SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
BIOGRAFÍA
Juana Inés de Asbaje y Ramírez más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz nació en México el 12 de noviembre de 1648. fue hija natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro Manuel de Asbaje. No estaban casados e Isabel se casó posteriormente con otro hombre con el que tuvo tres hijos. Sor Juana se crió con su abuelo materno Pedro Ramírez, en la hacienda de Panoaya. Fue una gran figura intelectual para ella. Tomaba lecciones de su hermana mayor a escondidas de su madre, y a los ocho escribió su primera loa para la fiesta del Corpus, estando escrita en una mezcla de náhuatl (lengua aprendida de los esclavos de la hacienda) y español.
Su afán por saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a esta. Se dice que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.
Su abuelo murió en 1656 y su madre la envió a vivir a casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata.
Allí estudiaría latín con el bachiller Martín de Olivas que muestra en varias de sus obras, sobre todo en villancicos que contienen versos latinos
En 1664 ingresó en la corte como dama de compañía de la virreina Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó algunos sonetos con el nombre de Laura. Al virrey Antonio Sebastián de Toledo, causándole gran impresión la joven de 17 años, hizo reunir a cuarenta letrados de todas las facultades para someterla a una evaluación, sobre diversos temas, con el afán de saber si su sabiduría era “humana o divina”. Ella supo responder y su fama comenzó por la amplitud de sus conocimientos.
La corte virreinal era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato. Solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría regresados o profesores de la Real y Pontificia Universidad de México. Allí, como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus capacidades literarias. En repetidas ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías fúnebres que eran bien recibidas en la corte. La virreina, Leonor de Carreto, se convertiría en una de sus más importantes mecenas.
Pese a las expectativas que tenían de ella como dama, cansada de la vida cortesana, entró en 1667 al convento de San José de las Carmelitas Descalzas. Llegó a decir: “Vivir sola… no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros” y “Para la total negación que tenía al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación”. A los tres meses salió por la severidad de la regla y el rigor de la orden e ingresó a la orden de las jerónimas, más flexible, en el convento de Santa Paula, donde profesó (aceptar y elegir voluntariamente una religión) el 24 de febrero de 1669.
Allí hizo oficios de contable y archivista pero sobre todo se dedicó al estudio y a la escritura.
Llegó a tener conocimientos profundos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofia, mitologia, historia, teologia, musica, pintura y cocina
Su celda (habitación como monja) se convirtió en un punto de reunión de intelectuales y poetas; desde parientes de Góngora hasta el virrey y su esposa.
La fama de Sor Juana Inés de la Cruz tanto dentro como fuera del convento hacía que fuese llamada constantemente para escribir obras por encargo.
Su confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda, le reprochaba que se ocupara tanto de temas mundanos, lo que junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época debido a su gran fama intelectual, desencadenó las iras de este. Bajo la protección de la marquesa de la Laguna, decidió rechazarlo como confesor.
En 1674 sufre otro golpe: el virrey de Mancera y su esposa son relevados de su cargo y en Tepeaca, durante el trayecto a Veracruz, fallece Leonor de Carreto
En 1680 se produce la sustitución de fray Payo Enríquez de Rivera por Tomás de la Cerda y Aragón al frente del virreinato
Entre los años1680-1686 es la época dorada de la producción de sor Juana. Escribió versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales (El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento) y dos comedias (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto).
Las Loas (Composición dramática breve que se representaba antiguamente antes del poema dramático al que servía como preludio o introducción.)también es un género muy utilizado por Sor Juana Inés de la Cruz.
El divino Narciso es el más conocido, original y perfecto de los autos sacramentales de la autora.
Al igual que El divino Narciso, El cetro de José utiliza a la América prehispánica como vehículo para relatar una historia con tintes bíblicos y mitológicos. El tema de los sacrificios humanos aparece nuevamente en la obra sorjuanesca, como imitación diabólica de la Eucaristía.Aun así, Sor Juana siente cariño y aprecio por los indígenas y por los frailes misioneros que llevaron el cristianismo a América, como puede verse en varias secciones del auto. Además, el auto es pionero en representar conversiones colectivas al cristianismo, hecho insólito hasta entonces en la literatura religiosa
Sor Juana escribió sus autos con la firme convicción, alentada por la condesa de Paredes, de que se representarían en Madrid. Por ello, los temas y el estilo de estas obras iban dirigidas al público peninsular
Los empeños de una casa es una de las piezas dramáticas de la producción literaria de sor Juana Inés de la Cruz. Se representó por primera vez el 4 de octubre de 1683, durante los festejos por el nacimiento del primogénito del virrey conde de Paredes.Es considerada, a menudo, como la cumbre de la obra en verso de Sor Juana e incluso de toda la literatura novohispana
En el Amor es más laberinto, el argumento retoma un tema muy conocido de la mitología griega: Teseo, héroe de la isla de Creta, lucha contra el Minotauro y despierta el amor de Ariadna y Fedra. Teseo es concebido por Sor Juana como el arquetipo del héroe barroco, modelo empleado también por su compatriota Juan Ruiz de Alarcón. Al triunfar sobre el Minotauro, no se ensoberbece, sino que reconoce su humildad.
Además de sus dos comedias, “Amor es más laberinto” y “Los empeños de una casa”, Sor Juana escribió un tratado de música al que llamo “El Caracol”, trabajo que actualmente se encuentra extraviado.
También sirvió como administradora del convento, con buen tino, y realizó experimentos científicos.
En 1689 se le encargó hacer el Arco Triunfal a la llegada a la capital de los marqueses de la Laguna y Condes de Paredes, obra que tituló Neptuno Alegórico.. . Impresionó gratamente a los virreyes, quienes le ofrecieron su protección y amistad, especialmente la virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, quien fue muy cercana a ella: la virreina poseía un retrato de la monja y un anillo que esta le había regalado y a su partida llevó los textos de sor Juana a España para que se imprimieran.
Entre 1690 y 1691 se vio involucrada en una disputa teológica a raíz de una crítica privada que realizó sobre un sermón del muy conocido predicador jesuita António Vieira, que fue publicada por el obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz bajo el título de Carta atenagórica. Él la prologó con el seudónimo de sor Filotea, recomendando a sor Juana que dejara de dedicarse a las «humanas letras» y se dedicase en cambio a las divinas, de las cuales, según el obispo de Puebla, sacaría mayor provecho.
Esto provocó la reacción de la poetisa a través del escrito Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación
Sor Juana estuvo interesada en la astronomía, matemática, filosofía, mitología, historia, música y pintura, lo cual era mal visto para una monja del siglo XVII..
El obispo advierte que ninguna mujer debería afanarse por aprender de ciertos temas filosóficos. En su defensa, Sor Juana señala a varias mujeres doctas, como Hipatia de Alejandría, una filósofa neoplatónica asesinada por cristianos en el año 415. Escribe sobre su intento fallido y el constante dolor que su pasión al conocimiento le ha traído, pero con todo expone que es mejor tener un vicio a las letras que a algo peor. También justifica el vasto conocimiento que tiene de todas las materias de educación: lógica, retórica, física e historia, como complemento necesario para entender y aprender de las Santas Escrituras
Así, señala:
“El escribir nunca ha sido dictamen propio, sino fuerza ajena; que les pudiera decir con verdad: Vos me coegistis. Lo que sí es verdad que no negaré (lo uno porque es notorio a todos, y lo otro porque, aunque sea contra mí, me ha hecho Dios la merced de darme grandísimo amor a la verdad) que desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones –que he tenido muchas–, ni propias reflejas –que he hecho no pocas–, han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mí: Su Majestad sabe por qué y para qué; y sabe que le he pedido que apague la luz de mi entendimiento dejando sólo lo que baste para guardar su Ley, pues lo demás sobra, según algunos, en una mujer; y aún hay quien diga que daña. Sabe también Su Majestad que no consiguiendo esto, he intentado sepultar con mi nombre mi entendimiento, y sacrificársele sólo a quien me le dio…”
“Y esto es tan justo que no sólo a las mujeres, que por tan ineptas están tenidas, sino a los hombres, que con sólo serlo piensan que son sabios, se había de prohibir la interpretación de las Sagradas Letras, en no siendo muy doctos y virtuosos y de ingenios dóciles y bien inclinados; porque de lo contrario creo yo que han salido tantos sectarios y que ha sido la raíz de tantas herejías; porque hay muchos que estudian para ignorar, especialmente los que son de ánimos arrogantes, inquietos y soberbios, amigos de novedades en la Ley (que es quien las rehusa); y así hasta que por decir lo que nadie ha dicho dicen una herejía, no están contentos. De éstos dice el Espíritu Santo: In malevolam animam non introibit sapientia. A éstos, más daño les hace el saber que les hiciera el ignorar.”
“Si el crimen está en la Carta Atenagórica, ¿fue aquélla más que referir sencillamente mi sentir con todas las venias que debo a nuestra Santa Madre Iglesia? Pues si ella, con su santísima autoridad, no me lo prohíbe, ¿por qué me lo han de prohibir otros? ¿Llevar una opinión contraria de Vieyra fue en mí atrevimiento, y no lo fue en su Paternidad llevarla contra los tres Santos Padres de la Iglesia? Mi entendimiento tal cual ¿no es tan libre como el suyo, pues viene de un solar? ¿Es alguno de los principios de la Santa Fe, revelados, su opinión, para que la hayamos de creer a ojos cerrados?”
El Primero sueño,publicado en 1692, como parte del tomo primero de las obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz, es uno de los poemas más importante, según la crítica. De acuerdo al testimonio de la poeta, fue la única obra que escribió por gusto (la mayoría fue por encargo). Es el más largo de los poemas sorjuaninos —975 versos— y su tema es sencillo, aunque presentado con gran complejidad. Se trata de un tema recurrente en la obra de Sor Juana: el potencial intelectual del ser humano
incluye sendas alusiones a fluidos corporales femeninos como la menstruación o la lactancia. En la tradición literaria medieval se creía que el flujo menstrual alimentaba al feto y luego se convertía en leche materna; esta coyuntura es aprovechada por la poetisa para recalcar el importantísimo papel de la mujer en el ciclo de la vida, creando una simbiosis que permita identificar el proceso con un don divino
Hacia 1693 dejó de escribir y pareció dedicarse más a labores religiosas. Se baraja la posibilidad de que hubiera una conspiración misógina, tras la polémica que desató la Carta Atenagórica .Dicen que fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban tareas adecuadas para una monja. Firmaba en el libro del convento, “yo, la peor del mundo”
A principios de 1695 se desató una epidemia que causó estragos en toda la capital, pero especialmente en el Convento de San Jerónimo. De cada diez religiosas enfermas, nueve morían. El 17 de febrero falleció Núñez de Miranda. Sor Juana cae enferma poco tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas. A las cuatro de la mañana del 17 de abril, cuando tenía cuarenta y tres años, murió Juana Inés de Asbaje Ramírez. Según un documento, dejó 180 volúmenes de obras selectas, muebles, una imagen de la Santísima Trinidad y un Niño Jesús. Todo fue entregado a su familia, con excepción de las imágenes, que ella misma, antes de fallecer, había dejado al arzobispo. Fue enterrada el día de su muerte, con asistencia del cabildo de la catedral. E
La fama de Sor Juana Inés de la Cruz fue inmensa mientras vivió y la impresión de sus obras en España, tres tomos reeditados varias veces de 1689 a 1725 . A partir del segundo tercio del siglos XVIII su fama se fue diluyendo y en el siglo XIX le sucedieron juicios despectivos. Con la llegada del siglo XX y conautores como Amado Nervo, Alfonso Reyes, José Gorostiza, etc y el trabajo de Alfonos Méndez Plancarte que en 1951 inició la publicación de sus obras completas, se volvió a incrementar el interés por Sor Juana Inés de la Cruz: Con la obra de Octavio Paz de las trampas de la Fe de la década de los ochenta
Es considerada como pionera en el mundo hispanohablante del movimiento moderno de liberación femenina por sus escritos y lucha por el derecho a la educación de la mujer. Como ejemplo de esto es la Redondilla Hombres necios.
Marcelino Menéndez Pelayo y Octavio Paz consideran que la obra de Sor Juana rompe con todos los cánones de la literatura femenina. Desafía el conocimiento, se sumerge por completo en cuestiones epistemológicas ajenas a la mujer de esa época y muchas veces escribe en términos científicos, no religiosos.88 De acuerdo con Electa Arenal, toda la producción de Sor Juana —especialmente El sueño y varios sonetos— reflejan la intención de la poetisa por crear un universo, al menos literario, donde la mujer reinara por encima de todas las cosas. El carácter filosófico de estas obras le confiere a la monja la oportunidad invaluable de disertar sobre el papel de las mujeres, pero apegándose a su realidad social y a su momento histórico
Dice Octavio Paz de ella: El poema fue una ruptura histórica y un comienzo, por primera vez en la historia de nuestra literatura una mujer habla en nombre propio, defiende a su sexo y, gracias a su inteligencia, usando las mismas armas que sus detractores, acusa a los hombres de los mismos vicios que ellos achacan a las mujeres. En esto Sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido, en el siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra.
Paz, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe.
La primera traducción de sus obras a otro idioma, en este caso al alemán, llegaría en 1879 de mano del poeta suizo Edmund Dorer.
Sor Juana aparecía en los billetes de mil pesos, pero con la inflación de 1993 se le redujeron tres ceros al peso, se convirtieron en monedas y el billete salió de circulación. Reapareció y actualmente se encuentra en los billetes de 200 nuevos pesos.
Es considerada la mayor figura en el ámbito literario hispanoamericano del siglo XII. Gran escritora y pensadora, es hoy en día reconocida por la belleza de su obra, su difícil vida en las letras a causa de su género y su gran importancia histórica.
POEMAS
HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
CONTIENE UNA FANTASÍA CONTENTA
CON AMOR DECENTE
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
EN QUE DA MORAL CENSURA A UNA ROSA
Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida
de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!
EN QUE SATISFAGA UN DESEO
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
PROCURA DESMENTIR LOS ELOGIOS
Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:
es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
PROSIGUE EL MISMO ASUNTO
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.
QUÉ CONSUELA A UN CELOSO
Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.
Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?
¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.
QUÉJASE DE LA SUERTE
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
DE UNA REFLEXIÓN CUERDA
Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.
Toda en el mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.
Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,
no sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?
¿EN PERSEGUIRME, MUNDO, QUÉ INTERESAS?
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
AL QUE INGRATO ME DEJA, BUSCO AMANTE
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor hallo diamante;
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo:
si ruego aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.
CUANDO MI ERROR Y TU VILEZA VEO
Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado,
cuán grave es la malicia del pecado,
cuán violenta la fuerza de un deseo.
A mi misma memoria apenas creo
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado,
el término final de un mal empleo.
Yo bien quisiera, cuando llego a verte,
viendo mi infame amor poder negarlo;
mas luego la razón justa me advierte
que sólo me remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte
sólo es bastante pena confesarlo.
LA MEXICANA MUSA, HIJA EMINENTE
La Mexicana Musa, Hija eminente
de Apolo, y que las Nueve aun más divina,
porque fuese del Sol la Benjamina,
le nació en la vejez de su Poniente.
¡Qué sutil, si discurre! ¡Qué elocuente,
si razona! ¡Si habla, qué ladina!
Y si canta de amor, cuerda es tan fina,
que no se oye rozado en lo indecente.
Única poetisa, ese talento
(que no le desperdicias, que le empleas)
aun le envidia mi amor, que es lince a tiento.
¡O enhorabuena Peregrina seas,
por si vago tal vez mi pensamiento,
se encontrase contigo en sus ideas.
QUÉ PASIÓN, PORCIA, QUÉ DOLOR TAN CIEGO
¿Qué pasión, Porcia, qué dolor tan ciego
te obliga a ser de ti fiera homicida?
¿O en qué te ofende tu inocente vida
que así le das batalla a sangre y fuego?
Si la fortuna airada al justo ruego
de tu esposo se muestra endurecida,
bástale el mal de ver su acción perdida;
no acabes, con tu vida, su sosiego.
Deja las brasas, Porcia, que mortales
impaciente tu amor elegir quiere;
no al fuego de tu amor el fuego iguales;
porque si bien de tu pasión se infiere,
mal morirá a las brasas materiales
quien a las llamas del amor no muere.
Que mística tan culta y completa, llena de dones y sabiduría. ¡ Viva sor Juana Inés de la Cruz!
He oído el nombre de Sor Juana de la Cruz , pero jamás había leído nada de sus poesías. Qué universo místico y humano, qué defensa de la mujer en un tiempo donde esta era invisible.