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BIOGRAFÍA DEL POETA ENRIQUE LIHN
Enrique Lihn, nacido en Santiago de Chile, hijo de Enrique Lihn Doll y María Carrasco Délano, realizó sus estudios básicos en el Saint George’s College y posteriormente pasó al Liceo Alemán de Santiago.Enrique Lihn fue un lector precoz, desde pequeño ya muy familiarizado con la poesía española, francesa, anglosajona y latinoamericana. En 1942, con solo trece años de edad, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile para estudiar artes plásticas, pero no terminó sus estudios, se decidió por comenzar una carrera como escritor. Entre 1949 y 1955 publicó sus dos primeros poemarios y un ensayo referido a la obra de Nicanor Parra. Junto a este poeta, Alejandro Jodorowsky, Jorge Sanhueza, Jorge Berti, Roberto Humeres y Luis Oyarzún creó Quebrantahuesos, collage editado en 1952.
Se separó de la mimo y bailarina Ivette Mingram cuando Andrea, la hija de ambos, nacida en 1957, que se convertiría posteriormente en actriz, tenía solo año y medio.
En 1963 publicó La pieza oscura, que consideró su primer poemario. Este libro fue traducido al francés como La chambre noire y publicado en París (Pierre Jean Oswald Editeur, 1972) en edición bilingüe, con portada e ilustraciones de Roberto Matta.
Lihn militó como activista del Frente de Acción Popular de su país, apoyando a Salvador Allende durante las elecciones presidenciales de 1958 y 1964.
En 1965 obtuvo una beca de la Unesco para estudiar museología en diversas ciudades europeas, entre ellas París, lo que significó su primer viaje al extranjero, con treinta y cinco años de edad. Esta experiencia fue muy significativa para el autor y pese a que el cuaderno de anotaciones que llevó durante el viaje acabó por perderse, quedó plasmada en 1966 en su obra ganadora del Premio Casa de las Américas, Poesía de paso.
Vivió dos años en La Habana durante la segunda mitad de los años 1960. En Cuba trabajó en Casa de las Américas, escribió en el diario Granma, redactó catálogos de arte y editó una antología de Vicente Huidobro. Se enamoró de una mulata y se casó. Hizo grandes amigos, entre ellos Roque Dalton y Heberto Padilla. Se empapó de literatura latinoamericana y, sobre todo, conoció la revolución por dentro. Y se desilusionó.
Al volver a Chile a fines de la década, el romance de Lihn con Cuba estaba en crisis —la tensión vivida en ese país se reflejó en los dos poemarios publicados en 1969: Escrito en Cuba y La musiquilla de las pobres esferas— que culminó en 1970 cuando «se separa definitivamente de ella» a raíz de la acusación de traición contra su amigo Padilla. Lihn lo defendió públicamente, con lo que selló «para siempre su distancia con la isla». El poeta chileno se convirtió en un autor «incómodo para Cuba», como comentara Germán Marín o un «ciudadano en sospecha», en palabras del mismo Lihn; no fue hasta casi treinta años más tarde que se publicó una antología del poeta —Una voz parecida al contrario— en el marco de las ediciones de libros de autores chilenos que hizo Casa de las Américas en 2009 con motivo de la Feria Internacional del Libro de La Habana en la que Chile era el invitado de honor.
Ya en Chile, funda con el escritor Germán Marín la revista Cormorán de la Editorial Universitaria, que publicó ocho números entre agosto de 1969 y diciembre de 1970.
Dirigió el taller de poesía de la Universidad Católica de Chile (1970-1973) y fue profesor investigador de literatura en el Centro de Estudios Humanísticos, encabezado por Cristián Huneeus, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile desde 1972, donde coincidió con otros personajes de la cultura de la época, como el poeta y teórico de arte Ronald Kay, quien en la revista Manuscritos rescató los Quebrantahuesos, esos diarios murales de poesía que habían hecho Nicanor Parra, Alejandro Jodorowsky y Lihn utilizando la técnica del collage.
En 1973 publicó en Argentina su novela Batman en Chile, pero como apareció en vísperas del golpe de Estado en Chile no tuvo distribución en este país.
Dos años más tarde partió a Francia invitado por el gobierno de ese país. A la ida, hizo una escala de un mes en Nueva York, en la que fue su primera visita a Estados Unidos; se alojó en casa de Pedro Lastra, donde se encontró con Óscar Hahn y Jaime Giordano, y dio recitales en varias universidades (Yale, Rutgers, Maryland, Stony Brook, The City University of New York y el Center of Inter-American Relations). En Francia escribió París, situación irregular, publicado en Chile en 1977.
En 1976 publica su novela La orquesta de cristal a través de Editorial Sudamericana. La edición del libro estuvo a cargo de Héctor Libertella. En 1980 en España, se publica su tercera obra narrativa extensa, El arte de la palabra. Estas dos obras tienen como protagonistas y narradores a Gerardo de Pompier (alter ego del autor) y a Roberto Albornoz.
En 1978 obtuvo la beca Guggenheim, por lo que se trasladó por unos meses a Nueva York. Luego viajó varias veces a Estados Unidos como profesor visitante en distintas universidades. El libro de poemas A partir de Manhattan, se publicó en Chile en 1979.
Escribió y montó obras de teatro (La radio,16 Las gallinas) y realizó performances (por ejemplo, el happening Adiós Tarzán, como una parodia a la dictadura, en 1984) y videos. Su presentación del poema El Paseo Ahumada en ese mismo lugar le valió un breve arresto policial en 1983. Esta obra, junto a La aparición de la Virgen, plaqueta con textos y dibujos del propio Lihn, fueron ediciones precarias, autofinanciadas en gran medida por el poeta y sus amigos, en un intento de oponerse a la asfixiante cultura oficial de la época de la dictadura militar en Chile.
Además de los dibujos que hizo para La aparición de la Virgen, dibujó su cómic inconcluso, Roma, la loba, e ilustró también algún libro ajeno, como, por ejemplo, la edición que Barlovento hizo en 1949 de la novela de María Carolina Geel Soñaba y amaba el adolescente Perces.
Falleció en Santiago de Chile el 10 de julio de 1988, a los 58 años, enfermo de cáncer. Hasta el último momento de su vida estuvo escribiendo. Su libro Diario de muerte (1989) fue publicado, por encargo suyo, por sus amigos Pedro Lastra y Adriana Valdés, quienes reunieron, transcribieron y ordenaron los poemas que dejó al morir. El título fue puesto por él mismo en el cuaderno donde los reunió.
Su tumba se encuentra en el cementerio Parque del Recuerdo, Sector D, en Santiago de Chile, muy cerca de la sepultura de su amiga, la poeta Stella Díaz Varín. Tras su muerte se publicaron diversas antologías y trabajos inéditos de su obra.
El novelista Jorge Edwards se inspiró en la figura de Lihn para crear al protagonista de su novela La casa de Dostoievsky.
El dibujante chileno Liván (Iván Cornejo) hizo un cómic con El Paseo Ahumada, que publicó la editorial Das Kapital en 2014.
Nicanor Parra fue una de las influencias importantes de Lihn.
En su poesía, prefería utilizar versos más cercanos a la prosa poética y más alejados del lirismo extremo. La influencia de Nicanor Parra en su obra es bastante clara. Para el crítico literario Juan Manuel Vial, a partir de Poesía de paso (1966) el escritor inauguró un estilo en el que convergen «la lírica, el habla cotidiana, el ensayo, las noticias, las apreciaciones de arte, la antipoesía y las emociones».
Uno de sus temas recurrentes es el de la infancia doliente, que ya se retrata desde La pieza oscura (1963). Otro tema importante es el viaje, temática inaugurada con Poesía de paso y continuada con Escrito en Cuba (1969), París, situación irregular (1977), A partir de Manhattan (1979) o Estación de los desamparados (1982).
En narrativa publicó cuentos y novelas. Su trilogía sobre el poder, el lenguaje y la sociosis, compuesta por Batman en Chile, La orquesta de cristal y El arte de la palabra, si bien no tuvo una recepción adecuada de la crítica nacional, lo llevó a formar parte de una tendencia de ruptura con el boom y parte de un movimiento experimental y transgresor de la narrativa latinoamericana en los años setenta y ochenta. En palabras del ensayista Héctor Libertella, la obra de Lihn forma parte de los cavernícolas que ponen en tensión las estrategias de mercado y de figuración pública y política de los autores reputados como la renovación de las letras continentales. Lihn y su narrativa es puesta a la par de obras como la de Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Manuel Puig, Salvador Elizondo y Osvaldo Lamborghini.
Dentro de sus influencias se encuentra el poeta Henri Michaux, cuya obra conoció en París durante su viaje a Europa en 1965 y con quien compartía varios parentescos biográficos.
Roberto Bolaño decía de él: «Frecuentar su poesía es enfrentarse con una voz que lo cuestiona todo. Esa voz, sin embargo, no sale del infierno, ni de las profecías milenaristas, ni siquiera de un ego profético, sino que es la voz del ciudadano ilustrado, un ciudadano que espera llegar a la modernidad o que es resignadamente moderno. Un ciudadano que ha aprendido la lección de Parra, su maestro y compañero de travesuras, y que en ocasiones nos ofrece una visión latinoamericana refulgente y original».
Alejandro Jodorowsky dijo del poeta: «¿Si yo fuera Dios, qué le diría a Enrique Lihn?”. Un tema lleno de trampas teológicas, románticas, egomaníacas. Enrique Lihn con una elegancia suprema, supera todas estas barreras».
Y Antonio Cisneros lo llamo: «Creador incansable. Perfeccionista. Poeta, narrador, dibujante, crítico, dramaturgo. Jamás se recostó en las certezas ni en los lechos de rosas».
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS:
-Primer lugar en los Juegos de Poesía 1956, organizados por la directora de la revista Extremo Sur Esther Matte, con dos poemas, «Monólogo del padre con su hijo de meses» y «Monólogo del poeta con su muerte», que después formarían parte de La pieza oscura.
-Premio Atenea 1963 por La pieza oscura.
-Beca de la Unesco (1965).
-Premio Municipal de Literatura de Santiago 1965, categoría Cuento, por Agua de arroz.
-Premio Casa de las Américas 1966, por Poesía de paso.
-Premio Municipal de Literatura de Santiago 1970, categoría Poesía, por La musiquilla de las pobres esferas.
-Beca Guggenheim (1978).
Obras
Poesía
1949 – Nada se escurre, colección Orfeo, Talleres Gráficos Casa Nacional del Niño, Santiago
1955 – Poemas de este tiempo y de otro, Ediciones Renovación, Santiago
1963 – La pieza oscura, Editorial Universitaria, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena. En 1972 apareció en París una edición bilingüe, con traducción al francés —La chambre noire— de Jean-Michel Fossey y portada e ilustraciones de Roberto Matta
1966 – Poesía de paso, Casa de las Américas, La Habana
1969 – Escrito en Cuba, Alacena / Era, México D.F.
1969 – La musiquilla de las pobres esferas, Universitaria, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena
1972 – Algunos poemas, colección OCNOS, Barral Editores, Barcelona
1975 – Por fuerza mayor, colección OCNOS, Barral Editores, Barcelona
1977 – París, situación irregular, con prólogo de Carmen Foxley; Ediciones Aconcagua
1978 – Lihn y Pompier, Ediciones del Departamento de Estudios Humanísticos, Santiago
1978 – The Dark Room and Other Poems , edición de P.Lerzundi, traducciones de J. Felstiner, J. Cohen, D. Unger; New Directions, Nueva York
1979 – A partir de Manhattan, Universitaria, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena
1981 – Noticias del extranjero
1981 – Antología al azar, Ruray, Lima
1982 – Estación de los desamparados, Premia Editora, México D.F.
1983 – Al bello aparecer de este lucero, Ediciones del Norte, Hannover, USA
1983 – El Paseo Ahumada, con fotos de Paz Errázuriz y Marcelo Montecino, dibujos del pintor Germán Arestizábal; Ediciones Minga, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena (2004: Ediciones UDP con prólogo de Alejandro Zambra y dos poemas añadidos)
1986 – Pena de extrañamiento, Sin Fronteras, Santiago
1987 – Mester de juglaría, Hiperión
1987 – La aparición de la Virgen, plaqueta con textos y dibujos del propio Lihn
1988 – Antología de paso, LOM Ediciones, Santiago
1989 – Diario de muerte , textos reunidos y transcritos por Pedro Lastra y Adriana Valdés, Universitaria, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena (2010: UDP con prólogo de Christopher Domínguez Michael)
2012 – La efímera vulgata, con fotografías de Luis Poirot; UDP, Santiago
Antologías póstumas
1989 – Álbum de toda especie de poemas, con prólogo del autor; Editorial Lumen, Barcelona
1995 – Porque escribí, a cargo de Eduardo Llanos Melussa
1999 – Figures of Speech, Poems by Enrique Lihn, traducción y edición de Dave Oliphant
2005 – Una nota estridente, UDP, Santiago
2009 – Una voz parecida al contrario, Casa de las Américas, La Habana
2012 – La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987) (Edición de Andrés Florit Cento. Prólogo de Vicente Undurraga)nota 1
Ensayo
1952 – Introducción a la poesía de Nicanor Parra
1959 – «Pedro Luna, el pintor» en Pedro Luna, Instituto de Extensión de Artes Plásticas, Universidad de Chile; el álbum de este pintor chileno contiene otro texto, que predece al de Lihn: «Pedro Luna, recuerdos e impresiones», de Néstros Montecinos
1966 – «Definición de un poeta», Anales de la Universidad de Chile, n.º137 enero-marzo
1971 – La cultura en la vía chilena al socialismo
1983 – Sobre el estructuralismo de Ignacio Valente
1987 – Señales de ruta de Juan Luis Martínez, artículo escrito con Pedro Lastra; descargable desde el portal Memoria Chilena
1988 – Eugenio Téllez, descubridor de invenciones, imprenta Ograma, Santiago
1996 – El circo en llamas, críticas literarias; edición de Germán Marín, LOM, Santiago
2008 – Textos sobre arte, recopilación, edición y anotaciones al cuidado de Adriana Valdés y Ana María Risco; UDP, Santiago
2020 – ¿Qué nos ha dado con Kafka? Crónicas, ensayos y otras intervenciones sobre literatura, arte y política, Overol, Santiago
Cuentos
1964 – Agua de arroz, Ediciones del Litoral, Santiago
1972 – Diez cuentos de bandidos, antología con selección y prólogo de Lihn; Quimantú, Santiago. Contiene:
«Quilapán», de Baldomero Lillo; «Complot», de Olegario Lazo Baeza; «Los dos», de Rafael Maluenda; «El cuarto de las garras», de Fernando Santiván; «El aspado», de Mariano Latorre; «Pat’e cabra», de Víctor Domingo Silva; «Cuesta arriba», de Luis Durand; «El último disparo del Negro Chávez», de Óscar Castro; y «La espera», de Guillermo Blanco
1989 – La República Independiente de Miranda, Editorial Sudamericana
2005 – Huacho y Pochocha, contiene 10 textos de sus dos anteriores libros de cuentos; Sudamericana, Santiago
2017 – Cuentos reunidos, incluye los 12 textos de los libros Agua de arroz y La República Independiente de Miranda, con prólogo de Roberto Careaga; Ediciones UDP, Santiago
Novela
1973 – Batman en Chile,27 Ediciones de la Flor, Buenos Aires. Reeditado el 2008 por Bordura Ediciones, Santiago.
1976 – La orquesta de cristal, Editorial Sudamericana, Buenos Aires (2013: Editorial Hueders, Santiago)
1980 – El arte de la palabra,28 Editorial Pomaire, España.
Teatro
Café-Concert (manuscrito sin titular; nombre propuesto por Óscar Sarmiento)29
Las gallinas, obra escrita en los años 1970; estrenada bajo la dirección de Pedro Vicuña el 22 de marzo de 2007 en la Sala Agustín Siré (Morandé 750, Santiago)30
La Mekka, estrenada bajo la dirección de Gustavo Mezaen diciembre de 1984 por el teatro Imagen, Santiago31
Niu York, cartas marcadas, estrenada en 1985 por el autor y el grupo de teatro Paseo Ahumada en la Casa Larga, Santiago31
La radio, 1987
La comedia de los bandidos, estrenada en 1994 bajo la dirección de Aldo Parodi29
Copelius y Copelia (manuscrito sin titular; nombre propuesto por Óscar Sarmiento), un fragmento de la obra fue montado en 1998 por Ramón Griffero29
Diálogos de desaparecidos, 201832
Otras obras
1992 – Roma, la loba, publicado en Un cómic, libro editado por Pablo Brodsky que contiene la historieta inconclusa de Lihn con su propios dibujos, precedida del texto «Hablando de cómics con Alejandro Jodorowsky»;33 Andros, Santiago; descargable desde el portal Memoria Chilena;
2006 – Enrique Lihn: Entrevistas (recopilación Daniel Fuenzalida, editor Juan Carlos Saéz)
2016 – Las cartas de Eros, libro escrito por a comienzos de los 80 y que se mantenía inédito; compuesto por seis textos dirigidos a mujeres imaginarias
Premios y reconocimientos
Primer lugar en los Juegos de Poesía 1956, organizados por la directora de la revista Extremo Sur Esther Matte, con dos poemas, «Monólogo del padre con su hijo de meses» y «Monólogo del poeta con su muerte», que después formarían parte de La pieza oscura1534
Premio Atenea 1963 por La pieza oscura34
Beca de la Unesco (1965)
Premio Municipal de Literatura de Santiago 1965, categoría Cuento, por Agua de arroz
Premio Casa de las Américas 1966, por Poesía de paso
Premio Municipal de Literatura de Santiago 1970, categoría Poesía, por La musiquilla de las pobres esferas
Beca Guggenheim (1978)
SELECCIÓN DE POEMAS DE ENRIQUE LIHN
DESTIEMPO
Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren
entre la multitud de la igualdad de los días.
Nuestra debilidad cifraba en ellos
nuestra última esperanza.
Pensábamos y el tiempo que no tendría precio
se nos iba pasando pobremente
y estos son, pues, los años venideros.
Todo lo íbamos a resolver ahora.
Teníamos la vida por delante.
Lo mejor era no precipitarse.
Del libro La pieza oscura (1963).
EPÍLOGO
Vivimos todos en la oscuridad, separados
por franqueables murallas llenas de puertas falsas;
moneda que se gira para los gastos menudos de la
amistad o el amor nuestras conversaciones
contra lo inagotable no alcanzan a tocarlo
cuando ya se precisa renovarlas, tomar
un camino distinto para llegar a lo mismo.
Es necesario acostumbrarse a saber
vivir al día, cada cual en lo suyo,
como en el mejor de los mundos posibles.
Nuestros sueños lo prueban: estamos divididos.
Podemos simpatizar los unos con los Otros,
y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil,
acercar nuestra historia a la de otros
podándola del exceso que somos,
distraer la atención de lo imposible para atraerla
sobre las coincidencias,
y no insistir, no insistir demasiado:
ser un buen narrador que hace su oficio
entre el bufón y el pontificador.
De Poesía de paso (1966)
PORQUE ESCRIBÍ
Ahora que quizás, es un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.
Escribí: fui la victima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria—
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
un caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.
La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante.
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.
Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos sicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa de verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.
Porque escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.
RECONSTITUCIÓN DEL DISCURSO DE UN DIVULGADOR OLVIDADO
Quién puede decir que la naturaleza sea justa
o que exista en ella el diseño de una finalidad
las aves migratorias llegan, en minoría, a los parajes de salvación
el derrotero no se los marca el instinto
millones y millones mueren al internarse mar adentro, caen
/como lluvia extenuadas al abismo
Entre los hombres no existe la justicia
ni en su naturaleza
el deseo de que exista hace el dolor de muchos
mueren jóvenes los grandes talentos
viven hasta la saciedad multitudes de bobos
A la buena madre le mata un auto a su único hijo
a la mala le brotan los suyos por manadas
El hombre capaz ve ascender hasta las nubes a los incapaces
mientras él se ve forzado a trabajar en la oscuridad
El presidente de un país cualquiera es un imbécil
y el poeta que aparece en los titulares de prensa
Los comunicadores dirigen al mundo
eligen un producto y un nombre y lo clavan
en el inconsciente colectivo
hasta que todos lo nombran y consumen.
PIDO A LA MEDICINA
Pido a la medicina si es que ella sabe algo
detrás de su imponente fachada
y de sus sórdidos interiores
que me mate sin dolor
no comparto el dolor como forma (gratuita) de conocimiento
nunca he asistido a sus cultos religiosos detrás de su fachada impotente
qué chuchas puede enseñar el dolor a un agonizante
ni siquiera en compañía de la resignación
no hace más que degradarla
al aullido
La muerte debe venir en una atmósfera de relatividad
como una burguesa que visita por primera y última vez
a cultivar la amistad sin interrupciones
con un casual admirador que lo ha hecho todo
para aceptarla.
EL ALMA
Me la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa¡ No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿Qué lejía inmortal, y que perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!
He dicho así a media alba
porque de nuevo la hallo,
de nuevo el aire libre sana y salva.
Fue en el río, seguro, en aquel río
donde se lava todo, bajo el puente.
Huele a la misma agua, a cuerpo mío.
¡Y ya sin mancha! ¡Si hay algún valiente,
que se la ponga! Sé que le ahogaría.
Bien sé que al pie del corazón no es blanca
pero no importa: un día…
¡Qué un día, hoy, mañana que es la fiesta!
Mañana todo el pueblo por las calles
y la conocerán, y dirán: «Esta
es su camisa, aquella, la que era
sólo un remiendo y ya no le servía.
¿Qué es este amor? ¿Quién es su lavandera?»
LARGO SE LE HACE EL DÍA A QUIEN NO AMA
Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿Cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.
AUN NO PONGÁIS LAS MANOS JUNTO AL FUEGO
Aún no pongáis las manos junto al fuego.
Refresca ya, y las mías
están solas; que se me queden frías.
Entonces qué rescoldo, qué alto leño,
cuánto humo subirá, como si el sueño,
toda la vida se prendiera. ¡Rama
que no dura, sarmiento que un instante
es un pajar y se consume, nunca,
nunca arderá bastante
la lumbre, aunque se haga con estrellas!
Este al menos es fuego
de cepa y me calienta todo el día.
Manos queridas, manos que ahora llego
casi a tocar, aquella, la más mía,
¡pensar que es pronto y el hogar crepita,
y está ya al rojo vivo,
y es fragua eterna, y funde, y resucita
aquel tizón, aquel del que recibo
todo el calor ahora,
el de la infancia! Igual que el aire en torno
de la llama también es llama, en torno
de aquellas ascuas humo fui. La hora
del refranero blanco, de la vieja
cuenta, del gran jornal siempre seguro.
¡Decidme que no es tarde! Afuera deja
su ventisca el invierno y está oscuro.
Hoy o ya nunca más. Lo sé. Creía
poder estar aún con vosotros, pero
vedme, frías las manos todavía
esta noche de enero
junto al hogar de siempre. Cuánto humo
sube. Cuánto calor habré perdido.
Dejadme ver en lo que se convierte,
olerlo al menos, ver dónde ha llegado
antes de que despierte,
antes de que el hogar esté apagado.
DICHOSO EL QUE UN BUEN DÍA SALE HUMILDE
Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.
I
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
VEO QUE NO QUERÉIS BAILAR CONMIGO
Veo que no queréis bailar conmigo
y hacéis muy bien. ¡Si hasta ahora
no hice más que pisaros, si hasta ahora
no moví al aire vuestro estos pies cojos!
Tú siempre tan bailón, corazón mío.
¡Métete en fiesta; pronto,
antes de que te quedes sin pareja!
¡Hoy no hay escuela! ¡Al río,
a lavarse primero,
que hay que estar limpios cuando llegue la hora!
Ya están ahí, ya vienen
por el raíl con sol de la esperanza
hombres de todo el mundo! Ya se ponen
a dar fe de su empleo de alegría
¿Quién no esperó la fiesta?
¿Quién los días del año
no los pasó guardando bien la ropa,
Cuánto manteo, cuánta media blanca,
cuánto refajo de lanilla, cuánto
corto calzón. ¡Bien a lo vivo, como
esa moza se pone su pañuelo,
poned el alma así, bien a lo vivo!
Echo de menos ahora
aquellos tiempos en los que a sus fiestas
se unía el hombre como el suero al queso.
Entonces sí que daban
su vida al sol, su aliento al aire, entonces
sí que eran encarnados en la tierra.
Para qué recordar. Estoy en medio
de la fiesta y ya casi
cuaja la noche pronta de febrero.
y aún sin bailar: yo solo.
¡Venid, bailad conmigo, que ya puedo
arrimar la cintura bien, que puedo
mover los pasos a vuestro aire hermoso!
¡Águedas, aguedicas,
decidles que me dejen
bailar con ellos, que yo soy del pueblo,
soy un vecino más, decid a todos
que he esperado este día
toda la vida! Oídlo.
Óyeme tú, que ahora
pasas al lado mío y un momento,
sin darte cuenta, miras a lo alto
y a tu corazón baja
el baile eterno de Águedas del mundo,
óyeme tú, que sabes
que se acaba la fiesta y no la puedes
guardar en casa como un limpio apero,
y se te va, y ya nunca…
tú, que pisas la tierra
y aprietas tu pareja, y bailas, bailas.
MIRO LA ESPUMA, SU DELICADEZA
Miro la espuma, su delicadeza
que es tan distinta a la de la ceniza.
Como quien mira una sonrisa, aquella
por la que da su vida y le es fatiga
y amparo, miro ahora la modesta
espuma. Es el momento bronco y bello
del uso, el roce, el acto de la entrega
creándola. El dolor encarcelado
del mar, se salva en fibra tan ligera;
bajo la quilla, frente al dique, donde
existe amor surcado, como en tierra
la flor, nace la espuma. Y es en ella
donde rompe la muerte, en su madeja
donde el mar cobra ser, como en la cima
de su pasión el hombre es hombre, fuera
de otros negocios: en su leche viva.
A este pretil, brocal de la materia
que es manantial, no desembocadura,
me asomo ahora, cuando la marea
sube, y allí naufrago, allí me ahogo
muy silenciosamente, con entera
aceptación, ileso, renovado
en las espumas imperecederas.
Una mirada, un gesto,
cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano,
tan sin entendimiento y sin gobierno,
pero con errabunda resonancia,
y sondea, buscando
calor y compañía en este espacio
en donde tantas otras
han vibrado, ¿qué quiere
decir? Cuántos y cuántos gestos como
un sueño mañanero,
pasaron. Como esa
casera mueca de las figurillas
de la baraja: aunque
dejando herida o beso, sólo azar entrañable.
Más luminoso aún que la palabra,
nuestro ademán, como ella
roído por el tiempo, viejo como la orilla
del río, ¿qué
significa?
¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto
de la entrega o del robo,
el que cierra una puerta o el que la abre,
el que da luz o apaga?
¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra
que cuando siega,
el de amor que el de asesinato?
Nosotros, tan gesteros pero tan poco alegres,
raza que sólo supo
tejer banderas, raza de desfiles,
de fantasías y de dinastías,
hagamos otras señas.
No he de leer en cada palma, en cada
movimiento, como antes. No puedo ahora frenar
la rotación inmensa del abrazo
para medir su órbita
y recorrer su emocionada curva.
No, no son tiempos
de mirar con nostalgia
esa estela infinita del paso de los hombres.
Hay mucho que olvidar
y más aún que esperar. Tan silencioso
como el vuelo del búho, un gesto claro,
de sencillo bautizo,
dirá, en un aire nuevo,
su nueva significación, su nuevo
uso. Yo solo, si es posible,
pido, cuando me llegue la hora mala,
la hora de echar de menos tantos gestos queridos,
tener fuerza, encontrarlos
como quien halla un fósil
(acaso una quijada aún con el beso trémulo)
de una raza extinguida.
DESPUÉS DE TANTOS DÍAS SIN CAMINO Y SIN CASA
Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.
Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana…
Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.
Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
-dos horas antes de la media noche-
del tercer oleaje, que es el mío.
Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
con sol madurador,
con el toque sin calma de mi pulso,
cuando el aire entra a fondo
en la ansiedad del tacto de mis manos
que tocan sin recelo,
con la alegría del conocimiento,
esta pared sin grietas,
y la puerta maligna, rezumando,
nunca cerrada,
cuando se va la juventud, y con ella la luz,
salvan mi deuda.
Salva mi amor este metal fundido,
este lino que siempre se devana
con agua miel,
y el cerro con palomas,
y la felicidad del cielo,
y la delicadeza de esta lluvia,
y la música del
cauce arenoso del arroyo seco,
y el tomillo rastrero en tierra ocre,
la sombra de la roca a mediodía,
la escayola, el cemento,
el zinc, el níquel,
la calidad del hierro, convertido, afinado
en acero,
los pliegues de la astucia, las avispas del odio,
los peldaños de la desconfianza,
y tu pelo tan dulce,
tu tobillo tan fino y tan bravío,
y el frunce del vestido,
y tu carne cobarde…
Peligrosa la huella, la promesa
entre el ofrecimiento de las cosas
y el de la vida.
Miserable el momento si no es canto.
ALFISTRON
Y llegó la alegría
muy lejos del recuerdo cuando las gaviotas
con vuelo olvidadizo traspasado de alba
entre el viento y la lluvia y el granito y la arena,
la soledad de los acantilados
y los manzanos en pleno concierto
de prematura floración, la savia
del adiós de las olas ya sin mar
y el establo con nubes
y la taberna de los peregrinos,
vieja en madera de nogal negruzco
y de cobre con sol, y el contrabando,
la suerte y servidumbre, pan de ángeles,
quemadura de azúcar, de alcohol reseco y bello,
cuando subía la ladera me iban
acompañando y orientando hacia…
Y yo te veo porque yo te quiero.
No era la juventud, era el amor
cuando entonces viví sin darme cuenta
con tu manera de mirar al viento,
al fruto verdadero. Viste arañas
donde siempre hubo música
lejos de tantos sueños que iluminan
esa manera de mirar las puertas
con la sorpresa de su certidumbre,
pálida el alma donde nunca hubo
oscuridad sino agua
y danza.
Alza tu cara más porque no es una imagen
y no hay recuerdo ni remordimiento,
cicatriz en racimo, ni esperanza,
ni desnudo secreto, libre ya de tu carne,
lejos de la mentira solitaria,
sino inocencia nunca pasajera,
sino el silencio del enamorado,
el silencio que dura, está durando.
Y yo te veo porque yo te quiero.
Es el amor que no tiene sentido.
El polvo de la espuma de la alta marea
llega a la cima, al nido de esta casa,
a la armonía de la teja abierta
y entra en la acacia ya recién llovida
en las alas en himno de las gaviotas,
hasta en el pulso de la luz, en la alta
mano del viejo Terry en su taberna mientras,
toca con alegría y con pureza
el vaso aquel que es suyo. Y llega ahora
la niña Carol con su lucerío,
y la beso, y me limpia
cuando menos se espera.
Y yo te veo porque yo te quiero.
Es el amor que no tiene sentido.
Alza tu cara ahora a medio viento
con transparencia y sin destino en torno
a la promesa de la primavera,
los manzanos con júbilo en tu cuerpo
que es armonía y es felicidad,
con la tersura de la timidez
cuando se hace de noche y crece el cielo
y el mar se va y no vuelve
cuando ahora vivo la alegría nueva,
muy lejos del recuerdo, el dolor solo,
la verdad del amor que es tuyo y mío.
Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.
QUÉ DISTINTO EL AMOR ES JUNTO AL MAR
Qué distinto el amor es junto al mar
que en mi tierra nativa, cautiva, a la que siempre
cantaré,
a la orilla del temple de sus ríos,
con su inocencia y su clarividencia,
con esa compañía que estremece,
viendo caer la verdadera lágrima
del cielo
cuando la noche es larga
y el alba es clara.
Nunca sé por qué siento
compañero a mi cuerpo, que es augurio y refugio.
Y ahora, frente al mar,
qué urdimbre la del trigo,
la del oleaje,
qué hilatura, qué plena cosecha
encajan, sueldan, curvan
mi amor.
El movimiento curvo de las olas,
por la mañana,
tan distinto al nocturno,
tan semejante al de los sembrados,
se va entrando en
el rumor misterioso de tu cuerpo,
hoy que hay mareas vivas
y el amor está gris perla, casi mate,
como el color del álamo en octubre.
El soñar es sencillo, pero no el contemplar.
Y ahora, al amanecer, cuando conviene
saber y obrar,
cómo suena contigo esta desnuda costa.
Cuando el amor y el mar
son una sola marejada, sin que el viento nordeste
pueda romper este recogimiento,
esta semilla sobrecogedora,
esta tierra, este agua
aquí, en el puerto,
donde ya no hay adiós, sino ancla pura.
EN ESTA CAMA DONDE EL SUEÑO ES LLANTO
Ya cantan los gallos,
amor mío. Vete:
cata que amanece.
Anónimo
En esta cama donde el sueño es llanto,
no de reposo, sino de jornada,
nos ha llegado la alta noche. ¿El cuerpo
es la pregunta o la respuesta a tanta
dicha insegura? Tos pequeña y seca,
pulso que viene fresco ya y apaga
la vieja ceremonia de la carne
mientras no quedan gestos ni palabras
para volver a interpretar la escena
como noveles. Te amo. Es la hora mala
de la cruel cortesía. Tan presente
te tengo siempre que mi cuerpo acaba
en tu cuerpo moreno por el que una
una vez mas me pierdo, por el que mañana
me perderé. Como una guerra sin
héroes, como una paz sin alianzas,
ha pasado la noche. Y yo te amo.
Busco despojos, busco una medalla
rota, un trofeo vivo de este tiempo
que nos quieren robar. Estás cansada
y yo te amo. Es la hora. ¿Nuestra carne
será la recompensa, la metralla
que justifique tanta lucha pura
sin vencedores ni vencidos? Calla,
que yo te amo. Es la hora. Entra y un trémulo
albor. Nunca la luz fue tan temprana.
I
( Sigue marzo )
Para Clara Miranda
Todo es nuevo quizá para nosotros.
El sol claro-luciente, el sol de puesta,
muere; el que sale es más brillante y alto
cada vez, es distinto, es otra nueva
forma de luz, de creación sentida.
Así cada mañana es la primera.
Para que la vivamos tú y yo solos,
nada es igual ni se repite. Aquella
curva, de almendros florecidos suave,
¿tenía flor ayer? El ave aquella,
¿no vuela acaso en más abiertos círculos?
Después de haber nevado el cielo encuentra
resplandores que antes eran nubes.
Todo es nuevo quizá. Si no lo fuera,
Si en medio de esta hora las imágenes
cobraran vida en otras, y con ellas
los recuerdos de un día ya pasado
volvieran ocultando el de hoy, volvieran
aclarándolo, sí, pero ocultando
su claridad naciente, ¿qué sorpresa
le daría a mi ser, qué devaneo,
qué nueva luz o qué labores nuevas?
Agua de río, agua de mar; estrella
fija o errante, estrella en el reposo
nocturno. Qué verdad, qué limpia escena
la del amor, que nunca ve en las cosas
la triste realidad de su apariencia.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)