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BIOGRAFÍA DEL POETA JOSÉ EMILIO PACHECO
“Elegí ser escritor y a estas alturas aún soy un aprendiz que no sabe nada de su trabajo y para quien cada página es de nuevo la primera y puede ser la última.”
José Emilio Pacheco Berny, nace en Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Es uno de los escritores más importantes de la literatura mexicana del siglo XX.
Inició sus actividades literarias en la revista Medio Siglo. Ha trabajado como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México y de México en la Cultura, suplemento de Novedades, y fue jefe de redacción de La Cultura en México, suplemento de Siempre, En torno a la cultura nacional, Belleza y poesía en el arte popular mexicano.
Ha traducido a autores, como Samuel Beckett, Tennesse Williams, Oscar Wilde, T.S. Elliot y Marcel Schwod. Destaca también su labor como editor y traductor.
Es miembro de El Colegio Nacional (México) desde 1986 y profesor distinguido en el Departamento de Español de la Universidad de Maryland.
Se le considera integrante de la llamada generación de los cincuenta o de medio siglo, en la que también se incluye a Juan Vicente Melo, Inés Arredondo, Juan García Ponce, Huberto Batis, Sergio Pitol, José de la Colina, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, entre otros. Compartió la perspectiva cosmopolita que caracteriza a los literatos de esa generación, y los temas que abordó en sus textos van desde la historia y el tiempo cíclico, los universos de la infancia y de lo fantástico, hasta la ciudad y la muerte. La escritura de Pacheco se distingue por un constante cuestionamiento sobre la vida en el mundo moderno, sobre la literatura y su propia producción artística, así como por el uso de un lenguaje sin rebuscamientos, accesible.
Desde edad temprana Pacheco comenzó su acercamiento a la literatura leyendo a autores como Julio Verne, Rubén Darío, Oscar Wilde, Manuel Payno, Amado Nervo, Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes y escuchando a los escritores que frecuentaban la casa:
Su verdadero aprendizaje empezó en la casa paterna, a la que solía llegar un grupo de escritores que el niño José Emilio escuchaba, y siguió escuchando. Los nombres de ese grupo son fácilmente reconocibles: Juan de la Cabada, Héctor Pérez Martínez, Juan José Arreola, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, algunas veces Julio Torri, al que escuchaban —él y su amigo Carlos Monsiváis— Edith Negrín y Álvaro Ruiz Abreu.
Comenzó a escribir en la adolescencia, época en la que publicaba en revistas estudiantiles y periódicos como Proa (de la Escuela Preparatoria, Centro Universitario, México, 1955), Diario de Yucatán, Diario del Sureste (ambos de Mérida, 1956-1958); las estudiantiles Índice (1957) y Letras Nuevas, la primera de la Facultad de Derecho y la segunda de la de Filosofía y Letras de la UNAM.
Pacheco ingresó a la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de México, pero la abandonó a los 19 años para dedicarse a la escritura. Participó en diversas revistas y suplementos culturales, Diálogos, Revista Mexicana de Literatura, Diorama de la Cultura, Ramas Nuevas, suplemento de Estaciones, donde trabajó con Monsiváis. Su consolidación como escritor se plasmó en sus publicaciones en La Cultura en México, de Fernando Benítez, “su guía, amigo y maestro”.
Fue profesor en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, investigador en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); como resultado de esta labor de investigación y reconstrucción de la vida cultural mexicana de los siglos XIX y XX, publicó numerosas ediciones y antologías. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán y ruso.
La obra de Pacheco abarca la narrativa, el cuento, la novela, la crónica, la poesía, la traducción y el ensayo. Existen características que unen sus textos, aunque cada uno de los géneros trabajados por el autor puede distinguirse de los otros por elementos particulares; una constante de su obra es la constante renovación o reescritura. Consideraba a la literatura como algo dinámico y cambiante, lo cual lo llevó a revisar y reescribir sus propias obras, en un afán de autocrítica. Su idea acerca de la reescritura incluye un diálogo con los textos anteriores (de autores modernos como Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal, y clásicos, como Catulo) y con sus propios lectores. Como ha explicado Oviedo, “su obra es, en cierta manera, una antología formada por la reescritura de sus lecturas –un nuevo texto que se sobreimprime en otros textos preexistentes”.
La obra narrativa de José Emilio está representada por tres libros de cuentos —La sangre de Medusa (1958), El viento distante y otros relatos (1963) y El principio del placer (1972)—; dos novelas —Morirás lejos (1967) y Las batallas en el desierto (1981)— y por múltiples crónicas escritas en los suplementos y revistas en los que participó. Con respecto a sus cuentos, la autora Bárbara Bockus señala su carácter alusivo más que directo, su tendencia a la brevedad, y la escasez del detalle descriptivo o anecdótico. En ellos aparece de manera constante el tema del paso del tiempo y de la repetición de la historia; también son usuales los universos de la infancia y de lo fantástico.
Los textos fantásticos se distinguen “porque en un universo ficticio cognoscible y manipulable para los personajes” ocurre un hecho insólito que no es posible explicar; así, en «Tenga para que se entretenga» (del volumen El principio del placer) encontramos a una madre (Olga) y a su hijo (Rafael) en el Bosque de Chapultepec en 1943 y de pronto, sucede lo insólito: «Rafael se entretenía en obstaculizar con una ramita el paso de un caracol. En ese instante se abrió un rectángulo de madera oculto bajo la hierba rala del cerro y apareció un hombre […] salió del subterráneo, fue hacia Olga, le tendió un periódico doblado y una rosa con un alfiler: -Tenga para que se entretenga. Tenga para que se la prenda». El origen del personaje misterioso y sus razones para presentarse ante la mujer y el niño no son explicadas de manera definitiva por ninguna ley (ni la del mundo ficticio en que habitan los personajes, ni mediante las leyes de un universo maravilloso).
Morirás lejos “recrea la persecución de siglos que han sufrido los judíos hasta el holocausto”, y en Las batallas en el desierto se encuentran los temas de la destrucción de la ciudad y la infancia como un pasado en que el personaje descubre tanto el amor como el desengaño.
En relación directa con el tema de la historia se halla la crónica, género híbrido, “a mitad de camino entre la ficción y los hechos” donde Pacheco “encontró la expresión ideal y propia para contar el vasto horizonte de una época y de una sociedad determinada”.
La columna Inventario del suplemento Diorama de la Cultura del periódico Excélsior, dirigido por Julio Scherer, desempeñó un papel importante en la creación y difusión de las crónicas de Pacheco; una relevancia similar tuvo la revista Proceso, proyecto al cual fue invitado el mismo Scherer en 1976. Allí “Pacheco empezó una nueva etapa de su trabajo de periodismo cultural, publicando notas, traducciones, artículos y crónicas”. El escritor mantuvo dicha columna por varias décadas, en la cual hizo revisiones bibliográficas en su particular estilo. No se limitó a la revisión de autores mexicanos, aunque hizo revisiones temáticas temporales (por año, como 1914, 1938 y 1950, por periodos como la Revolución mexicana o autores que tradujo, como Eliot).
La primera aparición de Inventario fue el 5 de agosto de 1973 en la página 16 de la sección Diorama. En ese medio alternó su aparición con la de Baulmundo de Gustavo Sainz, del español José de la Colina y el uruguayo Danubio Torres Fierro. Tras ausentarse seis meses, Pacheco la reinicia 1 de junio de 1975 con un artículo sobre Oscar Wilde y Alfred Douglas. Después de la destitución de la mesa directiva de Excélsior ocurrida al año siguiente, apoyó a Scherer y llevó su columna a la revista Proceso, donde apareció desde el primer número en noviembre de 1976 (donde escribió sobre Saul Bellow) hasta su muerte en 2014 (la última fue sobre el entonces reciente fallecimiento de Juan Gelman).
El accidente que sufrió previo a su muerte ocurrió en su estudio la noche del viernes 24 de enero luego de terminar su columna. Quedó pendiente la publicación de volúmenes temáticos con las cerca de 7 000 columnas, por sugerencia de Vicente Leñero, dada la negativa de Pacheco de reunirlos en un solo volumen. Inventario recibió el Premio Nacional de Periodismo en Divulgación Cultural de 1980, que el escritor evitó recoger por propia mano del entonces presidente José López Portillo: “José Emilio se escondió, hizo creer que estaba fuera de México y me pidió, ya que al galardón se agregaba un diploma para el medio que lo publicaba, si podía ir a recogerlo a la ceremonia de Los Pinos. Y sí fui”.
Los dos primeros libros de poesía escritos por José Emilio Pacheco, Los elementos de la noche (1963) y El reposo del fuego (1966), tienen en común algunos rasgos y temas, lo cual permite considerarlos como parte de un primer periodo lírico; según José Miguel Oviedo, ambos coinciden en el influjo “del sector más depurado de la poesía española de este siglo (Cernuda, Salinas, Jorge Guillén), de ciertos motivos y símbolos de Jorge Luis Borges, Xavier Villaurrutia y Octavio Paz”.
El tema del paso del tiempo aparece de manera recurrente en la poesía de Pacheco: la conciencia de lo transitorio de la vida y de los procesos de destrucción son eje de numerosos poemas. A ellos se les suma el de la posibilidad de la resurrección, y de un tiempo cíclico: la renovación incluye también a la poesía, un acto que puede resurgir, transformarse, pues “la palabra es la imagen misma del cambio.” En ambos poemarios se halla presente la influencia de Heráclito: “embarcado en el rumbo heracliteano, Pacheco va alternando su conflicto vida/muerte con la contradicción agua/fuego”.
Con No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969) inicia un segundo periodo en su poesía: aunque conserva elementos hallados en los libros anteriores, el cambio ocurrido se debe a una perspectiva crítica muy marcada. En esta segunda fase Pacheco utiliza la ironía y la irreverencia crítica; las abstracciones disminuyen y el autor se centra en una preocupación ética y estética, ya que se formula la cuestión: ¿Qué sentido tiene y qué lugar ocupa la poesía en el mundo moderno? Se trata de una obra que reflexiona sobre la “propia materia de la poesía.” La perspectiva crítica de Pacheco continúa especialmente en Irás y no volverás (1973) y en Desde entonces (1980), obras en las cuales hay un interés especial en aspectos sociales, en la denuncia de las injusticias.
La traducción, para José Emilio Pacheco, se vincula estrechamente con su perspectiva acerca de la literatura, de la poesía en especial: la palabra se renueva, es posible y válido reescribir un texto de tiempos pasados o contemporáneos, de una lengua a otra. Un poema “puede ser escrito varias veces, lo que hace posible ‘traducir’[…] el traductor no es un traidor: es un creador”. Entre los escritores traducidos se puede citar a Samuel Beckett (Cómo es), Walter Benjamin (París, capital del siglo XIX), Tennessee Williams (Un tranvía llamado deseo), Harold Pinter, Oscar Wilde, Edgar Lee Masters, T.S. Elliot, Víctor Hugo, Walt Whitman, Truman Capote, Ernest Hemingway, William Faulkner y muchos otros.
Sus versos carecen de ornamentos inútiles y están escritos con un lenguaje cotidiano que los hace engañosamente sencillos. La conciencia de lo efímero es uno de sus temas centrales, pero su poesía es a menudo irónica, llena de notas de humor negro y parodia, y muestra una continua experimentación en el plano formal. Para Pacheco, el poeta es el crítico de su tiempo y un metafísico preocupado por el sentido de la historia. Cree en el carácter popular de la escritura, que carece de autor específico y pertenece a todos.
Su producción poética alternó así lo trascendente y lo inmediato, siempre con un estilo muy personal. Respecto a sus traducciones, que incluyen poemas de diversas lenguas, el autor prefirió llamarlas “aproximaciones”, por estar convencido de la intraducibilidad del género. En el terreno de la narrativa corta, demostró su dominio del relato breve e hiperbreve. Sus dos novelas son ejemplo de sabiduría narrativa: la primera, Morirás lejos (1967), es un audaz experimento que juega con diversos planos narrativos; la segunda, Las batallas en el desierto (1981), es una evocadora y agridulce historia de amor imposible, llena de nostalgia.
Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales.
Falleció el 26 de enero de 2014, Ciudad de México, México.
Libros
Poesía
- Los elementos de la noche(1963)
- El reposo del fuego(1966)
- No me preguntes cómo pasa el tiempo(1969)
- Irás y no volverás(1973)
- Islas a la deriva(1976)
- Desde entonces(1979)
- Los trabajos del mar(1983)
- Miro la tierra(1987)
- Ciudad de la memoria(1990)
- El silencio de la luna(1996)
- La arena errante(1999)
- Siglo pasado(2000)
- Tarde o temprano(Poemas 1958-2009) (2009; poesía completa, FCE)
- Como la lluvia(2009)
- La edad de las tinieblas(2009)
- El espejo de los ecos(Taller de comunicación gráfica, 2012)
Cuento
- El viento distante(1963)
- El principio del placer(1972)
- La sangre de Medusa y otros cuentos marginales(1990, relatos reunidos de entre 1956 y 1984)
Novela
- Morirás lejos(1967)
- Las batallas en el desierto(1981)
Artículos
- Inventario I. Antología. 1973-1983(2017)
- Inventario II. Antología. 1984-1992(2017)
- Inventario III. Antología. 1993-2014(2017)
Ensayos
- Jorge Luis Borges. Una invitación a su lectura(1999), de José Emilio Pacheco. Reeditado como Jorge Luis Borges (2019).
- Ramón López Velarde. La lumbre inmóvil(2003)
Traducción
- Cuatro cuartetos, de S. Eliot
- Cómo es, de Samuel Beckett
- Vidas imaginarias, de Marcel Schwob
- De profundis, de Oscar Wilde
- Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams
Antología
- Poesía en movimiento(1966) (con Octavio Paz, Alí Chumacero y Homero Aridjis), México, Siglo xxi
- Antología del modernismo (1884-1921)(1970), México, UNAM.
Cine y música
- El castillo de la pureza(1972), película de Arturo Ripstein con guion del director y de Pacheco y la actuación de Claudio Brook, Rita Macedo, Arturo Beristáin, Diana Bracho, María Rojo y Gladys Bermejo, entre otros.
- Mariana, Mariana(1987), adaptación de la novela Las batallas en el desierto; fileme dirigido por Alberto Isaac con guion de Vicente Leñero y la actuación de Luis Mario y Gerardo Quiroz, Pedro Armendáriz Jr., Aarón Hernán, Saby Kamalich y Elizabeth Aguilar.
- «Las batallas», canción basada en la historia del libro Las batallas en el desiertopresentado en el disco Café Tacuba (1992) del grupo homónimo.
- El reposo del fuego, obra sinfónica para tenor y orquesta sinfónica compuesta por el compositor regiomontano Gustavo A. Farías García, con poemas del libro homónimo de Pacheco estrenada en 1995 por la Orquesta Sinfónica de Nuevo León en su Temporada de Jóvenes Valores.
- Entre libros, programa semanal de entrevistas y comentarios de actualidad literaria en Radio Universidad, UNAM, 1961-1964; con Rosario Castellanos, Juan Vicente Melo, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol.
- Cine verdad. redactor de este semanario cinematográfico, revista cultural que se pasaba en cines mexicanos, 1961-1969; con Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Julieta Campos, Luis Suárez, Juan Dutch.
- Antología poética; disco con prólogo de Eduardo Elizalde; Voz Viva de México, UNAM, 1968.
Premios y reconocimientos
- Premio Magda Donato 1967 por Morirás lejos
- Premio Nacional de Poesía Aguascalientes1969 por No me preguntes cómo pasa el tiempo
- Premio Xavier Villaurrutia1973 por El principio del placer
- Doctor honoris causade la Universidad Autónoma de Sinaloa (16 de noviembre de 1979)
- Premio Nacional de Periodismo de México1980 por Divulgación Cultural.
- Premio Malcolm Lowry1991 por trayectoria (Ensayo literario)
- Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura1992
- Premio José Asunción Silvaal mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995
- Premio Mazatlán de Literatura1999
- Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2001
- Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2003
- Premio de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde 2003
- Premio Internacional Alfonso Reyes 2004
- Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2004
- Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca 2005
- Miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua(23 de mayo de 2006)
- Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009
- Medalla 1808, otorgada por el gobierno del Distrito Federal(25 de junio de 2009)
- Medalla de Oro de Bellas Artes, otorgada de la Secretaría de Educación Públicade México (28 de junio de 2009)
- Premio Cervantes 2009
- Doctorado honoris causapor la Universidad Autónoma de Nuevo León (11 de septiembre de 2009)
- Doctorado honoris causapor la Universidad Autónoma de Campeche (3 de marzo de 2010)
- Doctorado honoris causapor la Universidad Nacional Autónoma de México (23 de septiembre de 2010)
- Premio Alfonso Reyes 2011, de El Colegio de México
Recintos nombrados en su honor
- La Casa de la Palabra José Emilio Pacheco, en Azcapotzalco, Ciudad de México; inaugurada por el escritor el 26 de noviembre de 2006.
- El Centro Integral para el Desarrollo “José Emilio Pacheco”, en la colonia Nueva Atzacoalco, Ciudad de México; inaugurado por Pacheco el 15 de diciembre de 2011.
- La Casa del Poeta José Emilio Pacheco, en Tlalnepantla, Estado de México.
- Fondo de cultura José Emilio Pacheco, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
- Centro de la cultura y las artes “José Emilio Pacheco”, en Tlalnepantla, Estado de México.
SELECCIÓN DE POEMAS DE JOSÉ EMILIO PACHECO
LLUVIA DE SOL
La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.
Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.
Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.
LA MATERIA DESHECHA
Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje
que lo perdido nombra y reconstruye.
Vuelve a tocar, palabra el vasallaje
que con tu propio fuego te destruye.
Regresa pues, canción hasta el paraje
en donde el tiempo acaba mientras fluye.
No hay monte o muro que su paso ataje:
lo perdurable, no el instante, huye.
Ahora te nombro, incendio, y en tu hoguera,
me reconozco: vi en tu llamarada
lo destruido y lo remoto. Era
árbol fugaz de selva calcinada,
palabra que recobra en el sonido
la materia deshecha del olvido.
ALTA TRAICION
No amo a mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad desecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
De No me preguntes cómo pasa el tiempo
MEMORIA
No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.
De La arena errante
TRES POEMAS MORTALES
1.ENCUENTRO
Nació conmigo la muerte.
Le dieron cuerda
y la echaron a andar,
pero en silencio.
Hemos vivido juntos mucho tiempo.
Sin embargo nada sé de ella.
No la conozco.
No puedo imaginarla.
Nunca me ha dirigido la palabra.
Sé que está aquí: le pertenezco
y me pertenece.
Cuando se acabe la cuerda
conoceré a la inseparable de mí,
la indivisible invisible:
lo único que en el mundo puedo llamar,
sin jactancia y de verdad, mío.
De La arena errante
IMPUREZA
Hablaban de impureza
a nosotros los niños de ocho o nueve años.
“La impureza es un pecado mortal.
Tu alma eternamente padecerá entre las llamas.
Debes ser puro. La salvación está en juego.
Que no te contamine el demonio.”
La pureza es como un instrumento quirúrgico, metal estéril
que pretende dañar para hacer el bien
e imponer el triunfo absoluto
de quien lo blande omnipotente.
Pero sin impureza no hay vida, que es decir cambio.
Todo sigue igual,
no produce su fruto y se apaga en vano.
Todo es impuro porque todo es dos.
Se hace de noche en el día.
Amanece el sol.
Perturba la pureza de la aurora
(que, sin embargo, existe porque hubo sombra).
Llega la muerte
y hace de nuestro cuerpo la más impura carroña.
De La arena errante
PROCESO
Si en un principio fui
ya estoy dejando de ser,
me alejo de este lugar, disminuyo
como un camino en el bosque
cuando el avión cobra altura.
Todo se va apagando en sucesión,
como las luces en un barco
que avanza a ciegas
por el océano minado
y es capaz de estallar en cualquier momento.
Prosigo en línea recta,
no hacia el naufragio
(todavía no, falta poco),
sino hacia el hondo Mar de los Sargazos
que no permite el retorno.
De La arena errante
ORO EN POLVO
Desde mi adolescencia busqué oro
en todas las corrientes de la montaña.
La arena removida alcanzaría
para urdir un desierto.
Y nunca hallé el metal.
Sólo monedas de cobre,
piedras, huesos pulidos, baratijas.
Me voy como llegué.
No perdí el tiempo:
La arena que escapó de entre mis manos
me dio el placer interminable:
el intento.
De La arena errante
LA SEÑORA V.
De nada sirve hablar de serenidad,
forjarse ilusiones
de trascendencia o de supervivencia.
La Señora V. llegó, está aquí, no descansa.
Tardó mucho.
Se hizo presente en un instante.
Viene a llevarse todo lo que fui.
Me nubla la vista,
me borra la memoria,
me quita el sueño,
me hace más torpe
y dificulta mis pasos.
Por dentro opera su mayor estrago.
Lo que en este momento nadie puede prever
es cuánto durará nuestra torva alianza.
¿Consumará su obra de destrucción
la Señora V. que nació conmigo y está programada
para actuar sin error ni pausa?
O quizá algo imprevisto, nunca se sabe,
le robará la pieza cuando ya la tiene en la trampa.
De La arena errante
PORVENIR
Date prisa.
El silencio va a terminar.
Nadie te escuchará en la barahúnda
de los que escapan hacia el porvenir
y encuentran el pasado reiterativo
y el nunca
en batalla campal contra el después,
asombrado.
De La arena errante
MAÑANA
Hoy ya se fue.
Se hizo mañana de pronto.
Y no sé qué decirle
al día sin precedente que me interroga
y no me reconoce.
De La arena errante
VAHO
Vaho, fantasma del agua en los cristales.
Neblina sin paisaje, nube cautiva.
Página gris en que inscribimos un nombre
o la silueta de un árbol.
No dejamos que el vaho se evapore
sin algo de nosotros.
De La arena errante
ANTIGUOS COMPAÑEROS SE REÚNEN
Ya somos todo aquello
contra lo que luchamos a los veinte años.
De Desde entonces
OTRO
Entrará con sangre la M de muerte
en los marcados a fuego,
no para el Día del Juicio
sino para los fusilamientos en masa,
la Limpieza Étnica, el campo de exterminio,
la Solución Final que de una vez por todas resuelva
el problema del Otro.
De La arena errante
PRESAGIOS
El alba está lejana.
No sé qué busca el pájaro
entre la noche densa.
Habla, murmura, insiste.
Se acerca a la ventana.
Dice que el sol no ha muerto
y existe otro mañana.
De La arena errante
MINAS ANTIPERSONALES
Crítica de la oquedad sangrante,
el cuerpo ya no cuerpo
del niño ya no niño, destrozado
por la mina antipersonal, el arma
más barata del mundo.
Por lo menos de tres dólares
sacan de las entrañas de esta mina
el tesoro sombrío
de la mutilación,
el dolor total para siempre.
El oro de estas minas es la muerte.
Son semillas de muerte.
Las plantan y las siembran:
flores carnívoras.
Su campo de cultivo es el mundo entero.
Nadie sabe qué suelo pisa.
En donde ponga el pie
el abismo puede abrirse a sus plantas.
Arenas movedizas que no absorben: destruyen.
Es el refinamiento absoluto, el colmo
de la mercadotecnia, el mercado libre
y el gran consumo.
Hay minas especiales para no combatientes,
minas con forma de pelota y muñeca.
Nadie podría decir nada más atroz
acerca de nosotros.
De La arena errante
CUENTO DE ESPANTOS
Ayer la vi. No me lo van a creer.
Ayer me encontré con ella en el parque
por donde caminábamos a los veinte años.
Está igual que siempre.
En todo caso la muerte
la ha embellecido, la rejuvenece, la hace
adolecer de adolescencia.
Ya no tiene veintidós años,
sino dieciocho a lo sumo.
Quién penetra el misterio
de estos números y estos años,
su más tiempo de muerta que edad de viva.
Pero cómo ilumina los dos orbes
y es la estrella
del alba y el crepúsculo:
muchacha para siempre, también sombra
que nunca volverá de las tinieblas.
La vi de lejos y como es natural
me fue imposible dominar el impulso
de acercarme, verla de nuevo, implorarle:
“No sabes cómo te extraño.
No me resigno a perderte.
No te he olvidado.”
Abrí la boca. No pude
pronunciar la menor palabra.
Me congeló la mirada
que sin decirlo decía:
“¿Cómo se atreve, señor?
¿No se ha visto al espejo?
¿No hay calendarios?
¿No toma en cuenta
las edades que nos separan?”
Y de este modo yo,
el aún vivo,
me convertí en el fantasma.
REPOSO DEL FUEGO I
I
Nada altera el desastre: llena el mundo
la caudal pesadumbre de la sangre.
Con hosco rumor
desciende el aire
a la más pétrea hoguera
y se consume.
Y hoja al aire, tristísima, la hoguera
contempla la incendiaria sed del tiempo,
su víspera de ruina, los perfiles
de las ciudades tremolando pálidas.
La península azul entra en la noche,
desgarra las tinieblas, llama altiva,
o fija y ya serena
y como muerta.
LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE
Bajo el mínimo imperio que el verano ha roído
se deshacen los días.
En el último valle
la destrucción se sacia
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.
La lluvia extingue
el bosque iluminado por el relámpago.
La noche deja su veneno.
Las palabras se rompen contra el aire.
Nada se restituye ni devuelve
el verdor a la tierra calcinada.
Ni el agua en su destierro sucederá a la fuente
ni los huesos del águila volverán por las alas.
NO ME PREGUNTES CÓMO PASA EL TIEMPO
“En el polvo del mundo se pierden ya mis huellas;
me alejo sin cesar.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.”
Li Kiu Ling,
traducido por Marcela de Juan
Al lugar que fue nuestro llega el invierno
Y cruzan por el aire las bandadas que emigran.
Después renacerá la primavera,
revivirán las flores que sembraste.
Pero en cambio nosotros
ya nunca más veremos
la casa entre la niebla.
De No me preguntes cómo pasa el tiempo
EL RESPONSO DEL FUEGO II
(Don Heráclito)
Pero el agua recorre los cristales
musgosamente.
Ignora que se altera,
lejos del sueño,
todo lo que existe.
El reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire hecho de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y cambia
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan.
Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamás, nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma,
Como un arco de sal,
ardió en el aire.
No estabas, no estarás
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y entre mis palabras
(tanto más mías porque son ajenas):
El mar es agua pura ante los peces
y nunca ha de saciar la sed humana.
LA GOTA
La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.
La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.
La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.
Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.
No pueden salir de ella,
gritan en vano.
Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?
Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.
LEY DE EXTRANJERÍA
La tierra es plana y la sostienen
cuatro elefantes gigantescos.
Los mares se derraman en las tinieblas
y de las olas brotan las estrellas.
He estado en Creta, Nubia, Tarsis, Egipto.
En todas partes fui extranjero porque no hablaba el idioma
ni me vestía como ellos.
También nosotros, ciudadanos de Ur,
despreciamos al que es distinto.
Por algo hicimos lenguas diferentes:
para que los demás nada entiendan.
En Ur soy como todos. Hablo mi idioma
sin traza alguna del acento bárbaro.
Como lo que comemos los de Ur.
Huelo a nuestras especias y licores.
Y sin embargo en Ur me detestan
como jamás fui odiado en Tarsis ni en Nubia.
En Ur y en todas partes soy extranjero.
A QUIEN PUEDA INTERESAR
Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida
LA FLECHA
No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
No capturar ninguna presa
No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo la trayectoria el impulso
el tramo de aire recorrido en su ascenso
la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
en la extensión de la nada
ACELERACIÓN DE LA HISTORIA
Escribo unas palabras
y al mismo
ya dicen otra cosa
significan
una intención distinta
son ya dóciles
al Carbono 14
Criptogramas
de un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.
CAVERNA
Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo
Pero la cueva preservó su entierro
Aquí están alineados
cada uno con su ofrenda
los huesos dueños de una historia secreta
Aquí sabemos a qué sabe la muerte
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
La piedra le dio vida a esta muerte
La piedra se hizo lava de muerte
Todo está muerto
En esta cueva ni siquiera vive la muerte
De "Islas a la deriva, 1973-1975"
EL MAR SIGUE ADELANTE
Entre tanto guijarro de la orilla
no sabe el mar
en dónde deshacerse
¿Cuándo terminará su infernidad
que lo ciñe
a la tierra enemiga
como instrumento de tortura
y no lo deja agonizar
no le otorga un minuto de reposo?
Tigre entre la olarasca
de su absoluta impermanencia
Las vueltas
jamás serán iguales
La prisión
es siempre idéntica a sí misma
Y cada ola quisiera ser la última
quedarse congelada
en la boca de sal y arena
que mudamente
le está diciendo siempre:
Adelante
IDILIO
Con aire de fatiga entraba el mar
en el desfiladero
El viento helado
dispersaba la nieve de la montaña
y tú
parecías un poco de primavera
anticipo
de la vida bullente bajo los hielos
calor
para la tierra muerta
cauterio
de su corteza ensangrentada
Me enseñaste los nombres de las aves
la edad
de los pinos inconsolables
la hora
en que suben y bajan las mareas
En la diafanidad de la mañana
se borraban las penas
la nostalgia
del extranjero
el rumor
de guerras y desastres
El mundo
volvía a ser un jardín que repoblaban
los primeros fantasmas
una página en blanco
una vasija
en donde sólo cupo aquel instante
El mar latía
En tus ojos
se anulaban los siglos
la miseria
que llamamos historia
el horror
que agazapa su insidia en el futuro
Y el viento
era otra vez la libertad
que en vano
intentamos fijar
en las banderas
Como un tañido funerario entró
hasta el bosque un olor de muerte
Las aguas
se mancharon de Iodo y de veneno
Y los guardias
llegaron a ahuyentamos
Porque sin damos cuenta pisábamos
el terreno prohibido
de la fábrica atroz
en que elaboran
defoliador y gas paralizante
LUMBRE EN EL AIRE
Estallan los jardines de la pólvora
en el cielo oscurísimo y su aplomo.
Estruendo frente al mar que se encarniza
desde la eternidad contra las rocas.
A cada instante otro Big bang.
Nacen astros, cometas, aerolitos.
Todo es ala y fugacidad
en la galaxia de esta lumbre.
Mundos de luz que viven un instante.
Luego se funden y se vuelven nada.
Como esta noche en que hemos visto arder
cuerpos fugaces sobre el mar eterno.
PRESENCIA
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
CONTRAELEGÍA
Mi único tema es lo que ya no está.
Sólo parezco hablar de lo perdido.
Mi punzante estribillo es nunca más.
Y sin embargo amo ese cambio perpetuo,
este variar segundo tras segundo,
porque sin él lo que llamamos vida
sería de piedra.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
- https://gl.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Emilio_Pacheco
- https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pacheco_jose.htm
- https://www.uah.es/es/conoce-la-uah/la-universidad/actos-academicos-e-institucionales/premios-cervantes/Jose-Emilio-Pacheco/
- https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/jose_emilio_pacheco.htm
- https://elpais.com/cultura/2018/06/30/actualidad/1530361345_766899.html
- https://colnal.mx/integrantes/jose-emilio-pacheco/
- https://cvc.cervantes.es/literatura/pocenar/pdf/05_pacheco_es.pdf
- https://www.zendalibros.com/5-poemas-jose-emilio-pacheco/
- http://amediavoz.com/pacheco.htm
- https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_P/PACHECO/Poemas.pdf
- https://apologadelaluz-jorgeespina.blogspot.com/2011/10/jose-emilio-pacheco-poemas.html
- Libro La arena errante. Editorial Biblioteca ERA