida
Rápido
Rápido como un viaducto
ha cruzado un torbellino de naufragios
Todos reconocimos
quién la cabeza propia
quién un brazo
Y sin embargo
henos aquí magníficos
bajo el emparrado telegráfico
Henos aquí pulsando entre árbol y árbol
las siestas bien abiertas
desgarradas en lentos desperezos.
Cae un fresco granizo de murmullos
Elevemos la voz
más allá
de los muros
Todo era cierto
Los pordioseros se han vestido de fuego
vuelto al sur
se espulga
el viento que en su último raid
perdió todas sus plumas
Una pareja de robles
arrastra lentamente
al verano embriagado
que duerme sobre sombras verticales
Se ha agostado las catedrales
Y los mapas resecos
no pueden exprimir sus carreteras
Veremos la catástrofe
al resplandor de hoguera de las bayonetas
Una bandada de últimos jirones
transmigra hacia un oriente de leones
Lloremos
La fiesta perdió sus cuernos
que quedaron enredados en los cierzos
Y allá abajo
en el fondo del crepúsculo
que sueña en el pozo de su musgo
La luna adolescente
que disparó la flecha póstuma
ha dejado caer lacias sus cuerdas.
NOCTURNO (DEL LIBRO MANUAL DE ESPUMAS)
A Manuel Machado.
Están todas
También las que se encienden en las noches de moda
Nace del cielo tanto humo
que ha oxidado mis ojos
Son sensibles al tacto las estrellas
No sé escribir a máquina sin ellas
Ellas lo saben todo
Graduar el mar febril
y refrescar mi sangre con su nieve infantil
La noche ha abierto el piano
y yo las digo adiós con la mano
A ENRIQUE MENÉNDEZ (DE VERSOS HUMANOS)
Una humilde corona,
dulce Enrique Menéndez,
de eternas siempre vivas
quisiera entretejerte,
que sobre tu sepulcro
calladas balanceen
sus espigados tallos
al soplo del nordeste.
Tú que amabas las flores
de tu huerto obediente,
tu huerto que en tu ausencia
tristemente florece,
acéptame estas pocas
florecillas silvestres
regadas de mis lágrimas
entre mis manos leves.
Flores de cada día
que corté amargamente
de mis pobres jardines
efímeros y estériles,
flores de cada hora
que mi tierra me ofrece
para adornar altares,
para decorar sienes.
Y qué ara más bendita
que tu sepulcro agreste,
divina jaula triste
sin cantor que la alegre.
Y a qué sienes ceñir
corona de laureles
como a estar tuyas nuevas
que ya nunca encanecen.
Aquí, pues te las dejo
desmayadas y flébiles,
pero a nadie le digas
que hoy he venido a verte.
Los días van pasando.
Van pasando los mese.
Las flores y los pájaros
han vuelto y tú no vuelves.
Te arrancó de nosotros
la burladora muerte,
y desde entonces pisas
huertos siempre perennes.
Abajo, los poetas,
jardineros terrestres,
cantamos y cortamos
las flores del poniente.
Las del alba tú solo
las cosechas celeste,
del jardín de la vida
tras el mar de la muerte.
Te fuiste tú y seguimos
torpemente vivientes.
Qué vergüenza vivir
cuando los buenos mueren.
Toma estas flores tristes,
dulce Enrique Menéndez,
pero a nadie le digas
que hoy he venido a verte.
EL CIPRES DE SILOS (DEL LIBRO VERSOS HUMANOS)
A Ángel del Río
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
IDILIO DEL ESTROPAJO (DEL LIBRO BIOGRAFÍA INCOMPLETA)
Aunque me siento por dentro de seda
estropajo seré hasta que me muera
Me enamoré de las vasijas y peroles
del hiero el cobre el barco
y de la piel de las esclavas negras
Me enamoré de la indecible inapelable
mejilla de los últimos maricas
de los cardos en flor y de los pétalos
de las estudiantiles amapolas
y de los hilos de la virgen y de los cabellos de ángel
pero mi tentación es desnudarme hasta la seda.
Yo sé lo que es trasmutación crisálida
el aroma del nardo se vuelve polvo de ladrillo
el abrazo de los amantes cola de cometa
la oración del almuédano ceniza de sauce
el sabor del aceite rosal de rosas y de espinas
pido alianza al jabón a los guantes de goma
al agua de los cubos cuando refleja el cielo
pido a Dios que me alivie este desvelo
Un niño de dos años me ha aprendido
su tercera palabra hoy. Me reza en letanía
Estropajo Estropajo
Sus labios son mi gloria
Estropajo Estropajo
Y tú dame la mano colegiala
no,no temas, no te haré daño
Yo sé besar tan delicadamente
como el agua que mana entre los berros
Sé besar como el verso en verdor de Garcilaso
aunque me vista de cilicio y de estropajo.
PASE DE PECHO ( DEL LIBRO LA SUERTE O LA MUERTE)
Entre un temporal deshecho
la gruesa nave embestía.
Al pasar por el estrecho
la plaza se estremecía.
Tú, erguido, firme, derecho,
faro en tu roca vigía,
larga el brazo, álzale al techo,
rompa la espuma bravía.
Y allá va el pase de pecho.
Fue la noche y ya es el día.
LOS ANGELES NOCTURNOS (DEL LIBRO ANGELES DE COMPOSTELA)
Y más ángeles, más, cumpliendo turnos:
los ángeles nombre de la vela,
ángeles en falange y centinela
ante el arca marmórica, nocturnos.
Son ángeles infantes, taciturnos,
plegada el ala que ya nunca vuela,
ángeles que custodian la cancela,
que defienden la guarda a los diurnos.
Todas las noches oye la basílica
rumores de una música dactílica,
alas de un mar unánime y redondo,
chocar de espadas, dragos y murciegos,
membranas, precipicios, uñas, fuegos.
Y el “¿Dónde estás?”. – “Aquí. Yo no me escondo.”
SONETO A VIOLANTE
Yo no sé hacer sonetos más que amando.
Brotan en mí, me nacen sin licencia.
Los hago o ellos me hacen, inocencia
de amor que se descubre. Tú esperando,
tú, mi Violante, un sueño acariciando
¿cómo quieres que yo no arda en vehemencia
y por catorce llamas de impaciencia
no exhale el alma que te está cantando?
Si yo he amado volcán, árbol y torre,
si te abraza y te abrasa y te recorre
hiedra envolvente y sangre surtidora,
si eres musa y mujer, pena y secreto,
te he de entregar celoso mi alfabeto
que de ti y de tus labios se enamora.
ESTE CIEGO LIRISMO (DEL LIBRO Biografía incompleta)
Este ciego lirismo que se arrastra palpando
que alarga sus antenas doloroso y elástico
este torpe lirismo cuajado cuerpo sólido
onerosa presencia de cristales truncados
este sordo lirismo mudo lirismo idiota
lirismo que se está que permanece impávido
sin saber del azul más de lo que le cuentan
roces de golondrinas y cuencas de rayos
ni del ojo del tigre más que la cifra bruta
de sus emisiones instantáneas
sin comprender apenas que es nivel de altitudes
donde empiezan las nieves perpetuas de la música
Este lirismo en fin inválido y tullido
soportando el terrible secreto de sus ansias
su pólvora de odios su pasión de metales
su choque de remoto terremoto
¿lo llevamos al cuello para hundirnos
en el pozo del vértigo sin límite
o para hacer posible el divino equilibrio
de esas alas de seres que
vuelan cantan traspapelan azotan?
A LA DISCIPLINA (DEL LIBRO ODAS MORALES )
A Jorge Guillén
Azota con ahínco
mis carnes temerosas y venales,
tú, mi lira de cinco
ramales desiguales,
sángrenme tus espinas y cristales.
¿Maestro yo? Vergüenza
de tanta trampa que hago y que deshago.
Toscaza ni Provenza
ni España de Santiago
vieron jamás tan falso prestimago.
Contigo me confieso
y acudo y me sacuden tus batanes
y de mirar no ceso
mis fealdades y afanes
en tus luises espejos y sanjuanes.
Ensáñate y castiga
mi verso con tu nervio y tu revuelta,
oh música que obliga,
oh línea pura, esbelta,
oh elegancia en el aire tan resuelta.
Después cuando al trabajo
torne de mi jornada humilde en prosa,
me verás en el tajo
dispuesto a más briosa
faena, oh disciplina, firme rosa.
AMOR,( DEL LIBRO FÁBULA DE EQUIS Y ZEDA)
Góngora 1927
Era el mes que aplicaba sus teorías
cada vez que un amor nacía en torno
cediendo dócil peso y calorías
cuándo por caridad ya para adorno
en beneficio de esos amadores
que hurtan siempre relámpagos y flores
Ella llevaba por vestido combo
un proyecto de arcángel en relieve
Del hombro al pie su línea exacta un rombo
que a armonizar con el clavel se atreve
A su paso en dos lunas o en dos frutos
se abrían los espacios absolutos
Amor amor obesidad hermana
soplo de fuelle hasta abombar las horas
y encontrarse al salir una mañana
que Dios es Dios sin colaboradoras
y que es azul la mano del grumete
-amor amor amor- de seis a siete
Así con la mirada en lo improviso
barajando en la mano alas remotas
iba el galán ladrándole el aviso
de plumas blancas casi gaviotas
por las calles que huelen a pintura
siempre buscando a ella en cuadratura
Y vedla aquí equipando en jabón tierno
globos que nunca han visto las espumas
vedla extrayendo de su propio invierno
la nieve en tiras la pasión en sumas
y en margaritas que pacerá el chivo
su porvenir listado en subjuntivo
Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante
«A ti la bella entre las iniciales
la más genuina en tinta verde impresa
a ti imposible y lenta cuando sales
tangente cuando el céfiro regresa
a ti envío mi amada caravana
larga como el amor por la mañana
Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados
si más difícil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas
Luna en el horno tibio de aburridas
bien inflada de un gas que silba apenas
contempla mis rodillas doloridas
así no estallen tus mejillas llenas
contempla y dime si hay otro infortunio
comparable al desdén y al plenilunio
Y tú inicial del más esbelto cuello
que a tu tacto haces sólida la espera
no me abandones no Yo haré un camello
del viento que en tus pechos desaltera
y para perseguir tu fuga en chasis
yo te daré un desierto y un oasis
Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina
Yo peces te traeré -entre crisantemos-
tan diminutos que los dos lloremos
Para ti el fruto de dos suaves nalgas
que al abrirse dan paso a una moneda
Para ti el arrebato de las algas
y el alelí de sálvese el que pueda
y los gusanos de pasar el rato
príncipes del azar en campeonato
Príncipes del azar Así el tecleo
en ritmo y luz de mecanografía
hace olvidar tu nombre y mi deseo
tu nombre que una estrella ama y enfría
Príncipes del azar gusanos leves
para pasar el rato entre las nieves
Pero tú voladora no te obstines
Para cantar de ti dame tu huella
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama»
Y resumiendo el amador su dicho
recogió los suspiros redondeles
y abandonando al humo del capricho
se dejó resbalar por dos rieles
Una sesión de circo se iniciaba
en la constelación decimoctava.
PENULTIMA ESTACION, DEL LIBRO VIACRUCIS
He aquí helados, cristalinos,
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores.
¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?
¿Quién apuró su buril
en el prodigio desnudo?
Yo, Madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.
ROMANCE DEL DUERO (DEL LIBRO SORIA)
Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja;
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
VALLE INCLÁN (DEL LIBRO ANGELES DE COMPOSTELA)
Este gran Don Ramón que fuera ¿cuántas cosas?
Barbas de chivo, apóstol manco,
barquero de la Estigia, Bradomín de las rosas,
es ya un fantasma blanco, blanco.
Lo era ya casi en sus postreros días
de destierro en la Tierra.
Yo me acordaba alguna vez de Elías
y de Amandís Sin tiempo que por Bretaña yerra.
(Concavidad de siglos, un día de esperpento.
Vida y muerte, un compartimento.)
Porque hora es ya que Valle Inclán se aduene
de su pazo ultratumba de Barbanza,
y sobre el hombro mútil una la le pergeñe
el ángel de la binaventuranza.
Pues ya a su Compostela de humo se restituye,
a su Roma ecuestre regresa.
Su única mano que en la Lira influye
arpegios de sus barbas mesa.
Abridle una academia de sutiles dialectos,
puesto que allí el latín se parla santo y niño.
Repetidle, engañadle sus lienzos predilectos,
San Miguel in Excelsis, Trastevere, Trasmiño.
Para él una carroza que en baches no repare
ni en melindres de estrellas, y el auriga la orden;
“Un giro per il Pincio prima di ritornare
all’albergo”, y que en la esclavina el Zodiaco le borden.
Y así, blanco fantasma, con el salvoconducto
y sello del señor Santiago,
vuela por todo el arco del celeste acueducto,
chancea con el Torvo o falaga al Endriago.
Su humildad tan frágil, asombro de las mieses,
entre postrimerías se litigia y parcela.
Sus barbas y cabellos, ceniza hace unos meses,
no hay prodigio arácnido, espumas de la estela
patache caracol de ángeles coruñeses –
que guía – Vía Láctea – a Compostela.
AZUCENAS EN CAMISA (DEL LIBRO POEMAS ADREDE)
A Fernando Villalón
Venid a oír de rosas y azucenas
la alborotada esbelta risa
Venid a ver las rosas sin cadenas
las azucenas en camisa
Venid las amazonas del instinto
los caballeros sin espuelas
aquí al jardín injerto en laberinto
de girasoles y de bielas
Una música en níquel sustentada
cabellos curvos peina urgente
y hay sólo una mejilla acelerada
y una oropéndola que miente
Agria sazón la del febril minuto
todo picado de favores
cuando al jazmín le recomienda el luto
un ruiseñor de ruiseñores
Cuando el que vuelve de silbar a solas
el vals de «Ya no más Me muero»
comienza a perseguir por las corolas
la certidumbre del sombrero
No amigos míos Vuelva la armonía
y el bienestar de los claveles
Mi corazón amigos fue algún día
tierno galope de corceles
Quiero vivir La vida es nuevo estilo
grifo de amor grifo de llanto
Girafa del vivir Tu cuello en vilo
yo te estimulo y te levanto
Pasad jinetes leves de la aurora
hacia un oeste de violetas
Lejos de mí la trompa engañadora
y al ralantí vuestras corvetas
Toman las nubes a extremar sus bordes
más cada día decisivos
Y a su contacto puéblense de acordes
los dulces nervios electivos
Rozan mis manos dádivas agudas
lunas calientes y dichosas
Sabed que desde hoy andan desnudas
las azucenas y las rosas.
Te recomendamos ver el programa de televisión.
