DELMIRA AGUSTINI
BIOGRAFÍA
Delmira Agustini nació en Montevideo, Uruguay el 24 de octubre de 1886. Hija de Santiago Agustini y María Murtfeldt, de familia burguesa, fue educada en el hogar recibiendo clases de francés, música y pintura con profesores particulares. A los cinco años sabía leer y escribir correctamente. Con gran sensibilidad e inteligencia, ya componía versos a los diez años y tocaba el piano. Prefería pasar tiempo en actividades intelectuales y artísticas, llegando a calificar a las reuniones sociales como frívolas. A partir de 1902, a los dieciséis años, empezó a publicar sus primeros poemas y relatos en conocidas revistas de entonces, como Rojo y Blanco, la alborada, La Pètite Révue, Apolo (dirigida por el poeta Manuel Pérez y Curis)
En 1903 comenzó a colaborar en la sección de una revista que ella llamó La legión etérea, donde firmaba con el sinónimo de Joujou y que hablaba de mujeres de la burguesía de Montevideo que sobresalían en lo cultural y/o social. Entre todas destaca a la poeta María Eugenia Vaz Ferreira. Su primer poemario lo publica en 1908, titulado “El libro Blanco”. Tras esta publicación, a Delmira se la considera ya una poetisa consagrada, de talento reconocido y también máxima exponente del simbolismo en América Latina. Está prologado El libro Blanco por Manuel Medina de Betancourt (escritor uruguayo). A partir de entonces empieza a establecer amistad con algunas de las figuras intelectuales más sobresalientes de la época, casi todas mayores que ella: el ya mencionado Manuel Medina Betancourt, Alberto Zum Felde, Roberto de las Carreras, Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig, Samuel Blixen (editor del semanario cultural Rojo y Blanco), entre otros. La correspondencia que establece con algunos de ellos se caracteriza por la hiperbólica admiración -propia de la retórica modernista- con que es elogiada tanto su poesía como su persona. Su casa es visitada por varios escritores atraídos por su talento. Delmira Agustini fue amiga de Vaz Ferreira, gran poetisa uruguaya, nombrada por Gabriela Mistral en el encuentro de las tres grandes américas en el año 1938 en Montevideo Carlos Vaz Ferreira diría que fue un abogado, filósofo, profesor, escritor y rector uruguayo le escribe: Entre los caracteres sorprendentes de su libro,tal vez lo sea más que todo,este :”que usted nó imita,en absoluto”. Quizá como lo hace naturalmente no sepa usted misma lo que significa no imitar a nada ni a nadie en un primer libro puede medirlo pensando que hasta escritores de la fuerza y altura de Rubén Darío empezaron por ser y durante no muy corto tiempo, imitadores.
En 1910 publica su segundo libro: “Cantos de la mañana”, prologado por el escritor uruguayo Manuel Pérez y Curis, donde para entonces su prestigio de poeta era un hecho. Comenzaban a emerger las primeras ruinas del Modernismo y Ruben Darío la admiraba, ya que había traído aires renovadores al legado de la poesía escrita en Hispanoamérica de 1880. Llega a conocer a Rubén Darío en 1912 en Montevideo. Estaba acompañado de su amigo Manuel Ugarte. Es entonces cuando Delmira y Ugarte, escritor, diplomático y político argentino, once años mayor que ella, llegan a conocerse personalmente, relación que va a ser muy importante para Delmira Agustini. Continúa con la correspondencia también con Ruben Darío.
Carlos Vaz de Ferreira (abogado, filósofo, profesor, escritor y rector uruguayo) le escribe: «No debiera ser capaz, no precisamente de escribir, sino de “entender” su libro. Cómo ha llegado usted, sea a saber, sea a sentir lo que ha puesto en ciertas poesías suyas.». Como vemos, confunde las experiencias del escritor con su escritura. La poesía no brota necesariamente de la experiencia, sino que es transformación de la materia prima y un ejercicio constante de lectura y escritura.
En 1913, con un tono marcadamente erótico, publicó “Los cálices vacíos”. Hablaba del cuerpo, el deseo y la sexualidad sin prejuicios. Era una voz arriesgada, de forma que sus textos provocaron en la época de Delmira Agustini un escándalo social. Su temática erótica no encajaba con los estereotipos femeninos, donde era impropio que la mujer fuera sujeto de deseo. No se adscribía a los estereotipos femeninos de la época, sobretodo de una joven soltera. Fue criticada e intentaron neutralizar su voz por esta condición. Delmira fue una visionaria y consiguió dejar atrás las máscaras modernistas románticas y el recato, expresándose en libertad. Había iniciado un nuevo recorrido en la poesía, donde la retórica modernista iba dejando paso al lenguaje erótico, el deseo femenino, subvierte imágenes y el concepto de la tradición modernista para hablar de sus experiencias como mujer, que chocó con la tradición del época, por la que la joven poeta fue blanco de murmuraciones, pero no evitó que se generara una escuela de voces femeninas que retomaron su legado. El ambiente de Montevideo en aquella época estaba sujeto a grandes contrastes. Por un lado era puritano y conservador en la sexualidad y la diferencia de sexo y por otro era libertario y progresista. En la época de los gobiernos de Battle y Ordóñez de 1903 a 1907 y de 1911 a 1915 se llevaron reformas como la primera ley de divorcio del continente, en 1907 y la creación en 1912 de la universidad de mujeres.
En una nota al lector de “los cálices vacíos” Delmira Agustini indica que prepara un poemario que llamará Los astros del abismo y considera que será la cúpula de su obra. Son poemas más oscuros y barrocos, publicados posteriormente en la edición de Obras completas en 1924 con el título El rosario de Eros. El libro abre con un «Pórtico» de Rubén Darío alabando su poesía: «De todas cuantas mujeres hoy escriben verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, a veces lirio por lo blanco. Y es la primera vez que en la lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de la verdad de su inocencia y de sus amor, a no ser Santa Teresa En su exaltación divina. Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espírit como hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de lengua española. Sinceridad, encanto y fantasía, he allí las cualidades de esta deliciosa musa. Cambiando la grase de Shakespeare, podría decirse “what is a woman”, pues por ser muy mujer, dice cosas exquisitas que nunca se han dicho. Sean con ella la gloria, el amor y la felicidad.” La relación de la poetisa uruguaya con el malditismo decadentista ha sido un lugar común en la crítica. En “los cantos de la mañana” hace huella la melancolía y en “Los cálices vacíos” también lo siniestro, según tesis posteriores, aproximando con la cualidad de lo siniestro, definida por Sigmund Freud, a la vanguardia. El hálito de lo decadente y maldito se apodera de la poética de Delmira, como en el poema “la siembra” (poema la siembra leer). Delmira Agustini desarrolló también en su obra el goticismo, un estilo de literatura popular que floreció en Inglaterra a finales del siglo XVIII. Surgió como reacción estética a la Ilustración, que defendía que la Humanidad sólo podía alcanzar la felicidad mediante el uso de la razón y el domino de la pasión. A través del goticismo se satisfacían la fascinación sentimental hacia la muerte y la decadencia, y también una vía de dramatización de los peligros de la condición de mujer en un mundo de hombres. Incluye Delmira en su obra símbolos de narraciones de terror como el vampiro . (poema vampiro leer) Se reconoce en su condición femenina y asume la identidad de una mujer fatal que se deleita con el dolor e incluso con la muerte de su interlocutor amoroso a quien «corta en pedacitos, decapita, engulle y deglute» Recibe infuencias de sus lecturas de los clásicos griegos, de Hoffmann, Baudelaire… leer FIERA DE AMOR. Recurre en su obra al mito de Salomé, mediante el cual se relata la pasión obsesiva de Salomé por Juan el bautista. Ella intenta seducirlo, y Bautista lo rechaza, llamándola hija de Sodoma y pide a Herodes la cabeza de Juan Bautista en una bandeja de plata, vengándose así de él. Miguel Unamuno, con el que mantenía correspondencia, llegaría a ppreguntarle: ¿Y esa extraña obsesión que tiene usted de tener entre las manos una veces la cabeza muerta del amado, otras veces la de Dios? […] Engastada en mis manos fulguraba como extraña presea tu cabeza… ¡Y vuelve la misma obsesión! En su vida personal se casó con Enrique Job Reyes, un joven comerciante al que conoció en el año 1908. Uno de los testigos de su casamiento fue Manuel Ugarte. E 14 de agosto de 1913 y a menos de dos meses, se separó de Reyes. Interpone una demanda de divorcio alegando hechos graves que imposibilitan cualquier reconciliación con él. También se refiere a amenazas sufridas posteriormente a la separación. Indica también de él que no podía tolerar “tanta vulgaridad”.Job Reyes solía llamarla “atorranta”, pues se pasaba horas leyendo y escribiendo. Solía decir que, una vez casados, se encargaría de ver que abandonara la escritura. Reyes no pudo soportar que Delmira no sólo lo abandonara, sino que además inaugurara la ley de divorcio en el Uruguay. El caso tuvo una enorme repercusión debido a que con ello se sentaba un precedente en el continente y a que quien solicitaba el divorcio era una célebre autora de versos eróticos.
Hubo voces de poetas que señalaron que Agustini ya estaba enamorada de Manuel Ugarte. La cuestión es que Delmira continuó carteándose con Ugarte tras su separación pero esta vez con un tinte más erótico. Llegó a confesarle por carta: “Piense usted que esas dos palabras que yo pude en conciencia decirle el otro día de conocerlo, han debido ahogarse en mis labios ya que no en mi alma. Para ser absolutamente sincera yo debí decirlas; yo debí decirle que usted hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi absurda luna de miel. Lo que pudo ser a la larga una novela humorística, se convirtió en tragedia. Lo que yo sufrí aquella noche no podré decírselo nunca. Entré a la sala como a un sepulcro sin más consuelo que el de pensar que lo vería. Mientras me vestían pregunté no sé cuántas veces si había llegado. Podría contarle todos mis gestos de aquella noche. La única mirada consciente que tuve, el único saludo inoportuno que inicié fueron para usted. Tuve un relámpago de felicidad. Me pareció un momento que usted me miraba y me comprendía. Que su espíritu estaba bien cerca del mío entre toda aquella gente molesta. Después, entre besos y saludos, lo único que yo esperaba era su mano. Lo único que yo deseaba era tenerle cerca un momento. El momento del retrato. Y después sufrir, sufrir hasta que me despedí de usted. Y después sufrir más, sufrir lo indecible… “
En una correspondencia Ugarte le escribe: «Será vanidad o misterioso presentimiento, pero siempre he pensado que la serpiente ondularía mejor si yo la acariciara. No sea orgullosa y estrechémonos otra vez las manos fuertemente y déjeme que me acerque bien a usted, que la haga crujir apretándola contra mi cuerpo y que ponga al fin en su boca, largo, culpable, inextinguible, el primer beso que siempre nos hemos ofrecido». Ella le responde: «Todavía me dura la embriaguez deliciosa de su última carta. ¿Y si le dijera que hoy sufro escribiéndole? Me da miedo de parecer decirle demasiado y siento que todo lo que le diga me parecerá poco. Sin embargo, el deseo intenso, hasta doloroso, de volver a ver su letra, lo vence todo.». Cuando tras la separacion con su marido regresó a casa de sus padres, sólo traía por equipaje un libro de Ugarte “la novela de las horas y los días” En las cartas de Delmira a su por entonces marido Enrique Job Reyes sobresalen una jerga infantil y algunas frases terriblemente caprichosas, muy diferentes al tono apasionado y al estilo más literario de las cartas que envía a Manuel Ugarte. Según André Badot, Reyes estaba tremendamente afectado: acosaba a la poeta incesantemente escribiéndole cartas, golpeando su ventana, suplicándole con amenazas. Durante el proceso de divorcio Delmira siguió viéndose con su marido de manera regular (unas dos y tres veces por semana), manteniendo relaciones sexuales a escondidas de sus familiares en un apartamento del centro alquilado por su exmarido tras la separación. Unas voces decían que Delmira perpetuó la intimidad con la esperanza de que el trámite de divorcio no se viera obstaculizado, pero también otras voces señalaban que era una forma de convertir a su esposo en su amante. La disolución del matrimonio fue el 5 de junio de 1914 y el 6 de julio, en la tarde, él la citó en el apartamento y le disparó dos veces en la cabeza y luego él se suicidó. La habitación estaba repleta de fotografías, pinturas y otros objetos de Delmira.De acuerdo a cartas escritas a un amigo y a su madre, Reyes llevaba meses contemplando el suicidio Ella tenía 27 años, él tenía 28, ambos de familias acomodadas, por lo que los periódicos llenaron sus páginas con reseñas sensacionalistas. Ciertamente, la forma en que murió ha originado un mito en torno a la figura de la poeta que pervive hasta el día de hoy. Después de su muerte se publicó El rosario de Eros en 1924, los astros del abismo en 1924 y correspondencia íntima, en 1968
Formó parte de la generación de 1900, junto con prestigiosos poetas, como Leopoldo Lugones y Rubén Darío.
En 1940 el Ministerio de Educación de Montevideo hizo una edición de las poesías de Agustini, que llamó edición oficial y que reproducía en un tomo la edición que había hecho la familia; ésta se retiró por la cantidad de erratas e inconsistencias de la misma. Alberto Zum Felde (crítico, historiador y ensayista uruguayo ) preparó una edición de Poesías completas (Buenos Aires: Losada, 1944); en la misma hacía una selección de los poemas que Agustini dejó inéditos . Posteriormente Manuel Alvar ( filólogo, dialectólogo y catedrático español) publicó una edición de Poesías completas (Barcelona: Labor, 1971) en la que se hace una minuciosa labor de las variantes de los versos en ediciones anteriores, pero dejó fuera poemas inéditos de Agustini.
Alfonsina Storni le dedica estas palabra: “Silenciada en plena primavera, solo nos queda aferrarnos a los libros de Delmira, y mirar admirados esa vitalidad profunda, esa carne inquietada por la sed del espíritu, este caer y levantarse continuo, esta feroz femineidad avasallante, que al hizo producir una nueva poesía, desconocida, candente, porque es la expresión viva de un talento excepcional, suerte de llamarada ardiente que se levantó como un volcán de este suelo, iluminó el cielo americano, se corrió hacia España y levantó en el mundo de habla castellana un rumor de admiración, de aplauso, de consagración. Nunca la amaremos bastante.” El crítico Zum Felde asegura que no puede juzgarse la obra de Delmira “sólo desde la perspectiva erótica, ya que su pasión y expresión del erotismo es subliminal, es, en definitiva, una «amante onírica». La ciudad de Montevideo cuenta con un espacio memorial , una obra el artista Martín Sastre inaugurado en 2014 en la calle Andes 1206, en el lugar donde fue asesinada por su exmarido, en memoria a los 100 años de su desaparición.
BIBLIOGRAFÍA
Centro Virtual Cervantes
Homenaje a Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914) Escuela Española
Wikipedia
Ecured
Poesías completas Delmira Agustini, edición de Magdalena García Pinto, CATEDRA Letras Hispánicas.
POEMAS
¡POESÍA!
¡Poesía inmortal, cantarte anhelo!
¡Mas mil esfuerzos he de hacer en vano!
¿Acaso puede el esplendente cielo
subir altivo el infeliz gusano?
Tú eres la sirena misteriosa
que atrae con su voz al navegante,
¡Eres la estrella blanca y luminosa!
¡El torrente espumoso y palpitante!
Eres la brisa perfumada y suave
que juguetea en el vergel florido,
¡Eres la inquieta y trinadora ave
que en el verde naranjo cuelga el nido!
Eres la onda de imperial grandeza
que altiva rueda vomitando espuma,
¡Eres el cisne de sin par belleza
que surca el lodo sin manchar su pluma!
Eres la flor que al despuntar la aurora
entreabre el cáliz de perfume lleno,
¡Una perla blanquísima que mora
del mar del alma en el profundo seno!
¿Y yo quién soy, que en mi delirio anhelo
alzar mi voz para ensalzar tus galas?
¡Un gusano que anhela ir hasta el cielo!
¡Que pretende volar sin tener alas!
¡ARTISTAS!
Para M. E. Vaz Ferreira
Cuando el nimbo de la gloria resplandece en vuestras frentes,
veis que en pos de vuestros paso van dos sombras que inclementes
sin desmayos ni fatigas os persiguen con afán;
son la envida y la calumnia, dos hermanas maldecidas,
siempre juntas van y vienen por la fiebre consumidas ,
impotentes y orgullosas – son dos sierpes venenosas
cuya mísera ponzoña sólo a ellas causa mal.
Alevosas y siniestras cuando tratan de atacaros;
temerosas de la lumbre, siempre buscan el misterio.
Mas, burlaos de sus iraas; ¡nada pueden! El artista
tiene un arma irresistible para ellas: ¡el desprecio!
REBELION
(de El libro Blanco 1908)
La rima es el tirano empurpurado,
es el estigma del esclavo, el grillo
que acongoja la marcha de la Idea.
¡No aleguéis que sea de oro! ¡El Pensamiento
no se esclaviza a un vil cascabeleo!
Ha de ser libre de escalar las cumbres
entero como un dios, la crin revuelta,
la frente al sol, al viento. ¿Acaso importa
que adorne el ala lo que oprime el vuelo?
¡Él es por sí, por su divina esencia,
música, luz, color, fuerza, belleza!
¿A qué el carmín, los perfumados pomos?…
¿Por qué ceñir sus manos enguantadas
a herir teclados y brindar bombones
si libres pueden cosechar estrellas,
desviar montañas, empuñar los rayos?
¡Si la cruz de sus brazos redentores
abarca el mundo y acaricia el cielo!
Y la Belleza sufre y se subleva…
¡Si es herir a la diosa en pleno pecho
mermar el torso divinal de Apolo
para ajustarlo a ínfima librea!
Para morir como su ley impone
¡El mar no quiere diques, quiere playas!
Así la Idea cuando surca el verso
quiere al final de la ardua galería,
más que una puerta de cristal o de oro,
la pampa abierta que le grita « ¡Libre!»
EL ARTE
(de El libro Blanco 1908)
Rara simiente de color de fuego
germinó en una hora bendecida
a la sombra del árbol de la vida
Nació trémulo y triste como un ruego.
Como oriflama victorioso luego
yergue triunfal la pompa florecida,
y se puebla de alondra – un día anida
entre sus frondas, misterioso y ciego
un pájaro que canta como un dios
y arrastra la miseria en su plumaje –
con las alondras viene a su follaje
de alimañas sin fin la acometida,
y él vence y sigue de la Estrella en pos…
hoy es sombra del árbol de la vida.
AL VUELO
(de El libro Blanco 1908)
La forma es un pretexto, el alma todo!
La esencia es alma. – ¿Comprendéis mi norma?
Forma es materia, la materia lodo,
la esencia vida ¡ Desdeñad la forma!
Entre las flores preferid la agreste.
Más que al celaje que en la tarde rubia
es arabesco del dosel celeste,
amad la nube que revienta en lluvia!
Amad la alondra abriendo melodioso
como abanico de cristal su arpegio,
más que al faisán – el ave sol – pomposo
y empurpurado , del penacho regio!
Frente a la Venus clásica de Milo
sueño una estatua de mujer muy fea
oponiendo al desnudo de la dea
luz de virtudes y montañas de hilo!
Nunca os atraiga el brillo del diamante
más que la luz sangrienta de la llama
Esta es vida, calor, pasión vibrante
aquélla helado resplandor de escama!
Nada os importe el vaso, su alma sea
licor insigne, transparente, sano:
como una plama señorial la Idea
nace en el centro mismo del pantano!
Yo he visto en sueños, lívidos de afanes
Entre una bulla espiritual, burlesca
pasar mudos, confusos los Cristianes
ante ciranos de nariz grotesca!
Y no es hechice la pomposa palma
oferta a huecos tirunfos de apariencia,
eternamente componed el alma
ante el espejo leal de la conciencia!
Y si en la vida estáis, sed de la vida!
Que, tras el brillo de un ensueño insano,
pudiera un día vuestra fe perdida,
mirando al cielo entrar en el pantano!
Desdeñad la apariencia, la falsía,
la gala triste del defecto erguido:
Menos tendréis que descubrir un día
ante el Supremo Tribunal Temido!
NARDOS
(de El libro Blanco 1908)
En la sala medrosa
entró la noche y me encontró soñando.
En el vaso chinesco, sobre el piano
como un gran horizonte misterioso,
el haz de esbeltas flores opalinas
da su perfume; un cálido perfume
que surge ardiente de las suaves ceras
florales, tal la llama de los cirios.
Blandamante yo entorno
los ojos y abandónome a sus ondas
como un náufrago al juicio de los mares.
De las flores me llegan dos perfumes
flotando en el cansancio de la hora,
uno que es mirra y miel de los sentidos
y otro grave y profundo que entra al alma,
abierta toda, como se entra al templo.
Y me parece que en la sombra vaga
surgir los veo de las flores pálidas,
y tienen bellas formas, raras formas…
Uno es un mago ardiente de oro y púrpuras,
otro una monja de color de cera
como un gran cirio erguida,
y con dos manos afiladas, lívidas,
que me abren amplias puertas ignoradas
Que yo cruzo temblando.
Muchas cosas me cuentan, muchas cosas,
las flores de ópalo en su extraña lengua;
cosas tan raras y hondas, tan difusas
en el fondo de sombras de la sala,
que he llegado a pensarme un gran vidente
que leyera en la calma de las cosas
formidables secretos de la vida !
¡ Oh flores, me embriagáis y sois tan blancas !
Tan blancas que alumbráis y yo os contemplo
como el sello de Dios en las tinieblas.
¡ Oh flores, hablad mucho! Acá en la sombra
Vuestras voces me llegan
como á través del muro inderrocable
que separa la Muerte de la Vida.
Siento venir el sueño.
Vuestro perfume en sus calladas ondas,
como á un rey oriental que navegara
majestuoso de imperio y de pereza
en su barca pomposa, á mí le trae!
Oh flores, hablad más, habladme mucho !
Vuestra voz no es tan clara. Decid, flores,
en la muerte invariable de esa estatua
¿ No hay una extraña vida ? Decid, flores,
las tinieblas no son una compacta
procesión de mujeres enlutadas
marchando hacia la luz ? Decidme flores,
que sabéis del misterio de la vida…
De la inmensa leyenda del Calvario…
Que del vuelo supremo de las almas?…
Las cavernas del sueño: decid, flores,
¿No serán…el oasis…de la vida?
¡VIDA!
del libro Cantos de la mañana 1910)
A ti vengo en mis horas de sed como a una fuente
límpida, fresca, mansa, colosal…
y las punzantes sierpes de fuego mueren siempre
en la corriente blanda y poderosa.
Vengo a ti en mi cansancio, como al umbroso bosque
en cuyos terciopelos profundos la fatiga
se aduerme dulcemente, con música de brisas,
de pájaros y aguas…
y del umbroso bosque salgo siempre radiante
y despierta como un amanecer.
Vengo a ti en mis heridas, como al vaso de bálsamos
en que el dolor se embriaga hasta morir de olvido…
Y llevo
selladas mis heridas como las bocas muertas,
y por tus buenas manos vendadas de delicias.
Cuando el frío me ciñe doloroso sudario,
lívida vengo a ti,
como al rincón dorado del hogar,
¡como al Hogar universal del Sol!…
Y vuelvo toda en rosas como una primavera,
arropada en tu fuego.
A ti vengo en mi orgullo
como a la torre dúctil,
como a la torre única
¡que me izará sobre las cosas todas!
¡Sobre la cumbre misma,
arriscada y creciente,
de mi eterno capricho!
Para mi vida hambrienta
¡eres la presa única!
¡Eres la presa eterna!
El olor de tu sangre,
el color de tu sangre
flamean en los picos ávidos de mis águilas.
Vengo a ti en mi deseo
como en mil devorantes abismos, toda abierta
el alma incontenible…
¡Y me lo ofreces todo!…
Los mares misteriosos florecidos en mundos,
los cielos misteriosos florecidos en astros,
¡los astros y los mundos!
…Y las constelaciones de espíritus suspensas
entre mundos y astros…
…Y los sueños que viven más allá de los astros,
más acá de los mundos…
¿Cómo dejarte? -¡Vida!-
cómo salir del dulce corazón
hospitalario y pródigo
como una patria fértil?…
Si para mí la tierra,
si para mí el espacio,
¡todos! ¡son los que abarca
el horizonte puro de tus brazos!…
¡Si para mí tu más allá es la Muerte,
sencillamente, prodigiosamente!…
LAS ALAS
(del libro Cantos de la mañana 1910)
Yo tenía…
dos alas!…
Dos alas,
que del Azur vivían como dos siderales
raíces!…
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la muerte
y la ilusión. Dos alas,
fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
como dos firmamentos
con tormentas, con calmas y con astros…
¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?…
El áureo campaneo
del ritmo; el inefable
matiz, atesorando
el iris todo, más un iris nuevo
ofuscante y divino,
que adoraran las plenas pupilas del Futuro,
( las pupilas maduras a toda luz! )… El vuelo…
El vuelo eterno, devorante y único,
que largo tiempo atormentó los cielos,
despertó soles, bólidos, tormentas:
abrillantó los rayos y los astros
¿y la amplitud? : tenían
calor y sombra para todo el Mundo,
y hasta incubar un “más allá” pudieron.
Un día, raramente
desmayada a la tierra,
Yo me dormí en las felpas profundas de este bosque…
Soñé divinas cosas…
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme…
¡Y no siento mis alas!…
¿Mis alas?…
Yo las vi deshacerse entre mis brazos…
¡Era como un deshielo!
SIEMBRA
(del libro Cantos de la mañana 1910)
Un campo muy vasto de ensueño y milagro.
La tierras labradas soñando simiente
y súbito un hombre de olímpica frente
que emperla los surcos de ardientes rubíes.
-¿Qué siembras?- le digo – delira tu mente?
-Mi sangre que es lumbre…¡mi sangre!- contesta-
verás algún día la mágica fiesta
de luz de mis campos; si quieres, hoy, ríe!
-Reír?eso nunca ¡ respeto lo ignoto!
Me apiada la angustia grabada en tu cara
la angustia que implica tu siembra, tan rara!
Verás algún día mis campos en flor!
Hoy mira mi herida- mostrome su pecho
y en él una boca sangrienta – hoy repara
en mí la congoja de un cuerpo de deshecho:
Mañana a tus ojos seré como un dios!
Tal vez, tal vez…dije – Seguro, seguro!
Selene hoy esboza su rostro de cera,
tres veces que nazca, tres veces que muera
y cuelvo a mis campos tu brillo de aurora!
Pasaron tres lunas, tres lunas de plata- ,
tres lunas de hierro! Soñaba en mi esper.-
Del hombre que hiciera la siembra escarlata
marché hacia la extraña, magnífica flora.
Hay hondas visiones, visiones que hielan,
visiones que amargan por toda una vida! –
la luz anunciada, la luz bendecida
llenando los campos en forma de flor!
Y…en medio…un cadáver…crispadas las manos
-Murieron ahondando la trágica herida –
y en todo una nube de extraños gusanos
babeando rastreros el sacro fulgor!
EL VAMPIRO
(del libro Cantos de la mañana 1910)
En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor… Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,
Bajaron…y callaste… Pareciste
Oír pasar la Muerte… Yo que abriera
Tu herida mordí en ella -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera!
Y exprimí más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita
Tendí a esa fuente abierta en tu quebranto.
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie oscura
Que come llagas y que bebe el llanto?
FIERA DE AMOR, YO SUFRO HAMBRE DE CORAZONES…
(del libro cálices vacíos 1913)
Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones
de palomos, de buitres, de corzos o leones,
no hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor,
había ya estragado mis garras y mi instinto,
cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto,
me deslumbró una estatua de antiguo emperador.
Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi deseo como fulmínea hiedra
hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al imposible corazón… la escultura
su gloria custodiaba serenísima y pura,
con la frente en Mañana y la planta en Ayer.
Perenne mi deseo, en el tronco de piedra
ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
y desde entonces muerdo soñando un corazón
de estatua, presa suma para mi garra bella;
no es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre, sin calor y sin palpitación…
¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!
NOCTURNO
(del libro cálices vacíos 1913)
Fuera, la noche en veste de tragedia solloza
Como una enorme viuda pegada a mis cristales.
Mi cuarto:…
Por un bello milagro de la luz y del fuego
Mi cuarto es una gruta de oro y gemas raras:
Tiene un musgo tan suave, tan hondo de tapices,
Y es tan vívida y cálida, tan dulce que me creo
Dentro de un corazón…
Mi lecho que está en blanco es blanco y vaporoso
Como flor de inocencia,
Como espuma de vicio!
Esta noche hace insomnio;
Hay noches negras, negras, que llevan en la frente
Una rosa de sol…
En estas noches negras y claras no se duerme.
Y yo te amo, Invierno!
Yo te imagino viejo,
Yo te imagino sabio,
Con un divino cuerpo de marmól palpitante
Que arrastra como un manto regio el peso del Tiempo…
Invierno, yo te amo y soy la primavera…
Yo sonroso, tú nievas:
Tú porque todo sabes,
Yo porque todo sueño…
…Amémonos por eso!…
Sobre mi lecho en blanco,
Tan blanco y vaporoso como flor de inocencia,
Como espuma de vicio,
Invierno, Invierno, Invierno,
Caigamos en un ramo de rosas y de lirios!
EN TUS OJOS
(del libro cálices vacíos 1913)
¡Ojos a toda luz y a toda sombra!
Heliotropos del Sueño! Plenos ojos
que encandiló el Milagro y que no asombra
jamás la vida… Eléctricos cerrojos
de profundas estancias; claros broches,
broches oscuros, húmedos, temblantes,
para un collar de días y de noches…
Bocas de abismo en labios centelleantes;
natas de amargas mares nunca vistas;
claras medallas; tétricos blasones;
capullos de dos noches imprevistas
y madreperlas de constelaciones…
¿Sabes todas las cosas palpitantes,
inanimadas, claras, tenebrosas,
dulces, horrendas, juntas o distantes,
que pueden ser tus ojos?… ¡Tantas cosas
que se nombraran infinitamente!…
Maravilladas veladoras mías
que en fuego bordan visionariamente
la trama de mis noches y mis días!…
Lagos que son también una corriente…
¡Jardines de los iris! devorados
por dos fuentes que eclipsan los tesoros
sombríos más sombríos, más preciados..
Firmamentos en flor de meteoros;
fondos marinos, cristalinas grutas
donde se encastilló la Maravilla;
faros que apuntan misteriosas rutas…
Caminos temblorosos de una orilla
desconocida; lámparas votivas
que se nutren de espíritus humanos
y que el milagro enciende; gemas vivas
y hoy por gracia divina, ¡siemprevivas!
y en el azur del Arte, ¡astros hermanos!
OTRA ESTIRPE
(del libro cálices vacíos 1913)
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego…
pido a tus manos todopoderosas,
su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!
La eléctrica corola que hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas!
Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril… Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca…
¡Así tendida, soy un surco ardiente,
donde puede nutrirse la simiente,
de otra Estirpe, sublimemente loca!
PARA TUS MANOS
(del libro cálices vacíos 1913)
Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño;
que disteis toda belleza
que toda belleza os dieron;
tan vivas como dos almas,
tan blancas como de muerto,
tan suaves que se diría
acariciar un recuerdo;
vasos de los elixires
los filtros y los venenos;
¡manos que me disteis gloria
manos que me disteis miedo!
Con finos dedos tomasteis
la ardiente flor de mi cuerpo…
Manos que vais enjoyadas
del rubí de mi deseo,
la perla de mi tristeza,
y el diamante de mi beso:
¡llevad a la fosa misma
un pétalo de mi cuerpo!
Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño.
…………………………………………
¿En qué tela de llamas me envolvieron
las arañas de nieve de tus manos?
¡Red de tu alma y de tu carne, lía
mis alas y mis brazos!
Tú me llegaste de un país tan lejos
que a veces pienso si será soñado…
Venías a traerme mi destino,
tal vez desde el Olimpo, en esas manos;
y hoy que tu nave peregrina cruza
no sé que mar al soplo del Acaso,
ellas abren sin fin sobre mi vida,
como un cielo presente aunque lejano,
y de sus palmas armoniosas bajan
noches y días alhajados de astros,
o encapuzados de siniestras nubes
que me apuntan sus rayos…
Ellas me alzaron como un lirio roto
de mi tristeza como de un pantano;
me desvelaron de melancolías,
obturaron las venas de mi llanto,
las corolas de oro de mis lámparas
de insomnio deshojaron,
abrieron deslumbrantes los dormidos
capullos de mis astros,
y gráciles prendieron en mi pecho
la rosa del Encanto.
Mis alas embriagadas de pereza,
con dulzura balsámica peinaron,
les curaron las llagas de la tierra,
y apartando las puertas del Milagro,
con un gesto que hacía un horizonte
una vía de azur me señalaron…
Yo abrí los brazos al tender las alas…
¡quise volar… y desmayé en tus manos!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿En qué tela de fuego me envolvieron
las arañas de nieve de tus manos?
¡Red de tu alma y de tu carne, lía
mis alas y mis brazos!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño;
manos que me disteis gloria,
manos que me disteis miedo!
Llevad a la fosa misma
un pétalo de mi cuerpo…
—¿Contendrán esas manos divinas, invisible,
el doloroso signo de las supremas leyes?…
¡Yo creo que solemnes, dominarán al Tiempo!
¡y dulces, juraría que hechizan a la Muerte!—
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Manos que sois de la Vida!
¡Manos que sois del Ensueño!
¡Manos que me disteis gloria!
¡Manos que me disteis miedo!
MIS AMORES
(del libro Rosario de Eros 1924)
Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas a sol, como maduras…
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
cabezas coronadas de una espina invisible,
cabezas que son rosa, la rosa del ensueño,
cabezas que se doblan en cojines de abismo,
cabezas que quisieran descansar en el cielo,
algunas que no alcanzan a oler a primavera,
y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas…
me duelen como muertos…
¡Ah…! y los ojos…los ojos me duelen más: ¡son dobles..!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas…
de todas esas bocas que florecen mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
con lises de armonía o rosas de silencio,
de todos esos vasos donde bebí la vida,
de todas esos vasos donde la muerte bebo…
El jardín de sus bocas, venenoso, embriagante,
en donde respiraban “sus almas” y “sus cuerpos”.
Humedecido en lágrimas
han rodeado mi lecho…
Y las manos, las manos colmadas de destinos,
secretas y alhajadas de anillos de misterio…
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
manos que están colmadas de la flor del deseo,
manos en que se siente un puñal nunca visto,
manos en que se ve un intangible cetro;
pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.
Con tristeza de almas se doblegan los cuerpos,
sin velos, santamente vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
como invisible abismo se inclinan en mi lecho…
¡Ah, entre todas las manos, yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero por venir de más lejos…
¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: cuerpo a cuerpo.
Tú me dirás que has hecho de mi primer suspiro…
Tú me dirás que has hecho del sueño de aquel beso…
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo…
¡Y me dirás si has muerto…!
Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse
nuestro hijo: el recuerdo.
SERPENTINA
(del libro el Rosario de Eros de 1924)
En mis sueños de amor, ¡yo soy serpiente!
gliso y ondulo como una corriente;
dos píldoras de insomnio y de hipnotismo
son mis ojos; la punta del encanto
es mi lengua… ¡y atraigo con mi llanto!
soy un pomo de abismo.
Mi cuerpo es una cinta de delicia,
glisa y ondula como una caricia…
Y en mis sueños de odio ¡soy serpiente!
mi lengua es una venenosa fuente;
mi testa es la luzbélica diadema,
haz de la muerte, en un fatal soslayo
son mis pupilas; y mi cuerpo en gema
¡es la vaina del rayo!
Si así sueño mi carne, así es mi mente:
un cuerpo largo, largo, de serpiente,
vibrando eterna, ¡voluptuosamente!
Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte
en el carmen fecundo de mi vida.
Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de caricias.
Tus ojos son mis medianoches crueles,
panales negros de malditas mieles
que se desangran en la acerbidad;
crisálida de un vuelo del futuro,
es tu brazo magnífico y oscuro,
torre embrujada de mi soledad.
CUENTAS DE FUEGO
(del libro el Rosario de Eros de 1924)
Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste
-La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido, un diván de delicia.-
Abrir brazos…así todo ser es alado;
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio…más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia que elabora la vida…
Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos…
¡Tú me los des, Dios mío!