PORTADAS REVISTA POESIA MAS POESIA PARA SLIDER WEB - Poesia Online

197. Poesía más Poesía: Isidore Ducasse – Conde de Lautréamont

Comparte en tus redes sociales

portadas 1 scaled - Poesia Online

VER EL PROGRAMA DE TELEVISIÓN DEDICADO AL POETA ISIDORE DUCASSE – CONDE DE LAUTRÉAMONT

BIOGRAFÍA DE ISIDORE DUCASSE – CONDE DE LAUTRÉAMONT

LA POESÍA DEBE SER HECHA POR TODOS

Isidore Lucien Ducasse nació en Montevideo el 4 de abril de 1846, a las nueve de la mañana, en una casa –más tarde derruida- situada en la calle Camacuá, mientras la ciudad resistía el sitio de las tropas de Rosas. Morirá a los 24 años de edad en París. Es un poeta franco-uruguayo, conocido por el seudónimo El Conde de Lautréamont. Según algunos críticos habría utilizado el nombre del título de una obra literaria de Eugène Sue, Latréaumont. Es autor de Los cantos de Maldoror y dos fascículos, Poesías 1 y Poesías 2, así como de una correspondencia habitualmente publicada con el título de Cartas. Se supo muy poco de su vida y ha dado lugar a muchas conjeturas.

Era hijo de Francisco Ducasse, original de Tarbes (sur de Francia). Un funcionario de la embajada francesa, el canciller lo llamaban y de Celestine Jaquette Davezac, también francesa de Tarbes. Su madre fallece cuando Isidore tiene dos años.

Isidore Ducasse pasa su infancia en Uruguay, un país agitado por la guerra entre Manuel Oribe, apoyado por Juan Manuel de Rosas, y Fructuoso Rivera, guerra que dura hasta 1851. A los 14 años, viaja a Francia, en 1860, donde cursó estudios secundarios en el Liceo de Tarbes y en el Liceo de Pau (1863-1865). Es en Pau que conoce a su amigo Georges Dazet. Tras sus estudios, regresó a Montevideo, pasó por Córdoba y Buenos Aires y en 1867 se instaló en París. Leyó a los grandes clásicos: Sófocles, Milton, Dante, Rabelais, Shakespeare, Shelley, Byron, a Gautier y a autores de novelas negras. En Paris se instala en los mejores barrios de la ciudad, gracias a la consecuente pensión que le manda su padre. Se instala primero en el Hôtel L’Union des Nations, 23 rue Notre-Dame-des-Victoires y se matricula en la École polytechnique.

En París, durante 1868, ocultando su nombre bajo tres asteriscos, publica por su cuenta el primero de Los cantos de Maldoror en el imprentero Gustave Balitout. Una edición que quedará en deposito. La versión completa ve la luz en 1869 con el nombre de Conde de Lautréamont y el sello del editor Albert Lacroix, en Bélgica, que sin embargo se negó a distribuirlo. En 1870, deja el 32 rue Faubourg-Montmartre y se aloja en el 15 rue Vivienne. Retoma su nombre civil para publicar dos fascículos de Poesía publicadas en la Librería Gabrie en su barrio y cuya publicidad aparecerá en la Revista popular de París.

El 24 de noviembre de 1870, mientras el segundo Imperio se derrumba, otra vez, una ciudad sitiada, Isidore Ducasse muere en su domicilio en el 7 rue Faubourg-Montmartre. Según unos biógrafos muere de tuberculosis, otros hablan de escarlatina. Tan extraño como la vida es el relato de las vicisitudes sufridas por Los cantos, y merecen su historia aparte.

220px Isidore Ducasse - Poesia Online

Toda obra que significa una verdadera ruptura, una innovación esencial (no puramente formal) sufre un evidente rechazo de sus contemporáneos. Quizás Artaud —otro gran apartado— haya dado la explicación al referirse a Los cantos: “Si la actitud de Maldoror es aceptada en un libro, lo es sólo después de la muerte del poeta y cien años más tarde, cuando los explosivos imperiosos del corazón ardiente del poeta han tenido tiempo de apaciguarse. Porque en vida son demasiado fuertes y se teme que su poesía salga de los libros y trastorne la realidad“. En 1874, el stock de los ejemplares de la edición original de los Cantos de Maldoror es comprado por Jean-Baptiste Rozez, editor de Tarbes instalado en Bélgica y por fin puesta la la venta. Es sólo en 1885 pour que Max Waller, director de la revista Jeune Belgique, publique un extracto y haga descubrir los textos. Cae en manos de Joris-Karl Huysmans, Alfred Jarry y Remy de Gourmont. Alfred Jarry habla de un universo parafísico y los surrealistas verán en el, el más inminente de sus precursores. Huysmans se pregunta “¿Que diablo podía hacer en la vida el hombre que escribió tan terribles sueños?”.

1-retrato-verdadeiro-de-isidore-ducasse

Entre los diferentes textos consultados, hemos tomado como referencia un libro de Enrique Pichón Rivière que se titula, Psicoanálisis del Conde Lautréamont y Conde Lautreamont Obras Completas de Aldo Pellegrini aunque a veces se llegan a contradecir.

La mayor responsabilidad del rechazo del caso Lautréamont recae sobre sus primeros críticos. Lo presentan como un genio, pero es un genio loco, dicen que hay que tener cuidado con él. Ellos espantaron a los lectores y sin duda, influyeron también en el ánimo de los familiares en el sentido de hacer desaparecer todo rastro del poeta. Alrededor de Lautréamont se creó una atmósfera de terror, de espanto, y su influencia satánica parece haberse ejercido sobre algunos que se interesaron por su obra.

El primero en darnos referencias verdaderas sobre la vida del conde de Lautréamont fue L. Genonceaux, editor de la primera edición librada a la venta en 1890. Dice que en el trascurso del año 1869 el conde terminaba los preparativos para la salida de su libro y que cuando éste iba a ser entregado, el editor Lacroix, que era victima constante de las persecuciones del Imperio, suspendió la venta a causa de las violencias del estilo que hacían peligrosa la publicación. El poeta mismo en una de las cartas que envió a su editor había dicho: “He hecho publicar una obra de poesías en lo de Lacroix. Pero una vez que fue impresa, él se rehusó a hacerla aparecer porque la vida estaba allí pintada bajo colores muy amargos y él temía al Procurador General”. Bajo la permanente insistencia del editor Lautréamont hizo algunas modificaciones en el primero de los Cantos y parece ser que posteriormente también en los demás: pero en 1870 estalló la guerra – dice Genonceaux – y el autor murió bruscamente habiendo ejecutado sólo una parte de las revisiones que había consentido hacer. La edición preparada por el mismo Lautréamont quedó enterrada en los sótanos de un librero belga quien tímidamente, cuatro años después en 1874 hizo encuadernar algunos ejemplares con un título y unas indicaciones anónimas. Sólo algunos hombres de letras conocieron esos primeros ejemplares motivo por el cual Genonceaux se decidió a hacer una reimpresión en el año 1890.

Genonceaux suministra datos sobre la fecha de la muerte el 24 de noviembre de 1870. Dice que Isidore había ido a Paris con el objeto de seguir los cursos de la Escuela politécnica o la Escuela de Minas. En 1867 ocupaba una pieza de un hotel y que vivía allí desde su llegada de América. Era un joven alto, moreno, imberbe, nervioso, ordenado y trabajador. Se cuenta que sólo escribía de noche, sentado al piano, declamaba y construía sus frases acompañando su prosopopeya con acordes. Esté método de composición causaba a la vez la desesperación de sus vecinos que al despertarse sobresaltados no podían dudar de un extraño músico del verbo, un raro sinfonista de la frase, buscaba, golpeando el teclado, los ritmos de su orquestación literaria.

Editions Chants de Maldoror - Poesia Online

Lautréamont era desconocido en América y fue Rubén Darío en 1893, el encargado de hacerlo conocer. Dirá de su obra: “Vivió desventurado y murió loco. Escribió un libro que sería único si no existiesen las prosas de Rimbaud; un libro diabólico y extraño, burlón y aullante, cruel y penoso; un libro en que se oyen al mismo tiempo los gemidos del dolor y los siniestros cascabeles de la Locura”. Rubén Darío tradujo, además, uno de Los cantos de Maldoror. Leopoldo Lugones influido por esta lectura compone entre los 20 y 22 años, en 1897, su poema titulado Metempsicosis. De esta manera el Conde de Lautréamont se filtra en la literatura americana.

Una anécdota particular que recalca Pichón Rivière: “El tío de Lautréamont combatío en la Legión Francesa durante el sitio de Montevideo junto con el abuelo materno de Jules Laforgue y el abuelo materno de Jules Supervielle. Aparecen así reunidos familiares del conde de Lautréamont, Laforgue y Supervieille, tres poetas nacidos en Montevideo que con el andar del tiempo se reunieron en la historia de la literatura francesa figurando entre los más caracterizados representantes“.

Según informes, Lautréamont murió de una enfermedad infecciosa, algunos sospechan de escarlatina. El certificado de defunción dice: Isidore Lucien Ducasse, escritor de 24 años, nacido en Montevideo, falleció hoy a las 8 de la mañana en su domicilio de la calle del Faubourg nº7.

Los familiares sospecharon que Isidore Ducasse había sido envenenado debido a su vinculación con grupos políticos de extrema izquierda. El padre fue a Francia tres años después, según hemos podido descubrir por sus pasaportes. Con el significado de un auto de fe debe haber hecho desaparecer todo cuanto encontró de su hijo en París. Su padre se instaló en Córdoba. Dice Pichón Rivière que fue allí para seguir investigando. Sólo quedaba vivo de la familia Ducasse, el esposo de una sobrina de Isidore. Esconder a Isidore era para ellos salvar el prestigio de la familia, se trataba de no remover el asunto, olvidarlo.

Según se contaba en la familia, el Canciller, como llamaban al padre de Isidore, había conocido a la que fue después su esposa en un viaje que hizo a Francia y parece ser que era sirvienta de los Ducasse en Tarbes. Se casaron en Montevideo en febrero de 1846, naciendo el hijo en abril del mismo año. Se lee en el certificado de defunción que ella murió de muerte natural el 10 de diciembre de 1847.. Según cuentan algunos familiares se habría suicidado. Fue enterrada el mismo día de su muerte con el nombre de Celestina Joaquina, sin su apellido, no existen rastros de su tumba, mientras pude encontrar con toda facilidad la tumba del padre en el Cementerio central de Montevideo.

La influencia fundamental es la que Los cantos tuvieron sobre los jóvenes poetas franceses que hacia 1920 formaban el grupo dadaísta de París y que más tarde crearían el movimiento surrealista: Breton, Aragon, Eluard, Soupault, etcétera. En ellos, Los cantos encontraron el medio apto para la acción fecundante: la rebeldía exacerbada contra todas las normas convencionales, la negación total, que animaban al grupo dadaísta, coincidían con el espíritu que revelaba la obra de Lautréamont.

Ésta les ofreció un cúmulo de experiencias de lenguaje que los jóvenes poetas habrían de adoptar y desarrollar en su actividad surrealista. Si no fuera evidente que toda aparición avasalladora de un estado de espíritu colectivo es inevitable, parecería que el surrealismo es el heredero directo de Lautréamont, tanta coincidencia hay en el espíritu, en la intención y en la forma.

Al hablar de las influencias sobre Lautréamont y de las de éste sobre los poetas que lo siguieron, se nos aparece como el eslabón de una gran cadena que se extiende en el tiempo, a través de la historia…

SELECCIÓN DE POEMAS DE ISIDORE DUCASSE

CANTO PRIMERO 1

Quiera el cielo que el lector, animoso y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje a través de las ciénagas
desoladas de estas páginas sombrías y rebosantes de veneno; pues, a no ser que
aplique a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual equivalente por lo
menos a su desconfianza, las emanaciones mortíferas de este libro impregnarán su
alma, igual que el agua impregna el azúcar. No es aconsejable para todos leer las
páginas que seguirán; solamente a algunos les será dado saborear sin riesgo este fruto amargo. Por lo tanto, alma tímida, antes de penetrar más en semejantes landas inexploradas, dirige tus pasos hacia atrás y no hacia adelante. Escucha bien lo que te digo: dirige tus pasos hacia atrás y no hacia adelante, del mismo modo que los ojos de un niño se apartan respetuosamente de la augusta contemplación del rostro maternal; o, mejor, como un ángulo, extendido hasta donde alcanza la vista, de grullas friolentas y meditabundas que durante el invierno vuelan briosamente a través del silencio, a toda vela, hacia un punto determinado del horizonte, de donde parte repentinamente un viento extraño y violento, precursor de la tempestad. La grulla más vieja, convertida en avanzada solitaria, al ver esto mueve la cabeza —y a
continuación hace crujir también su pico— como una persona razonable que no se
siente satisfecha (yo tampoco lo estaría en su lugar), mientras su viejo cuello
desplumado, contemporáneo de tres generaciones de grullas, se agita en ondas
exasperadas que presagian la tormenta cada vez más próxima. Después de arrojar,
demostrando sangre fría, repetidas miradas a todos lados, con ojos saturados de
experiencia, muy prudentemente, y la primera de todas (pues ella tiene el privilegio
de mostrar las plumas de su cola a las otras grullas inferiores en inteligencia), con su
grito alertador de centinela melancólico que hace retroceder al enemigo común, gira con flexibilidad la punta de la figura geométrica (podría ser un triángulo, pero no se ve el tercer lado que forman en el espacio esas curiosas aves de paso) sea a babor, sea a estribor, como una hábil capitana; y, maniobrando con alas que no parecen mayores que las de un gorrión, como no es estúpida, emprende así un nuevo camino filosófico y más seguro.

CANTO PRIMERO 2

Lector, quizá desees que invoque al odio en el comienzo de esta obra. ¿Quién te dice que no has de aspirar, sumergido en infinitas voluptuosidades tanto cuanto quieras, con tus orgullosas ventanas nasales amplias y afiladas, volviéndote de vientre al modo de un tiburón en el aire hermoso y negro, como si comprendieras la importancia de ese acto y la importancia no menor de tu legítimo apetito, lenta y majestuosamente, las rojas emanaciones? Te aseguro que los dos agujeros informes de tu asqueroso hocico, ¡oh monstruo!, se regocijarán si previamente te ejercitas en respirar tres mil veces seguidas la conciencia maldita del Eterno. Tus ventanas nasales, desmesuradamente dilatadas por el goce inefable, por el éxtasis inmóvil, no pedirán nada mejor al espacio embalsamado como de perfumes e incienso; pues se colmarán hasta el hartazgo de una dicha completa, como los ángeles que habitan en la magnificencia y la paz de los cielos deleitosos.

CANTO PRIMERO 3

En pocas líneas dejaré establecido que Maldoror fue bueno durante los primeros años de su vida en los que conoció la felicidad; ya está dicho. Luego descubrió que había nacido malo: ¡fatalidad extraordinaria! Ocultó su carácter lo mejor que pudo durante muchos años; pero finalmente, a causa de esta contención opuesta a su naturaleza, todos los días le subía la sangre a la cabeza, hasta que no pudiendo soportar más ese género de vida, se lanzó resueltamente por el camino del mal… ¡atmósfera grata!
¡Quién lo hubiera dicho!, cuando besaba a un pequeñuelo de cara rosada, sentía
deseos de rebanarle las mejillas con una navaja, y muy a menudo lo hubiera hecho si
la Justicia, con su largo séquito de castigos, no lo hubiera impedido en cada ocasión.
No era mentiroso, confesaba la verdad y declaraba ser cruel. Humanos, ¿lo habéis
oído? ¡Se atreve a repetirlo con esta pluma que tiembla! Así, pues, hay un poder más fuerte que la voluntad… ¡Maldición! ¿Querría la piedra sustraerse a las leyes de la gravedad? Imposible. Imposible que el mal se conjugue con el bien. Es lo que decía más arriba.

CANTO PRIMERO 4

Hay quienes escriben para lograr los aplausos humanos mediante nobles cualidades
del corazón que la fantasía inventa o que ellos puedan tener. Pero yo hago servir mi
genio para representar las delicias de la crueldad. Delicias ni efímeras ni artificiales,
sino que, nacidas con el hombre, terminarán cuando él termine. ¿No puede el genio
aliarse con la crueldad en los secretos designios de la Providencia?, ¿acaso el hecho
de ser cruel lo priva a uno de genio? Se verá la confirmación de ello en mis palabras;
en vosotros está el escucharme, si os place… Perdón, me pareció que se me erizaban
los cabellos, pero no es nada, pues con mi mano he vuelto a colocarlos fácilmente en su anterior posición. Aquel que canta no pretende que sus cavatinas sean una cosa desconocida; todo lo contrario, se aprecia de que los pensamientos altaneros y
perversos de su héroe estén en todos los hombres.

CANTO PRIMERO 5

He visto durante toda mi vida, sin encontrar una sola excepción, a los seres humanos de hombros estrechos ejecutar actos estúpidos y numerosos, embrutecer a sus semejantes, y pervertir a las almas por todos los medios. Justifican sus acciones con un nombre: la gloria. Al presenciar tales espectáculos quise reír como los otros; pero ello, imitación extraña, no fue posible. Tomé un cuchillo cuya hoja tenía un filo muy agudo, y hendí mi carne en los sitios donde se unen los labios. Por un instante creí haber logrado mi objeto. Contemplé en un espejo esa boca lacerada por mi propia voluntad. ¡Qué equivocación! La sangre que manaba profusamente de las dos heridas impedía, por otra parte, distinguir si realmente se trataba de la risa de los otros. Pero al cabo de algunos instantes de comparación, comprobé que mi risa no se parecía a la de los humanos, más bien dicho, que yo no reía. He visto a los hombres con feas cabezas y con ojos terribles hundidos en las oscuras órbitas, superar la dureza de la roca, la rigidez del acero fundido, la crueldad del tiburón, la insolencia de la juventud, la furia insensata de los criminales, las traiciones del hipócrita, a los comediantes más extraordinarios, la fortaleza de carácter de los sacerdotes, y a los seres más ocultos para el exterior, los más fríos de los mundos y del cielo; hostigar a los moralistas para que descubran su corazón, y hacer recaer sobre ellos la cólera implacable de las alturas. Los he visto todos a un tiempo, unas veces el puño más robusto dirigiéndose al cielo igual que el de un niño ya perverso contra su madre, al parecer azuzados por algún espíritu infernal, con ojos repletos de un remordimiento lancinante y a la vez rencoroso, guardando un silencio glacial, sin atreverse a expresar las vastas e ingratas meditaciones que cobijan sus pechos, tan llenas están de injusticia y de horror, y entristecer así de compasión al Dios misericordioso; otras veces, en cualquier momento del día, desde que comienza la infancia hasta que acaba la vejez, mientras derramaban increíbles anatemas, que no tenían el sentido corriente, contra todo lo que respira, contra sí mismos y contra la Providencia, prostituir a las mujeres y a los niños, y deshonrar así las partes del cuerpo consagradas al pudor.
Entonces los mares levantan sus aguas que arrastran a sus abismos los maderos; los
huracanes y los terremotos derriban las casas; la peste y las enfermedades más
diversas diezman a las familias suplicantes. Pero los hombres no lo advierten.
También los he visto enrojecer o palidecer de vergüenza por su conducta en esta
tierra; excepcionalmente. Tempestades hermanas de los huracanes, firmamento
azulado cuya belleza no acepto, mar hipócrita imagen de mi corazón, tierra de seno
misterioso, habitantes de las esferas, universo entero, Dios que lo has creado con
esplendor, a ti te invoco: muéstrame un hombre bueno… Pero en ese caso, que tu
gracia decuplique mi vigor natural, pues ante el espectáculo de un monstruo tal,
puedo morir de asombro; por mucho menos se muere.

CANTO PRIMERO 9

Me propongo, sin estar emocionado, declamar con voz potente la estrofa seria y fría
que vais a oír. Prestad atención a su contenido y no os dejéis llevar por la impresión
penosa que al modo de una contusión ha de producir seguramente en vuestras
imaginaciones alteradas. No creáis que yo esté a punto de morir, pues todavía no me he vuelto esquelético ni la vejez está marcada en mi frente. Descartemos, por lo tanto, toda idea de comparación con el cisne en el momento en que su existencia lo
abandona, y no veáis ante vosotros sino un monstruo cuyo semblante me hace feliz
que no podáis contemplar: si bien es menos horrible que su alma. Con todo, no soy
un criminal… Pero dejemos esto. No hace mucho tiempo que he vuelto a ver el mar y que he puesto los pies sobre los puentes de los barcos, y mis recuerdos son tan vivos como si lo hubiera dejado ayer. Tratad, con todo, de mantener la misma calma que yo en esta lectura que ya estoy arrepentido de ofreceros, y de no enrojecer ante la idea de lo que es el corazón humano. ¡Oh pulpo de mirada de seda!, tú, cuya alma es inseparable de la mía, tú, el más bello de los habitantes del globo terráqueo, que mandas sobre un serrallo de cuatrocientas ventosas, tú, en quien residen noblemente como en su morada natural, en perfecto acuerdo y unidas por lazos indestructibles, la dulce virtud comunicativa y las divinas gracias, ¿por qué razón no estás junto a mí, tu vientre de mercurio contra mi pecho de aluminio, ambos sentados sobre alguna roca de la costa, para contemplar ese espectáculo que idolatro?
Viejo océano, tu poder es extraordinario y los hombres han aprendido a conocerlo
a sus expensas. Por más que empleen todos los recursos de su genio, son incapaces de dominarte. Han encontrado a su maestro. Debo agregar que han encontrado algo más fuerte que ellos. Ese algo tiene un nombre. Ese nombre es: ¡océano! El miedo que les inspiras ha hecho que te respeten. Con todo, haces danzar sus máquinas más pesadas con gracia, elegancia y facilidad. Les haces ejecutar saltos gimnásticos hasta el cielo y admirables zambullidas hasta el fondo de tus dominios que despertarían la envidia de un saltimbanqui. Bienaventurados aquellos que no llegas a envolver definitivamente con tus pliegues burbujeantes, para ir a ver, sin ferrocarril, en tus entrañas acuosas, cómo lo pasan los peces, y sobre todo, cómo lo pasan ellos mismos.
El hombre dice: «Yo soy más inteligente que el océano». Es posible; quizás hasta sea
cierto; pero más miedo le tiene el hombre al océano, que el que éste le tiene al hombre: lo cual no necesita demostración. Ese patriarca observador, contemporáneo de las primeras épocas de nuestro globo suspendido, sonríe compasivo cuando asiste a los combates navales de las naciones. Ahí tenéis un centenar de leviatanes salidos de las manos de la humanidad. Las órdenes enfáticas de los superiores, los gritos de los heridos, el estruendo de los cañones, constituyen una barahúnda apropiada para aniquilar a unos pocos segundos. Pareciera que el drama ha concluido, y que el océano lo ha tragado todo en su vientre. Las fauces son formidables. ¡Qué inmenso debe de ser hacia abajo en la dirección de lo desconocido! Como remate de la estúpida comedia, que ni siquiera despierta interés, se ve en medio de los aires alguna cigüeña retrasada por la fatiga, que se pone a gritar sin disminuir el empuje de su vuelo: «¡Vaya!… ¡no me gusta nada! Había allá abajo unos puntos negros; cerré los ojos y ya no están más». ¡Te saludo, viejo océano!

CANTO PRIMERO 14

Si algunas veces resulta lógico atenerse a la apariencia de los fenómenos, este primer canto termina aquí. No seáis severos con aquel que hasta ahora sólo ha estado probando su lira: ¡de ella se desprenden tan extraños sonidos! Sin embargo, si queréis ser imparciales, tendréis que admitir un fuerte sello personal en medio de sus imperfecciones. En lo que a mí respecta, voy a ponerme a trabajar de nuevo para dar a luz un segundo canto, a un lapso que no se dilate demasiado. El final del siglo XIX tendrá su poeta (sin embargo, al principio no debe iniciarse con una obra maestra, sino obedecer a la ley natural); nació en las costas americanas, en la desembocadura del Plata, allí donde dos pueblos, otrora rivales, se esfuerzan actualmente por superarse mediante el progreso material y moral. Buenos Aires, la reina del sur, y Montevideo, la coqueta, se tienden una mano amiga a través de las aguas plateadas del gran estuario. Pero la guerra eterna ha instalado su imperio destructor sobre los campos y cosecha con alegría numerosas víctimas. Adiós, anciano, y piensa en mí si me has leído. Tú, muchacho, no desesperes; pues tienes un amigo en el vampiro, aunque no lo creas. Y contando el acarus sarcopte productor de la sarna, tendrás dos amigos.

CANTO SEGUNDO 2

Tomo la pluma que va a construir el segundo canto… instrumento arrancado de las alas de algún pigargo rojo. Pero… ¿qué pasa con mis dedos? Las articulaciones quedan paralizadas en el momento en que empiezo a trabajar. Sin embargo, necesito escribir… ¡Es imposible! Pues bien, repito que necesito escribir mi pensamiento; tengo derecho, como cualquier otro, de someterme a esa ley natural… Pero ¡no, no, la pluma sigue inerte!… Mirad a través de los campos el relámpago que brilla a lo lejos. La tormenta recorre el espacio. Llueve… Sigue lloviendo… ¡Cómo llueve!… El rayo ha estallado… ha caído sobre mi ventana entreabierta y me ha tendido en el piso de un golpe en la frente. ¡Pobre joven! Tu rostro estaba ya bastante maquillado por las arrugas precoces y la deformidad de nacimiento, para necesitar el agregado de esa larga cicatriz sulfurosa. (Acabo de suponer que la herida está curada, y eso no sucederá tan pronto.) ¿Por qué esta tormenta, y por qué la parálisis de mis dedos? ¿Es una advertencia de arriba para impedirme escribir y para considerar mejor a qué me expongo destilando la baba de mi boca cuadrada? Pero esta tormenta no me ha causado temor. ¡Qué me importaría una legión de tormentas! Esos agentes de la policía celeste cumplen con celo su penoso deber, a juzgar someramente por mi frente herida. No tengo por qué agradecer al Todopoderoso su notable destreza; ha enviado el rayo justamente para cortar mi cara en dos a partir de la frente, sitio donde la herida ha sido más peligrosa: ¡que lo felicite otro! Pero las tormentas atacan a alguien más fuerte que ellas. Así, pues, horrible Eterno con cara de víbora, ¡ha sido necesario que, no contento de haber colocado mi alma entre las fronteras de la locura y los pensamientos de furor que mata de una manera lenta, hayas creído además conveniente para tu majestad, después de un maduro examen, hacer manar de mi frente una copa de sangre!… Pero, en fin ¿Quién te dice algo? Sabes que no te amo, y que, por el contrario, te detesto: ¿por qué insistes? ¿Cuándo tu conducta decidirá no tomar más las apariencias de la extravagancia? Háblame con franqueza como a un amigo: ¿No dudes, en fin, que muestras en tu persecución odiosa un cuidado ingenuo del cual ninguno de tus serafines se atrevería a destacar el completo ridículo? ¿Qué clase de ira se apodera de ti? Quiero que sepas que si me dejases vivir al abrigo de tus persecuciones, tendrías mi eterna gratitud…
Vamos, Sultán, líbrame con tu lengua de esa sangre que mancha el parqué. El vendaje está terminado: mi frente ha sido lavada con agua salada y he cruzado vendas alrededor de mi rostro. El resultado no es infinito: cuatro camisas empapadas en sangre, y dos pañuelos. A primera vista no se sospecharía que Maldoror tuviera tanta sangre en las arterias, pues su rostro luce sólo resplandores cadavéricos. Pero, en fin, así son las cosas. Quizá se trate de casi toda la sangre que pudo contener su cuerpo, y es probable que no le quede mucha. Basta, basta, perro voraz; deja el parqué como está; tienes el vientre lleno. No debes continuar bebiendo pues no tardarías en vomitar. Ya estás bastante saciado, ve a acostarte en la perrera, haz de cuenta que nadas en felicidad, pues no tendrás que pensar en el hambre por tres inmensos días, gracias a los glóbulos que has hecho descender por tu gaznate con una satisfacción solemnemente visible. Tú, Leman, toma una escoba, yo también quisiera usar una, pero no tengo fuerzas. ¿Entiendes, no es cierto, que no tenga fuerzas? Vuelve tus lágrimas a su vaina, o creeré que no tienes el valor de contemplar con sangre fría la gran cuchillada, resultado de un suplicio que se pierde ya para mí en la noche del pasado. Tú irás a la fuente a buscar dos cubos de agua. Una vez lavado el parqué, pondrás esa ropa blanca en el cuarto vecino. Si la lavandera viene esta noche, como tiene que hacerlo, se la entregarás; pero como ha llovido mucho desde hace una hora, y sigue lloviendo, no creo que salga de su casa, entonces vendrá mañana temprano. Si te pregunta de dónde procede toda esta sangre no estás obligado a responder. ¡Qué débil estoy! No importa; tendré la fuerza de levantar la pluma y el valor de cavar en mi pensamiento. ¿Qué le ha reportado al Creador atormentarme, como si yo fuera un niño, con una tormenta portadora de rayos? No por eso dejo de persistir en mi resolución de escribir. Estas vendas me molestan, y la atmósfera de mi cuerpo respira sangre.

CANTO TERCERO 1

… Te he esperado mucho tiempo, hijo amado del océano, y mis brazos entumecidos han entablado un vano combate con Aquel que se había introducido en el vestíbulo de mi casa… Sí, siento que mi alma se halla asegurada con candado en el cerrojo de mi cuerpo, y no puede desprenderse para huir lejos de las costas que azota el mar humano y así dejar de ser testigo del espectáculo de la lívida jauría de las desgracias que persiguen sin tregua, a través de los barrancos y precipicios de la inmensa desolación, a las gamuzas humanas. Pero no me quejaré. He recibido la vida como una herida y he prohibido al suicidio que cure la cicatriz. Quiero que el Creador contemple, en cada hora de su eternidad, la grieta abierta. Es el castigo que le inflijo… Nuestros corceles disminuyen la velocidad de sus pies de bronce; sus cuerpos tiemblan como el cazador sorprendido por una manada de jabalíes. No es necesario que se pongan a escuchar lo que decimos. A fuerza de prestar atención su inteligencia se desarrollaría y podría tal vez comprendernos. ¡Desgraciados de ellos, pues sufrirían mucho más! Sólo tienes que pensar en los jabatos de la humanidad: el grado de inteligencia que les separa de los demás seres de la creación, ¿no parece que se les ha otorgado al precio irremediable de incalculables sufrimientos? Imita mi ejemplo, y que tu espuela de plata se hunda en los costados de tu corcel…” Nuestros caballos galopaban a lo largo de la costa, como si huyeran de la mirada humana…

CANTO CUARTO

Tomo la pluma que va a construir el segundo canto… instrumento arrancado de las
alas de algún pigargo rojo. Pero… ¿qué pasa con mis dedos? Las articulaciones se
paralizan en el momento en que empiezo a trabajar. Sin embargo, tengo necesidad de escribir… ¡Es imposible! Pues bien, repito que tengo necesidad de escribir mi
pensamiento; tengo derecho, como cualquier otro, de obedecer a esa ley natural…
Pero ¡no, no, la pluma sigue inerte!… Pronto, mirad a través de la planicie el
relámpago que brilla a lo lejos. La tormenta recorre el espacio. Llueve… Continúa
lloviendo… ¡Cómo llueve!… El rayo estalla… ha caído sobre mi ventana entreabierta y me ha tendido en el piso de un golpe en la frente. ¡Pobre joven! Tu rostro estaba ya demasiado alterado por las arrugas precoces y la deformación de nacimiento, para necesitar el agregado de esa larga cicatriz sulfurosa. (Acabo de dar por cierto que la herida está curada, cosa que no sucederá tan pronto). ¿Por qué esta tormenta, y por qué la parálisis de mis dedos? ¿Es una advertencia de lo alto para impedirme que escriba y para que recapacite bien sobre los riesgos que corro al dejar fluir la baba de mi boca cuadrada? Pero esta tormenta no me ha provocado temor.
¡Nada me importaría una legión de tormentas! Esos agentes de la policía celeste
cumplen con celo su penoso deber si he de juzgar sucintamente por mi frente herida.

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

POESIA MAS POESIA 2022 1 - Poesia Online
La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es descarga.jpg

Comparte en tus redes sociales

Deja un comentario

situs slot https://disdukcapil.salatiga.go.id/ngacor/ slot gacor totomacau4d situs toto< situs toto situs toto slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor rtp slot toto slot https://journal.dpkp.ciamiskab.go.id/ rtp slot rtp live slot gacor situs toto slot gacor situs toto situs toto togel https://faculdadediplomata.edu.br/-/ https://www.pilgrimagetour.in/-/ slot gacor situs toto slot gacor slot gacor rtp slot https://ejournal.yahukimokab.go.id/ https://mikrotik.itpln.ac.id/wp-content/uploads/ toto slot slot gacor slot gacor situs toto slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor slot gacor situs toto toto slot https://cpnsbatola.id/-/ situs togel bento4d cerutu4d rimbatoto https://smpitbinailmu.sch.id/ bakautoto bakau toto slot https://inspiracionspa.com.mx/-/ https://pafikabupatenrejanglebong.org/ https://dinkes.bogorkab.go.id/-/totoslot/ https://pafipcbangkabelitung.org/ https://pafipcindonesia.org/ https://pafipclubuklinggau.org/ https://pafipcpagaralam.org/ https://pafipclahat.org/ situs toto situs togel situs toto slot gacor situs togel bo togel slot gacor situs toto toto slot slot gacor ini slot gacor hari ini bakautoto bakautoto bento4d