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61. Poesía más Poesía: Bertolt Brecht y Miguel Oscar Menassa

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BIOGRAFÍA DE EUGEN BERTOLT FRIEDRICH BRECHT

«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles» (Bertolt Brecht)

Bertolt Brecht, dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX. Creador del teatro épico, también llamado teatro dialéctico. Eugen Bertolt Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en el seno de una familia burguesa de Augsburgo, estado de Baviera. Su padre, católico, era un acomodado gerente de una pequeña fábrica de papel, y su madre, protestante, era hija de un funcionario.

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Con sus padres y su hermano.

El joven Brecht era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto, lo extravagante, y se empeñaba en vivir al margen de las normas de su tiempo, de su recato y su sentido de disciplina. En la escuela destacó por su precocidad intelectual y terminó el bachillerato especial.
Al verse involucrado en un escándalo; inicialmente influido por la euforia de la guerra, Brecht la criticó con el ensayo sobre el poeta Horacio, que dice «dulce y honorable es morirse por la patria», y que Brecht considera como una propaganda dirigida, «en la que solo los tontos caen». Por ello fue castigado con la expulsión de la escuela. Sólo la intervención de su padre y el profesor de religión le evitaron el cumplimiento del castigo.

HOLLYWOOD de Bertolt Brecht / EL DESPRECIO (1963) de Jean-Luc Godard | Las  cosas que hemos visto...


En 1917 inició la carrera de medicina en la Universidad de Múnich (Ludwig-Maxiilians-Universität) pero tuvo que interrumpir los estudios para hacer el servicio militar como médico en un hospital militar en Augsburgo, en el marco de la Primera Guerra Mundial.
En 1918, con solo veinte años, escribió su primera obra teatral, Baal, cuyo personaje principal es un poeta y asesino. Durante este tiempo conoció a Paula Banholzer, quien en 1919 dio luz a un hijo suyo, Frank, que moriría en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943.
Luego, entre 1918 y 1920 escribió una pieza sobre la revolución alemana, liderada por los espartaquistas, con el título Tambores en la noche. El final de esta obra sacude al auditorio: “Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, esos sí que son reales”. La moralidad de la obra suplanta al teatro tradicional, que pretende ser imparcial. A partir de 1920, Brecht viajó a menudo a Berlín, donde entabló relaciones con gente del teatro y de la escena literaria.

En 1922 se casó con la actriz de teatro y cantante de ópera Marianne Zoff. A partir de aquel momento, el joven artista tuvo papeles en el Münchner Kammerspiele y en el Deutsches Theater de Berlín. Un año más tarde tuvieron una hija, Hanne; poco después conoció a la que sería su segunda esposa, Helene Weigel.

En 1924 abandonó Augsburgo y se trasladó a Múnich; de ahí se mudaría posteriormente a Berlín, la capital, en la que reinaba una vida cultural efervescente, y donde conoció al poeta expresionista Arnolt Bronnen, con el que fundó una productora a la que llamaron Arnolt y Bertolt. Ese mismo año empezó a trabajar como dramaturgo junto a Carl Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y tuvo a su tercer hijo, Stefan, aunque tres años más tarde se divorciaría de Marianne Zoff.
Desde 1926 tuvo frecuentes contactos con artistas socialistas que influirían en su pensamiento, y en 1927 comenzó a estudiar El capital de Marx.

En la segunda mitad de la década de los años 1920, Brecht se había transformado en un comunista convencido, que también buscaba objetivos políticos con sus obras, como por ejemplo con Mann ist Mann (1926). Sin embargo, nunca se hizo miembro del Partido Comunista de Alemania (KPD). El concepto de marxismo que defendía Brecht estuvo influenciado tanto por marxistas no dogmáticos y sin partido, como Karl Korsch, Fritz Sternberg y Ernst Bloch, como también por la línea oficial del KPD. La creación de su concepción del teatro épico transcurrió de manera paralela al desarrollo de su pensamiento político a partir de 1926.

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Bertolt Brecht y Helene Weigel
en 1954 en Berlín Este.

En 1928 se casó con Helene Weigel, matrimonio del cual tendría una hija: Bárbara.
Entre 1929 y 1934 escribió una serie de obras entre las que se destacan: Línea de conducta, Acuerdo y tal vez el más importante y bello de los trabajos de esta época: La excepción y la regla (1930).

A sus veintinueve años publicó su primera colección de poemas, Devocionario doméstico, y un año más tarde alcanzó el mayor éxito teatral de la República de Weimar con La ópera de cuatro cuartos/La ópera de los tres centavos, con música de Kurt Weill, una obra disparatada en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos. Esta obra fue llevada al cine en 1931 bajo la dirección de Georg Wilhelm Pabst.

Brecht siempre pretendió con sus actuaciones concienciar al espectador y hacerle pensar, procurando distanciarle del elemento anecdótico; para ello se fijó en los incipientes medios de comunicación de masas que la recién nacida sociología empezaba a utilizar con fines políticos: la radio, el teatro e incluso el cine, a través de los cuales podía llegar al público que pretendía educar. Su meta fue alcanzar un cambio social que lograse la liberación de los medios de producción. Ese propósito lo abordó tanto a través del ámbito intelectual como del estético.

Un año después, en 1932, Brecht llevó sus ideas comunistas al cine con Kuhle Wampe oder: Wem gehört die Welt (Tripa vacía o ¿A quién pertenece el mundo?), dirigida por Slatan Dudow y con música de Hanns Eisler, que muestra lo que podría ofrecer el comunismo a un pueblo alemán azotado por la crisis de la República de Weimar.

Hasta 1933, Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro. Pero en aquel año, Hitler se hace con el poder. A comienzos de 1933, la representación de la obra La toma de medidas fue interrumpida por la policía y los organizadores fueron acusados de alta traición. El 28 de febrero —un día después del incendio del Reichstag— Brecht y Helene Weigel con su familia y amigos abandonan Berlín y huyen a través de Praga, Viena y Zúrich a Skovsbostrand, cerca de Svendborg, en Dinamarca, donde el autor pasó cinco años. En mayo de 1933, todos libros suyos fueron quemados por los nacionalsocialistas. Aunque al día de hoy se duda de si la totalidad de sus libros fueron quemados.

Bertolt Brecht - Wikipedia, la enciclopedia libre

El exilio de Brecht fue posiblemente el tiempo más duro de su vida, a pesar de lo cual en este periodo escribe algunas de sus mayores obras y alcanza su plena madurez con sus cuatro grandes dramas escritos entre 1937 y 1944. Encontrándose en una situación económica difícil, tuvo que viajar primero a Dinamarca, luego a Suecia, donde vivió durante un año en una granja cerca de Estocolmo, y finalmente, en abril de 1940, a Helsinki.

Seis curiosidades sobre Bertolt Brecht que no sabías | Noticias | teleSUR

Durante esta época escribió La vida de Galileo. Esta pieza teatral recrea muy libremente la biografía del científico, describiendo la autocondenación del personaje para dar encima de su teoría heliocéntrica delante de la Inquisición. Brecht siempre se pronunció contra la autoridad, el Estado y la sociedad con la justa crítica para no llegar a ser mártir de sus propias ideas. En Suecia escribió el poderoso alegato antibélico Madre Coraje y sus hijos, en una tentativa de demostrar que los pequeños empresarios codiciosos no vacilan en promover devastadoras guerras para ganar dinero. La vida de Galileo fue estrenada el 9 de septiembre de 1942 en el teatro de Zúrich.
El alma buena de Szechwan (1938-40) examina el dilema de cómo ser virtuoso y sobrevivir al mismo tiempo en un mundo capitalista. En El círculo de tiza caucasiano narra la historia de una pugna por la posesión de un niño entre una madre de la alta sociedad que le abandona y una criada que se ocupa de él; a la manera salomónica, el juez debe decidir quién es la verdadera madre.

En el verano de 1941, viajó en el expreso transiberiano desde Moscú a Vladivostok. Desde el este de la Unión Soviética se trasladó en barco a California, asentándose en Santa Mónica, cerca de Hollywood. Allí intentó escribir para la industria de Hollywood, pero sus guiones no fueron aceptados por las grandes productoras cinematográficas. En Estados Unidos organizó algunas representaciones teatrales, en la mayoría de los casos en escenarios de emigrantes, pero Brecht volvió a ser perseguido por sus ideas políticas, y el 30 de octubre de 1947 es interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas, por lo que tuvo que escapar al día siguiente otra vez a Suiza, sin esperar el estreno de su drama La vida de Galileo en Nueva York.

Suiza era el único país al que podía viajar y allí pasó un año, en el que escribió El Señor Puntila y su criado Matti, un drama popular sobre un granjero finlandés que oscila entre la sobriedad grosera y el buen humor borracho. Bertolt tenía prohibida la entrada en la Alemania Occidental (RFA) por órdenes de las autoridades de ocupación de la postguerra (aliados). Tres años después obtuvo la nacionalidad austriaca. Tras quince años de exilio, volvió a Alemania Oriental (RDA) en 1948 y se instaló en el Berlín oriental.
A comienzos de 1949 se trasladó con un pasaporte checo a través de Praga a Berlín Este. Vivió en la «Casa de Brecht» en Weissensee. Comenzó a trabajar en la obra de Sófocles Antígona, en versión alemana de Friedrich Hölderlin. También trabajó en otra obra importante, el Pequeño Organum para el teatro, siendo director general del Deutsches Theater. En otoño fundó junto con Helene Weigel el Berliner Ensemble. A continuación, trabajó de una manera muy comprometida para el teatro. Son años de escenificaciones y publicaciones espectaculares, en los que llegaría a hacerse famoso y en los que tuvo algunas actuaciones por invitaciones en capitales europeas, lo que causó tensiones con la dirección del partido socialista unificado de Alemania, así como con representantes de la burocracia cultural y de la vida del teatro.

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Brecht murió de una trombosis coronaria el 14 de agosto de 1956.

Frederic Ewen (autor del mayor estudio biográfico y crítico traducido al español “Bertolt Brecht: Su vida, su obra, su época”) cuenta que unos meses antes, en febrero, el escritor se encontraba en Milán para asistir a la función de su obra La ópera de tres centavos en el Piccolo Teatro de Milán. Ahí el director sueco Erwin Leiser habló con el y relató su última conversación con Brecht: «La tormenta de nieve golpea contra los vidrios del Hotel Manin. Bromeamos acerca de nuestros comunes males cardíacos. De repente su voz se apaga y dice: “En cualquier caso, uno puede estar seguro de que será una muerte tranquila, un golpe suave en la ventana”».

Así fue en quién le dio muchas vueltas a eso de encontrarse en el trance final y tuvo claro que quería marcharse con la mayor discreción. «En ocasión de mi muerte», solicita por escrito Brecht a la academia de artes, «no quiero permanecer en ningún lado en exhibición pública».

Nos cuenta Ewen que, siguiendo el deseo de Brecht, la lápida de su tumba, situada frente a la del filósofo Hegel en el cementerio de Chausseestrasse, muy cercano a su último hogar, recoge sus propias palabras: «Él hizo propuestas. Nosotros las seguimos». Pero, aunque nunca se inscribió en la lápida, la nombran como si estuviera. Es una frase que está circulando y que se puede tomar.

SELECCIÓN DE POEMAS DE BERTOLT BRECHT

LOA DEL ESTUDIO

¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Estudia el «abc»! No basta, pero
estúdialo. ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Asiste a la escuela, desamparado!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no sabes por ti,
no lo sabes.
Repasa la cuenta,
tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
y pregunta: «Y esto, ¿de qué?»
Estás llamado a ser un dirigente.

PERSEGUIDO POR BUENAS RAZONES

He crecido hijo
de gente acomodada. Mis padres
me pusieron un cuello almidonado, me educaron
en la costumbre de ser servido
y me instruyeron en el arte de dar órdenes. Pero
al llegar a mayor y ver lo que me rodeaba,
no me gustó la gente de mi clase,
ni dar órdenes ni ser servido.
Abandoné mi clase y me uní
al pueblo llano.
 
Así,
criaron a un traidor, le educaron en sus artes, y ahora
él los delata al enemigo.
 
Sí, divulgo secretos. Entre el pueblo
estoy, y explico
cómo engañan, y predigo lo que ha de venir,
pues he sido iniciado en sus planes.
Descuelgo la balanza de su justicia y muestro
sus pesas falsas.
Y sus espías les informan
de que yo estoy con los robados cuando
preparan la rebelión.
 
Me han advertido y me han quitado
lo que gané con mi trabajo. Como no me corregí
me han perseguido,
y aún había en mi casa
escritos en los que descubría
sus planes contra el pueblo. Por eso
dictaron contra mí una orden de detención
por la que se me acusa de pensar de un modo bajo, es decir,
el modo de pensar de los de abajo.
Marcado estoy a fuego, vaya a donde vaya,
para todos los propietarios, mas los no propietarios leen la orden de detención
y me conceden refugio. A ti te persiguen,
me dicen,
por buenas razones.

O TODOS O NINGUNO

Esclavo, ¿quién te liberará?
Los que están en la sima más honda
te verán, compañero,
tus gritos oirán.
Los esclavos te liberarán.
 
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
 
Hambriento, ¿quién te alimentará?
Si tú quieres pan, ven con nosotros,
los que no lo tenemos.
Déjanos enseñarte el camino.
Los hambrientos te alimentarán.
 
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
 
Vencido, ¿quién te puede vengar?
Tú que padeces heridas,
únete a los heridos.
Nosotros, compañero, aunque débiles,
nosotros te podemos vengar.
 
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
 
Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?
Aquel que ya no pueda soportar
su miseria, que se una a los que luchan
porque su día sea el de hoy
y no algún día que ha de llegar.
 
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.

LOA DE LA DIALÉCTICA

Con paso firme se pasea hoy la injusticia.
Los opresores se disponen a dominar otros diez mil años
más.
La violencia garantiza: «Todo seguirá igual.»
No se oye otra voz que la de los dominadores,
y en el mercado grita la explotación: «Ahora es cuando
empiezo.»
Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
«Jamás se logrará lo que queremos».
 
Quien aún esté vivo no diga «jamás».
Lo firme no es firme.
Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan,
hablarán los dominados.
¿Quién puede atreverse a decir «jamás»?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se acabe? De nosotros también.
¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido, que combata!
¿Quién podrá contener al que conoce su condición?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo.

REGAR EL JARDÍN

¡Oh regar el jardín, vivificar lo verde!
¡Regar los árboles sedientos! Se generoso con el agua
y no olvides los arbustos, ni siquiera
los que no tienen fruto, los agotados
y avaros. Y no me olvides
la mala hierba entre las flores, que también
tiene sed. Riega
el césped fresco o seco.
Y refresca hasta el suelo desnudo.

1941

Huyendo de mis compatriotas
he llegado a Finlandia. Amigos
que ayer no conocía disponen camas para mí
en un cuarto limpio. Por la radio
oigo las noticias sobre el triunfo de la escoria humana. Con
curiosidad
considero el mapa de la tierra. Arriba, por Laponia,
hacia el mar Ártico,
todavía veo una pequeña puerta.

A LOS HOMBRES FUTUROS

1
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.
 
¡Qué tiempos estos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
 
Es cierto que aún me gano la vida.
Pero, creedme, es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara, estaría
perdido.)
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
 
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia,
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
 
2
Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
 
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia. Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
 
En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos sin mí. Lo sabía
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
 
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
 
3
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

CANCIÓN DE LA RUEDA HIDRÁULICA

1
Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién?
 
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.
 
2
Tuvimos muchos señores,
tuvimos hienas y tigres,
tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.
 
Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir:
no cambiar de señores, sino no tener ninguno.
 
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.
 
 
3
Se embisten brutalmente, pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos se ponen de pronto todos de acuerdo.
 
Ya no sigue la rueda girando,
y se acaba la farsa divertida
cuando el agua, por fin, libre su fuerza,
se entrega a trabajar para ella sola.

LA LITERATURA SERÁ SOMETIDA A INVESTIGACIÓN

A Martin Anderson Nexö

1
Aquellos que se sentaron en sillas de oro para escribir
serán interrogados
por quienes les tejieron sus vestidos.
No por sus pensamientos sublimes
serán analizados sus libros, sino
por cualquier frase casual que trasluzca
alguna característica de quienes tejían los vestidos;
y esta frase será leída con interés porque pudiera contener
los rasgos de antepasados famosos.
 
Literaturas enteras,
escritas en selectas expresiones,
serán investigadas para encontrar indicios
de que también vivieron rebeldes donde había opresión.
Invocaciones de súplica a seres ultraterrenales
probarán que seres terrenales se alzaban sobre seres
terrenales.
La música exquisita de las palabras dará sólo noticia
de que no había comida para muchos.
 
2
Pero a la vez serán ensalzados
los que en el suelo se sentaban para escribir,
los que se unieron a los de abajo,
los que se unieron a los combatientes.
Y los que informaron de los sufrimientos de los de abajo,
los que informaron de los hechos de los combatientes,
con arte, en el noble lenguaje
antes reservado
a la glorificación de los reyes.
 
Sus descripciones de situaciones dolientes, sus
llamamientos,
llevarán todavía la huella digital
de los de abajo. Porque a éstos fueron transmitidos, y ellos
bajo la camisa sudada, los pasaron
a través de los cordones policíacos
a sus hermanos.
Sí, un tiempo vendrá
en que estos sabios y amables,
llenos de ira y de esperanza,
que se sentaron en el suelo para escribir
y estaban rodeados de pueblo y combatientes,
públicamente serán ensalzados.

PREGUNTAS DE UN OBRERO A UN MÉDICO

¡Nosotros sabemos lo que nos enferma!
Cuando nos sentimos mal nos enteramos
que eres tú el que nos va a curar.
Durante diez años, nos dicen,
en hermosas escuelas
construidas con dinero del pueblo,
aprendiste a curar, y tu ciencia
te ha costado una fortuna.
Tienes que saber curar.
¿Sabes curar?
En tu consultorio
nos arrancan los harapos
y tú aplicas el oído a nuestros cuerpos desnudos.
Una mirada a los harapos te informaría mejor
sobre la causa de nuestra enfermedad.
La misma causa
desgasta nuestros cuerpos y nuestras ropas.
Dices que el dolor en el hombro
proviene de la humedad, de la que
también proviene la mancha que hay
en la pared de nuestra casa.
Dinos entonces:
¿de dónde proviene la humedad?
Exceso de trabajo y falta de comida
nos hacen flacos y débiles.
Tu receta dice:
“Tiene que aumentar de peso.”
Es como decirle al junco
que no debe mojarse
¿Cuánto tiempo nos dedicas?
Es evidente: la alfombra de tu casa
cuesta tanto como cinco mil consultas.
Probablemente dirás que eres inocente.
La mancha de humedad en la pared
de nuestra casa dice lo mismo.

MIGUEL OSCAR MENASSA

Miguel Oscar Menassa, el poeta de la vida | Psicoanálisis y Cultura Moderna
El poeta palestino Mahmud Sobh y Menassa

SELECCIÓN DE POEMAS Y TEXTOS DE MIGUEL OSCAR MENASSA

DIÁLOGO 6
(FRAGMENTO DE CASI UNA AUTOBIOGRAFÍA DE CASI UN PREMIO NOBEL I)

INTERLOCUTOR 2
Déjese de joder y dígame de una vez ¿qué hace?
PROTAGONISTA
Y usted, ¿qué se imagina? ¿Acaso que poseo una pija enorme y en erección permanente?
INTERLOCUTOR 2
A lo mejor estudió mucho a las mujeres y ahora algo las comprende.
PROTAGONISTA
Mire, chaval, no se haga ilusiones…
INTERLOCUTOR 2
No soy ningún chaval, y no veo por qué no me voy a ilusionar.
PROTAGONISTA
Las ilusiones son buenas, a veces tener ilusiones, da energías, pero yo de la mujer aprendí una sola cosa.

INTERLOCUTOR 2
Me la dice, por favor.
PROTAGONISTA
Ningún hombre podrá comprender a ninguna mujer.
INTERLOCUTOR 2
Y como explica eso que me dijo, que existan tantas mujeres a su alrededor. Y creo, que la mayoría está enamorada de su persona.
PROTAGONISTA
Esta vez acertó plenamente. Están a mi lado y me aman y aman.¿Quiere saber por qué?

INTERLOCUTOR 2
Una explicación, por favor.
PROTAGONISTA
Nada de por favor, yo le contesto y usted me paga 1.500.000 euros.
INTERLOCUTOR 2
Ya se lo había dicho, eso está hecho.
El Protagonista camina como nervioso de un lado para otro.
INTERLOCUTOR 2
No me diga que se puso nervioso…; por el dinero o por lo que me tiene que decir.
PROTAGONISTA
El dinero es poco y lo que le tengo que decir es una tontería. Si estuviera nervioso esos no serían los motivos.
INTERLOCUTOR 2
¿Puede decirme, entonces, por qué camina de un lado para otro?
PROTAGONISTA
Hago ejercicio entre las conversaciones. Por consejo médico. Los músculos se relajan y el pensamiento fluye con mayor precisión y velocidad.
INTERLOCUTOR 2
Reconozco que los ejercicios me ponen, a mi, un poco nervioso…
Se produce un silencio mortal.
INTERLOCUTOR 2
Permítame salir airoso de esta situación que se ha producido entre nosotros. Dígame, lo escucho.
PROTAGONISTA
Se lo diré, pero usted tendrá que repasar por qué quiere salir airoso de una conversación.
INTERLOCUTOR 2
Por favor, no quiero más complicaciones.
PROTAGONISTA
Lo que usted pretende saber es algo muy sencillo.
INTERLOCUTOR 2
No se burle más de mí, ¿Qué hace con las mujeres, qué hace?
PROTAGONISTA
Les miento, les miento a todas. Soy un gran actor, con cada mujer distinta, soy un hombre distinto. Para cada mujer distinta, una será la flor y otro el poema ¿entiende?
INTERLOCUTOR 2
No, mucho no entiendo. Pero alguna verdad debe de haber en lo que usted dice.
PROTAGONISTA
Si, alguna verdad y nada de amor.
INTERLOCUTOR 2
¡Será burlón el viejo! Al viejo burlón, algún día alguien le romperá la cara.

POESÍA Y PSICOANÁLISIS
(ESCRITO PUBLICADO EN LA MÁS MÉDULA Y OTRAS INTOXICACIONES
FRAGMENTO DE CASI UNA AUTOBIOGRAFÍA DE CASI UN PREMIO NOBEL I)

Por Miguel Oscar Menassa


Ha llegado la hora de la victoria del poeta, y es por eso que los llamo a la interpretación. Y la interpretación, les recuerdo, es algo que pasa sin pasar del todo, es algo que sabe sin ser sabido. Una herida sin solución de continuidad. Algo que siempre por venir, habrá pasado. Como el amor, como los grandes acontecimientos, que siempre nos toman de sorpresa y cuando se dejan conocer ya son otra cosa.
Y que ha llegado la hora de la victoria del poeta no quiere decir siquiera que ha llegado la hora de nuestra victoria o de la mía propia. Ya que el poeta habrá de someterse al lenguaje hasta el límite de desintegrarse entre las palabras, literalmente, dejar de ser, para que la poesía pueda articular una vida todavía no vivida por nadie, ni siquiera por el poeta en su desaparición.
Que haya llegado la hora de la victoria del poeta quiere decir, directamente, que la victoria ha de ser toda de la poesía, esto no quiere decir exactamente que ahora la poesía habrá de venir a decirnos cómo tendríamos que vivir. Ella nada sabe de la vida. No ama, ni recuerda. Es todo porvenir.
Es una puta francesa de la Marsella del treinta. Ama el oro por el brillo más que por su valor. Loca permanentemente, siempre quiere más y nunca sabe lo que quiere, después, alguien la besa, alguien la marca, alguien la termina matando. Pero Ella no muere, reaparece en cada esquina, en cada boca; en cada música que ya no podamos olvidar, ella estará presente.
Y volverá a hacer la misma caída de ojos y luego amará el brillo del oro hasta agotarlo y,una vez agotado el oro, ella se pondrá sobre la piel, noches, hombres, melodías y así puede volver a morir mil veces, pero lo que nunca pierde es el brillo de su mirada, porque su mirada es la mirada de todas las cosas.
Pero eso tampoco quiere decir que nosotros no tengamos que tener nuestra propia mirada. Y debemos intentar cierta independencia a riesgo de no ser sino ella misma en su repetición de novedades.
Ha llegado la hora de la victoria del poeta, también, quiere decir que la muerte ha tocado toda palabra, todo goce, todo porvenir. Y es, precisamente por eso, que los invito a la interpretación.
Y no será que el agua será el agua pura de un blanco manantial ilusorio. Habrá concreto entre nosotros, porque interpretación para la poesía y, entonces, por qué no para nosotros, es materializar las subjetividades. Materializar como social, toda carne. Materializar como histórico, todo deseo.
Y está claro que si bien la Poesía, también, es un trozo proveniente del lenguaje, casi como nosotros, la poesía nace con tal poder de aniquilación de aquello que la genera, que en su acontecimiento el lenguaje, campo aparente de su posibilidad de ser, queda desaparecido y en tal magnitud, que Ella misma termina siendo lo que de él perdurará.
Interpretación o muerte, no solo habrá sido un aullido desgarrador de nuestra juventud, sino, entre otros sentidos que ya alguien interpretará, una manera moderna de plantear el vel de la alienación. Así tal cual lo plantea Lacan, al elegir la bolsa, pierdo las dos cosas (es decir me quedo sin vida y sin bolsa) y si elijo la vida, que no ha de ser otra que la del esclavo, será una vida mutilada de bolsa, de libertad, es decir, una vida mutilada de vida.
Modernizando el problema, si elijo la muerte me quedo sin siquiera la muerte, ya que la muerte para el hombre no se puede hacer sino solo interpretar. Si elijo la interpretación, también habrá muerte, porque: Qué otra cosa que una puntuación desafortunada es la interpretación? Y si hay falla, si algo se ha perdido, si alguien carece, si habrá nunca sido que sin embargo… es el deseo el que ha rasgado el ser del hombre. Si todo está perdido es la poesía la que habla, nutriéndose de lo que Ella, aun como mujer, nunca será.

CARTA A CESARE PAVESE
En el libro El oficio de morir, Miguel Oscar Menassa

15 de octubre de 1935
Antes de contestar tu carta, te diré, que el quince de octubre, es para mi una fecha memorable.
Si bien es cierto que siempre hace falta un punto de partida, no estoy tan seguro que siempre se necesite, como tú siempre lo intentas, encontrar en cualquier tontería que te pase en tu vida o en tu escritura, un punto de partida. Como si en el origen pudiésemos encontrar lo que no está en tu defecto.
No hay mentes que se adecuen a ciertos mecanismos de creación. Hay mentes creadas por ciertos mecanismos.
Para la poesía no existen los esfuerzos y menos que menos los esfuerzos mecánicos y por otra parte, es absolutamente imposible evadirse de ella o bien sustituirla por tus monótonos frutos espirituales. Ella no teme a lo desconocido, ni a lo inaudito.
Por la ingenuidad de concebir el trabajo mental como interior y el mundo exterior como externo, puedes conquistar en el choque de esa ficción de diferencia, el punto de partida y así, de esta manera, ese espíritu recién nacido, recobrará toda su capacidad de jugar libremente.
Recordar, que has vivido cuatro años de la poesía, como tu dices, te pone melancólico, hasta tal punto melancólico, de hacerte sentir agotada una veta poética después de haber escrito un solo libro. Donde por otra parte, más que una montaña de oro líquido, se ve en él, en la inmensidad de una monotonía donde la naturaleza calla toda verdad, tres o cuatro perlas preciosas, donde el poeta que te termina matando, alcanza más allá del sol o los caminos polvorientos, una dimensión humana.

CUMPLIR 60 AÑOS, CAMARADA

A mi hermana Norma, camarada

Yo también fui camarada de la vida
en la trinchera amable de la amistad
y en la trinchera oscura de la muerte.

Fui zanja hecha pedazos, quieta hoguera,
carne que no sirve para nada, ni el amor,
palabra abierta, plena, que no pudo fluir.

Fui ese pedazo de adoquín sangrante
un tango que se baila sólo en el vivir
las vías del tranvía en la curva mortal.

Un beso en el andén del tren perdido,
estrellas aparcadas en un lejano cielo,
un amor que al morir no existió nunca.

Fui camarada de la tierra americana
sembrando el porvenir de la palabra.
Poesía que en el futuro será el amor.

Camarada, todos juntos atados
luchando por las letras del pan,
por la agonía en buenas manos.

Luchando camarada, todos juntos
por un salario justo, si lo hubiera,
un amor recíproco que no lo hay.

Historias que borran la memoria,
dejando el cuerpo sin recuerdos,
el beso sin sonido de los sueños.

Soy de aquí, camarada, aquí mi vida.
Aquí todas mis plantas, mis lechugas,
las cosas de la tierra en mis amores.

Camarada del agua siembro para ti
frutas del tamaño de altas ilusiones:
todos juntos venciendo a la tristeza.

Mago de mí, ato al cuello del mundo
el cinturón de ausencias del poema,
camarada del cielo lloro la soledad.

y también digo tener para los locos,
los enfermos del alma, un camarada.
Bestia de amor descuartizada y sola.

y fui el gran camarada de la noche,
del hombre insomne que no duerme
y del mundo quiere cambiar el alma.

Camarada de la esbelta mujer acróbata
la que se balancea, sin cesar en el amor.
Cae y alcanza el cenit y no dice palabra.

Camarada de la mujer que sin mirada,
camina sin rumbo de un lado para otro,
sin poder entender porqué nadie la ama.

Camarada del hombre trabajador,
hierro para el amor, débil de futuro,
alguien que ya perdió lo que no fue.

De la mujer trabajadora y su destino:
hacer del pan una verdad y del amor,
un sueño entretejido entre las sombras.

Fui camarada de la letra y la piedra
la letra que llega serena a la palabra,
piedra perdurable del sexo del amor.

Camarada de mí, fui deslumbrado
como deslumbran las estrellas fugaces,
por uno de mis versos que no escribí.

Fui camarada ocioso de la muerte,
la vigilaba, la vigilaba todo el día,
pero en los sueños ella podía más.

Benalmádena apoya al poeta Miguel Óscar Menassa para el Premio Nobel de  Literatura – Guía de Benalmádena

47, POEMA (DE LA MUJER Y YO)

A medida que me acerco a los setenta años
comprendo con lujuria que estoy un poco solo.
Los jóvenes que crecen todo el tiempo
y los adultos que tienen problemas de dinero
y las bellas mujeres que vivirán al lado mío,
hasta que la muerte, en verdad, nos separe,
están muy ocupadas con sus cosas
con su propia vejez que se les viene encima
sin prisa pero sin ningún recato.

Así que te lo digo, a los setenta años,
conseguiré quedarme solo,
sin lazos de amor y de dolor,
solo, atado al mundo que me toca vivir
por palabras, por versos, algo de música
algún color desesperado con luz propia.
Pensando así, la verdad, amor mío
¿a quién no le gustaría envejecer?

A mí, me dijo ella, a mí
no me gustaría envejecer ni sola
ni mal acompañada y ya más de mil veces,
te dije, amado mío, que envejecen las plantas,
los muebles, el pavimento, las armas de guerra
pero la mujer, el sexo y la alegría no envejecen.

La sentí tan segura que llegué a pensar
que ella, de alguna manera, me decía:
Podrán envejecer hasta tus versos
pero nuestro amor, querido, no envejecerá,
aquí estoy yo, para sostenerlo,
y era tan hermosa cuando lo decía
que yo la vi diosa y desnuda,
desnuda y valiente toda para mí
y ahí fue cuando no tuve
miedo de envejecer o de morir.

Ella me habló del mar y yo lo entendí todo:
su carne esplendorosa sería la guarida
de mi vida carnal y mi palabra
y su carne, sin límites, del deseo,
la pulsión desmedida de mi canto,
será tumba de amor para mis huesos.

Palabra contra piedra, piedra contra palabra
se escribirá una historia, tal vez, de amor.

Hoy dos amantes mueren y, a la vez,
perduran en un verso de amor
donde la muerte atada por palabras
unidas entre sí al sol,
ocupada, con alguna inocencia,
de sus cosas, nos dejará
vivir un día más, un amor más,
nos dejará terminar este poema.

Y, después, dijo ella resignada,
la muerte perseguirá a los amantes
hasta alcanzarlos y algo les dirá,
algo les dirá, repitió ella, interrogándome.

Bueno, le dije yo, tranquilizándola,
si se tratara de nosotros dos
la muerte no diría nada.
Se quedaría enmudecida, pálida de dolor,
por tener que matar tanta hermosura.

Pero algún día, igual, lo hará
insistió ella, terca y ensombrecida
y yo, macho y cantor,
sin darme cuenta de mis años
le dije toda la verdad:

Tenemos como cien años, amor mío,
algún día vendrá.

DON ALFONSO
(DEL LIBRO LA MUJER DEL SIGLO XXI, PACIENTES CASI NORMALES N° 1)


La noticia apareció en todos los diarios y en todos los noticieros de televisión. Ha muerto a los ciento cinco años, Don Alfonso, aparentemente de nada, solo ha muerto. Don Alfonso se psicoanalizó hasta los ciento cuatro años, se fue y me dijo: me voy para que usted que me hizo tanto bien no me vea morir pero antes de irme quiero que me prometa que cuando yo muera, usted publicará mi caso clínico por favor. Se psicoanalizó casi veinticinco años, me consultó por primera vez cuando cumplio ochenta años. Se sentó donde yo le había indicado y me pregunto: Usted, que edad tiene? La pregunta me impactó y decidí contestarle con una pregunta: Y usted, ¿Para qué quiere saber mi edad? No pensaba hablar de esto, pero fue lo primero que se me ocurrió. Mis condiciones de salud son algo precarias necesito más de diez años de análisis para morir dignamente. Mire Don Alfonso, yo hace muchos años que trabajo con mucho entusiasmo, intentando vivir hasta los 120 años pero parece que usted piensa morirse a los 90. Si, es verdad, yo pienso eso. Tranquilo Don Alfonso, puede morirse cuando lo crea oportuno, yo no pienso seguirlo. Entonces, puedo comenzar esta relación con confianza? Yo moriré antes que usted, acertó Don Alfonso. Usted morirá antes que yo. Por hoy es suficiente, vamos a dejar, nos vemos el Miércoles próximo. ¿Que ya me tengo que ir? Y yo… ironizando le conteste mientras abría la puerta del consultorio. No, todavía no está curado, tiene que volver el próximo Miércoles. Se sonrió, me dio la mano y me dijo: gracias. Antes de llegar a la puerta me pregunto: Y cuanto me va a cobrar? Y yo le dije, concluyendo, eso lo veremos la próxima vez.
Yo tenía setenta años, el ochenta. ¿Por qué me pregunto cuántos años pensaba vivir? Lo que sí era cierto, es que era la primera vez en toda mi carrera que un hombre de ochenta años, quisiera comenzar su psicoanálisis para morir dignamente. Andaré con cuidado, lo que tengo que suponer es que él me preguntó: ¿Usted con su experiencia cree de verdad que voy a vivir esos quince años que necesito? Y yo que estaba optimista tendría que haberle dicho, algo normal, ya verá. Pero no le dije nada, sin duda Don Alfonso ya me habría hecho equivocar frente a la pregunta. Yo sentía que hablaba de mi muerte, por eso el desconcierto. Pero el que había hablado era él, estaba claro, hablaba de su propia muerte. Tal vez su pregunta fue: Tendrá algún tiempo libre si yo necesito venir a verlo más de una vez por semana? No pude escuchar esa pregunta, por prejuicios sobre la tercera edad. Para que un hombre de ochenta años, va a necesitar verme más de una vez por semana? Yo me sentía muy joven. Don Alfonso, solo tenía diez años más que yo, por qué habría de sentirse acabado, roto. Mi propio padre murió antes de cumplir 80 años, pero a Don Alfonso a los ochenta años, no se le notaba por ningún lado, además, no era mi padre. Me quedé muy tranquilo, pensando que Don Alfonso, desde mi último pensamiento, había comenzado su tratamiento psicoanalítico. La cámara se queda en el apartamento del médico hasta desaparecer.
Don Alfonso aparece sentado en la mesa de un bar céntrico, acompañado de dos bellas mujeres.
Leticia 65 años y Dolores 45, ambas muy elegantes y bellas y se las ve muy cariñosas entre ellas y con Don Alfonso. Las dos mujeres reían y comentaban en voz alta.
Don Alfonso estaba callado como perplejo, tal vez triste.
Leticia primero y después Dolores, le preguntaron si pasaba algo, si existía algún problema?
No, problema ninguno, hoy tuve mi primera sesión de psicoanálisis y sentí que tendría que haber comenzado hace veinte años, y eso algo me ensombreció. Pero qué te ha dicho? Nada, no me dijo nada. Bueno, algo me dijo, cuando le pregunté su edad, me contestó que no me preocupara, que yo moriría antes que él.
Y encima Don Alfonso se quedó callado mirando el cuerpo de las dos mujeres. Dolores dijo y encima que?, bueno, no quiero seguir hablando de eso, en este momento lo primero que deseo es hacer el amor con ustedes dos juntas. Claro, pero se y lo acepto, que por ahora eso no es posible.
Leticia: Vamos Alfonso, encima. ¿Qué te dijo? No se si me lo dijo, pero estoy segura que lo pensó. Cuando yo le dije que necesitaba vivir quince años más, él me dijo o lo insinuó o lo pensó. ¿Por qué quince y no veinticinco? Las dos mujeres se levantan y besan a Don Alfonso con entusiasmo. Nos vamos, dijo Dolores. ¿Dónde? A trabajar. Vale! Si van a trabajar, vale!. Mientras caminaba moviendo sus nalgas para Don Alfonso que la seguiría hasta doblar la esquina, Dolores preguntó: Tú haces el amor con Don Alfonso?
Leticia: Si, claro, por supuesto, desde que nos conocemos y tú?
Dolores: Bueno, al principio fue muy difícil para mí. Era muy joven y un poco moralista. Hacer el amor con un hombre treinta años mayor que yo, ni me lo podía imaginar, después, ¿Hiciste el amor algún día con él?
Viste como es Don Alfonso cuando se le mete algo en la cabeza, la mayoría de las veces, lo consigue. Está bien nena, vamos a trabajar, gozaste? Perdón Leticia, “como una loca” y todavía me pasa igual. A mi también me pasa que sin entender cómo, lo consigue, siempre me hace gozar, siempre. Siempre? Si, siempre, hasta cuando me hace imaginar que hace el amor contigo, también gozo, bueno, él me lo hace imaginar. Pero yo te deseo cuando susurra tu nombre en mis oídos, suelo tener los orgasmos mas bonitos. Tengo que reconocer que eres más grande que yo, a mi me da unos celos terribles de solo pensar que hace el amor contigo y vaya a saber si con alguien más, no lo soporto, pero lo amo tanto y gozo tanto estando con él, que los celos no me importan mucho, a veces pienso que son fantasias mias. Deseos querrás decir, deseos de que?. De la mujer que te produce celos.
Lo único que me faltaba, los primeros años lo perdí por no reconocer que yo lo deseaba y ahora qué? Tengo que reconocer desear a las mujeres? De ninguna manera, yo estoy bien como estoy. La verdad yo no insisto y te lo dije porque tengo miedo de que si lo deseas, él pueda morirse ahí abrazado a nuestros cuerpos desnudos. Mejor dejemos todo como está, si, mejor, aunque los tres desnudos y él muriendo en el abrazo con las dos me puso cachonda, pero dejemos todo como está.
En una casa bien situada y cómoda, en el centro de la ciudad Don Alfonso está pintando y dos mujeres como de unos setenta años, pintan en el mismo taller, cada uno separado del otro un metro y medio, pintan de diferentes maneras y temáticas diferentes, pero mientras pintan casi sin mirarse, escuchan musica y poesia y hablan entre ellos.
Don Alfonso, sin dejar de pintar: anoche tuve un sueño donde las amaba intensamente. Las dos mujeres se miran y hacen un gesto como de haberse molestado con la frase.
Don Alfonso percibe el malestar y dice: ¿Qué pasa? No les gusto que soñara con ustedes dos? ¿Qué hubiesen preferido? Tal vez si soñara con dos mujeres bellas y apasionadas, si las hubiera….. Y yo las amaba intensamente y comprará dos billetes en primera clase y nos escaparamos los tres al Caribe y ustedes dos morían aplastadas por la indignación y los celos?
Bueno, no exageres. Que nada senoritas. Anoche soñé un profundo sueño donde las amaba intensamente. Siguen pintando en un profundo silencio que rompe Don Alfonso. No me van a preguntar qué entendía yo por amarlas intensamente?
Si, te vamos a preguntar pero a la noche. Siguieron pintando cada uno su tela y comenzaron a hacer comentarios sobre la cena de la noche. Fuego rojo, que noche será esta noche con todo lo que pasara, compraremos manjares, beberemos algún vino y el Rey nos amará intensamente.
Eso fue un sueño y pasó ayer a la noche,no creo que se repita. Y eso que tiene que ver? No estás tan viejo, y se acercan las dos y comienzan a besarlo, a acariciarlo. Tu piel es joven y suave y tu mirada violenta, siguen besándolo y acariciándolo hasta que él hace como que se rinde y comienza a acariciar las piernas y nalgas de las dos mujeres.
Don Alfonso: las amo, con ustedes dos puedo siempre, vuestro amor, vuestro deseo correspondido me brinda un goce incalculable, por eso puedo siempre. Nosotras siempre tenemos deseos de hacer el amor.
Don Alfonso se abrocha los pantalones, mira tiernamente a dos mujeres y dice: ¿De verdad quieren saber eso? Si, claro, por supuesto.
Don Alfonso: se terminó de arreglar para salir y se miró en el espejo y a las dos mujeres a la vez dijo: Ustedes dos siempre desean hacer el amor. Silencio apasionado…… de desear juntas las dos mujeres. Hasta luego, nos vemos a la cena, ha sido formidable estar con ustedes, así casi sin pensarlo. (Cambio de vestuario).
Se viste mucho mejor y más caro y sale. La cámara se olvida de las mujeres y lo sigue mientras se cambia de ropa. Cada vez que encuentra su cara en el espejo, recita una frase: La vejez es siempre la vejez, pero puede haber vejeces diferentes. No hay que dejar las cosas para mañana, porque por ahí, el mañana te encuentra muerto. Espejo delirante, el alma no se arruga, le hace como un corte de mangas al espejo. Luego aparece sentado en el banco de una plaza, él sentado en el banco muy cómodo y las dos mujeres en el césped, hablando como indiferentes pero mostrando parte de su piernas y hasta las bragas.

CUADERNO DE NOTAS (Inedito).

No serás capaz de amarme, ni de abandonarme, no te necesito.
A los que me enseñaron a mentir y en particular a mis padres.
La muerte de Juan Jacobo Bajarlia y Leopoldo de Luis y mi cumpleaños número sesenta y seis, han dejado huella en mi. Yo quiero ser escritor como ellos y morir después de los noventa, bueno, mucho no pido. Con un cuarto de siglo,(veinticinco años) me alcanza para modificar la humanidad, claro, si alguien me lo pidiera.

            *** *** *** ***

Lo que más deseo a partir de hoy es que me permitan trabajar de psicoanalista, el resto será fácil.

            *** *** *** ***

Primero, poder amar, cuidar lo que me sostiene y entonces el cine, la poesía y hasta el alma, estarán ahí esperándome.

            *** *** *** ***

Un día la locura fue total, me pidió la vida y se la di.
Cuando tuvo esa sensación que ella le pedía la vida y usted se la daba – le pregunto y puede responder con libertad, estoy preparado-. Cuando ella le pidió la vida y usted se la dio, tenía alguna vida… ¿Vivía algún amor?
No, mire, en un momento de mi vida si, algo de razón tiene, esa mierda de vida es mi vida.
Ah, entiendo, cuando usted le hubiera dado la vida si ella se lo pedía, usted le hubiera dado un cadáver, no una vida. Ella, claramente, la hubiera rechazado.

            *** *** *** ***

Quiero saber cual será el alcance de mi vida, porque de mi poesía ya lo sé, me sobrevivirá.

            *** *** *** ***

Aquello que me rodea no está cerca de mí, aquello que me rodea está cerca de mi pensamiento. (Lease escritura).

            *** *** *** ***

La lucha entre mis deseos y mis posibilidades es feroz.

            *** *** *** ***

No tengo que preocuparme por la muerte, algún día vendrá. La vida, mi vida tendría que ser mi única preocupación. Habiendo vida, el resto viene solo. Habiendo muerte, no hay resto.

            *** *** *** ***

Antes lloraba, me dijo ella. porque había perdido cinco mil euros y ahora lloro por haberlos encontrado.

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