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128. Poesía más Poesía: Emilio Adolfo Westphalen

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EMILIO ADOLFO WESTPHALEN

BIOGRAFÍA

Emilio Adolfo Westphalen Milano, poeta, ensayista y promotor cultural peruano, nace en Lima el 15 de julio de 1911.
Hijo de Pedro Pablo Emilio von Westphalen Wimmer y de Hermenegilda Teresa Milano Barbagelata. Sus estudios básicos los realizó en el Colegio Alemán de Lima, donde disfrutó de la amistad de Martín Adán y Estuardo Núñez, futuro poeta y crítico literario respectivamente.
Conocía varios idiomas, además del propio: alemán, inglés, francés, italiano y portugués.
En 1928 ingresó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), después de un frustrado intento de ingreso a la Escuela de Ingeniería.
En 1932 culminan sus estudios universitarios y comienza a trabajar en la compañía minera Hochschild.
Se casa con la pintora Judith Westphalen (1922-1976) con la que tuvo dos hijas: Inés y Silvia Westphalen Ortiz.

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Durante los años treinta formó parte, junto con César Moro y Xavier Abril, de un grupo poético surrealista que ejerció una importante labor renovadora en la lírica nacional.
En 1933, a los 22 años de edad, publica su primer libro Las ínsulas extrañas, que junto con Abolición de la muerte le reportan prestigio como poeta.
Westphalen dirigió la publicación surrealista El uso de la palabra (1939) y las revistas culturales Las moradas (1947-1949), Revista Nacional de Cultura (1964-1966) y Amaru (1967-1971).
Entre 1949 y 1956 fue traductor en la sede neoyorquina de la ONU; el mismo trabajo desempeñó luego en la sede de la FAO en Roma (1957-1963). De regresó al Perú ejerció la docencia en la Universidad de San Marco.

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En 1971 fue designado agregado cultural de la embajada peruana en Italia, en la que estuvo hasta 1977, cuando fue trasladado con el mismo cargo a la embajada en México. En 1980 lo volvieron a designar agregado cultural, esta vez en la embajada en Lisboa hasta 1981.
Si bien la producción de Emilio Adolfo Westphalen está cronológicamente enmarcada en el contexto de las vanguardias, cabe destacar en ella una profunda vocación por la heterodoxia y por la singularidad estilística, que le llevó de una primera etapa revolucionaria heredera del simbolismo y compañera de ruta de la generación surrealista a una segunda donde esas influencias se subliman en una asombrosa recuperación del petrarquismo y del Siglo de Oro español.
De este modo, Westphalen consiguió apartarse del mero automatismo psíquico pregonado por algunos de sus contemporáneos y establecer un camino que inició con Las ínsulas extrañas (1933) y Abolición de la muerte (1935), dos poemarios de sólida estructura y brillantes imágenes que conforman su etapa más próxima al surrealismo, pero que también manifiestan la huella de autores como Rainer Maria Rilke, T. S. Eliot o Ezra Pound.
A la publicación de estos dos libros siguió un largo silencio de casi cuarenta años, que finalmente fue roto para permitir un retorno de iguales dimensiones estéticas pero que mostraba a un creador sutil y desencantado, que había marcado distancias frente a la supuesta magia de la poesía y el lenguaje. De ello dieron fe los importantes títulos de esta segunda y definitiva etapa, como Belleza de una espada clavada en la lengua (1980), Cuál es la risa (1989) o Falsos rituales y otras patrañas (1992). En Ha vuelto la diosa Ambarina (1988) homenajeó a su compatriota José María Eguren.
Su obra poética es breve, pero fundamental en la literatura en lengua española. Con afinidades con el movimiento surrealista, en colaboración con su amigo, el poeta y pintor peruano César Moro concretó la Primera exposición surrealista realizada en Lima en 1935. Muy cercano igualmente al renombrado escritor indigenista José María Arguedas impulsó su obra a través de sus revistas. Además de escribir un par de ensayos sobre su trayectoria, le dedicó uno de sus poemarios.
Fue, asimismo, un tenaz buscador de la excelencia artística que le valió el unánime reconocimiento de quienes trabajaron con él y de toda la comunidad literaria peruana.
Como ejemplo del reconocimiento dado a su obra, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, al presentarlo en 1978 dijo de él: “Emilio Adolfo Westphalen es uno de los poetas más puramente poetas entre los que escriben en español. Su poesía no está contaminada de ideología ni de moral ni de teología. Poesía de poeta y no de profesor ni de predicador ni de inquisidor. Poesía que no juzga, sino que se asombra y nos asombra.”
Fallece en Lima como consecuencia de una neumonía a los 90 años de edad.

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Emilio Westphalen obtiene el Premio Miguel Hernández de poesía (30-07-1998)
Carmen Gómez Torrevieja 31-07-1998
El poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen, de 87 años, recibió anoche, visiblemente emocionado, el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana, dotado con cinco millones de pesetas, de manos del presidente de la Generalitat Valenciana. El acto se celebró en la Sala-Museo San Juan de Dios, en Orihuela (Alicante), en el aniversario de la muerte del poeta oriolano que da nombre al galardón, creado este año.
Emilio Adolfo Westphalen se mostró ayer como un gran admirador de Miguel Hernández, de quien dijo: “Su palabra labrada como la de un orfebre fuerte y rotundo, como la del hombre pegado a la tierra”. Westphalen asistió al acto acompañado de su hija Inés, quien comentó: “Realmente ha sido una emoción grandísima para mi padre y para mí porque no pensaba que él tuviese ese reconocimiento estando en vida y para nosotros ha sido muy emocionante”. Su hija describe la poesía del autor peruano como “muy íntima” y afirma que su padre se siente muy identificado con la obra de Miguel Hernández.
Westphalen fue también impulsor de algunas de las más prestigiosas revistas y publicaciones literarias de los años cuarenta. Dirigió la revista Las moradas, donde además de su participación literaria y la del poeta César Moro, colaboraron escritores españoles e hispanoamericanos. La publicación incluía también las primeras traducciones de poetas de otros ámbitos, principalmente del francés.

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Semana de Poesía Iberoamericana 15-07-1991
Fiesta Jarque Madrid
Son los hijos de Rubén Darío y Vicente Huidobro, que buscan un nuevo puente con España.
Los poetas Gonzalo Rojas (Chile, 1917), Álvaro Mutis (Colombia, 1923) Olga Orozco (Argentina, 1920), Emilio Adolfo Westphalen (Perú, 1911) y Francisco Matos Paoli (Puerto Rico, 1915) coinciden estos días en Madrid para participar a partir de hoy en la Semana de Poesía Iberoamericana, que se desarrollará en la Universidad de Salamanca. En Madrid leyeron el viernes sus poemas en una velada en el Palacio Real, organizada por el Patrimonio Nacional.

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Álvaro Mutis, Emilio Adolfo Westphalen, Francisco Matos Paoli, Olga Orozco y Gonzalo Rojas.


Todos ellos son figuras ampliamente reconocidas de la literatura latinoamericana y el poder reunirlas ha dado pie a una confrontación de opiniones sobre la relación con España y entre las naciones hispanohablantes del continente americano. Es precisamente esta confrontación amistosa lo que pretende el encuentro de Salamanca, afirman los organizadores de las jornadas. La posibilidad de reactualizar un puente que ahora parece disiparse. La idea de la Semana Latinoamericana es, entre otras cosas, debatir el estado actual de la poesía en países de Iberoamérica para acercar la realidad de su movimiento a España. Este objetivo obligará a una reflexión sobre los lazos entre ambas experiencias ahora que parece tenderse nuevamente un puente.
Al encuentro asisten además otras generaciones de poetas, como son el caso de Víctor Redondo, de Argentina; Pedro Shimose, de Bolivia; Carlos Contramaestre y Eugenio Montejo, de Venezuela, y forman parte del debate en las mesas redondas filólogos como Alberto Madrid Letelier, Hilda Rojas, o catedráticos como Julio Vélez.
“Lo que se dice sobre el desconocimiento en España de la literatura latinoamericana es cierto y no es cierto”, dice Álvaro Mutis. “Por ejemplo, en Suramérica se había dejado un poco a la suerte y al azar la publicación de la obra de Westphalen, y este año la vemos reunida en una edición completa de una importante editorial española. Yo puedo decir lo mismo con respecto a mi obra. Sí se hacen publicaciones de poesía latinoamericana. Y algunos críticos españoles me han sorprendido por su conocimiento de la literatura latinoamericana. Lo que hay es un desconocimiento general del continente y de lo que somos, que me parece más grave, como desconocimiento”.


“Hay conocimiento de nombres aislados”, añade Olga Orozco. “De poetas que han impresionado por una razón o por otra, pero no hay una visión de conjunto. De la Argentina, por ejemplo, se han publicado en España libros de Enrique Molina, míos, creo que de Alberto Girri, pero Molinari, que es un poeta que estuvo muy unido a la generación del 27, es un poeta olvidado, cuando en Argentina tiene plena vigencia”. “Y el mismo Girondo, de quien sería urgente hacer una revisión”, dice Mutis. “Y de Eguren y Martín Adán, y el conocimiento de César Moro es muy relativo”, interviene Westphalen.

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Alencart, Gonzalo Rojas, Carlos, Emilio Adolfo Westphalen, Hilda R May y Jacqueline Alencar, en Salamanca (1991)


“Pero, ¿por qué este afán de que nos conozcamos y de que nos quieran y nos conozcan en España?”, se pregunta Mutis. “La cultura no se hace así; hasta donde yo sé, nace en ínsulas extrañas, justamente”, en alusión a uno de los libros de Westphalen.
“Debe ser porque considerábamos que la publicación en España significaba la entrada en Europa. Y mucha gente supone que una vez reconocido en España no demora mucho en ser traducido a otros idiomas”. “Eso es un error completo”, afirma Mutis. “¿Qué relación ha habido entre España y Francia?” “En ocasiones se publican nuestras cosas antes en Francia que en España”, apunta Westphalen.
“Yo pienso que los encuentros y los desencuentros son importantes. Yo he publicado en España mis libros, pagándolos yo. El problema de Puerto Rico es, como dice Mutis, un problema de ínsulas extrañas. El aislamiento es casi total, no sólo con España, sino con Latinoamérica, e incluso con el Caribe, lo cual es insólito”, señala Francisco Matos Paoli. Gonzalo Rojas quiso puntualizar: “No me quejo para nada como chileno de la comunicación de la poesía de mi país con España. Sería abusivo decir que Huidobro, Neruda y otros poetas no están presentes aquí. Yo sí creo que es válido y estimulante dialogar. En 1958 me tocó poner en marcha unos ejercicios que se llamaron Imagen y realidad latinoamericana en Chile. Los encuentros y diálogos fueron muy estimulantes para todos, no para llevar adelante ningún proyecto socioeconómico; pero esta experiencia previa al boom, que es el negocio de los editores, fue fresca y lozana. Cierto es que después he estado en muchos congresos muy aburridos”. “Yo pienso que la poesía es una tarea esencialmente solitaria”, añade Westphalen. “A mí la isla me ha parecido siempre atractiva por lo misteriosa”, dice Olga Orozco, pero, naturalmente, prefiero la comunicación porque establece la posibilidad de un viaje en vivo”.
Lo único que diferencia al poeta de los demás es que tiene la capacidad de estar atento a cosas que ocurren en el fondo de uno mismo. Lo que el lenguaje hace con uno. Hay que tener una sensibilidad especial a las proyecciones emotivas del lenguaje. Eso es lo que hace el poeta, saber que el poema repercute sobre uno, su resonancia”, dice Westphalen, que anoche leyó una selección de sus poemas en la Residencia de Estudiantes. El autor de Belleza de una espada clavada en la lengua consideraba su obra poética prácticamente cerrada hasta hace unos años. “Esas cosas son una sorpresa para uno mismo. No es que uno decida, de repente, volver a escribir poesía; así como uno empezó a escribir en una época lo mismo sucede sin quererlo en otra. Cuando empecé, pues vino así, espontáneamente”. Al preguntarle si no siente ningún compromiso con la forma y la época, Westphalen responde con un gesto amplio: “En la mente tiene uno tantas cosas… y en el poema no es cuestión de escoger sino de dejarse llevar, y estar muy atento a no interrumpir y no añadir cosas externas… En lo que tiene que tener cuidado es en ver si la versión es la correcta. Uno no sabe lo que se quiere expresar, pero sabe que quien exige es el poema. El yo del poema no es nunca el yo del autor”.

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PUBLICACIONES

Las ínsulas extrañas (1933)
Abolición de la muerte (1935)
Otra imagen deleznable (1980)
Arriba bajo el cielo (1982)
Máximas y mínimas de sapiencia pedestre (1982)
Nueva serie (1984)
Belleza de una espada clavada en la lengua (1986)
Ha vuelto la diosa ambarina (1988)
Cuál es la risa (1989)
Bajo las zarpas de la Quimera (1991)
Falsos rituales y otras patrañas (1999)
Poesía completa y ensayos escogidos (2004)
Ensayo
Poetas en la Lima de los años treinta (en Dos soledades, 1974)
La poesía los poemas los poetas (1995)
Escritos varios sobre arte y poesía (1996)

Ensayo
    Poetas en la Lima de los años treinta (en Dos soledades, 1974)
    La poesía los poemas los poetas (1995)
    Escritos varios sobre arte y poesía (1996)
 
Distinciones
    Premio Nacional de Literatura. 1977
    Orden del Sol. 1995
    Palmas Magisteriales. 1995
    Medalla José de la Riva-Agüero. 1997
    Premio Southern. 1997
    Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández. 1998
Fue además doctor honoris causa de la Universidad Nacional de Ingeniería (1997) y de la de San Marcos (1999).

POEMAS

LA MAÑANA ALZA EL RÍO LA CABELLERA

La mañana alza el río la cabellera
Después la niebla la noche
El cielo los ojos
Me miran los ojos el cielo
Despertar sin vértebras sin estructura
La piel está en su eternidad
Se suaviza hasta perderse en la memoria
Existía no existía
Por el camino de los ojos por el camino del cielo
Qué tierno el estío llora en tu boca
Llueve gozo beatitud
El mar acerca su amor
Teme la rosa el pie la piel
El mar aleja su amor
el mar
Cuántas barcas
Las olas dicen amor
La niebla otra vez otra barca
Los remos el amor no se mueve
Sabe cerrar los ojos dormir el aire no los ojos
La ola alcanza los ojos
Duermen junto al río la cabellera
Sin peligro de naufragio en los ojos
Calma tardanza el cielo
O los ojos.
Fuego fuego fuego fuego
En el cielo cielo fuego cielo
Cómo rueda el silencio
Por sobre el cielo el fuego el amor el silencio
Qué suplicio baña la frente el silencio
Detrás de la ausencia mirabas sin fuego
Es ausencia noche
Pero los ojos el fuego
Caricia estío los ojos la boca
El fuego nace en la boca
El amor nace en los ojos el cielo el fuego
El fuego el amor el silencio

De Las ínsulas extrañas

UN ÁRBOL SE ELEVA…

Un árbol se eleva hasta el extremo de los cielos que lo
cobijan
Golpea con dispersa voz
El árbol contra el cielo contra el árbol
Es la lluvia encerrada en tan poco de espacio
Golpea contra el ánima
Golpea con las ramas la voz el dolor
No hagas tal fuerza por que te oigan
Yo te cedo mis dedos mis ramas
Así podrás raspar arañar gritar y no solamente llorar
Golpear con la voz
Pero tal levedad me hiere
Me desola
No te creía de tal ánimo
Y que no cabes en el espacio
Cómo golpea el árbol al árbol el árbol
Agua
Y navegan los rojos galeones por la gota de agua
En la gota de agua zozobran
Acaso golpea el tiempo
Otra gota
Agua
Las garganta de fuego agua agua
Matado por el fuego
La llamarada gigantesca
Maravilloso final
Muerto sin agua en el fuego
La mano arañaba el fuego
La mano
Y nada más que sangre agua
No sangre fuego último fuego
Definitivo fuego
Las gotas cuentan otra cosa
Nadie cuenta las gotas
Las lágrimas son de más perfecta forma
Su música más suave apagada
El rostro de una niña alumbra una lágrima con su luz
suave apagada
La lluvia llora en todo el espacio
Anega el alma su música
Golpea otra ánima sus hojas
Las gotas
Las ramas
Llora el agua
El tiempo se cuenta con las gotas el tiempo
La música dibuja el cielo
Camina sobre el agua la música
Golpea
El agua
Ya no tengo alma ya no tengo ramas ya no tengo agua
Otra gota

Aunque me ahogue
Ya no tengo alma
En la gota se ahogaron los valientes caballeros
Las hermosas damas
Los valientes cielos
Las hermosas almas
Ya no tengo alma
La música da traspiés
Nada salva al cielo o al alma
Nada salva la música la lluvia
Ya sabía que más allá del cielo de la música de lluvia
Ya
Crecen las ramas
Más allá
Crecen las damas
Las gotas ya saben caminar
Golpean
ya saben hablar
Las gotas
El alma agua hablar agua caminar gotas damas ramas
agua
Otra música alba de agua canta música agua de alba
Otra gota otra hoja
Crece el árbol
Otra hoja
Ya no cabe el alma en el árbol en el agua
Ya no cabe el agua en el alma en el cielo en el canto
en el agua
Otra alma
Y nada de alma
Hoja gotas ramas almas
Agua agua agua agua
Matado por el agua

De Las ínsulas extrañas

VINISTE A POSARTE…

Viniste a posarte sobre una hoja de mi cuerpo
Gota dulce y pesada como el sol sobre nuestras vidas
Trajiste olor de madera y ternura de tallo inclinándose
y alto velamen de mar recogiéndose en tu mirada
Trajiste paso leve de alba al irse
Y escanciado incienso de arboledas tremoladas en tus
manos
Bajaste de brisa en brisa como una ola asciende los días
Y al fin eras el quedado manantial rodando las flores
O las playas encaminándose a una querella sin motivo
Por decir si tu mano estuvo armoniosa en el tiempo
O si tu corazón era fruta de árbol o de ternura
O el estruendo callado del surtidor
O la voz baja de la dicha negándose y afirmándose
En cada diástole y sístole de permanencia y negación
Viniste a posarte sobre mi copa
Roja estrella y gorgorito completo
Viniste a posarte como la noche llama a las creaturas
O como el brazo termina su círculo y abarca el horario
completo
O como la tempestad retira los velos de su frente
Para mirar el mundo y no equivocar sus remos
Al levantar los muros y cerrar las cuevas
Has venido y no se me alcanza qué justeza equivocas
Para estarte sin levedad de huida y gravitación de
planeta
Orlado de madreselvas en la astrología infantil
Para estarte como la rosa hundida en los mares
O el barco anclado en nuestra conciencia
Para estarte sin dar el alto a los minutos subiendo las
jarcias
Y cayéndose siempre antes de tocar el timbre que llama
a la muerte
para estarte sitiada entre son de harpa y río de
escaramuza
Entre serpiente de aura y romero de edades
Entre lengua de solsticio y labios de tardada morosidad
acariciando
Has venido como la muerte ha de llegar a nuestros labios
Con la gozosa transparencia de los días sin fanal
De los conciertos de hojas de otoño y aves de verano
Con el contento de decir he llegado
Que se ve en la primavera al poner sus primeras manos
sobre las cosas
Y anudar la cabellera de las ciudades
Y dar vía libre a las aguas y canto libre a las bocas
De la muchacha al levantarse y del campo al recogerse
Has venido pesada como el rocío sobre las flores del
jarrón
Has venido para borrar tu venida
Estandarte de siglos clavado en nuestro pecho
Has venido nariz de mármol
Has venido ojos de diamante
Has venido labios de oro

De Abolición de la muerte

TE HE SEGUIDO

Te he seguido como nos persiguen los días
Con la seguridad de irlos dejando en el camino
De algún día repartir sus ramas
Por una mañana soleada de poros abiertos
Columpiándose de cuerpo a cuerpo
Te he seguido como a veces perdemos los pies
Para que una nueva aurora encienda nuestros labios
Y ya nada pueda negarse
Y ya todo sea un mundo pequeño rodando las
escalinatas
Y ya todo sea una flor doblándose sobre las escalinatas
Y ya todo sea una flor doblándose sobre la sangre
Y los remos hundiéndose más en las auras
Para detener el día y no dejarle pasar
Te he seguido como se olvidan los años
Cuando la orilla cambia de parecer a cada golpe
de viento
Y el mar sube más alto que el horizonte
Para no dejarme pasar
Te he seguido escondiéndome tras los bosques y
las ciudades
Llevando el corazón secreto y el talismán seguro
Marchando sobre cada noche con renacidas ramas
Ofreciéndome a cada ráfaga como la flor se tiende
en la onda
O las cabelleras ablandan sus mareas
Perdiendo mis pestañas en el sigilo de las alboradas
Al levantarse los vientos y doblegar los árboles y las
torres
Cayéndome de rumor en rumor
Como el día soporta nuestros pasos
Para después levantarme con el báculo del pastor
Y seguir las riadas que separan siempre
La vid que ya va a caer sobre nuestros hombros
Y la llevan cual un junco arrastrado por la corriente
Te he seguido por una sucesión de ocasos
Puestos en el muestrario de las tiendas
Te he seguido ablandándome de muerte
Para que no oyeras mis pasos
Te he seguido borrándome la mirada
Y callándome como el río al acercarse al abrazo
O la luna poniendo sus pies donde no hay respuesta
Y me he callado como si las palabras no me fueran a
llenar la vida
Y ya no me quedara más que ofrecerte
Me he callado porque el silencio pone más cerca los
labios
Porque sólo el silencio sabe detener a la muerte en los
umbrales
Porque sólo el silencio sabe darse a la muerte sin
reservas
Y así te sigo porque sé que más allá no has de pasar
Y en la esfera enrarecida caen los cuerpos por igual
Porque en mí la misma fe has de encontrar
Que hace a la noche seguir sin descanso al día
Ya que alguna vez le ha de coger y no le dejará
los dientes
Ya que alguna vez le ha de estrechar
Como la muerte estrecha a la vida
Te sigo como los fantasmas dejan de serlo
Con el descanso de verte torre de arena
Sensible al menor soplo u oscilación de los planetas
Pero siempre de pie y nunca más lejos
Que al otro lado de la mano

De Abolición de la muerte

HE DEJADO DESCANSAR…

He dejado descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huida
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón he dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?

De Abolición de la muerte

POR LA PRADERA DIMINUTA…

Por la pradera diminuta de una voz flotando en los aires
Con el peso liviano de los planetas lucidos por las flores
Entre las enseñas de los días desarraigados y a la deriva
Sobre una sucesión de mares labrados a maravilla
Con el canto de las aves como cauce y lecho de las barcas
Y la cola del pavorreal como nimbo de las más pequeñas
cosas
Los caracoles transparentes las algas de porcelana
Los dedos cercenados de los niños y los dedales nacidos
Bajo la corteza de los hongos entre los fangales
En la cabellera enredada de una niña en la vía láctea
En la entraña misma de la música pisando
Con el sol contra nuestros pechos ahondando
Dejando correr la sangre como un río bueno
Porque es la misma la que yo recibo y tú llevas
Y las mismas florestas resuenan en nuestros gritos
Y las mismas palomas reposan sobre nuestros ojos
Y las mismas flautas nos recorren para establecer nuestro
dominio
Volviendo las lunas sobre los caseríos
Y las serpientes sobre los bosques
Trayendo el cielo sobre nuestra ventura
Salpicando su espuma nuestras playas
Los árboles febriles continuando su vida en nuestras venas
Las alamedas inclinándose al compás de nuestros corazones
Tú como laguna y yo como el ojo
Que uno y otro se compenetran
Tal el árbol y la brisa tal el sueño y el mundo
De la noche cogiendo la profundidad y del día la extensión
A qué cuevas huyendo contra tanto resplandor
Día que nunca te mueves cielo que por nosotros caminas
Ríos que no sabéis herir y barcas que se agolpan en
nuestras entrañas
Las bocas flotan como los signos del zodíaco
Los brazos se entrecruzan como flores sobre las aguas
Las frentes siguen las corrientes y los ojos nada separan
Es la gloria llameante que descansa en nuestros cuerpos
Levantando sobre el combate atroz de la tiniebla y la luz
La enseña de la santa compañía y las miradas quietas
Es la gloria caída a nuestros pies
Es el triunfo llagado como un crepúsculo subterráneo
Cambiando de estación en el corazón del azogue
Como una rosa ahogada entre nuestros brazos
O como el mar naciendo de tus labios

De Abolición de la muerte

MUNDO MÁGICO

Tengo que darles una noticia negra y definitiva
Todos ustedes se están muriendo
Los muertos la muerte de ojos blancos las muchachas de ojos rojos
Volviéndose jóvenes las muchachas las madres todos mis amorcitos
Yo escribía
Dije amorcitos
Digo que escribía una carta
Una carta una carta infame
Pero dije amorcitos
Estoy escribiendo una carta
Otra será escrita mañana
Mañana estarán ustedes muertos
La carta intacta la carta infame también está muerta
Escribo siempre y no olvidaré tus ojos rojos
Tus ojos inmóviles tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Cuando fui a verte tenía un lápiz y escribí sobre tu puerta
Esta es la casa de las mujeres que se están muriendo
Las mujeres de ojos inmóviles las muchachas de ojos rojos
Mi lápiz era enano y escribía lo que yo quería
Mi lápiz enano mi querido lápiz de ojos blancos
Pero una vez lo llamé el peor lápiz que nunca tuve
No oyó lo que dije no se enteró
Sólo tenía ojos blancos
Luego besé sus ojos blancos y él se convirtió en ella
Y la desposé por sus ojos blancos y tuvimos muchos hijos
Mis hijos o sus hijos
Cada uno tiene un periódico para leer
Los periódicos de la muerte que están muertos
Sólo que ellos no saben leer
No tienen ojos ni rojos ni inmóviles ni blancos
Siempre estoy escribiendo y digo que todos ustedes se están muriendo
Pero ella es el desasosiego y no tiene ojos rojos
Ojos rojos ojos inmóviles
Bah no la quiero

De Belleza de una espada clavada en la lengua

CIUDAD ESCONDIDA

Ciudad escondida entre los labios
Ventura o tempestad o torrente
Ciudad igual a una corriente de aire
Entre una hoja de afeitar y una pestaña abandonada

Irreconciliablemente

Irreconciliablemente unidos
Al borde de la desesperación
Cambiando tarjetas de visita

De Belleza de una espada clavada en la lengua

LIBRE

En el juego,
Breve como lo infinito,
Del amor y la vida,
Del amor y la muerte,
Miradas, movimientos,
Caricias, voces
Van tejiendo una tela sutil,
Red de hilos de fuego,
Leve como el calor de la vida,
Apretada como el colmenar
De la sangre.
 
Enclaustrado
El preso dichoso,
Oruga indistinta
De su manto impalpable,
Se sumerge en el tiempo,
Se ovilla en el espacio,
Libre como el ave
Presa en su canto,
Grito que violenta la vida
Y la conduce, fulmíneo, a la muerte.

De Belleza de una espada clavada en la lengua

EL MAR EN LA CIUDAD

¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?
 
¿Es éste el mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?
 
No sé oye otro rumor que el borboteo
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.
 
¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aun por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?
 
La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.
 
El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.

De Belleza de una espada clavada en la lengua

PARÁBOLA

 Es difícil percibir lo que una caldera de cobre, alta uno o dos pisos o cuadras, puede contener de sólido, de viscoso o de relleno. Al probar con los nudillos desde fuera el metal opaco y levemente caldeado, se escucha un arrastrarse lánguido de relentes históricos, de premoniciones atrasadas, el usual revoltijo de acaecidos imposibles, todo lo situable antes del ser o después de él. En la baraúnda se engañaría uno si pretendiera establecer el equilibrio más precario entre despeñadero de cataratas líricas y refugio en la más desolada certeza existencial y metafísica. No habrá entonces sino que cerrar los ojos y esperar que la caldera ofrezca al explotar el mirífico espectáculo de una nube espesa e inagotable de transparentes libélulas zumbonas.

De Máximas y mínimas de sapiencia pedrestre

El tren se ha detenido en el silencio opaco y sin ecos de la noche anónima. Es la llegada a término – No sé reanudarán ya más ni agitación ni bullicio ni carcoma.

BARCA DE SUEÑO

Vamos en barca con Juliana. La barca es pequeña -Juliana más grande. Sus piernas se mueven en el agua. La barca pasa por encima y por debajo del agua. Juliana ríe. Se tapa la vulva con la mano. Son lo mismo la barca y Juliana.

De Amago de poema -de lampo- de nada

SOBRESALTO Y DESLUMBRAMIENTO

Inverosímil rostro radiante – vecino tanto como aquel adivinado en actos o ensueños de amor – surge de pronto del torbellino y agolpamiento de gente por calles y plazas – más bello que cresta de ola absorbiendo todo espacio al redor. (Nada – lo sabes – sólo mil años de castigo sin perdón a quien pierda semejante joya en la vorágine).

De Amago de poema -de lampo- de nada

SALIDO DE MADRE

¿Es cierto que ya no sabes
A dónde vas ni qué quieres?
Te zampas las moscas racimos
Culebras de piel de rosa
Rimeros de piel silvestre.
Hierve el agua en tu garganta
Cascas lo que encuentras
Y nada te repleta.
Requintas apedreas desgarras
Has perdido compostura y camino.
Río -me dueles en los ojos y el vientre.
¿Qué te haría la madre
Que así deliras y destruyes
Mi pueblo mi casa
Te llevas el borrico pardo
La palmera sin sombra
El cementerio completo?
¿Eres río sin madre
O mar recién parido
Estirándote lo más que dé
Tu hambre y tu codicia?
Río -vuelve a ser río
No te quiero tan grande.

De Amago de poema -de lampo- de nada

Cuánta tranquila llama viva en los rostros de esa mujer y ese hombre jóvenes recostados sobre el sarcófago en la tumba etrusca. Tanta reposada serenidad y apenas esbozada elegancia en el gesto de levantar la Copa para el brindis – ¿por la vida vivida -por la ensoñada o – acaso (tímida hipótesis) -por la vida incipiente – la aurora cercana?

De Ha vuelto la diosa ambarina

En el Gran Teatro del Mundo se ha dado fin a la enésima representación del Gran Teatro del Mundo.
Una tibia y terrosa niebla se ha apropiado está vez de todos los rincones de todos los humores de todos los horizontes.
Asfixia y ceguera paralizan a actores y espectadores que son todos espectadores y actores.
Alguien acude a la alarma -que no funciona. Otro tira de un telón desaparecido. El Gran Teatro del Mundo ha dejado de ser Mundo de ser Teatro de ser Grande.
Visible resta apenas diminuto boliche oscuro -que cuervo u otra ave de mal agüero- se zampará por equívoco.

De Ha vuelto la diosa ambarina

Por magia o sabiduría -arcana o burlona- se crearon mundos de esplendor y de miseria. Fueron enseguida entremezclados conforme a la ley de improbabilidades. Repartición semejante de bienes y entuertos no ofende en modo alguno la justicia más estricta y exigente.

Súbito e irresistible deseo de morder labios jugosos coralinos húmedos -de hincar pausadamente (pero fuertemente -pero implacablemente) los dientes en boca entreabierta. Sentir ahogarse en la propia garganta el grito de sorpresa- de dolor- de goce de quien comparte tal acción propiciatoria y desconsagrante.
Rito alucinado -pero instante más vívido que cualquier imagen deshojada del olvido.

De Ha vuelto la diosa ambarina

Te recomendamos ver el programa de televisión.

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