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BIOGRAFÍA DE LA POETA DOROTHEA TANNING
¿Soy surrealista? ¿Soy sofista, budista, zoroastriano? ¿Soy extremista, alquimista, contorsionista, mitólogo, fantasioso, humorista? ¿Debemos los artistas agachar la cabeza y aceptar una etiqueta sin la cual no existimos? Las ideas subyacentes del surrealismo siguen muy presentes en mí. También están presentes en muchas otras mentes, incluso en aquellas tan jóvenes que solo conocían los registros, los rumores, los restos. Pero no tengo otra etiqueta que la de artista.
– Dorothea Tanning, 1989
Dorothea Tanning falleció a la edad de 101 años, el 31 de enero de 2010. Unos meses antes había publicado su segundo libro de poesía “Si llegamos a eso”, un libro con una gran vitalidad, frescura y buen hacer. Su primer poemario lo escribió a los noventa y cuatro años. Ella se autodefinió, con su humor característico, como “la más vieja de los nuevos poetas emergentes”.
Dorothea Tanning nació el 25 de agosto de 1910 en Illinois. En su ciudad natal asistió a Knox College antes de estudiar pintura en Chicago. Dorothea dijo que fue frecuentando el Art Institute donde aprendió lo que era la pintura. Fue Pintora, ilustradora, escultora y escritora, también diseñó decorados y trajes para ballet y teatro. Admiraba a Michel de Montaigne, uno de los filósofos más destacados del renacimiento francés. El poemario “Indice” va precedido de una cita del creador “Es difícil ser la misma persona”. Ella fue muchas en la creación.
Se trasladó a Nueva York en 1941 donde comenzó a trabajar como diseñadora publicitaria. Allí conoció a Julien Levy, marchante de arte y a sus amigos surrealistas. Dorothea descubriría el surrealismo y el dadaísmo, que la influyeron profundamente.
En 1942 conoció al pintor alemán Max Ernst. Este fue a visitarla a su estudio, vio su pintura Birthday, aún inacabada, y se quedó prendado. Asesoraba a su entonces esposa Peggy Guggenheim sobre artistas a incluir en una exposición dedicada a mujeres creadoras en Art of This Century. En esta pintura refleja su capacidad para seducir al espectador. Una figura femenina abre una de las muchas puertas que aparecen en la composición; en ella podemos reconocer a la propia Tanning, pero no podemos decir que este sea un autorretrato porque ese género es trascendido: esa mujer es un símbolo del poder de la imaginación, con la quimera postrada a sus pies. La artista explicó que, para ella, la puerta abierta era un talismán para defenderse de las cosas que le sucedían, y también una vía abierta a la imaginación:”Te das cuenta de que lo enigmático es una cosa muy saludable, porque anima al espectador a mirar más allá de lo obvio y vulgar”.
Tanning diría acerca de la nomenclatura Mujeres artistas: “Mujeres artistas. No existe nada (ni nadie) que se pueda definir así. Es una contradicción tan evidente como “hombre artista”o “elefante artista”. Puedes ser mujer y ser artista; pero lo primero no lo puedes evitar y lo segundo es lo que eres en realidad”.
Max Ernst, ese día, también se quedó a jugar al ajedrez con Dorothea. Ella lo reflejaría en una obra pictórica: Endgame (1944) y en el poema “El tiempo pasó volando”.
En 1943 participó en The Exhibition By 31 Women (antes mencionada) fue la primera muestra documentada en los Estados Unidos dedicada exclusivamente a mujeres artistas en la galería de arte de Peggy Guggenheim (coleccionista y mecenas estadounidense) el Art of this Century en Nueva York . Fue un hito para la vanguardia durante la guerra y el respaldo cosechado sirvió para que Tanning se decidiera a construir una identidad propia en un círculo surrealista que tendía a asignar a las mujeres un papel pasivo.

Max Ernst y Dorothea Tanning se casaron en 1946 en una doble boda junto con el fotógrafo Man Ray y Juliette Browner. Vivieron en Estados Unidos y Francia.
Dorothea tenía pasión por la literatura alemana, francesa e inglesa. Sobre todo por Alicia en el País de las Maravillas, de Carroll, admiración compartida por otros surrealistas, que la artista dejó entrever en la pintura Carta de amor (1948), donde una figura femenina desaparece dentro de un libro cuya cubierta es una puerta de madera. A la derecha vemos otro libro abierto; en una de sus páginas hay un reloj, una cama, una cabellera y un texto en el que se distingue a quién está dedicado el lienzo: Max Ernst. El contexto hace referencia a los vericuetos del deseo. Es más que erótico.
La escultura blanda ”Ábrete sésamo” (1970), está inspirada en el cuento Ali Baba y los cuarenta ladrones (uno de los incluidos en Las mil y una noches). La escultura blanda “ Habitación 202” en las instalaciones del Hôtel du Pavot (1970-1973), está inspirada en una canción popular dedicada a Kitty kane, mujer de un gángster que se suicidó envenenándose en esa habitación de hotel. En ambas creaciones la puerta parece tener vida propia. En “Ábrete sésamo”, deja encerrado en la cueva al hermano de Ali Baba. En la escultura Habitación 202, impide el rescate de la víctima de un gángster, pero Tanning elige subrayar el simbolismo erótico de la misma y su capacidad de aislar el espacio privado del público, controlándolo. Los cuerpos se unen o arquean, se apoyan contra esas puertas o salen de muebles o paredes, y no evitan el deseo, se dejan llevar por él.

Las obras de escultura blanda venían a representar el triunfo del tacto y, en el camino, de la tela como material, de lo blando sobre lo duro (una escultura dura no permite voluptuosidad táctil) y de lo precario, de los tejidos orgánicos. Así, materiales blandos se convierten en esculturas vivas que, como el cuerpo humano o el deseo en el que ahondó junto a los surrealistas, son frágiles, perecederos, hablan de experiencias e invocan surrealismo per se.

Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial Dorothea Tanning se había hecho ya una reputación como ilustradora y pintora de vanguardia. Los treinta años que pasó con su esposo Max Ernst fueron decisivos para su arte. La introdujo en el grupo de los surrealistas. Su pintura “Pequeña serenata nocturna” (llamada como la alegre serenata de Mozart), muestra sus vínculos con el grupo, que durarían entre los años 40 y 50.
Tanning colaboró, junto a otros surrealistas, en el filme de Hans Richter Sueños que el dinero puede comprar ( Dreams that Money Can Buy ). También participó en la Exposición Internacional surrealista que presentó en 1947 la Galería Maeght, donde mostró, entre otras obras, una lámina de cobre grabada con una imagen que representa varios símbolos surreales, pelo, una borla y el ojo de una cerradura. Subyacen deseo y castidad, pero atendiendo a un nuevo romanticismo.

A Francia se trasladaron en 1956. Aunque París era su sede, preferían la tranquilidad campestre de Turena y Provenza. En estos años fue donde hizo una intensa aventura de cinco años en la escultura blanda, materializándose obras como “Primos” “El desayuno de Don Juan”, “Fetiche”, “Canapé de día lluvioso”, “Mesa Trágica·, “Verbo”… entre otras. Con una serie esculturas blandas con máquinas de coser, creó la instalación del Hotel du Pavot, Chambre 202.
Tras el fallecimiento de Max Erns, en 1976, Dorothea volvió a Estados Unidos. En su obra pictórica, la mano que se dejaba deslizar en la pintura hablaba, su lienzo “Vete a casa”. Siguió pintando y se convirtió en una de las grandes damas de la escena artística neoyorquina. Obras como “Tango lives”, “Woman Artist”, “On Avalon”, “Door 84”, “Still in de Studio”, “Blue Moon” entre otras, pertenecen a esta época. También dio rienda suelta a la escritura.
A raíz de su amistad con el poeta James Merrill, comenzó a escribir poemas. Fueron publicadas dos memorias: Birthday (1986) y Between Lives: An Atist and Her World (2001). Sus poemas comenzaron a aparecer en diversas revistas y reseñas literarias desde el año 2004, como The Yale Review, Poetry, The Paris Review, The New Yorker, The Boston Review…. Su poemario Ïndice (A table of Content) proviene de uno de los poemas, donde juega con la expresión table of contents que se traduciría como “índice” o “tabla de contenidos”, pero también como una mesa llena de objetos, tal y como la artista desarrolló en 1988 en un collage homónimo.
Con más de noventa años publicaría su primer poemario “Índice” y su novela Chasm: A Weekend. En 2012, el año de su muerte, se publicó su segundo libro de poemas “Si llegamos a eso” (Coming to that). Su creatividad continúa siendo desbordante y sus poemas oscilan entre lo onírico, como cuadros surrealistas, hasta “escenas realistas a menudo impregnadas de un distanciamiento irónico. Nada es aburrido ni consabido, siempre hay un giro, una vuelta de tuerca, una fiesta en la que Tanning nos invita a participar”. Despliega la sexualidad en la mujer, el deseo, su participación en le mundo más allá de la familia.

Fue retratada por grandes fotógrafos como Man Ray, donde se muestra una mujer elegante, cosmopolita, con una gran personalidad y belleza.
Dorothea Tanning falleció el 31 de enero de 2012 en su casa de Manhattan. Su muerte pasó un poco desapercibida, en parte por el fallecimiento, apenas un día después de la autora Wislawa Szymborska, Nobel de Literatura en 1996.
En sus memorias “Between Lives” se muestra la apasionante vida de esta pintora y poeta. En ellas, Dorothea dice que, con su pintura” había buscado conducir al espectador hasta un espacio donde todo se oculta, se revela, se transforma súbita y simultáneamente; donde se pueda contemplar una imagen nunca vista hasta ahora que parezca haberse materializado sin mi ayuda”.
El 3 de octubre de 2018 se inauguró la exposición Detrás de la puerta, invisible, otra puerta, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. La exposición, hizo un recorrido por la trayectoria vital y artística de la artista. La comisaria de la muestra, Alyce Mahon, señaló que, “hablar de Tanning es hablar de una mujer rebelde. Ella abrió las puertas a una generación que se negaba a formar parte de lo que se esperaba de ellas, que crearon su propio lenguaje y que lucharon para ser visibles. Criticó a la familia en un momento en el que la imagen de la mujer se proyectaba más como musa que como creadora”.
La Fundación Dorothea Tanning, fundada en 1997, se dedica a preservar el legado de la artista y a promover una mayor comprensión y educación pública sobre su arte, escritura y poesía
BIBLIOGRAFÍA:
https://jordidoce.blogspot.com/2012/04/dorothea-tanning-poema.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Dorothea_Tanning
https://www.dorotheatanning.org/index.php
https://denadapuedovereltodo.blogspot.com/2019/05/si-llegamos-eso-de-dorothea-ta
https://www.dorotheatanning.org/foundation
SELECCIÓN DE POEMAS DE DOROTHEA TANNING
DESPIERTA A LOS QUINCE AÑOS
Una vez destinado a una larga travesía
mi palanquín se estropeó.
Los testigos no recuerdan nada;
yo tampoco, mientras todo comienza otra vez,
mientras el espacio
disminuye la marcha hasta
quedarse en punto muerto;
es Zenón, veloz, que casi se estrella
con Venus, planeta de corazón cálido.
(Ella tiene un marido casi del todo ausente,
su bondad tan cariñosa es demasiado para él).
Ya de regreso en casa con mis flores. Estoy totalmente despierta
y no salgo a ninguna parte.
Papá dice que siempre hay que vigilarme.
Sabes, tengo estas emisiones cerebrales,
sonidos esparcidos bajo el puente.
¿Qué fue:
los pétalos cayendo al suelo,
en los azulejos,
la muerte dándole una palmadita a la rosa
en el torbellino de la noche?
Imagínate, tengo un amante.
(Del libro Índice)
SIN PALMAS
Sus palmas que engalanen el tedio, sin viento que sople.
Sin ningún problema era la expresión de moda entonces, su manera de actuar.
Es verdad, mi situación era tan negra como un pecado, algo que ocultar,
es que fingían encontrarme cuerda, para no saber.
Alguien trajo a una médium. ¡Anatema!
Algún gracioso cosió mis ojos, dijo que no se notaría.
Confundieron manos con locura, gritaron “Vamos a cortarlas”.
Confusos, también, sus espías, mis memorias sin eco.
Una y otra vez se hilvanaron mis ideas con tramas y urdimbres.
Una y otra vez el tiempo golpeó mi corazón rubí, se apagó despacio.
Despacio se apaga en ese lupanar, despacio toma, despacio se desvanece,
despacio se abre como una puerta. “Hola”, digo, “HOLA”.
Allí, arrojado en el cuarto entre el interior y el exterior,
Allí se me debería haber mostrado… un resplandor crepuscular.
Con semejante resplandor para celebrar el lugar donde se encuentran los siglos
Con el tiempo mismo, ¿cómo podría vacilar? Aunque
todavía atrapada en el milenio supe que
todavía tenía tiempo para mandar algunos besos. ¡Mira hacia hacia arriba, allá van!
(Del libro Índice)
DE PIEL Y ORO
Desfallecen al sol,
niñas, niños hermosos.
Dentro una puerta se abre de para en par.
En estas ceremonias la luna
tiembla y, peor aún, desaparece
sin ninguna excusa.
Cuerpo y rostro descienden
con el anochecer, inadvertidos.
Se aproximan, se aproxima
Tu destino.
La llegada contiene la respiración reprimida,
y ésa es la respuesta.
Siempre quieres más
del fango que desgarra.
Tu velo es azufre.
Rebana un meteoro
una pizca de tu transparencia
muy satisfactoria.
Allí abajo en lo azul
no sucedió realmente:
¡Sexualidad!
Alguna vez al gritar
el eco se quedó en silencio como una piedra.
Sí, ella mintió, mintió.
La muerte en un fin de semana
inauguró el baile como una vena
Piel y oro resplandecieron.
(Del libro Índice)
ACOSADA CORRÍ AL GRANERO
Toscas sombras se derramaron a nuestro alrededor,
sin ojos aparentes.
El acosador llegó con intenciones terribles,
distraído, husmea.
Ninguna estratagema, ninguna rapidez podrá ocultarte,
ingenuo y sangrando.
Eras un bulto de pieles en mis brazos,
indefenso, confiado.
Busqué ocultarme entre los habitantes de los graneros.
Su mango, cepillo
lejos de la ventana lo vi llegar,
despiadado, secretando
venganza desde abajo. La cosa más loca,
invertebrada, empapada,
ha se había acercado. Te revolviste en mis brazos
ingrávido, me guiabas
a descubrir el final de la intriga,
el sonido rasgado en el sueño de este poema.
(Del libro Índice)
FRESAS
Esperar la cola del autobús que nunca llega
bajo la luvia de invierno. Una larga cola espera en el banco
para retirar dinero. La cola se acerca poco a poco a la ventanilla de los sellos
de la oficina de correos (se acaban de quedar sin los nuevos sellos).
Por fin en el supermercado, espero como los demás
en varias colas, y me pregunto: cuántas de estas
personas son tan pacientes como parecen.
Yo, por lo menos, no tengo prisa. Me siento virtuosa
y cordial, casi levito mientras me muevo entre
toda esa abundancia. No creerías mi amable
autocontrol cuando voy a coger esa última caja de fresas
y alguien la agarra por detrás.
Sólo sonrío y continúo a mi próxima
indiferencia, mi próxima invencibilidad, mi siempre tranquilo
pero áspero distanciamiento de las cosas cotidianas,
esquivando en el pasillo de productos frescos,
una pequeña pila de fresas derramadas
que un cliente pisa con furia. Las pisotea y gira
sobre el húmedo desorden con concentración hostil, mira fijamente
las fresas como si fuesen bichos o babosas.
En la cola de salida mira a la cajera,
toma una fresa de la caja y se la
lleva a la boca mientras saca el cambio. El jugo rojo
le corre por la barbilla hasta la camisa.
Lo asombroso es que nadie más parece notar,
las manchas, sólo yo; la gente de la ciudad está acostumbrada a cualquier
cosa, pero por lo menos debería mostrar
algo de sorpresa, si bien no el malestar con el que establecer
película rojiza está cubriendo mi indiferencia puesta a prueba,
mientras toda esta gente comienza a tirarse fresas
o las lanza al aire como los niños las
bolas de nieve en un frenesí de insensatez, las vergonzosas
manchas de sangre que las cubren se notarán
una vez en la calle, mi constante indiferencia
se hace añicos mientras salgo y una mujer me señala con horror
empapada en un charco rojo de ecuanimidad.
(Del libro Índice)
EL TRIUNFO DE VENUS
“Acurrúcate en mi lecho de pétalos.
Su espora es precisamente el polvo
que anhelas.
Prueba mi semilla orgiástica
para impulsar tus sueños.
Seré tu novia.
¡Respírame! Oh, impregno,
embriago. Ahogo.
¿Puedes, esta vez,
observarme mientras mi hierba
lanza un hechizo sobre lo que
llamas tu alma?
Mira; haré un intercambio:
la malla de mi sépalo por
nada más que tus alas”
En esto él bebió, se regodeó:
“Imagínate: Una flor voladora”…
Dio un largo trago,
cinco pétalos se cerraban sobre
él, las alas aplastadas
en el polen más denso.
JINETE AISLADA (Sequestrienne)
No me mires
buscando respuestas. ¿Qué soy sino
un apodo,
alguien que rechina los dientes,
una afiladora de colores
y un punto de fuga?
Hubo un tiempo
de media distancia, inolvidable,
una especie de corte de encaje,
un filamento de llama verde
para cautivar
mis ojos de piel tirante.
Las motas de cielo tamizadas
hasta volverme sal blanca: la pintura es terreno
para el silencio; y yo,
yo entregada, intranquila,
un matiz de azul
en el estudio.
Si no es demasiado tarde
déjame perder un día, uno más,
de mi historia.
Déjame ver sin
mirar dentro
del cristal roto.
(Del libro Índice)
EL TIEMPO PASÓ VOLANDO
(2 horas y 10 minutos)
Ráfagas, ráfagas
desempolvando la calle agitada.
La nieve acumulada se alza.
Él pensó en amapolas rojas.
Dos pisos más arriba;
la campana el hechizo. El aire
era azul.
Algunas palabras cayeron en la alfombra.
Ella hizo
todo lo posible; mucha cortesía
en el ajedrez.
Un rey, una reina, jaque mate.
Al alzarse,
cuatro ojos se encuentran en un resplandor,
lo que vieron
no tendría final, ambos lo sabían.
(Del libro Índice)
PALABRAS TEMERARIAS
Aun cuando no son mentiras, se apoyan
en la lengua como la pegajosa condena de las moscas.
(No tuvo ni una sola idea cruel a su nombre,
la mosca, así que fue castigada, así le llegó la muerte,
su agonía gira en la dirección de las manillas del reloj,
su zumbido un rugir negando pecado alguno).
Aun cuando no son moscas, las palabras temerarias
pueden viajar lejos en busca de amores y odios
con los que aparearse impetuosamente en el aire.
La ebullición desenfrenada, de algún modo sin rumbo,
rebotan y se dirigen de oreja a oreja
y de lengua a lengua, sus alas de papel
y su ingenio insensato incapaces de prevenir
el aterrizaje forzoso en el asfalto del patio.
(Del libro Índice)
AL PADRE NUESTRO QUE ESTÁ
Hola, papá:
Nunca hemos hablado. Quizás no quieras discutir tu vida creativa
o hablar de nuestras grandes diferencias, quiero decir aquello que
separa nuestros respectivos estatus,
el tuyo y el mío.
Oh, siempre supe que eras mi padre biológico, te agradezco todo
lo que has hecho por mí, y si me he sentido injustamente
pequeña, rápidamente me traerás a colación
a mis hermanos,
la mayoría de ellos invisibles a simple vista: sin quejarse, pequeños
componentes del orden perfectamente programados, corresponden
a tu estratagema;
todos lo disfrutan salvo
aquéllos hechos como yo, sus ideas (o algo parecido) están
empeñadas en cambiar las tuyas.
Papá, has visto cómo tu gran plan no encaja
a pesar de tus señales de
advertencia, escritas en el aire, las vías fluviales y el fuego- un
fuego que Prometeo sin duda
no pudo haber ideado – por no hablar de las hordas, las hordas.
En cuanto a aquéllos
como yo, quizás no te importa, pero si tienes otros planes
sé que podrías, y quizás lo harás, derribar este árbol genealógico-
me gustaría saberlo,
aunque por supuesto no importaría. Para nada. A propósito,
¡eh, gracias! Tu paciencia me ayuda a garabatear en negro
mientras me retiro:
Se vende Casa Verdaderamente Hechizada.
Tu querida hija.
RELATO DE LA RUE MONGE
Arriba o abajo, disimulo y
discreción en ambos sentidos,
indiferente al tono,
la pintura pelada añade caché:
lleva la pátina con orgullo,
como uniforme.
El barniz suda como la piel
en la escalera. La conserje
detrás de las cortinas de encaje
espera la entrega.
¿A quién le preocupa si la preocupación ha
manchado su edad?
Aun la primavera es otoñal;
la palidez de sol y la hoja
en la mesa del café, donde
una taza diminuta, gruesa,
blanca y marrón por dentro,
es apartada a un lado
por el ocupante de una silla de mimbre.
Su cuaderno abierto,
pero él no encuentra gran cosa,
el bolígrafo se cierne
como un helicóptero sobre
la diana del papel.
La muchacha a su lado sin
maquillaje como cemento
mira al vacío.
Oh, le sobra el tiempo, todo
el tiempo del mundo
para mostrar respeto
a lo que haya en la página.
Sí, toda esta tarde impasible
bosteza mientras ella, acalorada
y soñolienta, espera
ser loca, locamente
deseada más tarde.
(Del libro Índice)
SIBARIS
La siesta respira en los viejos plátanos de sombra,
veteranos de amputaciones anuales:
sus nudos y bultos lo atestiguan.
Aquí arriba la casa está bien cerrada.
El verano ha salido a escuchar las cigarras
frotar su incesante instrumento de una sola nota.
Una única hoja cuelga de una piscina azul.
Los ojos de mi perro me dicen que soy poderosa.
Las ventanas relucen con el paisaje,
las paredes cargadas de libros y fotografías,
la bodega es opulenta, el jardín es opulento,
el invitado está muy bronceado.
¿De qué se lamenta entonces?
Mi razonamiento es pobre, mis palabras son pobres,
mi cerebro se blanquea con cada hora,
un cerebro transparente y, mira:
¿qué es esa mancha horrible en el sueño?
¿Por qué se ensancha, agobiándome?
(Del libro Índice)
IL A TROUVÉ LA MORT
En francés la muerte es femenina,
una especie de madre o hermana,
alguien a quien has perdido la pista,
casi olvidado.
Los años pasan
sin saber de ella.
Nada excepto su taimada manera
de no olvidarte.
Vestida de huesos, la Mort
todavía se presenta como
un hombre sin miembro
dado que la verge
es decididamente afeminada
y no se debe confundir
con la suya, tan de muchacho
(así demuestra su autoridad).
¡Los sexos! ¿Siempre juguetones o
moralmente serios? ¿Podría ser
que el suyo, siendo masculino,
indique la entrada revestida de virilidad,
a un huésped tímido pero atractivo
que no está totalmente seguro o segura
de querer entrar?
Todo es ambiguo.
Quizás los franceses
enterraron, de una vez para siempre,
las confusiones de esos viejos conceptos
de quién es quién, y qué va dónde.
Está claro que su lengua lo da
graciosamente por sentado,
si no para nosotros, para ellos,
y desentraña esto:
ni él ni ella,
la diosa-dios, con delicadeza,
juega al escondite
para sorprender,
es sólo la muerte, la Mort,
que no hace promesas,
excepto a veces estar ahí
al otro lado de la calle: ¿la ves?
(Del libro Índice)
EL FIN DEL DÍA EN LA SEGUNDA PLANTA
Su esposo, que viaja mucho por trabajo, rara vez está en casa.
Sola, introvertida excepto cuando va de compras.
Una vez pasadas las puertas giratorias, esa rede de ideas
de color gris rata, que frecuentan en su cabeza como un crespón,
pronto pierden su gris, ceden a las guirnaldas de objetos, nuevos
objetos, objetos necesarios, Ella tiene el paso rápido, la mirada decidida,
resuelta. Siete plantas de regocijo la esperan.
Camino a las escaleras, casi no se detiene a tocas las imitaciones piel.
Que como el resto de lo que brilla por su novedad, insta
e invita desde cada mostrador, desde cada pasillo: “Tócame,
ábreme, siénteme, dame la vuelta, ábreme el cierre, pruébame,
lee mi etiqueta, mi precio, tócame, oh tócame…”
Finalmente, en la segunda planta, la de los sostenes, Sostenes por todas partes,
gigantes polillas rosa en descanso, las copas vacías claman:
“Lléname”. Es tarde. Los clientes se han ido, pero aún queda tiempo
para probarse un sostén. Sale de un probador, de pie, solamente
a medio vestir y cabizbaja, en el pasillo cinco, un sostén cuelga
de su mano. El jefe de sección se le acerca, “¿En qué puedo ayudarla?”
No levanta la vista, murmura: “ Mi marido no está”
Entonces, el amable jefe de sección la toma entre sus brazos,
ella esconde la cara en su hombro. De pie, sin moverse,
entre los sostenes apolillados que podrían alzar el vuelo en cualquier momento
en una nube y dejarlos, como los dejo yo,
en esa pose congelada, a esa infinita hora de cerrar que les pertenece.
(Del libro Índice)
UN VIAJE GRATIS
¿Viste al satélite,
nuestro espía planetario,
lanzar sus vibraciones en torno al globo?
Y, chiflado como una idea perdida
frenética por entrar en cabeza,
en el acto me encontró ahí afuera
trompeando en un cielo surrealista.
Encontraron mi sombrero en China.
(Del libro Si llegamos a eso)
VISPERA DE TODOS LOS SANTOS
Sé perfecta, hazlo de otra manera.
El ayer ha quedado hecho andrajos.
Del rayo sus mil ojos sulfurosos
Los lechos que respiran han rasgado.
Oye cómo se agrietan y hacen polvo los huesos.
La maldición que repta con pisadas de caucho.
Incontables amas de casa angustiadas.
Sus mentes cual hilo desenredado,
prueban tonos de barras de labios por calmar
temores de la edad y otros sobresaltos.
No te muevas, sé perfecta, aplasta a los espías,
no tomes un grifo por un caño.
Toma antídotos sabrosos. Pues si no
El hombre lobo y tú: recién casados.
(Del libro Si llegamos a eso)
UNA NOTA DE LA ROCA
A través de los siglos me deslicé
y arribé a un banco de muelles de somier,
densamente urdido y lleno
de sueños pero pobre sustituto
de la roca firme. La roca era lo que
yo creí que quería:
el desgarro, el moratón, su desafío
los recibiría con calma y, sobre todo,
sin asombro.
Mezclador de sonido, lanzaría
el asombro adonde se entrecortase
antes de que pudiera
trepar por mi piel –
lo asombroso que me quita
hasta el aliento.
Ya sin asombro, ¿qué demonios, pues,
era yo? ¿A qué aspirar?
¿Había una señal?
Con lo poco que sé de
la bruma del verano y la flor helada
del invierno derritiéndose
contra una ventana sucia, mi indolencia
de roca firme, con fisuras,
estúpidamente fija la vista en
el copo de nieve, su blonda de seis puntas
sin igual, desenredándose en un
húmedo adiós, adiós.
(Del libro Si llegamos a eso)
TEMPORADA CON TRASGO
Trasgo: híbrido de origen desconocido, a menudo
confundido con un ser humano.
La mañana no era de fiar
sobre todo cuando,
de camino a Kickapoo Hill,
resbalé cual larga soy con un guijarro
por la orilla del río.
Fue entonces cuando vi al trasgo.
Desde su estatura me miró
con su sombrero de ala inclinada.
“¿Adónde ibas?” preguntó.
“Por allá”, indiqué.
“También yo”, admitió.
Fue así de fácil.
Subimos hasta mi casa
en Kickapoo Hill.
El se quedó.
No tardé en acostumbrarme
a pensar en él como mi trasgo,
no “Ese trasgo”, “Este trasgo”
o “Un trasgo cualquiera”.
No, era mi trasgo.
Dóciles, los días se seguían unos a otros.
Caminar, observar.
En el ocaso nuestro precario
mundo oscurecía
a excepción de mi halo.
Cual guirnalda de luz de luna
alumbraba las páginas de mi libro
mientras el trasgo se abrazaba a su almohada.
Por supuesto, algún día
volvería con
los suyos. Decía que no, que no,
que esto le gustaba, y que
no se iría.
Sonaba tan bien,
y tan ingenuo, que tuve que
creerle. Después de todo,
¿no había insistido?
Una tarde, después de nuestro juego
rodeó mi hombro con
su brazo y se agachó a
besarme en la mejilla. Después,
se enderezó, me quitó
el halo mismo de la cabeza
y lo puso sobre la suya.
Un momento, tal vez dos,
y quedé sola en la oscuridad,
sin halo, ya sin
mi trasgo.
Se ha hablado de él en
la ciudad. Dicen que algo
le ha ocurrido, que
ya no proyecta sombra
pero que lleva un halo.
“¡Qué valor!” oí al pasar,
“Simular que existe sin sombra!
¿Qué es – en realidad?”
Un trasgo.
(Del libro Si llegamos a eso)
ARTISTA, UNA VEZ
Fue en un cuarto de alquiler,
con una ventana y una cama.
Suficiente para poder soñar,
para hechos asombrosos como estar,
por fin, y sin discusión,
en Nueva York, suficiente
para acoger, como en un embarazo,
esas obras aún por pintar.
Ellas, dando tiempo al tiempo,
sin prisa por llegar – por
salir – bien alojadas en ella,
rezumando metamorfosis
en su cálida oscuridad, se demoraban
y eran promesa.
Pasó el tiempo. Atrapada en el ahora,
ya no está tan segura.
Comparado con lo que su mente
urdía antes de la prueba,
antes del logro sin más,
seguro, aplaudido – oh, qué abundancia
por vivir, aún sin saborear,
sin definir – todo lo demás…
(Del libro Si llegamos a eso)
DÓLARES / DE ARENA *
Ellos
ojos pardos
bien atrancados
horadando
en parte tendón
en parte idea
el turbante enrollado
íntimo como el viento
manos infantiles
que se abren cual bocas:
diez dedos desdentados
masticando aire.
Nosotros
competentes
y de picoteo
aún hambrientos
de botín
sin rumbo
pero con objetivo
pese a nuestra
generosa ayuda
confiando en
que hay petróleo de sobra
de lo cual alardean.
(Del libro Si llegamos a eso)
(* Especie de equinodermo abundante en las costas de América, también conocido como galleta de mar, que los niños gustan de recoger en la playa. La barra diagonal inversa que separa las dos palabras del título, sin embargo, relacionada con la alusión al petróleo, le da otro cariz completamente distinto).
LA ÚNICA COSA
Iba a lo suyo por la sombra, se limaba
las uñas, llevaba sombrero. De tarde
en tarde cerraba los ojos y veía
otra vez lo que hace un millón de años
había sido, para ella, la única cosa
apropiada y salvaje, la única cosa.
Sus opacos mientras tanto, marcando
y tecleando irreales horas en la
pantallita, a conveniencia de
otros, se olvidaban con
facilidad cuando la llave, cual
compinche le abría paso a donde,
sin ningún aroma especial,
extendía su alfombra de musgo el tesón
y el ruido de la calle percutía en la ventana.
Entonces una tarde, al llegar,
filtrándose en el ir y venir de una
tarde entre miles, casi rozando,
agolpándose en las escaleras una voz,
descuidada en el tono y el ritmo pero dulce
al oído como si no fuera poderoso
derrame de sensual sonido sino una
canción urdiéndose en el mundo,
la captó desde su cuarto en el tercero,
el aire mismo un rebosante cáliz ebrio
en sus palabras- si es que eran palabras
– mientras ella escuchaba, de pie entre
cama y silla- después, ojos cerrados y
brazos en alto, se meció al compás
de se ruido febril al otro lado de su
puerta y claramente, otra vez, vio lo que
antaño había sido para ella la cosa
luminosa y salvaje, la única cosa.
(Del libro Si llegamos a eso)
LAS GALLETAS DE LA FORTUNA
La viuda negra y la hijazul precederán a una fortuna de bronce.
Espera noventa y un amaneceres.
Prueba las manzanas áulicas y sus similares cuando estés en lo
alto de un árbol. En la próxima vuelta de la luna oirás una nueva nota.
Una estrella fija quema los bordes de una identidad desgastada.
Busca bajo la tierra un desenlace definitivo.
La duda bulle, se arremolina en torno a tu última pérdida. Tu
aura está ahora en órbita. Lleva su disfraz.
Aprende la lengua espinosa de las Erinias. Haz un pacto con el
caos. Luego ya no te importará.
Los rostros del espejo han aprendido a hablar. Si escuchas,
acuchillarán tu pasado, encenderán tu futuro.
En diez días tus ojos verán un archa. Tómalo como la señal de
una promesa. Tu hermosura explotará.
Mezcla vino con semen y ectoplasma. Tíralo. Serás ricamente
recompensada.
Éxtasis salvaje gira alrededor de tu paisaje personal. No aguantes
la respiración en llamas. Esta señal es dicha.
La entrada al Infierno exige tesón. Tras nueve días en las cenizas
caminarás en la gloria.
Vuélvete loca y nunca llegarás a estar demente. Mañana serás
elegida.
(Del libro Índice)
ÍNDICE
Sobre unas pálidas telas, dispuestos artísticamente
los objetos musicales
(ella solía cantar):
una mandolina, boca abajo,
una partitura arrugada,
(quizás si la tocara a él no le gustaría),
una pila de libros en un desorden irrespetuoso.
Un mapa de mesa.
Una lámpara encendida.
Unas uvas blancas.
Se acaba la clase. La quietud se aferra como tedio,
de verde palpitante y
enroscada a su alrededor,
como una parra.
El cree que le gusta,
en la mesa del aula
las tablas de multiplicar,
comiendo uvas moradas.
Lecciones aparte.
Llantos ahogados, oídos y no.
Él cree que le gusta.
Un objeto se mueve, con forma de botella,
suben burbujas de color topacio.
¿Por qué esperar?
Espera…
(Del libro Índice)
EL INSOMNIO, MI PRIMO
Montas neciamente la máquina de la noche,
con gran alboroto,
respirando en mi pantalla,
mi jadeante película al aire libre,
la entrada es
mi raíz cuadrada,
mi bombilla
inmovilizada y triste en su casquillo.
Insomnio, primo mío,
has engendrado todas las noches
un vértigo indecente.
Tendida en la cama, ojerosa, mientras arrastras
tu demente motor
por el suelo,
dando portazos
en cada una de mis cuatro dimensiones,
dejándome como en un día festivo
para hacer trizas los sueños acumulados.
Primo, te traiciono
repetidamente con sus escombros.
(Del libro Índice)
SE HACE TARDE EN LA RUE DE LILLE
(1 de abril de 1976)
Siempre es demasiado tarde para recordar
a quien no se debe invitar la próxima vez,
aun cuando ya todos
se han marchado por ahora,
el tiempo no es rival
para esta habitación para matar el tiempo
que se vuelve azul,
ocurre despacio para ocurrir
y nosotros en nuestros avatares de vapor
para matar el tiempo.
Para desafiar el laberinto de la noche
velada; para continuar
haciendo girar nuestra red:
oh, no habría sido
mas que nuestro derecho,
no el suyo, el Único
sentado allí…
De todos modos, ¿quién lo invitó?,
con ojos tan hundidos, huesudo
y totalmente fuera de tono
con esa bocaza como un teclado de piano.
¿Se olvidó marcharse?
¿Debería decirle algo?
¿No te das cuenta de
que hay alguien muy cansado aquí…
que no está muy bien, en realidad ?
Él – eso – sonríe abiertamente, no dice nada,
con un aire de inminencia
que cae
como nieve negra
sobre el cuarto, el hombre
su cama y
el tiempo muerto.
(Del libro Índice)
DISCURSO DEL ARTE
Si el arte se dignase a hablar, se mostraría, al fin,
tal cual es, lo que todos deseamos saber ardientemente.
En cuanto a nuestras certezas, iría en pos de un seco bostezo
y se tomaría un minuto para barrerlas bajo la alfombra:
certezas consagradas por el tiempo tan carentes de sentido
como el polvo bajo la alfombra. Hora ya, queridos, de escuchar.
Por fin hablaría el Arte, ocuparía el cielo como una boca,
aclararía su convulsa garganta mientras destellos en fragor
irrumpían en su discurso- una avalancha estelar de
vociferantes visiones, ahogadas por el soplo estridente
de extractos de sonido en los que nos cuesta oír sus augustas palabras:
“ a b c d e f g h i j k l m n o p q r s t u v w x y z”
(Del libro Si llegamos a eso)
ESTANCIA, ESTANQUE, PIANO
Dijo él con crueldad: “Venga, llora”.
La estancia empezó a flotar
al caer en su estanque de dolor,
rebosante de sus ojos anegados de lágrimas.
Contrito, “déjame secarlas con mis labios”, le imploró.
Ante eso, sus sollozos fueron sólo suspiros.
Enfocada la estancia. El estanque ya seco.
Cantó ella. Él tocaba el piano de cola.
(Del libro Si llegamos a eso)
NO HAY NIEVE
1
Nada como una buena nevada
para hacerte creer
en el invierno.
Algunos esperamos
como niños, Y ahora
ya es abril.
“Aún no hay tiempo”, insisten los
soñadores del servicio meteorológico.
Nos dijeron ayer
que empezaría a nevar
mañana por la mañana.
¿Podría hoy ser mañana?
¿Podría esta mañana de abril,
volverse del revés
como prueba de que sabe su oficio?
2
Al empujar la
puerta del supermercado
reparte ésta su consabida
ráfaga de aire helado,
y ¡aquí está!, un poco perfecto
en mi manga.
Dentro, cayendo trémula
desde ninguna parte,
una fina nieve lo cubre todo.
Un café caliente
en la cafetería.
Trata de pensar en
algo más,
como : “Deja de temblar…”
3
Por supuesto:
mi radiografía
en el hospital..
Abrochándome,
cruzo el vestíbulo.
Los copos juegan
con el aire
como si
no tuviera intención de cuajar.
En este templo de cuidados
y cura
la nieve se arremolina aquí y allá
en pasillos, ascensores,
hasta en un planta
con pacientes en cama
inmóviles
bajo mantas
de algodón y nieve.
¿Y yo, estoy de pie?
¿Estoy tumbada?
¿Respiro?
Desde alguna parte
una voz,
“su radiografía está bien”.
Cae la nieve tan densa
que no veo
a mi interlocutor.
Tal vez el tiempo pasa,
tal vez
no.
Un paso vacilante entre copos
que soplan hasta un
ascensor.
Me deposita
como un cubito de hielo cerca
de la entrada.
Allí la nieve amontonada
bloquea las puertas y
soy una multitud…
Los guardias ayudan a despejar
el camino de salida a esta
tarde apacible.
4
Otro café,
y una idea:
Eso es, una buena película.
Diez películas en los multicines…
Elijo-
mi actriz favorita…
Pequeña sala
tristona
Espectadores arrebujados
bajo abrigos de pluma,
gorros de lana.
Ruge la banda sonora.
La pantalla va
de pared a pared,
su desierto descampado casi
visible detrás
de nuestra sala bruñida de nieve.
Y aquí, en el
más blanco
de los paisajes,
perros de trineo
rescatan a mi actriz
favorita.
“Fin”
de mi
día.
Arrastro mis huesos
y mis ojos
hasta la salida.
Mientras la tarde me acompaña a casa,
todavía es abril…
y hoy es mañana todavía.
(Del libro Si llegamos a eso)
CAMUFLAJE
I
Los carriles sin señalización, la niebla, el rocío del mar.
Me ayudaron a perder el camino de regreso
a la época en que todo importaba más y
a las hojas quemadas de tres álamos.
Me incliné hacia mi sombra y ella se inclinó
hacia mí. Resultaron ser pequeñas desapariciones.
Así como la mañana se traga el rocío, mi sombra
se tragó lo que quedaba de la mañana,
tuvo mala suerte conmigo, nuestro velo intacto.
Oh, estábamos preparadas como se preparan los lienzos.
2
Es lago el camino para llegar aquí,
queda pasando el Cuerno de Oro?
Saborear el éxtasis, beber su amargura
es arriesgarse, jugar a ciegas.
¿Qué se decreta si no la perforación
del cuerpo, su espina y su pétalo, signo
y símbolo malentendidos? ¿Qué es
una conquista, sino el germen de la rendición?
Mi signo me dio un número ganador,
Me quemó la mano ya antes de verlo.
3
Condenado en salones: salones
para inducir el acto hasta su última escena,
los imperativos acogedores se olvidaron de sí mismos,
se congelaron y titubearon entre bastidores.
Mi sombra vio caer el telón
sobre lo que ya fue, sería otra vez:
en parte rebelión, en parte saliva, predecible.
Decir que estuve allí es aceptar ser un fósi
en un museo de historia desnaturalizada,
el número de adquisición en mi ceja.
4
El camuflaje como un lujo
carcome lo que cree que esconde.
Aficionado de los modos de mirar
coqueteo con aquello difícil de conseguir,
queriendo por fin aclarar
las cosas y darles coherencia.
5
Si el Cuerno de Oro todavía brilla
allí en su esplendor doliente;
si todavía sopla dulces barcarolas
y suspiros líquidos, no son por mí.
Mi barco surca una ruta inexplotada,
resbala por el ojo de la cerradura de la costumbre,
avanza río arriba para devolverme
adonde, de verdad, nunca estuve.
Sombría, mi sombra va delante
mientras subo a bordo con mi capa
de viaje, arrastrando una bufanda hecha de historia en caso
de que haga mal tiempo y no haya nada que leer.
(Del libro Índice)
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)
