BIOGRAFÍA DE NICOLÁS CRISTOBAL GUILLÉN BATISTA
Poeta cubano. Hijo de padres mulatos. Sus padres, Nicolás Guillén, político y periodista, y Argelia Batista, pertenecientes, según sus propias palabras, a la pequeña burguesía negra.
Nace el 10 de julio de 1902 en la ciudad de Camagüey, antiguo Puerto Príncipe. Periodista, poeta, firmará sus obras como Nicolás Guillén, su nacimiento se produce después que Cuba consiguiese su independencia de EEUU, consolidándose oficialmente como República de Cuba el 20 de mayo del mismo año, por lo que suele decirse que Guillén nace con su patria.
Al ser elegido presidente Tomás Estrada Palma, los EEUU le imponen la llamada enmienda Platt que incluye un anexo en la constitución donde consta que el país del norte se reserva el derecho a intervenir militarmente en la isla cuando lo consideren oportuno.
Su padre muere en 1917, a manos de unos soldados que reprimían una revuelta política, a consecuencia de lo cual, su madre, no sin dificultades, se hizo cargo de la educación de sus hijos y de sacar adelante la dirección del hogar.
Cursa el bachillerato en Camagüey y por las noches asiste a las lecciones de preceptiva literaria que imparte el profesor Tomás Vélez donde se lee a los escritores del siglo de oro español, Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Cervantes…
A los 16 años aprende el oficio de tipógrafo y comienza a trabajar en el periódico “El Nacional”. A los 18 años publica en la revista “Camagüey gráfico” y en la revista “Castalia” de la Habana, donde más tarde es incluido en una antología de la poesía joven en 1923. En el 1919, una vez concluido el bachillerato, se traslada a la Habana donde estudia derecho, trabaja en el diario “Las dos repúblicas” y asiste a la tertulia iconoclasta del Café Martí, donde entra en contacto con las tendencias innovadoras del posmodernismo, luego interrumpe su carrera de derecho, bien porque no le gustaba, según algunos, o por problemas económicos.
Regresa a Camagüey dos años más tarde, en la provincia se dedica al periodismo y a la vida bohemia. Trabaja como periodista en Camagüeyano y funda la revista de poesía Lis, de la que aparecen 18 números.
Durante aquellos años, reúne los poemas escritos hasta entonces bajo la influencia todopoderosa de Rubén Darío, en un libro titulado “Cerebro y corazón” que nunca llega a publicar por pudor crítico, ya que su experiencia habanera de 1921 -1922 le evidenciaría, de algún modo, que se habían registrado signos renovadores en la poesía cubana, desde los inicios de la segunda década. Este texto aparece por primera vez mucho más tarde en la antología que recopila Ángel Augier, el que más profundizó en la obra de Guillén.
La fama de Guillén comienza con lo que él llama los poemas mulatos, fue la revelación de la cultura mestiza, afrocubana, española, americana, caribeña y europea.
Al cabo de cuatro años obtiene el cargo de mecanógrafo en la secretaría de la gobernación y gracias a ese trabajo logra regresar a la Habana y proseguir su actividad artística y literaria en la capital. Por aquellos años empieza a colaborar con el suplemento literario dominical “El diario de la marina”, publicación en la que da a conocer las nuevas formas de expresión procedentes de las diversas tendencias artísticas y literarias surgidas de las vanguardias europeas que en la isla apenas empezaban a cultivarse.
En 1930 publicó “Motivos del son”, una poesía musical, bailable, rítmica, cantable que mostraba en una lengua popular escenas de la vida de los negros en los barrios pobres de la capital, situaciones jocosas de contenido dramático, todo un espejo de la realidad cubana.
Por esa época visitó Cuba el poeta García Lorca que quedó impactado por la poesía de Guillén de quien se hizo amigo y rinde homenaje en el poema IRÉ A SANTIAGO.
Por esa época le visita también Adolfo Salazar, un español que publica varios artículos en el diario “El sol”, de Madrid sobre EL SON musical de Guillén.
En 1931 aparece SÓNGORO COSONGO, lo puede publicar porque recibe un gran premio en la lotería nacional que le permite también comprar una casa a su madre. Esta obra fue una revelación, Víctor de la Serna y Miguel de Unamuno le expresan su admiración. La negritud es para Guillén identidad y manifestación folclórica, afirmación humana y recursos poéticos.
El mismo año, en 1931, publica “West Indies Ltd”, era el nombre de las Antillas, Indias Occidentales, en la dominación americana, que da comienzo a su etapa de poesía social. Criticando el sometimiento al país del norte e intenta analizar las relaciones entre blancos y negros tendiendo a la unión.
Se identifica con los escritores de izquierdas y funda con ellos la revista MEDIODÍA. Los méritos y reconocimientos alcanzados por su obra en el ámbito nacional e internacional permiten que Guillén logre obtener un trabajo en el departamento de cultura del municipio de La Habana, cargo en el que sin embargo no permanece mucho tiempo por su vinculación con la revista “Mediodía”, órgano de expresión de los escritores de izquierda. Lo convierte en persona non grata para el gobierno que lo destituye de su cargo e inicia un juicio en su contra en el que resulta finalmente absuelto. Este incidente solo ha de servir para que el poeta reafirme su solidaridad con los oprimidos del mundo y con la causa de la lucha obrera, cuya bandera será la suya.
En 1937 viaja a México, para participar en el congreso de la liga de escritores y artistas revolucionarios, edita allí su libro “Canto para soldados y turistas”.
Este es un libro, CANTO PARA SOLDADOS Y TURISTAS, donde apuesta por la revolución, lucha contra la tiranía y ridiculiza a los turistas americanos de bar.
También publica en México ESPAÑA EN CUATRO ANGUSTIAS Y UNA ESPERANZA que evidencia el apoyo a la república de España.
De México parte para España, para participar en el segundo congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura, viaje que realiza en compañía, entre otros intelectuales, de Octavio Paz y Alejo Carpentier, y luego de participar en diversos actos prosigue con la delegación de intelectuales latinoamericanos su viaje hacia Paris, pero retorna pronto a España para permanecer a lado de los defensores de la República. Desde Madrid publicó numerosas crónicas sobre España que son reproducidas en la revista “Mediodía en Cuba”, que clausuraron después.
Cuenta que cuando llegaron a Valencia para participar en el congreso, sonó de noche la alarma y golpearon a su puerta con la orden de salir inmediatamente hacia el refugio, la guerra civil era ya cruenta a pesar de lo cual él permanece durante siete meses.
En Valencia, el poeta impresor Manuel Altolaguirre le publica un cuaderno con el poema ESPAÑA, POEMA EN CUATRO ANGUSTIAS.
En 1938 regresa a Cuba en compañía del poeta León Felipe (parten ambos desde Burdeos, León Felipe al exilio) y desarrolla hasta 1944 una intensa actividad cultural y política que incluye los cargos de redactor del diario HOY, coeditor de la revista “Gaceta del Caribe” y el puesto de miembro del comité nacional del partido comunista, al que se había afiliado estando en España.
Escribe en el diario “Mediodía” una columna diaria. En 1945 parte a Venezuela invitado por la asociación de escritores de ese país e inicia una gira de tres años por Latinoamérica que lo llevará de Colombia a Argentina, pasando por Perú, Chile, Brasil y Uruguay.
La resonancia alcanzada por su obra convierte a Guillén en una de las principales voces de la poesía viva de su tiempo y su nombre adquiere cada vez mayor presencia en el ámbito de la cultura internacional, situación que le permite prolongar su periplo por ciudades como París, Praga, Moscú, Sofía, Budapest y Nueva York, de conferencia en conferencia e invitado por prestigiosas instituciones, menos aquí en España que estuvo prohibido. En 1947 publica “El son entero”, que es un libro recopilatorio.
A su regreso a Cuba es detenido y llevado a un grotesco juicio en el que se lo acusa de subversión a causa de las sátiras políticas que publicaba en el diario “Hoy” y en las que denunciaba con humor e ironía hechos y personajes concretos de la actualidad nacional e internacional. Finalmente es absuelto junto a los demás colaboradores del diario pero el periódico es clausurado.
En 1951 publica su “Elegía a Jesús Menéndez”, representante de los obreros del azúcar que había sido asesinado por esbirros de la dictadura Batista. Escribe entre 1948 y el 1958 varias elegías más que publicará con el título homónimo ELEGÍAS 1948-58.
En 1952, Batista, tras un golpe de Estado, retoma el poder y se declara dictador aboliendo la constitución de 1944 que había conseguido mejoras para el pueblo. Vuelve atrás, vuelve a prohibir el derecho de huelga, etc.…En 1953, el joven abogado Fidel Castro y los jóvenes de la generación del centenario de José Martí fallan en el asalto al cuartel Moncada, por lo cual, en mayo de ese año, Guillén tuvo que exiliarse de Cuba después de haber conocido las cárceles militares, pero ya en todo el mundo eran conocidos sus versos.
La experiencia ganada en sus incesantes viajes, que realiza en este periodo, es recogida en su libro “La paloma de vuelo popular”, en 1958, que aparece en la colección “Poetas de América y España”, publicada por Rafael Alberti en Buenos Aires, en este libro los temas de la injusticia, la esclavitud y el colonialismo, simbolizados en el trabajo de los obreros en los cañaverales, asumen el primer plano, no solo por la denuncia que encierran, sino porque los mismos parecen por fin llegar a término ante el inminente advenimiento de un reino de justicia y fraternidad.
Regresó a Cuba en 1959 con el triunfo de la revolución y se dedicó intensamente a su actividad literaria y a la difusión de la cultura por todo el continente latinoamericano, en la Cuba revolucionaria. El poeta es convertido en un símbolo nacional del carácter popular que la revolución desea imprimir a su gobierno, asume la presidencia de la UNEAC unión de escritores y artistas de Cuba. En 1974 sale a la luz TENGO donde canta a Cuba revolucionaria.
En 1968 organiza el congreso cultural de La Habana, que reunió a 480 escritores y artistas no cubanos entre ellos Cortazar, Benedetti, Semprún, Saura.
A los 70 años nos entrega LA RUEDA DENTADA Y EL DIARIO QUE A DIARIO.
El poema Ché comandante lo leyó cuando Cuba rindió homenaje en la muerte del Ché ante una multitud.
En 1978 publica “Por el mar de las Antillas anda un barco de papel” dedicado a los niños y subtitulado para niños mayores de edad.
Los discursos y crónicas de Guillén sobre España pueden leerse en su libro recopilatorio “Prosa de Prisa” publicado en La Habana Arte y Literatura en 1975.
Recibió los siguientes premios literarios: el PREMIO STALIN INTERNACIONAL, por el fortalecimiento de la paz entre los pueblos en 1954, PREMIO VIAREGGIO en 1972, premio JRISTO BOTEV de la república de Bulgaria en 1975, XV ANIVERSARIO DEL CONSEJO NACIONAL DE CULTURA en 1976, premio NACIONAL DE LITERATURA en Cuba en 1983 y premio INTERNACIONAL DE POESÍA ASAN en el 1983.
A partir de 1985 abandonó el trabajo intelectual debido a una serie de enfermedades que requieren le sea amputada una pierna y que terminaron con su vida el 17 de julio de 1989 cuando acababa de cumplir sus 87 años.
Los “Motivos del son” fueron musicalizados por relevantes compositores, Amadeo Roldan, Alejandro García Caturla y los hermanos Brenes. Otros cantantes como Paco Ibáñez, Pablo Milanés, Ana Belén y Víctor Manuel, Quilapayún pusieron música a sus poemas, uno de los más musicalizados es LA MURALLA.
Guillén declara sobre la poesía revolucionaria, el poeta puede hacer revolución, pero al mismo tiempo debe hacer poesía, esto es hacer arte, con esa preocupación es que he tratado de construir mi libro (esto lo pone en el prólogo de “Canto para los soldados y sones para turistas”).
En julio de 2019, al cumplirse 30 años de su muerte y 117 de su nacimiento, Cuba lo rindió homenaje organizando distintos actos que se desarrollaron entre el 10 y el 16 de julio, fecha de su nacimiento y su muerte y que fueron comentados en el diario “Granma”, órgano oficial del comité central del Partido Comunista de Cuba.
Actualmente la fundación Guillén y su editorial “Sensemayá” que se creó auspiciada por la UÑAT y su familia, la dirige su nieto Nicolás Hernández Guillén.
SELECCIÓN DE POEMAS DE NICOLÁS GUILLÉN
TÚ NO SABE INGLÉ
Con tanto inglé que tú sabía,
Bito Manué,
con tanto inglé, no sabe ahora
desí ye.
La mericana te buca,
y tú le tiene que huí:
tu inglé era de etrái guan,
de erái guan y guan tu tri.
Bito Mar,’ué, tú no sabe inglé,
tú no sabe inglé,
tú no sabe inglé.
No te enamore ma nunca,
Bito Manué,
si no sabe inglé,
si no sabe inglé.
MULATA
Ya yo me enteré, mulata,
mulata, ya sé que dise
que yo tengo la narise
como nudo de cobbata.
Y fíjate bien que tú
no ere tan adelantá,
poqque tu boca é bien grande,
y tu pasa, colorá.
Tanto tren con tu cueppo,
tanto tren;
tanto tren con tu boca,
tanto tren;
tanto tren con tu sojo,
tanto tren.
Si tú supiera, mulata,
la veddá;
¡que yo con mi negra tengo,
y no te quiero pa na!
LLEGADA
¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
Y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
Y tiene el remo.
En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
Duro y ancho,
Aplasta el polvo en los caminos abandonados
Y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
Y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo
Los cielos rojos.
Nuestro canto
Es como un músculo bajo la piel del alma,
Nuestro sencillo canto.
Traemos el humo en la mañana,
Y el fuego sobre la noche,
Y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
Apto para las pieles bárbaras;
Traemos los caimanes en el fango,
Y el arco que dispara nuestras ansias,
Y el cinturón del trópico,
Y el espíritu limpio.
Traemos
Nuestro rasgo al perfil definitivo de América.
¡Eh compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
Como panales de abejas silvestres;
Sus calles están secas como los ríos cuando no llueve en la montaña,
Y sus casas nos miran con los ojos pávidos
De las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel
Y nos coronarán de hojas verdes.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
Bajo el sol
Nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos
De los vencidos,
Y en la noche, mientras los astros ardan en la punta
De nuestras llamas,
Nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.
LA CANCIÓN DEL BONGÓ
Esta es la canción del bongó:
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: Ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son,
cueripardos y almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es de noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
En esta tierra, mulata
de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
Vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.
Habrá quién llegue a insultarme,
pero no de corazón;
habrá quién me escupa en público,
cuando a solas me besó…
A ése, le digo:
Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo!
EL ABUELO
Esta mujer angélica de ojos septentrionales,
que vive atenta al ritmo de su sangre europea,
ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea
un negro el parche duro de roncos atabales.
Bajo la línea escueta de su nariz aguda,
la boca, en fino trazo, traza una raya breve,
y no hay cuervo que manche la solitaria nieve
de su carne, que fulge temblorosa y desnuda.
¡Ah, mi señora! Mírate las venas misteriosas;
boga en el agua viva que allá dentro te fluye,
y ve pasando lirios, nelumbios, lotos, rosas;
que ya verás, inquieta, junto a la fresca orilla,
la dulce sombra oscura del abuelo que huye,
el que rizó por siempre tu cabeza amarilla.
CINCO MINUTOS DE INTERRUPCIÓN
(FRAGMENTO DE WEST INDIES LTD)
Cinco minutos de interrupción,
La charanga de Juan el Barbero
toca un son
Me matan, si no trabajo,
Y si trabajo me matan.
Siempre me matan, matan,
Siempre me matan.
Ayer vi a un hombre mirando,
Mirando el sol que salía.
Ayer vi a un hombre mirando,
Mirando el sol que salía.
El hombre estaba muy serio
Porque el hombre no veía.
Ay,
Los ciegos viven sin ver
Cuando sale el sol,
Cuando sale el sol,
¡Cuando sale el sol!
Ayer vi a un niño jugando
A que mataba a otro niño.
Hay niños que se parecen
A los hombres trabajando.
¡Quién les dirá cuando crezcan
Que los hombres no son niños,
Que no lo son,
Que no lo son,
Que no lo son!
Me matan, si no trabajo,
Y si trabajo me matan:
Siempre me matan, me matan,
¡Siempre me matan!
NO SÉ POR QUÉ PIENSAS TÚ
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
adónde vamos yo y tú…
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!
FUSILAMIENTO
(De Cantos para soldados y sones para turistas)
Van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados.
Hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van a matar.
-¿Puedes escapar?
-¡No puedo correr!
-¡Ya van a tirar!
-¡Qué vamos a hacer!
-Quizá los rifles no estén cargados…
-¡Seis balas tienen de fiero plomo!
-¡Quizá no tiren esos soldados!
-¡Eres un tonto de tomo y lomo!
Tiraron.
(¿Cómo fue que pudieron tirar?)
Mataron.
(¿Cómo fue que pudieron matar?)
Eran cuatro soldados
callados,
y les hizo una seña, bajando su sable,
un señor oficial;
eran cuatro soldados
atados,
lo mismo que el hombre que fueron los cuatro a matar.
ANGUSTIA TERCERA
Y mis huesos marchando en tus soldados
La muerte disfrazada va de fraile.
Con mi camisa trópico ceñida,
pegada de sudor, mato mi baile,
y corro tras la muerte por tu vida.
Las dos sangres de ti que en mí se juntan,
vuelven a ti, pues que de ti vinieron,
y por tus llagas fúlgida, preguntan.
Secos veré a los hombres que te hirieron.
Contra cetro y corona y manto y sable,
pueblo, contra sotana, y yo contigo,
y con mi voz para que el pecho te hable.
Yo, tu amigo, mi amigo; yo, tu amigo.
En las montañas grises; por las sendas
rojas; por los caminos desbocados,
mi piel, en tiras, para hacerte vendas,
y mis huesos marchando en tus soldados.
CUANDO YO VINE A ESTE MUNDO
(De El son entero)
Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo
se me alivia caminando,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
Lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera es
la voz entera del son.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo;
ya estará el de abajo arriba
cuando el de arriba esté abajo.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo.
Hay gentes que no me quieren,
porque muy humilde soy;
ya verán cómo se mueren
y que hasta a su entierro voy,
con eso y que no me quieren
porque muy humilde soy.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que vivir para ver,
hay que andar.
Cuando yo vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo,
te digo,
se me alivia caminando,
te digo,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
¡nadie me estaba esperando!
ELEGÍA A JESÚS MENÉNDEZ
l
…armado
más de valor que de acero.
Góngora
Las cañas iban y venían
desesperadas, agitando
las manos.
Te avisaban la muerte,
la espalda rota y el disparo.
El capitán de plomo y cuero,
de diente y plomo y cuero te enseñaban:
de pezuña y mandíbula,
de ojo de selva y trópico,
sentado en su pistola el capitán.
¡Con qué voz te llamaban,
te lo decían,
cañas
desesperadas,
agitando las manos!
Allí estaba,
la boca líquida entreabierta,
el salto próximo esculpido
bajo la piel eléctrica,
sentado en su pistola el capitán.
Allí estaba,
las narices venteando
tus venas inmediatas,
casi ya derramadas,
el ojo fijo en tu pulmón,
el odio recto hacia tu voz,
sentado en su pistola el capitán.
Cañas
desesperadas
te avisaban,
agitando las manos.
Tú andabas entre ellas. Sonreías
en tu estatura primordial y ardías.
Violento azúcar en tu voz de mando,
con su luz de relámpago nocturno
iba de yanqui en yanqui resonando.
De pronto, el golpe de la pólvora. El zarpazo
puesto en la punta de un rugido,
y el capitán de plomo y cuero,
el capitán de diente y plomo y cuero,
ya en tu incansable, en tu marítima,
ya en tu profunda sangre sumergido.
UN LARGO LAGARTO VERDE
Por el Mar de las Antillas
(que también Caribe llaman)
batida por olas duras
y ornada de espumas blandas,
bajo el sol que la persigue
y el viento que la rechaza,
cantando a lágrima viva
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.
Alta corona de azúcar
le tejen agudas cañas;
no por coronada libre,
sí de su corona esclava:
reina del manto hacia fuera,
del manto adentro, vasalla,
triste como la más triste
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.
Junto a la orilla del mar,
tú que estás en fija guardia,
fíjate, guardián marino,
en la punta de las lanzas
y en el trueno de las olas
y en el grito de las llamas
y en el lagarto despierto
sacar las uñas del mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.
TENGO
Cuando me veo y toco,
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejército decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de ir
yo, campesino, obrero, gente simple,
tengo el gusto de ir
(es un ejemplo)
a un banco y hablar con el administrador,
no en inglés,
no en señor,
sino decirle compañero como se dice en español.
Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
O bien en la carpeta de un hotel
gritarme que no hay pieza,
una mínima pieza y no una pieza colosal,
una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay guardia rural
que me agarre y me encierre en un cuartel,
ni me arranque y me arroje de mi tierra
al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
no country,
no jailáif,
no tenis y no yacht,
sino de playa en playa y ola en ola,
gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.
¡MISTER NO!
Cuando el pueblo de Martí,
frente al gringo se irguió,
altanero dijo: —No,
donde ellos dijeron: —Sí.
El yanqui, en su frenesí,
con ese pueblo rompió;
mas repite el pueblo: —No,
en vez de decirle: —Sí
—Míster, No.
Nuestro cielo azul turquí
un avión yanqui manchó,
pero el viento dijo: —No,
cuando el avión dijo: —Sí.
El gringo quería así
vencernos, mas fracasó
porque el viento dijo: —No,
en vez de decirle: —Sí.
—Míster, no.
Ardiendo la caña vi;
fue un gringo quien la quemó
la caña gritaba: —No,
—aun ardiendo— en vez de sí.
No más cadenas aquí,
que ya el pueblo las rompió,
y al romperlas dijo: —No,
donde otros dijeron: —Sí.
—Míster, no.
¡Oh Patria, pensando en ti
y en Martí, que te adoró,
en voz alta digo: —No,
al yanqui que chilla: —Sí.
Grito en inglés: Cuba is free
(por si alguien no me entendió).
Cuba es libre, y dice: —¡No!
donde otros dijeron: —Sí.
—Míster, no.
ESTÁ EL BISONTE IMPERIAL
Está el bisonte imperial
sobre la tierra desnuda
cavando un hoyo de rabia
con su violenta pezuña.
El animal que digiere
cañaverales, y educa
con carbón y estaño y cobre
el vientre glotón, y suda
con sudores de petróleo
sus bárbaras calenturas,
olfatea el aire espeso
y apagar de un golpe busca
el trueno que lo ensordece
y el rayo que lo deslumbra.
Blanca paloma artillada
que en las olas se columpia,
sobre el caribe nocturno
enciende sus sueños Cuba.
Los milicianos la visten
de pólvora y de ternura,
y de hierro y de esperanza
y de granito y de espuma:
alta va en hombros del pueblo
sonriendo la patria pura.
Mira el bisonte la mar
con mirada de agua sucia;
la pezuña es ya un muñón
y aún cava la tierra dura.
¡Ay, imperio emperador,
bisonte sin sol ni luna,
el hoyo que estás cavando
será el de tu sepultura!
CANTA EL SINSONTE EN EL TURQUINO
¡Pasajeros en tránsito, cambio de avión para soñar!
Oui, monsieur; sí, señor.
Nacido en Cuba, lejos, junto a un palmar.
Tránsito, sí. Me voy.
¿Azúcar? Sí, señor.
Azúcar medio a medio del mar.
¿En el mar? ¿Un mar de azúcar, pues?
Un mar.
¿Tabaco?
Sí, señor.
Humo medio a medio del mar.
Y calor.
¿Baila la rumba usted?
No, señor;
yo no la sé bailar.
¿Inglés, no habla el inglés?
No, monsieur; no, señor,
nunca lo pude hablar.
¡Pasajeros en tránsito, cambio de avión para soñar!
Llanto después. Dolor.
Después la vida y su pasar.
Después la sangre y su fulgor.
Y aquí estoy.
Ya es el mañana hoy.
Mr. Wood, Mr. Taft, adiós.
Mr. Magoon, adiós.
Mr. Lynch, adiós.
Mr. Crowder, adiós.
Mr. Nixon, adiós.
Mr. Night, adiós.
Mr. Night, Mr. Shadow, ¡adiós!
Podéis marcharos, animal
muchedumbre, que nunca os vuelva a ver.
Es temprano; por eso tengo que trabajar.
Es ya tarde; por eso comienza a amanecer.
Va entre piedras el río…
Buenos días, Fidel.
Buenos días, bandera; buenos días, escudo.
Palma, enterrada flecha, buenos días.
Buenos días, perfil de medalla, violento barbudo
de bronce, vengativo machete en la diestra.
Buenos días, piedra dura, fija ola de la Sierra Maestra.
Buenos días, mis manos, mi cuchara, mi sopa,
mi taller y mi casa y mi sueño;
buenos días, mi arroz, mi maíz, mis zapatos, mi ropa;
buenos días, mi campo y mi libro y mi sol y mi sangre
sin dueño.
Buenos días, mi patria de domingo vestida;
buenos días, señor y señora;
buenos días, montuno en el monte naciendo a la vida;
buenos días, muchacho en la calle cantando y ardiendo
en la aurora.
Obrero en armas, buenos días.
Buenos días, fusil.
Buenos días, tractor.
Azúcar, buenos días.
Poetas, buenos días.
Desfiles, buenos días.
Consignas, buenos días.
Buenos días, altas muchachas como castas cañas.
Canciones, estandartes, buenos días.
Buenos días, oh tierra de mis venas,
apretada mazorca de puños, cascabel
de victoria…
El campo huele a lluvia
reciente. Una cabeza negra y una cabeza rubia
juntas van por el mismo camino,
coronadas por un mismo fraterno laurel.
El aire es verde. Canta el sinsonte en el Turquino…
Buenos días, Fidel.
UN POEMA DE AMOR
No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.
Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.
Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»… De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»…
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte…
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.
EL GORILA
El gorila es un animal
a poco más enteramente humano.
No tiene patas sino casi pies,
no tiene garras sino casi manos.
Le estoy hablando a usted
del gorila del bosque africano.
El animal que está a la vista,
a poco más
es un gorila enteramente.
Patas en lugar de pies
y casi garras en lugar de manos.
Le estoy mostrando a usted
el gorila americano.
Lo adquirió
nuestro agente viajero en un cuartel
para el Gran Zoo.
CHE COMANDANTE
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante, amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante, amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante, amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante, amigo.
BURGUESES
No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
pienso en mis largos días.
No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.
Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.
Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin Y
Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
estoy seguro de que también
recuerdan ellos.
GUITARRA EN DUELO MAYOR
I
Soldadito de Bolivia,
soldadito boliviano,
armado vas con tu rifle,
que es un rifle americano,
soldadito de Bolivia,
que es un rifle americano.
II
Te lo dio el señor Barrientos,
soldadito boliviano,
regalo de mister Johnson,
para matar a tu hermano,
para matar a tu hermano,
soldadito de Bolivia,
para matar a tu hermano.
III
¿No sabes quien es el muerto,
soldadito boliviano?
El muerto es el Che Guevarra,
y era argentino y cubano,
soldadito de Bolivia,
y era argentino y cubano.
IV
El fue tu mejor amigo,
soldadito boliviano,
el fue tu amigo de a pobre
del Oriente al altiplano,
del Oriente al altiplano,
soldadito de Bolivia,
del Oriente al altiplano.
V
Está mi guitarra entera,
soldadito boliviano,
de luto, pero no llora,
aunque llorar es humano,
aunque llorar es humano,
soldadito de Bolivia,
aunque llorar es humano.
VI
No llora porque la hora,
soldadito boliviano,
no es de lagrima y pañuelo,
sino de machete en mano,
sino de machete en mano,
soldadito de Bolivia,
sino de machete en mano.
VII
Con el cobre que te paga,
soldadito boliviano,
que te vendes, que te compra,
es lo que piensa el tirano,
es lo que piensa el tirano,
soldadito de Bolivia,
es lo que piensa el tirano.
VIII
Despierta, que ya es de día,
soldadito boliviano,
está en pie ya todo mundo,
porque el sol salió temprano,
porque el sol salió temprano,
soldadito de Bolivia,
porque el sol salió temprano.
IX
Coge el camino derecho,
soldadito boliviano;
no es siempre camino fácil,
no es fácil siempre ni llano,
no es fácil siempre ni llano,
soldadito de Bolivia,
no es fácil siempre ni llano.
X
Pero aprenderás seguro,
soldadito boliviano,
que a un hermano no se mata,
que no se mata a un hermano,
que no se mata a un hermano,
soldadito de Bolivia,
que no se mata a un hermano.
NORMA MENASSA
Medica-psicoanalista, didacta de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero Buenos Aires. Nace en Buenos Aires, el 22 de Septiembre de 1938. Egresa de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina, con el título de médica en 1975. Recibe por el Ministerio de Salud Pública el título de Especialista en Psiquiatría en 1983.
Para su 81 cumpleaños publica su libro número 22 de poemas-cuentos.
SELECCIÓN DE POEMAS INÉDITOS DE NORMA MENASSA
HOTEL CASINO
El sur y el sol se comprometen
en esta luz del mediodía.
El canto de los mares
se eleva en un pianísimo
y un mundo que no vemos
habita ciudades submarinas
codificando la primitiva
ordenación de las especies.
Hombre y mujer desde la orilla
se sumergen de a poco en las profundidades
a recoger escrituras sagradas
talladas en las piedras
que sospechosamente conviven con las leyes.
Pasan sobre mi cabeza
vuelos cansinos de pájaros acuáticos
que distraen mi pensamiento,
alianzas imposibles se pierden
detrás del horizonte y emerge
el globo rojo como un telón
mirándose al espejo
anticipando el fin del día.
EL POLICÍA ARREPENTIDO
Hay gente que no te quiere
asesinado y solo dejaste
en la calle al pobre niño
abatido por el coche del patrón,
y en medio de la desgracia,
llanto y sangre,
no quisiste dar la mano,
no quisiste dar la mano.
Otros lloran
tú te ríes
y allí se quedó muerto
el pobre niño abatido
que jugando a la pelota,
cruzó muy desprevenido
y dejó sobre el asfalto
la noche muerta de frío
mientras la luna asomaba
vos corriste arrepentido a buscar
entre los charcos esa gota de dolor.
El pájaro no cantó,
el del sirgo que no sonó,
de tu cara de adalid
renunciando a tus deberes
mirando pasar el tiempo
botón de vientre abultado
¿Ahora pides perdón?
Por el asfalto calzado
se desliza el pie cansino
no servidor, sí servil
que al que la muerte renuncies
no esperes a que se duerma
porque no habrá despertar
vuelve al cuartel cual cretino
que tú lloras
y otros ríen
y hay gente que no te quiere
que en la calle y sin soñar
dejaste a un niño abatido
y no me puedo olvidar.
INTENTO DE POEMA
También llegó esta época
en que tengo que sostener
mi monumento, ya soy casi una estatua,
tantas historias grabadas sobre el agua,
tantos amores desparramados
tantas canciones quebradas en medio
de una escala, tantos ruegos,
adioses en los que no creía
tantas piedras a las que salté
como desengaños rompiendo en mi caída
el hielo de alguna indiferencia
que me ignoraba viva y otras vidas
pegándose a mi vida haciéndome
la otra de los otros.
Grandes extensiones que nunca llegaré a conocer.
Fui la temprana tierra reclamando su flor
sin poder elegir entre poder olvidar
o recordar el bien.
Hubo un saber anterior distinto al mío que,
a veces, impedía los encuentros
y fui también la gota de agua que se desliza
antes de ser tocada, ocultando una verdad
que es un puro espejismo
solo por recordar el agua saliendo de los sueños
en cada despertar de la mañana.
Llegó a cesar el espejo su ronda cotidiana
el reloj asombrado desperezando sombras
girará hasta alcanzar la carrera del sol
donde acaba y comienza un incorruptible
trozo de existencia que la estatua me pide
que arrojemos alguna vez a una oscuridad
abierta donde copularán el rayo de la luz y el miedo.
Una infancia demorada acude presurosa
a hablar de mi alma en flor
buscando un nombre eterno
y me avergüenzo una vez más del sexo
que dibujará el mármol de mi estatua
posando en algún bosque mientras detrás de mí
se abrazan las copas de los árboles
y la naturaleza me conquiste sin ayer
y teja anillos de carbono y prolifere el verde.
LA QUE VA Y NO VUELVE
Me vi alejar en un barco lleno de pasajeros,
la mano en alto, el pañuelo agitándose en el viento,
la dársena que ahora ya no existe
porque existen los viajes trasmundanos.
Me vi de espaldas, corriendo, mostrando mi apariencia,
sin ropas, sin sumisión al mando,
todo era pobre
como la pobre niña de hoy en la plaza
pidiendo con los ojos grises
por la bruma de otros mares.
Me vi fuera del mundo mirado las estrellas,
envuelta en un suceso extraordinario,
flotando en el espacio sin puertas, ni calles,
pasándome la mano por el pelo,
alejando hechizos de esperanzas.
Crucé un bosque imaginario sin luz que lo alumbrase,
solo el reflejo de los ojos del búho
que me saludaba sin decir palabra.
Me vi quedándome a oscuras,
mis pasos retumbando siempre en el mismo lugar,
agotada la lágrima que ya no llora nada,
dejándome engañar por promesas incumplidas,
barridas como escombro, por el resplandor apaciguado de los años.
Desnuda, en el centro de la noche, se fueron los lugares
y tuve que buscarme en el latido de una pasión
desventurada, mi risa de extranjera atropelló
palabras que dijeron de un viaje no cifrable,
sin partidas ni regresos y todo lo perdido no quiso regresar,
ni pidió el consuelo de ninguna ceremonia,
solo reverberó en mi corazón para partir de nuevo.
La manzana mordida y el furor donde arde la locura
me convencieron que ningún viaje termina
en el espacio finito de lo orgánico
y este universo mío aceptó la apuesta
perdida en la aventura.
Alguien dejó en el tapete, como al pasar,
imágenes de olvido, único testimonio de existencia.
OCHENTA AÑOS SON NADA
Ahora no sé si es el tiempo el que ha pasado o
fui yo que pasó a través del tiempo
entre certezas y arrebatos
entre fuegos fatuos y ardientes llamas
en cuyas puntas oscilé tantas veces
nunca en el mismo instante del crepúsculo
de la misma manera que el sol nunca se pone
igual sobre el azul del cielo cayendo enrojecido.
Todo pasaba a velocidades inaudibles que
no permitían detenerse y así el dolor flotaba
y desaparecía, asomado como yo, a estas barandas
por las que me asomo para ver la ciudad
en sus techumbres color ladrillo y cielo azul.
Era natural que la vida me trajera como un regalo
el encuentro con mi misma, dando lugar a estar
siendo amada y provocar en el otro una hecatombe
de emociones de la que nunca me hice responsable.
Conmigo han vivido todas las épocas,
fui antigua y fui moderna, viví en un reino
que alguien puso en mis manos y todo mi reino
fue distante en donde algo fui y alguna cosa seré
Extraña coincidencia de palabras que me llevan de la mano
a verme como aquella de la infancia y mi figura avanza
y se me acerca y pasa a mi lado, pero debe seguir andando
sin volver para atrás, pero viéndome siempre y todavía.
Pero hay tanto que hacer…
El tiempo se detuvo para verme pasar y no sé
cómo sucedió esto, pero lo atravesé con mis silencios
y amé también lo que moría, porque no quería morir
y perdí todas mis creencias y fui la sombra
desprendida de mí que me asustaba con sus cambiantes
formas y era inexplicable saber que había algo de mí
que no era de mí y el misterio fue un secreto olvidado
Pero hay tanto que hacer…
La noche tiene sus ruidos y en ella me desplazo con mi nombre
y mi andar tiene cierto balanceo donde me desprendo de algunas
cuestiones innecesarias hasta llegar al punto
de una ignorancia liviana y me acostumbro a andar
entre las alturas donde me crecen alas
que algún día desplegaré y esa será toda mi fortuna.
Una existencia jugada siempre en el abismo
de lo que reniega y acepta al mismo tiempo
y no tengo palabras que abarquen este drama
y estoy aquí sin tratar de medir el tiempo
transcurrido, como decía Séneca, que me sonríe caprichoso,
desde esa frase colgada en mi escritorio,
siendo la inmortalidad la que sostiene
la cifra de mis ochenta años como si fuesen veinte,
y veinte años son nada.
Y otra vez vuelvo al principio del camino donde
la vida me espera para acompañarme y gana,
sutil, juguetona, sin tenerme en cuenta para nada,
jugando una partida de ajedrez hasta mi jaque mate,
que me verá caer con la ilusión de una mujer enamorada.
REQUIEM DE OTOÑO
Una canción estalla contra la tierra y salpica mi cara con imágenes,
son como flores negras que no aceptaron la eternidad.
Son flores muertas y hunden en mis ojos un temblor antiguo
de madre desolada que ha olvidado su cuerpo de tanto buscar
en los bordes de las calles el tumulto arremolinado
de un viento que terminará, seguro, en lluvia.
Un árbol recordando mis venas crece en un crepúsculo dorado
hacia la nada y escucho un llanto corriendo entre los túneles
hacia la falta sedienta de la Tierra.
He abierto la ventana y la casa se llenó de hojas
que cubrieron mi cabeza y se enredaron en mi pelo
como una caricia esperada hundida en el silencio.
Cambiantes fueron los besos detrás de frágiles cristales
empañados por el vaho de un vapor infinito,
hizo crecer un musgo nocturno llenando el lecho de jugos
donde deslizarme blandamente.
Aquí está el que huyó con un sueño en las sienes
y pegado a la vida salió de la tierra con un gesto mortal
No, no pronuncies mi nombre que reconocerán los huecos
que dejaron en mi corazón comido, las ausencias.
Del ayer se desprenden ráfagas de olvido y el tiempo
se evidencia en un otoño inevitable
mientras que apoyados en alguna puerta imaginada
los fantasmas entregan a las nómadas esta joya del tiempo
Ahí están los amados invadidos por telarañas azules
sobre el cierzo del pasado, con sus gestos de antaño,
sus cuerpos sin vapor huyendo hacia un cielo infinito
donde se aloja el alma. Con un olor de luna
el fuego arde por las terrazas de la lluvia y en las baldosas,
manchadas por el tiempo, corre el murmullo de las perdidas glorias
y el grito de la hoguera se vuelve un dios que canta
salmos a la luz y el maleficio mezcla de pánico y grandeza
cae sobre los nombres que se borran como si un crimen
hubiese manchado con su veneno la aventura
de haber vivido un tiempo.
SI NO LA INFANCIA
Casi sin mejillas, pequeña, subida a la silla,
tratando de alcanzar la gloria que era
solo una manzana mordida, por el antojo de los otros,
indiscretos pequeños que se mordían las uñas
con una inapropiada sensación de hambre
soterrada bajo los paraísos o que jugaban
para ejercitar los bíceps, ocultando
una escasa manera de vivir.
La credulidad era nuestro sustento y pasábamos
de ser dioses despóticos a querer solo crecer
sin que nos molestaran y que los niños
fuesen educados por los niños.
Una moral manejada a nuestro antojo,
moral de niños, moral de rebelión
del deseo de mirar de frente
lo que nos separaba de nosotros mismos.
Pero creíamos, creíamos tener el mismo corazón
dentro del pecho para siempre y el cerebro
en la cabeza bien plantado.
Fuego madurando y no sabíamos leer pero
el lugar del otro no era para que lo ocupe nadie.
Y lo bello aparecía sin necesidad de espejos y sin
necesidad de la memoria.
El corazón no estaba de moda
y la tierra de papá se extendía impredecible
hasta ese montón de páginas arrancadas de las 1001 noches.
Una oscura imagen era mi grandeza
y en mi decir las palabras salían torpes o no salían,
imitando el silencio de la noche
o el frio mármol que pisábamos en los umbrales
donde reinaba el juego de las niñas.
En las manchas de las paredes miraba
imágenes por hacer que tenían, a veces,
los pies de los muebles y las garras de leones
sostenían la mesa donde nos ocultábamos
para decirle al mundo que nuestra cabeza
tenía la osadía de querer portar una corona.
No conocía mi forma preferida
tampoco tenia la preocupación de ser algo en el mundo,
subordinarme a alguna manera del amor y hablaba para nadie.
Sin embargo, se alzaban en la infancia muros que nunca
pude destruir por completo y guardaba con dolor el coraje
de haber partido el mundo en dos de una vez y para siempre.
La niña se ha hecho mujer. La mujer pide la palabra.
Le contesta el silencio y ella se deja deslizar hacia su pasado
donde quedaron rescoldos de un ardoroso descubrimiento
encontrado al azar entre hallazgos inesperados
y la algarabía de anómalos sueños dormidos,
aquellos que no sabían que iba a ser carne de poeta.
Ver programa de televisión sobre los poetas Nicolás Guillén y Norma Menassa.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)