OCTAVIO PAZ
BIOGRAFÍA
A Octavio Paz le sedujo “la perfección de la obra y el carácter enigmático de la vida” de esta curiosa monja, absolutamente consciente de ser mujer y completamente absorbida por una pasión inédita, la del conocimiento, que, precisamente por ella, “tiene que neutralizar su sexo para poder acceder al ansia de conocer”.
Nace en Ciudad de Méjico, el 31 de marzo de l914 en una época tumultuosa para la historia de ese país, ya que en l911 se había iniciado la revolución mejicana que derroca a el dictador Porfirio Díaz e inicia un período de luchas intestinas entre las tres formaciones que lideran: Pancho Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, d esconformes con el gobierno que plantea Madero, que había asumido la presidencia después de las elecciones de l911.
Su padre, en el ejército Zapatista, que defendía la reforma agraria para favorecer al campesinado, estaba ausente por largas temporadas. La presencia de su abuelo, Irineo Paz, también escritor, orienta hacia la literatura las primeras inclinaciones de Octavio, que pasa largas horas en la biblioteca de su abuelo.
Por cuestiones políticas la familia emigra a EE UU donde inicia su escolaridad.
Su primer poema publicado ” Cabellera” data de sus 17 años. A partir de esa época comienza la colaboración en revistas literarias, siendo Barandal la primera y luego Cuadernos del Valle de Méjico.
En 1929 organiza junto a un compañero catalán, que lo inició en la lectura del anarquista Pedro KOPROTKIN, una revuelta estudiantil por lo que pasa dos días en calabozo y su colega, el catalán José Bosh es deportado a su país, España.
En 1933 aparece su primer poemario “Luna silvestre”.
En 1937 participa junto a la escritora Elena Garro, su primera esposa, en el Primer Congreso de Escritores Antifascistas celebrado en Valencia, durante la Guerra Civil española.
De esa época son “Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España, “Perfil de hombre” y “No pasarán”.
En España entabla relación con Neruda. Se dice que Paz, Vallejo y Neruda son los tres pilares que lideran la renovación de la lírica americana que surge después del modernismo representado por Rubén Darío.
Vuelve a Méjico en 1938 y le nombran redactor jefe del nuevo diario “El popular”. Funda el mismo año la revista “Taller” donde se publica a jóvenes españoles exiliados en Méjico.
Publica “A la orilla del mundo” y “Noche de resurrecciones”.
En 1940 junto a Xavier Villaurrutia funda la revista “El hijo pródigo”.
En 1944 entra en contacto con la poesía inglesa, al serle concedida la beca Guggenheim.
Desde 1946 a l952 reside en París, al ingresar al Servicio Exterior Mejicano. Allí conoce a André Bretón, a Albert Camus, Vallejo, .
Bajo la influencia del surrealismo se inclina a posiciones anticomunistas.
EN 1949 publica en Méjico la primera edición de “Libertad bajo palabra”.
Con este título aparecerán dos ediciones más una en1968 que reúne escritos entre 1935 a 1957 que contiene: “Libertad bajo palabra”, “Calamidades y milagros”, “Semillas para un himno”, “¿Águila o sol? “( prosa poética de influencia surrealista), “La estación violenta”, (retrato personal en el espejo de la sociedad mejicana), que incluye el poema Piedra de Sol que está compuesto por 584 endecasílabos que es el ciclo venusino con que se regía el calendario MAYA” donde el día 584 confluía Venus con el Sol. “El arco y la lira”, su esfuerzo más riguroso de elaborar una poética.
La temática de su escritura es diversa: el erotismo, el compromiso social, la sociedad mejicana, la guerra de España, la alteridad, la muerte. La poesía, la literatura, la crítica literaria y del arte.
Se dice de Octavio Paz que es el gran crítico del siglo XX y el poeta del pensamiento.
Regresa a Méjico en 1953 y vuelve a París en 1960.
Publica “Salamandra” libro de poemas , en 1961.
En 1962 viaja a la India como funcionario de la Embajada de Méjico. Los escritos de esta residencia dan a la luz “Ladera este” que incluye su segundo poema largo: Blanco.
En 1963 le otorgan el Gran Premio Internacional de Poesía.
Publica “Cuadrivio”, libro de ensayos sobre Luis Cernuda, Fernando Pessoa, Ramón López Velarde y Rubén Darío.
En 1968 renuncia a su puesto en la India como protesta a su gobierno por la matanza de estudiantes llevada a cabo por el ejército, contra la revuelta estudiantil.
En 1971 fundó en su país la revista “Plural” y publica “El mono gramático”, poema en prosa en que se funden reflexiones filosóficas, poéticas y amorosas y en 1974 “Los hijos del limo”, recapitulación de la poesía moderna.
En 1975 obtiene con “Pasado en claro” otro de sus poemas largos el Premio a la Crítica, en España, publicado al año siguiente en su poemario “Vuelta”.
Cesa la publicación de la revista Plural e inicia Vuelta, revista donde fue director y que se mantiene desde 1976 a 1998. En 1992 la revista recibe el Premio Príncipe de Asturias. A los dos meses de morir el poeta la revista deja de salir. El grupo de escritores y su esposa deciden el cese de la revista. El escritor y subdirector de la revista, Enrique Krauze, compra el 51 por ciento de las acciones a la heredera , Maria José Paz, con la promesa de dirigir otra revista que mantenga el espíritu de “Vuelta “y en 2001 inaugura y dirige la publicación de “Letras libres” que se edita aún en Méjico y en España.
Vuelta reunió a las plumas más prestigiosas del momento, publicó traducciones de poetas europeos y americanos, divulgó pintura, y ofreció temas políticos y tuvo su sección de poesía.
En 1979 publica ” El ogro filantrópico”, continuación de sus reflexiones políticas.
En 1981 recibe el Premio Cervantes.
Publica en el 82 “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”. A Octavio Paz le sedujo “la perfección de la obra y el carácter enigmático de la vida” de esta curiosa monja, absolutamente consciente de ser mujer y completamente absorbida por una pasión inédita, la del conocimiento, que, precisamente por ella, “tiene que neutralizar su sexo para poder acceder al ansia de conocer”. Tuvo que hacerse monja para poder pensar, declara..
“Árbol abierto” su último libro de Poesía, aparece en 1987.
En 1990 se publica “Obra Poética (1935-1988) que incluye estos últimos libros y los de Libertad bajo palabra. Incluye también su obra de teatro: La hija de Rapaccini, y un poema que había evitado publicar y en las notas explica el por qué. El poema del cual hablamos es “Elegía a un compañero muerto en el frente de Aragón. El compañero muerto era José Bosh, el que habían deportado de Méjico por organizar junto con Paz la revuelta estudiantil. La noticia de la muerte la reciben en Méjico, un amigo a leído su nombre en la lista de los muertos en el frente de Aragón, antes que el poeta viajara a España en el 37. El hecho que en ese viaje es invitado un grupo de la Sociedad de Amigos de Méjico, en Barcelona a leer poesía , en un acto de tendencia anarquista, a sala llena, música revolucionaria, banderas, himnos, discursos. Paz pensó : nada más adecuado que leer ” Elegía”- El mismo cuenta: “Llegó mi turno: me levanté, saqué el poema de mi carpeta, avancé unos pasos hacia el proscenio y dirigí la vista hacia el público: allí en primera fila estaba José Bosh. No sé si la gente se dio cuenta de mi turbación. Durante unos segundos no pude hablar”. Finalmente leyó el poema omitiendo el nombre. A la salida del recital Bosh le dejó subrepticiamente un papelito con una cita. Al día siguiente se encontraron. Le contó que había cambiado de nombre y para ocultarse vivía con los criados en la casa del alcalde. No lo vio más.
Otra vez Paz vuelve a hacer correcciones en alguno de sus escritos . Suprime, agrega, corrige, cambia el orden.
Él se justifica así: “Los poemas son objetos verbales inacabados e inacabables. No existe lo que se llama “versión definitiva” : cada poema es el borrador de otro, que nunca escribiremos.
Este libro no es una selección de mis poemas. si lo fuera, habría desechado otros más. La selección la hará el tiempo. Ya sé que es un juez ciego y guiado por otra ciega: la casualidad. No importa a lo largo de los años, a sabiendas de la inutilidad de mis esfuerzos, he corregido una y otra vez mis poemas. Homenajes a la muerte del muerto que seré”.
En 1990 ganó el Premio Nobel de Literatura y publicó “La otra voz” y “Poesía de fin de siglo”. En 1993, publica “La llama doble” y “Amor y erotismo” y en 1995 la tercera edición de “Versiones y Diversiones”.
Es notable su labor como traductor y sus desarrollos acerca de la idea que él tenía de la traducción. Tradujo a muchos autores, grandes poetas como Gerard de Nerval, Mallarmé, Apollinaire, Michaux, Pessoa, Williams, Poesía china , japonesa y sueca, entre otros. Estas traducciones fueron publicadas en “Versiones y Diversiones”, libro publicado en tres oportunidades,1973, 1978,1995, cada una corregida y aumentada.
En su trabajo “Traducción: Literatura y literalidad” expone su opinión: Cada traducción es, hasta cierto punto, una invención y así constituye un texto único.
Los descubrimientos de la topología y la lingüística no condenan la traducción, sino cierta idea ingenua de la traducción. O sea la traducción literal que en español llamamos significativamente, servil. No digo que la traducción literal sea imposible, sino que no es una traducción. Es un dispositivo, generalmente compuesto por una hilera de palabras, para ayudarnos a leer el texto en su lengua original. Algo más cerca del diccionario que de la traducción, que es siempre una operación literaria.
“La razón de la incapacidad de muchos poetas para traducir poesía no es de origen puramente psicológico, aunque la egolatría tenga su parte, sino funcional: La traducción poética, según me propongo demostrar enseguida, es una operación análoga a la creación poética, sólo que se despliega en sentido contrario.
El poeta, inmerso en el movimiento del idioma, continuo ir y venir verbal, escoge unas cuantas palabras- o es escogido por ellas. Al combinarlas, construye su poema: un objeto verbal hecho de signos insustituible e inamovibles. El punto de partida del traductor no es el lenguaje en movimiento, materia prima del poeta, sino el lenguaje fijo del poema. Lenguaje congelado y, no obstante, perfectamente vivo. Su operación es inversa a la del poeta: no se trata de construir con signos móviles un texto inamovible, sino desmontar los elementos de ese texto, poner de nuevo en circulación los signos y devolverlos al lenguaje. Hasta aquí, la actividad del traductor es parecida a la del lector y a la del crítico: cada lectura es una traducción, y cada crítica es o comienza por ser, una interpretación. Pero la lectura es una traducción dentro del mismo idioma y la crítica es una versión libre del poema o, más exactamente una transposición. Para el crítico un poema es un punto de partida hacia otro texto, el suyo, mientras que el traductor, en otro lenguaje, y con signos diferentes, debe componer un poema análogo al original. Así, en su segundo momento, la actividad del traductor es paralela a la del poeta, con esta diferencia capital, al escribir, el poeta no sabe cómo será su poema, al traducir el traductor sabe que su poema deberá reproducir el poema que tiene bajo los ojos. En sus dos momentos la traducción es una operación paralela, aunque en sentido inverso, a la creación poética. El poema traducido deberá reproducir el poema original que, como ya se ha dicho, no es tanto su copia como su transmutación. El ideal de la traducción poética, según alguna vez lo definió Paul Valéry de manera insuperable, consiste en producir con medios diferentes efectos análogos.
El punto de partida fueron poemas escritos en otras lenguas; el de llegada, la tentativa de escribir con ellos, poemas en la mía.
Octavio Paz muere el 19 de Abril de 1989 en Méjico.
POEMAS
BAJO TU CLARA SOMBRA
Un cuerpo, un cuerpo solo, un solo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, solo un cuello,
unas manos tan solo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
NOCHE EN CLARO
A los poetas Andrè Bretón y Benjamin Pèret
A las diez de la noche en el Café de Inglaterra
salvo nosotros tres
no había nadie.
Se oía afuera el paso húmedo del otoño
pasos de ciego gigante
pasos de bosque llegando a la ciudad
Con mil brazos con mil pies de niebla
cara de humo hombre sin cara
el otoño marchaba hacia el centro de París
con seguros pasos de ciego.
Las gentes caminaban por la gran avenida
algunos con gesto furtivo se arrancaban el rostro
Una prostituta bella como una papisa
cruzó la calle y desapareció en un muro verduzco
la pared volvió a cerrarse
Todo es puerta
basta la leve presión de un pensamiento
Algo se prepara
dijo uno entre nosotros
Se abrió el minuto en dos
los signos en la frente de ese instante
Los vivos están vivos
andan vuelan maduran estallan
los muertos están vivos
oh huesos todavía con fiebre
el viento los agita los dispersa
racimos que caen entre las piernas de la noche
La ciudad se abre como un corazón
como un higo la flor que es fruto
más deseo que encarnación
encarnación del deseo
Algo se prepara
dijo el poeta
Este mismo otoño vacilante
este mismo año enfermo
fruto fantasma que resbala entre las manos del siglo
aсo de miedo tiempo de susurro y mutilación
Nadie tenía cara aquella tarde
en el underground de Londres
En lugar de ojos
abominación de espejos cegados
En lugar de labios
raya de borrosas costuras
Nadie tenнa sangre nadie tenía nombre
no teníamos cuerpo ni espíritu
no teníamos cara
El tiempo daba vueltas y vueltas y no pasaba
no pasaba nada sino el tiempo que pasa y regresa y no pasa
Apareció entonces la pareja adolescente
él era rubio «venablo de Cupido»
gorra gris gorrión callejero y valiente
ella era pequeña pecosa pelirroja
manzana sobre una mesa de pobres
pálida rama en un patio de invierno
Niños feroces gatos salvajes
dos plantas ariscas enlazadas
dos plantas con espinas y flores súbitas
Sobre el abrigo de ella color fresa
resplandeció la mano del muchacho
las cuatro letras de la palabra Amor
en cada dedo ardiendo como astros
Tatuaje escolar tinta china y pasión
anillos palpitantes
oh mano collar al cuello ávido de la vida
pájaro de presa y caballo sediento
mano llena de ojos en la noche del cuerpo
pequeсo sol y río de frescura
mano que das el sueño y das la resurrección
Todo es puerta
todo es puente
ahora marchamos en la otra orilla
mira abajo correr el río de los siglos
el río de los signos
Mira correr el río de los astros
se abrazan y separan vuelven a juntarse
hablan entre ellos un lenguaje de incendios
sus luchas sus amores
son la creación y la destrucción de los mundos
La noche se abre
mano inmensa
constelación de signos
escritura silencio que canta
siglos generaciones eras
sílabas que alguien dice
palabras que alguien oye
pórticos de pilares transparentes
ecos llamadas seсas laberintos
Parpadea el instante y dice algo
escucha abre los ojos ciérralos
la marea se levanta
Algo se prepara
Nos dispersamos en la noche
mis amigos se alejan
llevo sus palabras como un tesoro ardiendo
Pelean el río y el viento del otoño
pelea el otoño contra las casas negras
Año de hueso
pila de años muertos y escupidos
estaciones violadas
siglo tallado en un aullido
pirámide de sangre
horas royendo el día el aсo el siglo el hueso
Hemos perdido todas las batallas
todos los días ganamos una
Poesía
La ciudad se despliega
su rostro es el rostro de mi amor
sus piernas son piernas de mujer
Torres plazas columnas puentes calles
río cinturón de paisajes ahogados
Ciudad o Mujer Presencia
abanico que muestras y ocultas la vida
bella como el motín de los pobres
tu frente delira pero en tus ojos bebo cordura
tus axilas son noche pero tus pechos día
tus palabras son de piedra pero tu lengua es lluvia
tu espalda es el mediodía en el mar
tu risa el sol entrando en los suburbios
tu pelo al desatarse la tempestad en las terrazas del alba
tu vientre la respiración del mar la pulsación del día
tú te llamas torrente y te llamas pradera
tú te llamas pleamar
tienes todos los nombres del agua
Pero tu sexo es innombrable
la otra cara del ser
la otra cara del tiempo
el revés de la vida
Aquí cesa todo discurso
aquí la belleza no es legible
aquí la presencia se vuelve terrible
replegada en su misma la Presencia es vacío
lo visible es invisible
Aquí se hace visible lo invisible
aquí la estrella es negra
la luz es sombra luz la sombra
Aquí el tiempo se para
los cuatro puntos cardinales se tocan
es el lugar solitario el lugar de la cita
Ciudad Mujer Presencia
aquí se acaba el tiempo
aquí comienza.
PIEDRA DE SOL
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,
un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,
una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrada por un ágata,
piernas de luz, vientre de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,
voy entre galerías de sonidos,
fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados,
bajo los arcos de la luz penetro
los corredores de un otoño diáfano,
voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,
vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño en esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,
tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,
voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina,
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,
corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos los veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,
a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a oscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,
busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo con el instante, caigo a fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,
busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de una piel más dorada y transparente,
tigre color de luz, pardo venado
por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y desarraiga
al alma y la divide de sí misma,
escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,
rostro de llamas, rostro devorado,
adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre,
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,
no hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñado,
duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche,
a pulso levantado letra a letra,
mientras afuera el tiempo se desboca
y golpea las puertas de mi alma
el mundo con su horario carnicero,
sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, los sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,
mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,
mientras el tiempo cierra su abanico
y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son sus pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,
oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,
lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:
frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribes en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas
hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,
no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:
yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y la cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:
no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoy los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años,
miradas enterradas en un pozo,
miradas que nos ven desde el principio,
mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande su padre joven,
mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
—¿o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,
¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
—esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:
¿hacía planes
para el verano —y todos los veranos—
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos
donde veían luz los gorriones?,
¿por la Reforma Carmen me decía
“no pesa el aire, aquí siempre es octubre”,
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿caminé por la noche de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—
no me reconocieron los espejos?,
¿desde el hotel Vernet vimos al alba
bailar con los castaños — “ya es muy tarde”
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
¿subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?,
¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias en Perote?,
nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,
Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes escupidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total…
cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas del durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos del lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,
todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
“déjame ser tu puta”, son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la sustancia de la vida,
cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;
mejor la castidad, flor invisible
que se mece en los tallos del silencio,
el difícil diamante de los santos
que filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias de la quietud y el movimiento,
canta la soledad en su corola,
pétalo de cristal es cada hora,
el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, sol de soles,
plenitud de presencias y de nombres;
sigo mi desvarío, cuartos, calles,
camino a tientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo adonde empecé, busco tu rostro,
camino por las calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,
creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre la yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,
no pasa nada, callas, parpadeas
(silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?
—y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
más fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates en cadenas (el sol nace,
morir es despertar: “Critón, un gallo
a Esculapio, ya sano de la vida”);
el chacal que diserta entre las ruinas
de Nínive, la sombra que vio Bruto
antes de la batalla, Moctezuma
en el lecho de espinas de su insomnio,
el viaje en la carreta hacia la muerte
—el viaje interminable mas contado
por Robespierre minuto tras minuto,
la mandíbula rota entre las manos—,
Churruca en su barrica como un trono
escarlata, los pasos ya contados
de Lincoln al salir hacia el teatro,
el estertor de Trotsky y sus quejidos
de jabalí, Madero y su mirada
que nadie contestó: ¿por qué me matan?,
los carajos, los ayes, los silencios
del criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerios de frases y de anécdotas
que los perros retóricos escarban,
el delirio, el relincho, el ruido oscuro
que hacemos al morir y ese jadeo
de la vida que nace y el sonido
de huesos machacados en la riña
y la boca de espuma del profeta
y su grito y el grito del verdugo
y el grito de la víctima…
son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
brasa los labios y tizón la lengua,
el tacto y lo que toca, el pensamiento
y lo pensado, llama el que lo piensa,
todo se quema, el universo es llama,
arde la misma nada que no es nada
sino un pensar en llamas, al fin humo:
no hay verdugo ni víctima…
¿y el grito
en la tarde del viernes?, y el silencio
que se cubre de signos, el silencio
que dice sin decir, ¿no dice nada?,
¿no son nada los gritos de los hombres?,
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?
—no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muertos están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige tus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,
—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,
Eloísa, Perséfona, María,
muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
cara de árbol y de pandero,
de chofer y de nube y de marino,
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara de solitario colectivo,
despiértame, ya nazco:
vida y muerte
pactan en ti, señora de la noche,
torre de claridad, reina del alba,
virgen lunar, madre del agua madre,
cuerpo del mundo, casa de la muerte,
caigo sin fin desde mi nacimiento
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme en tus ojos, junta el polvo
disperso y reconcilia mis cenizas,
ata mis huesos divididos, sopla
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu silencio dé paz al pensamiento
contra sí mismo airado;
abre la mano,
señora de semillas que son días,
el día es inmortal, asciende, crece,
acaba de nacer y nunca acaba,
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos, amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,
puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,
puerta del ser: abre tu ser, despierta,
aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias…
quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
México, 1957
De: La estación violenta
LA POESÍA
A Luis Cernuda
Llegas, silenciosa, secreta,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.
El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
Verdad abrasadora,
¿A qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas.
Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.
Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente,
abres mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.
Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.
Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.
Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
Decir, hacer
A Roman Jakobson
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.
HELENA TRUJILLO
Helena Trujillo es psicóloga colegiada, formada en la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, psicoanalista en formación continua en la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero desde 1997.
Una profesional por y para el mundo.
Helena empieza su formación en tiempos de cambios en España, de supuesta libertad, pero de apertura, eso sí, para ella, que no se deja confundir por las alteraciones de su época y empieza su psicoanálisis porque sabe que todo verdadero cambio conviene que empiece por uno mismo.
Ese oscuro objeto del deseo, película estrenada por Luis Buñuel, el mismo año de su nacimiento, revela como en ella misma, que el deseo en el ser humano tiene, la energía, la fuerza, la potencia, de desarrollar varias vidas en una.
Estudia psicología, psicoanálisis, criminología, y empieza a escribir sus primeros versos.
Con la valentía de una mujer deseante, a los 22 años, abre su consulta de psicoanálisis en Málaga. Inicia su andadura profesional multiplicando sus aportes a la difusión del psicoanálisis, ciencia que viene a desvelar varias cegueras de la mujer, del hombre. Estamos sobredeterminados por nuestra situación psíquica, nuestra posición edípica, y a la vez por nuestra posición socio-económica, que no controlamos.
Rechazar esa verdad humana produce trastornos de todo tipo en nuestra vida y limita la vida, el amor, el crecimiento.
A los 22 años, no hay tiempo que esperar. Helena trabaja, escribe, colabora con periódicos, radios, televisiones y da conferencias, (tiene en su haber más de 600 conferencias que se pueden ver en youtube).
Como nos lo muestra en sus redes sociales, es experta en comunicación y marketing.
Ha realizado y dirigido el programa de radio Una cita en el diván en Radio Mijas 107.7 fm.
Coordina desde el año 2002 talleres de poesía y organiza recitales poéticos.
En 2011 empieza a dirigir el primer programa de televisión sobre psicoanálisis y la mujer, La mujer del siglo XXI. Durante 2 años dirige, presenta y produce, y se difunde en más de 40 televisiones locales de España andaluzas (actualmente los programas se encuentran en su canal de youtube donde tiene 19.000 seguidores).
Forma parte del Departamento de Clínica Grupo Cero, tiene su consulta de psicoanálisis en Madrid desde donde atiende pacientes en todo el mundo.
Ha dejado relaciones establecidas en Málaga que retoma con constancia y entusiasmo la psicoanalista malagueña Laura López.
Helena sigue su formación, su psicoanálisis, es profesora de un Seminario Sigmund Freud en la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero y da clases de psicoanálisis en la Uned (Universidad Nacional de Educación a Distancia).
Forma parte de Arte y Cultura Grupo Cero. Es promotora cultural entusiasta, co-dirige, junto con Clémence Loonis, Grupo Cero TV, una televisión científico-cultural online. Participa en la producción, realización, presentación de 4 programas de televisión semanales.
En el año 2015 publica su primer libro de poesía “Aprendiendo a volar”.
Además es fotógrafa, es la fotógrafa particular del maestro Miguel Oscar Menassa y del espectáculo Poesía y Flamenco que recorre los escenarios españoles desde 2011.
En 2019 publica su segundo libro de poesía “Camino de tus labios”.
En 2019, es nombrada Académica Numeraria de la Ilustra Academia de las Ciencias de la Salud Ramón y Cajal de Madrid por su labor de difusión científico-cultural.
En el año 2020 publica su tercer libro de poesía “Otra vida”.
En el año 2021 graba su primer disco de tangos acompañada al piano por el maestro Manuel Valencia.
POEMAS
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Hombre que arrastras
tus cadenas,
sin palabras,
huyes de la libertad.
Entierras tu esperanza
en sombrías cunetas,
sordo a tu desidia.
Frágil, transcurres,
en asfixiada carne,
hasta el robusto cedro
donde te acabarás.
Dios de tu locura,
te grito las consignas
que te permitirán vivir,
habitar el divino amor
de las palabras.
Jugándote a nuevas cumbres,
inventas otras formas de habitarte.
Temes la vida
escapando de la muerte,
te ves caer,
encerrado en tus murallas,
olvidas la llamada
que sólo tú puedes realizar.
Aquí me tienes,
entregada a ti,
escudriñando los verbos,
amando hasta el final.
SUEÑO UNIVERSAL
Queda el tiempo vaciado sobre la mesa,
los cuadernos ya no saben qué escribir,
descolocados, rodeados de sombras,
no cesan de agitarse.
Huérfanos en bocas resecas,
reclaman miradas ajenas,
gimen en la imposición de las letras,
cómplices de la asesina inocencia.
Denuncian el roñoso escondite,
la quietud de las bocas abiertas,
la tímida alegría que reclama su condena.
Caerán las palabras como ardientes banderas,
clavarán en impúdicos cuerpos,
letra a letra, la savia del sueño universal.
MI SEXO Y YO
Arrodillada, frente a enigmáticos pigmentos,
moja la lluvia el ave de ligera vestidura
que corona el árbol donde nace el hombre.
Cruje la madera sobre el vértigo,
sopla la boca de fuego en la oquedad
perfumada de los besos.
Ondas de candentes perfiles
incendian las orillas del légamo
destilando ámbares de miel.
Frágil percusión, la voz eriza con su manto
la carne hambrienta de espera.
Láctea degustación, acaricia la sangre
la arena de vidrio de tus nalgas.
Fibras pulsando al alba soledades,
impregnan el corazón,
marea de sueños,
espuma azabache
cabalgando en el hondo clamor del tiempo.
LEYENDO A GERMÁN PARDO GARCÍA
Amor ciego, caes en húmedas cataratas
que fabrican los sueños para mí.
Soy engañada una vez más por las historias,
las costumbres que transforman la carne
en promesas y abrazos prisioneros.
No quiero habitar pobres estancias,
seducir bucles de retórica luz,
poseer astillas sin fogatas,
entregarme a huecas palabras.
Me alejo, desisto de la espera,
trepo los muros del doméstico jardín.
Absorbo la clorofila de las plantas
y alcanzo la agitada intemperie.
Los astros ríen con mis enredos,
el torpe paso en las distancias
de paisajes humanos,
amores de la infancia.
Quién seré yo en la mañana creadora,
qué vacías cuencas alcanzará mi voz,
perseguidora de ángeles,
viajando desnuda de duelos.
Sólo responde un susurro de númenes
levantando velos coloreados,
capas desconocidas de mi voluntad,
abriendo insólitas contingencias del amor.
Pervierto las reglas, el punto original,
callan los recuerdos,
se abren los caminos
sobre banderas de la patria que murió.
Entregada a nuevos reflejos,
juego de espejos sin imagen,
dibujo las palabras que morderá mi boca,
invento otros pecados del amor.
ÚLTIMA CONEXIÓN
A Carilda Oliver Labra
Descendí sobre piedras portando la llave,
conocía los salvoconductos de ciertas interrogaciones.
Hurté los últimos lamentos de una flor a punto de nacer
y escapé sin equipaje aligerando los encuentros.
Jugaba a la conquista sin adversario, viviendo ese intercambio
como una búsqueda sin coordenadas.
Tomé rumbos y escuchaba olas que a lo lejos me llamaban
silbando como aves en busca de su sino.
Buscaba una mujer, la propia iniciativa de socorrer un cuerpo
que no había querido entrenarse en hábitos generales.
Aligeraba el peso soltando ideas que no tenían orilla
y con la iniciativa de kilómetros sin recuento,
añoré aquellos tragos que sabían a tiempo, secos aguaceros sin papeles
y brazos húmedos de muerto.
Llené ese vacío sin conexión,
entre carteles de horas y libros agolpados,
pintando las paredes con movimientos de verbos,
caballos avanzando serviles al movimiento que les impulsa.
Sin más tesoro que la paciencia, mi última conexión, esta vez sí, hay otros encuentros.
EN VENTA
Como perra acostumbrada a la carroña,
puso en venta el lento devenir de los días
entre ortigas y zarzaparrillas, gallinas y saltos de azotea.
Un río secular atravesaba la contienda.
Los soldados, hombres de sol,
quebrados por el entrechocar de los huesos,
se apartaban entre despertar y despertar.
Sus ojos dominaban el telón del mundo,
su inteligencia alcanzaba para repartir los panes
dejando caer huellas como migas para los que venían.
Nunca la alcanzaron, ni los hombres recios
ni los gruesos lacayos con sus azadas
que sólo saben azuzar la hoz
para que otro ejecute el corte de rima.
Dominaba a la perfección el arte de la impaciencia
y los espantaba con sus evasivas como a moscas.
Las noches las pintaba en diferentes azules
nunca dejándose enlutar por ninguna muerte que amenazara ese juego de incertidumbres.
Ni cal ni arena, provocadora hasta la extenuación,
siempre guardaba la última carta, la última moneda,
el último don que pudiera vender.
Era una mujer en venta, un viento arrebatado,
un atolladero sin esquinas, una posibilidad.
TUMBADA EN EL INVENTO DEL AMOR
Tumbada en el invento del amor,
paseándome por las ternuras de tu frente,
también encuentro mis fantasmas,
como alcornoques sin superficie,
lagartijas que huyen como si el monstruo fuera yo.
Ah, amigos, cuán peleo con vosotros en mis sienes.
Cómo no desesperar si en estos caminos nuevos
aparecen especies inauditas.
Cómo comprender las instrucciones de la brújula
si tantos destinos se abren.
Yo, que miraba todo a través del espejo,
viendo los retratos de otras vidas,
habito ahora tareas ineludibles.
Separo mi piel de las vísceras,
me desubico, renuevo coordenadas,
tumbada en este invento del amor.