
GABRIEL CELAYA
Biografía
Gabriel Celaya nació en Hernani, provincia de Guipúzcoa, en 1911. Su nombre completo es Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta. Pero los chicos del pueblo le llamaban Cascabel “porque era un niño muy alegre, inventando juegos y cosas raras”, dice Celaya.
Los tres nombres que utilizó para escribir fueron combinaciones de su nombre real: Rafael Múgica, primero. Después, Juan Leceta, en tres libros. Y, por último y definitivamente, Gabriel Celaya cuando, según su mujer Amparo, quedó impresionado ante el comentario de quien dijo: “Qué maravilla los tres poetas que han salido en San Sebastián”.

A finales de los años 20 se traslada a Madrid para realizar los estudios de ingeniero industrial. Muy a su pesar, en tanto provenía de una familia industrial vasca que estaba empeñada en que él tenía que ser el director de la fábrica, entonces le impusieron ser ingeniero industrial, cosa que él no quería. Le habían dicho que si no quería estudiar tenía que entrar a trabajar en la fábrica y aprender con la práctica por eso prefirió venir a Madrid y estudiar ingeniería.

Se alojó entre 1927 y 1935 en la residencia de estudiantes, una experiencia decisiva para él, donde descubre la cultura europea y el surrealismo y donde conoció a Federico García Lorca y a José Moreno Villa, entre otros. “Toda mi formación se la debo a la residencia de estudiantes”, dijo Celaya, de la que salió gente extraordinaria como Federico García Lorca, Luis Buñuel, Dalí, porque el ambiente era extraordinario. En la residencia había un gran ambiente intelectual y toda clase de facilidades. Recibía todas las revistas de Europa, cursos y conferencias de los intelectuales más importantes de Europa: Stravinski, Keiserlin, Valerié. Con una libertad absoluta, pero a la vez todo funcionaba con una disciplina maravillosa.
Durante un tiempo trabajó como gerente de la empresa de su familia, pero en realidad a él le ocupaban otras cosas. Sus nuevas relaciones en Madrid le hicieron inclinarse completamente hacia la poesía. Quería quedarse en Madrid y trabajar como periodista y lo tenía todo arreglado a finales del 35 año en que comenzó escribiendo el libro “Marea de silencio”.
En 1936 gana el Premio Centenario de Bécquer en el Liceum Club Femenino, con su libro “La soledad cerrada”. La sala estaba dirigida por mujeres tan importantes como Dolores Rivas Cherif (la mujer de Hazaña), María teresa León y Alma Angélico.

En palabras de Leopoldo de Luis: “La soledad cerrada” me sorprendió, es un libro de cierta inspiración alexendrinista dentro de un surrealismo muy bien asimilado por Rafael Múgica. El libro anterior suyo, “Marea del Silencio”, es más bien Juan Ramoniano. Después con la guerra civil nos alejamos mucho. Rafael queda en el País Vasco, yo estoy por Castilla y no tengo ninguna noticia suya.
“Los movimientos elementales” fue un acontecimiento en el panorama poético porque extrañó. Una revista tan progresista y tan partidaria de una poesía evolucionada como era Espadaña, pone en duda si el libro de Celaya era poesía. Porque con este libro Gabriel Celaya empieza a trastornar el panorama de la poesía española. Y no contento con eso y por sus contactos con el existencialismo, porque hay que aclarar que Gabriel Celaya era probablemente el poeta más culto de aquel entonces, el poeta más relacionado con la poesía extranjera, el poeta que leía más poetas de fuera de España y esto se nota en su obra, no solamente por su actividad traductora sino por su tendencia a una línea existencial que a los demás nos llevó más tiempo. Un poeta de gran riqueza intelectual y expresiva. Juan de Leceta se pierde un poco, pero continúa Gabriel Celaya y entra en una nueva dimensión de su obra que encabeza lo que luego se ha llamado “Poesía social”.
Con el estallido de la guerra civil todos los planes de Gabriel de convertirse en periodista se estropearon.
Luchó en el bando Republicano y estuvo preso en un campo de concentración de Palencia.
La posguerra fue horrible porque como todos sus planes habían acabado tuvo que volver a trabajar a la fábrica y los años del 40 al 46 son, según Gabriel, los peores de su vida.
Cuando sus amigos desaparecieron exiliados o muertos tras la guerra, quedó tremendamente abatido. Después de la guerra se sentía absolutamente perdido, todos sus amigos habían desaparecido, o los habían matado o estaban en el exilio. La poesía que se publicaba entonces no tenía nada que ver con la que él escribía y a pesar de seguir escribiendo, había renunciado completamente a publicar.
Desde el año 36 hasta el 46 no publicó absolutamente nada. Era un hombre completamente destruido, la fábrica no la podía aguantar, no sabía qué hacer y entonces escribía en Tentativas “yo creía que iba a ser el único libro de mi vida que publicaría y que luego me pegaría un tiro”.

Cuando en 1946 conoció a Amparo Gastón, se convertiría en una figura importantísima en la vida de Gabriel. “Ella me devolvió completamente la confianza en mí mismo”. Él vivía una vida burguesa mientras que ella era una trabajadora y su relación con ella le lleva a conocer problemas que hasta entonces le eran ajenos (el padre de Amparo estaba en la cárcel). Y se platea vivir con ella y de otra manera.
“A ella se le ocurrió montar una editorial de poesía. Dijo: mira si publicas tus libros por tu cuenta nadie los va a leer. Y tenía toda la razón. Pero si montamos una editorial de poesía y publicas los tuyos y los de otros… Montamos la editorial, buscó los suscriptores, hicimos ficheros recurriendo a otras revistas de poesía. Me ayudó en primer lugar a eso, salvó mi poesía, porque si no, yo no sería poeta ni nada, pero sobre todo salvó mi vida, me dio una confianza en mí mismo, me dio una alegría de vivir. Había una gran cantidad de revistas de poesía, nos pusimos en contacto con todos. Nos dieron el listado de sus suscriptores y con esos conseguimos los 400 suscriptores que nos bastaban para cubrir gastos”.

Junto a Amparo fundaron la colección de poesía Norte y abandonó la ingeniería y su cargo en la empresa familiar. Publicar como Rafael Múgica le estaba trayendo algunos problemas con su familia y con la empresa así que publicó tres libros como Juan de Leceta, que fue el momento de ruptura con la sociedad burguesa, con su familia y con el negocio. Esa ruptura en principio tomó un aire muy cínico y escandaloso, pero después quedó más reposadamente recogida por Gabriel Celaya.
La Colección de poesía “Norte” nace con el deseo de ser un vínculo de unión entre la poesía de la generación del 27, la del exilio y la europea. Consigue tomar contacto con sus antiguos amigos que quedaban vivos en México, y con Vicente Aleixandre, un gran amigo suyo.

La editorial publica a autores no publicados, aglutina a un grupo de escritores opuestos al régimen franquista y traduce a Rilke, Rimbaud, Éluard y Blake, cuando en plena autarquía en España, se había perdido todo contacto con la poesía extranjera. Publicaron libros de poetas italianos, alemanes, franceses, ingleses, todos muy conocidos pero que los jóvenes españoles no los conocían.
Siguiendo la trayectoria de otras colecciones como Espadaña y Cántico de las que Gabriel era lector.
Leopoldo de Luis y Cela fueron algunos de los poetas publicados en “Norte”.
A partir de entonces Gabriel vivirá junto a Amparo una vida modesta, escribiendo por las noches y compartiendo amistad con otros poetas de la posguerra.
“La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”.
“La poesía es un arma cargada de futuro”. Son algunas premisas fundamentales de Rafael.
En 1956 gana el Premio de la Crítica por su libro “De claro en claro”. En 1963 el Premio Internacional Libera Stampa (italiano). En 1967 gana el Atalaya de Poesía y ese mismo año el Internacional Taormina.
Se presentó como candidato a las elecciones generales de 1977 por Guipúzcoa en la lista del Partido Comunista, en el que se dio de baja dos años después.
En 1986 le fue otorgado el Premio Nacional de las Letras Españolas.


Falleció en 1991 en Madrid. Y sus cenizas fueron esparcidas por Hernani.
Su extensa obra poética se ha distinguido por su exploración de las posibilidades expresivas de la poesía. Con incursiones en el campo de la tradición vasca o de la física nuclear. Su poesía es catalogada especialmente como poesía social.
Escribió 55 libros de poesía, 12 de Ensayo, 6 de prosa y 2 de teatro.

POEMAS DE GABRIEL CELAYA
LO PURO ES DESMAYARSE EN DELICIAS SIN NOMBRE
Lo puro es desmayarse en delicias sin nombre,
cantar como una espuma de músicas vagas.
¡Oh amor que se va en cisnes líricos y blancos!
La brisa suspirando
pasa como una suave palidez desmayada.
Entre murmullo y sonrisa temblaba lo indeciso,
se movía entre música y palabra.
¡Delicia del instante fugitivo y sin cuerpo!
¡Dulcísima tristeza recordarlo flotando!
¡Oh amor, vuelo perdido!
Agua blanca cantando en los cauces más hondos;
dulcísima tristeza, pureza del desmayo,
amor, rubia delicia, brisa o música vaga.
del libro Marea del silencio [(1932-1934) 1935]
DEL LIBRO LA SOLEDAD CERRADA (1934)
41
Es la hora de las raíces y los perros amarillos.
El hombre se pone como una máscara su silencio;
se le llenan los ojos de yedra.
Es la hora de las raíces y los perros amarillos;
la hora en que blanquísimos caballos
pasan como escalofríos por el fondo de la niebla
Oigo como una ausencia que el misterio está muy cerca;
oigo como una música
que la noche vuelve la cabeza.
Es la hora de las raíces y los perros amarillos;
en su sala de cristal,
la luna llora con la cabeza entre las manos.
El hombre se pone como una máscara su silencio;
sueña en el fondo del agua.
Es la hora del escalofrío en los cuerpos desnudos,
la hora en que se llora el misterio que viene y que no viene;
la luna es el dolor de esa ausencia
ante los crueles y apretados dientes blancos de los hombres.
Es la hora de las raíces y los perros amarillos,
de las raíces transparentes en el fondo de las aguas,
de los perros locos huyendo
por salas grandes y blancas.
Es la hora del misterio que viene y que no viene,
la hora en que la noche huye del mar desnuda,
la hora en que de cada estatua se escapan todos los pájaros,
la hora de los párpados de plata,
la hora en que la luna murmura como un silencio:
nada.
42
En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
Con su nimbo de silencio
pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
pasan como quien suspira,
pasan entre los hielos transparentes y verdes.
Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
sobre los cuerpos blanquísimos del frío.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que sólo se oye a la luna.
Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
el momento en que por fin todo parece posible.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.
Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta
La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.
Decidme lo que habéis visto.
En el fondo de la noche
hay un escalofrío de cuerpos ateridos.
43
La brisa pasa como una música por el fondo de la tarde.
Yo soy un árbol de cristal bajo las aguas transparentes,
la mano del misterio que se mueve en el silencio.
Yo soy lo que se ignora:
el estremecimiento de luz que precede a la aparición de
las espadas;
yo soy eso, sólo eso;
yo espero lo que esperan
esos cinco hombres mudos, tristes, sentados en un salón
de terciopelo morado.
Al atardecer suenan clarines de oro.
Un león de llamas huye por el fondo del bosque;
la virgen de ojos verdes se cubre el rostro con las manos.
Es mi momento, el último momento:
cuando la luz rompe los cristales nada más tocarlos con la yema de los dedos;
cuando huye el pájaro encerrado en las blancas
clausuras de lo abstracto;
cuando uno de los hombres del salón morado dice a los otros:
«Ya no puede tardar.»
Es el último momento.
Me deslizo al filo de un silencio que casi es la muerte.
La virgen de los ojos verdes me muestra la más peligrosa de
sus sonrisas.
Es el último momento.
Estalla el oro morado del crepúsculo;
las raíces de la carne me duelen;
siento como un temblor que me hago transparente.
Es el último momento:
la muerte pasa muy cerca murmurando sus secretos;
es entonces
cuando las estatuas son el sueño del silencio
y los pianos
huelen como un niño muerto entre los lirios.
Es el último momento,
cuando da miedo volver la cabeza,
cuando parece que lo comprendemos todo y, sin embargo,
no sabemos nada;
cuando uno de los hombres del salón morado, quieto ante el balcón,
mira hacia el espejo con los ojos en blanco.
BIOGRAFÍA
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.
LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y cálculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
EDUCAR
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
DE NOCHE
Voy a hablar del terror que no se piensa y ciega.
Voy a hablar de la muerte suspendida allí lejos.
Siempre miramos fijos. Más no vemos lo cierto.
O cerramos los ojos. Pero no estamos ciegos.
¿Qué es la muerte? Tan sólo la luz de lo sabido.
¿Y qué es eso, sabido? La luz sencillamente.
¿Y por qué nos asusta? Porque seguimos viendo
cómo sigue mirando cuando ya no la vemos.
de “Cantos y mitos”
ÉGLOGA
Rubio, fuerte, manso,
triste sin melancolía
como el mediodía,
lento como la tierra,
toscas las manos que parten
el pan y abarcan el seno
maternal de Ceres,
Menalcas apacienta sus grandes vacas rojas
frente al mar: estupor
de luz en la inmensidad.
¡Oh mar, oh campo, oh bestias!
¡Oh siesta, pesadumbre
del cuerpo poderoso que, ahora, inerte,
se cubre como de una enfermedad de cantos
monótonos y vagos,
mientras la tierra sueña,
muge lenta
como una vaca triste que esperara
la fecunda inquietud de las estrellas,
la sagrada
palpitación escondida,
el amante
nocturno que no dice su nombre!
de “El principio sin fin”
PRESAGIOS
3
SHIRIMIRI
La lluvia llueve.
La lluvia canta.
La lluvia suma
sin fin nostalgias.
¡Melancolía!
Vida apagada.
Luz submarina,
plata oxidada
de los espejos
y las arañas.
Grutas secretas.
Calles sin alma.
Pienso en mí mismo.
No pienso nada.
Llueve igualando.
Llueve constancia.
Tras los visillos
una muchacha
está mirando
algo que calla.
La lluvia sigue.
La lluvia mansa.
Detrás presiento
mi fuerza vasca,
la luz de origen
contra la nada.
Trueno que truena,
vida que arranca,
caballo negro
sudando plata,
visto y no visto
por mi nostalgia
Urtzi galopa
por la montaña.
Rayo en la niebla,
ronca llamada
del olvidado
dios que hoy me arrastra
mientras la lluvia
llueve sin alma.
de “Rapsodia Euskara”
CERCA Y LEJOS
Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.
En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.
Donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.
CUÉNTAME CÓMO VIVES, CÓMO VAS MURIENDO
Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.
de “Tranquilamente hablando, 1945
DE NOCHE
Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frío, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.
Sólo tú, dulce mía,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, amparo, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella.
HASTA LA MUERTE
En el paisaje oscuro
oigo tu voz, tu voz,
tu larga voz de espesas
caricias resbaladas,
mojadas y olorosas.
La noche me suspende
en un vuelo pausado
e, inmóvil, pone en vilo
lo que el hombre no entiende:
tu voz, tu voz querida
hundiéndome en lo ausente.
Uno cierra los ojos
(¡me da miedo mirarte!);
uno tiende las manos
-aves heridas y leves-,
y en sus raíces siente
que tú eres y no eres.
PORQUE SÍ
Pececito esquivo,
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.
Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.
Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.
Siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.
LA NOCHE ABIERTA
¡Ojo abierto de la noche sin mirada!
Más allá de lo humano encerrado en sí mismo,
en ti conciencia ciega, y hoy de pronto estrellada,
o la esplendidez de la noche reinante
y el ojo sin medida, la duración sin centro
y el mundo sin distancia de lo por fin abierto.
Todo está descubierto.
Todo de pronto esplende.
Comprendemos por fin que el mundo humanista
fue sólo un escondite que nos ocultaba
la velocidad, la gloria, la locura
de este esplendor que brota por fin del contacto con el Cosmos neutral,
con el mundo sin nombre, con el ojo ciego que mira sin vemos,
con la rapidez, ya sin luz, del sentido,
y al fin con lo completo del cero-cero-cero.
de Cantos iberos [(1954) 1955]
ESPAÑA EN MARCHA
NOSOTROS somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus
[muertos.
Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus
[comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a
[muerto.
¡A la calle!, que ya es hora
de paseamos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen,
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que
[empiezo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
LA IRRACIONAL ALEGRÍA
En la mañana clara, la risa de los dioses
retumba como un trueno.
El toro subterráneo levanta la cabeza
y los árboles tiemblan millonarios de hojas.
Tempestad transparente. ¡Azul! Y de repente
una leve sonrisa femenina, perdida,
condena al silencio los grandes poderes,
y parece que algo dice.
Pero no dice nada.
VOLVEREMOS AL LAGO
Volveremos al lago sin saber lo que somos,
dulcemente infinitos, mansamente perdidos,
mecidos por las aguas, y unidos, tan unidos
por el mundo sin nombre y el deseo sin forma
que ya nunca podremos decir qué nos une y separa.
¿Qué nos une? Poderes sagrados de la vida.
¿Qué se opone a lo cierto? ¿Qué quiere separamos?
Poderes encontrados de la vida creciente.
¿No somos lo real palpitante y abierto?
¿No somos la vida y el perpetuo comienzo?
de La soledad cerrada.
Se recomienda ver el programa de televisión Poesía más Poesía.

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