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284. POESÍA MÁS POESÍA: JACQUES ROUMAIN

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BIOGRAFÍA DEL POETA JACQUES ROUMAIN

Jacques Roumain nació en Puerto Príncipe, Haití, el 4 de junio de 1907 en el seno de una familia de la burguesía haitiana. Fue un escritor, ideólogo, diplomático en México, etnólogo, políglota, traductor, fundador del Partido Comunista de Haití, y autor de obras de distintos géneros (poesía, ensayo, cuentos, novela…) desde el estilo surrealista, hasta el folclórico y el político.

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Dice Jacques “¿Mi infancia? Tumultuosa. Me gustaba pelearme con los más guapos del barrio.”
En su niñez estudia en el colegio San Luis Gonzaga, cuyo estudios terminaría en Suiza, a los 16 años, para tiempo después viajar a Alemania, Inglaterra, Francia y España para realizar estudios de agronomía. En Alemania le apasiona Heinrich Heine. Hacía versos alemanes y toda clase de deportes: boxeo, carreras… Los Bestiarios de Henry Montherlant (autor francés), que relata las aventuras de un joven de buena familia en el mundo del toreo andaluz le impresionó. Dice que “sentí un poeta con el que tenía ciertas afinidades”. Conoció varios idiomas y el creole, lengua de su pueblo.

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Jacques Roumain se le reconoce por haber sido una de las voces que contribuyeron a revelar el Caribe y definir sus valores y expresiones comunes entre los años 1930 y 1940.

Con veinte años Roumain vuelve a su país, Haití, después de haber cursado sus estudios y haber viajado por Europa. Cuando vuelve crea el Museo de Artes y Tradiciones Populares y el Instituto de Etnografía con el fin de investigar las costumbres locales. Jacques Roumain se va a dedicar principalmente a la escritura y a la lucha ideológica. En la revista Trouée publicaría sus primeros poemas.

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Foto de familia

En 1927 publica sus poemas en la “Revista indígena”. Jacques Roumain fue uno de sus fundadores, intentando articular la autenticidad haitiana y la voz nacionalista frente al dominio de Estados Unidos. También se unió a los activistas contra la ocupación estadounidense de su país, causa que respaldaría durante años.

Apoya también a la fundación de la Liga de la Juventud Patriota Haitiana, cuyas reiteradas críticas contra Estados Unidos y al gobierno del presidente haití Joseph Louis Borno le llevarían a prisión cuatro meses entre 1928 y 1929. Es arrestado por “delito de prensa”.

Recibió una gran influencia del etnólogo Jean-Price Mars, cuyo libro publicado en 1928 “Así habla el tío” fue clave del movimiento de las negritudes del Caribe francés. Roumain también se hace amigo del antropólogo francés Alfred Metraux y ambos viajan por el Haití rural, documentando las tradiciones religiosas, en una investigación que Alfred Metraux convirtió en un libro muy aclamado “Vudú en Haití”.
En 1929 se casa con Nicole Hibbert, hija del conocido novelista haitiano Fernand Hibbert. Tuvieron un hijo.

En 1930 y 1931 Jacques Roumain escribe el libro de cuentos “La presa y la sombra” y las novelas “La montaña embrujada” y “Fantoches”.

Publica el ensayo “Análisis esquemático” entre 1932 y 1934. Aquí describe la realidad política y social del pueblo haitiano, que provoca la ira del gobierno. Ese ensayo contendría bosquejos ideológicos del Partido Comunista Haitiano. En 1934 funda el Partido Comunista Haitiano, convirtiéndose en Secretario General. Jacques Roumain es encarcelado durante tres años, acusado de actividades subversivas contra el gobierno.

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Tras su liberación en 1936, Jacques tiene que exiliarse. Por decreto, el Partido Comunista Haitiano es declarado ilegal. Se marcha a Europa, a Bruselas, con su mujer y su hijo y se instala poco después en París. Allí inicia sus estudios de etnología en la universidad de La Sorbona y estudios de paleontología en el Museo del Hombre. Colabora en diferentes revistas especializadas, como por ejemplo la revista Regards, Commune y Les Volontaires. Allí publica ”Los hermanos del hombre negro” , bajo un texto colectivo titulado “El hombre de color”. Jacques Roumain pasa a formar parte de la Sociedad Americanista de París. El 2 de octubre, 20.000 trabajadores haitianos son masacrados por el ejército dominicano y el 18 de noviembre aparece el artículo “La tragedia haitiana” en la revista francesa Regards. Sus redactores fueron arrestados por “ultraje a un jefe de estado extranjero” y puestos en libertad bajo fianza.

En 1939 es invitado por Nicolás Guillén a Cuba. Durante su estadía en la Habana trabaja como periodista. También viaja a Estados Unidos y es recibido por intelectuales como Alain Locke, Langston Hughes, Richard Wright, entre otros. Da conferencias y participa en la vida literaria de los poetas escritores negros del país. En EEUU se inscribe en la Universidad de Columbia, en Nueva York, continuando sus estudios científicos y literarios y escribiendo en diferentes revistas importantes.

El ascenso de Elie Lescot a la presidencia de la Republica de Haití en 1941 le permite regresar al país. Crea el Bureau de Etnología en Haití, por el gran respeto al folclore y a las tradiciones de su pueblo. Aporta relevantes trabajos como” El Sacrificio del tambor Assoto” y “Contribución al estudio de la Etnobotánica precolombina de la Antillas Mayores”. Procura así institucionalizar el estudio del campesinado. Publica en la prensa numerosos artículos contra la campaña antisupersticiosa decretada por el clero y por el gobierno de Lesctot.

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Jacques Roumain dada su estrecha amistad con el poeta Nicolás Guillén, le invita a una estancia en Haití entre entre 1940 y 1941.

En 1943, el presidente Elie Lescot de Haití, elige una manera diplomática para lidiar con el conflictivo escritor sin enviarlo a prisión, designándolo como el encargado de los asuntos de México. Roumain termina allí la novela “Gobernadores del rocío”, su obra más emblemática, que narra la historia de un campesino que regresa a su hogar, siendo en realidad una alegoría sobre la unidad, la lucha contra la opresión y la importancia del compromiso colectivo en la transformación de una sociedad fracturada. La trama acontece cuando Manuel, un campesino haitiano, regresa a su aldea después de trabajar en los cañaverales de Cuba y encuentra a su comunidad sumida en la sequía y la división, con los habitantes atrapados en viejos conflictos, provocando un clima de resentimiento y desesperanza. Manuel, el campesino, convencido en que la única salvación radica en encontrar agua y restablecer la armonía de su gente, se convierte en un líder que busca unir a la comunidad para restaurar la tierra y la paz. Se enfrentará a las barreras impuestas por la pobreza, el rencor y la desconfianza, además de las dificultades propias de un sistema social marcado por la explotación y la injusticia.

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Gobernadores del rocío” es reconocida como una de las mejores novelas de la literatura caribeña contemporánea. Es considerada un clásico, habiendo tenido un gran impacto en el mundo panafricano.  Otro rasgo importante de la novela es la incorporación del créole con el fin de desterritorializar al francés e imprimir una marca nacional y popular. Roumain no cae en la trampa, tan común en escritores naturalistas de fines del siglo XIX y aún en algunos modernos de los años veinte, de usar dos lenguajes diferentes, uno para la voz narrativa, otro para los personajes. El narrador usa un francés ligeramente creolizado, tanto a nivel fonético como semántico, elemento que pervivirá en la literatura posterior; el créole se hace todavía más palpable en los cantos del rito vudú.

Escribe en ese mismo año el libro de poesía “Bosque de Ébano”. En uno de los versos de este libro alude a “Los condenados de la tierra”, frase de la que más tarde se apropiaría el teórico argelino Frantz Fanon para titular así su célebre libro contra el colonialismo.

Jacques Roumain murió el 18 de agosto de 1944 a los 37 años, bajo del rumor de envenenamiento. También se habló de paludismo, úlcera duodenal, anemia… Aparentemente, el certificado de defunción indica como causa de la muerte una inflamación de la vesícula biliar, pero se habla de intrigas políticas. Las circunstancias de su muerte permanecen inciertas.

Le despidieron su esposa, Nicole Hibbert, hija del novelista Fernand Hibbert, y un millar de hombres y mujeres que cabalgaron con mochila a cuesta, con los ideales de hombres libres, de paz y de progreso. Jacques Roumain fue un hombre que vivió para las letras y la ciencia.

Jacques Roumain e o Partido Comunista Haitiano Fonte Hoffmann - Poesia Online
Jacques Roumain y el Partido Comunista Haitiano. Fotografía: Hoffmann

Esos 37 años de vida marcaron toda una producción intelectual que lo consagra como uno de los más prolíferos y sólidos pensadores de las antillas mayores.

Jacques Roumain, padre de una poesía rebelde, es reconocido como uno de los más grandes escritores de su país. Consciente de su realidad social, retrató en su obra una de sus más grandes preocupaciones: la esclavitud, íncipit de su imaginación y constante de su crítica.

La importancia de Jacques Roumain permanece inadvertida, salvo para unos pocos. Ya Juan Rulfo colocaba a Roumain a la altura de los mejores en América Latina, como Guimarães Rosa, Arguedas y Lispector. Asimismo, Nicolás Guillén prologó en Cuba una traducción de  “Gobernadores del rocío” y le dedicó su “Elegía a Jacques Roumain bajo el cielo de Haití”. Langston Hughes (poeta, novelista y columnista estadounidense), además de ser su amigo, tradujo su novela al inglés. El trabajo de Roumain está traducido a decenas de idiomas.

Enrique Fernández R. en la presentación de la “Revista indígena, Jacques Roumain, poemas seleccionados”, reseña en la edición de la República Bolivariana de Venezuela, Caracas, en enero de 2023 estas palabras : “Por su postura anticolonial primeramente y antiimperial seguidamente, actos considerados como ofensas para los grandes imperios europeos y el imperio norteamericano, es que la vida y obra de este gran intelectual nuestro americano Jacques Roumain fue silenciada, e invisibilizada, corriendo el mismo destino de su amada patria, la cual aun es asediada, sometida e invadida de múltiples forma y maneras por las potencias imperiales hoy día. No le perdonan la osadía de derrotar al imperio francés y declarar su independencia. Es deber para todos los que habitamos o nacimos en el hemisferio sur de este planeta –porque cuando nos referimos al Sur, no necesariamente nos referimos a los puntos cardinales, sino a una ubicación de posición global–, conocer y difundir la vida y obra de este gran hombre que fue Jacques Roumain. Por un Haití libre, sin la bota del invasor, y como un merecido homenaje vaya esta humilde publicación. “

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

https://ipsnoticias.net/2007/04/literatura-haiti-un-siglo-de-jacques-roumain/

https://www.granma.cu/cultura/2024-08-18/jacques-roumain-de-acero-y-de-luna-18-08-2024-19-08-23

Jacques Roumain

https://mapich.blogspot.com/2009/02/jacques-roumain.html

Para volver a ‘Gobernadores del rocío’

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SELECCIÓN DE POEMAS DE JACQUES ROUMAIN

CUANDO SUENA EL TAMBOR

Tiembla tu corazón en la sombra
como el reflejo de un rostro en la ola turbulenta.
El antiguo espejismo se alza en lo hondo de la noche.
Conoces el suave sortilegio del recuerdo:
un río te lleva lejos de la orilla
te lleva hacia un paisaje ancestral.
¿Escuchas esas voces? cantan el dolor enamorado
y en su tristeza, oyes jadear al tam-tam
como la garganta de una joven negra.
Tu alma, es el reflejo en el agua que susurra
allí donde tus padres inclinaron sus rostros oscuros.
Sus movimientos secretos te mezclan con las olas
y el blanco que te convirtió en mulato,
es ese poco de espuma que queda
como un escupitajo en el borde de la orilla.

 

NUEVO SERMÓN NEGRO

A Tristan Rémy

Le escupieron la Faz con su helado desprecio
Como una bandera negra flota al viento golpeada por la nieve
Para convertirlo en el pobre negro el dios de los poderosos
De sus harapos los adornos del altar
De su canto dulce de miseria
De su queja temblorosa de banjo
El tumulto orgulloso del órgano
De sus brazos que halaban pesadas chalanas
En el río Jordán
El arma de los que golpean con la espada
De su cuerpo agotado como el nuestro en las plantaciones de algodón
Como un carbón ardiente
Como un carbón ardiente en un zarzal de rosas blancas
El escudo de oro de su fortuna
Blanquearon Su Faz negra con el escupitajo de su helado desprecio
Escupieron Tu Faz negra
Señor, nuestro amigo, nuestro camarada
Tú que apartaste del rostro de la prostituta
Como una cortina de cañas sus largos cabellos
Sobre la fuente de sus lágrimas
Hicieron
los ricos los fariseos los terratenientes los banqueros
Hicieron del Hombre sangrante el dios sangriento
Oh Judas ríe sarcástico
Oh Judas ríe sarcástico:
Cristo entre dos ladrones como una llama desgarrada
En la cima del mundo
Encendía la rebelión de los esclavos
Pero Cristo está hoy en la casa de los ladrones
Y sus brazos despliegan en las catedrales la sombra extendida del buitre
Y en las cavas de los monasterios el sacerdote cuenta los intereses de los
treinta denarios
Y los campanarios de las iglesias escupen la muerte sobre multitudes hambrientas
No los perdonaremos porque saben lo que hacen
Lincharon a John que organizaba el sindicato
Lo persiguieron con perros como a un lobo extraviado a través del bosque
Lo ahorcaron mientras se reían en el tronco del viejo sicomoro
No, hermanos, camaradas
No rezaremos más
Nuestra rebelión se alza como el grito del pájaro de tempestad
por encima del chapoteo podrido de los pantanos
No cantaremos más los tristes spirituals desesperados
Otro canto brota de nuestras gargantas
Desplegamos nuestras rojas banderas
Manchadas con la sangre de nuestros justos
Bajo este signo marcharemos
Bajo este signo marcharemos
De pie los condenados de la tierra
De pie los presidiarios del hambre.

 

MADERA DE ÉBANO

A Francis Bradley

Preludio.

Si el verano es lluvioso y taciturno
si el cielo cubre el estanque con un párpado de nube
si la palma de desanuda en jirones
si los árboles son de orgullo y negros en el viento y la bruma
si el viento abate sobre la sabana un pedazo de canto fúnebre
si la sombra se posa sobre el fuego extinto del hogar
si un velamen de alas salvajes lleva la isla hacia los naufragios
si el crepúsculo ahoga el vuelo desgarrado de un último pañuelo
y si el grito hiere al pájaro
tú partirás

abandonando tu pueblo
su laguna y sus uveros amargos
la huella de tus pasos en sus arenas
el reflejo de un sueño al fondo de un pozo
y la vieja torre atada a la vuelta del camino
como un perro fiel al extremo de su correa
y que ladra en la noche
un llamado roto en los pastizales…

Negro mercader de revuelta
conoces los caminos del mundo
desde que fuiste vendido en Guinea
una luz vacilante te llama
una piragua lívida
encallada en el hollín de un cielo de suburbios

Chimeneas de fábricas
palmeras decapitadas con follaje de humo
liberan una firma vehemente

La sirena abre sus válvulas
de las prensas de fundición brota un vino de odio
un oleaje de hombros la espuma de los gritos
y se propaga en los callejones
y fermenta en silencio
en los tugurios cubas de motines

He aquí para tu voz un eco de carne y de sangre
negro mensajero de esperanza
porque tú conoces todos los cantos del mundo
desde aquellos de los senderos inmemoriales del Nilo

Te acuerdas de cada palabra el peso de las piedras de Egipto
y el arrebato de tu miseria levantó las columnas de los templos
como un sollozo de savia el tallo de los juncos

Cortejo titubeante ebrio de espejismos
en la pista caravanas de esclavos levantan
delgadas ramas de sombras encadenadas de sol
brazos implorantes a nuestros dioses

Mandinga Arada Bambara Ibo
gimiendo un canto que los cepos estrangulan
(y cuando llegamos a la costa
Mandinga Bambara Ibo
cuando llegamos a la costa
Bambara Ibo
no quedaba de nosotros
Bambara Ibo
más que un puñado de granos dispersos
en la mano del sembrador de la muerte)

Este mismo canto retomado hoy en el Congo
pero ¿cuándo, pues, oh pueblo mío,
con inviernos en llamas dispersando una tormenta
de pájaros de ceniza
reconoceré la rebelión de tus manos?

Y que escuché en las Antillas
este canto de negras
quién te enseñó negra este canto de inmensa
pena negra de las islas negra de las plantaciones
esta queja desolada

Como en la caracola el soplo oprimido de los mares

Pero sé también de un silencio
un silencio de veinticinco mil cadáveres negros
de veinticinco mil travesaños de Madera de Ébano

Sobre los rieles del Congo-Océano
pero yo sé
de sudarios de silencio en las ramas de los cipreses
de pétalos de negros coágulos en las zarzas
de ese bosque donde fue linchado mi hermano de Georgia
y pastor de Abisinia

Qué espanto te hizo pastor de Abisinia
y máscara de silencio mineral
qué rocío infame de tus ovejas un rebaño de mármol
en los pastorales de la muerte

No no hay ni canga ni hiedra para ahorcarlo
ni cárcel ni tumba para encerrarlo
ni elocuencia para disfrazarlo con bisutería de la mentira

el silencio

más desgarrador que un simún de azagayas
más rugiente que un ciclón de fieras
y que aúlla
se levanta
pide
venganza y castigo
maremoto de pus y lava
sobre la felonía del mundo
y el tímpano del cielo reventado bajo el puño
de la justicia

África he guardado tu memoria África
estás en mí

Como la astilla en la herida
como un fetiche tutelar al centro del pueblo
haz de mí la piedra de tu honda
de mi boca los labios de tu pena
de mis rodillas las columnas rotas de tu deshonra…
sin embargo
no quiero ser sino de su raza
obreros campesinos de todos los países
lo que nos separa
los climas la extensión el espacio
los mares
un poco de espuma de veleros en una cubeta de índigo
una lavada de nubes secándose en el horizonte
aquí paja un marisma impuro
allá estepas podadas con tijeras del hielo
de las montañas
la fantasía de una pradera arrullada por álamos
el collar de un río en la garganta de una colina
el pulso de las fábricas martillando la fiebre de los veranos
otras playas otras selvas
la asamblea de las montañas
habitada por el elevado pensamiento de los gavilanes
otros pueblos

¿Es todo esto clima extensión espacio
lo que crea el clan la tribu la nación
la piel la raza y los dioses
nuestra inexorable diferencia?

Y la mina
y la fábrica
las cosechas arrancadas a nuestra hambre
nuestra común indignidad
nuestra servidumbre invariable bajo todos los cielos?

Minero de Asturias minero negro de Johannesburgo
metalúrgico de Krupp duro campesino de Castilla viñador
de Sicilia paria de las Indias
(franqueo tu umbral – réprobo
tomo tu mano en mi mano – intocable)
guardia rojo de la China soviética obrero alemán de la
prisión de Moabit indio de las Américas

Reconstruiremos
Copán
Palenque
y los Tiahuanacos socialistas

Obrero blanco de Detroit peón negro de Alabama
pueblo innumerable de las galeras capitalistas
el destino nos alza hombro con hombro
y renegando el antiguo maleficio de los tabúes de sangre
hollamos los escombros de nuestras soledades

Si el torrente es frontera
arrancaremos al arroyo su abundante
cabellera
si la sierra es frontera
romperemos la mandíbula de los volcanes
afirmando las cordilleras
y la llanura será explanada de aurora
donde unir nuestras fuerzas divididas
por la astucia de nuestros amos

Como la contradicción de los rasgos
se resuelve en la armonía del rostro
proclamamos la unidad del sufrimiento
y de la rebelión
de todos los pueblos en la superficie de la tierra

y agitamos el mortero de los tiempos fraternales
en el polvo de los ídolos.

Traducción de Lucrecia Arcos Alcaraz

 

ESCAPARSE

Creerse solo y contento
en la sabana y
vaquero
echarle lazo a las quimeras
sin reparar en
las manos que sangran
por haber halado hasta el pecho
el Vacío amargo.
Correr por los cañaverales
entre
erizos de espadas de plata
al sol,
creerse planta
convertirse en planta
sentir la caricia de múltiples brazos
mezclarse en los múltiples brazos
oír nacer dentro de sí una música
que habiendo resonado
de costa a costa
volverá a morir en sí.

 

CRÉOLE

Bajo el cobertizo,
La encontraste, bajo el cobertizo
La negra vestida de muselinas blancas
–Virginia, me llamo
A sus órdenes, señor–
Al borde del agua,
La viste al borde del agua, bajo las trinitarias
La negra, fresca y desnuda como la sombra.
Virginia. Graciana
vestidas de muselinas blancas o de sombra en flor,
Mis reilonas negras
Cuánto han sido bendecidas por este corazón siempre
insatisfecho.

 

DANZA DEL POETA-PAYASO

¡Oh Agni! ¡Tú que flameas en
la sangre del danzarín loco!…
Amarou

Salta en medio de ellos y baila
Con tus piernas finas y tu corazón triste.
Baila alrededor de la pista:
aéreo, desnudo – y lanza a sus odios el insulto
de tu sonrisa. Gira sobre ti mismo, oh puro,
para calentar tu desesperación,
gira hasta no verlos más gira, ya no son más que bruma.
Escuchas ahora vivir la herida de tu corazón: fueron
¡Fueron! Gira hasta la muerte,
baila, gira, oh poeta, oh llama, oh payaso.
Y canta también la muerte que aruña tu cuerpo.
Tus labios palidecen, pero igualmente canta,
tus pies se vuelven pesados, el lazo
se rompe. Ve, poeta, revienta en el nicho del perro.

 

EL ÁRBOL Y EL PÁJARO

Escrito para Daniel por su papá
en la Penitenciaría Nacional
26 de noviembre de 1935

el árbol le dijo a un pajarito
cántame una canción
mira que nosotros
adoramos el canto
de la brisa y las aves
en las ramas nuestras
con el sol detrás del cerro
las nubes amarillas como pollitos
corrían por el cielo
el pajarito comenzó a cantar
el árbol balanceó su copa
a la derecha
a la izquierda
hasta que se durmió
y el viento en su ramas
silbaba dulcemente

 

INSOMNIO

Y de no tener ya más nada con que escribir su pena sino un
pedazo de papel secante iluminado por la luna.
Jules Romains

Claridad indecisa.
La noche
entra en el cuarto, sombrío velo bordado de estrellas.
La luna es una fruta enorme balanceándose en mi
insomnio.

Los ruiseñores de Hafiz* están muertos.
Silencio azulado.
Noche interminable. Cada hora
se estira monótona como una letanía.
Me inclino fuera de mí para escuchar una voz
tenue, y triste como un perfume.
Tengo miedo del sueño.

Quiero pensar en mi dolor
y mecerme en él como en una canción.
Tiendo las manos hacia ti y abrazo el cielo
–y el vacío.

*Hafiz es un poeta persa del siglo XIV

(Del poemario El Papel Secante)

 

TORMENTA

Para Ph. Thoby Marcelin

El viento espantó un rebaño de bisontes blancos en la
vasta pradera del cielo.
Silenciosos y poderosos aplastaron
el sol: el sol se apagó.
El viento aulló como una mujer en mal de parto:
La lluvia acudió, hija del fuego y del mar;
llegó danzando
y lanzó sobre el mundo cortinas de bruma.
Las hojas cantaron
temblando como debutantes de music-hall;
vino el trueno
y aplaudió.
Entonces todo se calló para dejar aplaudir al trueno;
las flores murieron sin haber vivido;
las palmeras agitaron sus abanicos contra el calor.
Un rebaño de bisontes emigra del oriente al occidente,
y la noche llegó como una mujer de luto.

(Del poemario El Papel Secante)

EL CANTO DEL HOMBRE

Esta es la canción de los soñadores que se habían arrancado el
corazón y lo llevaban en la mano derecha.
G. Apollinaire

Para A. Vieux*

I
Quise para mi tristeza
la caricia de las calles estrechas,
para mis hombros sólidos muros duros.
Pero vosotros los habéis, oh hombres
ensanchado con vuestros pasos,
con vuestros deseos, de tufos de ron,
de sexo y de “draught-beer”*
ando por vuestros laberintos multicolores
y estoy cansado de mi queja.

(A, Vieux es un poeta haitiano.
Draugt-beer son restos de cerveza).

II

Así:
Vine hacia vosotros
con mi gran corazón desnudo
y rojo, y mis brazos pesados
de brazadas de amor
y vuestros brazos hacia
mí se han tendido muy abiertos
y vuestros puños duros
golpearon duramente mi faz. Entonces vi:
vuestras bajas muecas vuestros ojos
babosos de injurias
Entonces oí alrededor de mí, croar pustulentos
los sapos–.
Así:
solitario, sombrío,
ahora fuerte y mi sombra
mi única compañera fiel
proyecto el arco de mi brazo
por encima del cielo.

(Del poemario El Papel Secante)

 

JUGANDO METRAS

Compuse esta historia –simple-simple-simple para enfurecer
a las gentes serias-serias-serias y contentar a los niños
pequeños-pequeños-pequeños.
Charles Cros

1

Las golondrinas que pasan parecen tijeras volantes. Al
mirarlas recogemos las horas cortadas en pedacitos.

2
A quienes gustó mucho El Último de los Mohicanos ven
las grandes nubes amontonadas olear pesadamente en el
cielo como un rebaño de bisontes en el Farwest. El último
rayo de sol es el relámpago de la lanza del guerrero indio.

3
En medio de la calle desierta un joven se detuvo. Mira su
sombra larga y piensa: cuando sea grande seré más grande
que mi sombra.

4
El cielo es demasiado vasto para que un niño pueda
agarrarlo en sus pequeñas manos. Pero dile: cielo, sombrero
melón; entonces tenderá sus manitas hacia el firmamento
colgado de la percha de la palmera, cortará la luna y se la
meterá en el bolsillo.
¡Oh poeta niño!

5
En la “galette”* esta morena lavandera tiene los senos
floridos de violetas. Esto le da un gran aire de modestia.

(Galette: en créole, una enorme piedra calcárea, o en general, las piedras que se encuentran en el lecho de los ríos después de la crecida)

6

Qué bello ese amante transido que sin cesar piensa en
su amada. Aun aseándose la evoca, y como es un amante
desesperado, mirándose al espejo, fríamente, hace el gesto
de saltarse los sesos con su cepillo de dientes.

 

CORRIDA

El polvo de oro de la arena, la vida inmóvil de las flores en
los chales. Las mantillas evocadoras de claustro o de harem.
Las naranjas y los chistes que vuelan. El gesto romano del
que alquila cojines.
Pasión, pasión que desencadena en los brazos de la multitud
resortes bruscos. Círculo mágico de la arena y tú, oh
Armillita, el centro adonde todo viene a irradiar y desde
el que todo irradia.
¡Toda esta vida para ti solo, oh indiecito!
La muerte se planta delante de ti con cuernos puntiagudos.
Tus brazos prolongados por las banderillas, avanzas; eres un
joven dios azteca alimentado de sol, y del corazón de los
vencidos.
Ahora corres, corres hacia la muerte de ojos rojos y la
encuentras, y la tocas y la vences con el desencadenar de
tus jóvenes caderas.
—¡Bendito sea el vientre de la mujer que te llevó!–
Sobre la arena la sangre riega banderitas españolas púrpura
y oro; pero tú vas pisando las banderas y subes una escalera
invisible por encima de la multitud, por encima de las manos
entusiastas, por encima de las mujeres desmayadas, con
una sonrisa ambigua en las comisuras de los labios.
Luego la muleta roja en tus manos morenas, caminas de
nuevo a la muerte, te ofreces a ella, le imploras con tu pie
y ella acude negra y poderosa.

Entonces tú la rodeas, la provocas, te apartas, regresas a ella,
hasta que ella pierde el aliento y baja la cerviz.
El instante grave, el minuto supremo que fija los gestos.
Los corazones pesan pesados, pesados y sin embargo suben
a la garganta.
¡Oh Sacrificador, golpea!
¡Relámpago! ¡Choque!
El monstruo vacila, sacude con todo el resto de vida la
muerte que lo invade. Cae, se levanta sobre las rodillas, cae.
Oh noble muerte, encontrada en la lucha noble y leal.
Palomas palpitan de repente en todas las manos.
Entonces tú, Armillita el azteca, presentas con el gesto hierático
del sacerdote de Huitzilopochtli la oreja de la víctima a la
adoración de la multitud española.

Madrid, mayo de 1926

 

CALMA

Lámparas que se encienden.
Esperanzas que se apagan.
Omar Khayyam

El sol de medianoche
de mi lámpara. El tiempo que huye
no hiere mi quietud.
He aquí el minuto
raro donde el dolor se cansa
y al fin, furtivo, traspasa
el umbral. Una gran indiferencia entra
en mí con un gusto de ceniza.
Mi mesa es una isla luminosa
en la manta negra de la silenciosa noche.
Afuera un hombre curvado sobre sus deseos muertos.
Ya no soy más nada…
la ruta se detiene con los pasos del peregrino.

(Del poemario El Papel Secante)

 

LLUVIA

La lluvia, monótona teclea, golpetea en las ventanas
cerradas.
Las luces temblequean rosas
en la oscuridad densa relámpagos, serpentinas gigantes,
bailan
retorcidas en los lienzos del cielo negro.
La noche despliega sus velos tornasolados sobre los lejanos
jardines
donde llueve sin ruido el luto
de las rosas que se deshojan.

 

MEDIODÍA

Las palmeras velan sobre el paisaje
cansadas. Los naranjales llevan racimos de sol de oro
madurados en el mediodía bermejo.
Una palma barre solitaria las nubes en el azur donde
fulguran
insectos, destellos súbitamente
nacidos de incandescentes
rayos. Escucho el ritmo del silencio embalsamado de
incienso
de flores irreales.
Mi alma es atraída por la tangencia
de los deseos pesados que atormentan divinamente
inasequibles
la sombra de fantasmas implacables.

 

ANGUSTIA

Pero tu caro rostro
pero
cómo alzar la cortina
caída sobre la forma de tus sueños
el alma
es demasiado pesada para subir
hasta el espejo de los ojos
y permanezco con las manos tendidas.

 

ESPERA

El plomo de la noche se escurre en el silencio,
El sufrimiento de estar limitado y la tentación pueril
de avanzar el péndulo que roe el tiempo con dientes irrisorios.
El viento está ciego de transportar murciélagos
y se golpea gimiendo a las puertas del cuarto.
Oh los ojos dolorosos de espiar el arroyo de oro
que vierte el farol tuerto sobre el asfalto
y por el que vendrás milagrosamente pálida
y dulce y los ojos llenos de pétalos.
He aquí la lluvia
que cae, cae, cae, cae.
El arroyo ríe y rueda
con imaginarias pepitas de oro pero tú no vendrás más.
La lluvia
cae, cae, cae.

 

ESPEJISMO

Cerrar la puerta,
Abrirla:
la felicidad se queda siempre afuera.
Si estuvieras aquí
tus manos prolongarían mi vida
pero no hay sino el Río
deslizándose entre los árboles sin sombras.
(En la noche
no volverá a encontrar su camino.)
Miro
la Vía Láctea temblar.
Oh inclinarse
cortar las estrellas
y un pedazo del cielo.
Adiós
adiós
mis brazos son una cruz demasiado pesada.

 

LANGSTON HUGHES

Conociste en Lagos a esas muchachas melancólicas
Llevan collares de plata en los tobillos y se ofrecen
desnudas
Como la noche cercada de luna
Viste a Francia sin pronunciar palabras históricas
–Lafayette henos aquí–
El Sena pareció menos bello que el Congo
En Venecia, buscabas la sombra de Desdémona
Se llamaba Paola
Le decías: Amorosísima
Y a veces Babe, Baby
Entonces ella lloraba y te reclamaba veinte liras
Paseaste tu corazón nómada como un Baedecker, de
Harlem a Dakar
El mar prestó a tus cantos un ritmo dulce y rauco, y
sus flores de amargura nacieron de la espuma.
Ahora en este cabaret donde murmuras al alba:
toquen este blues para mí
Ay toquen este blues para mí
¿Sueñas con palmeras y con cantos de canoeros en el
crepúsculo?

 

 

SURGIDO DE UNA ESTERA DE MIMBRE PINTADA

¿Qué mano sacrílega colgó por las barbas a los profetas
del Antiguo Testamento en las ramas de los baobabs?
La luna de miedo de ser empalada por las lanzas
de las palmeras se esconde detrás de una nube.
Noche opaca apenas horadada por el vuelo de las luciérnagas.
Los sapos en los huecos de los bananeros creyendo
ver estrellas fugaces formulan deseos gargarizados
con notas falsas.
El grito de un pájaro de la noche abole lo irreal.
El crujido de mi pluma sobre el papel.

 

AUSENCIA

Estás allí y allí…
pero mis ojos están ciegos de ti.
El dolor me ha lanzado
en medio
del Camino de los cuatro senderos.
No hay salida.
Hacia donde tienda los brazos
estoy crucificado.

 

SURGIDO DE UNA ESTERA DE MIMBRE PINTADA

¿Qué mano sacrílega colgó por las barbas a los profetas
del Antiguo Testamento en las ramas de los baobabs?
La luna de miedo de ser empalada por las lanzas
de las palmeras se esconde detrás de una nube.
Noche opaca apenas horadada por el vuelo de las luciérnagas.
Los sapos en los huecos de los bananeros creyendo
ver estrellas fugaces formulan deseos gargarizados
con notas falsas.
El grito de un pájaro de la noche abole lo irreal.
El crujido de mi pluma sobre el papel.

(Paisajes irreales)

 

ATARDECER

Pabilos ennegrecidos, mandolinas
minúsculas. Azagayas finas
de palmeras –abanicos
inmóviles en el Tiempo detenido.
El sol filtra a través de los árboles, lingotes
de oro. Un niño en alguna parte
grita.
Cada minuto como un siglo de hastío
bosteza.

 

MIRAGOANE*

Sobre la carretera que disimula los hoyos
el auto como un cojo
da saltos. Espantados por los faros
los perros huyen, famélicos. Muy bajas
acuclilladas sobre la loma
las chozas
miran con indiferencia.
De repente: rojos
los ojos del monstruo agazapado en la sombra
El calor de mil vidas intensas
sube brutal hasta mí. Pesado
contra mi corazón, un corazón inmenso
late. Percibo con angustiosa agudeza
el pensamiento en vivo, los miembros entumecidos
insospechados de múltiples existencias.
Sobre la incógnita negra, los ojos muy abiertos
siento los gritos en los tugurios
rampando por la estrecha calle
trepar la recia costa
hasta mí –Allá, invencible, el mar
duerme.

(*Miragoane es una ciudad del sur de Haití)

 

GUINEA

Es el lento camino de Guinea:
La muerte te conducirá.
He aquí las ramas, los árboles, la selva
Escucha el ruido del viento en los largos cabellos de
eterna noche.
Es el lento camino de Guinea:
Tus padres te esperan sin impaciencia
En la ruta: palabrean
Te esperan
Es aquí donde los arroyos tiemblan
Como rosarios de huesos
Es el lento camino de Guinea:
No se te hará una acogida luminosa
En el negro país de los hombres negros:
Bajo un cielo humeante, atravesado de gritos de pájaros
Alrededor del ojo de la charca
Las pestañas de los árboles se apartan en la claridad que se pudre
Allí te esperan al borde del agua un pueblo apacible y
La choza de tus padres y la dura piedra familiar
Donde reposarás tu frente.

 

ÁFRICA

tu tiara solar hundida a culatazos hasta el cuello
la transformaron en carcán *; a tu videncia
le reventaron los ojos; prostituyeron tu faz púdica;
amordazaron, aullando que era gutural,
tu voz, que hablaba en el silencio de las sombras.
África,
no tiembles el combate es nuevo,
el flujo vivo de tu sangre elabora sin decaer
constante una estación; la noche está hoy en el fondo de
las charcas
la formidable espalda de un astro casi dormido,
y persecuciones y combates –así no tuvieras tú para conjurar el espacio
sino el espacio de tu nombre irritado por la sequía.
hozadero hozadero
tierras horadadas de hozadero
zapadas
tatuadas
cuerpo grande
maciza desfigura allí donde el duro hocico hurgó
África los días olvidados que caminan todavía
con conchas curvadas en las dudas de la mirada
brotarán a la faz pública entre felices ruinas,
en la sabana
el árbol blanco de manos rescatadoras
será cada árbol
una tempestad de árboles entre la espuma sin igual y las arenas
las cosas escondidas remontarán la pendiente de
músicas adormecidas,
una llaga de hoy es caverna de oriente,
un temblor que sale de los negros fuegos olvidados es
los estigmas salidos de la ceniza de las palabras amargas
de cicatrices, todo liso y nuevo, un rostro
de antes, escondido pájaro escupido,
pájaro hermano del sol.

(*carcán es un anillo de hierro colocado alrededor del cuello del esclavo)

 

MADRID

Esa arruga siniestra de la sierra y el horizonte ojeroso por
una tormenta de hierro:
el cielo ya no tiene ni una sonrisa más ni un solo tiesto de azur
ni un solo arco para lanzar la esperanza de una flecha de sol
los árboles despedazados se yerguen, gimen como violines desafinados
todo un pueblo dormido en la muerte se va a la deriva
cuando la ametralladora acribilla el colador del silencio
cuando explota la catarata de estruendo
la cáscara del cielo se desplome
y las llamas retorcidas lamen en la ciudad las heridas de los lagartos
calafateados de noche
y en la pequeña plaza abandonada donde reina ahora el apacible espanto hay
pero sí hay en el rostro sangrante de este niño una sonrisa
como una granada aplastada a talonazos
No más pájaros de dulce canto, pájaros de las colinas
de la era del fuego y del acero nació la estación de las langostas apocalípticas
y los tanques lanzan la invasión obstinada de grandes abejorros devastadores

y el hombre está aterrado con su odio y su alegría para mañana
y cuando se alza
la muerte te siega Hans Beimler
la muerte que agita sobre el harnero de la llanura una cosecha de gritos
He aquí con la nieve la dentadura cariada de las montañas
el enjambre de balas zumbando sobre la carroña de la tierra
y el miedo al fondo de los embudos es como el gusano en
una pústula reventada
Quién recuerda la increíble estación la miel de los huertos y
el sendero bajo las ramas
el murmullo ajado de las hojas y la risa tierna y buena de la joven mujer
la herencia del cielo y el secreto de las aguas
–Hace tiempo que cayó en los olivares Lina Odena
allá en el Sur.
Es aquí el espacio amenazado del destino
la huelga a la que acudieron del Atlas y del Rin
la ola confundida de la fraternidad y del crimen se estrella
contra una esperanza acosada por los hombres,
pero es también a pesar de los sagrados corazones
bordados en el estandarte de Mahoma
los escapularios las reliquias
los amuletos del lucro
los fetiches del crimen
los totems de la ignorancia
todas las vestimentas de la mentira los signos demenciales del pasado
aquí el alba se arranca retazos de la noche
que en el atroz parto y la humilde sangre anónima del campesino y del obrero
nazca el mundo de donde será borrada de la frente de los hombres
la deshonra amarga de la sola igualdad del desespero.

(Commune, abril de 1937)

 

EL AMOR, LA MUERTE

Para su desesperación un ídolo venenoso
Mirada extraviada de ceniza de golondrina
Sonrisa apuñaleada
Marchitez afilada de sangre
La araña hala el hilo de una arruga:
Toda vergüenza bebida en el suspiradero de esta boca
Un parpadeo del alba
Y el polen del sol cubre tu mejilla
Un nido de alas tu cabellera
Si el hálito del viento la roza
Belleza arrebatada al movimiento de la sangre
Tus manos ofrecen un sacrificio de palomas
Sobre tus rodillas invencibles.

 

SUCIOS NEGROS

Y bien aquí estamos:
nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
no aceptamos más
está claro
se acabó
ser en África
en América
sus negros
sus niggers
sus sucios negros
no aceptamos más
les extraña
decir: sí señó
lustrando sus botas
sí pae
a los misioneros blancos
sí mi amo
cosechando para ustedes
la caña de azúcar
el café
el algodón
el maní
en África
en América
como buenos negros
como pobres negros
como sucios negros
que éramos
que no seremos más
se acabó ya verán
nuestros yes Sir
sí blanco
sí Señor
y
cuidado, cazador
sí, mi Comandante,
cuando nos den la orden
de ametrallar a nuestros hermanos árabes
en Siria
en Túnez
en Marruecos
y a nuestros camaradas blancos huelguistas
reventando de hambre
oprimidos
expoliados
despreciados como nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
Sorpresa
cuando la orquesta de sus cabarets
de rumbas y de blues
les toque algo completamente distinto
que no esperaba la putería hastiada
de sus gigolós y putas endiamantadas
para quienes un negro
no es sino un instrumento
para cantar, claro,
para bailar, of course
para fornicar naturlich
nada sino una mercancía
que se compra y se vende
en el mercado del placer
nada sino un negro
un nigger
un sucio negro
sorpresa
jesúsmaríajosé
sorpresa
cuando atrapemos
riendo terriblemente
al misionero por la barba
para enseñarle a nuestra vez
a patadas en el culo
que nuestros ancestros
no son
Galos
que nos importa un carajo
un Dios que
si es el Padre
entonces es que nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
tenemos que creer que no somos sino sus bastardos
y es inútil gritar
jesúsmaríajosé
como una vieja batea reventada por las mentiras
es necesario
que te enseñemos
lo que cuesta en definitiva
sermonearnos a golpe de látigo y de confíteors
la humildad
la resignación
a nuestra maldita suerte
de negros
de niggers
de sucios negros
Las máquinas de escribir masticarán las órdenes de represión
rechinando los dientes
fusilen
ahorquen
degüellen
a esos negros
a esos niggers
a esos sucios negros
pegados como moscas enloquecidas a la carne
en la tela de araña de las gráficas de las pérdidas de las cotizaciones de la bolsa
los gordos accionistas de compañías mineras y forestales
los propietarios de fábricas de ron y de plantaciones
los propietarios
de negros
de niggers
de sucios negros
y el telégrafo delirará
en nombre de la civilización
en nombre de la religión
en nombre de la latinidad
en nombre de Dios
en nombre de la Trinidad
en nombre de Dios carajo
tropas
aviones
tanques
gases
contra esos negros
esos niggers
esos sucios negros
Demasiado tarde
hasta el corazón de las junglas infernales
retumbará precipitado el terrible tartamudeo
telegráfico de los tam-tam repitiendo incansables
repitiendo
que los negros
no aceptan más
no aceptan más
ser sus niggers
sus sucios negros
demasiado tarde
porque habremos surgido
de las cuevas de ladrones de minas de oro del Congo
y de Sur África
demasiado tarde será demasiado tarde
para impedir en los algodonales de Luisiana
en las centrales azucareras de las Antillas
la cosecha de la venganza
de los negros
de los niggers
de los sucios negros
será demasiado tarde les digo
porque hasta los tam-tam habrán aprendido el lenguaje
de la Internacional
porque habremos escogido nuestro día
el día de los sucios negros
de los sucios indios
de los sucios hindúes
de los sucios indochinos
de los sucios árabes
de los sucios malayos
de los sucios judíos
de los sucios proletarios
Y aquí estamos de pie
todos los condenados de la tierra
todos los justicieros
marchando al asalto de sus cuarteles
y de sus bancos
como un bosque de antorchas fúnebres
para acabar
de
una
vez
por
todas
con este mundo
de negros
de niggers
de sucios negros.

 

NEGRO

Amiga mía, siéntate en el piano
largo y sombrío como un ataúd:
esta noche mi alma está de luto.
Toca una melodía vieja, y triste,
infinitamente triste, Chopin o Liszt
¡qué importa! Quiero escuchar mi dolor sollozar.
Luego pon tu mano,
ay muy dulcemente sobre mi corazón;
y toda la noche escucharé melancólica
llorar muy bajo dentro de mi, amarga, una música.

 

CIEN METROS

A mi excelente camarada Silvio Cator, campeón

Cuatro. Agrupados como fieras. Cuatro hombres.
Las energías tendidas como cuerdas se sienten fluídicas,
chocan con fuerza de embrocación,
nerviosamente se estrujan.
Angustia. Angustia
de la espera. Invocación: Starter. Oh Starter dispara, libera
¿Listos?
Brazos, hélices bruscamente en marcha por el disparo
dando vueltas locamente
en cuartos de círculo. Veinte metros. Todos de frente.
Bienestar; voluptuosidad del viento
entre los dientes.
Cincuenta metros: dos abandonan cortan el aire.
Leñadores
de la fatiga que clava los músculos al suelo. Desesperación.
Los otros dos, de frente. Ochenta metros. Uno piensa
“¿Llegaré o no llegaré?
Sufrimiento.
Sufrimiento del martillo contra el yunque de mi sien.
Sufrimiento del hoyo negroentre la miseria de mis piernas
y la llegada. Quiero:
Llego… No… Quiero. Llego”.
El otro: “¡Ah! Mi cuerpo cansado
¡Ah! Mis pulmones carburadores dolorosos de mi pecho
en llamas”.
Último esfuerzo del cuerpo lanzado contra la línea.
Rictus de Prometeo liberado. Tromba.
Al fin.
(Diario del día siguiente: Fulano ganó por un palmo.)
La hierba es una verde y fresca tumba.

 

ELEGÍA A JACQUES ROUMAIN DE NICOLÁS GUILLÉN

Grave la voz tenía.
Era triste y severo.
De luna fue y de acero.
Resonaba y ardía.

Envuelto en luz venía.
A mitad del sendero
sentóse y dijo: —¡Muero!
(Aún era sueño el día).

Pasar su frente bruna,
volar su sombra suave,
dime, haitiano, si viste.

De acero fue y de luna.
Tenía la voz grave.
Era severo y triste.

¡Ay, bien sé, bien se sabe que estás muerto!
Rostro fundamental, seno profundo,
oh tú, dios abatido,
muerto ya como muere todo el mundo.
Muerto de piel ausente y de pulido
frontal, tu filosófico y despierto
cráneo de sueño erguido;
muerto sin ropa ni mortaja, muerto
flotando en aguas de implacable olvido,
muerto ya, muerto ya, muerto ya, muerto.

Sin embargo, recuerdo.
Recuerdo, sin embargo.
Por ejemplo, recuerdo su levita
de procer cotidiano:
la de París
en humo gris,
en persistente gris
la de París
y la levita en humo azul del traje haitiano.
Recuerdo sus zapatos,
franceses todavía
y el pantalón a rayas que tenía
en una foto, en México, de cónsul.
Recuerdo
su cigarrillo demoníaco
de fuego perspicaz;
recuerdo su escritura de letras desligadas,
independientes, tímidas, duras, de pie, a la izquierda;
recuerdo
su pluma fuente corta, negra, gruesa, «Pelikano»,
de gutapercha y oro;
recuerdo
su cinturón de hebilla, con dos letras.
(¿O una sola? No sé, me falla,
se me va en esto un poco la memoria;
tal vez era una sola, una gran R,
pero no estoy seguro…)
Recuerdo
sus corbatas, sus medias, sus pañuelos,
recuerdo
su llavero, sus libros, su cartera.
(Una cartera de Ministro,
ambiciosa, de cuero.)
Recuerdo
sus poemas inéditos,
sus papeles polémicos
y sus apuntes sobre negros.
Quizás haya también todo ya muerto,
o cuando más sean cosas de museo
familiar. Yo las conservo,
por aquí están, las guardo.
Quiero decir que las recuerdo.

¿Y lo demás, lo otro,
lo que hablábamos, Jacques?
jAy, lo demás no cambia, eso no cambia!
Allí está, permanece
como una gran página de piedra
que todos leen, leen, leen;
como una gran página sabida y resabida,
que todos dicen de memoria,
que nadie dobla,
que nadie vuelve, arranca
de ese tremendo libro abierto haitiano,
de ese tremendo libro abierto
por esa misma página sangrienta haitiana,
por esa misma, sola, única abierta página
terrible haitiana hace trescientos años.
Sangre en las espaldas del negro inicial.
Sangre en el pulmón de Louverture.
Sangre en las manos de Leclerc
temblorosas de fiebre.
Sangre en el látigo de Rochambeau
con sus perros sedientos.
Sangre en el Pont-Rouge.
Sangre en la Citadelle.
Sangre en la bota de los yanquis.
Sangre en el cuchillo de Trujillo.
Sangre en el mar, en el cielo, en la montaña.
Sangre en los ríos, en los árboles.
Sangre en el aire.
(Olvidaba decir que justamente, Jacques,
el personaje de este poema,
murmuraba a veces: —Haití
es una esponja empapada en sangre).

¿Quién va a exprimir la esponja, la insaciable
esponja? Tal vez él,
con su rabia de siglos. Tal vez él,
con sus dedos de sueño. Tal vez él,
con su celeste fuerza…
Él, Monsieur Jacques Roumain,
que hablaba en nombre
del negro Emperador, del negro Rey,
del negro Presidente
y de todos los negros que nunca fueron más que
Jean
Pierre
Victor
Candide
Jules
Charles
Stephen
Raymond
André.
Negros descalzos frente al Champ de Mars,
o en el tibio mulato camino de Pétionville,
o más arriba,
en el ya frío blanco camino de Kenskoff:
negros no fundados aún,
sombras, zombies,
lentos fantasmas de la caña y el café,
carne febril, desgarradora,
primaria, pantanosa, vegetal.
Él va a exprimir la esponja,
él va a exprimirla.

Verá entonces el sol duro antillano,
cual si estallara telúrica vena,
enrojecer el pávido oceano.

Y flotar sin dogal y sin cadena
cuellos puros en suelta muchedumbre,
almas no, pero sí cuerpos en pena.

Móvil incendio de afilada lumbre,
lamerá con su lengua prometida
del fijo llano a la nublada cumbre.

¡Oh aurora de los tiempos, encendida!
¡Oh mar, oh mar de sangre desbordado!
El pasado no ha pasado.
La nueva vida espera nueva vida.

Y bien, en eso estamos, Jacques, lejano amigo.
No porque te hayas ido,
no porque te llevaran, mejor dicho,
no porque te cerraran el camino,
se ha detenido nadie, nadie se ha detenido.
A veces hace frío, es cierto. Otras, un estampido
nos ensordece. Hay horas de aire líquido,
lacrimosas, de estertor y gemido.
En ocasiones logra, obtiene un río
desbaratar un puente con su brutal martillo…
Mas a cada suspiro nace un niño.
Cada día la noche pare un sol amarillo
y optimista, que fecunda el baldío.
Muele su dura cosecha el molino.
Álzase, crece la espiga del trigo.
Cúbrense de rojas banderas los himnos.
¡Mirad! ¡Llegan envueltos en polvo y harapos los primeros vencidos!
El día inicial inicia su gran luz de verano.
Venga mi muerto grave, suave, haitiano,
y alce otra vez hecha puño tempestuoso la mano.
Cantemos nuestra fraterna, canción, hermano.

Florece plantada la vieja lanza.
Quema en las manos la esperanza.
La aurora es lenta, pero avanza.

Cantemos frente a los frescos siglos recién despiertos,
bajo la estrella madura suspendida en la nocturna fragancia
y a lo largo de todos los caminos abiertos en la distancia.

Cantemos, pues, querido,
pisando el látigo caído
del puño del amo vencido,
una canción que nadie haya cantado:
(Florece plantada la vieja lanza)
una húmeda canción tendida
(Quema en las manos la esperanza)
de tu garganta en sombras, más allá de la vida,
(La aurora es lenta, pero avanza)
a mi clarín terrestre de cobre ensangrentado!

 

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

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