RUBEN DARIO
BIOGRAFÍA
Poeta prolífico, Su biografía en gran parte fue escrita por el mismo.
FELIX RUBEN GARCIA SARMIENTO, Rubén Darío “El Príncipe de las letras castellanas”nace en Metapa, hoy en día se llama Ciudad Darío, en Nicaragua, en el año 1867 y se caracterizó por ser un poeta innovador, futurista en la poesía.
Poeta, Periodista y Diplomático. Está considerado como el máximo representante del Modernismo Literario en la Lengua española. Es el poeta que ha tenido más influencia en el Siglo XX en el ámbito hispánico.
Hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento.
(Relata su Biografía que sus padres eran primos y que se casaron por un acuerdo familiar, pero ya en el propio embarazo de Rosa, deciden separarse). Rosa cuando tiene su hijo se marcha a “León” otra Ciudad de Nicaragua. Al tiempo, la madre va dejar al niño en manos de dos tíos de ella, que serán los tíos abuelos de Rubén Darío, y que van a ser muy importantes en su historia. El Coronel Félix Ramírez y Doña Bernarda.
Rubén Darío considera su padre al Coronel Félix que aunque este muere al poco tiempo de la estancia de Rubén Darío en su nuevo núcleo familiar. Comenta que gracias al coronel conoció el hielo, conoció la champaña francesa, conoció los libros pintados para los niños, y es un personaje que va considerar muy importante en su vida.
Vamos a ir conociendo el perfil de Rubén Darío y veremos detalles que él marca y que son un poco elitistas o muy diferentes a ese ambiente de pobreza donde el nació. Nos preguntaremos, ¿Por qué se llama Rubén Darío? Si su nombre era Félix Rubén García Sarmiento; hemos escrito anteriormente que los padres eran primos, la familia de su tatarabuelo, se llamaba Darío y a sus hijos y a sus descendientes, les llamaban en el pueblo: Los Daríos. Esta costumbre, de llamar a todos los descendientes: Daríos, se convirtió en algo legal, tanto que su padre se llamaba Manuel García y como hemos de entender, resultó llamándose Manuel Darío, y Rubén va tomar ese nombre también.
Fue un niño prodigio, a los 3 años ya sabía leer y dice que los primeros libros que leyó y que marcarían ese amor por la lectura, los va encontrar en un armario de la casa de sus tíos, en una gran casa donde él recuerda que había dos criados y que además como prematuramente va morir su tío, la buena situación económica, por lo menos mejor que la de sus padres de origen, va ir decayendo con los años… se van a ir empobreciendo.
En esa casa vivía también la madre de su tía Bernarda (una anciana de edad bastante avanzada). Rubén Darío crece en un ambiente de religiosidad por herencia familiar, pero también va tornándose en un ambiente de supersticiones, esta abuela va hablarle de los espíritus, apariciones y esto va influir en los miedos del pequeño Rubén despertando su curiosidad por ese ambiente espiritual, y esto lo va a llevar hasta poder incursionar en el ámbito de los Masones.
En ciertas entrevistas, hizo referencia a un nivel de nerviosidad que poseía y el temor a la muerte. En una entrevista comenta acerca de una anécdota de como él tenía la sensación que iba a morir Fulanito y al día siguiente o poco tiempo después, se enteraba que ese Fulanito, había fallecido, como si él hubiera podido prever lo que iba a suceder, influido por estos pensamientos supersticiosos.
Los primeros libros que encontró en aquel armario fueron:
El Quijote
La Biblia
Las 1001 noches
Los oficios de Cicerón
Un tomo de las novelas Clásicas Españolas.
Podríamos imaginar: ¿Cómo un niño de esa edad pudiera comprender este tipo de lecturas? Es el mismo Rubén Darío que comenta que su primer profesor influyó según su tía en el inicio de la lectura de poesía, pero dice que su primera maestra fue una señora, y que solo le tuvo que regañar una vez, cuando encontró al jovencito Rubén Darío haciendo cosas poco decorosas con una de sus compañeras y que ya marca las características del poeta, su personalidad erótica y amorosa con las mujeres, y que van a ser muy importante en su oficio como poeta; porque él empezaba escribiendo esquelas, en aquel tiempo era muy común escribir pequeñas poesías a la muerte de las personas, él las escribía muy bien y la gente acudía al niño para que les escribiera en esos acontecimientos. Escribía también muchas cosas amatorias y dice que tenía mucho éxito entre las chicas con sus versos. Su tía Bernarda se daba cuenta y decía: si tiene éxito con esto (la escritura de poesía), se tendrá que ganar con esto la vida, o le motivaba a estudiar para sastre o alguna carrera técnica, pero Rubén Darío dijo: “No, con el efecto que yo ocasiono con las mujeres”. No abandonaría esta profesión y se determinó por ese camino.
Fue una persona muy precoz, y como es normal en los países latinoamericanos, los niños y adolescentes tienen que aprender a ganarse la vida desde muy temprana edad.
A su padre lo conoce ya siendo mayor, lo reconocía como familiar, pero no sabía que era su padre. Tiene algunos recuerdos de su madre, una mujer de ojos negros, cabello negro y él concluye que esa mujer a la que el recuerda, era su madre. Pero sus recuerdos son muy borrosos y dice: A los 20 años estaba en casa de unos familiares y una señora se le acerca y le dice: Esta señora es tu madre que ha venido a verte y era una señora que lloraba mucho y luego esta mujer desaparece y no lo volvió a ver más.
Va hablar de una tía suya de parte de la familia de su padre y una tía adinerada que se caracteriza por hacer fiestas en casa, y es en ese ambiente donde él triunfaba con sus versos. También habla de las tertulias de política que se formaban en las puertas de su casa, reuniones formadas por hombres y él… pues un niño, participaba ya de ellas.
A los 13 años se publica en uno de los diarios, uno de sus primeros poemas, le llamaban: El poeta niño. De mucha trascendencia, tanta que vinieron los políticos a su localidad a buscarlo y tuvieron la intención de mandarlo a Granada (Una de las ciudades de Nicaragua) y él dijo que no podía tomar esa oferta. Luego le dan una beca para viajar a Europa, pero el joven Rubén Darío en uno de sus escritos, fue muy picante y muy crítico, porque también escribía textos políticos en uno de los diarios donde participó. Los políticos le dijeron: si te mandamos a Europa, tú… que escribes así aquí (una escritura fuerte), cuando te mandemos allá, ¿qué vas a escribir? Por lo tanto le dijeron que no, no te damos la beca a Europa.
El joven Rubén Darío a sus 14 años, conocedor de su entorno,ya se ganaba la vida con su trabajo. A esa edad va decidir irse de casa y se va embarcar en una vida particularmente intensa y muere a los 49 años.
Una vida intensa en viajes y escritura.
De todos los lugares que conoció, va a morir en ese lugar de donde es originario, encontrándonos en esa etapa, a finales del Siglo XIX y comienzo del Siglo XX. Es sorprendente la cantidad de viajes que Rubén Darío hace, por entonces pasando situaciones muy difíciles (precarias) consiguió que el Presidente de la Republica le subvencionara como Poeta.
En su autobiografía, “Historia de mis libros”, Rubén Darío escribe comentarios de los poetas que él va conociendo, de los lugares por donde pasa, para decir su impresión, también su crítica. Rubén Darío es un maestro, para todo aquel que quiera o esté interesado por la poesía, lo tiene que leer. Muchos autores españoles, le leyeron, Aleixandre por ejemplo, transformaron su escritura, es decir, se hicieron poetas, después de leer a Rubén Darío. Introduce el modernismo, rompe con la rima, crea una generación.
En el periódico Centroamericano, que era cuando le llamaban el Niño Poeta, la poesía seguía siendo importante para la comunidad, se comenta esto para poder ir entendiendo la historia de Rubén Darío. En ese entonces la poesía despertaba admiración se la reclamaba para vida pública, la vida familiar, en la Educación y la vida pública, se usaba de ella en la doctrina, también para la lucha política. Era indispensable vehículo de amores y pesares.
A los 16 años Rubén Darío escribe con encargo del Presidente Zaldívar una oda al Libertador Bolívar. En esta época conoce al poeta salvadoreño Francisco Gaviria, gran estudioso de Víctor Hugo. Juntos Francisco Gaviria y Rubén Darío van a traducir al Castellano una de sus obras.
Va a ser muy importante la poesía francesa en la vida de Rubén Darío, además se le va a criticar y se le va llamar en tipo burlesco: “afrancesado”.
Cuando vamos a ver y los propios críticos dicen que si es cierto, tiene grandes influencias francesas. Los críticos de Rubén Darío concluyen que él era un poeta español, no era porque estuviera en Nicaragua que él no pudiera considerarse español y más allá de eso.
DEL LIBRO EPISTOLAS Y POEMAS
EL PORVENIR
A Manuel Riguero de Aguilar. (1885)
Con la frente apoyada entre mis manos,
pienso, y quiero expresar lo que medito:
Númenes soberanos,
Musa de la verdad, Verbo infinito,
dad vuestro apoyo al que os demanda aliento;
que esta fiebre ardorosa en que me agito,
si hoy ensancha mi pobre pensamiento,
vigor me roba al darme sentimiento,
y a fuerza de pensar me debilito.
Temo que se me ofusque la mirada
si estoy de cara al sol; pero más temo
que vacile mi voz debilitada
al cantar el ideal de lo supremo.
El astro eterno luce: glorifica
la voz de lo inmortal su excelsa llama,
cuyo fulgor celeste se derrama
en oleada de luz que purifica.
Siento que en mi cerebro forcejea
y relucha mi idea
por cobrar forma, por hallar salida:
esa insondable claridad me atrae;
pero al volar, el ánimo decae
y no sale la voz desfallecida…
Pero… ¡valor! ¡arriba, pensamiento!
vuela, atrevido acento;
alma ansiosa, sacude la cabeza
y a la altura los ojos endereza.
Basta de vacilar. Con ansia ardiente
daré forma a la idea que concibo.
Basta de vacilar. Alzo la frente,
tomo la pluma, y lo que pienso escribo.
Viaja a la República de El Salvador y encuentra trabajo en Nicaragua, en la Biblioteca Nacional. Tiene amores con Rosario Murillo, mujer con la que se va casar y con la que tendrá disputas para su divorcio.
En 1888 aparecen las primeras notas, en varias ocasiones antes había escrito, con la intención de publicar, pero no lo había realizado, así que lo posterga un poco más de tiempo. Escribió también obras de teatro.
Con 19 años se embarca para Chile y es en ese país donde hará muchas publicaciones.
En 1885 Epístolas y Poemas
En 1887 Abrojos
En 1888 Primeras Notas
En Chile con 19 años, busca trabajo publicando o algún apoyo, y se va ganando la fama como un personaje importante. Cuando llegaba a una ciudad, tomaba el taxi y decía: Al mejor Hotel de la Ciudad, por favor, y él no tenía dinero, pero luego se hacía de un contacto importante para sufragar ese gasto. Siempre vivía donde trabajaba, al parecer nunca tuvo una casa, “era su deseo el que le llevaba”. Él estaba en un país por trabajo, por una producción, una determinación.
También tuvo una vida de excesos con la bebida, problemas de salud, pero en la obra escrita eso no se nota. Esto nos revela que la vida del autor es distinta a su escritura y las enseñanzas que él nos muestra. Comentarios de Juan Ramón Jiménez decía: Era un poeta enfermo, escribía desde el Hospital, había ese dejo de nostalgia en sus poemas.
Darío dice: Hay que diferenciar el arte enfermo del artista enfermo. “El Arte no es enfermo”.
Rubén Darío en su poesía, roza, de acuerdo al estudio de sus biógrafos, un rasgo melancólico. En algunos comentario hechos por el propio Rubén Darío decía: Estuve de viaje acá y no pude escribir o no tenía ganas, en oportunidades, tenía la invitación a leer algunos de sus poemas y no fue porque se encontraba melancólico, o en crisis. En su representación iba otra persona, pero que en sus poemas esa melancolía o nostalgia no se ve, sino que se ve en sus enseñanzas.
En su etapa chilena, Darío vivió en condiciones muy precarias y tuvo que soportar continuas humillaciones por parte de la aristocracia del país. Despreciado por su escaso refinamiento y el color de su piel, no obstante llego a hacer muchas amistades, como el hijo del entonces Presidente de la Republica, el Poeta Pedro Balmaceda que le introduce en los principales círculos literarios y le ayuda a publicar su primer libro de poemas “Abrojos” en 1887, animándole a presentarse en varios certámenes literarios.
DEL LIBRO ABROJOS
POEMA No. 55
Joven, acérquese acá:
¿Estima usted su pellejo?
Pues, escúcheme un consejo,
que me lo agradecerá:
Arroje esa timidez al
cajón de ropa sucia,
y por un poco de argucia
dé usted toda su honradez.
Salude a cualquier pelmazo
de valer, y al saludar,
acostúmbrese a doblar
con frecuencia el espinazo.
Diga usted sin ton ni són,
y mil veces, si es preciso,
al feo, que es un Narciso,
y al zopenco, un Salomón;
que el que tenga el juicio leso
o sea mal encarado,
téngalo usted de contado
que no se enoja por eso.
Al torpe déjele hablar,
sus torpezas disimule, y
adule, adule y adule sin
cansarse de adular.
Como algo no le acomode,
chitón y tragar saliva, y en el
pantano en que viva arrástrese,
aunque se enlode.
Y con que befe al que baje, y con
que al que suba inciense, el día en que
menos piense será usted un
personaje.
DEL LIBRO ABROJOS
POEMA No. 6
Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de Golconda,
los tesoros de Bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un Nabab.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad.
Dirá Darío en algunos de sus poemas: en medio de la duda en que he vivido, pensando siempre en el destino oscuro, en ansias misteriosas encendido, por fuerza espiritual fui conducido a tener la misión de lo futuro.
En el año 1888 publica en Valparaíso, Chile, el poemario “Azul”, un momento muy importante de su obra, considerada como el punto de partida del modernismo. El libro no tuvo un éxito inmediato pero fue muy bien acogido por el influyente novelista y literario Juan Valera, quien público en ese mismo año, en el diario madrileño “El Imparcial” en octubre de 1888 dos cartas dirigidas a Rubén Darío y fueron esas cartas, las que consagraron definitivamente la fama de Darío, y le permitieron tener el puesto de corresponsal del diario “La Nación” de Buenos Aires. Y dice Juan Valera: Su librito de usted, titulado “Azul” nos revela en usted a un prosista y a un poeta de talento, con el galicismo mental de usted no he sido solo indulgente, sino le he aplaudido por lo perfecto, con todo yo le aplaudiría muchísimo mas si con esa ilustración francesa que en usted hay, se combinase la inglesa, la alemana, la italiana y por qué no, la española también.
El mismo Darío definió al Modernismo de esta forma: No es otra cosa que el verso y la prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa francesa.
Y dice también Darío: Acostumbrado al eterno cliché español del siglo de oro, encontré en los poetas franceses una mina literaria que explotar, la aplicación de su manera de adjetivar, de su aristocracia verbal.
Darío transformaría la lírica que le predecía de nuestra lengua multicorde y multiforme gestando una tradición de ruptura y avanzada.
Dice Rubén Darío de Valera: este critico que no supo ver la trascendencia de la tentativa renovadora de Darío. En cuanto al estilo de este libro “Azul”, en los versos seguía el mismo método que en Prosa.
La aplicación de ciertas ventajas verbales de otras lenguas, el abandono de las ordenaciones usuales, la atención a la melodía interior, novedad en los adjetivos, aplicación de la edición oportuna, aristocracia léxica, es una obra que contiene la flor de mi juventud.
Como no le iba muy bien económicamente en Chile, decide irse y antes de partir de regreso a Nicaragua (aunque esto era algo que él no quería hacer). Estando de regreso en su país natal, consigue el puesto de corresponsal de la Nación en Buenos Aires, que para el significaba un sueño ir a ese país.
Ahí tuvo sus maestros de Prosa, dos hombres muy diferentes, Paul Groussac y Santiago de Estrada, además de José Martí. Darío reflexiona: en América hemos tenido ese movimiento, el modernismo, antes que en la España Castellana por razones clarísimas, desde luego por nuestro comercio material y espiritual con las distintas naciones del mundo y principalmente por existe la nueva generación Americana, un inmenso deseo de progreso y un vivo entusiasmo que constituye su potencialidad mayor con lo cual poco a poco va triunfando sobre los obstáculos tradicionales, murallas de indiferencia y océanos de mediocracia.
DEL LIBRO AZUL, VALPARAISO 1888
ESTIVAL
I
La tigre de Bengala,
con su lustrosa piel manchada a trechos
está alegre y gentil, está de gala.
Salta de los repechos
de un ribazo, al tupido
carrizal de un bambú; luego, a la roca
que se yergue a la entrada de su gruta.
Allí lanza un rugido,
se agita como loca
y eriza de placer su piel hirsuta.
*
La fiera virgen ama.
Es el mes del ardor. Parece el suelo
rescoldo; y en el cielo
el sol inmensa llama.
Por el ramaje oscuro
salta huyendo el kanguro.
El boa se infla, duerme, se calienta
a la tórrida lumbre;
el pájaro se sienta
a reposar sobre la verde cumbre.
*
Siéntense vahos de horno;
y la selva indiana
en alas del bochorno,
lanza, bajo el sereno
cielo, un soplo de sí. La tigre ufana
respira, a pulmón lleno,
y al verse hermosa, altiva, soberana,
le late el corazón, se le hincha el seno.
*
Contempla su gran zarpa, en ella la uña
de marfil; luego toca
el filo de una roca,
y prueba y lo rasguña.
Mírase luego el flanco
que azota con rabo puntiagudo
de color negro y blanco,
inmóvil y felpudo;
luego el vientre. En seguida
abre las anchas fauces, altanera
como reina que exige vasallaje;
después husmea, busca, va. La fiera
exhala algo a manera
de un suspiro salvaje.
Un rugido callado
escuchó. Con presteza
volvió la vista de uno y otro lado.
Y chispeó su ojo verde y dilatado
cuando miró de un tigre la cabeza
surgir sobre la cima de un collado.
El tigre se acercaba.
II
Era muy bello.
Gigantesca la talla, el pelo fino,
apretado el hijar, robusto el cuello,
era un don Juan felino
en el bosque. Anda a trancos
callados, ve a la tigre inquieta, sola,
y le muestra los blancos
dientes, y luego arbola
con donaire la cola.
Al caminar se vía
su cuerpo ondear, con garbo y bizarría.
Se miraban los músculos hinchados
debajo de la piel. Y se diría
ser aquella alimaña
un rudo gladiador de la montaña.
Los pelos erizados
del labio relamía. Cuando andaba,
con su peso chafaba
la yerba verde y muelle;
y el ruido de su aliento semejaba
el resollar de un fuelle.
Él es, él es el rey. Cetro de oro
no, sino la ancha garra
que se hinca recia en el testuz del toro
y las carnes desgarra.
La negra águila enorme, de pupilas
de fuego y corvo pico relumbrante,
tiene a Aquilón; las hondas y tranquilas
aguas el gran caimán; el elefante
la cañada y la estepa;
la víbora, los juncos por do trepa:
y su caliente nido
del árbol suspendido,
el ave dulce y tierna
que ama la primera luz.
Él, la caverna.
*
No envidia al león la crin, ni al potro rudo
el casco, ni al membrudo
hipopótamo el lomo corpulento,
quien bajo los ramajes del copudo
baobab, ruge al viento.
*
Así va el orgulloso, llega, halaga;
corresponde la tigre que le espera,
y con caricias las caricias paga
en su salvaje ardor, la carnicera.
III
Después, el misterioso
tacto, las impulsivas
fuerzas que arrastran con poder pasmoso;
y ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso
bajo las vastas selvas primitivas.
No el de las musas de las blandas horas,
suaves, expresivas, en las rientes auroras
y las azules noches pensativas;
sino el que todo enciende, anima, exalta,
polen, savia, calor, nervio, corteza,
y en torrentes de vida brota y salta
del seno de la gran naturaleza.
DEL LIBRO AZUL, VALPARAISO 1888
AMA TU RITMO
Ama tu ritmo y ritma tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.
Entre 1889 y 1893 vive en varios países de Centroamérica, ejerciendo como periodista, mientras sigue escribiendo poemas. En San Salvador contrae matrimonio con Rafaela Contreras. Al día siguiente de su boda, (relatado por el mismo Rubén) estaba durmiendo en la habitación y llaman a su puerta, le dicen que un Señor, que era el contendiente del Presidente, quería ver a Don Rubén Darío y él como estaba después de la boda, aturdido y cansado, le dice que no iba y se quedó durmiendo, cuando se despierta le dicen que ha habido un Golpe de Estado, que han matado al Presidente de la Republica de El Salvador, que era amigo suyo y por el cual estaba en el país y que el que había matado y se había puesto en su lugar, quería verle y Rubén temía por su vida, quería irse del país, al final tiene que ir a ver al nuevo presidente, quien quería ver si era pro de él o en contra. Rubén Darío trata de escabullirse en sus respuestas y el hecho es que consigue, no sin dificultades, salir del país a través de barco, dejando a su esposa en el país. Consigue huir del país y salvar la vida, es decir, que no exento de dificultades y también las situaciones políticas complejas que se vivían en América y de una u otra manera, lo sigue siendo.
En Costa Rica, nace su primer hijo: Rubén Darío Contreras, en noviembre de 1891 con los hijos tampoco pudo tener mucha suerte a lo largo de la vida, porque va tener hijos con varias mujeres, pero muchos de ellos mueren, o al nacer o al poco tiempo de nacer, incluso sin haberlos conocido él, su destino era otro.
En el año 1892 con 25 años, marcha a Europa, un gran sueño y en Madrid como miembro de la Delegación Diplomática de Nicaragua en los actos conmemorativos del descubrimiento de América, allí conoce a numerosas personalidades de las letras y la política españolas y en París también va a tomar contacto con el ambiente de la ciudad.
DEL LIBRO AZUL
AUTUMNAL
Eros, vita, lumen
En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!
*
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga las nieblas,
lo que sueñan las niñas.
*
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
–Quiero en el alma mía
tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: ¡Ven! con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino aroma de esperanza.
¡Oh, sed del ideal!
*
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: –¡Más!…
*
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: ¡Más!… Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: –¡Y bien!… ¡Las flores!
*
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil, y las volúbilis
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: –¡Más!…
*
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.
En el fondo se veía
un bello rostro de mujer.
*
¡Oh, nunca
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
¿Más? dijo el hada. Y yo tenía entonces,
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa.
Y dice el propio Darío: Yo siempre fui por obra y por cabeza español de conciencia, obra y deseo, yo nada concibo y nada veo sino español por naturaleza.
Dicen sus críticos: Es el máximo renovador de la forma en la poesía castellana moderna como del fondo lo fue Góngora.
En noviembre regresa a Nicaragua donde recibe un telegrama procedente de El Salvador donde le notificaba la enfermedad de su esposa Rafaela, que va a fallecer, esposa que acababa de conocer, de casar y había tenido un hijo. Rubén permanece en Managua donde renueva al poco tiempo, los amoríos que había tenido con Rosario Murillo y cuya familia le obligan a casarse y le es concedido al poco tiempo el cargo de cónsul honorífico en Buenos Aires. Deja a su segunda mujer (Rosario Murillo) en Panamá y emprende viaje hacia la Capital Argentina. Antes de llegar pasa brevemente por Nueva York, Ciudad en la que conoce al ilustre poeta cubano José Martí y realiza su sueño juvenil de viajar a París. En la capital francesa conoce a Jean Moreás. Tuvo un decepcionante encuentro con su admirado Paul Verlaine (posiblemente había sido el poeta francés que más le había inspirado en su obra).
Se decepciona de Verlaine después de escribirle versos, no se sabe porqué fue tanta su decepción, solamente se sabe que esperaba más de él, acto que le hace consolidarse como seguidor y admirador de Víctor Hugo.
En Agosto de 1893 llega a Buenos Aires, es decir que para llegar a Buenos Aires, pasó por Nueva York y París y en diciembre nace su segundo hijo.
En Argentina lleva una vida de desenfreno, al borde de sus posibilidades económicas y sus excesos con el alcohol, provocándole ser asistido por cuidados médicos en varias ocasiones, percibir en este confuso instante hacia donde iba la nueva cultura germinante y sin temor al debate y a la crítica ocasionales; arrojarse dentro de su corriente, esa fue la empresa de Darío, y dice: El verdadero artista es aquel que en el estudio constante y en el aislamiento de su torre ebúrnea, pone bajo el triunfo de la idea perseguida y adorada, todo lo que para la mayoría opaca y sorda, sorprende o deslumbra; es decir que lo pone todo por esa empresa… que es La Poesía.
El periódico argentino “La Nación” le envía como corresponsal a España en el año 1896 cumpliendo con el compromiso de enviar cuatro crónicas mensuales al periódico y de ahí, va a salir un libro que se llama España Contemporánea, Crónicas y Retratos literarios.
DEL LIBRO PROSAS PROFANAS Y OTROS POEMAS
POEMA SONATINA
1896
La princesa está triste. . . ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
— ¡Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
[1893}
Un dato interesante de 1899, vamos a recordar un acontecimiento de 1896, cuando envía crónicas a España, es decir que van a ser varios los momentos en España y es interesante porque después de una vez, habiendo pasado la guerra y la pierde, España había perdido la colonia de Cuba, él llega a España y habla de otra España que conoció en un primer momento, se encontraba con los modernistas que habían tomado su poesía para instaurar también aquí en España, ese movimiento Modernista. Pero a partir de 1898 hay como una decadencia intelectual en la escritura de España, él (Rubén Darío) va hablar como de una vuelta de Clasicismo, se encuentra con un lugar siniestro, como si ese breve progresismo que había habido antes, donde el venía a nutrirse también y a alimentarse, se hacía convertido en un inmovilismo y decía, yo de aquí me tengo que ir, a partir de ahí es como si España hubiera accedido y no podía superar esa pérdida y hubiera caído también la política y hablaba eso de escritores que eran muy clásicos, que de manera integral se habían perdido en la Melancolía. Sin embargo después va venir de una manera pública que la Republica fue un gran florecimiento español.
Rubén Darío va escribir notas de los autores con los que se encuentra, de lo que dicen de él, de su escritura, que para leer o ver el criterio que Rubén Darío tenía, es muy recomendable, que va hablar de los modernistas, los poetas andaluces, pese al lugar donde proviene y sin embargo tienen una libertad en la palabra y tienen más que a lo mejor otros de grandes capitales, donde estaban más sometidos a una cuestión más clasista.
En España, en 1899 (estando aun casado con Rosario Murillo, con quien ya había tenido dos hijos, uno de ellos había muerto un poco después de nacer), conoce a Francisca Sánchez del Pozo, que era una campesina analfabeta, la hija del cuidador de la casa de campo de Madrid, mujer que se convertirá en la compañera de sus últimos años y con la que va tener varios hijos.
En Abril de 1900 visita por segunda vez París, con el encargo del diario “La Nación” de cubrir la exposición universal que tuvo lugar en París. Ahí va publicar su segunda edición de “Prosas Profanas”. Y ese mismo año, su mujer da a luz a su primera hija. Tras el parto (Francisca Sánchez, su conviviente) va a visitarle, y se da la casualidad, que la niña se queda al cuidado de los abuelos y fallece, sin que Darío la pueda llegar a conocer.
Es nombrado en 1903 cónsul de Nicaragua, puesto que le permite vivir con mayor desahogo económico, luego va a nacer su Segundo hijo con Francisca, que es llamado por su padre Pochás y Campesino, quien va a vivir unos años y lamentablemente también moriría.
Durante estos años Darío viajó por Europa, visitando entre otros países: Reino Unido, Bélgica, Alemania, Italia. A sus 38 años publica en Madrid el tercero de los libros capitales de su obra poética: Cantos de Vida y Esperanza, Los Cisnes y otros poemas, editado por Juan Ramón Jiménez.
En el prólogo de este libro dice: La forma es lo que primeramente toca a las muchedumbres, yo no soy un poeta para muchedumbres, pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas. También dice: si en estos cantos hay política es porque aparece universal y si encontráis versos a un presidente es porque son un clamor continental, mañana podemos ser yanquis, (es lo más probable), de todas maneras mi protesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter.
DEL LIBRO CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA
A ROOSEVELT
(Málaga, 1904)
¡Es CON VOZ de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod!
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aun reza a Jesucristo y aun habla en español.
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.
Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant lo dijo: “Las estrellas son vuestras”.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta. . . ) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva-York.
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcóyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del grande Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
“Yo no estoy en un lecho de rosas”; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor;
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!,
hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
DEL LIBRO OTROS POEMAS
CANCION DE OTOÑO EN PRIMAVERA
A Gregorio Martínez Sierra
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía…
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé…
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe…
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
¡Mas es mía el Alba de oro!
LA GRAN COSMÓPOLIS
(Meditaciones de la madrugada)
[Nueva York, diciembre de 1914}
CASAS de cincuenta pisos,
servidumbre de color,
millones de circuncisos,
máquinas, diarios, avisos
y ¡dolor, dolor, dolor. ..!
¡Éstos son los hombres fuertes
que vierten áureas corrientes
y multiplican simientes
por su ciclópeo fragor,
y tras la Quinta Avenida
la Miseria está vestida
con ¡dolor, dolor, dolor…!
¡Sé que hay placer y que hay gloria
allí, en el Waldorff Astoria,
en donde dan su victoria
la riqueza y el amor;
pero en la orilla del río,
sé quiénes mueren de frío,
y lo que es triste, Dios mío,
de dolor, dolor, dolor…!
Pues aunque dan millonarios
sus talentos y denarios,
son muchos más los calvarios
donde hay que llevar la flor
de la Caridad divina
que hacia el pobre a Dios inclina
y da amor, amor y amor.
Irá la suprema villa
como ingente maravilla
donde todo suena y brilla
en un ambiente opresor,
con sus conquistas de acero,
con sus luchas de dinero,
sin saber que allí está entero
todo el germen del dolor.
Todos esos millonarios
viven en mármoles parios
con residuos de Calvarios,
y es roja, roja su flor.
No es la rosa que el Sol lleva
ni la azucena que nieva,
sino el clavel que se abreva
en la sangre del dolor.
Allí pasa el chino, el ruso,
el kalmuko y el boruso;
y toda obra y todo uso
a la tierra nueva es fiel,
pues se ajusta y se acomoda
toda fe y manera toda,
a lo que ase, lima y poda
el sin par Tío Samuel.
Alto es él, mirada fiera,
su chaleco es su bandera,
como lo es sombrero y frac;
si no es hombre de conquistas,
todo el mundo tiene vistas
las estrellas y las listas
que bien sábese están listas
en reposo o en vivac.
Aquí el amontonamiento
mató amor y sentimiento;
mas en todo existe Dios,
y yo he visto mil cariños
acercarse hacia los niños
del trineo y los armiños
del anciano Santa Claus.
Porque el yanqui ama sus hierros,
sus caballos y sus perros,
y su yacht, y su foot-ball;
pero adora la alegría,
con la fuerza, la armonía:
un muchacho que se ría
y una niña como un sol.
Estando en Madrid (conviviendo con Francisca Sánchez) reaparece su esposa, Rosario Murillo, reclamando los derechos de su hijo, quiere el divorcio, ella también le va a requerir sus derechos. No se ponen de acuerdo y, teniendo que resolver esa situación, en 1907 estaba con ciertos problemas de salud, decide regresar a Nicaragua. Para ese entonces ya tenía otro hijo con Francisca Sánchez, al que habían nombrado: Dicho. Y dice que es el único superviviente de esta pareja y los deja un poco a su suerte. Viajaba a Nicaragua,, en este viaje se va encontrar con un problema económico, Rubén Darío había realizado un trabajo para una revista literaria, pero las personas encargadas de la revista, no le quieren pagar, encontrándose en la imposibilidad de regresar a España porque no tenía dinero para su regreso, ni la salud le acompañaba para poder regresar.
En 1912 acepta una propuesta de unos empresarios uruguayos de dirigir la “Revista Mundial y Elegancia”. Rubén Darío trabajo en muchas revistas, también le dan el encargo de una que se llama “La Unión” y él organiza el equipo, es decir que es innumerable la cantidad de actividades y los años en los que las realiza, que transforma el tiempo y por esta época también regala su autobiografía, que también aparece publicada en la revista “Caras y Caretas” y la obra “Historia de mis Libros”, es muy interesante para el conocimiento de su evolución literaria.
En 1914 regresa a Paris, también va publicar en Barcelona “Canto a Argentina y otros poemas”. Su salud ya estaba muy deteriorada, tenía problemas con el alcoholismo y también problemas nerviosos, con problemas de existencia también, sobre la muerte. Y al estallar la primera guerra mundial parte hacia América con la idea de defender el Pacifismo, dejando a Francisca y sus dos hijos supervivientes, llega a León, la ciudad de su infancia, donde va a fallecer. Llega en Enero, fallece un mes después con 49 años. Se dice que las honras fúnebres duraron varios días, algo impresionante, fue enterrado en la capital, en la catedral de León. Llego a ser un poeta muy popular, cuyas obras se memorizaban en la escuelas de todos los países hispanohablantes, cientos de jóvenes poetas escribían imitándole.
DEL LIBRO CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA
ELOGIO DE LA SEGUIDILLA
METRO mágico y rico que al alma expresas
llameantes alegrías, penas arcanas,
desde en los suaves labios de las princesas
hasta en las bocas rojas de las gitanas.
Las almas harmoniosas buscan tu encanto,
sonora rosa métrica que ardes y brillas,
y España ve en tu ritmo, siente en tu canto
sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.
Vibras al aire alegre como una cinta,
el músico te adula, te ama el poeta;
Rueda en ti sus fogosos paisajes pinta
con la audaz policromía de su paleta.
En ti el hábil orfebre cincela el marco
en que la idea-perla su oriente acusa,
o en su cordaje harmónico formas el arco
con que lanza sus flechas la airada musa.
A tu voz en el baile crujen las faldas,
los piececitos hacen brotar las rosas
e hilan hebras de amores las Esmeraldas
en ruecas invisibles y misteriosas.
La andaluza hechicera, paloma arisca,
por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra,
con el lánguido gesto de la odalisca
o las fascinaciones de la culebra.
Pequeña ánfora lírica de vino llena
compuesto por la dulce musa Alegría
con uvas andaluzas, sal macarena,
flor y canela frescas de Andalucía.
Subes, creces y vistes de pompas fieras;
retumbas en el ruido de las metrallas,
ondulas con el ala de las banderas,
suenas con los clarines de las batallas.
Tienes toda la lira; tienes las manos
que acompasan las danzas y las canciones;
tus órganos, tus prosas, tus cantos llanos
y tus llantos que parten los corazones.
Ramillete de dulces trinos verbales,
jabalina de Diana la Cazadora,
ritmo que tiene el filo de cien puñales,
que muerde y acaricia, mata y enflora.
Las Tirsis campesinas de ti están llenas
y aman, radiosa abeja, tus bordoneos;
así riegas tus chispas las nochebuenas
como adornas la lira de los Orfeos.
Que bajo el sol dorado de Manzanilla
que esta azulada concha del cielo baña
polífona y triunfante, la seguidilla
es la flor del sonoro Pindo de España.
Madrid, 1892
DEL LIBRO CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA
LOS CISNES
A Juan Ramón Jiménez.
¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?
Yo te saludo ahora como en versos latinos
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas es la misma canción.
A vosotros mi lengua no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez. . .
Soy un hijo de América, soy un nieto de España. . .
Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez…
Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas sus caricias más puras
y alejen vuestras blancas figuras pintorescas
de nuestras mentes tristes las ideas obscuras.
Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agostan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.
Nos predican la guerra con águilas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Ñuños.
Faltos del alimento que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?
A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos.
La América Española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros,
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león. . .
.. .Y un Cisne negro dijo: “La noche anuncia el día”.
Y uno blanco: “¡La aurora es inmortal, la aurora
es inmortal!” ¡Oh tierras de sol y de armonía,
aun guarda la Esperanza la caja de Pandora!
DEL LIBRO RIMAS
Rima No. 12
¿Que no hay alma? ¡Insensatos!
Yo la he visto: es de luz. ..
(Se asoma a tus pupilas
cuando me miras tú.)
¿Que no hay cielo? ¡Mentira!
¿Queréis verle? Aquí está.
(Muestra, niña gentil,
ese rostro sin par,
y que de oro lo bañe
el sol primaveral.)
¿Que no hay Dios? ¡Qué blasfemia!
Yo he contemplado a Dios.. .
(En aquel casto y puro
primer beso de amor,
cuando de nuestras almas
las nupcias consagró.)
¿Que no hay infierno? Sí, hay. . .
(Cállate, corazón,
que esto bien, por desgracia,
lo sabemos tú y yo.)
En España su poesía fue reivindicada en los años 60 por el grupo de poetas conocidos como los novísimos y muy especialmente por Pere Gimferrer, quien tituló uno de sus libros en claro homenaje al nicaragüense “Los raros”. Hay que decir que hay grandes poetas como Pedro Salinas que han admirado muchísimo a Rubén Darío y es llamativo que pese a ese carácter de su obra, ha sido escasamente traducido a otras lenguas. Sirva este trabajo como un homenaje a su gran obra.
TERESA POY
Nace en Argentina el 04 de junio de 1954, Maestra de Profesión. Emigra a Madrid en 1977. Inmediatamente consigue la nacionalidad española.
Es Psicoanalista y se desempeña como tal actualmente. Pertenece a la Escuela de Poesía Grupo Cero y ha participado en Congresos y trabajos para el Movimiento Cultural y Científico Grupo Cero, dirigido por el Dr. Miguel Oscar Menassa.
Su primer libro de Poesía: Hacia el Poema.
Se acerca a la Poesía desde su juventud cuando fue compañera del Dr. Miguel Oscar Menassa en Argentina, participando en la Revista “Apocalipsis Cero”. Cuando fue la Poesía fue salvadora de vidas, en palabras de la misma poeta. Era y es lo que les alimentaba el alma y espíritu ante las viscitudes que contrajo la transición de Argentina a España. Y luego el Psicoanálisis les permite trabajar por supuesto bajo la supervisión del Dr. Menassa.
CUANDO TODO MIENTE
(2002)
Cuando todo miente delante de tus ojos
El afiche te vende
La difusión enguelle los acontecimientos
La publicidad escribe a la estupidez
La televisión permanece en la basura
Vendiéndote a buen precio su carroña
Cuando lo intentan ciertos libros
El orden eclesiástico
Las aglomeraciones
Las ONG´S
Y la academia de la lengua
Solo quedan tus manos
Que han de inventar el escrito
Si es licito que la letra existe
La palabra bordea
La escritura lee
El poema vive.
PRÓXIMO PROGRAMA DE POESÍA MÁS POESÍA