CÉSAR MORO
BIOGRAFÍA
Alfredo Quispez- Asín Mas, conocido por el seudónimo de César Moro, nació el 19 de agosto de 1903 en Lima, Perú (y murió el 10 de enero de 1956). El seudónimo lo tomó de una novela de Ramón Gómez de la Serna, y la primera vez que lo usó fue para firmar su primer dibujo modernista en 1921. Sus amigos le decían Quispecito, Quispicanchis. El cambio de nombre lo hizo en el Registro Civil de Lima, cuando tenía unos veinte años. César Moro recordaría el ambiente de la Lima de su adolescencia como “pueblerino, desolado y pretencioso”. Hijo de Jesús Quíspez Asín, médico y Maria Elivra Mas Puch, se vieron huérfanos de padre él y sus dos hermanos con el fallecimiento temprano de su padre en 1908. Uno de sus hermanos fue el pintor Carlos Quispez Asín.
En 1914 ingresa en el Colegio de Lima La inmaculada de los jesuitas. En 1921 publica una ilustración en el libro de poemas El alma errante de Roberto Maclean y Estenós y en 1922 ilustra la carátula del libro de poemas Atalaya de Federico Bolaños.
Sus primeros poemas conservados datan del año 1924.
Moro, que leía mucho en francés, quería irse del país. Lima de los años veinte le asfixiaba. Era una sociedad religiosa que vivía en la calma vigilada de una dictadura. A él le gustaba poner apodos, broncearse en la playa. Siempre tenía novios, hombres sencillos, militares.
Su madre tenía amigos importantes. Uno de ellos era el dictador Augusto Leguía, presidente por entonces, un déspota generoso. Él le ofreció a su amiga, la madre de César, becas para sus hijos. Carlos, el mayor, se fue a España a estudiar pintura. Moro se marchó a París. Llevaba varias pinturas suyas en la maleta. Quería ser pintor y bailarín clásico, pero finalmente no pudo con el ballet por un problema de salud. Enfermó de pleuresía (afección inflamatoria en los pulmones). También quería ser poeta. Tenía veintitrés años y muchas ideas para su futuro.
Se embarcó en Europa el 30 de agosto de 1925 (recién cumplidos los 22 años). Carlos Raygada (conocido comentador de la época) da cuenta de su viaje en El Comercio (revista de variedades) e indicando sus condiciones como artista plástico y que llevaba dos volúmenes de rarísimas y muy hermosas poesías en su mayor parte inéditas.
La esposa del compositor peruano Alfonso Silva, Alina, que era una amiga de la infancia, lo recibe en París. Ella cantaba en un cabaret del que era asiduo el poeta André Breton, el fundador del movimiento surrealista, a quien Moro leía y admiraba. El grupo siempre estaba en busca de nuevos adherentes y rodeado del escándalo. Habían publicado la revista “La revolución surrealista”, un panfleto contra el escritor Anatole France, titulado “Un cadáver”. Tenían largas sesiones de creación en las que experimentaban la escritura automática hasta llegar al trance, y habían decretado que el año 1925, el año del surgimiento del grupo, era el fin de la era cristiana. Moro se les unió hacia 1928. Conoció también entre otros miembros del grupo surrealista a Benjamin Peret, Paul Eluard…
Toma parte en varias exposiciones de pintura (muy bien acogidas por la critica) y publica poemas en diferentes revistas surrealistas de la época. A veces dejaba de asistir a las reuniones y entonces Breton le escribía notas preguntándole por su paradero. Hablaba poco de sí mismo. Para entonces ya escribía en francés con fluidez y enviaba algunos poemas al Perú. Un día se disgustó por la forma en que tres de ellos salieron publicados en Amauta, una célebre revista de Lima que difundía a los autores de vanguardia, y escribió una queja: “Gerente: Has publicado mis poemas de una manera infame […] Merecías… Pero, ¿es que mereces algo?”. “Señora —escribió otra vez a un personaje limeño—, a pesar de ser usted un mastuerzo muy delicado le decimos: Mierda”.
En un principio no fue muy bien acogida por los críticos su poesía, que leyeron en sus primeros poemas un deshilvanado modernismo. No llegaron a comprender lo que Emilio Adolfo Westphalen reconoció años después en él. Fue el inicio de la poesía nueva en Perú. Westphalen se convertiría años después en el mejor amigo de Moro en Lima. Escribió una semblanza en la que decía que Moro fue “uno de los pocos o más bien el único con quien no necesitaba canjear palabras para ponernos de acuerdo —la armonía era tácita—. Curiosamente esa confianza mutua excluía la confidencia. Durante los años en que lo frecuenté —casi a diario en Lima— nunca intercambiamos ninguna”.
E. A. Whestphalen indicaba la importancia de estudiar los poemas de César Moro
Escribir y pintar para Moro eran una forma de penetrar el mundo y para ello su puerta de entrada serían el amor y el erotismo, temas relevantes para el surrealismo.
En París César Moro trabajó como pintor de brocha gorda en la remodelación de un teatro. También como jardinero, niñero, pareja de baile… Era propenso a la indisciplina y a la vida nocturna. No le gustaba trabajar y lo reseñó en unos versos: “Abajo el trabajo”. Pecho de bisonte / el pantalón y la chaqueta / hacen el trabajo / pero tu corazón tiene un panorama / Y el jugo de tu chaleco […] Pero vosotros todos / Invitación a no trabajar.
Vivía en casa de amigos. En talleres. A veces se quejaba con su hermano Carlos porque no tenía dinero para comprarse materiales de dibujo. Del teatro donde lo contrataron como pintor, lo expulsaron por hacer dibujos pornográficos en las paredes. Eso lo recordaría años después Francisco Avril de Vivero, un niño al que Moro cuidaba y contaba cuentos a cambio de alojamiento en la casa familiar. En 1932 participa en la redacción de la denuncia contra Sánchez Cerro “La movilización contra la Guerra no es la paz” por el fusilamiento en el Callao de ocho marineros sublevados.
Regresa en 1933 a Lima. Cuentan una anécdota en la que Moro se presentó a una entrevista de trabajo. Un amigo suyo llamado Ricardo Tenaud era funcionario en una empresa telefónica y lo llevó ante su jefe. Poco después de la conversación, el jefe llamó a Tenaud y le reclamó por haberle llevado a “una bailarina de cabaret”. La anécdota se la contó Tenaud, poco antes de morir, al periodista Pedro Favarón, quien escribió un libro sobre Moro. Moro no era amanerado, pero ese día debió comportarse así para no conseguir el empleo. Durante esa etapa iba mucho a la playa y vivía de su madre, que le daba algo de dinero.
Por esos años, conoció al joven poeta Emilio Adolfo Westphalen, en 1934, y se hicieron amigos. Cesar Moro, en su libro de 1934 Los anteojos de azufre, habla de la poesía que “no es, no puede ser más un refugio”, sino que “su sólo resplandor de incendio es una amenaza”. El surrealismo no sólo contempla el mundo, sino que busca transformarlo. André Coyné (amigo y crítico literario de César Moro) nos informa que ʺMoro tenía un conocimiento personal del psicoanálisisʺ, y da a entender que esta incomprensión del psicoanálisis por el surrealismo no es casual, sino que se debe a conflictos en la propia personalidad de Breton que precisamente el psicoanálisis le hubiera ayudado a resolver, y dice:
ʺMientras el hombre no tenga conciencia total de sus propios problemas íntimos, de la sexualidad bien o mal orientada, mientras no sepa a qué obedecen ciertos reflejos condicionados psíquicos, no podrá pretender ser guía ni resolver en lo esencial los conflictos colectivosʺ
Lima seguía siendo una ciudad amodorrada, sin vida cultural, presa de la dictadura militar de Óscar Benavides que, entre otras cosas, mandó cerrar la Universidad de San Marcos. En 1935 organizó con el poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen, la primera exposición surrealista de Latinoamérica, en la Academia Alcedo de Lima. “Esta exposición —escribió en el catálogo— muestra tal cual es por primera vez en el Perú una colección sin elección de obras destinadas a provocar el desprecio y la cólera de las gentes que despreciamos y detestamos”.
A partir de esta exposición entabla una polémica, quizás la más feroz de la Vanguardia, contra Vicente Huidobro, a quien acusa de “plagiario”, “imitador de Pierre Reverdy” y “Literato hambriento de gloria” y denunciándolo por un ataque de Huidobro a Buñuel. Moro mantuvo una corta pelea literaria. Lo acusó de haber parodiado un texto de Luis Buñuel de una manera lamentable. Huidobro le respondió: piojo homosexual. Moro le contestó: Huidobro de mierda. Junto a Westphalen, César Moro, como máxima expresión de su altercado literario, publicaron el manifiesto Vicente Huidobro o El obispo embotellado, en el que insultaban al poeta chileno.
Vicente Huidobro responde a colación de esto con el articulo “don cesar quispez, morito de calcomanía”, publicado en la revista vital en Santiago.
A principio de 1935 César Moro asiste a la cópula de un par de tortugas elefantinas, a la que ve como monstruos antediluvianos. Lo que más le impresionó fue el grito lanzado por el macho al lanzarse sobre la hembra para penetrarla. Nunca la olvidaría. En seguida adquirió una pequeña tortuga terrestre, a la que nombró Cretina. Junto con Moreno Jimento y Westphalen hacen el boletín CADRE, de amigos de la República española en 1938, por lo que tiene que abandonar el país y refugiarse en México. En 1938 se mudó a México y ayudó a sembrar el surrealismo en ese país. Sus versos hacían añicos al lector. Más que lectores —explica el crítico peruano José Miguel Oviedo—, tenía víctimas. En 1940 se realiza en México la Exposición Internacional del Surrealismo organizada por Wolfgang Paalen, César Moro y André Bretón, este último desde París, cuyo catálogo lleva una presentación de Moro. César Moro escribe el prólogo y allí dice que el “Surrealismo es la palabra mágica del siglo”. Moro publicaba poemas y artículos en Francia, Perú, México. Traducía al español los textos de sus colegas franceses e ingleses. Era el gran agitador surrealista. Publicaba en revistas como Dyn, El Hijo pródigo, letras de México, Las Moradas…
En México solo lograría publicar “El castillo de Frisú ” (1942) y “Carta de amor” (1943), sus únicos poemarios publicados en vida. Hubo otro libro que Moro escribió en México: “Piedra de los soles”, que quizás inspiró el título del más famoso poema de Octavio Paz.
Mantuvo en México una estrecha relación de amistad con escritores y artistas como Benjamin Péret, Xavier Villaurrutia, Agustín Lazo, Carlos Pellicer, Salvador Novo, Gilberto Owen, José Vázquez Amaral, Elíasn Nandino, Remedios Varo, Alice Paalen, Leonora Carrington… En México tendría una relación apasionada con Antonio A. A. que duró unos ocho años. Antonio estuvo por un tiempo como teniente del Ejército Nacional de México en San Luis de Potosí, México, localidad en la que Moro lo visitaba.
De allí que algunos poemas de La tortuga ecuestre aparezcan como escritos en San Luis de Potosí. El título de La tortuga ecuestre se debe a que César Moro tenía en México una tortuga que llamaba Cretina, como el emblema de su amor. En el verso del poema “Amor el amor” señala “Antonio Cretina César” refiriéndose en una sola línea al amado, al amor y al amante reunidos. Escribió el libro de poemas La tortuga ecuestre en 1939, mientras se deshacía en sufrimiento, es su obra más bella, visceral, apasionada. No fue publicado hasta años más tarde. Antonio tenía menos de veinte años y se preparaba para ingresar en la escuela militar. César Moro le ayuda dándole dinero, comprándole ropa, zapatos… A veces acude a la habitación de Moro, que contempla en estos versos: El amor en la noche. Un tumulto se anuncia, un tumulto como de sangre que se vierte. Las alas del mundo empiezan a dormir, y sólo tus ojos iluminan el silencio, el gran silencio que reina a tu llegada. Y te desprendes como un árbol o como la noche, a pasos callados, como el gran caballero que aparece en los sueños. Con tu rostro severo, con el misterio y la distancia y con el gran silencio. Yo no podré besarte, a veces dices, yo no podré besarte… Antonio es la felicidad y a la vez la tortura para César. Antonio, a veces, rompe con Moro. Moro se deprime. Le escribe cartas pidiéndole que regrese. Antonio vuelve. Así pasan algunos años. El carácter del joven se apacigua y le escribe al poeta: “No quiero que sigas sufriendo de lo que ya has sufrido moralmente ya por mí”. Pero Moro sufre. No come. Adelgaza. Se enferma. Nunca menciona cuál es el diagnóstico que le dan los médicos. Antonio, en 1942, se muda a Querétaro, donde asiste a un centro de entrenamiento para oficiales. A veces va al Distrito Federal de México a visitar a Moro, que sigue enfermo. En 1945 la relación entró en crisis y terminaron en 1946.
Antonio se casa con una mujer y en 1944, tiene un hijo. Moro intenta quererlo como si fuera suyo. Diría de él: ʺEn el Perú tengo una madre y aquí tengo al hijo de A. al que adoro y por quien me siento obligado de hacer todo lo que pudieraʺ. Antonio, al año siguiente, pide su baja en el Ejército y se muda a Monterrey para dedicarse a su familia. César se encuentra deprimido. Escribía con regularidad cartas a su amigo Westphalen, que, en los años cuarenta, difundía el surrealismo en Lima. A veces Moro le hablaba de la falta de dinero y de su enfermedad. El origen de la desgracia parecía ser Antonio. La tortuga ecuestre fue su único libro en castellano y, aunque fue escrito en 1938, fue publicado en 1957 por André Coyné, al no encontrar antes quien la publicara.
Escribió además:
- Cartas (1939);
- Carta de Amor (1939);
- El castillo de Grisú (1941);
- L’homme du paradisier et autres textes (1944);
- Trafalgar Square (1954);
- Amor a muerte (1955).
Cesar Moro produjo una gran influencia en la ciudad de México con su poesía, ya que importó de París el surrealismo literario, que tanto caló y que en figuras como Octavio Paz incidió de una manera especial. César Moro se alejó del surrealismo en 1944 pero no abandonó sus técnicas y puntos de vista. Fue debido a una diferente estimación de la homosexualidad y del psicoanálisis con respecto a los surrealistas como Bretón y por reparos de orden político (por el apoyo de algunos de sus miembros a Stalin como Louis Aragón) y la validez de su praxis.
Moro regresó a Lima en avión el 16 de abril de 1948. Tenía cuarenta y cinco años y toda su obra en una maleta de mano. Había enviado parte de su equipaje por barco, en tres cajas. Una contenía los cuadros que había pintado durante los diez años que había pasado en México. Otra tenía ropa y libros. Esas dos cajas nunca llegaron, se perdieron. Le acompañaba Pacho, su perro, un perro salchicha que Moro menciona en algunas cartas desde México. Moro había regresado a Lima con la ilusión de curarse. Quería reencontrarse con su madre, que estaba enferma y a quien no había visto en diez años. Extrañaba el mar. El mar, en su poesía, es una presencia constante. Allí transcurrió su primera cita con André Coyné. Un día de diciembre de 1948 —comienzos del verano en Lima—, Moro tramitaba un diploma de profesor de francés en la Alianza Francesa. Allí le presentaron a André Coyné, un muchacho recién llegado de Francia que quería estudiar a César Vallejo.
Vallejo, para Moro, era un poeta “apaleado”. El romance fue breve, no duró más de un año, y terminó porque el joven francés se enamoró de un pintor. Moro y Coyné dejaron de verse durante un tiempo. Después fueron amigos y confidentes. Coyné fue un gran difusor de la obra de César Moro. César Moro no tenía dinero y debió sobrevivir como profesor de escuela en el Colegio Militar Leoncio Prado. Algunos alumnos se burlaban de él porque era delicado y homosexual. María Vargas Llosa, que fue alumno de él escribiría: “recuerdo imprecisamente a César Moro: lo veo, entre nieblas, dictando sus clases en el colegio Leoncio Prado, imperturbable ante la salvaje hostilidad de los alumnos, que desahogábamos en ese profesor frío y cortés la amargura del internado y la humillación sistemática que nos imponían los instructores militares. Alguien había corrido el rumor de que era homosexual y poeta: eso levantó a su alrededor una curiosidad maligna y un odio agresivo que lo asediaba sin descanso desde que atravesaba la puerta del colegio”. También estas otras palabras “En las clases solíamos ‘batirlo’ como se batía a los huevones —recuerda el ex cadete Mario Vargas Llosa, en El pez en el agua, su libro de memorias—. Le tirábamos bolitas de papel o lo sometíamos a ese concierto de hojitas de afeitar aseguradas en la ranura de la carpeta y animadas con los dedos […] Veo, una tarde, al loco Bolognesi, caminando detrás de él y meneándole el brazo a la altura del trasero como una monstruosa verga. Era muy fácil batir al profesor César Moro porque, a diferencia de sus colegas, no llamaba nunca al oficial de turno para que pusiera orden, echando un carajo […] Ahora estoy seguro de que, de algún modo, lo divertía estar allí. Debía ser uno de esos juegos arriesgados a los que los surrealistas eran tan propensos, una manera de ponerse a prueba y explotar los límites de su propia fortaleza”.
En 1955 culminó una de sus obras principales, Amor a muerte.
Su mala salud y la necesidad de pagar los tratamientos lo obligaron a trabajar mucho, acaso por única vez en su vida. Enseñaba francés en cuatro lugares diferentes, entre ellos la Universidad Agraria, la Escuela de Oficiales de Chorrillos y el citado Colegio Militar Leoncio Prado. El 10 de nero de 1956 muere víctima de leucemia. Como anécdota, en el velatorio, un sacerdote quiere decir unas oraciones y no le dejan. André Coyné trata de explicarle que Moro era ateo. El sacerdote grita, se enfurece, se retira. También señalan que fue terrible el contraste que un poeta tan vanguardista, tan libre, iba en hombros de militares, cuando portaron su ataúd. Su amigo André Coyné continuó con la labor de recopilación, edición y difusión de la obra de Moro. Señalar que es díficil encontrar sus libros en América Latina porque su obra fue escrita mayormente en francés, quedando relegada a unos cuantos lectores, situación que se acentuó por los tirajes brevísimos de sus libros (unos cincuenta ejemplares). Ocurre en muchas ocasiones que, cuando los poetas mueren, sus libros comienzan a venderse, pero con César Moro no ocurre esto. A pesar de las reseñas de los eruditos que dicen que podría ser, junto con César Vallejo, el poeta peruano más importante del siglo pasado. En las librerías de Lima, Moro no aparece o muy poco. Hacia el año 1980 se publica en el Perú el primer tomo de su Obra poética, cuando recién se constataba que se había mantenido silenciado a un verdadero ícono de la poesía surrealista, mucho tiempo exiliado entre París y México.
BIBLIOGRAFÍA
- César Moro, obra poética completa (tomos II y III). Editorial Sur librería anticuaria, academia peruana de la lengua.
- https://gatopardo.com/perfil/cesar-moro-varias-veces-maldito/
- https://www.auroraboreal.net/literatura/ensayo/1207-cesar-moro-y-la-libertad-de-la-palabra
- https://gatopardo.com/perfil/cesar-moro-varias-veces-maldito/
- https://cultura.nexos.com.mx/cesar-moro-bajo-el-cielo-de-mexico/https://letralia.com/sala-de-ensayo/2020/08/19/cesar-moro
POEMAS
LA VIDA ESCANDALOSA DE CÉSAR MORO
Dispérsame en la lluvia o en la humareda de los torrentes que pasan
Al margen de la noche en que nos vemos tras el correr de nubes
Que se muestran a los ojos de los amantes que salen
De sus poderosos castillos de torres de sangre y de hielo
Teñir el hielo rasgar el salto de tardíos regresos
Mi amigo el Rey me acerca a su tumba real y real
Donde Wagner hace la guardia a la puerta con la fidelidad
Del can royendo el hueso de la gloria
Mientras lluvias intermitentes y divinamente funestas
Corro en el peinado de tranvía aéreo de los hipocampos relapsos
Y homicidas transitando la terraza sublime de las apariciones
En el bosque solemne carnívoro y bituminoso
Donde los raros paseantes se embriagan los ojos abiertos
Debajo de grandes catapultas y cabezas elefantinas de carneros
Suspendidos según el gusto de Babilonia o del Transtévere
El río que corona tu aparición terrestre saliendo de madre
Se precipita furioso como un rayo sobre los vestigios del día
Falaz hacinamiento de medallas de esponjas de arcabuces
Un toro de significativa alegría muerde el seno o cúpula
De un templo que emerge en la luz afrentosa del día en medio
de las ramas podridas y leves de la hecatombe forestal
Dispérsame el vuelo de los caballos migratorios
En el aluvión de escorias coronando el volcán longevo del día
En la visión aterradora que persigue al hombre al acercarse la
Hora entre todas pasmosa del mediodía
Cuando las bailarinas hirvientes están a punto de ser decapitadas
Y el hombre palidece en la sospecha pavorosa de la aparición de-
finitiva trayendo entre los dientes el oráculo legible como sigue:
Una navaja sobre un caldero atraviesa un cepillo de cerdas
de dimensión ultrasensible; a la proximidad del día las cerdas se
alargan hasta tocar el crepúsculo; cuando la noche se acerca las
cerdas se transforman en una lechería de apariencia modesta y
campesina.
Sobre la navaja vuela un halcón devorando un enigma en forma de
condensación de vapor; a veces es un cesto colmado de ojos de
animales y de cartas de amor llenas con una sola letra; otras veces
un perro laborioso devora una cabaña iluminada por dentro. La
oscuridad envolvente puede interpretarse como una ausencia de
pensamiento provocada por la proximidad invisible de un estanque
subterráneo habitado por tortugas de primera magnitud.
El viento se levanta sobre la tumba real
Luis II de Baviera despierta entre los escombros del mundo
Y sale a visitarme trayendo a través del bosque circundante
Un tigre moribundo
Los árboles vuelven a ser semillas y el bosque desaparece
Y se cubre de niebla rastrera
Miríadas de insectos ahora en libertad ensordecen el aire
Al paso de los dos más hermosos tigre del mundo..
De "La tortuga ecuestre" 1936-1939
Carta de amor
Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante
Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las estrellas
en cada ojo
¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia no eras tú el manantial
la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una lámpara bellísima balanceada sobre el mar
Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la vasta ululación de lo negro sobre negro resplandeciendo ardientemente
No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra
No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las inmensas olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe
Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento
de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras
Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable espectáculo
indescriptible
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla
Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina
En rápida carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maniáticas
En vano pido la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad
Versión de Emilio Westphalen
México en 1942
La leve pisada del demonio
En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de salto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
Y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la
sospecha que tuerce la boca del tigre que en las
mañanas escupe para hacer el día
De “La tortuga ecuestre” 1936-1939
COMO UN PIANO DE COLA
A André Breton
Como un piano de cola de caballo de cauda de estrellas
Sobre el firmamento lúgubre
Pesado de sangre coagulada
Arremolinando nubes arco-iris falanges de planetas
(y miradas de aves
El fuego indeleble avanza
los cipreses arden los tigres las panteras y los animales
nobles se tornan incandescentes
El cuidado del alba ha sido abandonado
Y la noche se cierne sobre la tierra desvastada
La comarca de tesoros guarda para siempre tu nombre.
Del libro poemas (1938-1947)
LA NIEVE ES BLANCA
La nieve es blanca
la lana añosa la idea lanosa
mi amada hermana rencorosa
toda la sangre del mundo
hierve
en frío
Pese a la muerte mi hermana
por la blancura
con la edad
la idea se convierte en lana
soporte de nieve
de la sangre
Pero la luz vive
eterna
nada la detiene
ni la muerte ni la edad
ni la idea
Pero la nieve la refleja
y todo está dicho en la luz
el amor diverso divino
es sólo un acto de luz
si veo bebo
nadie podrá
agotar la luz ni la sed en mí
en el corazón de la luz
su hijo
De Amor a muerte (1949-1950)
Versión de Aldo Pellegrini
EL FUEGO Y LA POESÍA
En el agua dorada el sol quemante
refleja la mano del zenit.
1
Amo el amor
El martes y no el miércoles
Amo el amor de los estados desunidos
El amor de unos doscientos cincuenta años
Bajo la influencia nociva del judaísmo sobre la vida monástica
De las aves de azúcar de heno de hielo de alumbre o de
bolsillo
Amo el amor de faz sangrienta con dos inmensas puertas al
vacío
El amor como apareció en doscientos cincuenta entregas
durante cinco años
El amor de economía quebrantada
Como el país más expansionista
Sobre millares de seres desnudos tratados como bestias
Para adoptar esas sencillas armas del amor
Donde el crimen pernocta y bebe el agua clara
De la sangre más caliente del día
2
Amo el amor de ramaje denso
Salvaje al igual de una medusa
El amor-hecatombe
Esfera diurna en que la primavera total
Se columpia derramando sangre
El amor de anillos de lluvia
De rocas transparentes
De montañas que vuelan y se esfuman
Y se convierten en minúsculos guijarros
El amor como una puñalada
Como un naufragio
La pérdida total del habla del aliento
El reino de la sombra espesa
Con los ojos salientes y asesinos
La saliva larguísima
La rabia de perderse
El frenético despertar en medio de la noche
Bajo la tempestad que nos desnuda
Y el rayo lejano transformando los árboles
En leños de cabellos que pronuncian tu nombre
Los días y las horas de desnudez eterna
3
Amo la rabia de perderte
Tu ausencia en el caballo de los días
Tu sombra y la idea de tu sombra
Que se recorta sobre un campo de agua
Tus ojos de cernícalo en las manos del tiempo
Que me deshace y te recrea
El tiempo que amanece dejándome más solo
Al salir de mi sueño que un animal antediluviano perdido en
la sombra de los días
Como una bestia desdentada que persigue su presa
Como el milano sobre el cielo evolucionando con una
precisión de relojería
Te veo en una selva fragorosa y yo cerniéndome sobre ti
Con una fatalidad de bomba de dinamita
Repartiéndome tus venas y bebiendo tu sangre
Luchando con el día lacerando el alba
Zafando el cuerpo de la muerte
Y al fin es mío el tiempo
Y la noche me alcanza
Y el sueño que me anula te devora
Y puedo asimilarte como un fruto maduro
Como una piedra sobre una isla que se hunde
4
El agua lenta el camino lento los accidentes lentos
Una caída suspendida en el aire el viento lento
El paso lento del tiempo lento
La noche no termina y el amor se hace lento
Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces
La cabeza cae los brazos se levantan
El cielo de la cama la sombra cae lenta
Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento
En el abismo
Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado
Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros
Ahora sería fácil destrozarnos lentamente
Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente
Tu cabeza gira tus piernas me envuelven,
Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos
Tus piernas desnudas
En el ángulo preciso
El olor de tus piernas
La lentitud de percepción
El alcohol lentamente me levanta
El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde
Hará crecer tu sombra
Mesándome el cabello lentamente subo
Hasta tus labios de bestia
5
Verte los días el agua lenta
Una cabellera la arena de oro
Un volcán regresa a su origen
Verte si cuento las horas
La espalda del tiempo divinamente llagada
Una ánfora desnuda hiende el agua
El rocío guarda tu cuerpo
En lo recóndito de una montaña mágica
Cubierta de zapatos de muñeca y de tarjetas de visita de los dioses
Armodio Nerón Calígula Agripina Luis II de Baviera
Antonio Cretina César
Tu nombre aparece intermitente
Sobre un ombligo de panadería
A veces ocupa el horizonte
A veces puebla el cielo en forma de minúsculas abejas
Siempre puedo leerlo en todas direcciones
Cuando se agranda y se complica de todas las palabras que
lo siguen
O cuando no es sino un enorme pedazo de lumbre
O el paso furtivo de las bestias del bosque
O una araña que se descuelga lentamente sobre mi cabeza
O el alfabeto enfurecido
6
El agua lenta las variaciones mínimas lentas
El rostro leve lento
El suspiro cortado leve
Los guijarros minúsculos
Los montes imperceptibles
El agua cayendo lenta
Sobre el mundo
Junto a tu reino calcinante
Tras los muros el espacio
Y nada más el gran espacio navegable
El cuarto sube y baja
Las olas no hacen nada
El perro ve la casa
Los lobos se retiran
El alba acecha para asestarnos su gran golpe
Ciegos dormidos
Un árbol ha crecido
En vano cierro las ventanas
Miro la luna
El viento no ha cesado de llamar a mi puerta
La vida oscura empieza
Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie
y guarde el equilibrio de los mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia
De "La tortuga ecuestre" 1936-1939
APARECES EN LA NOCHE CON EL HUMO FABULOSO DE TU CABELLERA
Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie
y guarde el equilibrio de los mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia
De "La tortuga ecuestre" 1936-1939
A VISTA PERDIDA
No renunciaré jamás al lujo insolente al desenfreno suntuoso de pelos
como fasces finísimas colgadas de cuerdas y de sables
Los paisajes de la saliva inmensos y con pequeños cañones de
plumas-fuentes
El tornasol violento de la saliva
La palabra designando el objeto propuesto por su contrario
El árbol como una lamparilla mínima
La pérdida de las facultades y la adquisición de la demencia
El lenguaje afásico y sus perspectivas embriagadoras
La logoclonia el tic la rabia el bostezo interminable
La estereotipia el pensamiento prolijo
El estupor
El estupor de cuentas de cristal
El estupor de vaho de cristal de ramas de coral de bronquios y de
plumas
El estupor submarino y terso resbalando perlas de fuego impermeable
a la risa como un plumaje de ánade delante de los ojos
El estupor inclinado a la izquierda flameante a la derecha de columnas
de trapo y de humo en el centro detrás de una escalera
vertical sobre un columpio
Bocas de dientes de azúcar y lenguas de petróleo renacientes y
moribundas descuelgan coronas sobre senos opulentos bañados
de miel y de racimos ácidos y variables de saliva
El estupor robo -de estrellas gallinas limpias labradas en roca y tierra
tierra firme mide la tierra del largo de los ojos
El estupor joven paria de altura afortunada
El estupor mujeres dormidas sobre colchones de cáscaras de fruta
coronadas de cadenas finas desnudas
El estupor los trenes de la víspera recogiendo los ojos dispersos en
las praderas cuando el tren vuela y el silencio no puede seguir
al tren que tiembla
El estupor como ganzúa derribando puertas mentales desvencijando
la mirada de agua y la mirada que se pierde en lo umbrío de la
madera seca Tritones velludos resguardan una camisa de mujer
que duerme desnuda en el bosque y transita la pradera limitada
por procesos mentales no bien definidos sobrellevando
interrogatorios y respuestas de las piedras desatadas y feroces
teniendo en cuenta el último caballo muerto al nacer el alba de
las ropas íntimas de mi abuela y gruñir mi abuelo de cara a la
pared
El estupor las sillas vuelan al encuentro de un tonel vacío cubierto
de yedra pobre vecina del altillo volador pidiendo el encaje y
el desagüe para los lirios de manteleta primaria mientras una
mujer violenta se remanga las faldas y enseña la imagen de la
Virgen acompañada de cerdos coronados con triple corona y
moños bicolores.
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho
crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos
carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de
fresca sombrilla con caireles y rulos
Los miosotis y otros pesados geranios escupen su miseria
El grandioso crepúsculo boreal del pensamiento esquizofrénico
La sublime interpretación delirante de la realidad
No renunciaré jamás al lujo primordial de tus caídas vertiginosas
oh locura de diamante
De "La tortuga ecuestre" 1936-1939
SUEÑO DE UN SUEÑO DE UN DEPENDIENTE DE BARBERÍA A LAS TRES DE LA TARDE
I
NADA
Ni las plumas que al carecer de norte
producen coaliciones estelares
ni el prolongado gemir de las sirenas
ni el vaivén de las casas al mediodía
ni las persiana cerradas sobre el crimen
ni el calor súbito de oportunidades inesperadas
ni el desarrollo progresivo de la estúpida sorpresa
Es incomprensible.
Si supieras decirme la hora del día
de un encuentro casual
China empenachada
inestable China honesta
camino venerable de ratas
la voz de tierra de las parteras
dormita venciendo en africanos trances
la solidez arcangélica de otomíes tiradores de rifle.
Era otoní
con un coche de verano
y una piel extensible para guardar relojes
un caballo de heno
para un invierno mediano
destinado a castañetear los dientes entre semana
pendiendo de un clavo herrumboso
vetusto
Era un japonés y tenía
un pez de alambre y pluma
contando cuentos de alambre
en orejas de esparto
si ahora tengo una soga
soy más rico que un cargador
más rico que un aspirante a canónigo
soy un amigo íntimo del Obispo de X.
Tengo caballos de carrera
fotografías de estrellas de cine
un ciempiés forrado de skungs
Corre tras el pekinés disfrazado de ballena de relojería
dispuesto a dar la hora cada veinticuatro horas
mientras la aguja recorre su distancia
tengo una peluquería
y unas coronas de papel dorado fino.
Si fuera tolteca dirían
éste es un tolteca de primera
debió de haber nacido a mediados de mayo
o algún otro mes
según el calendario más o menos antiguo.
Si fuera chino volaría con alas de cuerda
y con zapatos de tenis
tendría mi borla de mandarín para domingos.
Me preguntaría la gente dónde queda China
y no sabría decirle si está en este mundo o salió
tendría varias hojas de papel de China
y escribiría con pincel asuntos chinos
sobre el cultivo de arroz.
Si fuera sirio-libanés
no iría nunca en compañía a los restoranes
porque inmediantemente descubrirían que era una reunión
sirio-libanesa
y no podría negarlo.
Si fuera caballo de carrera
tendría un sombrero de copa
un traje de etiqueta
y algunos frascos vacíos de aspirina
coleccionaría botones para cuando me volviera tortuga
tendría zapatos de triple suela de fieltro
comería estopa y bebería petróleo
si fuera una cantante de ópera tendría ocho cines
privados
sonoros y caldeados donde se diera eternamente mi fa
sobreagudo
Si fuera carbonero
tendría un palacio de diamantes en una playa de cartón
Un lebrillo de madera tosca incrustada de clavos
de hierro
para comer carbones ardientes
Si fuera farmaceútico
bebería cianuro en vasos de astrakán y de piel de sapo.
Y no saldría sino en las noches cubierto de obleas eléctricas.
Si fuera un coche de caballos
querría ser una locomotora abandonada en una playa
si fuera un tigre querría ser un Kiosko de periódicos
o un anuncio de teatros
o una botella de limonada
o el duque de Saint–Simon
o la peluca nueva de la señora de Motespan.
II
En Alaska era un globo aerostático
teñido de azul cubierto de martas
destinado al transporte de agua caliente
tenía doce banderolas rizadas de pelo de cabra
bajo las tormentas me volvía un brioso alazán
Tahur bicorne
Las planicies de hielo dejaban oír música
de orquesta a la sordina.
Ni un sólo recuerdo sobre la blancura
una esperanza apenas de algo negro.
De "La tortuga ecuestre" 1936-1939
PERDER PISO
Desde una página abierta
la inmensidad azul
desata los cabellos
embriagado estoy de tu nombre
en cada ojo las plumas
anclan en alta mar
De Piedra de los Soles
COMO COMPONER UN POEMA
“Y sin embargo el conocimiento que tenía de
la situación me permite afirmar que el deseo
de cometer esta locura no persistía menos
en él.”
SIGMUND FREUD (Análisis de algunos ejemplos de sueños). Introducción al Psicoanálisis. Cap. XII Payot, París, 1926
Primero abro al azar cualquier libro, de la especie de la Introducción al Psicoanálisis; un periódico; o miro un extremo de papel impreso, un programa de cinema, el texto más idiota o anodino. Se trata de forzar la inspiración. Toda una colección de poemas fue compuesta por mí de un catálogo de plantas: diversas especies de ensaladas, Cflores delicadas, arriates, etc.
Luego, es preciso exprimirse el cerebro, atropellarse, tomarse rojo, romper varias plumas, derramar la tinta. Yo procuro aguardarme y representarme la cabeza humosa
probable lector, amorfo, hipotético, de esta suerte de sapo-escupidera, calculando su demencia. Se compone poesía para molestar a la gente.
Es un buen comienzo. Una vez en la desesperación, absolutamente desganado de todo, se acumulan penosamente algunas palabras; se las escribe en todos los sentidos; se mira por la ventana sin ocuparse del paisaje, no es inspirador; las más pueriles ocupaciones son aceptables;
se puede ordenar las estampillas de correos, arreglarse las uñas, redactar una esquela para la lavandería, etc. Está bien escribir una carta con insultos.
Es preciso fumar por lo menos una cajetilla de cigarrillos por poema. Cuando sintáis vuestra cabeza pronta a estallar, es el momento favorable.
El trabajo está siempre recompensado: algunas líneas fluyen. Podréis así componer de dos a tres poemas por noche. Si por distracción se de desliza una línea susceptible de agradar, es precios tacharla violenta e inmediatamente. Debe componerse un poema de un solo golpe, como uno se libera de una camisa sucia o de un par de guantes muy estrechos.
Cultivando asiduamente este método, podréis estar seguro de enajenaros de toda
posibilidad honesta de vivir y caeréis en un estado melancólico de primer o segundo
orden, según vuestras capacidades.
Hacéis el vacío en vos mismo y en derredor de vos mismo. Las gentes tienen el olfato
muy desarrollado y os perdonarán una estaba – es el orden – pero no una vida blanca entregada al placer fúnebre de congregar palabras que no expresan ninguna necesidad
inmediata o digna de ser satisfecha. De esta forma arruinaréis vuestra vida con el único consuelo de no haber servido para la diversión de los idiotas y de los agrimensores del verso.
México, marzo de 1940
De poemas (1938-1947)
VIAJE HACIA LA NOCHE
Es mi morada suprema, de la que ya no se vuelve
Krishna, en el Bhagavad Gita
Como una madre sostenida por ramas fluviales
De espanto y de luz de origen
Como un caballo esquelético
Radiante de luz crepuscular
Tras el ramaje dense de árboles y árboles de angustia
Lleno de sol el sendero de estrellas marinas
El acopio fulgurante
De datos perdidos en la noche cabal del pasado
Como un jadear eterno si sales a la noche
Al viento calmar pasan los jabalíes
Las hienas hartas de rapiña
Hendido a lo largo el espectáculo muestra
Faces sangrientas de eclipse lunar
El cuerpo en llamarada oscila
Por el tiempo
Sin espacio cambiante
Pues el eterno es el inmóvil
Y todas las piedras arrojadas
Al vendaval a los cuatro puntos cardinales
Vuelven como pájaros señeros
Devorando lagunas de años derruidos
Insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
Oquedades herrumbrosas
En el silencio piramidal
Mortecino parpadeante esplendor
Para decirme que aún vivo
Respondiendo por cada poro de mi cuerpo
Al poderío de tu nombre oh poesía
Del libro poemas (1938-1947)
HABLA UNA ESTRELLA
Aunque más preciado es el amor
que una golondrina perdiendo sus plumas
más ligero que el marfil de un rostro adorado
Leer en al cortina de sangre
el provenir del aliento
el porvenir del aire circundante
El rumor de agua glacial
elegida reina en voz alta
Torre de nieve
arremolinando en los límites
al fondo último de la floresta elemental
ajada de lluvias torrenciales
oh mar primera
Nodriza del ojo.
De “El castillo de Grisú” (1939-1941)
VIAJE DE LA LUZ
Os salud apariciones benévolas
remendado sudario de una golondrina
espuma del sueño interrumpido
libertad de los gestos
frío nocturno
arrugas de sombra y peso sobrehumano.
Saludo al ciego presentimiento
y tomo sus manos heladas
mueve su lengua
luz baja para el milagro.
De antemano ejecuto mis actos en ensueño
cambio de vestimenta me recuesto olvido
y puedo dormir como un condenado
inocente de las grandes maravillas
que desencadena la noche.
Del libro “Duermo a todos los vientos”
CARTA A ANTONIO
Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio
de mi sueño y me levantas y como un dios, como un autentico dios,
como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana
con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro,
me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.
Nada existe fuera de ti, sólo el silencio y el espacio. Pero tu eres
el espacio y la noche, el aire y el agua que bebo, el silencioso veneno y el volcán en cuyo abismo caí hace tiempo,
hace siglos, desde antes de nacer, para que de los cabellos me arrastres hasta mi muerte.
Inútilmente me debato, inútilmente pregunto. Los dioses son mudos;
como un muro que se aleja, así respondes a mis preguntas, a la sed
quemante de mi vida.
¿Para qué resistir a tu poder? Para qué luchar con tu fuerza de
rayo, contra tus brazos de torrente; si así ha de ser, si eres el punto,
el polo que imanta mi vida.
Tu historia es la historia del hombre. El gran drama en que mi existencia es el zarzal ardiendo, el objeto
de tu venganza cósmica, de tu rencor de acero.
Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y todo sombra, así eres:
hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella,
gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo.
Guárdame junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire;
cerca de tus axilas donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de
tu manos. Guárdame junto a ti.
Seré tu sombra y el agua de tu sed, con ojos; en tu sueño seré aquel
punto luminoso que se agranda y lo convierte todo en lumbre; en tu
lecho al dormir oirás como un murmullo y un calor a tus pies se anudará
e irá subiendo y lentamente se apoderará de tus miembros y un gran descanso tomará tu cuerpo y al extender tu mano
sentirás un cuerpo extraño, helado: seré yo. Me llevas en tu sangre y en tu aliento, nada podrá borrarme.
Es inútil tu fuerza para ahuyentarme, tu rabia es menos fuerte
que mi amor; ya tú y yo unidos para siempre, a pesar tuyo, vamos juntos.
En el placer que tomas lejos de mi hay un sollozo y tu nombre.
Frente a tus ojos el fuego inextinguible.
Cartas a Antonio (1938-1939)
ANTES DEL PRIMER PÁJARO LUCHADOR
Cállate
ilumina el dosel quieto
la líquida cortina del recelo
hacia la quilla que la tormenta peina
atónito so techo hasta perder la vista
hasta arañar el aire
vanamente hoja
Sin palacios
sin jardines gigantes
franquear siempre mesa casa rebaño
música naranja duración
Nacer a morir para el fuego
reír hasta hojear los seres los muertos y los otros los
leones
apagar para tachar
si el paisaje se hace gallina cañón pie o pelo.
De Amor a muerte (1949-1950)
TECHAR LO PLANO
Nada
Ni la ausencia de color de herrumbre
Luminosa en verano
Alta mar azul en invierno
Soñada a tientas en la noche semejante a fichas de amianto
A los polos de un abanico humeante
A las encrucijadas de una ciudad lacustre
Sobre pilotes de cuerno
Al tren que descarrila tarde en la noche en las marismas
Al litoral bajo el alud
Nada
Ni la sombra amenazante que me sigue
Ni el silencio panoramas de arena
Ni los puñales de piedra de la sed
Ni los tigres que rugen la sangre
Ni los leones despanzurrados ni los ciegos sodomitas
Ni los hitos arrancados tumbados en el musgo
Ni la casa donde rondaban antaño los fantasmas
Ni las iglesias secularizadas
Ni los cadáveres andando en pleno sol
Ni esta guerra de cien años
Con sus burdeles llenos de bejucos y de cartón piedra
Mientras arrojan sobre la noche grandes baldes de agua
Nada —te digo—
Ni ayer ni más tarde
Cuando me trepabas por el cuerpo hasta la cabeza
Triturando los huesos de últimas batallas
En el crepúsculo de nuevas mañanas
Amaestradas
Para cojear del ala izquierda
La del corazón
Arrastrada por las olas de un sueño inmortal de madrépora
De esponja glacial sobre el rostro
De embriaguez de osífrago de huérfano nefasto
De nigromante de abuso de poder
De ilogismo de carbón blanqueado
De fuga desalada en la tormenta
Hasta gritar ¡cuidado!
Hasta implorar gracia
Pero nada
Ni el olvido
Recluido doliente
Entre los dientes
Para siempre de tu ausencia
Oh techo cimerio
De Amor a muerte (1949-1950)
SOPA DE PAN
Palabras desvaríos
retirados de las torres
adornos alrededor de las aguas de las aguas al día
¿Quién duerme?
La ventaja desembriaga
el paso de simulación
el antiguo merodeo
en mar cerrado
designa la armada
en el cuello del antojo
a las coloquíntidas
frenéticas de la risa
Oro sobre verde en la esmeralda
Amar: la vía rodante
el escudete aullador.
De poemas (1948-1952)
EL CABALLO ORIENTAL
IV
Los peatones no caminan sobre lágrimas
sino por una senda que pasa al lado
las hojas tienen hijas que llevan zapatos de madera
sus medias con como sus narices: cuadros al natural
Husmeo la locura
Tanto él como yo donde se hallan las ropas que usted conoce
Hablo de pintura ella es buena cuando llueve si se pudiera
saber qué hay debajo
Contemplamos la rosa roja virar hacia el blanco
así sea con todo ¿qué ves arriba?
De poemas (1949-1953)
HAY QUE LLEVAR LOS VICIOS
Hay que llevar los vicios como un manto real, sin prisa.
Como una aureola que se ignora, que se aparenta no percibir.
No existen sino los seres viciosos cuyo contorno no se
esfuma en el barro hialino de la atmósfera.
La belleza es un maravilloso vicio de la forma.
Y luego ¿qué? Se ha degradado. Se degrada. Se degradará.
Mi púrpura real está manchada; como los tigres, animales
con piel y con plumas.
Convicción de no decaer, excepto, ay, físicamente. Uno
puede matar si no es a sueldo. Mi ambición es de este mundo
pero no del vuestro.
Las trampas que tiende esta época son doblemente
infames. No es todo el no brillar: “con nosotros o contra
nosotros”. Habría que tener mil vidas por día e inmolarlas
diariamente.
Precisamente ese pliegue de nuestra historia me desagrada
soberanamente. Digo nuestra para hacerme comprender,
no para confundirme (para participar en ella)
Geo Ostensoir, llamado Royal Splendor.
Uno de todo para no tener nada. Siempre para comenzar
de nuevo. Es el costo de la vida maravillosa.
La muerte es el término espantoso del sol. El contrato
que debe terminar. Costumbres de propietario.
Vuelve a mí fantasma de mis noches. Vuelve a verme
para que yo me encuentre.
19 de marzo de 1953
Últimos poemas (1953-1955)
CONDIMENTADO LINDAMENTE
Condimentado lindamente – era su expresión habitual.
Lindamente depilado epiléptico como un reptil; curioso
hasta el castigo denunciaba los pilares avanzados las
tramas envilecidas las relaciones: yo que os hablo decía
moviendo la cabeza.
27 de abril de 1953
Últimos poemas (1953-1955)
CÉSAR MORO
POR un campo de miga de pan se alarga desmesuradamente]
una manecilla de reloj
Alternativamente se iluminan o se apagan en ella unos
ojos de cangrejo o serpiente
Al contraluz emerge una humareda de pestañas caladas
Y dispuestas como una torre que simulara una mujer al desvestirse]
Otros animales más familiares como el hipopótamo o el elefante]
Hallan su camino entre el hueso y la carne
Una red de ojos de medusa impide el tránsito
Por el arenal que se extiende como una mano abandonada
A cada paso una bola de marfil dice si el aire es verde o negro]
Si los ojos pesan iguales en una balanza cruzada de cabellos
Y encerrada en un acuario instalado en lo alto de una montaña]
Rebalsando a veces y arrojando a veces como una catapulta
Cadáveres rosados o negros o verdes de niños a los ocho extremos]
Cadáveres pintados según las cebras o los leopardos
Y que al caer se abren tan hermosamente como una caja de basura]
Extendida en medio de un patio de mármol rosado
Atrae a los alacranes y a las serpientes de aire
Que zumban como un molino dedicado al amor
Aparte un hombre de metal llora de cara a una pared
Visible únicamente al estallar cada lágrima
Helena, no fue en 1935 que Moro es testigo de las tortugas elefantinas, eso sucedió cuando era niño, quizás en 1912