BIOGRAFÍA DE ALEKSANDR PUSHKIN
Aleksandr Pushkin nació el 26 de mayo 1799. Ya su origen resulta legendario: su padre pertenecía a una de las familias aristocráticas más antiguas, su madre, por su parte, era nieta del negro de Pedro el Grande, un inteligente abisinio que alcanzó elevados galardones y distinciones en la corte del poderoso zar, y cuya sorprendente aventura vital fue glosada con tintes fabuloso por el propio Pushkin en la novela el negro de Pedro el Grande. De ese modo, por las venas del poeta nacional ruso corre sangre africana.
El genio de Pushkin se pone de manifiesto a muy temprana edad. Escribe sus primeros poemas a un adolescente en francés, lengua que, como era preceptivo en las clases elevadas de la época, el poeta domina a la perfección.
A los doce años se le envió al Liceo fundado por Alejandro I, con cuya institución el zar pretendía formar una generación de funcionarios y soldados de élite, salidos de la nobleza. La lectura, el perfeccionamiento del francés, los primeros escarceos amorosos, el aprendizaje de la vida de relación y las tareas literarias del club de Arzamas fueron el principal núcleo de experiencias de aquellos años, que el poeta recordó en varios poemas como los más felices de su vida.
La sociedad literaria de Arzamas agrupaba a aquellos adolescentes que, como alguno de sus mayores, abogaban por una lengua y una expresión literaria de carácter moderno. Las amistades, que en el seno de ese club literario de amplias connotaciones liberales trabó Pushkin, durarían el resto de su vida.
En 1817, terminado el Liceo, el joven Pushkin inició su carrera administrativa como funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores en San Petersburgo y, continuando a un tiempo la vida de disipación propia a su clase y a su medio, se adscribió a la sociedad de la «Lámpara Verde». Sociedad de carácter revolucionario en la literatura y en lo político, que mantenía conexiones con aquellos liberales radicales, que tratarían en 1825 de derrocar a Nicolás I y serían conocidos como Decembristas.
Pushkin adquirió la reputación de ser un joven frívolo. Algunos de sus poemas contra la tiranía y el absolutismo atrajeron la atención del ministro Arakcheev y el propio Alejandro I y le acarrearon ser trasladado a la dirección para la protección de colonos extranjeros.
A estilo de anécdota de la vida se cuenta que, a cambio de demostrarle “la vaciedad de las ideas comúnmente aceptadas y lo relativo de esos valores que la sociedad en que vivimos pretende absolutos”, un amigo de Pushkin, Rayevski, le reveló las obras de Byron, entonces en el ápice de su fama y que representaba para las jóvenes generaciones el ideal romántico, desengañado, desmedido, exuberante. La poesía de Byron pues, arrumbaba toda la herencia francesa insípida y dieciochesca de que se habían nutrido Pushkin y sus coetáneos.
Pushkin irrumpe en la poesía rusa con la fuerza de un ciclón. Sus primeras obras Ruslan y Lyudmila y los llamados poemas «meridionales» o byronianos: El prisionero del Cáucaso, La fuente de Bajchisarái y Los Gitanos, conocen un éxito fulgurante y ruidosos, que le sitúan en la cumbre de la fama y le permiten contemplar la literatura – no sin cierto escándalo de sus amigos poetas, todos aristócratas como él– como una actividad profesional.
«Escribo para mí, pero a la hora de publicar, sólo veo mis escritos como una mercancía, a tanto la pieza», declara para asombro y enfado de sus compañeros. «No se vende la inspiración, pero se puede vender el manuscrito.»
Debe recordarse que en aquel entonces la literatura y especialmente la poesía era practicada por los representantes de la nobleza de manera desinteresada, con la simple intención de dejar constancia de un ingenio y un talento superiores. En ese ámbito la idea de escribir por dinero parecía no sólo escandalosa sino incluso repugnante, ofensiva y probablemente plebeya.
Cuando el general Ínzov, encargado de la citada dirección, se trasladó a Chişinău en Moldavia, Pushkin le acompañó y permaneció ahí hasta 1823. Era un ambiente abigarrado e ignorante, compuesto por comerciantes levantinos, que le desagrada profundamente y contra el cual buscó refugio en la composición de algunos poemas largos más conocidos, Gabrielada o Los hermanos bandoleros, por ejemplo.
Feliz de poder abandonar Moldavia, el poeta se dirigió a Odesa, donde permaneció más de un año al servicio del gobernador. Durante su estancia en Odesa, la policía secreta interceptaba una carta dirigida al poeta Küchelbecker en la que Pushkin asevera recibir lecciones de puro ateísmo. La reacción del zar es fulminante; le condena a trasladarse a la hacienda familiar de Mijáilovskoye, y permanece ahí hasta nueva orden bajo la tutela de su padre Sergei Lvovich. Padre e hijo, que nunca congeniaron – su padre prefirió al hijo pequeño – no tardaron en tener una airada discusión como consecuencia de la cual el padre renunció a la misión de tutela y abandonó la propiedad. Son meses de aislamiento, de soledad, que el poeta apenas consigue mitigar gracias a la presencia de su aya rusa Arina Rodiónovna, a la que más tarde dedicará un conocido y bello poema.
Por muy duro que resultará su alejamiento de la corte, es probable que esa circunstancia le salvará la vida, pues su ausencia de la capital le impidió tomar parte activa y directa en el alzamiento de los decembristas, protagonizado por muchos de sus mejores amigos aristócratas. El fracaso de esa intentona, que pretendía modificar y suavizar las estructuras del poder desde arriba, así como su feroz represión por parte de Nicolás I – muchos de sus participantes fueron ejecutados, otros acabaron sus días en Siberia – dejará una honda huella de dolor y amargura en toda la vida del poeta, que dedicará a sus amigos caídos algunas intensas y sentidas composiciones, como En lo hondo de las minas siberianas.
En enero de 1826 Nicolás I llama a la corte a Pushkin. Le promete su ayuda y le propone convertirse en su censor personal. Hay que recordar que en Rusia el zar ostentaba un poder realmente absoluto, como recuerda con exactitud la famosa frase del zar Pablo: «Saber que en rusia solo es grande aquel a quien le hablo y solo mientras le hablo.»
Tras una entrevista con el emperador se llegó al acuerdo de que el poeta no sería inquietado por sus opiniones, siempre que tuviera el sentido común de no oponerse al régimen, ni se vería sometido a la censura ordinaria. El propio zar leerá las obras del poeta y le dará su visto bueno. Pushkin cambiaba así una censura general por otra especialísima y mucho más rigurosa, que le obligaba al agradecimiento y le creaba mala conciencia, cada vez que discrepaba de la opinión del soberano. Ello explica que, a partir de 1825, Pushkin, sin renegar de sus principios liberales, tratará de adaptarse a lo que Nicolás I esperaba de él y de interesarse por la defensa de la institución monárquica del absolutismo. E incluso ello justifica sus ataques a los que criticaban a Rusia, cuando ésta aplastó con la consabida implacabilidad, la sublevación de Polonia.
La relación entre el zar y su poeta no tardó en complicarse por el hecho de que quien de veras ejercía el papel de censor era el conde Benckendorff; celoso funcionario, que carecía de competencia y gusto en cuestiones literarias y que sometió al escritor a un control férreo como lleno de nimiedades, que acabó por exasperarle. Además, descendiendo al terreno crematístico, le impedía publicar y recibir así a los libreros el pago de sus producciones. Por ello Pushkin se verá obligado a malgastar su hacienda y a reducir su tren de vida para no incrementar sus grandes deudas.
En este periodo de su vida la sensación de frustración de Pushkin se intensifica ante los ataques de los radicales, que le reprochan su traición y su venderse al poder, y de los periodistas e irritados por la condescendencia de la aristócrata hacia un oficio que, para ellos, era sinónimo de ganarse la vida. Rechazado por la mujer más hermosa de Rusia, Natalia Goncharova, a la que había solicitado el matrimonio, no le queda sino refugiarse en el Cáucaso, cuyos grandiosos paisajes le inspiraron algunos de sus más conocidos poemas.
Poco después de su regreso a la corte el poeta contrae matrimonio con la belleza Natalia Goncharova, una muchacha de 16 años admirada incluso por el zar que, por mantenerla cerca, nombra a su marido ‘gentilhombre de cámara’ – cargo, que humilla profundamente al poeta, pues no estaba en consonancia ni con su posición ni con su edad. Dice Pushkin: “el emperador está descontento de que no me haya mostrado conmovido y agradecido por mi nombramiento de gentilhombre de cámara. Puedo ser un súbdito, incluso un esclavo, pero nunca seré el lacayo ni el bufón de nadie.”
Natalia Goncharova, a pesar de los desfavorables retratos que suelen hacerse de ella, no era nada tonta ni más mundana o frívola que otras jóvenes de su edad, ni se mostró indiferente al destino de su marido, al que profesaba un afecto sincero.
Los últimos años de Pushkin son especialmente amargos. En un capítulo de las páginas autobiográficas Iván Turguénev, uno de los herederos directos del singular realismo pushkiniano (y que escribió su biografía), describe al poeta presente en un concierto como un ser irritado, soliviantado, acosado. Le cercan las deudas, le persiguen las intrigas, le agobia la dependencia económica de la corona, se siente espiado, controlado, vigilado, ve cercenada su libertad de movimientos. Se le deniega un permiso para viajar al extranjero. Pushkin nunca visitó occidente. Las cartas que dirige a su mujer son abiertas por la policía y leídas por el zar. Escribirá Pushkin: “la policía abre las cartas, que un marido escribe a su esposa y se las entrega al zar, hombre bien educado y honrado, para que las lea y éste no se avergüenza de reconocerlo. Dígase lo que se quiera, pero no es fácil ser autócrata.” Pero sobre todo se siente arrinconado, olvidado e incomprendido. Sus obras pasan sin pena ni gloria. Las jóvenes generaciones le respetan, pero le ignoran, considerándole una reliquia de los tiempos pasados. Trata de poner en marcha una publicación periódica “El Contemporáneo”, pero también en esa impresa, debido en parte a los rigores de la censura y a la magnitud de las insidias, se enfrenta con el fracaso. La estrella del poeta parece haberse apagado definitivamente. No obstante, son años de intensa actividad literaria, marcados por la creación de obras extraordinarias como demuestra una somera relación de títulos: Evgueni Oneguin, Cantos de los esclavos occidentales, Poltava, los cuentos de Belkin, la hija del capitán, el convidado de piedra, el zar Saltán y algunas de las composiciones líricas más profundas, intensas y delicadas de la poesía rusa.
El propio poeta pudo tener parte de culpa en ese alejamiento del público lector, pues en los últimos años se acercó a la corono y se convirtió en un defensor recalcitrante del imperio ruso y de las campañas militares. En especial después de la sublevación de los polacos, cuyo aplastamiento celebró en obras que disgustaron incluso a varios de sus amigos.
Algunos fragmentos de su correspondencia permiten entrever el desánimo y la derrota de Pushkin en los años postreros de su vida. El 26 de octubre de 1835 escribe en una carta: “estoy lleno de bilis y completamente aturdido. Créame, aunque la vida es una dulce costumbre hay en ella tanta amargura, que a la larga se hace repugnante.” Ese mismo año de 1835 confiesa en otra carta: “jamás he pasado un otoño tan improductivo. Escribo sin ninguna convicción. La inspiración necesita tranquilidad de espíritu, algo de lo que yo carezco por completo.” El 18 de mayo de 1836, unos meses antes de su muerte, llega a escribir a su mujer: “el diablo dispuso que naciera en rusia con espíritu y talento.”
Las circunstancias que condujeron a la muerte del poeta se sucedieron con rapidez. En noviembre de 1836 después de que Georges d’Anthés – un realista francés al servicio del zar, ahijado del barón embajador de los países bajos, con quien se sospecha que mantenía relaciones sexuales – cortejara abiertamente a su esposa durante meses, Pushkin recibió una carta anónima en la que se le tildaba de cornudo. Un primer desafío a duelo propuesto por el poeta fue esquivado con una ingeniosa estratagema: d’Anthés se casó con la hermana de Natalia, dando a entender a Pushkin que sus sospechas eran erradas. No obstante, d’Anthés retomó sus galanteos después de la boda con tanta impertinencia y asiduidad, que Pushkin volvió a retar al francés. Esta vez en términos tan ásperos y desabridos, que impedían toda posible escapatoria. El duelo se celebró el 17 de enero de 1837 y en él, el poeta, resultó mortalmente herido.
En sus últimas horas fui atendido por médicos prestigiosos, pero dos días después falleció. Poco antes de morir, según un testimonio del doctor, este le preguntó a Pushkin si no quería despedirse de sus allegados y Pushkin entonces se volvió hacia sus libros y exclamó: “¡Adiós, amigos!”
Pushkin no es – como se piensa y se dice a menudo – el creador de la literatura rusa. Esta existía antes de él y contaba con siglos de historia. Lo que hace Pushkin no es crear, sino imprimir un giro decisivo a la literatura posterior, señalar un nuevo camino para los escritores futuros. Esa idea está ya en la mente de Belinski cuando define a Pushkin como el primer poeta artista de Rusia. Probablemente el ilustre crítico se refería a la inmediatez, a la frescura, a la presencia desbordante y sincera de la vida en la obra de Pushkin. Además de mostrar una dirección a los escritores futuros, Pushkin define con claridad la postura que el poeta debe adoptar en la sociedad: debe el poeta participar en la vida social, tratar de mejorar la suerte de sus semejantes. Esa posición será de capital importancia en el posterior desarrollo de la literatura rusa del siglo 19.
SELECCIÓN DE POEMAS DE ALEKSANDR PUSHKIN
A CHAADAYEV
A CHADAYEV
De esperanza, de amor, de suave gloria
nos aduló el engaño poco tiempo,
se esfumaron los juegos juveniles
cual niebla matutina, como un sueño.
Pero en nosotros el deseo aún arde,
al yugo del poder fatal sujetos,
y con el alma llena de impaciencia
oimos de la patria el llamamiento.
Esperamos con ansia atormentada
de la sagrada libertad el momento,
igula que espera el mozo enamorado
aquel minuto del seguro encuentro.
Hasta ahora el corazón de honor palpita,
hasta ahora por la libertad ardemos,
amigo mío, a la patria los hermosos
impulsos de nuestra alma consagremos.
Ánimo, compañero, de la dicha
gloriosa la estrella está saliendo.
De su letargo Rusia se despierta,
y en los despojos del absolutismo
inscritos quedarán los nombres nuestros.
Del libro Antología lírica
EL PRISIONERO
Estoy entre rejas en húmeda celda.
Criada en cautiverio, un águila joven,
mi triste compaña, batiendo sus alas,
junto a la ventana su pitanza pica.
La pica, la arroja, mira la ventana,
como si pensara lo mismo que yo.
Sus ojos me llaman y su griterío,
y proferir quiere: ¡Alcemos el vuelo!
¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana!
Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes
la montaña y brilla de azul la marina,
donde paseemos sólo el viento. ..¡y yo!
EN LO HONDO DE LAS MINAS SIBERIANAS
En lo hondo de las minas siberianas
conservad orgullosa la paciencia,
no será en vano vuestro dura esfuerzo
ni el alto anhelo de la inteligencia.
Esa hermana leal en la desdicha,
la esperanza, en la cárcel tenebrosa
despertará el coraje y la alegría,
y ha de llegaros la deseada hora.
La amistad y el amor hasta vosotros
penetrarán el tenebroso encierro,
igual que a vuestras celdas de convictos
llega mi libre acento.
Caerán a tierra los pesados grillos,
la prisión se hundirá, y la libertad
gozosa ha de aguardaros a la entrada ,
y el hermano la espada depondrá.
Del libro Antología lírica
ANCHAR
En árido desierto y miserable,
en un sueño abrasado de calor,
Anchar, como espantoso centinela,
álzase -solo en toda la creación.
Naturaleza en la sedienta estepa
lo engendró en un momento de furor,
y l amuerta verdura de sus ramas
y la raíz de veneno impregnó.
Un veneno rezuma la corteza
que se funde al calor del mediodía
y se coagulo cuando cae la tarde
en espesa y traslúcida resina.
No se aventura allí pájaro alguno
ni llega el tigre – un negro torbellino
se arremolina en derredor del árbol
de la muerte, y se aleja ya pestífero.
Y si una nube en su peregrinaje
la espesa fronda de sus hojas riega
de las ramas, repleta de ponzoña,
la lluvia cae sobre la ardiente arena.
Pero un hombre al Anchar envió a otro hombre
mirándole con imperioso ceño,
y aquél se puso en marcha dócilmente
y al alba regresó con el veneno.
Volvió con la mortífero resina
y una rama de hojas agostadas,
y el sudor por aquella frente pálida
en helados regueros chorreaba.
Lo trajo, y ya sin fuerzas en la choza
se desplomó sobre el suelo de esparto,
y el pobre esclavo pereció a las plantas
de aquel su indomeñable soberano.
Mas el príncipe untó con el veneno
sus obedientes flechas
y con ellas hizo llegar la muerte
a los vecinos de extranjeras tierras.
Del libro Antología lírica
YA VAGUÉ POR LAS CALLES BULLICIOSAS
Ya vagué por las calles bulliciosas,
ya penetré en el templo populoso,
ya me rodeen alocados jóvenes,
en mis ensueños sigo estando absorto.
Me digo: pasarán raudos los años
y por muchos que aquí nos encontremos,
todos iremos a la eterna fosa
y para alguno ya llegó su tiempo.
Cuando contemplo el roble solitario,
este patriarca de los bosques -pienso-
sobrevivió al cruel siglo de mis padres
y sobrevivirá a este siglo nuestro.
Cuando acaricio a una tierna criatura
pienso que es hora ya de despedirme:
te cedo el puesto, florecer te toca,
y para mí ya es hora de pudrirme.
Cada día que pasa, cada hora,
me he acostumbrado a ejercitar la mente,
e intento adivinar cuál de entre ellos
será el aniversario de mi muerte.
Y ¿dónde me enviará la muerte el Hado?
¿En la guerra, en el mar, como viajero?
¿O si acaso será el valle vecino
el que reciba mis helados restos?
Y aunque para mi cuerpo inanimado
dónde se descomponga igual le sea,
yo, más cercano a mi solar querido,
de ser posible, reposar quisiera.
Y que a la entrada misma de mi tumba
una juvenil vida jugar pueda,
y que Naturaleza indiferente
con su eterna hermosura resplandezca.
EL CÁUCASO
El Cáucaso a mis pies. Yo solo en las alturas.
Estoy sobre la nieve al borde del abismo;
el águila, elevándose de la cumbre lejana,
por encima de mi planea sin moverse.
Contemplo desde aquí dónde nace el torrente
y el impulso primero del alud pavoroso.
Aquí marchan, humildes, las nubes a mis pies;
a través de ellas caen; rugiendo, las cascadas,
y bajo ellas las masas desnudas de las rocas:
allí, bajo del musgo, el arbusto está seco;
pero allí ya los sotos de verdor se engalanan,
donde gorjean las aves, donde brincan los corzos.
Allí también anidan hombres en las montañas,
y llevan sus ovejas por suculentos pastos,
y desciende el pastor a los amenos valles
donde corre el Aragva por umbrosas riberas.
Un mísero jinete se esconde en la garganta
donde espumea el Terek con feroz alegría.
Espumea y brama, igual que joven fiera
que la pitanza mira desde la férrea jaula,
y rompe en las orillas con odio infructuoso,
lamiendo los peñascos con sus hambrientas olas.
¡En vano! Para él no hay pitanza ni premio:
tan fuerte lo aprisionan los mudos peñascales.
Del libro Antología lírica
HIMNO A LA PESTE
Cuando el invierno todopoderoso,
cual guerrero esforzado, sus hirsutas
huestes de escarcha y nieves encabeza
contra nosotros, arden a su encuentro
chimeneas y fiestas invernales.
Ahora la Peste, emperatriz terrible
viene contra nosotros en persona,
su opulenta cosecha derramando;
y día y noche en nuestras ventanas
la guadaña mortífera resuena.
¿Qué podemos hacer? ¿Quién nos ayuda?
¡Guardémonos también contra la Peste
como lo hacemos del travieso invierno!
Que alumbre el fuego, que se llene el vaso,
que se embote la mente en la alegría
y, organizando bailes y festejos,
cantemos al imperio de la Peste.
Un éxtasis anida en la batalla
y al borde del abismo tenebroso
y en medio del océano bravio
entre olas y tinieblas de tormenta
y en el árabe viento huracanado
y también el soplo de la Peste.
Todo lo que amenaza con la muerte,
causa en el corazón de los humanos
una delicia que explicar no cabe –
¡de la inmortalidad, tal vez, es prenda!
Dichoso aquel que entre las conmociones
es capaz de encrontrarla y discernirla.
¡Por esta razón, Peste, te alabamos!
¡Nos tenemos la noche de la tumba
ni tu llamada nos aturde! ¡Amigos,
apuremos las copas, y bebamos
el aliento de jóvenes en flor
aunque pueda estar lleno de …la Peste!
Del libro Antología lírica
CONJURO
Si es verdad que por la noche,
cuando el elhombre se sosiega
y los rayos de la luna
resbalaban sobre la piedra
de las tumbas, si es verdad
que entonces vacías quedan
las fosas, llamo a una sombra. –
Estoy esperando a Leyla:
¡Ven aquí, amiga mía, ven aquí!
Muéstrate, sombra querida,
como eras al separarnos,
cual día de invierno gélida,
aunque te hubiera mudado
el dolor postrero. Acude
igual que un astro lejano,
como hálito o leve son,
o como espantoso trasgo,
igual me da: ¡Ven aquí!
No te invoco para que
reproches a las personas
la crueldad con que acabaron
con mi amiga, o de la fosa
para escudriñar secretos,
ni para que la congoja
de la dua me atormente….
Quiere decir que aún te adora
mi corazón y aún soy tuyo.
¡Ven aquí, amiga mía, ven aquí!
Del libro Antología lírica
POR LAS COSTAS LEJANAS DE TU PATRIA
Por las costas lejanas de tu patria
dejaste un país extraño.
En aquella hora triste, inolvidable,
he sollozado tanto…
Con las manos heladas, retenerte
quería entre gemidos
y que el dolor de la partida nunca
se hubiera interrumpido.
Pero tú de aquel beso y su amargura
los labios arrancaste.
Desde un país de exilio tenebroso
a otro me llamaste.
“El día del reencuentro – me dijiste-
bajo el umbroso olivo,
bajoun eterno azul nos uniremos
en un beso, amor mío.”
Más allí donde le cielo resplandece
con un azul intenso,
donde le olivo da sombra a las aguas
duermes tu último sueño.
Tú belleza, tus penas, en la urna
funeraria se encierran
y con ellas el beso del reencuentro…
Aún lo espero: es tu deuda…
Del libro Antología lírica
DÍ, ¿POR QUÉ VAS ERRANTE SIN OBJETO?
-Di: ¿por qué vas errante sin objeto?
Apenas has llegado a las alturas
y ya bajas los ojos hacia el valle
y descender quisieras. Ves confuso
el mundo, que está lleno de armonía.
Y te atrae y te inquieta un tema fútil.
Debe el genio tender siempre hacia el cielo.
Obligado está el poeta genuino
a eligir elevados argumentos
para aquellos sus cantos inspirados.
-¿Por qué gira el viento en el barranco,
las hojas alborota y polvo arrastra,
cuando el navío en las tranquilas ondas
con ansiedad espera su soplido?
¿Por qué se lanza el águila terrible
de los montes y torres, y se posa
en un tocón podrido? Ella lo sabe.
¿Por qué ama Desdémoa a su moro
cual la luna lo oscuro de la noche?
Porque no hay ley para águila ni viento
ni para el corazón de la doncella.
Tal es el poeta: como el aquilón,
aquello que apetece, lo arrebata.
Levanta el vuelo, el águila parejo,
y sin pedir licencia de ninguno
como hiciera Desdémona, él escoge
el ídolo que ansía su corazón.
Del libro Antología lírica
EXEGÍ MONUMENTO
Exigi monumentum…
Me erigí un monumento que no labró la mano,
la ruta que a él conduce no cubrirá la hierba,
y alza muy por encima del pilar de Alejandro
su indómita cabeza.
No moriré del todo – mi alma en la sacra lira
sobrevivirá al polvo y no se pudrirá,
y célebre he de ser mientras aliente un vate
en este mundo sublumar
Sonará con mi gloria la magna Rusia toda,
mi nombre cada uno repetirá en su lengua:
eslavos, finlandeses, tunguses aún salvajes
y calmucos, amantes de la estepa.
Y seré eternamente querido por mi pueblo
porque nobles ideas mi lira despertó,
cantó a la libertad en mi siglo de hierro
y para los caídos piedad solicitó.
Acata , musa mía, la voluntad divina,
no temas las ofensas, no pidas la corona,
acepta indiferente calumnias y alabanzas
y al necio no te opongas.
Del libro Antología lírica
Mozart y Salieri
I ESCENA
habitación.
Salieri
todo el mundo dice: No hay ninguna verdad en la tierra.
Pero no hay verdad – y por encima. para mí
Así que está claro, como una simple escala.
Nací con un amor por el arte;
ser niño, cuando la alta
Sonando órgano en nuestra antigua iglesia,
Escuché y escuché con placer – lágrimas
Involuntaria y dulce que fluye.
Rechacé los pasatiempos ociosos temprana;
ciencia, extranjero de la música, fueron
mne torre; obstinado y arrogante
De ellos I abdicó y se rindió
uno de música. Difícil primer paso
Y la perforación del primer camino. superar
Yo la adversidad temprana. Artesanía
Pongo el pedestal del arte;
Me convertí en un artesano: dedos
Le di obediente, la fluidez seca
Y fiel a su oído. sonidos asesinato,
Me razyal Música, como un cadáver. yo creía
Me armonía con el álgebra. Luego
Ya me atreví, versado en la ciencia,
Disfrutar de la dicha sueño creativo.
Empecé a hacer; pero en el silencio, pero en secreto,
Sin atreverse a pensar más en la gloria.
no pocas veces, después de estar sentado en la celda silenciosa
Dos, tres días, y el olvido del sueño y de alimentos,
Después de haber probado la emoción y las lágrimas de la inspiración,
Me zhog mi trabajo y miraba fría,
A medida que mis pensamientos y sonidos, me Rozhdennye,
polvo, con un ligero humo desaparecerá.
Lo que digo? Cuando gran Gluck
Él apareció y nos abre nuevos secretos
(profundo, misterio cautivador),
Dejé todo lo hizo, Sé que antes,
Con tal manera amó, Lo que está tan caliente que se cree,
Y no ir tras él alegremente
con resignación, asi, quien errado
Y el contador se envía a la otra parte?
vehementemente, intensa perseverancia
Por fin estoy en el arte de la infinita
Se ha ganado un alto grado de. Gloria
sonreí; Yo estaba en los corazones de los hombres
Consonancia encontró su creación.
Estaba feliz: Disfruté con toda tranquilidad
su mano de obra, éxito, gloria; además
A través de los esfuerzos y los éxitos de amigos,
Mis compañeros en el arte maravillosa.
no! No sabía que la envidia,
ay, Nunca! – nizhe, cuando Piccini
Capaz de capturar el rumor salvaje parisinos,
por debajo, cuando escuchó por primera vez
me Ifigenia [1] sonido inicial.
Quien dira, Salieri estaba tan orgulloso
Jamás envidia despreciable,
serpiente, las personas pisoteadas, se llevará a
La arena y el polvo roer con impotencia?
Ninguna!.. Y ahora – dirá – que ahora
perro del hortelano. Estoy celoso; profundamente,
dolorosamente celosa. – Cielos!
Cuando rectitud, cuando el don sagrado,
Cuando el genio inmortal – no como una recompensa
amor ardiente, desinteresado,
laboral, diligencia, oraciones enviadas –
E ilumina la cabeza de un loco,
juerguistas de inactividad?.. Acerca de Mozart, Mozart!
incluye Mozart.
Mozart
A ella! Te vi! y quería
Bromeas lujo inesperado.
Salieri
Estás aquí! – Ha sido durante mucho tiempo mi única arma?
Mozart
Ahora. Fui a usted,
Os he tomado algo que tengo que mostrar;
pero, pasando por delante de la posada, de repente
Oído el violín … n, un amigo mío, Salieri!
más divertido que cualquier cosa de edad
Nunca oí hablar de … violinista ciega en una taberna
Jugado voi che Sapete [2]. Milagro!
no sufrido, Traje violinista,
Para que el tratamiento a su arte.
por favor!
Incluye un anciano ciego con un violín.
De Mozart nosotros para algo!
El anciano juega un aria de Don Giovanni; hohočet Mozart.
Salieri
Y se puede reír?
Mozart
hermano, Salieri!
Puede ser cierto, y usted mismo no se ríen?
Salieri
no.
Yo no era divertido, cuando ningún valor pintor
Mancho la Madonna por Raphael,
Yo no era divertido, cuando bufón despreciable
Parodiyei byeschyestit Aligiyeri.
fue, anciano.
Mozart
espere misma: Es para ti,
Bebida para mi salud.
El viejo se va.
Tú, Salieri,
Fuera de las clases. Vengo a ti
En otras ocasiones,.
Salieri
¿Qué me trajiste?
Mozart
No – por lo; bagatela. La otra noche
Mi insomnio me atormentaba,
Y se le ocurrió conmigo dos, tres pensamiento.
Hoy les esbocé. quería
Lo que oí opinión; pero ahora
Usted no tiene que.
Salieri
hermano, Mozart, Mozart!
Cuando no estaba hasta usted? sentarse;
Estoy escuchando.
Mozart
(el piano)
Imagínese … cualquiera?
bien, al menos yo – un poco más joven;
Amantes – no demasiado, un poco –
con la belleza, o con un amigo – a pesar de que,
De repente me he divertido …: visión fúnebre,
penumbra Nezapny, o algo por el estilo …
bien, escuchar.
(Obras de teatro.)
Salieri
Usted se fue con él a mí
Y que podría quedarse en la posada
Y escuchar al violinista ciega! – Dios!
Tú, Mozart, indigno de sí mismo.
Mozart
bien, OK?
Salieri
qué profundidad!
¿Qué valor y qué armonía!
Tú, Mozart, Dios, y que no sabía;
yo sé, yo.
Mozart
y! Derecha? tal vez …
Pero mi dios hambre.
Salieri
Escucha: que cenar juntos
El pub Golden Lion.
Mozart
Quizás;
Me alegro. Pero let’m ir a casa para contar
Esposa, para mí es para la cena
No esperé.
(Las hojas.)
Salieri
Estoy a la espera para usted; ver w.
no! No puedo resistir Comparto
mi destino: me elegidos, a su
Parar – ¡No estamos todos muertos,
todos, sacerdotes, ministros de la música,
No estoy solo con mi gloria … los sordos.
¿Qué beneficios, Si Mozart estará vivo
Y sin embargo, para llegar a un nuevo nivel?
si iba a elevar el arte? no;
Se cae de nuevo, desaparece:
Heredero nos lo deje.
¿Qué provecho hay? Como un querubín,
Alzó las pocas canciones de nuestra celestial,
para, El deseo sin alas perturbadora
tenemos, puede Praga, después de salir!
Así como volar! cuanto antes, el mejor.
Eso es veneno, el último regalo de Isora.
Durante dieciocho años me he llevado conmigo –
Y a menudo la vida me parecía desde entonces
herida insoportable, y muchas veces me senté
Con enemigo descuidado para una comida,
Y nunca el susurro de la tentación
No he cedido, aunque no soy un cobarde,
Aunque me siento profundamente herido,
Aunque poco la vida el amor. Todo Dudé.
A medida que la sed de muerte me atormentaba,
que mueren? imaginé: quizás, vida
Debo llevar regalos nezapnye;
Quizás, visite mi deleite
Y la noche creativa y la inspiración;
Quizás, Hayden creará nueva
Gran – y disfrutamos de ellos …
A medida que un festín con un hedor de invitados,
Quizás, pensé, peor enemigo
Naidu; quizás, insulto zleyshaya
En mi altura estallido arrogante –
Entonces no se propadosh, regalo de Isora.
Y tenía razón! y finalmente encontrado
Estoy Mi Enemigo, y el nuevo Hayden
Me deleito maravillosa upoil!
Ahora – es el momento! el precioso don de amor,
Ven hoy en día en la copa de la amistad.
ESCENA II
Una sala especial en la posada; piano.
Mozart y Salieri para stolom.SaleriChto hoy Pasmurov?
Mozart? no!
Salieri
tienes razón, Mozart, algo molesto?
buen almuerzo, buen vino,
Y estás en silencio y con el ceño fruncido.
Mozart
Admitir,
Mi Requiem me preocupa.
Salieri
la!
Usted escribe Requiem? Hace mucho tiempo que?
Mozart
Por mucho tiempo, tres semanas. Pero el extraño caso de …
No digo a ti?
Salieri
no.
Mozart
a fin de escuchar.
Hace tres semanas, Llegué tarde
Hogar. Me dijeron, eso vino
Detrás de mí a alguien. ¿Por qué – no sé,
Durante toda la noche pensé: ¿quién sería?
Y él me? Al día siguiente, el mismo
Me fui y no me encontró de nuevo.
En el tercer día, estaba jugando en el piso
Con mi hijo. he hecho clic;
Salí. Humano, vestida de negro,
poklonivshisy cortesía, pedí
Me Requiem y desapareció. Me senté de inmediato
Y comenzó a escribir – y desde ese momento para mí
No vengo a mi hombre negro;
Y me alegro: Lamenté la Parte B
Con mi trabajo, aunque bastante listo
Уж Requiem. Pero mientras tanto, yo …
Salieri
Qué?
Mozart
Me da vergüenza admitirlo …
Salieri
¿Cuál es el?
Mozart
Me día y noche de descanso no reconocen
Mi hombre negro. Sígueme en todas partes
Como una sombra, que persigue. Ahora mismo
Yo pienso, él está con nosotros por sí mismo tercios
Está sentado.
Salieri
Y, lleno! que por temor infantil?
Dispersar vacío Duma. Beaumarchais
Yo diría: “Hear, hermano Salieri,
Como negros pensamientos vienen a usted,
Descorchar una botella de champán
perechti ile “Las bodas de Fígaro”.
Mozart
que! Beaumarchais era porque buddy;
Usted “Tarara” para él [3] compuesto,
lo bueno. Hay un motivo …
Sigo diciéndole todo lo, Soy feliz cuando …
La la la la … Oh, es verdad, Salieri,
Beaumarchais que alguien envenenado?
Salieri
No creo: él era demasiado divertido
Para este oficio.
Mozart
Es un genio,
Como usted y yo. Un genio y el mal –
Los dos son incompatibles. ¿No es cierto?
Salieri
Crees?
(Lanza el veneno en la copa de Mozart.)
bien, beber el.
Mozart
para su
salud, amigo, para la unión sincera,
Aglutinante de Mozart y Salieri,
Dos hijos armonía.
(Potable.)
Salieri
Espere,
Espere, Espere!.. Bebiste … sin mí?
Mozart
(arroja la servilleta sobre la mesa)
bastante, Estoy lleno.
(Ella va al piano.)
escuchar, Salieri,
mi Requiem.
(Obras de teatro.)
Lloras?
Salieri
estas lágrimas
primer vaciado: y doloroso y agradable,
Era como si he cometido un grave deber,
Como si el cuchillo de la curación había cortado
que afectan a los miembros! otra Mozart, estas lágrimas …
Ignorarlos. más, darse prisa
Más sonidos llenan el alma …
Mozart
Cuando todo lo que sienten el poder
armonía! Pero no: entonces B no puede
Y el mundo será; Nadie no se había convertido
Cuidar de las necesidades de los bajos fondos;
Todo se les daría más al arte de estilo libre.
Tenemos pocos los escogidos, inactivo suerte,
beneficio de la negligencia absoluta,
sacerdotes solo hermosa.
¿No es cierto? Pero ahora estoy enferma,
Me algo duro; Voy me quedo dormido.
despedida!
Salieri
Adiós.
(Uno.)
se queda dormido
permanentemente, Mozart! Pero él es Uzhel derecha,
Y no soy un genio? El genio y la villanía
Los dos son incompatibles. No es verdad:
Un Bonarotti? O es un cuento de hadas
aburrido, multitud sin sentido – y no fue
creador asesino del Vaticano?
Del libro Alexandr Pushkin POEMAS
MIGUEL OSCAR MENASSA
Sobre el libro LA MAESTRÍA Y YO de Miguel Oscar Menassa
El blanco de la portada en la que hay empresa un título de cuatro palabras “la maestría y yo” y un dibujo de cuatro caras, abre el comienzo a una carne celeste donde el poeta se reconoce mortal, y deja enseñanzas a sus hijos, discípulos y afines. En el viaje de estas 67 páginas personajes nacen en el papel, creciendo en la sábana del movimiento de su mano, donde la hoja purísima, que es su propia vida, va escribiendo. El poeta cumple años, 62, 64, y se pregunta si su generosidad es por obligación o por deseo, y se confiesa adicto al cruel vivir escribiendo versos como fenómenos naturales para enfrentar los grandes peligros de la vida. Perros hambrientos del tiempo cayendo entre las sombras a la luz de la poesía. El maestro nos condecora con el fruto de sus amores. Un mundo abierto a los viajes de otras vidas. Enseñanzas como instrumentos de labranza y compañía de viaje, que es conveniente hacer acompañando. Repartiendo el pal y el dinero para que la libertad haya comido y la justicia, otra de sus máximas, no se distraiga temerosa. Y el trabajo pueda ser el don de la fecundidad y la transformación. Trabajo, para arrancar los propios sentidos a la vida. Materia prima, el árbol o la piedra, herramientas para el trabajo, la gubia y la garlopa, el martillo, la hoz y productos, frases que servirán hasta el final, para limar las asperezas de la muerte. Nos ayudarán a viajar por los caminos intransitables, viviendo la vida y dejando señas de haber estado creando y trabajando para congelar la mirada de la muerte. El sexo que no cae, que unas veces es poderoso y otras errático, que siempre quiere ser otra cosa a la que le toca y que en su transmutación puede también ser poema, si le toca un gran hombre con su trabajo y su maestría, es el efecto de esa entrega. Un hombre que se siente pequeño cuando le falta pasión, dinero, palabras, alma, que cae de rodillas en la relación con ella y la otra mujer. Encuentro para el goce donde él no se da cuenta de nada y trata de entender la música entre ellas y él, y ellas lo aman. Pero la poesía no se enamora nunca, aunque tiene como amantes lo que aumente su fuerza, su valentía, su belleza, su poder. La mujer, ejemplo de libertad. La ciencia, transformadora del mundo. El niño y el maestro, ejemplos de crecimiento y detención del crecimiento para dejar crecer. Flor y diadema, elefante y caballos, caballos voladores galopando un doble espacio. Porque también al morir es conveniente estar acompañado y que el final sea un comienzo.
CUMPLIR SESENTA Y DOS AÑOS
Y es a los 62 años que me dispongo,
con un talante generoso, a festejar
vivir en un mundo donde nadie sabe,
si debe o si regala, si ama o si desea
si obligado a vivir o interesado
si valiente
o inquieto
o cobarde sin fe.
Al cumplir los 62 años
quiero confesarme adicto
al cruel vivir.
Y vendrán cataclismos y ciclones
inundaciones y guerras por doquier
y yo, sentado, escribiendo mis versos,
haciendo del cataclismo mi guarida,
del ciclón mi aliento y de la pólvora,
mi inseparable compañera,
las alas del adiós.
CUMPLIR SESENTA Y CUATRO AÑOS
Hoy, a la mañana
en el desayuno,
he visto pasar
muy cerca de aquí
sesenta y cuatro perros,
como hambrientos,
tal vez, abandonados,
cayendo en un abismo.
Sesenta y cuatro años,
perros, sombras,
años, luz y caballos.
LA POESIA NO SE ENAMORA NUNCA
A mis hijos, discípulos y afines
INTRODUCCIÓN
1
No me hagáis correr vuestras carreras
ni me hagáis volar en vuestros vuelos
ni me hagáis hacer vuestros trabajos
ni, tampoco, amar vuestros amores.
Yo hijos míos, con pasión,
os transporte volando,
siempre, a vuestro lado,
desde los confines quietos de la familia
hasta las puertas en libertad del mundo.
Ahora comienza vuestro viaje
y si os dejo partir sin acompañaros
es porque yo tengo mi propio viaje.
Debo poner al camino que construí
con mi propia vida y escribiendo,
mi nombre, mi apellido, mis marcas,
mis señas personales que son la poesía.
2
En el camino encontraréis el oro y la pobreza
los precipicios hondos y las grandes llanuras.
Habrá en vuestros caminos no lo dudéis
emboscadas, traiciones, viles injusticias,
por eso
es conveniente viajar acompañado.
Y cuando consigáis algo de pan, algo de dinero,
intentad repartirlo lo mejor posible entre todos.
Alguien que comió
y tiene dinero para el pan de mañana
en algo se sentirá feliz y su trabajo
no será dirigido por el hambre o el odio
sino por el amor o por la libertad.
EN UNA SOCIEDAD JUSTA, EL TRABAJO ES UN DON
1
Y éste es el verso donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad justa, el trabajo es un don:
una alegría, un bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas
navegar por los mares sin conocer el mar.
Del árbol
estupefacto de sorpresa ante el hombre
pudo el trabajo arrancar una silla
y de la piedra las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida.
2
Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar, las asperezas de la muerte.
Y si alguien os preguntara, para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
para nada, trabajamos para vivir la vida
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte
hicimos un trabajo y escribimos un verso.
EL SEXO NO CAE
1
La enseñanza más grande que tengo para daros
es que el sexo no cae.
Se desarrolla, se trasmuta, se hace insensible,
llora, bosteza de aburrido, se libera de más.
Contrae enfermedades, se cura se arrepiente,
es hombre y es mujer y nada sabe del amor.
Y quiere ser mujer cuando le toca hombre
y quiere ser un hombre cuando le toca niño
y madre quiere ser cuando es mujer
y si mujer le toca quiere ser niño,
serpiente o bruja quiere ser y puta
y cualquier cosa quiere ser
con tal de no saber nada de eso.
2
Pero el sexo no cae,
se entrega, se somete,
esclaviza todos sus sentidos,
para permanecer ahí,
oculto o estallando en pedazos,
descuartizado y solo,
erecto y firme, siempre impune,
totalmente abierto a las caricias,
al beso, a la ternura,
o bien casi cerrado, oscuro, blando,
débil a punto de fracasar en todo
y se encierra en sí mismo
y con una mano se masturba
y con la otra mano espera
y se masturba
y llega a parecer que el hombre
muere así, chiquito, empobrecido
sin nada que decir, sin alma.
3
Y, sin embargo, os digo:
El sexo no cae
y si sirve de algo
yo mismo haré de ejemplo.
A veces, también, me lo creo:
Soy un gran hombre, me digo,
soy un gran hombre y, al otro día,
me levanto todo tullido y dolorido
como si un tren cargado
con mercancías peligrosas
me hubiera pasado por encima.
4
Muy pocas cosas hablan de mí
con cierta claridad.
Mis amores son muy apasionados,
no puedo encontrar en ellos,
aunque la hubiera,
ninguna inteligencia y
mi propia inteligencia esta trabada,
por falta de pasión.
5
Con el dinero me pasa
que nunca sé quién es
si yo, porque lo gano
o ella, porque lo gasta.
6
Y, después, están esas tardes gloriosas
donde no puedo reconocer como propia
mi propia piel.
Ella se mete en mí pero sólo
para que otra mujer la acaricie.
Y la otra mujer me acaricia
después de darse cuenta que en mí,
todo lo que me dan lo recibe ella.
Después de estos encuentros,
donde todo el mundo goza y yo,
no me doy cuenta de nada,
atravesamos por instantes de paz
donde la música
llega hasta nosotros
y quedamos como suspendidos
de un relato dramático.
7
Ellas
ensayan sobre ellas mismas
maniobras de violencia,
sin mirarse a los ojos,
sin darse cuenta que las estoy mirando
y yo, pobre hombre, amante de la soledad,
no entiendo porqué me pasan estas cosas.
Y ella y la otra sonríen con alevosía
y se dicen una a la otra que me aman.
8
En el momento de desnudarnos somos libres
ellas se quedan mirándose de perfil en el espejo
y yo, extasiado, caigo de rodillas y me adoro
pero el sexo no cae.
LA POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA
1
Vivir acompañado
no es un consejo
es la única manera de vivir
y aprovecho el decir
para dejar en vuestra inteligencia
la enseñanza más bella:
La poesía no se enamora nunca.
2
La poesía no se enamora nunca
más sin embargo tiene como amantes
a todo aquello que aumente su belleza
su valentía, su fuerza, su poder.
3
Hombre o madera no le importa,
el hombre debe ser ejemplo o novedad
y la madera además de ser bella y delicada
debe servir para la cuna o bien el ataúd.
4
Mujer o ciencia no le importa,
la mujer debe ser ejemplo de libertad
y la ciencia además de compleja y exacta
debe poder amar el mundo, transformarlo.
5
Niño o maestro, nada preguntará,
el niño debe ser ejemplo de crecimiento
y el maestro, más allá,
de enseñar a leer y escribir,
un día deberá,
detener su propio crecimiento
para que en el mundo
un niño se haga hombre.
6
Flor o diadema, todo lo sabrá,
la flor ha de ser bella y siempre morirá
y la diadema además de brillar siempre
aprenderá a apagarse cuando muera la flor.
7
Elefante taciturno
o
caballos desesperados.
La poesía tiene sus cementerios y,
también, sus praderas infinitas
pero el elefante tendrá que aprender
a no dejarse doblegar por la muerte
y al morir
tendrá que estar acompañado.
Y los caballos podrán volar
y amar si quieren
pero han de ser siempre caballos
que saben apreciar las diferencias
entre galope y desenfreno
trote y sometimiento
y al detenerse el caballo en un poema
todo el mundo querrá verlo volar
y si el poema
fue escrito por un hombre,
caballo volará y al detenerse
algo en el mundo se detendrá
y habrá un verso que nadie escribirá
un doble espacio
lleno de caballos al trote,
galopando,
detenidos,
volando arrebatados.
8
Y para que las enseñanzas no queden en el aire,
nuevas reencarnaciones furiosas de la lengua,
os digo como final que es un comienzo:
alcanzar mis versos es tarea posible para ustedes,
pero alcanzar vuestros versos será
imposible para mí.
Hay un verso de alguno de vosotros
que será mi epitafio y ese verso,
quiero hacerles saber, es para mí,
insuperable.
CONTRAPORTADA
Miguel Oscar Menassa nació y escribió.
Y como ustedes saben,
si es posible el poema,
es posible la vida.
Ver programa de televisión sobre los poetas Aleksandr Pushkin y Miguel Oscar Menassa.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)