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288. POESÍA MÁS POESÍA: YOUSSEF SAADI

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BIOGRAFÍA DEL POETA YOUSSEF SAADI

سعدي يوسف

Saadi Youssef nació en 1934 cerca de Basora, Irak. Es poeta, periodista, ensayista, traductor, editor y activista político. En 1948, año de la fundación del Estado de Israel, unos jóvenes escritores rompieron con la tradición de la poesía clásica árabe e introdujeron el “verso libre” en la literatura árabe. Este nuevo estilo se extendió tan inexorablemente como el viento del desierto y dio forma a la siguiente generación de poetas, a la que también pertenece Youssef.

Estudió literatura árabe en Bagdad. Más tarde, se vio obligado a abandonar el país en repetidas ocasiones debido a su compromiso político, un destino que compartió con la mayoría de la intelectualidad iraquí. A finales de la década de 1970, cuando Saddam Hussein llegó al poder, Saadi Youssef abandonó Bagdad para siempre. Después de una odisea de años por lugares de exilio árabe, se instaló en Londres.

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Youssef fue influenciado por los poetas más importantes del movimiento del “verso libre”, los iraquíes Badr Shakir as-Sayyab y Abdalwahhab al-Bayyati, quienes querían darle a la poesía una posición fuerte en la falange de fuerzas progresistas y revolucionarias. Los poemas de Youssef en los años 1950 y 1960 estuvieron marcados por el compromiso político; Al igual que Mahmud Darwish y Amal Dunqul, afirmó defender al pueblo como poeta. Estuvo cercano al movimiento antiimperialista, que en aquella época se agrupaba en los partidos socialistas y comunistas.

En la segunda mitad de la década de 1970 se alejó de la poesía política. Sus versos se parecían cada vez más a un koan zen: llenos de misterio y, sin embargo, tan simples. Como en el juego infantil “Veo algo que tú no ves”, habla de cosas aparentemente cotidianas y se refiere a las cosas que se esconden detrás de las cosas. Los fenómenos cotidianos descritos de manera tan acertada, estilística y sencilla nunca están solos; Apuntan más allá de sí mismos, abriendo horizontes inimaginables de una comprensión diferente. Desde entonces, ha transmitido sus aspiraciones políticas de forma implícita, en lugar de en mensajes directos.
El lenguaje de Youssef, caracterizado por un realismo lírico, es sorprendentemente honesto y directo. Como traductor de las obras de Oktay Rifat, Melih Cevdet Anday, García Lorca, Jannis Ritsos y especialmente Konstantin Kavafis (“él es mi guía en la intrincada artesanía de la poesía”) y Walt Whitman al árabe, siente una fuerte conexión con estos poetas de la literatura mundial. Saadi Youssef es un artista que –inevitablemente– viaja por los mares sin haber abandonado nunca su tierra natal. Un anhelo constante le acompaña en sus viajes; El tema del exilio y la migración es omnipresente: “El polo ha perdido su estrella guía, pero mi hogar lejano todavía me espera”.

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Después del fin de la guerra de Irak, Saadi Youssef habló con una perspicacia despiadada sobre el futuro político: “Aún debemos, me parece, prepararnos para una posible serie de ondas de choque como consecuencia de los recientes trastornos sísmicos en Irak”. Lo que hace que su poesía sea tan fascinante es que, a pesar de la abrumadora realidad política, tiene una ligereza asombrosa. Se forma a partir de la luz y la tierra, como escribió el crítico Stephen Watts, es simple y nos concierne directamente:
Pensemos en Basora.
Pensemos en lo que amamos.
Y en lo que cantamos desde el corazón.
Sol, pan y amor.

Publicó 30 libros de poesía y siete libros de prosa.
Ganó varios premios de poesía, incluido el Premio Sultan bin Ali Al Owais , , el Premio Internacional Italiano y el Premio Cavafy de la Sociedad Helénica. En 2005 ganó el premio Feronia italiano al mejor autor extranjero. En 2008, ganó el Premio Metropolis en Montreal, Canadá. Es miembro de varias revistas, incluido el consejo editorial de “New Culture” , el consejo asesor de PEN International Magazine y el consejo editorial colaborador de Banipal Magazine for Modern Arabic Literature.
Murió a los 87 años el 12 de junio de 2021 en Londres.

Saadi Youssef: Diwan Adén y el período “más espléndido que viví en mi caótica vida”
En un artículo escrito el 23 de abril de 2019 en Londres, Saadi dice: «Después de que las fuerzas de Ariel Sharon nos expulsaran de Beirut en 1982, partimos hacia nuestro nuevo exilio…

Abdullah al-Hanaki (era embajador adjunto de la República Democrática del Yemen en Beirut) me lo contó, y estábamos juntos en el frente, donde los soldados del Yemen revolucionario habían capturado al israelí «prisionero del suburbio»… Me dijo: «¡Ven a Adén!». Y fui, para vivir allí uno de los períodos más gloriosos de mi confusa vida.
Ese mismo período (1982 – principios de 1986) fue también uno de los más espléndidos que habían experimentado Yemen del Sur y su capital, Adén. El gran poeta lo había visitado por primera vez en 1981 -y se alojó en el “Hotel del Mar”, el Goldmore, en su costa dorada en Tawahi-, una visita cuyas observaciones quedaron documentadas en varios poemas de su colección de prosa “Diarios del Sur… Diarios de la Locura”. Incluyendo el poema “Pájaros”:

“De repente, con un chasquido, los tres pájaros salen volando del hotel junto al mar…
Y bajo mi camisa tiemblan miles de pájaros”.
Costa de Oro, 1/3/1981

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Antes de eso, la conexión poética de Saadi con el país, representada específicamente por Hadhramaut, había surgido de manera sorprendente en su extensa obra maestra, “Los nietos”, con su atmósfera derivada de la navegación, sus vínculos y la magia de sus historias, que extrajo en Basora, como él mismo dice, de “las conversaciones de antiguos marineros… sobre los horrores y las maravillas que encuentran en el mar, y sobre las huríes y las tormentas”. Todo el poema gira en torno a Hadhramaut, el barco, la costa, las plantas y un abuelo que emigró a Basora, Irak… Ashwaq es iraquí y tú eres yemení.
Pero el glorioso período de Adén, que influyó mucho y fue influenciado por Saadi Youssef, y por él, fue aquel en el que vivió en Adén tanto como éste vivió en él, y lo tomó como residencia y pueblo que pensó que sería su puerto definitivo, a partir de 1982; Hasta que fue interrumpida repentina y trágicamente por el desastre de la explosión de enero de 1986, con la que abandonó la ciudad, despidiéndose de ella con un último adiós tras el cual nunca volvería a verla y nunca regresaría. Excepto ilusiones e imaginación.

¡Pero Adén nunca abandonó a Saadi desde que él la abandonó! ¿Cómo puede ella? Él dijo específicamente sobre esto: “Nuestras moradas habitan en nosotros”.

Algunos títulos de sus libros.

El pirata (1952);
Estrellas y cenizas (1959);
Lejos del primer cielo (1970);
Poemas de menor silencio (1979);
Obras Completas (1980);
Quién conoce la rosa (1981)
El paraíso de las cosas olvidadas (1993);
Todos los odres del mundo (1995);
Diario del último exilio, 1984;
Pensamientos en voz baja, 1987;
Cuando en las alturas, 1989; y Triángulo del círculo, 1994.

El balcón de la casa de los pobres.
Esta noche… no esperaré nada
La oración del pagano.
Una última carta de Al-Akhdar bin Youssef
El mundo como no lo conocemos
El último comunista entra al cielo.
El último comunista nada en el Golfo de Adén
El último comunista entra al paraíso.
El niño negro volando
Poemas de parques públicos.
Nadando en el Golfo de Adén
Adén… También
Cuentos de marineros extraños
Un camino hacia Hadramaut
Adén también…
¡Cine!
La paz sea con Adén de mi parte
Mukalla Hadhramaut

 

¡Qué bonito es el regreso!
Como si todavía estuviera en Adén;
¡Mi ropa y mis trabajos están allí sobre una piedra!
Londres, 31/5/2006

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Adén también…
¿Qué pasa si estoy en Adén ahora?
Iré, silenciosamente, hacia “el vagar”…
La camisa mojada huele a aire marino.
En la puerta de aduanas, me tomaré mi tiempo.
Luego camino hacia las ruinas de la iglesia.
Entraré:
Luego limpio el polvo negro, el tablero de la descomposición…
Veo marineros náufragos llenando los asientos de la antigua tablilla.
Veo que allí, entre ellos, tengo compañía…
Y yo grito: ¡Ahmed!
¡Oh Zaki!
¡Oh, Said!
Y oh
Y…
Crucé el universo de un extremo al otro, para llegar a ustedes, mis compañeros.
Despierta un momento
Te he traído agua deliciosa de la cabeza de Radwa.
Vine a ti con la bandera roja.
Te vi
La llevaré, aunque mis brazos se debiliten…

Londres, 14/2/2014

La paz sea con Adén de mi parte.
Ojalá lo fuera
Quiero ir a “Al-Tawahi” antes de que se cierre la tumba.
Yo tenía un lugar y un compañero allí.
Ellos son los padres y los mentirosos.
Y la bandera rosa…

Londres, 3/10/2020

La paz sea contigo, “el hombre de muchos”, el maestro y el más grande poeta “que no se parece a ningún otro”.

 

SELECCIÓN DE POEMAS DE YOUSSEF SAADI

AMÉRICA, AMÉRICA

God save America
My home sweet home!

El General francés que levantó su bandera tricolor
Sobre Nugrat al-Salman en donde estuve prisionero
hace treinta años…
En medio de aquel giro en U
que partió el flanco del ejército iraquí.
El general que amaba los vinos de St. Emilion
Llamó a Nugrat al-Salman, un fuerte…
En la superficie de la tierra, los generales reconocen
tan sólo dos dimensiones:
Lo que sea que se levante a la vista es un fuerte
Lo que se expanda es un campo de batalla.
¡Qué ignorante fue el General!
Pero Liberación era más versado en topografía:
El chico iraquí que conquistó su primera plana
yacía sentado y carbonizado tras la rueda del timón
en la autopista Kuwait-Safwan
mientras las cámaras de televisión
(el botín de los perdedores y sus identidades)
estaban insertas en el camión como una vidriera de almacén
en la Calle Rivoli.
La bomba de neutrones es altamente inteligente,
Ella distingue entre un “Yo” y una “Identidad”
God save America
My home sweet home!

Blues
Cuánto he de caminar hasta Sacramento
Cuánto he de caminar para llegar a mi hogar
Cuánto he de caminar para alcanzar a mi muchacha
Cuánto he de caminar hasta Sacramento
En dos días ningún bote ha navegado esta corriente.
Dos días, dos días, dos días
Amor, ¿Cómo puedo navegar?
Conozco esta corriente
Pero, Oh… pero, Oh… pero, Oh… en dos días
Ningún bote ha navegado esta corriente.

La L La La L La
La L La La L La

Un extraño se asusta
No temas querido caballo
No temas a los lobos del bosque
No temas porque la tierra es mi tierra

La L La La L La
La L La La L La

Un extraño se atemoriza.

God Save America
My Home sweet home!

Yo también amo los jeans y el jazz y la Isla del Tesoro
Y el loro de John Silver y las terrazas de Nueva Orleáns
Amo a Mark Twain y los barcos de vapor del Mississippi
Y a los perros de Abraham Lincoln
Amo los campos de trigo y de maíz y el aroma del tabaco de Virginia
Pero no soy Americano. ¿Acaso es esto suficiente
para que el piloto fantasma me devuelva a la edad de piedra?
No necesito petróleo, ni a la misma América, ni al elefante ni al burro.
Déjame piloto, deja mi casa entechada con frondas de palma
y el puente de piedra
No necesito tu Golden Gate ni tus rascacielos.
No necesito a Nueva York.
¿Por qué viniste hasta aquí desde el desierto de Nevada, soldado armado
hasta los dientes?
¿Por qué recorriste toda ruta hasta la distante Basora
donde los peces nadaban junto a la puerta de casa?
Aquí no tenemos puercos. Yo sólo poseo estos bueyes que mastican pe rezosamente lirios de agua.

Déjame en paz soldado
Déjame con mi cabaña de juncos y mi caña de pescar.
Déjame con mis aves migratorias de verdes plumas.
Llévate tus rugientes pájaros de acero y tus misiles Tomahawk.
No soy tu enemigo.
Soy aquel que se hunde hasta las rodillas en el arrozal.
Déjame a mi suerte.
No me hace falta tu día del juicio.

God save America
My home sweet home!

América
Intercambiemos tus regalos.
Toma tus cigarrillos de contrabando
y danos patatas.
Recoge la pistola de oro de James Bond
y dame la risita de Marylin Monroe.
Recoge la jeringa de heroína bajo el árbol
y danos vacunas.
Recoge tus proyectos para cárceles modelo
Y danos casas en las aldeas.
Recoge los libros de tus misioneros
y danos papel para escribir poemas que te difamen
Toma lo que tú no tienes
Y danos lo que nosotros tenemos.
Quédate con las rayas de tu bandera
y danos las estrellas.

Quédate con la barba del Mudahin afgano
y danos la barba de Walt Whitman cubierta de mariposas.
Toma a Saddam Hussein
y danos a Abraham Lincoln
O no nos des a nadie.

Ahora mientras mi mirada cruza el balcón,
a través del cielo estival, del estío veraniego,
Damasco da vueltas, aturdida entre series televisivas.
Luego se sumerge hondamente en historias de murallas
y torres
y arabescos de marfil
hundiéndose, profundamente, del Rukn al Din,
hasta desaparecer del balcón.

Y ahora
recuerdo los árboles:
La palma datilera de nuestra mezquita en Basora, al final de la ciudad.
El pico del pájaro
Y un secreto de niño
en una fiesta de verano.
Recuerdo la palma datilera:
La toqué. Me convierto en ella cuando cae ennegrecida, ya sin frondas,
cuando el dique fue destruido por el rayo.

Y recuerdo a la vigorosa morera
crujiendo ante el hacha asesina…
hasta llenar el arroyo de hojas
y pájaros
y ángeles
y sangre verde.

Recuerdo las flores del granado cubriendo las aceras,
a los estudiantes liderando los desfiles de los trabajadores…

Los árboles mueren
bombardeados
aturdidos
abatidos,
derrumbados.

Los árboles mueren.

God Save America
My Home Sweet Home!

No somos rehenes, América
y tus soldados no son soldados de Dios.
Somos pobres, nuestra tierra
es la de los dioses ahogados,
los dioses de los toros,
los dioses del fuego,
los dioses del dolor que entremezclan arcilla y sangre
en una canción…
Somos los pobres, nuestro dios es el de los pobres.
que surge de las costillas del labrador
hambriento
y radiante,
y mantiene alta su cabeza…

América, estamos muertos.
Deja que vengan tus soldados,
Quienquiera que mata a un hombre, deja que resucite
Somos los ahogados, querida señora.

Somos los ahogados.
Dejad que el agua venga.

Traducción: Marcos

ATAQUE POR SORPRESA

La habitación tiembla
con las distantes explosiones
Las cortinas tiemblan.
Luego el corazón
Y tú, ¿dónde estabas en medio de todo este sacudimiento?

 

AGUA

Un pájaro carpintero bebe,
una estrella bebe,
el océano bebe
y el pájaro,
y la planta en la casa bebe,
y los niños de Sabra beben
el humo de las bombas explosivas.

 

UNA HABITACIÓN

Nada en ella, excepto
una cama
y un afiche.
Un avión de guerra pasa raudo
Eleva la cama por los aires
y al último libro,
y llora proyectiles
que se incrustan al afiche.

 

ADÓNDE

¡Adónde fue este niño
en esta extraña tarde?
Una botella de agua y una granada
adherida a su amplio cinto
y el arma que nunca le abandona?
¿Acaso se dirige al mar?
¡Ah! extraño niño!

 

RADIO

En pocilgas de tierra o en palacios
nuestra radio viene con nosotros
en medio de la repartición de las tazas del té,
y de explosiones aquí y allá.
Podemos cantar un poco.
Podemos dormir un poco
y nuestra radio permanece
como el clarín del día del Juicio

 

RACIONES

¿Qué habremos de comprar con ellas?
Acaso no es suficiente tener una sola camisa
y un viejo par de jeans,
¿La mitad de una hogaza de pan y queso,
y flores que recogemos tras la cerca?
¿Qué habremos de comprar con ellas?
Tal vez un momento de gloria.

 

ARTILLERIA

Retruena al alba
y el mar circunda la ciudad como humo
Retruena al alba
y un pájaro se aterroriza.
Ya están aquí los aviones
En el apartamento vacío
la planta se desmaya silenciosa
y los platos se estremecen.

 

ELECTRICIDAD

De repente recordamos las noches de las aldeas
y las orquídeas
y el irnos a la cama a las ocho.
De repente aprendemos los usos del alba.
Escuchamos el llamado del muecín
y del gallo
de la pacifica aldea

 

SOLEDAD

Una mañana las vi
caminando juntas, de prisa,
y un aroma de almendras llenó la calle.
¿Serán hermanas?
Noté sus pasos de gato bien ensayados.
¿Por qué sentí el aroma de almendras siguiéndome
y que algo sabía de dos hermanas
caminando en la mañana de prisa?
Cada mañana, cuando el reloj marca las diez, me preocupo.
¿Pasarán hoy?
Ellas pasan
y yo siento el aroma de almendras
y toco el lado suave de la uña de un gato.
Luego desaparecen entre los árboles
o en la curva del camino
o en el último ángulo de mi ventana.
A veces voltean
y yo veo un hilo
que conecta mi cuarto
a todo

Traducc. del inglés por Arturo Dávila S.

 

TRES POEMAS DE ARGELIA: Ramadán

En la plaza no hay más que ocaso y árboles.
Un pájaro asustado, que transporta el instante,
se desvía hacia el mar.
Queda vacía la plaza,
sólo árboles y asfalto.
¿Ha sonado la hora?
Dentro sólo de un rato se llenará la plaza,
cuando salgan las piedras.

 

UNA MUJER

¿Cómo arrastraré mis pies hasta ella ahora?
¿En qué tierra habré de verla?
¿Y en cuál calle de qué ciudad?
¿Habré de preguntar por ella?
Y si encuentro su casa
(supongamos que lo haga)
¿Haré sonar el timbre?
¿Cómo deberé responder?
¿Y cómo miraré, alelado, su rostro
mientras acaricio el leve vino
escurriendo entre sus dedos¿
¿De qué modo le diría hola?
¿Y cómo removeré
el dolor de todos estos años?
Una vez
hace veinte años
en un tren con aire acondicionado
la besé
la noche entera…

 

VISITACIÓN

La nieve cae sobre el cactus, luego un llanto y un café, una estrella
y campamentos, la túnica del sacerdote alquilada por lobos.
Zapatos hechos de cuero fino. ¿Cómo se estremecen las tortugas
en las playas de Hadramout? La luna plena gime
desde el fondo del río… y las muchachas gritan
en su arrebato. No necesito una bala. Mi única fortuna
en este mundo es el muro tras mi espalda. ،Qué verde
el pasto en las estepas de Shahrazour! Vi una soga
suspendida. ¿Dónde está Yousif? Estaba en los mercados
de Timbuktu… y trabajaba. Una noche
un barco nos condujo a través de las hondonadas de Djibouti.
Mogadishu lanza carne de cordero a los tiburones. No tengo
destino. Tengo un gato que últimamente comenzó a
contarme la historia de mi vida. Eternidad, siempre acercándote
¿por qué me has traicionado? Esta
tarde aprenderé a beber la brutalidad de las flores.
¿A qué sabe la traición? Una vez viajé
transportado por mi canción. Rueda el tren con los soldados…
Rodando. Rueda. Rodando. Rueda. Rodando…
La nieve de Moscú entibia mis lágrimas.
No hay virtud en los pastores
al asentarse y al prepararse para el viaje.
…Las ciudades disuelven las aldeas con el blandir de un dedo.
Mi pan está hecho de harina de arroz crudo y la sal de mis
peces es ceniza. No hay opción de que sea su amante
esta noche en el dormitorio de las muchachas. No… Los sábados
me cierra ella la puerta. Quemaré los papeles.
El inspector puede llegar. En el tren nocturno me adormecí
entre cadenas. Y la silla de madera era mi avión
estrellado. Ellos cantan para ti, muchacha
de la taberna del puerto. Los forasteros regresaron de
su búsqueda de diamantes. En la piedra de Hejja
las águilas de Hemair descansan. Una vez casi
encuentro al niño-luna en mi palma. ¿Por qué
la gente abandonó el parque? No quiero tu mano.
No me lances tu soga andrajosa. Hoy he descubierto
otro torrente:
Bienvenida a la vida… Bienvenida, mi otra amante.

 

¡OH, NOSTALGIA, MI ENEMIGA!

Llevo treinta años contigo.
Nos encontramos como dos ladrones en un viaje de detalles
incomprensibles.
Los vagones del tren
menguan con las estaciones,
Y la luz se apaga.
Pero tu asiento de madera, que ocupa todos los trenes, conserva
su firmeza,
con los apuros de los años,
con los dibujos de tiza,
con las cámaras, cuyos nombres nadie recuerda,
con las caras,
con el árbol dormido ahora bajo el polvo…
Te miré fijamente
un instante
y me apresuré hacia los asientos de los últimos vagones,
alejándome de ti…

Es largo el camino, dije,
y extraje de mi bolsa de saco pan y un trozo de queso…
Y de pronto te veo,
compartiendo conmigo el pan y el queso.
¿Cómo has llegado hasta mí?
¿Por qué me has atacado cual halcón?
Escucha:
No he recorrido decenas de miles de kilómetros,
no he viajado por decenas de países,
no he conocido miles de ramas,
para que vengas a robarme el pan
y a aprisionarme en un rincón.
Abandona el asiento ahora y desciende.
Mi tren me llevará a mí solo desde esta estación.
Baja.
Déjame ir donde no se detiene nunca el tren.

 

MUSTAFÁ

(elegía a un niño muerto, a una ciudad atacada)

Árbol claro y cielo verde,
una fragancia africana humedece el agua;
con un olor a alheña de mar te conocimos
y te pusimos nombre:
Basora, ciudad nuestra.
A ti vinimos a aprender cómo las setas
nacen diseminadas entre las sombras y las palmeras;
a aprender la llamada a la oración los días de fiesta,
a jugar con peces tranquilos
y sortear serpientes de río.
Aquí, también, aprendimos a sentarnos con las nubes
y con sus ubres de lluvia.
¿Habíamos crecido ya?
¿O eran la lluvia y sus gotas las que lo habían hecho?
Aprendimos a aspirar el olor narcótico de las rosas
y supimos que la corola de una flor es como carne.
Nos sumergimos lejos, en ríos de voces confusas.
¿Quién ha plantado esta vid en el surtidor de la mezquita?
La biblioteca de los manuscritos primigenios,
en el bolsillo de la túnica.
Partí, lejos, hasta la puerta de Salomón.
Mi príncipe, en su palacio fluvial, estaba preso.
Cuando fuimos —los estudiantes de Mahmudiya—
a manifestarnos
dijeron que la policía nos perseguiría.
Allí, en los parques desiertos fumamos nuestros
primeros cigarrillos
y lloramos de miedo.

El olor de las plantas acuáticas,
el pez muerto en la canícula,
puentes que nos llevan,
puentes que nos traen y puentes que nos mojan;
los balcones de las princesas de la India quedan lejos,
los jardines quedan lejos,
la puerta de Salomón, lejos.
Y también la casa.
El sol se envolvió de una suave concha
y se echó a dormir.

Pata de cabra,
pata de pala,
pasos de ogros y diablesas en las sombras…
Y en nuestras lágrimas se apaga la brasa
de nuestros primeros cigarrillos.
Dulce niño, Mustafá,
luz de los ojos,
duerme en paz, Mustafá,
niño de ojos zarcos.
Cierra los ojos y verás los caballitos
y a Basora con sus dos orillas.
Duerme, mi niño,
que el Profeta te guarda
y con él todos los santos imanes.
Duerme, vida mía, duerme.

2
Una rosa azul,
un cielo rojo
y el agua que se torna húmeda con las fauces
del tiburón.
Da igual, abriré una herida en mi mano
para albergar a las estrellas
y después la rociaré con polvo de corteza de palmera
y diré “hola, estibadores de todos los barcos del mundo,
hola, operarios de trenes que no me han concedido
ni billete ni recuerdo”.
Por la noche recorremos los portones del verano,
abrimos en los muros de su humedad agujeros por los que respirar,
lodos de nuestras cabañas, lluvia de lluvias,
faldas que se adornan de andrajos
y apagan la voz de las estrellas.
Mantos negros que cubren Basora choza a choza,
pancartas y pasquines que tremolan en el cielo rojo,
entre Qurna y Fao:
palmerales y flores de sal,
hola, tú que subes a la palma,
hola, polen al viento,
hola a todas las mujeres que lleven en su ombligo
una estrella polar
que gire en torno a Qurna y Fao,
en torno a nuestra ciudad.
Siete sirenas de río vinieron a nosotros en una noche invernal
para decirnos:
“Bandadas de tiburones
surcan el mar desde occidente”.

Y nos echamos a la mar a su encuentro
pero en barcas de caña y bambú,
en barcas de papel,
de quebradiza y frágil concha.
Así nos hicimos a la mar
y así las fauces y las encrespadas aguas segaron nuestras barcas
y el agua se hizo rojo cielo:
sangre a chorros desde Qurna hasta Fao mientras
un tiburón busca una estrella polar que devorar.
Se han abierto las puertas de occidente.
¡Ciudad nuestra!
Qué tambores oímos en la noche postrada,
qué terribles relatos no se evocarían que
hasta las palmeras
se vencen exhaustas sobre sus troncos.
Días de otoño que han de persistir
hasta el fin de los tiempos.

Niño dulce, Mustafá,
regalo de juventud,
ya han llegado las nubes hostiles
a llevarse a un niñito más.
Niño dulce, Mustafá,
acabó lo que tenía que acabar.
Niño dulce, Mustafá,
azufaifo en sus jardines,
ojalá que el sol del alba
se compadezca del que tiene el alma desgarrada
de amor.

3
Un ataúd verde
un cielo blanco,
y el agua que se humedece con un abanico de polen.

En la ribera de allí: mi tío.
En la ribera de acá: estaba mi padre.
En Shatt al-Arab: un bote, solitario, oculto entre los juncos.
De las palmeras ya sólo quedan mustios tocones.
Un cielo blanco, que antes era verde,
extiende las manos hacia un tercer cielo:
“Estoy desnudo,
estoy desnudo,
sus cañones han arrasado los palmerales,
sus fosas han engullido a nuestras gentes.
Desnudo, me han dejado desnudo”.
A Basora la han embutido en sus calles
y han llenado sus aguas de sal.
Se han entrometido en sus libros;
se han adentrado en el alma y, ay, sólo han de salir
cuando el alma…

¡Ciudad nuestra!
¿Quién ha desbaratado los hábitos de las gaviotas?
¿Quién ha traído a los cuervos de los cadáveres primeros?
¿Quién te ha embadurnado con sacos de arena, perla de las riberas?
¿Quién ha mordido tu tierra húmeda con el hedor de los muertos?
Un río abbasí excava su senda,
durante siglos este río abbasí ha surcado su senda;
desde las salinas de los esclavos negros
ha surcado su senda.
Nosotros soñamos un día con poder detener
su curso con nuestras manos.
¡Basora, ciudad nuestra!
Siempre seremos, aunque nos hagamos viejos, tus pequeños.
Siempre llevaremos tu néctar
en los bolsillos de nuestras túnicas
para beberlo en el estertor del agua.
¡Ciudad nuestra!
No te has perdido,
ni nosotros nos hemos perdido;
los enemigos,
ellos han hecho que nos perdamos.

Mustafá, dulce niño,
prenda hermosa de Basora,
duerme en paz y reposa.
Pero, ¡qué angosta es la fosa!

Extraído de Al-Quds al-Arabi el 3 de abril de 2003.

 

MI MADRE ME DIJO UN DÍA

Mi madre
me dijo un día:

“Hijo mío,
cuando viniste a este mundo
sentí un relampagueo en los ojos”,
y mi madre sabía que la conocía.
No la miré a los ojos, desconocía su color,
debían ser negros.
Aún siento cada tarde la bendición
de sus lágrimas derramadas por mí.
Yo, el hijo perdido, el pobre,
el extraviado entre los cielos de los continentes
como estrella errante.

Madre,
cúbreme con la seda de tu polvo,
con la luz que surge de la oscuridad de tu tumba.
Cúbreme con el aroma
y el color de tu leche.
¿Qué pueblo es éste, madre mía?
¡Cuántos caminos hemos recorrido!
¡A cuántos balcones nos hemos asomado para preguntar un significado!

Pero no he sabido, madre,
hasta hace tres años, que el mundo es una cárcel
habitada por muertos.
No he sabido, hasta hace tres años,
que sólo tú eres mi amiga
y el jardín de mis sueños.

Estábamos en una cabaña de hojas de palma y ramas,
una choza en el huerto de Naydi,
que había construido mi padre con las manos desnudas.
Un arroyo rozaba la puerta
y nos lamía las puntas de los pies con peces de plata.
No era nuestra choza un refugio de verano,
era nuestra morada.
Recuerdo que descendíamos al agua,
chapoteábamos,
y rozábamos la superficie como anguilas.
Éramos pobres,
y lo desconocíamos.

Pero el verano pasará,
y los peces y las anguilas se sumergirán en el fondo.
Vendrán las lluvias,
llegará el frío
y también el hambre del estornino.
Nos mojaremos, al dormir, con el agua que cae del techado
y reiremos,
reiremos
temblando, mientras los dientes castañetean de frío
y las extremidades se agotan de hambre.
Le pediré refugio a mi madre.

Ahora
casi veo el rostro borroso de mi padre.
¡Qué alejado está este rincón del litoral con sus campanarios
de nuestro pueblo, donde flotan las palmeras!
Cierro los ojos para ver el rostro de mi padre.
Era hermoso.
Mi abuelo le dijo al nacer:
“Yo te doy el nombre de Yusuf”.
No recuerdo haber hablado a mi padre
ni que él me hablara.
Pero su rostro se repite ante mí ahora:
la kufiya blanca,
la nariz afilada,
los ojos grandes.
¿Debo preguntarme si mi padre me llevó,
como un pájaro,
sobre sus hombros?
¿Por qué no se lo pregunté a mi madre?
¿Acaso atesoro su blanca imagen en la memoria?
¿O bien la creé?
¿La perfilé a mi gusto
hasta darle forma?

Y ahora,
en este rincón del litoral,
mientras la lluvia cae desde el alba sin interrupción,
percibo el olor de su túnica.

Traducción: Milagros Nuin

 

EL MOMENTO

En la habitación
En la terraza al frente del mar,
el pirata en retiro prepara su cena…
Media hogaza de pan
Un filete de carne
Una botella de vodka…
Cierra su puerta con firmeza
y de su caja de hueso extrae sus libros mayores
sus mapas
y anclajes.
Ahora esta solo
y feliz.

Mas el pecho resuena
y los ojos son pequeñas nubes.

¿Quién toca a la puerta?
¿Quién viene aquí siguiéndole hasta su buhardilla?
El pirata en retiro cierra su caja de hueso
y los secretos de sus libros mayores
sus mapas
y anclajes
Y meciéndose, camina unos pocos pasos para beber el aroma
del mar.

¿Será el ciego quien toque a la puerta?
¿El ciego en forma de mujer
que vendrá a socorrerle en el momento en que su edad
sea sellada?

 

EL LENGUAJE DEL AVE TOTANO

Cuando dijimos:
nos hemos alejado de las palmeras,
los mares aplaudieron con pájaros y olas.
Había un cielo celeste bajo nuestras pestañas.
Lo imposible no ha de ser el camino a la taberna de la orilla.
La camisa que palpitaba al viento era nuestra enseña de estrellas.
Nos aproximamos a la fantasía hasta rozar el pórtico y su copa,
y tendimos el tapiz de las acequias para congratularnos con la noria.

No es justa la tierra, trasnochemos
con las preguntas del mar en la noche
y al alba anclemos los puertos.
Todavía hay escarcha en los atracaderos
y los cafés se adornan orgullosos
con ropajes de peces saltarines y de redes.
El musgo todavía reverdece sobre la roca
y la copa tiene café con alcohol.
En la lejanía, en una oscura llovizna, aparecen
las barcas de pesca y en las cercanías, un gorro que flota.

No nos acostumbramos al mar. Aquellos desiertos
nos hacen señales en la sangre como pañuelos.
En el sosiego del sueño despiertan
para poblar nuestros sueños y dicen:
¿Hacia dónde es esa huida?
Por sorpresa vislumbramos una caravana de camellos
que caminan sobre el agua, oímos los cascabeles,
pero nos refugiamos en la quietud de la fantasía
y después nos enrollamos el manto como un turbante.
Somos marineros con turbantes. Camelleros en los mares.
Un duro retiro.
¡Dios de los arrabales!
Nos has conservado el lenguaje del ave totano,
y el grito del pájaro: ¡shilú!
¿Por qué en un instante
se transforman las ciudades en una nube?
¡Dios de los arrabales!
¿Es mucho pedir tener una casa?
A los animales salvajes
les has otorgado el derecho al sueño cuando cae la noche,
a las plantas les has concedido la languidez,
y a los pájaros, la calma del bosque en la bendición de la tarde.
Padre mío, Dios de los arrabales, tenlo presente,
no te has equivocado.
Hemos envejecido, y nuestros nietos
se deslizan unas veces sobre la nieve y otras sobre la arena.
Y nuestros hijos son asesinados.
Las batallas están perdidas, Dios mío.
¿No podrías impedirlas? Tú eres el Todopoderoso,
¿nos hallamos, pues, fuera de tu poder?
Hoy, una cosa, mañana, otra, y pasado mañana…
¿Comienza la oración? Estoy en casa ahora, en un pueblo inglés.
Cae la nieve, el gato maúlla y mi vino está en la tinaja.
La tierra es nuestra morada, de nosotros, sus hijos.
Se decía: Quien cultive la tierra sacará provecho.
¡Cuánto trabajamos hasta ulcerársenos la piel!
¡Cuánto se cansó la tierra!
Quizá huyó aquel ángel,
quizá convenció a las criaturas de que rezaran.
Nuestro pueblo estaba sobre el agua. Nuestras chozas eran de caña
y de barro;
nuestras ropas, burdos tejidos. Es la tierra.
Pero nuestros gritos estaban en los límites del canto,
y nuestras estaturas eran elevadas.
¿Volverá a nosotros la tierra? Di:
¿Volveremos nosotros a la tierra?
Las palmeras del firmamento tienen la copa morena,
morena, morena.
Estrella de las alturas: te quiero, morena.
Me hallo aquí, en extraños arrabales.
Mi casa no es mi casa. Mi gente no es la gente.
¡Desciende, tarde! ¡Hunde tus copos de nieve, frío, bajo los huesos!
La ciudad lanza sus luces desde lejos.
Paz a nuestro candil en la oscuridad.
Paz a quien responda al saludo.

 

EL ERMITAÑO

1.
Los poetas se van
uno tras otro, al final de la noche.
No llevan más que las provisiones de un hombre pobre
y tiquetes de regreso abierto.
Yo os digo: “No apresuréis vuestros pasos,
hermanos, esperad otra hora.
Nos hallamos al final de la noche”.
Pero ellos se van.
El cielo no ha cerrado sus compuertas. Solo las nubes
caen profundamente.
Cómo podríamos decir: Las pequeñas ondas en el agua son nuestras.
Cómo podríamos decir: Las ramas son nuestras y el otoño dorado
Y nuestro el principio de la rama.
Aun así ellos se van.

Árbol, estás bendecido. Floreciente, estas bendecido
con plumas aguamarina y la cresta de abubilla. Tú eres
sagrado allí donde las hormigas descargan sus huevos.
El puercoespín te circunda persiguiendo la estrella, y desde tus ramas
los grillos cantan. En la noche de plata
te abanicas con aire del paraíso. Y en el
dorado amanecer destilas metales blancos. Yo diré: tú eres
mi primer árbol. Mi cabaña y mi tumba y la corona que porto.
،Buenos días, poesía!

4.
No te culparé
No te diré adiós a través del erial de alcohol,
No me doblegaré cuando estalle la tormenta
Repetiré tus nombres
Y tus cielos.
Yo seré el guardián fiel que dejaste atrás.
Yo seré el príncipe de polvo.

5.
En la noche
al final de la noche
los pájaros vendrán a mí
y los lobos de la pradera vendrán húmedos de roció
y la gacela vendrá
Al final de la noche
siete poetas se refugiaran en mi cueva…

 

BAJO LA LLUVIA ENLODADA

Somos nosotros quienes se sientan bajo un techo de palma,
cerca del hogar.
El humo de las hojas mojadas nos humedece los ojos con lágrimas,
entorpeciéndonos la visión.
Como si nos hubieran amputado los dedos,
los sentimos
pero no podemos abrirlos ni cerrarlos.
¡Qué extraño es lo que hacen los ojos cuando se ciegan!
¡Qué raro lo que hacen las hojas de higuera!

Somos nosotros quienes observan la plaza junto a la puerta
(la plaza de nuestro pueblo, quiero decir),
limpiándonos las lágrimas y el hollín de los ojos,
por tratar de ver lo que pasa…
Pero la lluvia enlodada es densa,
más que leche corrompida desde hace años.
¿Para qué miramos entonces?, decimos.
Cerremos los ojos durante un tiempo para esperar.

Estamos finalmente en la plaza,
sin saber cómo hemos decidido movernos…
pues es densa y abundante la lluvia enlodada.
Nos hundimos hasta las ateridas rodillas en el barro
sin que cese de fluir la lluvia enlodada…
Es más seguro volver, dijimos.
Cobijémonos de nuevo bajo el techado,
Sentémonos junto al fuego
y alimentémoslo más y más con hojas de higuera.

 

A UNOS VISITANTES OCCIDENTALES

Nos preguntamos, por Dios, por qué habéis venido hasta nosotros;
somos pobres
y bandoleros
y pescadores de un pescado que no satisface nuestras necesidades
diarias
y polinizadores de palmeras, a veces.

Nuestras casas son
lana,
o caña,
o barro con techos de hoja de palmera, a veces.

Nuestra ropa
es una,
sin colores,
ni cortes ni formas,
sin cinto…
Incluso estamos desnudos, a veces.

Entonces,
por Dios, ¿por qué habéis venido hasta nosotros?
¿Os gustan, de verdad, las palmeras y el desierto?
¿Os gustan las casas de lana,
y nuestra ropa,
y el barro techado?

No nos queda,
a nosotros, los desollados, más que mostrar la blancura de los
huesos.
No os damos,
os rogamos..

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