
HOMERO MANZI
Poeta del tango
Biografía
Homero Nicolás Manzione nació en Añatuya, Santiago del Estero (Argentina) el 1 de noviembre de 1907. Fue el sexto de ocho hijos de Luis Manzione un discreto hacendado rural que se había afincado en la provincia del noroeste argentino para cultivar algodón y maíz y Ángela Prestera, entrerriana de Concepción del Uruguay.

Cuando tenía 7 años se trasladó con su madre a Buenos Aires y pasó a estar al cuidado de su hermano Luis. Estudió primaria en el Colegio Luppi del barrio de Pompeya y entre éste y el barrio de Boedo, un suburbio de la ciudad que crecía rápidamente por la inmigración, va a transcurrir su vida juvenil y nacerá su familiaridad con la cultura del arrabal porteño, lugares y personajes que plasmará en su obra, amasando su mitología y aristocracia arrabalera muy patentes en algunos de sus tangos como “Sur” y “Barrio de tango”.
En Buenos Aires estableció amistad con Cátulo Castillo, que será otro destacado letrista de tango. Por influencia de Cátulo y sobre todo de su padre José González Castillo, un escritor, director y dramaturgo anarquista, se dedicó a la literatura.

Manzi diría “Tengo dos caminos: ser hombre de letras o hacer letras para los hombres” refiriéndose a su preferencia por el tango y la canción como forma de transmisión de la poesía. Y aunque trabajó la metáfora, incluso la surrealista, optó por formas de expresión más populares. Detalla Aníbal Ford en la biografía Homero Manzi: “El lenguaje mismo que utiliza es insólito en el tango. No sólo elude el lunfardo. Maneja un vocabulario culto, literario: lazarillo, añejos, rocín, parroquiano, portal, bardos”, influido por sus lecturas de Evaristo Carriego y del Jorge Luís Borges ultraísta.
De adolescente se introdujo en el teatro, escribió, dirigió y actuó en producciones locales.
Su primera letra de canciones la escribe en 1922, un vals al que llamó “¿Por qué no me besas?”, grabada por Ignacio Corsini en 1926. Por esa época escribió el tango “Viejo ciego” (1926) que presentó al concurso de la revista “El alma que canta”.
Se licenció como profesor de castellano y Literatura y comenzó a dar clases. El golpe de 1930 lo encontró como profesor de literatura de colegios nacionales y defendiendo la causa yrigoyenista. Por este mismo motivo fue expulsado de la facultad de Derecho a la que ingresó con 19 años y se le impidió ejercer como docente en sus cátedras en los colegios Sarmiento y Moreno.
Visitó a Hipólito Yrigoyen, al que admiró a lo largo de toda su vida y de ese encuentro diría: “Ese día mi asombrada adolescencia realizó la síntesis de su pensamiento nacional, pero no nacionalista; y universal, pero no universalista”.

Yrigoyen fue el primer presidente argentino en ser elegido democráticamente mediante sufragio secreto y obligatorio masculino en 1916, abriendo el periodo de lo que se conoce como “primeras presidencias radicales”, que se irán derrocando sucesivamente hasta 1983 por una serie de golpes de estado para impedir consolidar la democracia en Argentina.
Manzi fue uno de los fundadores de FORJA, Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, una agrupación política argentina que actuaba dentro de la esfera de influencia de la Unión Cívica Radical y que fue creada dos años después de la muerte de Yrigoyen con el fin de mantener su postura política realizando una dura crítica a los gobiernos que asumieron el poder a partir del golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 que se conoció como “la década infame”. FORJA realizaba investigaciones político sociales que se publicaban mediante “cuadernos”, conferencias, debates y actos callejeros. Manzi participó de actos y escribió algunos documentos de la agrupación. Desde la tribuna de FORJA se planta como un pensador nacional y lanza fuertes denuncias contra el proceso de dominación: “Hay que hacer llegar al pueblo todos los dolores concretos para que no continúe nuestra oligarquía usufructuando con la mentira de una prosperidad que sólo se ve en los balances del puerto”.

Tras una breve estancia en la cárcel, Manzi vuelve al barrio y desata su pasión por el tango. Su primer tango se llamó “Memorias a Taborda”. Era un habitual de cafés y milongas donde entabló relación con Enrique Santos Discépolo, Leónidas Barletta, Nicolás Olivari, Roberto Arlt, Anibal Troilo, Lucio Demare, Cátulo Castillo y Sebastián Piana entre muchos otros, con quienes compartió conversaciones o para los que escribió letras. Pronto se convertiría en uno de los poetas, letristas más reconocidos de Argentina como compositor de tangos, valses, candombes y milongas.
Mientras crece su intransigencia política, diversifica sus actividades para poder sobrevivir. Genera una catarata descomunal de proyectos. Ejerce el periodismo, se aboca a la crítica de espectáculos, aborda letras sobre temática rural, construye una relación intensa y fructífera con el cine, particularmente desde las adaptaciones y guiones (Nobleza gaucha, Pampa bárbara, La guerra gaucha), y, como un modo de oposición a las grandes productoras que monopolizan el circuito de cine, crea junto a varios actores Artistas Argentinos Asociados (AAA). Imparable, Manzi trabaja con rapidez, “una mañana, entre llamada y llamada de teléfono, llamó a la sirvienta y le dictó un argumento cinematográfico”, contaría su esposa.

Homero Manzi fue un protagonista clave de la cultura popular de los años 30, 40. Se le puede pensar como una figura integral que peleó por una redefinición de la cultura popular en tiempos de arduas luchas políticas. Durante los años 40 sus letras alcanzan la plenitud y su mayor profundidad poética. Capitanea a un grupo de apellidos de la edad de oro del tango: Discépolo, Expósito, Castillo, Cadícamo y Contursi entre otros. En ese contexto Manzi conoce a Aníbal Troilo y juntos componen el vals Romance de barrio y los tangos, Sur, Barrio de tango, Che, bandoneón y Discepolín que les catapulta como símbolo perfecto del binomio creativo.
Sus letras apelan a la nostalgia por el barrio que se moderniza, a suaves caricias de los personajes perdidos. En los años 40 se mimetizó con la tendencia romántica a la que legó piezas de extraordinario valor. Enrique Santos Discépolo lo definió como “el poeta de las cosas que se fueron”. Se dice que de su romance secreto con Nelly Omar quedan huellas en muchos tangos “Me escribió muchos: Fuimos, Solamente ella, Después, Torrente y otros”, le confesará la cantante y actriz a Horacio Salas en su libro Homero Manzi y su tiempo. Se cree que ella fue la figura inspiradora de Malena.
Siendo uno de los mayores poetas del tango, incluido en la antología de la poesía argentina de Raúl Gustavo Aguirre, gozó de gran popularidad sin renunciar a sus convicciones de poeta. No publicó ningún libro de poesía, pero tampoco se cobijó solo en el tango pues las producciones de su trabajo son extensas e intensas en cuanto dejarán una profunda huella en el pueblo.
En ocasiones, firmó con el seudónimo Arauco que en quichua significa “rebelde” para enfatizar su identidad santiagueña. Con el binomio que compone con Sebastián Piana enriquecen la tradición rural -apegada a la figura del payador- hasta tal punto que la convierten en urbana con tangos excepcionales como “El pescante”, el vals “Esquinas porteñas” y una saga de milongas en cuyo remozamiento y jerarquización fue muy importante su participación, siendo pioneros en la milonga candombe. Algunas de sus creaciones son “Milonga Sentimental”, “Bettinoti”, “Milonga de Puente Alsina”, “Carnavalera”, “Milonga del Novecientos, “Milonga triste” y otras. Carlos Gardel elige y graba Milonga sentimental y Milonga del Novecientos.

Sus tangos han quedado inmortalizados como creaciones universales, “El último organito”, “Ninguna”, “Mañana zarpa un barco”, y ya hemos mencionado “Malena”, “Barrio de tango”, “Discepolín”, “Sur” y “Ché bandoneón”.
Se rodeó de músicos de gran calidad como compañeros de creación: Francisco Pracánico, Pedro Maffia, Lucio Demare, Osvaldo Pugliese, Héctor María Artola, Charlo, Antonio De Bassi, Anibal Troilo y su hijo Acho. Sus amigos lo llamaban “barbeta”.
También fue periodista, libretista, director de cine y guionista y escribió sketches para radio. Destaca su adaptación de la novela de Leopoldo Lugones La guerra gaucha.
Dirigió dos películas “Pobre mi madre querida” en 1948 y “El último payador” de 1950. Escribió multitud de guiones. Y compuso la música de varias películas en las décadas del 30 y 40.

En 1945 FORJA se disuelve para ingresar al peronismo y aunque Manzi en un primer momento retorna al radicalismo, en 1947 se acerca al peronismo lo que motivó su expulsión del radicalismo. Manzi pronunció un discurso por Radio Belgrano en el que dijo “Perón, es el reconductor de la obra inconclusa de Yrigoyen”.
Era un gran aficionado de las carreras de caballos, y una anécdota tragicómica cuenta que Manzi atrasa su última operación porque tiene el dato de una carrera en San Isidro.

Murió en Buenos Aires el 3 de mayo de 1951 a los 43 años de cáncer de hígado. Troilo lloró su muerte con “Responso” un conmovedor tango instrumental. Ambos habían rendido a su vez homenaje a otro poeta del tango Enrique Santos Discépolo después de su muerte con el tango “Discepolín”. Su velatorio aglutinó un vasto elenco de personajes del cine, del tango, de la política, del teatro y del periodismo.
Dicen Horacio Ferrer y Alejandro Saenz Germain que cuando ya su cáncer lo había sentenciado a muerte –y él lo supo- Homero Manzi hizo con esa muerte lo que siempre había hecho con su vida; no lloró, no gritó, no dijo palabras tremendas. Fue a su casa, se miró en el espejo y murmuró: “Pensar que te vas a morir, gordo”. Después acomodó una hoja de papel sobre la mesa. Y con la misma precisión romántica de poeta verdadero con que había pergeñado su primer valsecito, se arrancó este último poema en abril de 1951:
Puedo cerrar los ojos
Lejos de las pequeñas sonrisas que conozco.
Escuchando estos ruidos recién llegados.
Viendo estas caras nuevas.
Como si de pronto los mil lentes de la locura
Me trasladaran a un planeta ignorado.
Estoy lleno de voces y de colores
Que juraron acompañarme hasta la muerte.
Como amantes resignadas
Al breve paso de mi eternidad.
Sé que hay recuerdos que querrán abandonarme
Sólo cuando mi cuerpo hinche un hormiguero sobre la tierra.
Sé que hay lágrimas largamente preparadas para mi ausencia.
Sé que mi nombre sonará en oídos queridos
Con la perfección de una imagen.
Y también sé que a veces dejará de ser un nombre
Y será sólo un par de palabras sin sentido.
Estoy lleno de voces y de colores. Unas veces
Recogidos en el sonambulismo de la marcha.
Otras, inventadas tras mi propia soledad.
Con ello se integra un cortejo final de despedida.
Se cambiarán en lágrimas y palabras piadosas.
Pero hoy, en medio de lo que todavía no he podido amar,
Evoco a los marinos encerrados en las paredes altas de la tormenta;
A los soldados caídos sobre hierbas lejanas;
A los peregrinos que duermen bajo la sombra de árboles innominados;
A los niños que yacen contemplando el yeso de los hospitales
Y a los desesperados, que entregan el último gesto
Frente al paisaje final e instantáneo de la demencia.
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POEMAS
Sur
Tango 1948
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur,
paredón y después…
Sur,
una luz de almacén…
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya…
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé…
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
Barrio de tango
Tango 1942
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,
durmiéndose al costado del terraplén.
Un farol balanceando en la barrera
y el misterio de adiós que siembra el tren.
Un ladrido de perros a la luna.
El amor escondido en un portón.
Y los sapos redoblando en la laguna
y a lo lejos la voz del bandoneón.
Barrio de tango, luna y misterio,
calles lejanas, ¡cómo estarán!
Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
¡qué se habrán hecho, dónde estarán!
Barrio de tango, qué fue de aquella,
Juana, la rubia, que tanto amé.
¡Sabrá que sufro, pensando en ella,
desde la tarde que la dejé!
Barrio de tango, luna y misterio,
¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!
Un coro de silbidos allá en la esquina.
El codillo llenando el almacén.
Y el dramón de la pálida vecina
que ya nunca salió a mirar el tren.
Así evoco tus noches, barrio ‘e tango,
con las chatas entrando al corralón
y la luna chapaleando sobre el fango
y a lo lejos la voz del bandoneón.
Buenos Aires colina chata
Tango
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Sobre una colina chata
Garay trazó cuatro vientos;
por un costado La Pampa,
al otro lado un Riachuelo
y el río contra la espalda
y contra el pecho el desierto
con su horizonte de paja
y su techumbre de cielo.
Garay trazó diez manzanas
sobre un cuadrado perfecto
y el sitio de las campanas
y el lugar de su gobierno
y las casas capitanas
y los tejados modestos
y el ámbito de la plaza
para los grandes recuerdos.
Garay trazó con su espada
la forma de un pueblo nuevo.
¿Cómo era la pampa aquella
sin gauchos y sin cencerros,
sin chinas, ranchos, ni güeyas,
sin boliches ni puesteros?
¿Cómo era entonces La Pampa
sin estancias ni potreros,
sin una sola guitarra,
sin el ladrido de un perro?…
¿Sin un mazo de baraja,
sin el grito de un resero,
sin un fogón y una casa,
sin un mate y sin un cuento?…
Sólo era una pampa pampa,
con un desierto desierto
y su horizonte de paja
y su techumbre de cielo.
Qué raro que se quedaran
los españoles aquellos,
atados a las distancias
clavados a los silencios.
Tal vez porque ya eran otros
distintos de los primeros.
Tal vez porque ya eran criollos
a fuerza de sufrimientos.
Porque llegaron del norte
inaugurando senderos
madurados por los soles
y las lluvias de febrero.
Arrabal
Milonga
Música: Félix Lipesker
Letra: Homero Manzi
Arrabales porteños
de casitas rosadas
donde acuna los sueños
el rasguear de las guitarras.
Donde asoma la higuera
sobre las tapias,
adornando los muros
con sus fantasmas.
Sombra,
telón azul del suburbio
donde se juega el disturbio
cuando un amor se envenena
y al dolor de la traición,
se hace rencor,
rencor y pena.
Sombra,
donde los labios se juran
mientras la noche murmura
con su voz de bandoneón.
Arrabales porteños,
en tus patios abiertos
las estrellas se asoman
y te bañan de silencio.
Y la luna amarilla
siembra misterios
caminando en puntillas
sobre tus techos.
Monedas de poeta
Tango
Música: Joaquín Mora
Letra: Homero Manzi
Quise ahorcarme en la trenza de tu cigarro rubio
cuando desde tus labios cargados de secretos
recordé la cortada por donde iba mi infancia
destrozando la suela de mis zapatos nuevos.
Yo no soy el ideal de tu sabiduría,
mitad galán de cine y mitad pugilista;
soy un poeta moderno que ambula por las calles
evocando sus sueños disconformistas.
Sin embargo te quiero, porque sé que en tu vida
hace falta un muchacho que te cante pavadas,
y que ponga perfume de poeta en la nafta
de tu coche lujoso, de tu coche sin alma;
Un muchacho humilde, sentimental y bueno
que justifique el brillo vano de tus monedas,
comprándote con ellas montones de paisajes,
montones de paisajes y un anillo de piedra.
Que te lleve por todas las calles apartadas,
que te cante tragedias de novios y de celos,
y que al pasar contigo debajo de los árboles
aproveche la sombra para robarte un beso.
Un muchacho que un día, de tonto o de loco,
cuando menos lo pienses salga de tu existencia,
dejándote en un sobre, encima de la mesa,
unas cuantas mentiras… monedas de poeta.
Viejo ciego
Tango 1926
Música: Sebastián Piana / Cátulo Castillo
Letra: Homero Manzi
Con un lazarillo llegás por las noches
trayendo las quejas del viejo violín,
y en medio del humo
parece un fantoche
tu rara silueta
de flaco rocín.
Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
al ir destrenzando tu eterna canción,
ponés en las almas
recuerdos añejos
y un poco de pena mezclás al alcohol.
El día en que se apaguen tus tangos quejumbrosos
tendrá crespones de humo la luz del callejón,
y habrá en los naipes sucios un sello misterioso
y habrá en las almas simples un poco de emoción.
El día en que no se oiga la voz de tu instrumento
cuando dejés los huesos debajo de un portal
los bardos jubilados, sin falso sentimiento
con una “canzonetta” te harán el funeral.
Parecés un verso
del loco Carriego
parecés el alma
del mismo violín.
Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
tan llena de pena, tan lleno de esplín.
Cuando oigo tus notas
me invade el recuerdo
de aquella muchacha
de tiempos atrás.
A ver, viejo ciego,
tocá un tango lerdo
muy lerdo y muy triste
que quiero llorar.
Romance de barrio
Vals 1947
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
Primero la cita lejana de abril,
tu oscuro balcón, tu antiguo jardín.
Más tarde las cartas de pulso febril
mintiendo que no, jurando que sí.
Romance de barrio tu amor y mi amor.
Primero un querer, después un dolor,
por culpas que nunca tuvimos,
por culpas que debimos sufrir los dos.
Hoy vivirás
despreciándome, tal vez sin soñar
que lamento al no poderte tener
el dolor de no saber olvidar.
Hoy estarás
como nunca lejos mío,
lejos de tanto llorar.
Fue porque sí,
que el despecho te cegó como a mí,
sin mirar que en el rencor del adiós
castigabas con crueldad tu corazón.
Fue porque sí
que de pronto no supimos pensar,
que es más fácil renegar y partir
que vivir sin olvidar.
Ceniza del tiempo la cita de abril,
tu oscuro balcón, tu antiguo jardín
las cartas trazadas con mano febril
mintiendo que no, jurando que sí.
Retornan vencidas tu voz y mi voz
trayendo al volver con tonos de horror,
las culpas que nunca tuvimos
las culpas que debimos pagar los dos.
Che bandoneón
Tango 1949
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
El duende de tu son, che bandoneón,
se apiada del dolor de los demás,
y al estrujar tu fueye dormilón
se arrima al corazón que sufre más.
Estercita y Mimí como Ninón,
dejando sus destinos de percal
vistieron al final mortajas de rayón,
al eco funeral de tu canción.
Bandoneón,
hoy es noche de fandango
y puedo confesarte la verdad,
copa a copa, pena a pena, tango a tango,
embalado en la locura
del alcohol y la amargura.
Bandoneón,
para qué nombrarla tanto,
no ves que está de olvido el corazón
y ella vuelve noche a noche como un canto
en las gotas de tu llanto,
¡che bandoneón!
Tu canto es el amor que no se dio
y el cielo que soñamos una vez,
y el fraternal amigo que se hundió
cinchando en la tormenta de un querer.
Y esas ganas tremendas de llorar
que a veces nos inundan sin razón,
y el trago de licor que obliga a recordar
si el alma está en “orsai”, che bandoneón.
Discepolín
Tango
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
Sobre el mármol helado, migas de medialuna
y una mujer absurda que come en un rincón …
Tu musa está sangrando y ella se desayuna …
el alba no perdona ni tiene corazón.
Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca
y del alma manchada con sangre de carmín?
Mejor es que salgamos antes de que amanezca,
antes de que lloremos, ¡viejo Discepolín!…
Conozco de tu largo aburrimiento
y comprendo lo que cuesta ser feliz,
y al son de cada tango te presiento
con tu talento enorme y tu nariz;
con tu lágrima amarga y escondida,
con tu careta pálida de clown,
y con esa sonrisa entristecida
que florece en verso y en canción.
La gente se te arrima con su montón de penas
y tú las acaricias casi con un temblor…
Te duele como propia la cicatriz ajena:
aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor.
La pista se ha poblado al ruido de la orquesta
se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín…
¿No ves que están bailando?
¿No ves que están de fiesta?
Vamos, que todo duele, viejo Discepolín…
Fuimos
Tango 1945
Música: José Dames
Letra: Homero Manzi
Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
en las horas resignadas de tu vida…
Gota de vinagre derramada,
fatalmente derramada, sobre todas tus heridas.
Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
rosa marchitada por la nube que no llueve.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.
¡Vete…!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete…!
No me beses que te estoy llorando
¡Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,
es mejor que mi dolor
quede tirado con tu amor
librado de mi amor final
¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!
Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
por la noche de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado…
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.
Solamente ella
Tango 1944
Música: Lucio Demare
Letra: Homero Manzi
Ella vino una tarde y era triste
fantasma de silencio y de canción,
llegaba desde un mundo que no existe.
Vacío de esperanza el corazón.
Era nube, sin rumbo ni destino,
tenía la ternura del adiós.
Mi paso la siguió por cien caminos
y un día mi fatiga la alcanzó.
Ella,
piel de sombra, voz ausente.
Ella, en mis brazos se durmió.
Juntos, sin saberlo torpemente,
aprendimos duramente
las verdades del amor.
Ella, floreció bajo la luna.
Ella, renació para mi afán.
Juntos, sin angustias, sin reproche,
sin pasado, noche a noche,
aprendimos a soñar.
Sus palabras que estaban ateridas.
Entonces se encendieron de emoción.
Con fuego de mi amor volvió a la vida,
la que era sólo el eco de un adiós.
Ella vino a mi mano en el invierno,
vacío de esperanza el corazón.
Hoy vive entre mis sueños y es eterno
su sueño de mujer y de canción.
Después
Tango 1944
Música: Hugo Gutiérrez
Letra: Homero Manzi
Después …
La luna en sangre y tu emoción,
y el anticipo del final
en un oscuro nubarrón.
Luego …
irremediablemente,
tus ojos tan ausentes
llorando sin dolor.
Y después…
La noche enorme en el cristal,
y tu fatiga de vivir
y mi deseo de luchar.
Luego …
tu piel como de nieve,
y en una ausencia leve
tu pálido final.
Todo retorna del recuerdo:
tu pena y tu silencio,
tu angustia y tu misterio.
Todo se abisma en el pasado:
tu nombre repetido …
tu duda y tu cansancio.
Sombra más fuerte que la muerte,
grito perdido en el olvido,
paso que vuelve del fracaso
canción hecha pedazos
que aún es canción.
Después …
vendrá el olvido o no vendrá
y mentiré para reír
y mentiré para llorar.
Torpe
fantasma del pasado
bailando en el tinglado
tal vez para olvidar.
Y después,
en el silencio de tu voz,
se hará un dolor de soledad
y gritaré para vivir…
como si huyera del recuerdo
en arrepentimiento
para poder morir.
Torrente
Tango 1944
Música: Hugo Gutiérrez
Letra: Homero Manzi
Solloza mi ansiedad…
También mi soledad
quisiera llorar cobardemente.
Angustia de jugar y de repente,
sin querer,
perder el corazón en el torrente.
Se queja nuestro ayer…
Se queja con un tono de abandono
que recuerda con dolor
la noche del adiós…
la noche que encendimos de reproches
y el amor pasó.
Adiós…
la triste y la más gris canción de amor.
Ayer…
el último y fatal ayer final.
Fue mi desprecio, mi desprecio necio.
Fue tu amargura, tu amargura oscura.
Nuestro egoísmo nos lanzó al abismo
y nos vimos de repente en el torrente
más atroz.
Torrente de rencor
brutal y cruel
que ya no ofrece salvación.
Se queja el corazón…
Se queja con razón
al ver lo que quedó de aquel pasado.
Perfume de rosal
rumor callado de cristal
y todo es un nidal abandonado.
Solloza el corazón…
solloza como un niño sin cariño,
sin abrigo ni ilusión.
Y vuelve del adiós
la tarde en que los dos fuimos cobardes
y el amor pasó.
Abandono (Laura)
Tango
Música: Pedro Maffia
Letra: Homero Manzi
Llega el viento del recuerdo aquel
al rincón de mi abandono
y entre el polvo muerto del ayer
también volvió tu querer.
Yo no sé si vivirás feliz
o si el mundo te ha vencido
viviendo sin querer vivir
buscás la paz de morir.
Duda de tu ausencia y de mi culpa
pena de tener que recordar
sueño del pasado que me acusa
manos que no quieren perdonar,
dolor amigo de estar con tu sombra
remordimiento de saberte buena
dolor lejano de oír que te nombran
las voces muertas que se obstinan en volver.
Ya no sueño que retornarás
al fracaso de mi vida
ni tampoco que en tu palpitar
tendré un afán para andar.
Sólo quiero que si estás también
en la cruz del abandono
sepas olvidarme en su perdón…
Total, mirá lo que soy.
Pena de tu ausencia sin retorno
pena de saber que no vendrás,
pena de escuchar en mi abandono
voces que me acusan al llegar.
Dolor amigo de estar con tu sombra
remordimiento de saberte buena
dolor lejano de oír que te nombran
las voces muertas del ayer feliz.
Ninguna
Tango 1942
Música: Raúl Fernández Siro
Letra: Homero Manzi
Esta puerta se abrió para tu paso.
Este piano tembló con tu canción.
Esta mesa, este espejo y estos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
Es tan triste vivir entre recuerdos…
Cansa tanto escuchar ese rumor
de la lluvia sutil que llora el tiempo
sobre aquello que quiso el corazón.
No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz.
Tu piel, magnolia que mojó la luna.
Tu voz, murmullo que entibió el amor.
No habrá ninguna igual, todas murieron
en el momento que dijiste adiós.
Cuando quiero alejarme del pasado,
es inútil… me dice el corazón.
Ese piano, esa mesa y esos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
En un álbum azul están los versos
que tu ausencia cubrió de soledad.
Es la triste ceniza del recuerdo
nada más que ceniza, nada más…
Malena
Tango 1941
Música: Lucio Demare
Letra: Homero Manzi
Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón.
A yuyo del suburbio su voz perfuma,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro de callejón,
o acaso aquel romance que sólo nombra
cuando se pone triste con el alcohol.
Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tu canción
tiene el frío del último encuentro.
Tu canción
se hace amarga en la sal del recuerdo.
Yo no sé
si tu voz es la flor de una pena,
só1o sé que al rumor de tus tangos, Malena,
te siento más buena,
más buena que yo.
Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor,
tus manos dos palomas que sienten frío,
tus venas tienen sangre de bandoneón.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón,
cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena de bandoneón.
El pescante
Tango 1934
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Yunta oscura trotando en la noche.
Latigazo de alarde burlón.
Compadreando de gris sobre el coche
por las piedras de Constitución.
En la zurda amarrada la rienda,
amansó al colorao redomón.
Y, como él, se amansaron cien prendas
bajo el freno de su pretensión.
¡Vamos!…
cargao con sombra y recuerdo.
¡Vamos!…
atravesando el pasado.
¡Vamos!…
al son de tu tranco lerdo
¡Vamos!…
camino al tiempo olvidado.
Vamos por viejas rutinas,
tal vez de una esquina
nos llame René.
Vamos que en sus aventuras
viví una locura
de amor y Suisse.
Tungo flaco tranqueando en la tarde
sin aliento al chirlazo cansao.
Fracasado en su último alarde
bajo el sol de la calle Callao.
Despintado el alón del sombrero
ya ni silba la vieja canción,
pues no quedan ni amor ni viajeros
para el coche de su corazón.
Esquinas porteñas
Vals 1933
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Esquina de barrio porteño
te pintan los muros la luna y el sol.
Te lloran las lluvias de invierno
en las acuarelas de mi evocación.
Treinta lunas conocen mi herida
y cien callecitas nos vieron pasar.
Se cruzaron tu vida y mi vida,
tomaste la senda que no vuelve más.
Calles, donde la vida mansa
perdió las esperanzas,
la pasión y la fe.
Calles, si sé que ya está muerta,
golpeando en cada puerta
por qué la buscaré.
Callecitas, sombreadas de poesía,
nos vieron ir un día
felices los dos.
Compañera del sol y las estrellas,
se fue la tarde aquella
camino de Dios.
Los vientos murmuran mi pena.
Las sombras me dicen que ya se marchó.
Y escrito en las noches serenas
encuentro su nombre como una obsesión.
Esquinita de barrio porteño,
con muros pintados de luna y de sol,
que al llorar con tus lluvias de invierno
manchás el paisaje de mi evocación.
Oro y plata
Milonga 1943
Música: Charlo
Letra: Homero Manzi
Un broche de aguamarina y una esterlina te regaló.
Tu negro, que era muy pobre, no tuvo un cobre para el amor.
Un pardo de ropa fina para tu ruina te convenció.
Yo digo que una mulata, por oro y plata se enamoró.
¡Ay!
Late que late, y el cuero del parche bate
con manos de chocolate, el negro que la perdió;
rueda que rueda, lo mismo que una moneda,
con ropas de tul y seda, la negra que le mintió.
Todos los cueros están doblando,
Pero sus ojos están llorando,
que un pardo de cuello duro
fumando un puro se la llevó.
¡Ay!
Siga que siga,
no sufras ni la maldigas
que el cielo también castiga
la culpa de la ambición.
La manos en la tambora
mientras tu pena, llora que llora.
Yo digo que es un tesoro
de plata y oro tu corazón.
Tu corazón.
Tu corazón.
Un broche y una esterlina
fueron la ruina de una pasión.
Un pardo con diez monedas
forró de seda tu corazón.
La plata siempre es la plata
que hiere y mata sin compasión,
yo digo que una mulata
por oro y plata se enamoró… ay…
Pena mulata
Milonga 1940
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Pena mulata
que se desata
bajo la bata
de broderí.
Dolor de milonga
que apenas prolonga
con queja tristonga
la noche de abril.
Como un espejo
Bruñido y viejo
brilla el pellejo
del bailarín.
Clavel escarlata
que el ansia delata
temblando en la bata
su mancha carmín.
Tu madre murió de amores
en el Barrio del Tambor.
Le abrió caminos de ausencia
el puñal de un cuarteador.
Tu padre murió a la sombra
por vengar esa traición.
Mulata, nació tu estrella
en un cielo de crespón.
Luz de locura
brilla en la oscura
mirada dura
del bailarín.
Alcohol de añoranza
que al son de la danza
calienta venganzas
debajo la crin.
Pobre morena,
brotó en tus venas
una serena
flor carmesí.
Rencor en acecho,
pincel del despecho
pintando en tu pecho
la mancha carmín.
Tu madre murió de amores,
alma blanca y piel carbón.
Mulata, fueron sus labios
el rencor de un cuarteador.
Tu padre murió a la sombra
por vengar esa traición.
Mulata, nació tu estrella
en un cielo de crespón.
Pena mulata
que se desata
bajo la bata
de broderí.
Dolor de milonga
que apenas prolonga
con queja tristonga
la noche de abril.
Milonga sentimental
Milonga 1931
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Milonga pa’ recordarte,
milonga sentimental.
Otros se quejan llorando,
yo canto por no llorar.
Tu amor se secó de golpe,
nunca dijiste por qué.
Yo me consuelo pensando
que fue traición de mujer.
Varón, pa’ quererte mucho,
varón, pa’ desearte el bien,
varón, pa’ olvidar agravios
porque ya te perdoné.
Tal vez no lo sepas nunca,
tal vez no lo puedas creer,
¡tal vez te provoque risa
verme tirao a tus pies!
Es fácil pegar un tajo
pa’ cobrar una traición,
o jugar en una daga
la suerte de una pasión.
Pero no es fácil cortarse
los tientos de un metejón,
cuando están bien amarrados
al palo del corazón.
Milonga que hizo tu ausencia.
Milonga de evocación.
Milonga para que nunca
la canten en tu balcón.
Pa’ que vuelvas con la noche
y te vayas con el sol.
Pa’ decirte que sí a veces
o pa’ gritarte que no.
Betinoti
Milonga 1939
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
En el fondo de la noche
la barriada se entristece
cuando en la sombra se mece
el rumor de una canción.
Paisaje de barrio turbio
chapaleado por las chatas
que al son de cien serenatas
perfumó su corazón.
Mariposa de alas negras
volando en el callejón,
al rumorear la bordona
junto a la paz del malvón.
Y al evocar en la noche
voces que el tiempo llevó,
van surgiendo del olvido
las mentas del payador.
Estrofa de Betinotti
rezongando en las esquinas.
Tristezas de chamuchina
que jamás te olvidarán.
Angustias de novia ausente
y de madre abandonada
que se quedaron grabadas
en tu vals sentimental.
Y la noche de los barrios
prolongó un canto de amor
animando tu recuerdo
¡Betinotti, el Payador!
Milonga de Puente Alsina
Milonga
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Puente Alsina, puente viejo,
viendo que estás liquidado
quiero atar a mi encordado
tu pasao y mi cantar,
recordando tus hazañas
cuando golpeaba en tu trocha
el tacón de la morocha
al volver de trabajar.
Ya no serás
el que guapeó en el “ochenta”,
ni jamás como en las mentas
la pedana de la cuenta
que la ocasión canceló.
Ya no serás
el que en las brumas del río
vio chispear el brillo frío
de las dagas que en el río
concitaba la traición.
Se va el barrio que ha crecido
junto a tus viejos horcones,
con la fe de los varones
que labró tu tradición.
Se va el soplo del misterio
que en tus tablones se acuna
bajo la luz de la luna
farolito de cartón.
Ya no serás
aquel rincón perdulario
que amarrao a los prontuarios
del Riachuelo legendario
su tradición consagró.
Sólo serás
así pintao y luciente
más bacán y resistente,
pero serás cualquier puente
sin pasao, ni emoción.
Milonga del novecientos
Milonga 1933
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Me gusta lo desparejo
y no voy por la “vedera”.
Uso funghi a lo “Massera”,
calzo bota militar.
La quise porque la quise
y por eso ando penando,
se me fue ya ni sé cuándo,
ni se cuándo volverá.
Me la nombran las guitarras
cuando dicen su canción.
Las callecitas del barrio
y el filo de mi facón.
Me la nombran las estrellas
y el viento del arrabal.
No sé pa’ qué me la nombran
si no la puedo olvidar.
Soy desconfiao en amores,
y soy confiao en el juego.
Donde me invitan me quedo
y donde sobro también.
Soy del partido de todos
y con todos me la entiendo,
pero váyanlo sabiendo
¡soy hombre de Leandro Alem!
No me gusta el empedrao
ni me doy con lo moderno.
Descanso cuando ando enfermo
y después que me he sanao.
La quiero porque la quiero
y por eso la perdono.
No hay nada peor que un encono
para vivir amargao.
Milonga triste
Milonga 1936
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Llegabas por el sendero
delantal y trenzas sueltas.
Brillaban tus ojos negros
claridad de luna llena.
Mis labios te hicieron daño
al besar tu boca fresca.
Castigo me dio tu mano
pero más golpeó tu ausencia. ¡Ay!…
Volví por caminos blancos,
volví sin poder llegar.
Grité con mi grito largo,
canté sin saber cantar.
Cerraste los ojos negros.
Se volvió tu cara blanca.
Y llevamos tu silencio
al sonar de las campanas.
La luna cayó en el agua.
El dolor golpeó mi pecho.
Con cuerdas de cien guitarras
me trencé remordimientos. ¡Ay!…
Volví por caminos viejos,
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre muerto
recé sin saber rezar.
Tristeza de haber querido
tu rubor en un sendero.
Tristeza de los caminos
que después ya no te vieron.
Silencio del camposanto.
Soledad de las estrellas.
Recuerdos que duelen tanto.
Delantal y trenzas negras. ¡Ay!…
Volví por caminos muertos
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre bueno,
lloré sin saber llorar.
El último organito
Tango 1949
Música: Acho Manzi
Letra: Homero Manzi
Las ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la tarde buscando el arrabal,
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.
Con pasos apagados elegirá la esquina
donde se mezclan luces de luna y almacén
para que bailen valses detrás de la hornacina
la pálida marquesa y el pálido marqués.
El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
Tendrá una caja blanca el último organito
y el asma del otoño sacudirá su son,
y adornarán sus tablas cabezas de angelitos
y el eco de su piano será como un adiós.
Saludarán su ausencia las novias encerradas
abriendo las persianas detrás de su canción,
y el último organito se perderá en la nada
y el alma del suburbio se quedará sin voz.
Mañana zarpa un barco
Tango 1942
Música: Lucio Demare
Letra: Homero Manzi
Riberas que no cambian tocamos al anclar.
Cien puertos nos regalan la música del mar.
Muchachas de ojos tristes nos vienen a esperar
y el gusto de las copas parece siempre igual.
Tan sólo aquí en tu puerto se alegra el corazón,
Riachuelo donde sangra la voz del bandoneón.
Bailemos hasta el eco del último compás,
mañana zarpa un barco, tal vez no vuelva más.
Qué bien se baila
sobre la tierra firme.
Mañana al alba
tenemos que zarpar.
La noche es larga,
no quiero que estés triste.
Muchacha, vamos…
no sé por qué llorás.
Diré tu nombre
cuando me encuentre lejos.
Tendré un recuerdo
para contarle al mar.
La noche es larga,
no quiero que estés triste.
Muchacha, vamos…
no sé por qué llorás.
Dos meses en un barco viajó mi corazón.
Dos meses añorando la voz del bandoneón.
El tango es puerto amigo donde ancla la ilusión.
Al ritmo de su danza se hamaca la emoción.
De noche, con la luna, soñando sobre el mar,
el ritmo de las olas me miente su compás.
Bailemos este tango, no quiero recordar.
Mañana zarpa un barco, tal vez no vuelva más.
Fruta amarga
Tango 1944
Música: Hugo Gutiérrez
Letra: Homero Manzi
¡Corazón!
En aquella noche larga
maduró la fruta amarga
de esta enorme soledad.
¡Corazón!
¿En las nubes de qué cielo
la tristeza de tu vuelo
sin consuelo vagará?
Bien lo sé…
¡Aquel frío alucinante
de un instante, me cegó!
Fue en un viento de locura,
sin ternura, sin perdón.
Fue en el grito enronquecido
de un amor enloquecido
de dolor.
Eras la luz de sol
y la canción feliz
y la llovizna gris
en mi ventana.
Eras remanso fiel
y duende soñador
y jazminero en flor
y eras mañana.
Suave murmullo…
Viento de loma…
Cálido arrullo
de la paloma.
Ya no serás jamás
aroma de rosal,
frescor de manantial
en mi destino.
Sólo serás la voz
que me haga recordar
que en un instante atroz
te hice llorar.
¡Ya no estás!
Y el recuerdo es un espejo
que refleja desde lejos
tu tristeza y mi maldad.
¡Ya no estas!
Y tu ausencia que se alarga
tiene gusto a fruta amarga,
a castigo y soledad.
¡Corazón!
Una nube puso un velo
sobre el cielo de los dos.
¡Y una nube solamente
de repente me perdió!
¡Una nube sin sentido,
sin clemencia, sin olvido,
sin perdón!
Versos de un payador a la señora Eva Perón
Milonga 1949
Música: Hugo Del Carril
Letra: Homero Manzi
Con aire de payador entro a su casa, señora,
con la guitarra canora templada por el fervor.
Cada clavija, una flor, y cada cuerda cantora,
una pulsación sonora que resalta con amor
para vibrar en su honor, mi dignísima señora.
No se acostumbra actualmente este estilo de canción,
se fue con la tradición del payador elocuente.
Pero siento, de repente, que en esta noble ocasión
debo hacer una excepción para cantar gentilmente
mis décimas oferentes que dedico a Eva Perón.
Mas debo, con su licencia, o más bien con su perdón,
reanudar la improvisación y borrar mi inexperiencia.
Cegado por la impaciencia cometí la incorrección
de hacer la salutación olvidando, en mi imprudencia,
de festejar en su ausencia al General Juan Perón.
Él es el verbo mayor y usted la mayor templanza.
Él es la punta de lanza y usted la punta de amor.
Él es un grito de honor que hasta el deber nos alcanza,
y usted la mano que amansa cuando castiga el dolor.
Él es el gran sembrador y usted la gran esperanza.
Él es el gran constructor de la patria liberada
y usted, la descamisada que se juega con valor.
Los dos uncidos de amor son vanguardia en la cruzada,
las masas, emocionadas al brillo de este fervor,
han jurado con honor morir en esta patriada.
En estilo payador canté en su casa, señora,
con la guitarra sonora templada para su honor.
Perdóneme si al favor de su mano acogedora,
mi pobre musa cantora no supo cantar mejor
al restallar con amor en esta casa, señora.
Versos de un payador al General Juan Perón
Milonga 1949
Música: Hugo Del Carril
Letra: Homero Manzi
Va a perdonar su excelencia que un payador del camino
le alce su verso genuino ante tanta concurrencia.
Quisiera, en esta emergencia, tener el don de Gabino
para elogiar con más tino la histórica presidencia
que realizó su excelencia en este suelo argentino.
Perdóneme, presidente, pero tengo la certeza
de que alabar su grandeza es traducir muchas mentes.
Usted luchó por la gente desbrozando la maleza
y el criollo que siempre pesa con justicia y noblemente
sabe que usted fue un valiente al lado de su pobreza.
Usted liquidó el instante de la miseria social
y el oprobio general del vendepatria triunfante;
vergüenza del tiempo de antes, cuando el fraude electoral
era el destino fatal que le aguardaba al votante
en aquel tiempo distante de ignominia nacional.
Siguiendo la ejecutoria de esta noble evolución,
el pueblo de la nación vive su trance de gloria.
Él siempre tendrá memoria de la gran revolución,
y a fuerza de corazón mantendrá la trayectoria
que ha señalado en la historia el General Juan Perón.
Usted trabaja y nos cuida desde que nace la aurora,
robando tiempo a las horas, le quita vida a su vida.
Usted es la lumbre querida de esta etapa bienhechora,
y su ciencia salvadora, mientras se cumple, no olvida
a la clase desvalida, que es valiente y cinchadora.
Por eso, mi General, con esta improvisación
quise arrimar mi montón a su labor nacional.
Nadie ha comprendido igual las penas de la nación,
nadie con más corazón nos libró de tanto mal
nadie como Juan Perón, Presidente y General…
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