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64. Poesía más Poesía: Blaise Cendras

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BLAISE CENDRAS

BIOGRAFÍA

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Fréderic Louis Sauser, nació en 1887 en Suiza, y murió en París en 1961.

Nacido en una familia burguesa de origen bernés, aunque francófona, durante su infancia, seguirá a sus padres a Egipto, Nápoles, Basilea, hasta llegar a un internado en Alemania. En 1902 la familia se traslada a Neuchatel. El adolescente Sauser es un muchacho demasiado sensible, algo triste y solitario, que gusta de los deportes (la natación y el fútbol particularmente), pero por sobre todo se refugia obsesivamente en la lectura. Verne será uno de sus autores predilectos, aunque también la Geografía, de Elisée Reclus. La astronomía popular, de Gustave Flammarion, y los tres gruesos volúmenes ilustrados de Los viajes de Thomas Cook, de Johann Wäber. Y también Las hijas del fuego, de Nerval. Consume diarios y revistas. Sin embargo, algo no funciona.
El 6 de julio de 1904 llega a la oficina de su padre el boletín escolar que consigna 255 horas de ausencia, 347 horas de ausencia no justificadas, 20 horas de “arresto”. Las notas son mediocres en casi todas las materias y las observaciones desastrosas: negligencia, indisciplina, desorden, insubordinación. Es mucho más de lo que una familia suiza puede soportar. Encerrado en su habitación, Freddy hace una amalgama de todas sus fugas anteriores y toma la decisión: “Partiré. Lejos. No me queda más remedio que irme. Aquí estoy de sobra”.
Toma algún dinero, cigarrillos, por la ventana sale a un balcón, pasa a otro, a la calle, a la estación. El primer tren lo conduce a Alemania y de allí aborda otro que será decisivo en la literatura de este siglo: el Transiberiano. La aventura de Freddy tendrá la forma de un viaje iniciático: el paso de la adolescencia a la adultez será brutal.
A su llegada a San Petersburgo el primer día de 1905, se emplea en la joyería de M.H.A. Leuba, pero son otros los acontecimientos que lo sorprenden.
El 9 de enero, conocido como el “domingo rojo”, testimonia los primeros signos de la revolución: los manifestantes que marchan hacia el Palacio de Invierno para presentar sus súplicas al zar son masacrados por la caballería de cosacos.
Mientras prepara joyas para la burguesía, Freddy hace sus primeros contactos con los anarquistas. Su mejor amigo, el camarada que lo inicia en las técnicas revolucionarias, es encarcelado y condenado a muerte.
Otro amigo se le revela inesperado: un bibliotecario a quien se conocerá como R.R., Freddy demostrará una curiosidad insaciable, y el ruso se le doblegará sin dificultades. R. R. ve en este joven el germen de un poeta excepcional.
Mientras revela el peso y los secretos de las gemas, Freddy da sus primeros pasos en la escritura. Abre un cuaderno con una cita de L´Atala de Chateaubriand: “Hombre, no eres más que un ensueño rápido, un sueño doloroso”.

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En esa época escribe La Leyenda de Novgorod o del oro gris, que el propio Sozonov, el bibliotecario, traduce al ruso y del que imprime 14 ejemplares en blanco sobre papel negro. Hasta 1996, no se supo de ningún ejemplar de este mítico libro que se encontraba en todas sus bibliografías desde su primer libro “oficial” en 1912, (Secuencias).
Muchos opinan incluso que ese libro nunca existió, acrecentando de ese modo la fama de fabulador que siempre le persiguió en vida e incluso después de muerto. Un poeta declaró haber encontrado un ejemplar en los anaqueles de un librero búlgaro en 1996. No se tiene la certeza de que el ejemplar sea auténtico.
La muerte de Marie-Louise, la madre de Blaise, el 12 de febrero de 1908, provoca la dispersión de la familia Sauser. La tragedia ya había mostrado sus cartas premonitorias. Hélène Kleinman, primer amor de Freddy con quien vivió una intensa relación en San Petersburgo, murió quemada en su habitación en un confuso episodio. Cendrars se dirige a Berna y se inscribe en la facultad de Medicina para estudiar “las enfermedades de la voluntad, las causas de los disturbios nerviosos”. Pero no encuentra las respuestas a las preguntas que le preocupan acerca del ser humano, su psique o su comportamiento. Influido por el Latín Místico de Remy de Gourmont, escribe “Secuencias”, su primer libro de poesía.
Al no encontrar respuestas para sus propios desórdenes cambia los objetivos de su curiosidad. Se inscribe en filosofía y profundiza los significados de la literatura y la prosodia, al tiempo que estudia música (armonía y contrapunto) con pasión, bajo la guía del profesor Hess-Ruetchi, organista de la Catedral.
Tras una corta estancia en París, regresa a San Petersburgo, en donde escribe su primera novela, Moganni Nameh que no se publicará hasta 1922, en 4 entregas en la revista Les Feuilles libres, y se sumerge en la lectura de Schopenhauer; una revelación se le aparece en una frase de este que ilumina su relación con la realidad: “el mundo es mi representación”. A partir de ese momento hace de su vida un poema y escribe la vida en su poesía.

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Cendrars en 1916


Su estancia en los Estados Unidos le muestra el camino, nuevo y sometido a las leyes de la mecánica, de la velocidad, de la modernidad, en las que el mundo se embarca, persiguiendo una forma adecuada de expresión, hambriento, alucinado, redacta su primer poema largo, Semana Santa en Nueva York que será siempre “su más hermosa noche de escritura”: un poema considerado el fundador de la poesía moderna.
En 1912 regresa a París, pero ya sabe cuál es su verdadera vocación; funda una revista, Les Hommes Nouveaux junto a Emil Szyttya, un conocido anarquista. Traba amistad con personalidades artísticas y literarias: Apollinaire, Chagall, Fernand Léger, Léopold Survage, Modigliani, Csaky, Oleksandr Arjípenko, Robert y Sonia Delaunay. Con esta publica en 1913 su Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia, primer libro simultáneo (el texto y la imagen están estrechamente relacionados para producir en el lector una nueva emoción artística) que originará una encendida polémica.
En 1914 estalla la primera guerra mundial, se alista en la Legión Extranjera, al inicio de la contienda, fue herido en Champagne el 28 de septiembre de 1915, siéndole amputado su antebrazo derecho.
Publica “La Guerra en Luxemburgo” (el jardín), y un largo texto en prosa: “He matado”, primer libro ilustrado por Fernand Léger, que se puede incluir entre las páginas más bellas que se hayan podido escribir acerca de la guerra:
“Mil millones de individuos me dedicaron toda su actividad de un día, su fuerza, su talento, su ciencia, su inteligencia, sus costumbres, sus sentimientos, su corazón. Y he aquí que hoy, tengo el cuchillo en la mano. El Eustache de Bonnot. “¡Viva la humanidad!”. Palpo una fría verdad que se suma a una hoja cortante. Tengo razón. Mi joven pasado deportivo tiene que bastar. Aquí estoy con los nervios tensos, los músculos estirados, dispuesto a saltar en la realidad. He desafiado al torpedo, al cañón, a las minas, al fuego, al gas, a las ametralladoras, a toda la maquinaria anónima, demoníaca, sistemática, ciega. Voy a desafiar al hombre, mi semejante. Un mono. Ojo por ojo, diente por diente. Ahora será entre nosotros dos. A puñetazos, a cuchilladas. Sin piedad, salto encima de mi antagonista. Le doy un golpe terrible. La cabeza está casi separada. He matado al Boche. He sido más listo y más rápido que él. Más directo. He dado primero. Tengo sentido de la realidad, yo, poeta. He actuado. He matado. Como el que desea vivir”.
Es nacionalizado francés en 1916.
“Profundo hoy” confirma su interés por una visión poética de la modernidad. Se interesa además por el cine y publica un guion: El fin del mundo filmado por el ángel de Notre-Dame, también ilustrado por su amigo, Fernand Léger.
Su tercer poema “homérico”, “Panamá, o las aventuras de mis siete tíos” aparecerá en 1918. A éste siguieron “Diecinueve poemas elásticos”, en donde recoge los poemas escritos antes de la guerra y que anuncian los Alcoholes de Apollinaire.
Deja París, deseoso de encontrar una mayor libertad y decide trabajar en pueblecitos del sur de Francia, a la vez que se muestra interesado por el cine. Trabaja como ayudante de Abel Gance, y colabora en J’accuse (1919) y La Roue (1923) en las que incluso hizo de figurante, ya que con su brazo amputado era un herido muy verosímil.
En 1920, trabaja de director en Roma, en donde dirige La venere nera. También escribe para los Ballets Suecos La Creación del Mundo, con música de Darius Milhaud y decorados y vestuario de Fernand Léger.

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Apasionado por África, al igual que otros muchos escritores de la época, será el primero que reunirá los textos más importantes de la tradición oral africana en su “Antología negra” que aparece en 1921.
Los modernistas de São Paulo lo invitan en 1924 y viaja a Brasil, en donde conocerá entre otros al pintor Cicero Dias. Descubrió el imaginario de los cuentos africanos gracias a las lecturas realizadas, ya que nunca puso un pie en África, “a excepción de una breve parada en Dakar” durante una pequeña escala marítima en 1924 de camino a Brasil.
Su contacto con estos textos se limita a la selección que hace de algunos de ellos, entre los que el joven escritor Raymond Radiguet (1903-1923) consigue reunir y copiar para él en la Biblioteca Nacional de París, seleccionados, eso sí, de entre las mejores fuentes.
Con el fin de modernizarlos, Blaise Cendrars volverá a recrearlos y a reproducirlos como los misioneros y los exploradores los habían transmitido hasta Europa, pero borrando las referencias de tiempo y de lugar.
Con mucha admiración y respeto, los reúne en función de su autenticidad. Obviamente, se involucra en su escritura para que sean más accesibles, tiene que “volver a trabajarlos”, a veces los reformula y los organiza temáticamente, pero dejando sus formas, sus ritmos y su originalidad.
Así, en 1921, publica su “Antología Negra”, considerada por Joubert como el primer gran monumento literario a la gloria del cuento africano.
Es también el primer libro publicado por Cendrars, y rápidamente se convierte en un éxito. Le seguirán sus “Pequeños cuentos negros para divertir a los niños de los blancos” en 1928, no tan específicamente dirigidos a los lectores jóvenes.

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La consideración de esta literatura oral es un acto muy atrevido para la época: en este retorno al primitivismo, algunos detectan indicios de racismo, mientras que Cendrars lo que pretende es aumentar el interés por un mundo negro diferente, otro muy distinto, y para nada inferior.
Finalmente, son los “Cuentos Modernos” los que cierran la obra.
En 1924, publica su último libro de poemas: Kodak.
En 1925, decide abandonar la poesía y dedicarse a la novela. Escribe “El oro”, éxito mundial que revoluciona el género de la novela. A esta novela seguirán “Moravagine”, “El Plan de la Aguja” y “Las Confesiones de Dan Yack” (que está a punto de ganar el Premio Goncourt) y tres volúmenes de cuentos.
También es el creador del género el “reportaje literario” con “Ron – La aventura de Jean Galmot”, y también “Hollywood, la Meca del cine” (ilustrado con 29 dibujos del natural de Jean Guérin).
En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial trabajará como corresponsal de guerra para el ejército británico.

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De todos sus reportajes, que aparecen publicados en “Paris Soir”, saldrá un libro, “Con el ejército inglés”, que aparecerá en la lista Otto y cuya tirada quemarán en su casi totalidad los alemanes.
La invasión alemana le afectará mucho, se exiliará a Aix-en-Provence y durante tres años no escribirá nada.
Tras ese largo silencio publicará “El hombre fulminado, La mano cortada, Bourlinguer y La urbanización del cielo” que forman una tetralogía. De hecho están escritas como si fueran obras musicales, con su ritmo, sus ‘cuadros’ numerados, los párrafos y las frases medidos: Cendrars se reencuentra con su formación musical, perenne en su escritura, pero que adopta una nueva dimensión en estas grandes novelas relacionadas con su vida.
El 27 de octubre de 1949, contrae matrimonio con Raymone Duchâteau, su enamorada de siempre en Sigriswil en la región del Oberland bernés.
Escribe, para incluirlo en su novela “La torre Eiffel sideral”: “Deseaba decir a los jóvenes de hoy que les engañan, que la vida no es un dilema y que entre las dos ideologías opuestas entre las que se les fuerza a optar, está la vida, la vida, con sus turbadoras y milagrosas contradicciones, la vida y sus ilimitadas posibilidades, sus absurdos mucho más capaces de alegrarnos que las idioteces y simplezas de la “política”, y que por lo que tienen que optar es por la vida, a pesar de la atracción del suicidio, individual o colectivo, y de su fulminante lógica científica. No hay más posible elección. ¡Vivir!”.
En 1950 regresa a París. En 1956 escribe su última obra, una novela: “¡Llévame al fin del mundo!”. Enfermo, alcanza el grado de Comendador de la Legión de honor en 1960, distinción que le impone André Malraux.
Muere el 21 de enero de 1961, justo después de haber obtenido in extremis su único galardón literario oficial en vida: el Gran Premio Literario de la Ciudad de París. En el momento de su muerte, Cendrars tenía más de 30 novelas en preparación.
Entre 1961 y 1994 los restos de Blaise Cendrars reposaron en el Cementerio de Batignolles de París. Pero en 1994 sus restos se trasladaron al cementerio de Le Tremblay-sur-Mauldre en Yvelines, donde la familia poseía desde 1918 una residencia, su “casita de campo”.

Blaise Cendrars con su esposa fotografía de Irving Penn 1950 - Poesia Online
Blaise Cendrars con su esposa_fotografía de Irving Penn, 1950

Dijo de él Henry Miller: “Él fue una especie de Brahmán à rebours, como decía de sí mismo, un Brahmán que es el enviado plenipotenciario del principio activo mismo. Él es el hombre del sueño que él está soñando, y será eso hasta que el sueño termine.”

POEMAS

En el vientre de mi madre

 En mi primer hogar
Todo era redondo
Muy a menudo me imagino cómo podría
haber estado…
 
Mis pies sobre tu corazón, mamá
Mis rodillas contra tu hígado
Las manos crispadas en el conducto
Que termina en tu vientre
 
La espalda torcida como espiral
Las orejas completas los ojos vacíos
Todo encogido tenso
La cabeza casi saliendo de tu cuerpo
 
Mi cráneo en tu orificio
Yo gozoso de tu salud
Del calor de tu sangre
De los abrazos de papá
 
Muy a menudo un híbrido fuego
Electrizaba mis tinieblas
Un golpe sobre mi cráneo
me ablandaba
Y era lanzado contra tu corazón
 
Entonces el gran músculo de tu vagina
se contraía duramente
Yo dolorosamente cedía
Y tú me inundabas con tu sangre
 
Mi frente todavía está abollada
Por los porrazos de mi padre
¿Por qué permitir que eso suceda
y quedar medio estrangulado?
 
Si hubiera podido abrir la boca
Te habría mordido
Si hubiera podido hablar Habría dicho:   
¡Mierda, no quiero vivir!

( de En el corazón del mundo)

Martes de carnaval

Los rascacielos se resquebrajan
Allá en el fondo encontré al viejo Canudo
de buen humor
Por cinco centavos
En una librería de la Calle 14
Religiosamente
Tu improvisación de la Novena Sinfonía
de Beethoven
Se ve Nueva York como una Venecia
comercial al Occidente del Océano
 
La Cruz labrada
Danza
No hay gobierno local
No hay aerofagia
No hay pirámide espiritual
No comprendo la palabra “imperialismo”
pero en tu granero
Entre los monos titís los indios y las
bellas damas
Llegó el poeta
Verbo colorido
 
Hay horas que suenan
a montón de piedras
Cuerno de marfil de Rolando
Mi cuchitril en Nueva York
Mis libros
Los telegramas
Y el sol te trae los bellos cuerpos
de ahora en recortes de periódicos
Esas mantillas

                                                (de 19 poemas elásticos) 

Prosa del Transiberiano y de la Pequeña Juana de Francia

-Dedicada a los músicos-

En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi infancia
Estaba a 16.000 leguas del lugar de mi nacimiento
Me hallaba en Moscú,
en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres
Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca
Que mi corazón, alternativamente,
ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Cuando se pone el sol.

Y mis ojos iluminaban antiguos senderos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía llegar hasta el fondo de las cosas.

El Kremlin era como una inmensa torta tártara
Crujiente de oro.

Con las grandes almendras de las catedrales
inmensamente blancas
y el oro empalagoso de las campanas…
Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode
Yo tenía sed
Y descifraba caracteres cuneiformes
Luego, de pronto, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza
y también mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros
y esto era las últimas reminiscencias del último día
Del postrer viaje
y del mar.

No obstante, yo era un poeta muy malo.
No sabía llegar al fondo de las cosas.
Tenía hambre
Y a todos los días y a todas las mujeres en los cafés y a todas las copas
Habría querido beberlas y romperlas
Y a todas las vitrinas y a todas las calles
Y a todas las casas y a todas las vidas
Y a todas las ruedas de los coches que giraban
como torbellinos sobre los malos empedrados
Habría querido hundirlas en un gran horno de espadas
y habría querido moler todos los huesos
Y arrancar todas las lenguas
y licuar todos esos grandes cuerpos extraños
y desnudos bajo la ropa que me vuelven loco.

Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…

Y el sol era una inmensa herida que se abría como un brasero.

En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería alimentarme de llamas
y no me bastaban las torres y las estaciones que cubrían mi ojos de estrellas
En Siberia rugía el cañón, había guerra
Hambre frío peste cólera
y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas

En todas las estaciones veía partir todos los últimos trenes
Ya nadie podía salir porque no se vendían más boletos
Y los soldados que se iban hubieran preferido quedarse…
Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorode.
Yo, el mal poeta que no quería ir a ninguna parte, podía ir a todos lados
Y también los comerciantes todavía tenían dinero suficiente
Para ir a intentar hacer fortuna.
Su tren salía todos los viernes de mañana.
Se decía que había muchos muertos.

Uno llevaba cien cajas de despertadores y cucús de la Selva Negra
Otros cajas de sombreros, cilindros y un surtido de tirabuzones de Sheffield 
Otros ataúdes de Malmoe llenos de latas de conservas y sardinas en aceite
También había muchas mujeres
Mujeres entrepiernas en alquiler que también podían usarse
Ataúdes
Todas pagaban impuestos

Se decía que había muchos muertos allí
Ellas viajaban con tarifa reducida
Y todas tenían una cuenta corriente en el banco.

Pues bien, un viernes de mañana me llegó la hora por fin
Estábamos en diciembre
y también yo partí para acompañar al viajante joyero que iba a Jarbín
Teníamos dos asientos en el expreso y 34 cofres de joyería de Pforzheim
Pacotilla alemana «Made in Germany»
Me había vestido de punta en blanco, y al subir al tren se me perdió un botón
-Lo recuerdo, lo recuerdo, a menudo pienso en ello desde entonces-

Yo dormía sobre los cofres y me sentía muy contento
de poder jugar con la Browning niquelada que también me había dado
Me sentía muy feliz despreocupado
Creía jugar a los bandoleros
Habíamos robado el tesoro de Golconda
Y, gracias al transiberiano, íbamos a ocultarlo del otro lado del mundo

Yo tenía que defenderlo contra los ladrones del Ural
que habían atacado a los saltimbanquis de Julio Verne
Contra los Junguzes, los boxers de la China
Y los rabiosos pequeños mongoles del Gran Lama
Alibabá y los cuarenta ladrones
Y los fieles del terrible Viejo de la montaña
Y sobre todo, contra los más modernos
Los rateros de hotel
Y los especialistas de los expresos internacionales

Y sin embargo, y sin embargo
Estaba triste como un niño
Los ritmos del tren
La «médula ferrocarrilera» de los psiquiatras americanos
El ruido de las puertas de las voces de los ejes rechinando sobre los rieles congelados
El ferlín de oro de mi futuro
Mi browning el piano y los juramentos de los jugadores
de cartas en el compartimento de al lado
La deslumbrante presencia de Juana
El hombre de anteojos azules que se paseaba nerviosamente
por el corredor y me miraba al pasar

Murmullos de mujeres
Y el silbido del vapor
Y el eterno ruido de las ruedas locas en los carriles celestes
Los vidrios están escarchados
¡La naturaleza no existe!
Y detrás, las llanuras siberianas el cielo bajo y las grandes sombras de los
Taciturnos que suben y bajan
Estoy acostado sobre una manta de viaje
Colorida
Como mi vida
Y mi vida no me abriga más que esa manta
Escocesa
Y toda Europa entre/vista por el parabrisas de un expreso a toda máquina

No es más rica que mi vida
Mi pobre vida
Esta manta
Deshilachada sobre cofres llenos de oro
Con los que viajo
Sueño
Fumo
y la única llama del universo
Es un pobre pensamiento…

Desde el fondo de mi corazón me brotan lágrimas
Si pienso, Amor, en mi querida;
Ella no es más que una niña, a quien encontré así
Pálida, inmaculada, en el fondo de un burdel.

No es más que una niña, rubia, risueña y triste,
No sonríe y nunca llora;
Pero en el fondo de sus ojos, cuando te deja beber en ellos,
Tiembla un dulce lis de plata, la flor del poeta.
Es dulce y muda, sin ningún reproche,
Con un largo estremecimiento cuando tú te aproximas;
Pero cuando yo voy hacia ella, por aquí, por allá, festivo,
Ella da un paso, luego cierra los ojos, y da un paso.
Porque es mi amor, y las otras mujeres
Sólo tienen vestidos de oro sobre grandes cuerpos llameantes,
Mi pobre amiga está tan desamparada,
Está toda desnuda, no tiene cuerpo, es demasiado pobre.
No es más que una flor cándida, endeble,
La flor del poeta, un pobre lis de plata,
Muy frío, muy solo, y ya tan mustio
Que me brotan las lágrimas si pienso en su corazón.

Y esta noche es similar a otras cien mil cuando un tren rasga la noche

-Caen los cometas-

Y el hombre y la mujer, aún jóvenes, se divierten haciendo el amor.
El cielo es como la carpa desgarrada de un circo pobre
en un pueblito de pescadores
En Flandres
El sol es un quinqué humoso
Y en lo más alto de un trapecio una mujer representa la luna.
El clarinete la corneta una agria flauta y un mal tambor

Y aquí está mi cuna
Mi cuna
Siempre estaba cerca del piano cuando mi madre
como Madame Bovary
tocaba las sonatas de Beethoven
Yo pasé mi infancia en los jardines suspendidos de Babilonia
y la rabona, en las estaciones frente a los trenes a punto de salir

Ahora hago correr todos los trenes detrás de mí
Bale-Timbuctú
También jugué a las carreras en Auteuil y Longchamp París-Nueva York
Ahora hago correr todos los trenes a todo lo largo de mi vida Madrid-Estocolmo
Y perdí todas mis apuestas
Sólo queda la Patagonia, la Patagonia, que convenga a mi inmensa tristeza,
la Patagonia, y un viaje por los mares del Sur

Estoy en camino
Siempre estuve en camino
Estoy en el camino con la pequeña Juana de Francia
El tren pega un peligroso salto y vuelve a caer sobre todas sus ruedas

El tren vuelve a caer sobre sus ruedas
El tren siempre vuelve a caer sobre todas sus ruedas

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Estamos lejos, Juana, viajas desde hace siete días
Estás lejos de Montmartre, de la Butte que te alimentó del
Sagrado Corazón contra el cual te acurrucaste
París desapareció y su enorme fogata
No quedan más que las cenizas constantes

La lluvia que cae
La turba que se hincha
La Siberia que gira
Los pesados manteles de nieve que ascienden
Y el cascabel de la locura que tintinea como un último deseo en el aire azulado
El tren palpita en el corazón de los horizontes plomizos
Y tu pena ríe burlona…

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Las preocupaciones
Olvida las preocupaciones
Todas las estaciones agrietadas oblicuas sobre la ruta
Los hilos telegráficos de los que cuelgan
Los postes grotescos que gesticulan y los estrangulan
El mundo se estira se alarga y se retira como un acordeón
atormentado por una mano sádica
En las resquebraduras del cielo, las furiosas locomotoras
Huyen y en los agujeros,
las vertiginosas ruedas las bocas las voces
y los perros de la desdicha que ladran a nuestras espaldas
Los demonios están desencadenados
Chatarras
Todo es un acorde falso
El «brun-run-run» de las ruedas
Choques
Rebotes
Somos una tormenta bajo el cráneo de un sordo…

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Pero sí, me pones nervioso, bien lo sabes, estamos muy lejos
La locura recalentada ruge en la locomotora
La peste el cólera se alzan como brasas ardientes en nuestro camino
Desaparecemos en la guerra totalmente en un túnel
El hambre Pluto se aferra a las nubes en desbandada
y estiércol de las batallas en montones apestosos de muertos
Haz como él, haz tu oficio…

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Sí, estamos muy lejos, estamos muy lejos
Todos los chivos emisarios reventaron en este desierto
Oye los cencerros de ese rebaño sarnoso Tomsk
Tcheliabinsk Kainsk Obi Taichet Verkné Udinsk Kurgán Samara Pensa-Tulún

La muerte en Manchuria
Es nuestro desembarcadero y nuestra última guarida
Este viaje es terrible
Ayer por la mañana
Iván Ulitch tenía los cabellos blancos
y Kolia Nicolai Ivanovitch se roe los dedos desde hace quince días…

Haz como ellos la Muerte el Hambre haz tu oficio
Cuesta cinco francos, en transiberiano, cuesta cien rublos
Afiebra los bancos y enrojece bajo la mesa
El diablo está en el piano
Sus nudosos dedos excitan a todas las mujeres
La Naturaleza
Las Busconas
Haz tu oficio
Hasta Jarbín…

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Pero… vete al diablo… déjame tranquilo
Tienes caderas angulares
Tu vientre es agrio y tienes blenorragia
Eso es todo lo que París puso en tu regazo
También un poco de alma… porque eres desdichada
Tengo piedad tengo piedad ven hacia mí sobre mi corazón
Las ruedas son los molinos de viento de Jauja
Y los molinos de viento son las muletas que hace girar un mendigo
Somos los lisiados del espacio
Rodamos sobre nuestras cuatro heridas
Nos cortan las alas
Las alas de nuestros siete pecados
y todos los trenes son los baleros del diablo
Corral
El mundo moderno
La velocidad no tiene la culpa
El mundo moderno
Las lejanías están demasiado lejos
y al final del viaje es terrible ser un hombre con una mujer…

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Tengo piedad tengo piedad ven a mí te contaré una historia
Ven a mi cama
Ven a mi corazón
Te contaré una historia…

¡Oh ven! ¡ven!
En Fidji reina la primavera eterna
La pereza
El amor extasía a las parejas en la hierba alta
y la sífilis ronda bajo los bananeros

¡ Ven a la islas perdidas del Pacífico!
Se llaman Fénix, Marquesas
Borneo y Java
y Célibes con forma de gato.
No podemos ir al Japón

¡Ven a México!
En sus altiplanicies florecen los tulipaneros
Las lianas tentaculares son la cabellera del sol
Se hablaría de la paleta y los pinceles de un pintor
Colores fragorosos como gongs,
Allí estuvo Rousseau
Allí deslumbró su vida
Es el país de los pájaros
El pájaro del paraíso, el ave lira
El tucán, el sinsonte
Y el colibrí anida en el corazón de los lirios negros

¡Ven!
Nos amaremos en las majestuosas ruinas de un templo azteca
Tú serás mi ídolo
Un ídolo abigarrado infantil un poco feo y extrañamente raro
¡Oh ven!
Si quieres iremos en aeroplano y volaremos sobre el país de los mil lagos,
Allí las noches son desmesuradamente largas
el antepasado prehistórico tendrá miedo de mi motor
aterrizaré
Y construiré un hangar para mi avión con los huesos fósiles de mamut
El fuego primitivo recalentará nuestro pobre amor
Samovar
Y nos amaremos muy burguesamente cerca del polo
¡Oh ven!

Juana Juanita Niñita nita tetita niñón
Mi chiquita mi cosita mi tesoro mi Perú
Arroró gurrumina
Pompón mi bombón
Mi preferida corazoncito
Nenita
Querida gatita
Mi lindo pecadito
Chuchita
Cucú
Se durmió

Se durmió
Y no se engulló ni una sola de todas las horas del mundo
Todos los rostros vislumbrados en las estaciones
Todos los relojes
La hora de París la hora de Berlín la hora de San Petersburgo
y la hora de todas las estaciones
Y en Ufa, el rostro ensangrentado del artillero
Y la esfera tontamente luminosa de Grodno
Y el eterno avance del tren
Todas las mañanas se ponen en hora los relojes
El tren adelanta el sol atrasa
No le hace, oigo las sonoras campanas
La enorme campana de Notre-Dame
La campaneta agridulce del Louvre que convocó la San Bartolomé
Los carillones enmohecidos de Brujas la Muerta
Las campanillas eléctricas de la biblioteca de Nueva York
Las campanas de Venecia 
Y las de Moscú, el reloj de la Puerta Roja
que me contaba las horas cuando estaba en una oficina
Y mis recuerdos
El tren retumba en las placas giratorias
El tren rueda
Un gramófono gutural iza una marcha gitana
y el mundo, como el reloj del barrio judío de Praga, gira locamente al revés

Deshoja la rosa de los vientos
Ya zumban las tormentas desencadenadas
Los trenes ruedan en torbellino sobre las redes enmarañadas
Baleros diabólicos
Hay trenes que nunca se encuentran
Otros se pierden en el camino

Los jefes de estación juegan al ajedrez
Chaquete
Billar
Carambolas
Parábolas
la vía férrea es una nueva geometría
Siracusa
Arquímedes
y los soldados que lo degollaron
y las galeras
y las naves
y los prodigiosos artefactos que inventó
y todas las matanzas
La historia antigua
La historia moderna
Los torbellinos
Los naufragios
Hasta el del Titanic que leí en el diario
Otras tantas imágenes-asociaciones que no puedo desarrollar en mis versos
Porque todavía soy un poeta muy malo

Porque el universo me desborda
Porque no me preocupé por asegurarme contra los accidentes de tren
Porque no sé ir hasta el fondo de las cosas
y tengo miedo.

Tengo miedo
No sé ir hasta el fondo de las cosas
Como mi amigo Chagall podría hacer una serie de cuadros dementes
Pero no tomé notas de viaje
«Perdónenme la ignorancia
Perdónenme no conocer ya el antiguo juego de los versos»
Como dice Guillaume Apollinaire
Todo lo que se refiere a la guerra puede leerse en las Memorias de Kuropatkin 

O en los diarios japoneses que están tan cruelmente ilustrados
Para qué documentarme
Me abandono
A los sobresaltos de mi memoria…

A partir de lrkutsk el viaje se hizo demasiado lento
Demasiado largo
Nosotros estábamos en el primer tren que rodeaba el lago Baikal

Habían adornado la locomotora con banderas y farolitos
Y dejamos la estación con los tristes acentos del himno al Zar
Si yo fuera pintor vertería mucho rojo,
mucho amarillo en el final de este viaje
Pues en verdad creo que todos estábamos un poco locos
Y que un inmenso delirio ensangrentaba
las nerviosas caras de mis compañeros de viaje
Cuando nos acercábamos a Mongolia
Que retumbaba como un incendio.

El tren había disminuido su marcha
Y en el perpetuo rechinamiento de las ruedas percibía
Los acentos locos y los sollozos
De una liturgia eterna.

He visto
He visto los trenes silenciosos los trenes negros que volvían
del Lejano Oriente y que pasaban como fantasmas
y mi ojo, como el fanal de popa, aún corre tras esos trenes
En Talga agonizaban 100.000 heridos por falta de cuidados
Visité los hospitales de Krasnoiarsk
y en Jilok nos cruzamos con un largo convoy de soldados locos

En los lazaretos vi llagas abiertas heridas que sangraban a rabiar
los miembros amputados danzaban en derredor
o alzaban el vuelo en el aire ronco
El incendio se hallaba en todas las caras en todos los corazones
Dedos idiotas tamborileaban sobre todos los vidrios
y bajo la presión del miedo todas las miradas
reventaban como abscesos
En todas las estaciones quemaban todos los vagones
y he visto
He visto trenes de 60 locomotoras que huían a todo vapor
perseguidas por los horizontes en celo y bandadas de cuervos
que alzaban el vuelo desesperadamente tras ellos
Desaparecer
En dirección de Port-Arthur.
En Tchita tuvimos algunos días de respiro
Detención de cinco días debido a la obstrucción de la vía
Los pasamos en casa del Señor Yankelevitch
que quería darme a su hija única en matrimonio
Luego volvió a partir el tren.

Ahora me había instalado yo en el piano y me dolían los dientes
Cuando quiero vuelvo a ver ese interior tan tranquilo
el negocio del padre y los ojos de la hija que de noche venía a mi cama
Mussorgsky
Y los lieder de Hugo Wolf
Y las arenas del Gobi 
Y en Jailar una caravana de sombreros blancos
Realmente creo que estaba ebrio durante más de 500 kilómetros
Pero estaba en el piano y eso es todo lo que vi

Cuando se viaja habría que cerrar los ojos
Dormir
Hubiera deseado tanto dormir
Reconozco todos los países con los ojos cerrados por su olor
y reconozco todos los trenes por el ruido que hacen
Los trenes de Europa son de cuatro tiempos mientras que los
de Asia son de cinco o siete tiempos
Otros van en sordina son canciones de cuna
Hay algunos que por el ruido monótono de las ruedas
me recuerdan la pesada prosa de Maeterlinck 
He descifrado todos los textos confusos de las ruedas y
reunido los elementos dispersos de una violenta belleza
Que poseo
y que me acosa.

Tsitsikar y Jarbín
No voy más lejos
Es la última estación
Me apeé en Jarbín cuando acababan de prender fuego a las
oficinas de la Cruz Roja

Oh París 
Gran hogar cálido con los tizones entrecruzados de tus calles
y tus viejas casas que se inclinan sobre ellas
y se recalientan
Como abuelas
y aquí hay anuncios, rojo verde multicolores como mi pasado en suma amarillo

Amarillo el arrogante color de las novelas de Francia en el extranjero
Me gusta frotarme con los ómnibus en marcha en las grandes ciudades
Los de la línea Saint-Germain-Montmartre
me llevan al asalto de la Butte
Los motores mugen como los toros de oro
Las vacas del crepúsculo pastan en el Sagrado Corazón

Oh París
Estación central andén de las voluntades encrucijada de las inquietudes
Únicamente los droguistas aún tienen un poco de luz sobre su puerta

La Compañía Internacional de Wagons-Lits y de los
Grandes Expresos Europeos me envió su prospecto
Es la iglesia más hermosa del mundo
Tengo amigos que me rodean como pretiles
Cuando parto tienen miedo de que no vuelva más
Todas las mujeres que conocí se alzan en los horizontes
Con los gestos lastimosos y las miradas tristes de los semáforos bajo la lluvia

Bella, Inés, Catalina y la madre de mi hijo en Italia
y aquélla, la madre de mi amor en América
Hay gritos de sirena que me parten el alma
Allá lejos en Manchuria un vientre se estremece todavía como en un parto

Querría
Querría no haber hecho nunca mis viajes
Esta noche me atormenta un gran amor
Y a pesar mío pienso en la pequeña Juana de Francia.

Fue en una noche de tristeza cuando escribí este poema en honor a
Juana
La pequeña prostituta
Estoy triste estoy triste
Iré al «Conejo ágil» a recordar mi juventud perdida
y tomar unas copitas
Luego volveré solo
París
Ciudad de la Torre única del gran Patíbulo y de la Rueda.

                                                                                          París, 1913

CONTRASTES

Las ventanas de mi poesía están abiertas de par en par sobre los bulevares y en sus vidrieras
Brillan
Las pedrerías de la luz
Escucha los violines de las limusinas y los xilofones de las linotipias
El embolsador se lava en la toalla del cielo
Todo es salpicados de color
Y los sombreros de las mujeres que pasan son cometas en el incendio del atardecer
 
La unidad
Ya no hay unidad
Todos los relojes indican ahora las 12 de la noche después
     de haber sido atrasados diez minutos
Ya no hay tiempo.
Ya no hay dinero,
En la Cámara
Se estropean los maravillosos elementos de la
     la materia prima

En el bodegón
Los obreros de mameluco azul toman vino tinto
Todos los sábados gallina a la cazadora
Se juega
Se apuesta
De tanto en tanto pasa un bandido en auto
O un niño juega con el Arco de Triunfo…
Yo aconsejo al Sr. Cochon que aloje a sus protegidos
     en la Torre Eiffel

Hoy
Cambio de dueño
El Espíritu Santo se vende al menudeo entre los tenderos más pequeños
Yo leo arrobado las tiras de calicó
De caléndula
Únicamente las piedras pómez de la Sorbona nunca florecen
La insignia de la Samaritana surca las señales del Sena
Y del lado de San Severino
Oigo
Las campanillas encarnizadas de los tranvías

Llueven globos eléctricos
Montrouge Estación del Este Subte Norte-Sur lanchas golondrina mundo

Todo es halo
Profundidad
En la Rue de Buci vocean “El Intransigente” y Paris Deportes
El aeródromo del cielo es ahora, abrasado, un cuadro de
    Cimabué
Cuando por delante
Los hombres son
Largos
Negros
Tristes
Y echan humo, chimeneas de fábrica

                                                                       Octubre de 1913

RETRATO

Duerme
está despierto
De pronto, pinta
Toma una iglesia y pinta con una iglesia
Toma una vaca y pinta con una vaca
Con una sardina
Con cabezas, manos, cuchillos
Él pinta con un pene de toro
Él pinta con todas las sucias pasiones de una pequeña ciudad judía
Con toda la sexualidad exacerbada de la provincia rusa
Para Francia
Sin sensualidad
Pinta con sus muslos
Tiene ojos en el culo
Y de pronto es tu retrato
Eres tú lector
Soy yo
Es él
Es su novia
Es el almacenero de la esquina
La que cuida las vacas
La comadrona
Hay cubos de sangre
donde se lava a los recién nacidos
Cielos de locura
Bocas de modernidad
La Torre como tirabuzón
Manos
El Cristo
El Cristo es él
Pasó su infancia en la Cruz
Se suicida todos los días
De pronto, deja de pintar
estaba despierto
ahora duerme
Se estrangula con su corbata
Chagall está sorprendido de seguir viviendo.

                                                                          1913  (de Poemas elásticos) 

MI DANZA

Platón no concede derecho de ciudadanía al poeta
Judío errante
Don Juan metafísico
los amigos, los parientes
Ya no tienes costumbres y aún careces de hábitos
Hay que escapar a la tiranía de las revistas
Literatura
Vida pobre
Orgullo desplazado
Máscara
La mujer, la danza que Nietzsche quiso enseñarnos a bailar
LA Mujer
Más, ¿la ironía?

Vaivén continúo
Vagabundeo especial
Todos los hombres, todos los países
Así es como ya no constituyes una carga
Ya no te haces sentir…

Soy un señor que en fabulosos expresos atraviesa siempre las mismas Europas y mira desalentado por la ventanilla
El paisaje ya ha dejado de interesarme
Pero la danza del paisaje
La danza-del paisaje
Paritatitata
Yo todo-giro
Febrero 1914 (de Poemas elásticos)

SOBRE EL VESTIDO ELLA TIENE UN CUERPO

El cuerpo de una mujer es tan repujado como mi cráneo
Gloriosa
Si te encarnas con ingenio
Las costureras hacen un oficio tonto
al igual que la frenología

Mis ojos son kilos que pesan la sensualidad de las mujeres
Todo lo que huye, vuela avanza en la profundidad
Las estrellas ahondan el cielo
Los colores se desvisten
“Sobre el vestido ella tiene un cuerpo”
Bajo los brazos brezos manos lúnulas y pistilos cuando las aguas se vierten en la espalda con los omóplatos glaucos
El vientre un disco que se mueve
El doble capullo de los senos pasa bajo el puente de los arco iris
Vientre
Disco
Sol
Los gritos perpendiculares de los colores caen sobre los muslos
“espada de San Miguel”

Hay manos que se tienden
Hay en la maleza el animal todos los ojos todas las fanfarrias
    todos los habitués del Bullier Dance Hall
Y en la cadera
la firma del poeta.

                                                                 Febrero de 1914. (de Poemas elásticos)

EN LOS CINCO RINCONES

Atreverse y hacer ruido
Todo es color movimiento explosión luz
La vida florece en las ventanas del sol
Que se derrite en mi boca
Estoy maduro
Y caigo traslúcido a la calle

De que estás hablando, mi viejo

¿no sé abrir los ojos?
Boca de oro
La poesía está en juego.

                                                           Febrero 1914, (de Poemas elásticos)

ERES MÁS BELLA QUE EL CIELO Y EL MAR

Cuando amas debes partir
Deja a tu mujer deja a tu niño
Deja a tu amigo deja a tu amiga
Deja a tu amante
Cuando amas debes partir

El mundo está lleno de negros y negras
Mujeres hombres hombres mujeres
Mira los bellos negocios
Ese simón ese hombre esa mujer ese simón
Y todas las hermosas mercancías
Hay aire hay viento
Montañas de agua cielo tierra

Niños animales
Plantas y carbón de tierra
Aprende a vender a comprar a revender
Da toma da toma
Cuando amas debes saber
Cantar correr comer beber
Silbar
Y aprender a trabajar

Cuando amas debes partir
No lagrimees mientras sonríes
No anides entre dos senos
Respira camina parte vete

Tomo mi baño y miro
Veo la boca que conozco
La mano la pierna El ojo
Tomo mi baño y miro

El mundo entero sigue estando allí
La vida llena de cosas sorprendentes
Salgo de la farmacia
Precisamente bajo de la balanza
Peso mis buenos 80 kilos
Te amo

( de Hojas de ruta)

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