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BIOGRAFÍA DE HAMLET LIMA QUINTANA
Nacido como Hamlet Romeo Lima en Morón, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1923, prefería decir que era de Saladillo (localidad bonaerense situada a 200 km de la ciudad de Buenos Aires, zona rural de la Pampa húmeda).
Hamlet llegó a decir:
“Hay un largo poema en el que yo digo que el lugar donde se aprende a caminar es el único lugar donde se pisa en el suelo, y que en cualquier otra comarca o bajo cualquier otro cielo sólo se pisa en el aire. Escribir sobre el sitio en el que uno aprendió a caminar y se formó es tan valedero, que es como si uno no se hubiera ido nunca”.
Amante de los cuentos de fogón, familiares de Saladillo le enseñaron algunas tareas rurales y a tocar la guitarra. Varias de esas vivencias están plasmadas en su libro Milongueada por Pedro Coronel en Saladillo (1987), del cual surgieron diez milongas musicalizadas por Oscar Alem.
En su libro Cancionero, Hamlet relata que sus padres influyeron decisivamente en su posterior labor como escritor y poeta. El padre de Hamlet, Romero Ventura Lima, tenía raíces en San Antonio de Areco, cuna de la tradición. Y su madre, Leila Carmen Quintana, era descendiente de la “tribu de Coliqueo”, de raigambre mapuche. Su padre era poeta, guitarrista y pianista. Su madre, también tenía habilidades para la música.
Fue la muerte uno de los tópicos principales de la obra de Hamlet Lima Quintana. “Uno se va a la muerte de a pedazos”, escribió. Una de las primeras veces que colisionó su pluma ante una inesperada aparición de la parca fue con Lelia Carmen Quintana, su madre, a quien recodaría como una mujer “con gestos de algún cacique en la sangre”. La muerte de Lelia –que le había asegurado al poeta que Jesús fue el primer comunista–, sucedió en 1956. Apenas le había alcanzado el tiempo para saber del Hamlet que montó caballos, arreó ganado y cosechó maíz en los campos de Saladillo, mientras se sumergía en estilos y coplas en ranchos con piso de tierra. En fogones y enramadas. En llanura y vegetal entrelazados. También se enteró ella del hijo que, hacia fines del la década del 40, se inició profesionalmente en la Compañía de Ariel Ramírez y luego se plegó a Los Musiqueros, cuarteto vocal que completaban el Chango Farías Gómez, Mario Arnedo Gallo y Antonio Rodríguez Villar. Apenas supo Lelia, asimismo, del primer libro de poesías de Hamlet: Mundo en el rostro. Y de no mucho más. “Estás agonizando como un canto, cuando te extingas no llevaré una flor de olor a muerte”, escribió él recordándola, en trance de elegía y dominado por otra idea cíclica en sus escritos: la de morir de olvido por las noches, y resucitar cantando por las mañanas.
Su padre Romeo Ventura Lima, “bueno como una mariposa”, tendría más estrellas a su favor. Para cuando se fue en 1965 –nueve años después que su mujer– su hijo ya había compuesto “La amanecida”, con Arnedo Gallo, y estaba en eso con “Zamba para no morir”, su más grande creación en forma de canción, con música de Norberto Ambros y Alfredo Rosales. Había escrito también una tríada de libros más que sugestiva (El octavo pájaro, Pampamapa la huella del sur y La isla), y tres años distaban desde el origen del Movimiento del Nuevo Cancionero, del que Hamlet fue parte nodal junto a Armando Tejada Gómez, Tito Francia, Mercedes Sosa y Oscar Matus, que incorporaría al sujeto colectivo, al hombre común, pobre y asalariado, como protagonista de las música de raíz, de ahí en más.
A través de su padre, pianista, guitarrero y poeta vocacional, Hamlet también murió un pedazo más, como fluye de “Viaje de retorno”: “Se fue en San Antonio de Areco durante un mediodía dulce (como quien) se sumerge en el centro del gozo”. Diez años después, con La armonía de los cuerpos, Edad del asombro, Los juegos, Taller del resentido, y Cuentos para no morir ya editados, otro mojón doloroso enfrentó al rapsoda con la muerte. La de Agustín Tosco, el combativo sindicalista cordobés, en 1975. En él se inspiró para escribir: “Mientras uno y sus muertes reviven todavía”.
Entre 1940 y 1960, Lima Quintana fue músico y cantor primero en la compañía de Ariel Ramírez y luego con los grupos Los musiqueros junto a Antonio Rodríguez Villar, Chango Farías Gómez y Mario Arnedo Gallo. Con éste formó luego un dúo, que en 1955 se transformó en trío, con la incorporación de Raúl Cerrutti y finalmente fue solista, hasta que dejó de cantar.
Desde Buenos Aires, Hamlet Lima Quintana componía canciones que acompañaron al movimiento artístico y cultural denominado Nuevo cancionero (1962) que, como hemos dicho, integraban artistas y poetas de la talla de Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus, Eduardo Aragón, Tito Francia, etc. Tanto Mercedes Sosa como Horacio Guarany interpretaron sus composiciones.
El Nuevo cancionero fue un movimiento musical-literario de la Argentina, con proyección latinoamericana, lanzado en Mendoza en 1963, que caracterizó a la música popular argentina durante las décadas de 1960 y 1970.
Hamlet aportó canciones como Triunfo de las salinas grandes y Los pueblos de gesto antiguo. Además musicalizaron su poesía grandes compositores argentinos, entre ellos Mario Arnedo Gallo, Remo Pignoni, Oscar Alem, Horacio Salgán, Carlos Guastavino, Enrique Llopis, Eladia Blázquez, César Isella, Julio Lacarra, Litto Nebbia, Carlos Bergesio.
Zambas como La amanecida y Zamba para no morir, entre otras sostenidas por sus textos, marcan un antes y después en el repertorio argentino y latinoamericano.
A lo largo de su vida compuso más de 400 canciones entre las que se cuentan también Triunfo de las salinas grandes, Los pueblos de gesto antiguo, Zamba del duraznillo y La amanecida y Yo no me voy de la vida, entre otras, muchas de ellas junto a grandes músicos como Arnedo Gallo, Enrique Llopis, Oscar Alem, Emilio de la Peña, entre otros.
Como pintor, otro de sus oficios, obtuvo numerosas distinciones y menciones y fue el ilustrador de sus primeras publicaciones.
Hamlet fue un comprometido y consecuente militante del Partido Comunista y en 1976 integró la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Durante los años del proceso padeció el silencio y la censura de su obra.
Realizó investigaciones sobre sus ancestros: los pueblos originarios, escribió una biografía -la única al momento- de Osvaldo Pugliese y en el último tiempo realizó Diario del Regreso, sobre Ernesto Che Guevara junto a Jairo, Domingo Cura y Oscar Cardozo Ocampo.
También escribió más de 30 libros de poemas y cuentos como Mundo en el rostro, El octavo pájaro, Cuentos para no morir, Documento de identidad, Sinfonía de la llanura y Milongueada por Pedro Coronel en Saladillo.
Además de su actividad artística, trabajó en las redacciones de la agencia de noticias United Press y de la sección Política del diario Clarín. Fue oficinista, vendedor de libros y periodista. También se desempeñó como cobrador, vendedor de la editorial Sudamericana y empleado del Instituto Nacional de Cinematografía. Luego decidió renunciar al periodismo para dedicarse a escribir, cantar y recitar.
Sus versos hablan de la vida, del amor, de la sociedad, de él mismo, de los cuatro o cinco temas que, según sus palabras, uno masculla a lo largo de su vida.
Otro trozo de muerte penetró en Lima Quinana cuando una bomba explotó en la Casa Latinoamericana, donde solía dar charlas y talleres, y lo forzó a iniciar su exilio hacia España. Fue en febrero de 1978 y se instaló en Tenerife, junto a Tejada, su hermano del alma. Luego vivió en la casa que Horacio Guarany, otro amigo, tenía en Castro Urdiales, y arriesgó una vuelta en noviembre de ese año. Intrépido, se la siguió jugando aquí, pugnando por la aparición con vida de Haroldo Conti, participando de las marchas de las Madres de Plaza de Mayo, o sublimando otra muerte, la de la hija de Carlos Alonso, compañero pintor que había conocido durante el breve exilio. “Y lloraba, les juro que lloraba”, escribió sobre sí, en “Canción para Carlos Alonso” –con música de Enrique Llopis– cuando se enteró del secuestro y posterior desaparición de “Paloma”, hija de Alonso y militante de la Juventud Peronista, ocurrida en julio del 77’.
Años después, bien entrada la democracia, otra muerte se transformó en poesía: la de Alfredo Zitarrosa. La sorprendió al moronense, mientras escribía la biografía de Osvaldo Pugliese, e hizo un alto en honor al cantor oriental. “Procedía del pueblo, la luz de Zitarrosa / dolorosa y precisa, de su Montevideo” (“Canción para Alfredo”).
“Hay que elegir señoras y señores, nadie puede hacerse el distraído”, escribió Hamlet. Y él eligió la vida con sus versos… reviviendo cada mañana en una historia que, como dice su zamba inmortal, lo recordará vivo.
En el amor, su primera esposa fue Esther Cecilia Pujadas, argentina, docente que también cantó junto a él integrando el grupo “Los mandingas”. De ese primer matrimonio nacieron: Ana Cecilia Lima, Silvia Esther Lima, Germán jorge Lima y Mariano Ventura Lima.
En su segundo matrimonio contraído en Perú, se casó con la antropóloga argentina Alcira Imazio, con quien tuvo un hijo, Felipe Ramón Lima. Su tercer matrimonio lo contrajo con Luisa Neves Lagos de cuya unión nacieron Juan Martín Lima y Juan Cruz Lima.
También grabó discos con el recitado de sus poemas, de los que se destacan: “Juanito Laguna remonta un barrilete” y “La Pampa Verde“.
Entre sus maestros están Raúl González Tuñón, Javier Villafañe, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo y Elvio Romero, entre muchos otros artífices de la palabra; y también su propio padre, que escribía sonetos y cuyo ejemplo resultó decisivo para el rumbo que el poeta iba a seguir.
Lima Quintana publicó 31 libros, 23 son de poesías, los primeros fueron Mundo en el rostro (1954) y El octavo pájaro (1961). También escribió tres cuentos y en 1990 escribió una certera y tierna biografía de Osvaldo Pugliese, su compañero de militancia en el PC. En 1994, en Los referentes se enfocó en el relato de su amistad con Armando Tejada Gómez. Su última publicación fue Los ángeles de la tierra, edición póstuma de 2003.
“No se puede saber cómo Osvaldo Pugliese toca el piano si siempre tiene dos palomas en las manos, si siempre tiene un grupo de fantasmas que lo empujan hacia el arroyo, el Maldonado por supuesto, la irrenunciable multitud que lo ha formado. No se puede saber cómo escucha su música, adormecido sobre un ala, la que vuela; y bien despierto por las cosas que pasan. No se puede saber, es imposible calcular la cosa. Si está aquí o viaja por el tango Recuerdo, y es feliz cuando la Beba toca el piano. Pero él, es el Osvaldo con su Lidia como el engarce de la gema en el anillo, voces y oídos de musical palabra.
No se puede saber si escucha o está sordo. No le crean. Es mentira que tiene oído duro, lo que sucede es que el maestro sólo escucha a su pueblo”.
Hamlet Lima Quintana en la Biografia que escribió de su amigo Osvaldo Pugliese.
Amigo de Osvaldo Pugliese, también compuso tangos y dejó un poemario del que se destacan “Mundo en el rostro, Sinfonía de la llanura, El taller del resentido” y “La muerte y los Presagios” y el libro de canciones escolares “Edad del asombro”, que suscribió junto a Carlos Guastavino.
Además del formato papel, Lima Quintana eligió, cada vez que pudo, trasmitir sus palabras a través de los discos. Para eso se reunió en diversas oportunidades con músicos como Manolo Juárez y Marián Farías Gómez quienes acompañaron sus versos en “Juanito Laguna remonta un barrilete” y “La Pampa Verde“, entre otros.
Una de sus últimas andanzas públicas fue por Cuba con “El diario del regreso“, una cantata inspirada en la figura del Che Guevara que compuso junto a Cardozo Ocampo y a la que Jairo le puso su voz.
Hamlet Lima Quintana falleció en la tarde del 21 de febrero de 2002 a los 78 años, víctima de un cáncer de pulmón.
Libros
- Publicó, entre otros, los siguientes libros:
- Mundo en el rostro (1954)
- El Octavo Pájaro (1961)
- Pampamapa, en la huella del Sur (1962)
- La isla (1964)
- La armonía de los cuerpos (1968)
- Edad del asombro (1969)
- Los juegos (1969)
- Taller del resentido (1970)
- La muerte y los presagios (1970)
- Cuentos para no morir (1972)
- Documento de Identidad (1976)
- Informe de pájaros (1976)
- En distintas formas (1981)
- Sinfonía de la llanura (1983)
- Los estafados (1984)
- Situación personal (1984)
- Milongueada por Pedro Coronel en Saladillo (1987)
- El oficio común (1989)
- Osvaldo Pugliese, biografía (1990)
- Callvucurá y su elogio de la tribu (1991)
- Breve historia de otro mundo (1992)
- Declaración de bienes (antología) (1993)
- Los referentes (1994)
- En el fondo del horizonte (1995)
- El perfeccionista (1997)
- La breve palabra (1998)
- Las memorias (1999)
- Diario del Regreso (1999)
- Las otras casuarinas (2000)
- Antolobiografía (2002)
- Los ángeles de la tierra (2003) (edición póstuma)
- Edad del asombro (libro de canciones escolares, escrito junto a Carlos Guastavino).
Premios
- Primer premio de Poesía de la Municipalidad de Morón.
- Faja de Honor de la SADE. (1961)
- Premio Konex, Diploma al Mérito como Autor de Folklore. (1985)
- Gran premio SADAIC (folklore). (1995)
- Distinción en reconocimiento a su trayectoria, SADAIC. (2000)
- Plaqueta homenaje del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. (2001)
SELECCIÓN DE POEMAS DE HAMLET LIMA QUINTANA
GENTE
Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
que con sólo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con sólo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.
ZAMBA PARA NO MORIR
Romperá la tarde mi voz,
hasta el eco de ayer.
Voy quedándome sólo al final,
muerto de sed, harto de andar
pero sigo creciendo en el sol, vivo.
Era el tiempo viejo la flor,
la madera frutal,
luego el hacha se puso a golpear,
verse caer, sólo rodar,
pero el árbol reverdecerá,nuevo.
Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy,
con el cuero asombrado me iré,
ronco al gritar que volveré,
repartido en el aire al cantar,siempre.
Mi razón no pide piedad,
se dispone a partir.
No le temo a la muerte ritual,
sólo dormir, verme borrar,
una historia me recordará,vivo.
Veo el campo, el fruto y la miel,
y éstas ganas de amar,
no me puede el olvido vencer,
hoy como ayer, siempre llegar,
en el hijo se puede volver,nuevo.
Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy,
con el cuero asombrado me iré,
ronco al gritar que volveré,
repartido en el aire al cantar,siempre.
TEORÍA DE LOS BUENOS DESEOS
Que no te falte tiempo
para comer con los amigos,
partir el pan,
reconocerse en las miradas.
Deseo, que la noche
se te transforme en música,
y la mesa en un largo
sonido de campanas.
Que nada te desvíe,
que nada te disturbe,
que siempre tengas algo
de hoy para mañana.
Y que lo sepas dar
para regar las plantas,
para cortar la leña,
para encender el fuego,
para ganar la lucha,
para que tengas paz.
Que es la grave tarea
que me he impuesto esta noche,
hermano mío.
VINO BLANCO EN VASOS VERDES
A veces me gustaba sentarme con mi padre
ante una breve mesa dispuesta entre las plantas.
Con toda lentitud, mientras hablaba,
él cortaba el pan en pequeñas porciones
con sus manos acostumbradas a acariciar la vida,
después vertía el vino blanco en vasos verdes
y entre tranquilos sorbos
decía que hermoso el mediodía.
No sé por qué en una mañana de esas
se fue a cortar el pan a la melancolía
y a beberse el vino entre el rocío.
A veces, todavía, me gusta sentarme con mi padre
para contarle como va la vida.
LOS PUEBLOS DE GESTO ANTIGUO
Me gustan los pueblos chicos de gesto antiguo
Con gente que da la mano y saluda al sol
Que sabe ganar la vida y ganar la muerte
Allá me voy a vivir
Con gente que planta un árbol y enciende amor.
Me iré por aquel camino que lleva al pueblo
Que crece entre la ternura que da el maíz
Me iré con la lucha a cuestas y el alma abierta
Allá me voy a vivir
Con toda la fuerza antigua de mi raíz.
La gente estará cantando la vida nueva
Que esta creciendo en los pueblos chicos
Los pueblos de gesto antiguo
Con gente que da la mano.
Me voy a cantar con ellos hasta que el alba
Rocié el campo de aroma puro.
Sencillo como la lluvia
Profundo como la paz.
Los pueblos de gesto antiguo se dan la mano
Los pueblos se dan la mano para vencer
Los pueblos que van creciendo como los vientos
Allá me voy a vivir
En ese pueblo tan chico que va a nacer.
LA BREVE PALABRA
A veces el silencio es la palabra justa,
la que enciende las luces, la que mejor se escucha,
la que place o se sufre cargada de milenios,
la que otorga hermosura,
la flor del pensamiento.
En ese momento de la clara armonía,
de la mejor tristeza, de la entera alegría.
Es el gran fundamento que ronda a la grandeza:
tu palabra y la mía
habitan el silencio.
Por eso la palabra
debe ser pronunciada
como una ceremonia
con aire de campanas,
una fiesta del alma,
farol del pensamiento,
porque fue generada
por el mejor silencio.
A MEDIA PIERNA
Le pusieron un grillo a media pierna
Lo condenaron a vivir a medias
Le escondieron la paz, y la sonrisa
Le pusieron el pan a media rienda
Pero él seguía caminando.
Le vendieron la luna, cada noche
Lo fueron lentamente atornillando
Le tuvieron las manos ocupadas
Le sumaron la pena y las estafas
Pero él seguía caminando.
Le pusieron las piedras por delante
Le taparon la boca, por si acaso
Le abrieron una herida por la espalda
Le sumaron olvido a la condena
Pero él seguía caminando.
De lejos, bien mirado
cuando ya era horizonte,
se asemejaba al viento,
aunque según parece
él caminaba potente
como el Pueblo!
CIELO BLANCO
No veo el cielo madre, sólo un pañuelo blanco
no sé si aquella noche yo te estaba pensando
o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos
pero entré en otra historia con el cielo cambiado.
No me duele la carne que se fue desgarrando
me duele haber perdido las alas de mi canto
las posibilidades de estar en el milagro
y recoger las flores que caen de tu llanto.
No quiero que me llores, mírame a tu costado
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado
mi voz está en las voces de los “iluminados”
que caminan contigo por la ronda de Mayo.
No quiero que me llores ahora que te hablo
mi corazón te crece cuando extiendes las manos
y acaricias las cosas que siempre hemos amado
la libertad y el alma de todos los hermanos.
No sé si aquella noche amanecí llorando
o si alguna paloma se me murió de espanto
la vida que ha esperado tanto
es el cielo que crece sobre tu pañuelo blanco.
No quiero que me llores, mírame a tu costado
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado
mi voz está en las voces de los “iluminados”
que caminan contigo por la ronda de Mayo.
HERMANO
Fijate hermano cómo vas cantando,
toda la tierra te escucha conmigo.
Del surco hasta el cañadón,
del viento hasta la madera,
del tiempo hasta la ternura
de la vida verdadera.
Porque es preciso tener
un corazón derramado,
jirones de sueños viejos
que van quedando olvidados.
Fíjate hermano cómo vas cantando,
toda la tierra te escucha conmigo.
Del grito hasta la oración,
del fuego hasta la memoria,
que el hombre en dolor viviente
cante sangre de su historia.
Y cuando quede al final
tu corazón silencioso,
serás un pueblo sintiendo
por un cantor milagroso.
Fíjate hermano cómo vas cantando,
toda la tierra te escucha conmigo.
JUANITO LAGUNA REMONTA UN BARRILETE
Si Juanito Laguna llega a la nube
es el viento que viene, lo ama y lo sube,
es el nombre Juanito en la cañada
es el nombre Laguna, casi no es nada.
Corazones de trapo sueñan la cola.
Palomita torcaza su cara sola,
si Juanito Laguna sube y se queda
es, tal vez, porque puede, puede que pueda.
¡Ay! Juanito Laguna
Volará el barrilete con tu fortuna.
Con el viento la caña silba una huella
y la huella se pierde, Juanito en ella.
Si Juanito Laguna le presta un sueño
es el canto que sube hasta su dueño.
Es un ojo en el aire, es carta y sobre:
Barrilete Laguna, Juanito Pobre.
Si Juanito Laguna sueña conmigo
volveré en barrilete para mi amigo.
LOS PUEBLOS DE GESTO ANTIGUO
Me gustan los pueblos chicos de gesto antiguo
Son gente que da la mano y saluda al sol
Que sabe ganar la vida y ganar la muerte
Allá me voy a vivir
Con gente que planta un árbol y enciende amor.
Me iré por aquel camino que lleva al pueblo
Que crece entre la ternura que da el maíz
Me iré con la lucha a cuestas y el alma abierta
Allá me voy a vivir
Con toda la fuerza antigua de mi raíz.
La gente estará cantando la vida nueva
Que esta creciendo en los pueblos chicos
Los pueblos de gesto antiguo
Con gente que da la mano.
Me voy a cantar con ellos hasta que el alba
Rocié el campo de aroma puro.
Sencillo como la lluvia
Profundo como la paz.
Los pueblos de gesto antiguo se dan la mano
Los pueblos se dan la mano para vencer
Los pueblos que van creciendo como los vientos
Allá me voy a vivir
En ese pueblo tan chico que va a nacer.
SE LLAMABA SIMPLE ALBERTO
Burnichon armaba libros
como quien compone el alma,
con un verso entre los ojos
y el camino entre las alas,
pasajero del asombro
dando en el taller la claridad,
con tantas ramas*.
Burnichon tenía un gesto
caminando a pecho abierto,
daba flores a las flores
circulando por el cielo
y por eso los caranchos
fueron a matar su claridad
con tanto vuelo.
Burnichon se volvió rosa
con la rosa que le hicieron,
pero nunca lo mataron
simplemente lo creyeron.
Sigue caminando y tarda
encendido en algún vino
hasta que comience el aclarar,
con tanto tiempo.
Se llamaba Simple Alberto
con un nido entre las ramas,
repartía su ternura
con las letras desplegadas
como un diario de la vida
dando sangre y sal en la amistad
con tanta magia.
Simple Alberto andaba cierto
que la vida no se mata,
simplemente se la vive,
con los sueños y las ganas,
y por eso los caranchos
fueron a tentar la oscuridad
con tantas balas.
POEMA ONCE
Puesto que no se trata, digamos, de nosotros,
de ti o de mí, sino de todos,
es que a veces la soledad nos muerde
como un perro en la tarde, como un misterio,
como una incertidumbre.
Puesto que no se trata de ponerse la ropa
o desnudarse delante de la gente.
Puesto que no se trata de vivir hacia atrás,
entre espejos de historias ni memorias,
ni se trata tampoco de iluminar la escena
ni maquillarse el rostro para un dispuesto aplauso,
es como si todo fuera a amanecer
desamparado, inútil, tonto.
Puesto que no se trata de robar a los otros.
Ni tampoco, quizá, de que nos roben.
No se trata de hacer que nos dispongan
alguna sociedad para la muerte,
ni tampoco perder la dignidad que queda
en los acuerdos de relaciones públicas.
Puesto que todo se halla así, como dispuesto
por una autoridad incompetente,
puesto que nadie dice la palabra
ni el eco, ni lo pensado anoche,
es una soledad como un misterio,
absurda, cómica,
insondable.
TRANSFERENCIA
Despues de todo, la muerte es una gran farsante.
La muerte miente cuando anuncia que se robará la vida,
como si se pudiera cortar la primavera.
Porque al final de cuentas,
la muerte sólo puede robarnos el tiempo,
las oportunidades de sonreír,
de comer una manzana,
de decir un discurso,
de pisar el suelo que se ama,
de encender el amor de cada día.
De dar la mano, de tocar la guitarra,
de transmitir esperanza.
Sólo nos cambia los espacios.
Los lugares donde extender el cuerpo,
bailar bajo la luna o cruzar a nado un río.
Habitar una cama, llegar a otra vereda,
sentarse en una rama,
descolgarse cantando de todas las ventanas.
Eso puede hacer la muerte.
¿Pero robar la vida?… Robar la vida no puede.
No puede concretar esa farsa… porque la vida…
la vida es una antorcha que va de mano en mano,
de hombre a hombre, de semilla en semilla,
una transferencia que no tiene regreso,
un infinito viaje hacia el futuro,
como una luz que aparta
irremediablemente las tinieblas.
HAY QUE ESTAR VIGILANDO A CADA INSTANTE
cada momento en que transcurre el tiempo,
cada segundo con la mente abierta,
cada golpe de luz, destellos de la vida,
para atrapar un àngel, el milagro
que cotidianamente se presenta
como alimento de nuestra subsistencia.
Es el oficio que nos marcó la sangre,
el cazador de cada fantasía,
el oficio común de andar viviendo
como un atrapador de la belleza,
esa que inadvertidamente pasa
entre golpes de vida, entre las sombras
y solo el ojo experto, acostumbrado
a ver la fiesta de colores
encerrada en el aire de las cosas,
procede a su rescate y reconstruye
una vida común, una alegría
que le sirve a la gente como pájaros
que vuelan hacia el sol y permanecen.
Vivir es un oficio ejercitado en la tarea
de atrapar milagros que navegan
en nuestra propia sangre
y en el aire de transito al futuro.
LOS NIÑOS TIENEN EL MÁS ANTIGUO
Los niños tienen el más antiguo
conocimiento de la sangre.
Pueden hacer una flor con sus sentidos
y diagramar un sueño
cuando nosotros diagramamos la mentira.
Juegan a la verdad como quien juega con el fuego,
sólo que ellos no se queman las manos
y andan desocupados de la muerte
de tan ocupados que andan por hacer la vida.
A veces se distraen, pierden el tiempo,
se aventuran por caminos que se inventan
y que no van a ningún lado,
porque ellos saben que esos caminos
están, precisamente, para perder el tiempo
y no para llegar a otra comarca.
Pero lo más hermoso de los niños
es que, también a veces, nos miran con ternura
y con el más antiguo conocimiento de la sangre,
se ponen a cantar y nos perdonan.
SIN RAÍCES
Parece ser que últimamente hemos quedado
a merced de los vientos en mitad del camino por estas latitudes.
Estamos como el árbol de muy pocas raíces
que en cualquier momento cae de cara en el suelo
con el cielo en las ramas, los pájaros en vuelo.
Por eso hay que amparar a los que están creciendo,
a los que van llegando con la inocencia confundida,
porque les han determinado un eterno horizonte
de pájaros del aire y no podrán mañana
asentarse en el suelo ni regresar al nido.
Habrá que hundir un brazo entre la tierra
y atrapar las memorias de todos los abuelos
para que tengan alimento con claro fundamento
los hijos de los hijos, los que están en el viento.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
https://www.ecured.cu/Hamlet_Lima_Quintana
https://www.pagina12.com.ar/402850-hamlet-lima-quintana-el-poeta-que-renace-en-cada-amanecer