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BIOGRAFÍA DEL POETA LEONCIO BUENO
Leoncio Bueno, el poeta más viejo del Perú que cumplirá 102 años y es hincha de “las malcriadas’, Dice:
Viví como una sombra y sin embargo supe cantar al sol.
Su producción poética comprende los siguientes títulos: Al pie del yunque (1966); Pastor de truenos (1968); Invasión poderosa (1970); Rebuzno propio (1976) y La Guerra de las runas (1980). Además de sus ediciones artesanales, como Los últimos días de la ira, Hijo de golondrino (memorias), Recuerdos del Frontón, entre otros.
En 2016 Leoncio Bueno fue reconocido con el premio Casa de la Literatura por su larga y valiosa producción literaria.
TESTIMONIO DEL POETA LEONCIO BUENO:
Nunca soñé recibir un premio como el que me otorga la Casa de la Literatura Peruana. Entiendo este gesto como un reconocimiento a mi trayectoria, a una larga vida entregada a la literatura, al sueño de querer ser escritor a pesar de que nunca dejé de ser un peón, un trabajador de pico y lampa. Esta es la consagración de una esperanza nunca soñada. La esperanza es algo subjetivo, más subjetivo que el sueño.
Intentaré resumir mi vida. Nací el 2 de enero de 1920 en un lugar montañoso de la hacienda La Constancia, en el distrito de Chocope, antigua provincia de Trujillo que hoy se denomina Ascope. Mi padre se llamó Wulmar de Leoncio Donasor Bueno Tello, originario de San Marcos, en Cajamarca. Mi madre era una morena muy saludable que se llamaba Sara Barrantes Matos. Mi papá era un trabajador golondrino, es decir, venía de vez en cuando a la hacienda en la época de siembra y cosecha de la caña de azúcar. Debido a su condición de domador de caballos, este golondrino se hizo amigo de mi abuelo, conoció a mi madre y se la levantó. Entre gallos y medianoche, se fueron a una zona montaraz, donde se dedicaba a cortar la leña.
Yo nací en esas condiciones. Mi padre no pudo inscribirme, sino hasta un año y meses después de mi nacimiento. De esto me enteré recién cuando tenía 66 años y debía hacer los trámites de mi jubilación. Esto me lo había ocultado mi familia durante toda mi vida. Fui hijo único y al desaparecer mi padre y alzar vuelo —sabe Dios a qué lejanas latitudes—, fui criado por mis abuelos, mi madre y mis tías maternas. Aprendí las primeras letras con mi tía Andrea Barrantes, quien era la sabionda de una familia de nueve hermanos. Después hice el tercero de primaria y eso es todo. Antes de salir de la hacienda Casa Grande, ya conocía a los anarquistas y trabajaba como peoncito en diversos trabajos que había para niños y mujeres, como sembríos, jalada de higuerillas, desbroce, despeje, etcétera.
DE CÓMO ME HICE ESCRITOR
Con estos antecedentes, ustedes se preguntarán cómo es que me hice escritor. Fue cuando los anarcosindicalistas me dijeron que para ofrecer discursos, realizar arengas y redactar volantes, tenía que aprender a escribir y para aprender a escribir, tenía que leer. Así fue que en la casa de la hacienda Facalá había libros que mi abuela compraba a plazos. Teníamos Las mil y una noches, Flor de Fango (de Vargas Vila) y un libro de poemas de Quevedo. Los anarcosindicalistas nos hacían leer obras como Historia Universal del Proletariado. Veinte siglos de opresión capitalista. Esos eran como los evangelios de la Santa Anarquía.
Entonces, antes que escritor quise ser orador, un hombre de arenga. Mi primer contacto con la poesía se produjo cuando un dirigente anarquista me dijo: “¿Quieres hablar bien? Entonces, tienes que leer mucho y comenzar por la poesía”. La poesía tiene fuerza e impacto. Los primeros poetas que me deslumbraron fueron Homero, Bécquer y César Vallejo con Los Heraldos Negros, un poemario lleno de provincia.
LIMA, LA BELLA
Al cumplir 15 años, le dije a mi mamá que tenía que ir a Lima porque quería ser escritor; en Casa Grande nunca llegaría a serlo. Ella me respondió que era demasiado joven y me aconsejó que espere unos años más. Así fue como me embarqué un 2 de enero de 1939 —el día que cumplí 19 años— y llegué a Lima cinco días después, cargando mis cuadernos llenos de poemas. Ya me creía un hombre de letras en condiciones de despegar en el mundo de la literatura.
Lima era una maravilla para mí. Tenía tranvías, todo era flores, belleza, el río Rímac. Lima era una joya. Una vez instalado, me recomendaron que presente mis poemas al diario La Prensa. Había que averiguar primero quién era el director, pero yo era tan audaz y vehemente que me mandé y fui al periódico para hablar con el director. Cuando este vino y vio mis escritos a mano me dijo: “A ver, páselos a máquina y tráigalos”. Al final no regresé.
Luego fui a Radio Nacional, donde César Miró era director, y recité algunos de mis versos. Al final de la presentación, me aconsejó que publique mis poemas. Me dio una tarjeta dirigida a Jorge Falcón, quien iba a sacar la revista llamada Hora del hombre. Fue así que en 1943 aparecieron mis primeros poemas. En la tarjeta don César Miró le decía a Falcón: “En esos poemas hay algo”. El resto es historia.
LA VIDA OBRERA Y LA LITERATURA
Al pie del yunque. No crean que después de esto el camino fue fácil. Necesitaba trabajar y, aunque quería ser periodista, tuve que volver a utilizar mis manos de peón. Trabajé como obrero y a punta de pico y lampa, construimos lo que se llamó el Hospital del Cáncer, ubicado al frente del Hospital Loayza. Como tenía la firme decisión de ser escritor, recién podía leer en las noches. Antes de hacer el servicio militar, me coloqué en una fábrica de tejidos llamada El Progreso. Luego volví a la fábrica y empecé a militar furiosamente en las lides gremiales.
Mis primeros libros de poemas los escribí en la isla penal El Frontón, luego de haber sido sentenciado a cinco años por instigar contra el Gobierno del general Odría. No fue la primera vez que estuve tras las rejas, pues en 1948 estuve en la Cárcel Central de Varones por haber llamado “sirviente del capitalismo” al entonces presidente Bustamante y Rivero. La prisión me sirvió para recuperar mi antigua vocación literaria. En esos cuatro años de encierro me consolaba dedicándome febrilmente a escribir. Al salir en libertad, gracias a una amnistía, ya tenía mis Cuadernos de un condenado, Al pie del yunque y otros libritos que publiqué posteriormente.
ENTRE LA PLUMA Y LOS FIERROS
En mi época de militancia comunista, conocí al poeta Manuel Moreno Jimeno, a quien considero mi maestro. Iba a su casa para que puliera mis poemas a punta de palos. Recuerdo que me obsequió el libro de Rilke, Cartas a un joven poeta, y me dijo algo que en ese momento no entendí: “Tienes que encontrar tu voz”. Gracias a él, conocí a los poetas Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren y Sebastián Salazar Bondy. En 1948, con los poetas Rafael Méndez Dorich y Emilio Adolfo Westphalen formamos el Grupo Obrero Marxista. Ese mismo año estuve en prisión y mi vínculo se interrumpió. Cuando salí de la cárcel, el patrón de la fábrica impidió mi regreso y con la indemnización abrí un taller de baterías en Breña, al que bauticé como El Túngar.
Recuerda aquellos años movidos en pleno gobierno de Manuel Prado, su oposición era firme y hasta ayudó poniendo al Tungar, su taller, a disposición de los camaradas para ejecutar acciones expropiatorias para financiar las guerrillas del sesenta. «En 1959 la triunfante revolución cubana llegó al Patio de Letras de la Casona. Lo mismo ocurrió cuando vino Alberto Hidalgo, después de sepultar el prestigio de Haya de la Torre sacando a luz sus cartas secretas. Los poetas lo tuvieron que ayudar a huir de los búfalos por los techos. La oposición contra Prado salía de la universidad. No eran subversivos solo de palabra, también organizaban pateaduras contra los anticastristas. Por eso andaban perseguidos y se escondían en el Tungar en busca de auxilio».
En el taller me visitaban poetas y periodistas. Nos pasábamos horas conversando de política y literatura. Allí, el 7 de junio de 1956, fundamos el Grupo Intelectual Primero de Mayo junto con Víctor Mazzi, José Guerra Peñaloza, Eliseo García y Carlos Loayza. Eran tiempos en que se atendía a las inquietudes de la clase obrera, y nos dimos el gusto de llamarnos “intelectuales” cuando éramos unos pichones. Me retiré del grupo en 1968 para dedicarme a la construcción de mi casa en Comas y debido a mi condición de trotskista, la cual nos hacía víctimas de ataques.
“LOS REBUZNOS DE LEONCIO”
¿Qué clase de poesía hago yo? En realidad no hago poemas perfectos como Eielson, como Eguren o como los surrealistas. ¿En qué reside lo que hago? En el punch. Más que en el ego, mi fuerza está en el eros. Me llamaban “un poeta del tercer mundo”. Siempre decían “es un poeta”, pero había un calificativo raro a continuación. Cuando, una vez, a Mirko Lauer le comentaron que iba a salir una antología en la que iba a figurar yo, dijo: “Ah, Leoncio va a contribuir con sus rebuznos”. Y precisamente en mi libro Pastor de truenos había un poema al que le puse “Rebuzno propio”, este les gustó mucho a Carlos Germán Belli y a Arturo Corcuera. “Este poema lo dice todo. Es la partida de un nuevo lenguaje, de un nuevo acierto personal”, me dijeron. Pensé que se estaban burlando. Cuando publiqué el libro, Corcuera me reclamó por no haberle puesto Rebuzno propio. Luego me pidió los originales, los pasó a máquina y los presentó al Premio Nacional de Poesía con el nombre que propuso. Obtuvo una mención honrosa en 1973; luego lo presentó al Premio Casa de las Américas y el libro logró una mención honrosa en 1975.
EL PERIODISTA OBRERO Y EL CINE
Vine de mi tierra con ínfulas de periodista. Cuando formé parte de la FAJ (Federación Aprista Juvenil), sacamos un periódico al que llamamos Senda. Lo hacíamos a mimeógrafo, así es que allí tuve mis primeras lecciones de periodismo. En Lima, comencé a hacer mis prácticas en el periódico del Partido Comunista Democracia y Trabajo. Esto fue en 1943. He sido uno de los fundadores de la Federación de Periodistas del Perú, y además fui elegido secretario departamental de prensa y propaganda del Partido Comunista de Lima.
En 1944 fundamos la revista Cara y Sello con Méndez Dorich y Westphalen. Éramos la parte obrera que trataba los asuntos sociales y sindicales. En 1946 sacamos el semanario Revolución, del cual yo era director.
Entre 1971 y 1974 colaboré en la revista Vistazo y en el diario Expreso. A partir de ese año, Guillermo Thorndike me llevó a la revista Oiga, donde el jefe de redacción, el gran Alfonso Reyes Muñante me dijo: “Qué lástima que trabajes en Expreso, porque te daría aquí un puesto de planta”. Le respondí que solamente era colaborador y que podía aceptar su propuesta. Y me quedé hasta fin de año, cuando la revista fue clausurada por Velasco. En 1975 fundamos la revista Marka con Jorge Flores Lama y Eduardo Ferrand. También fue clausurada. Participé en pequeñas revistas hasta 1980, cuando fundamos El Diario de Marka. Luego pasé a los diarios El Nacional, La República y El Popular, de donde me retiré en 1988.
También hice cine. En 1981 formé parte del elenco de la película Fitzcarraldo, del cineasta alemán Werner Herzog. Hice de carcelero y actué junto con Claudia Cardinale y Klaus Kinski. En 1984, con Rodolfo Pereira hicimos Memorias de un chofer de taxi, una serie de cortometrajes sobre un taxista lechucero.
MIS DÍAS EN TABLADA DE LURÍN
Desde hace 36 años vivo en Tablada de Lurín junto con mi esposa, Blanca Rojas. Trato de hacer este lugar agradable con flores y árboles. Tengo 10 hijos, 8 nietos y 3 bisnietos. Algunos viven en Europa, otros en Lima. En mi trabajo intelectual, me ayuda mi hija Gladys, quien es muy inteligente e ingeniosa. Ella es mi secretaria, se encarga de transcribir mis trabajos literarios y me apoya en la elaboración artesanal de mis libros.
Tengo mucho material manuscrito. Llevo un diario de mis sentimientos y de mis pensamientos. Escribo todos los días. Escucho los noticieros radiales desde las seis de la mañana, que es la hora en que estoy despierto. En las tardes, escribo y escucho música criolla y del recuerdo. Por la noche, veo los noticieros y con mi esposa vemos películas y series hasta las doce de la noche, hora en que leo hasta que me da sueño. No es raro que me despierte en la madrugada, duermo poco a veces. Entonces, agarro mis cuadernos y escribo. También escucho música clásica en radio Filarmonía y veo los programas culturales en Canal 7.
LA FUERZA DE LA POESÍA
Mi poesía revela lo que soy. Soy un hombre de tercer mundo. Soy un hombre que trata de exponer su cólera, su inconformidad con el mundo, su civilización y su propia especie, que destruye no solo para sobrevivir, sino para ejercer la dominación y el enriquecimiento desmesurado de una minoría impuesta.
Debo confesar que no me siento poeta. Ser poeta es una metáfora que han creado los griegos. Solo diez años después de que estés muerto se sabrá si en realidad eres poeta. Si después de esos años se acuerdan de ti, te lloran y te recitan, entonces, sí eres poeta. Cuando me dicen “poeta” me siento vivo, siento que aún no me he muerto. Sé que falta poco para eso y aunque no sabré si después de diez años de dejar este mundo me leerán, confío en que siquiera uno de mis poemas será recitado. Este premio que me otorga la Casa de la Literatura Peruana a lo mejor ayude a que ello ocurra.
«La gente del diario y de la revista me conocían de sobra, tanto de mis querencias ideológicas como mis bellaquerías subversivas. Sabían que era un viejo trotsko romántico y anarco (…). Jamás a nadie se le ocurrió calificarme o quitarme el habla o borrarme de alguna lista honoraria. De igual manera se comportaron César Calvo, Gonzalo Rosé, Romualdo, Gustavo que conocían de mis andanzas. A la fecha de estas letras, en la barra, de pie, siempre en la palestra, sin claudicar ni pasarme al servicio de la derecha ni de algún oportunista comunistón o apristón. Como mi hermano Romualdo, aquí solitario, jodido pero contento, basta ya de gemidos. Convencido de que jamás habrá Revolución sin Poesía ni Poesía sin Revolución. Y con 92 años a cuestas, más allá de su delicado estado de salud, sigue muy convencido de ello.
Ya se le han muerto todos los amigos. Al menos, esos amigos con los que estuvo preso en el Frontón, con los que luchó cuando fue dirigente sindical, cuando se fajó por los derechos laborales de los obreros, cuando fue anarcosindicalista, comunista, aprista, trotskista, marxista, y con los que ejerció el periodismo. Con los que invadió los arenales de Comas. Ya nadie queda de esos años intensos y revoltosos.
El 2 de enero cumplirá 102 años y para entonces espera publicar su poemario ‘Canto al dulce ahí’, una celebración a la mujer, al sexo, al erotismo, temas que lo apasionan y que aún lo hacen vibrar, vivir.
Jamás habrá Revolución sin Poesía ni Poesía sin Revolución.
ESCRIBIR ES SOBREVIVIR
Poeta, ¿escribir es sobrevivir?
Claro. El escritor nace, el torero se hace. El cantante también nace. Es un regalo de la naturaleza.
¿Qué hubiera sido de usted si no hubiera conocido la poesía?
Bueno, yo hubiera sido guitarrista y cantante. Mi ideal era Atahualpa Yupanqui. Yo quería ser como él.
La poesía es música, ciertamente.
Son hermanos. Cuando mueren las palabras nace la música. Y cuando las palabras están adoloridas, nace la poesía.
¿Usted es un hombre nostálgico?
No, yo no tengo nostalgia de nada. Yo soy un hombre muy alegre.
¿No extraña nada de su juventud?
No puedo extrañar nada de mi juventud porque no fui feliz. Yo fui peón. No estaba reconocido por mi papá. Solamente me criaba mi mamá y como ella lavaba ropa, yo tenía que quedarme en la hacienda Facalá a las órdenes de mis tías. He tenido muchas enfermedades desde que nací.
¿Cuál ha sido el momento más feliz de su vida?
Ahora que lo pienso, creo que todos los días de mi vida. ¿Sabes por qué? Porque a pesar de esa vida que llevaba, siempre me sobreponía. He sido un luchador. Yo daba agua a las bestias, cegaba el pasto, tenía que llevar leña a la casa. Trabajaba desde los 9 años. Ganaba 50 centavos al día. Y si trabajaba toda la semana completa sin faltar, me daban 60 centavos y media ración, que era carne, frejoles, arroz y algo más.
Era una vida de esclavitud.
Bueno, así eran en las haciendas. Hasta ahora. El Perú no ha cambiado mucho en ese sentido.
A su edad, ¿ve que hay una degeneración social?
Nosotros seguimos creyendo que somos la herencia de España. Y por eso cantamos: “Lima tan tradicional. Linda tierra virreinal”. Y por eso, hasta ahora, a pesar de que la avenida se llama Óscar R. Benavides, le decimos la avenida Colonial. Hay una clase social aristocrática que creíamos que la habíamos destruido con Velasco, pero todavía sigue. Esa clase aristocrática nos jodió. No hemos podido conquistar nuestra libertad.
¿No somos libres?
No, qué ocurrencia. Algunas libertades hemos conseguido, pero no lo hemos hecho como lo hizo Chile, Argentina, Colombia. Ellos tuvieron que venir acá a darnos la independencia. Nosotros somos un país frustrado.
¿Y usted ha luchado contra esa frustración?
Yo he luchado contra esa frustración. Y sigo luchando actualmente.
¿Su lucha ha tenido frutos?
No podemos ser totalmente pesimista, porque la lucha de la clase obrera no ha tenido ambición de dinero. Pero algo nos ha dejado. Tenemos a personas como Ricardo Palma, Miguel Grau, Jorge Basadre. Y seguimos teniendo figuras intelectuales muy destacadas.
No ha mencionado a Mario Vargas Llosa…
Vargas Llosa pudo ser, pero se cagó totalmente. Es una mierda. Se hizo español, marqués.
Cuidado, puede ser lapidado por el círculo intelectual por decir eso.
Yo soy un autodidacta. Yo soy un proletario. Yo le critico a Vargas Llosa su ambición de ser noble.
¿Cómo ve a la juventud de hoy?
La juventud es muy inquieta. La juventud de hoy ya no canta esa huevada de ‘Del puente a la alameda…’ ja, ja, ja.
Ahora escuchan reggaetón.
Es mejor que escuchen cualquier cojudez, pero no están pensando en eso que nos ha oprimido. Y por lo que hemos sufrido décadas de esclavitud.
¿Entonces cree que los jóvenes de hoy harán un Perú mejor?
Están haciendo un Perú mejor. Porque gracias a ellos se sacó al impostor de Manuel Merino.
Tiene 101 años, ¿aún tiene el alma joven?
No, no. Yo no tengo el alma joven. Yo soy un viejo y pienso como viejo. Los viejos sabemos mucho por experiencia y conocimiento. Los jóvenes tienen que aprender algo de los viejos. Y los viejos deben tener siempre cercanía hacia los jóvenes, para tener la alegría de vivir y de querer hacer algo nuevo.
Si tuviera que darles un solo consejo a los jóvenes, ¿cuál sería?
Que lean mucho, que aprendan mucho. Hay que conocer la vida.
¿Usted deja algo pendiente?
Yo estoy muy contento con lo que soy. Siempre quise ser un pensador. Yo siempre quise escribir, ser escritor, periodista. Y todo eso lo conseguí.
Maestro, ¿qué es el amor?
El amor es una brujería que hace la naturaleza para mantener la especie.
¿La manera de cortejar a una dama ha cambiado con el tiempo?
No, eso no cambia. Lo que ha cambiado es el sexo. El sexo ha cambiado el mundo.
Me dijo hace algunos días que la poesía nos salva pero, ¿de qué nos salva?
Lo que diferencia al hombre de los animales, es que el hombre tiene la palabra. Y la palabra es poesía. Cada palabra es un poema. La palabra ‘árbol’ es hermosa. Las palabras hacen al hombre.
¿Usted sigue escribiendo?
Si no escribiera, ya estaría jodido. Ya estaría muerto.
¿Sobre qué escribe ahora?
Sobre lo que sucede en el mundo. El mundo está jodido. Estamos destruyendo al mundo.
¿Tiene planes de publicar?
Sí, claro.
¿Sigue leyendo?
Leo poco. Solo me sirve un ojo.
¿Cree que la muerte está cerca?
La muerte es bienvenida. Sobre todo si viene porque uno está viejo, pero si uno busca la muerte de puro cojudo, no pues.
¿Usted la espera?
Yo me puedo morir cualquier día.
¿No le angustia?
No.
Bueno, ha vivido intensamente…
Lo único que no sé es cómo me van a enterrar, porque no tengo plata. El Estado debería asegurarles el entierro a sus poetas.
¿Por qué la política no voltea a ver a la cultura?
Porque solo piensan en la plata y el poder. El poder corrompe, y cuando es un poder absoluto, corrompe absolutamente.
¿El Perú ha sido mezquino con su poesía?
No, al contrario. El hombre que me recomendó para que mi primer poema sea publicado en una revista fue Óscar Miro Quesada, mi gran amigo.
¿En este país esperamos que el poeta muera para reconocerlo?
El poeta es un solitario. Muchas veces muy creído, se cree que está en la pomada. El poeta solo deja de joder cuando está muerto.
La revolución no solamente es, para la conquista del pan y las libertades civicas, es también por la conquista del derecho que tienen todos los hombres y mujeres de la tierra a disfrutar del canto y de la belleza, a lo cual agrego yo, de la posibilidad de administrar libremente sus cuerpos y sus mentes.
Si tuviera que darles un solo consejo a los jóvenes, ¿cuál sería?
Que lean mucho, que aprendan mucho. Hay que conocer la vida.
BIOGRAFÍA CONSULTADA
Testimonio: Leoncio Bueno, el andar de un golondrino
https://www.casadelaliteratura.gob.pe/wp-content/uploads/2016/04/Suplemento-LeoncioBueno-version-final.pdf
100 años con Leoncio Bueno
https://www.youtube.com/watch?v=jrK5P1iHT3s
Leoncio Bueno presenta “Memorias de mi desnudez” en 2014
https://www.youtube.com/watch?v=szlKUnYxzzM
Documental Entre el fusil y las rosas – en 2013
https://www.youtube.com/watch?v=KDXxr7EI1_Q
El poeta solo deja de joder cuando está muerto.
SELECCIÓN DE POEMAS DE LEONCIO BUENO
POEMA DEL AMOR VIOLENTO
Ven, muchacha sonrosada, aplaca mi impudicia
Por ti misma desatada
Ven, y sé la compañera de mis nuevos desenfrenos.
Por esperarte a ti me he conservado casto como un
Profeta bíblico.
Ven y déjalo todo por mí que yo también lo dejaré.
No temas, nada nos pasará, me haré un bribón
Experto.
Huyamos juntos, pernoctemos en aldeas,
Y en caminos,
Hagamos el amor bajo los puentes, en acequias,
En chozas abandonadas y en hoteluchos
De mala muerte.
Recorramos el mundo practicando un amor
Incestuoso.
Porque tú puedes ser mi hija y yo tu padre
He esperado mucho,
Eres tú la que tardas a la cita.
El amor está fuera de tiempo.
Ven doncella de coral, eres la verdadera poesía
La verdadera poesía me acaba de llegar cuando estoy
Jugando
Los descuentos
Ven, juntos haremos un gran incendio con nuestros
Amores licenciosos
Juntos, tú nacerás conmigo y yo de nuevo.
Derrumbaremos los ídolos de izquierda y los prejuicios
De derecha
En este tiempo infame de los asesinos.
Guirnalda tropical, yo me confieso
Enamorado loco de tu orbe celestial.
¡Anunciador de banquetes singulares!
Ven, desnúdate para que pueda ver la única verdad
En todo su esplendor
Y emprenda la ruta de mi ansiada liberación
Abramos juntos las compuertas de la inocencia salvaje,
Para eso te esperaba a ti, por ti me embarqué en las
Conjuras.
Salí a buscarte en el infierno de las ciudades
Extranjeras
¡Y tú estabas ahí!
Fresca y sonrosada como las hijas de Socabaya.
Muchacha tórrida, deja que acaricie tu vellocino
De oro.
Me postraré ante ti para recibir tu hostia caudalosa.
Sé mi muchacha y, si fuera posible, déjate preñar,
Yo robaré y mataré por ti,
Por ti cometeré toda clase de estropicios
Por el resto de mi vida.
Hagamos las locuras más facciosas,
¿Cuánto mas puede durar un amor así?
¿Un mes? ¿Una semana? ¿Un día? ¿Una hora?
¡Que importa el tiempo!
Un minuto contigo puede ser la eternidad o viceversa.
Ven, muchacha erótica, gloriosa, despliega tu hidromiel.
Tu océano de caracolas bajo mi labio humeante.
Nada habrás perdido, nada,
Como nada pierde el mar.
UN VIEJO FAUNO SE DESNUDA
Ya casi piso el medio siglo,
a los gerentes no les gusta mi edad
y es tiempo de buscar otra chamba.
Pronto me echarán a la calle los cacharros del «Túngar».
¿A dónde ir a parar?
¿Quién va a emplear a un tío cincuentón?
Ezra soñaba con una cigarrería,
a donde acudieran las prostitutas
a arreglarse el pelo ante un espejo;
el viejo Faulkner, soñaba también con emplearse en un lupanar;
¿Qué mejor ocupación para un viejo anarquista?
Por favor, señoras prostitutas,
honorables cabronas,
tengan la bondad de atender este aviso importante:
«Hombre cincuentón de aire azambado,
curtido en actividades subversivas,
condenado a largos años de presidio,
sabedor de las mañas del hampa y de la poli,
ex soldado de caballería,
diestro en el manejo del arma blanca
y toda clase de armas de fuego,
sabe preparar bombas caseras de gran poder,
beber sin emborracharse,
amanecerse de claro en claro cumpliendo una consigna
o, cabalgando sin bajarse, toda una noche sobre el níspero.
Poeta brevetado con libros publicados,
chofer lechucero sin ninguna papeleta, etc., etc.;
ofrece sus servicios sin pretensiones a burdel
o casa de citas de Lima o del extranjero.
Dirigirse a: Restauración, 160
Lima. 5. PERÚ.-
(de Rebuzno Propio)
REBUZNO PROPIO
Escribo, canto,clamo y proclamo,
pero aún no suena
mi escuálido quirquincho.
Siembro, podo, barbecho, Siembro,
vuelvo a podar, barbecho
sin descanso, mas no veo
crecer mi verdolaga.
Ando, camino, sudo
la gota gorda hollando
inhóspitos senderos
y siempre estoy reptando a tientas
lejos de mi propio recoveco.
¿Hasta cuándo,
no voy a articularme
mi rebuzno propio?
Hiervo, cocino, aderezo; sirvo
y a la postre cuaja, pero no cuaja
mi propia salsa.
Tiempo ha que machaco y le doy de alma
a esta mollera dura
por saborear deveras mi sandía.
LÁZARO
A VÍCTOR MAZZI
poeta y obrero de andamio
Pienso entre mi fondo,
aquí donde el viento está bobo
y no llega el murmullo de las cosas,
¡pienso todavía!
Antes, que había sido de mí?
Donde están las voces fraternas?
Habrán niños durmiendo bajo los puentes?
Seguirán adelante la lucha los obreros?
Esta temporánea muerte
debe abonar un germen de futuras rebeldías.
Así será. No importa pudrirme en la mazmorra
Es dichoso estar muerto a medias,
en trance de un mañana decisivo, comprobando
que se proyecta vida a otros más muertos.
La carne me abandona,
pero quédanme fieles las uñas, el coraje
y las ganas crujientes de nuevos alaridos.
En torno de mis huesos
mis ánimos erizan sus fogatas.
No moriré, quiero pegar el último aletazo.
Fuera de mi morada gallinazos estólidos.
Lázaro saldrá. Lázaro vive…. ¡Lázaro!… ¡Lázaro!…..
CARTA A MI MADRE EN EL DÍA DE SU CUMPLEAÑOS
Colonia Penal El Frontón, 17 de mayo de 1954.
Mamá Sara:
Estás leve y anciana,
tus pulmones se encorvan
cual dos águilas ciegas.
¿Hasta cuándo se extiende tu condena?
Desde niña, bajo el mando
de la rígida patrona.
¡Cuántas veces he escuchado
tu sollozo en las penumbras
de las lúgubres cocinas!
¡Que duro nos costó medio vivir!
Pero entonces, eras fuerte campeona,
te incitaban la esperanza
y los destellos de mis ojos cuando niño.
Han pasado muchos años,
años de soledad, de golpes y batallas.
Ahora, soy un hombre,
y por serlo de veras
me han clavado en las rocas.
Y tú madre, prendida a la batea,
hoy te duermes de vejez, de cansancio
en lo mejor de la tarea,
con tu dulce cabeza medio hundida en el agua
como nube de blanco amanecer.
Y pensar que la vida no mejora,
que seguimos crispando los puños por el grano,
que nos tapan la boca con máuseres y plomo,
que lustramos con sangre la faz de los metales.
¡Los patrones siempre quieren ser más ricos!
Por eso estoy fiero,
mi voz, un estallido que se agranda.
Y quisiera hacer algo, ¡arrancar muchas cabezas!
Pero hoy, sólo me salen estos versos,
esta espiga de amor que quiere hacerte joven.
EN BUSCA DE LA FELICIDAD
Un día arrojé a los vientos todas mis vestiduras
mi persona postiza
mi dentadura postiza
me quedé igual que cuando vine al mundo
bailando al son de la zampoña tocada al pie del lago
por un colla
y vinieron a mí los peces y las aguas y las
golondrinas arrechas de la comarca
juntos realizamos las más increíbles orgías
fui tomando mi auténtica figura
mi inconfundible olor
comprendí que la felicidad
consiste en andar completamente desnudo
invadiendo la tierra.
WAYNO DE COMAS
Hablo aquí, en este lugar, atrapado
al alambre de púas del combate social.
Hablo aquí, donde antes no había nada,
siento cada día aumentar mi jaleo.
Mi voz, bien subversiva en esta tierra tomada
al impulso de tantos.
Somos 700,000 mil artistas preñados de violencia moderna,
entre ellos, muchos mejores que yo
hablan y escriben vaticinios.
Soy uno de tantos arrimados parábolas en un papel rayado.
Confieso: estoy experto en tomarles la palabra a quienes me rodean,
las tomo, les doy vueltas las meneo,
devuelvo de tal forma que ni los mismos padres reconocen a sus hijas.
Un día la masa dijo ¿somos o no somos?
Tomamos estos cerros, he aquí, se alza una obra grande
enganchada al remolino de la era espacial.
Mañana vendrán historiadores gringos: sociólogos,
psicólogos, antropólogos.
Dirán: “Qué interesante… ¿Koumas ega un paisaje lunag?”
Exacto. Vinieron los hombres de la masa,
no tenían agua para beber
pero sembraron árboles.
ASNOGRAFÍA
Cojo la pluma y nada
cada vez soy más zopenco
Quevedo
Tumbo y retumba pero aun no suena,
ni truena
mi escuálido quirquincho.
Siembro, podo, barbecho. Siembro,
vuelvo a podar, aparejo
sin descanso, mas no veo
crecer mi verdolaga.
Ando, trajino, sudo
la gota gorda hollando
estrambóticos senderos,
y siempre estoy reptando a tientas
lejos de mi propio recoveco.
¿Hasta cuándo no voy a articular mi rebuzno propio?
Hiervo, cocino, aderezo, sirvo
y a la postre cuaja, pero no cuaja
mi propia salsa.
Tiempo ha que machaco y le doy de alma
a esta mollera chúcara
por saborear deveras mi sandía.
AGONÍA DE UN LABRADOR
a mi abuelo
Yo le vi como un árbol abatido,
ennegrecido y duro como un riel en su lecho.
Pensativo, sombrío
aguardaba la muerte
espantado a las moscas.
¡Pobre viejo arador de la tierra,
que marido tan dulce perdían
la yunta y la chicha!
Cuando aún con sus pasos
clarinaban espuelas
y al oírlas temblaban
los chalanes impávidos
y las mulas más fieras,
él me enseñó sonriendo
aquel duro manejo
de los fríos relámpagos negros.
Cuando el campo doraba
sus espaldas de fuego
y saltaban sus huesos
como chispas al cielo,
por ochenta centavos
¡todo un día surcaba la tierra!
Viejo arador turbulento,
siempre amé tu lozano sembrío de “ajos”,
tus agrias maldiciones
y tu amor por el asno taciturno.
Ahora adoro tu temple derribado
y ese gesto, tan tuyo, de insolencia bravía
con que siempre enfrentaste la vida
y hoy enfrentas la muerte.
Viejo arador,
incansable domador de la tierra,
¡cuantas anchas campiñas
reverdecieron por la magia de tu arado!
Sesenta años
ijocando tu yunta por Tulape,
Palmío, Mocollope, La Constancia,
Chuín, Casa Grande, Gazñape, Cintuco,
Facalá, Talambo, Mocan…
Sesenta años retemblando la tierra como un trueno;
¿la fortuna que amasaste?
¡¡hijas!….. ¡hijos! Cocineras, lavanderas y peones,
otros tantos labradores incansables de la tierra.
¡Oh dulce abuelo mío!
ya está seco y consumido
tu indómito algarrobo,
tus aspas de molino
están rotas y quietas,
tu caldero se enfría,
tu vela se apaga.
Te vas sin un suspiro ni una queja,
hundido en tu silencio intransigente,
burlándote del cura, de sus óleos y su infierno.
Viejo arador, inmenso árbol de hierro,
allí estás silencioso y pensativo
esperando a la muerte, con fastidio.
Si pudieras hablar, por lo que tarda,
yo sé que la hartarías de blasfemias.
(de Al pie del Yunque)
PERÚ ESTA ES TU HORA
Perú, esta es tu hora,
¡que despierten tus cóndores guerreros!
¡que despierten tus bravos labradores!
Los Andes tiemblan, los picachos lloran,
la cordillera brama ardiendo en pumas.
Perú, esta es tu hora.
tus praderas se pueblan de hondas y águilas,
los ríos hierven de pirañas rojas,
¡que despierten tus cóndores guerreros!
¡que despierten los bravos labradores!
Perú, esta es tu hora,
la hora de crear, de forjar en patria viva
tu nueva hoz, la hoz de la victoria.
Esta es la hora del Perú, hermano:
¡fájate firme!
¡que despierten los cóndores guerreros!
¡que despierten los bravos labradores!
Los cascos verdes empapan en sangre
la campiña, la fábrica, la Escuela,
estudiantes imberbes empuñan los fusiles,
poetas, gritan su canto asesinados;
¡que despierten tus cóndores guerreros!
¡que despierten los bravos labradores!
Atrás toda vana ilusión, toda estulta esperanza.
Es la hora del Perú, van a marchar los montes.
¡Silencio!
aquí viene La Palabra en la boca del fusil.
Esta es la hora del Perú, ya suena
el primer estampido en la montaña.
Perú, esta es tu hora.
¡Que despierten tus cóndores guerreros!
¡Que revienten los huaicos temerosos!
¡Que se desplome el cielo y un incendio
total, inexorable
el miedo nos triture hasta la médula
y que la tierra toda se levante
para aplastar el odio dilatado!
Y nazca un nuevo sol, el sol del pueblo
con roscas y manzanas para todos,
con tractores y libros para todos.
(de Al pie del Yunque)
A LA HACIENDA FACALÁ
¡No puedo volver a ti!
Una tarde, desde la alta colina
te vi por última vez,
siempre verde y florida bajo el cielo otoñal.
Vi los álamos de tu río,
oí el canto de tus gallos,
todo a lo lejos se mecía
como un sueño en las nubes.
Era una tarde, tarde en mi vida,
mi corcel apacentaba en los páramos,
la fragancia de tus pastos
hormigueaba en mis sentidos,
sabor de cañas dulces
derretía mis dientes.
¡Oh, las albas armónicas!
la aborigen infancia
como alegre cabrito corría por los cerros.
Si algún día volviera
a saborear guayabas de mi huerto,
¿me sabrían lo mismo?
¡Quien como tú que eres invariable,
que eres profunda, que eres callada!
Quisiera ser como tus montes solitarios
tan secretos, tan rígidos, tan altos.
Me siento fatigado de bregar sin descanso,
me siento como un buey enflaquecido
que nunca prueba el fruto de su arar.
(de Al pie del Yunque)
UN HOMBRE TRISTE
Un hombre triste
tuvo una vez un sueño: Quiso
ser poeta,
pero
siguió siendo en la sombra
un hombre triste.
Una vez más soñó, apasionadamente.
Se enroló en la epopeya luctuosa: Quiso
ser un bravo,
vivir épicamente
su última muerte,
pero en el fondo
siguió siendo sin paz
un hombre triste.
Ya sin remedio,
agotada hasta el fin
la última aventura,
convenciose
que no era mala cosa
ser
hasta la médula
un hombre triste.
(De Pastor de truenos, p. 27)
¡ADIOS PASTOR DE TRUENOS!
¿No sientes cómo balan tus cabras en la inverna?
¿No ves cómo llora tu hacha estremecida?
¡Ya tus manos de yunque
no tocarán su mango!
Allí, en el rincón donde una tarde la pusiste,
allí se cubrirá de polvo y moho.
¡Adiós, pastor de truenos!
Ve, a apacentar sin tregua
tus rebaños de estrellas en el cielo.
Esta noche,
los espinos del monte
arrugarán sus hojas.
Tu sombra melancólica
vagará por los campos.
Uno a uno, tus pasos
recogerás por todos los caminos.
Vendrás en luna nueva
a contemplar tus bestias afligidas,
a tocar tus aperos,
tu hacha, tus espuelas;
y al sentir a lo lejos
los bueyes mugirán desconcertados
y tu espectro se irá siempre más triste.
¡Adiós, pastor de truenos!
Ve, a prender tu fragua entre las nubes,
y a forjar el relámpago hacedor de la lluvia!
(De Pastor de truenos)
AUTOREPORTAJE
a todo dar hasta amolarme
aquí me arranco,
entre las cejas se me ha puesto apoderarme
de mi propio universo
con un canto,
si no reviento,
aquí lo empuño, aquí lo alcanzo.
Pienso hacerme el mar –el mar entero-
el viento en popa, la vela y el velero,
además, ser
el marinero.
¿qué escribo?
¡lo que me arranco!
escribo lo que me hierve en los porongos,
escribo lo que me grita desde el combo,
escribo mi corazón piafando en una línea,
escribo, escribo como un desconocido;
escribo, escribo mis bramidos!
¿cómo escribo?
rompiéndome el alma
a golpe de hacha
con toda raza
duela a quien duela
donde la agarre,
al pie del tumbo,
moliendo el lomo y la tutuma
escribo a gatas,
pasito a paso
duro
durango,
escribo a pata.
¿desde dónde escribo?
Desde aquí, donde hoy y siempre
me hallarán chancando,
poesías eléctricas, escribo al sol,
desde mis herrerías,
entre alicates, pernos y tornillos,
metido hasta el hueso sacro en ácido sulfúrico,
en un crisol fundiéndome y fundiendo
plomo, coágulos, mandarrias y estronsium 90,
desde mis invasiones,
aquí, bramando
escribo con esta tinta biensudada.
¿por qué escribo?
¡Porque escribo!,
para ponerle cuernos a la muerte,
para tirarme al tiempo
o para que él
no me tire fácilmente.
Escribo porque quiero mi parte de luz
o de catana,
escribo para hacerme un túnel.
Sólo escribiendo puedo
joder, darle de piñas a la moña.
ponerle un cohete al orden mono;
por eso escribo,
escribo para no morir
sin antes
haber puesto mis huesos en el fuego.
(De Invasión Poderosa)
LA CAPTURA DEL RAYO
La primera vez que transpuse los linderos,
lo hice en compañía de mi abuelo,
viejo hermoso y florido como un jacarandá.
Mansionábamos en los valles del refulgente Sol,
donde nos distinguíamos por nuestros huertos
siempre sembrados con el “palito dulce”.
Nunca antes había penetrado las espesuras del monte.
Mi abuelo, gran brujo,
hablaba muchas lenguas, todas las jerigonzas,
conocía la selva y sus secretos como si fuera su mujer.
Mientras hacíamos el fuego me decía:
“Tienes que ser un cazador, si de no,
te cargará el otorongo,
te mearán los zorrinos,
se cagarán en ti los pájaros,
te echarán a pedradas de los huertos,
ninguna mujer acariciará tu miembro
ni detendrás al puma en la mitad del salto.
Toma el hacha, el machete,
dale duro al monte y a las fieras del monte,
mas nunca derribes al hermano del hombre”.
Varias lunas recorrimos el monte,
comíamos yucas, mojarrillas, boquichicos y palometas
asadas,
bebíamos el jugo de los “marañones”,
y en las noches oscuras
chachábamos las hojas de la conversación.
El viejo contaba historias, viejas historias de la tribu “Burros con sueño”…
Un día, yo mismo,
decidí aventurarme solo por mi cuenta y riesgo.
Penetré en nuevos montes más sombríos y fieros
habitados por bichos
entrenados en el vil oficio de maltratar al hombre.
Era mi anhelo cumplir un buen trabajo.
Tesón, fuerza y coraje fueron mis herramientas.
Se acercaba la hora de la gran reventazón.
Entonces, cumplí mi triple hazaña:
¡Caza mayor, increíble! – Si el abuelo viviera –
Derribé al rayo,
lo até de pies y manos,
lo encerré en un rectángulo negro, sellado,
con dos cuernos de plomo.
¡Soy el amo del rayo, lo tengo a mi merced,
cogido por el rabo!
LA MARRAQUETA DE ACERO
Eran tres trapiches: el A, el B y el C
devoradores de caña
o carne humana,
a media noche chirriaban sus molinos como
alaridos de perros,
destemplaba los dientes ponía a la población carne
de gallina.
El trapiche tiene hambre
a quien se irá a comer el trapiche?
Un cholo va a caer en una de estas noches.
Era la única forma de calmar los alaridos del A.
Mi furor afloró demencialmente
cuando una noche el A
se engulló el brazo derecho de mi cumpita Colbert.
Colbert era un muchacho fuerte y bonachón
que me enseñaba el boxeo.
Entonces le dije al A:
Maldito viejo, montón de fierros, me las vas a pagar.
Yo sé en que muelas ponerte una noche de estas,
no un cráneo, ni un brazo
una marraqueta de hierro te voy a dar a tragar
Justo a la hora del cambio de guardia,
diez kilos de pitanza del más templado acero
entre las muelas de la polea madre
y el terremoto se produjo;
las chumaceras volaron, los ejes se salieron
de su centro,
los molinos se encabritaron como machos trotones
y el motor paró en seco, saliéndose de sus cimientos.
A la mañana siguiente vinieron las investigaciones.
Esta es la obra de un loco. Sabotaje anarquista.
Expertos Sherlock Colmes de ofídica mirada
interrogaron día y noche: “Tú, qué haces después
de trabajar;
y tú y tú…?
-“Yo, voy a cuidar a mis chanchitos”
-“Yo, me entretengo en mi huertita”
-“Yo, corto la leña para negociar”…
“Y, tú zambito?”
-Yo? Nada, a veces leo un poco”.
INVESTIGACIÓN CONCLUIDA. HEMOS DADO CON
EL MALHECHOR.
(de Rebuzno Propio)
YO SOY UN NEGRO, ¡MÁTENME!
Mis parientes lejanos fueron cazados con horquetas
y traídos a rastra desde África.
Cualquier bicho con concha y un poquito de labia
se siente aquí un conde,
y si es medio blancón con tipo europeo, tanto mejor,
se lanza a la rapiña cual blanco aventurero o indio emperador.
Los españoles nos trajeron pantorrilla, se creyeron
con mucha pepa, nuevos incas, unos incas fulleros
mercaderes de baratijas occidentales y cristianas.
El Perú es un país con tradición autocrática;
la Conquista y la Colonia le agregaron feudalismo,
Inquisición y otros ismos;
la República, ciento y pico años de pillaje militar.
Achoramiento y pendejadas crecen con los nuevos partidillos,
como crecen la sombra cuando el sol declina,
máxime ahora que nuestros stalino-maoístas antediluvianos
se empeñan en cocinarnos una salsa sectaria con picante polpotiano
y culto stalinista de la personalidad.
Quede bien claro: no me vacilaron nunca avivatos ni caudillos
ansiosos de formar sus propios estanquillos o, monarquías hereditarias;
soy poeta en la fragua, marginal, contestatario
engendro de mi país violento, burlón y sensual.
Yo no me corro de las lacras de mi tierra que amo y que edifico con
pasión tropical.
Curado estoy de ismos.
No creo en ningún dios, mucho menos en charlatanes y mascarones.
Pero en algo hay que creer, decía mi mamá.
Creo en una revolución con poesía.
Creo en la verdad que dé muerte a imposturas.
Creo en mí mismo y en la voz de mi conciencia;
Creo que voy a vivir y a morir como un guerrero antiguo
mano en el hacha, y que entraré en el jardín de los walkirias
con espada mocha y esta voz aborigen, gritándoles:
Yo soy un negro, ¡maténme!
(De Los últimos días de la ira)
TECHO PROPIO
Mi techo es pequeño hecho de esteras y otros
deshechos inflamables,
puede caerme encima
sin hacerme daño,
dejar pasar los bichos y la lluvia;
pero estos sucesos no ocurren diariamente,
es más probable que vea pasar la luz
y los colores del Centauro;
no me importan las chirimachas
ni los orines de los gatos,
al contrario,
me hacen pensar que soy dueño
de un techo endiabladamente importante.
(De Invasión Poderosa)
AL CUERNO, EL PODEROSO
Yo no tengo entusiasmo
para llevar mi flauta a los bulines,
para besarle el orto a los burócratas,
ni amputarle a ninguno su pitanza;
no espero que mi perno se lubrique
con la loca pomada que algún otro reclame.
Tenga yo como ahora
mi martillo a la mano y diré siempre:
¡al cuerno, el poderoso!
(de Rebuzno Propio)
POEMA PARA UNA NUEVA ÉPOCA
Dentro de diez años
vendrán al Túngar nuevos poetas jóvenes
a buscar a Ragnut.
Nuevamente desfilará la cólera,
alguno tal vez traiga su carrandanga,
pedirá que Ragnut le eche un lente.
Como en el 50, como en el 60,
el Túngar escuchará el rugido de los bardos,
en sus paredes alguno trazará la efigie
de un Guevara III.
Como en el 70,
nuevos jóvenes enseñarán los puños
a los ya situados, exclamando:
“¡Nos han entregado una catástrofe
para poetizarla!”.
Y Ragnut arderá de entusiasmo,
una vez más se sentirá un asno joven.
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en tu moña
(burócrata lustroso de tocino)
taita rico, manitas de marica,
señor de los ejércitos rentados,
Tovarich que moras siempre arriba,
Ñato con los de arriba
(becarios vitalicios de la coima),
dueño de varas, llaves y palancas
haciendo cada día
más vivos a los vivos
y más tontos a los que trabajan.
Taita, cuco de la gran trenza,
pura pinta, si a todos nos hiciste
a tu imagen y semejanza,
¡mal rayo nos parta!
vete al Cosmos y ojalá que te cale un astronauta.
REFLEXIONES ANTE LA CUNA
a mi hija Sarita
Esta vida es más piña cada día,
cada día es más ciego este tugurio,
se encoge y pesa menos nuestro pan;
y estando así las cosas,
te hemos traído al mundo, burbujita.
Qué puedo hacer ahora,
a esta hora,
en que las papas queman
y lejos, por las nubes
vuelan como satélites los garbanazos?
Le daré a mi terca frente
¡Le daré a mi terca frente
contra un muro,
para ver si restalla alguna idea!
Romperme el alma quiero,
pujar, tragarme algunas piedras,
es todo cuanto sé y es cuanto puedo.
Burbujita de mi alma, yo te juro
convertirme en un peón incomparable,
ser de veras un negro en las tareas;
cumplir diez mil, cien mil jornadas sudorosas,
empernarme en mi banco de trabajo
a fin de que tú, siquiera tú!
crezcas buena moza,
distinguida y un poco impertinente;
y vayas, algún día,
a esa vieja casona de San Marcos
a juntarte con centenares de estudiantes
inquietos, talentosos, pendencieros,
desde donde, tal vez, llegue a hacerte oír
y suene tu voz como un rebenque impávido
y digas esas cosas…
que nosotros no sabemos decir por ser tan
rústicos.
Abril de 1957
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)
Que jubilo saber que Leoncio Bueno, el “Negro” Bueno, sigue dando pelea. El pobre coronel no tiene quien le escriba. Felices los proles y los que amamos, que tenemos muchos buenos y leoncios, que nos dedican sus letras.