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145. Poesía más Poesía: Pablo de Rokha

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PABLO DE ROKHA

BIOGRAFÍA

Carlos Ignacio Díaz Loyola, que posteriormente se llamaría Pablo de Rokha, nació en Lincatén, provincia de Curicó en Chile el 17 de octubre de 1894 y murió en Santiago, Chile, el 10 de septiembre de 1968. Apenas es conocido fuera de Chile a pesar de que su aportación a la renovación de la poesía de nuestro siglo es decisiva.

Padres de Pablo de Rokha - Poesia Online
Padres de Pablo de Rokha
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Retrato familiar con sus padres y algunos de sus hermanos, Carlos (Pablo de Rokha), en el centro.

En la poesía chilena es considerado como uno de los grandes, juntos con Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro. Rokha Fue el mayor de diecinueve hermanos. Hijo de José Ignacio Díaz y Laura Loyola, tenían 21 y 14 años respectivamente cuando nació. Sus padres eran hijos de antiguos latifundistas que a raíz de la política librecambista se vieron empobrecidos. Desde pequeño, Pablo de Rokha acompañó a su padre en sus trabajos como administrador de estancias y jefe de resguardo aduanero en la Cordillera de los Andes. Conocería a una variedad de personas que serán personajes de sus poemas como arrieros, asaltantes, cuatreros, campesinos… En 1901 comienza a estudiar en la escuela pública nº3 de Talca, en donde era director el padre del poeta D. José Tomás Jara. En el año siguiente ingresa en el Seminario Conciliar de San Pelayo de Talca, hasta 1911. Allí sería expulsado por leer y difundir “libros blasfemos”, entre ellos autores como Voltaire y Rabelais. En ese periodo se inició en la poesía con el seudónimo de Job Díaz y luego de El amigo Piedra.

En 1911 se trasladó a Santiago donde cursó el sexto año de humanidades. Al año siguiente se matriculó en la Universidad de Chile con el fin de estudiar derecho o ingeniería pero finalmente no los realizó. Comenzó a escribir para distintos periódicos como La Razón y la Mañana. Publicó sus primeros poemas en Santiago en la revista Juventud, de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH). Conoce entre otros autores a Vicente Huidobro. Descubre la poesía de Walt Whitman y a Federico Nietzche. Pablo de Rokha escribe poemas blasfemos y antirreligiosos por los que recibe el ataque de la crítica del momento.

Pablo de Rokha – Razón de inspiración
Pablo de Rokha
Archivo:Winett de Rokha (1894-1951)2.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre
Winétt de Rokha

En 1914 volvió a Talca. Recibió un poemario de Juana Inés de la Cruz (pseudónimo de Luisa Anabalón Sanderson) que le pedía opinión acerca del mismo. Pablo le hizo una dura crítica y entró en contacto con la autora. Se enamoró de ella y se casaron el 25 de octubre de 1916. Después ella tomó el seudónimo de Winétt de Rokha.

El primer libro que publica Pablo de Rokha sería Versos de infancia en 1916, que es una antología de poemas publicados en la revista Selva Lírica y muestra las huellas de Nietzche y del romanticismo.

En 1920 vuelve Pablo de Rokha junto con su esposa a Santiago y dirige Númen, publicando luego en Claridad su libro Folletín del diablo, que contiene poemas escritos entre 1916 y 1922. En estos años se adhiere al movimiento anarquista internacional y se gana la vida en la venta de productos agrícolas que pronto quedará en la ruina. En 1922 publica su libro Los Gemidos, donde se inicia una ruptura con la poesía tradicional dominante hasta la fecha. La mayoría de los críticos nacionales descalificaron el libro. Es un extenso canto en prosa poética cuya temática y composición expresa la crisis nacional y la fragmentación del proceso social. Integra la economía, política, religión, sexualidad, represión, vida cotidiana y las contradicciones del vivir. Rompe con la tradición Naturalista y Modernista por medio de la búsqueda de una escritura que se identifica con las contradicciones sociales e históricas de Chile y América Latina. Produjo el efecto de un cataclismo en la cultura chilena y fuertes réplicas en otros países.

De Rokha abrió un espacio que no abandonó, en que mezclaba épica y política primero, anarquismo, y después, marxismo con un lenguaje poderoso y deslumbrante dirigido a los pueblos y sus raíces mestizas, a sus luchas, combatiendo la erosión del romanticismo y del culto al individualismo sentimental.

Entre 1922 y 1924 Pablo de Rokha escribe cinco libros, cuatro de ellos de poesía y uno de ensayo estético. La asfixia social del país se refleja en una literatura angustiada, que busca formas experimentales y rechaza la tradición.

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En esta época residió en San Felipe y Concepción, lugar donde fundó la revista Dínamo. Allí publicaría parte de su libro Cosmogania en 1925, que también se publica en la revista Agonal.

En 1926 publica el libro U en ZigZag. En 1927 aparece su primer libro de ensayos sobre el arte y la estética titulado Heroísmo sin Alegría. Es un intento estético con diversas temáticas que se basa en ideas de Sigmund Freud y Nietzche. Publica también Suramérica y Satanás. En Satanás recupera uno de los temas fundamentales de los Gemidos, el que representa la lucha entre Dios y Satán, el Dios incomprensible y el AntiDios.

En 1929 en Chile acontece la peor bancarrota de su historia con las crisis económica del mundo occidental y la súbita caída de los precios del salitre y del cobre. En ese mismo año publica los libros Escritura de Raimundo Contreras y Ecuación que forman una continuidad con los anteriores. Con Raimundo tematiza la vida de un campesino de la zona central de Chile que llega a ser un símbolo de los valores nacionales.

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El libro Ecuación intenta codificar en unas pocas frases la idea del poema como una expresión del orden universal. Comienza en estos años una nueva época en al poesía de Rokha, caracterizada por la mezcla o yuxtaposición de elementos sociales, bíblicos y relacionados con la angustia. Pablo de Rokha fue el primer poeta que adoptó una actitud militante en 1932 a través de sus artículos en el periódico la Opinión que continuó hasta 1938. Los regímenes autoritarios en Europa marcados por el fascismo, la Guerra Civil Española y el inicio de la Guerra Mundial, afectaron a los intelectuales latinoamericanos. Colaboró con el Frente Popular que eligió presidente de Chile a Pedro Aguirre Cerda. Se adhirió a la República Española y al Partido Comunista de Chile (desde 1932 a 1938 ) y llegó a ser candidato al Parlamento y al decanato de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, que no ganaría por un voto. Su poesía quería ser un “canto de trinchera”. Dirige la revista Principios auspiciada por el Partido Comunista y es nombrado presidente de la Casa América, una organización cultural de izquierda.

La enemistad con Pablo Neruda se profundiza y se manifiesta en “Epitafio a Neruda” en 1933, “Esquema del plagiario”, en 1934. Pablo de Rokha acusaba a Neruda de su falta de compromiso político. Rokha insiste en un concepto de compromiso social ilimitado, extendiendo sus críticas también tanto a los políticos de derecha como los de izquierda. Su poesía se vuelca en la defensa de la democracia, del socialismo y la coyuntura social del momento. En 1937 publica Imprecación a la bestia fascista, poema dedicado a los republicanos de España. En 1938 el texto Cinco Cantos Rojos. Publica uno de sus libros más importantes: Morfología del espanto. En 1939 inicia Multitud, una revista “del pueblo y la alta cultura”. Más tarde se convertiría también en editorial.

En esos años nacieron sus hijos Carlos (que también sería poeta), Lukó (que llegaría a ser pintora), Tomás, Juana Inés, José (también pintor), Pablo, Laura y Flor. Carmen y Tomás fallecieron prematuramente y Carlos y Pablo ya mayores, de forma trágica. En 1944 el presidente Juan Antonio Ríos le nombra embajador cultural de Chile en América. El poeta emprende un viaje por el continente acompañado de su esposa Winétt.

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Realiza un programa de charlas, conferencias, recitales y conversaciones con escritores, políticos intelectuales de todos los países que visitaron. En total fueron 19 países. Cuando el poeta se encuentra en Argentina, en Chile es elegido el presidente Gabriel González Videla, que dicta la Ley de Defensa de la Democracia contra el Partido Comunista. Pablo de Rokha decide quedarse un tiempo en Argentina ante tal situación. En 1948 publica Carta Magna de América, donde enfoca la función del poeta ahora desde un doble ángulo: por un lado expresa los mitos colectivos (siguiendo a Freud) y por otro desempeña una función social en la sociedad (actitud marxista). Incluye la “Epopoeya de las comidas y bebidas de Chile”, donde elogia la cocina autóctona chilena en imágenes barrocas. Vuelve en 1949, año en que publica una de sus obras más importantes: Arenga, sobre arte, donde diría que “los pueblos entienden al artista como un líder, no como un lacayo.”

Su esposa muere de cáncer en el año 1951. En 1953 escribe Fuego Negro, Elegía de amor dedicada a ella. En 1955 seguía con la rencilla con Pablo Neruda y publicó Neruda y yo, ácida crítica al poeta, al que llama plagiador, mistificador de los trabajadores y al cual clasificó de falso artista y militante, calificándole de “artista burgués”. Estas afirmaciones le provocaron fuerte rechazo de parte de amigos de Neruda. En 1960 publica Genio de Pueblo, con el que reanima la polémica con Neruda, satirizado en su obra con el seudónimo de Casiano Basualto.

Su hijo Carlos muere en 1962, ocasionándole un gran sufrimiento. En 1961 publicó Acero de invierno, libro en el que aparece su poema “Canto del macho anciano”. Aquí giraría en torno a tres temas básicos: la esperanza del socialismo (con su poema Oda a Cuba), un retrato de Chile pobre y el terror ante la vejez y la muerte en su “Canto del macho anciano”. En 1964 en invitado por el gobierno de Mao Tse Tung en China. Después publicaría el libro de poesía Canto de fuego a China popular inspirado en el viaje. También fue a la Unión Soviética y Francia.

Recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile en 1965, por una obra con una visión de mundo rupturista y receptiva a los elementos de la modernidad, enraizada en lo chileno. De dicho premio declaró: “Me llegó tarde, casi por cumplido y porque creían que no iba a molestar más.”

También diría:
“Mis impresiones en este momento son contradictorias. Cuando vivía Winétt, mi mujer, y también mi hijo Carlos, antes de que la familia se destrozara, este galardón me habría embargado de un regocijo tan inmenso, infinitamente superior a la emoción que siento en este momento. Hoy para un hombre viejo, este reconocimiento nacional que indudablemente me emociona, no puede tener la misma trascendencia.”

En ese mismo año publica su libro Estilo de masas, con seis extensos poemas que mezclan lo épico, lo lírico y lo popular de nuevo. El 19 de octubre de 1966 fue nombrado Hijo Ilustre de Licantén. En 1967 publicó su último libro editado en vida: Mundo a mundo: Francia. ​ El 10 de septiembre de 1968, a los 73 años de edad, Pablo de Rokha se quitó la vida.

Naín Gómez, crítico literario que ha trabajado de modo más extenso la obra y el pensamiento de Pablo de Rokha, reseña que su producción se divide en tres etapas:

En la primera época de su producción (desde 1916 a 1929), Pablo de Rocka está influenciado por el Romanticismo y una perspectivas anarquista que se enlaza a elementos bíblico y religiosos.

En el segundo periodo de la producción de Pablo de Rokha (desde 1930 a 1950) está marcado por el activismo político En las dos últimas décadas en la escritura de Pablo se articulan el optimismo revolucionario, la protesta social y el dolor por la muerte de su mujer.

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La producción de Pablo de Rokha es extensa y voluminosa. Con 42 libros publicados, su trabajo radica no sólo en la creación de poesía, sino también, en la escritura de ensayos sobre estética y actividad cultural, además de artículos para periódicos y revistas de la época.

En el libro Antología de las obras completas de Pablo de Rokha, del poeta Alejandro Lavquén, hay un texto traducido del chino de un poema que escribió de Rokha en Pekín y que no se conocía. Aparece también la crítica que le hizo Pablo Neruda con 22 años a su libro Los Gemidos. Son observaciones con elogios a Rokha y a su obra inicial. En la contraportada del libro se incluye un texto de Pavel Oyarzún, escritor magallánico, que rinde un homenaje brillante a Pablo de Rokha, cuya vida, como dice, puede resumirse en tres palabras: “Escribir es combatir”.

OBRA:

  • Versos de infancia (1916)
  • Sátira (1918)
  • El folletín del diablo (1922)
  • Los gemidos (1922)
  • Cosmogonía (1925)
  • Heroísmo sin alegría (1927)
  • Suramérica (1927)
  • Satanás (1927)
  • Ecuación: Canto de la fórmula estética (1929)
  • Escritura de Raimundo Contreras (1929)
  • Epitafio a Neruda (1933)
  • Esquema del plagiario (1934)
  • Imprecación a la bestia fascista (1937)
  • Cinco cantos rojos (1938)
  • Jesucristo (1933)
  • Moisés (1937)
  • Gran temperatura (1937)
  • Morfología del espanto (1942)
  • Canto al ejército rojo (1944)
  • Carta magna de América (1944)
  • Los poemas continentales (1945)
  • Fuego negro (1951)
  • Idioma del mundo (1958)
  • Genio del pueblo (1960)
  • Acero de invierno (1961)
  • Canto de fuego a China Popular (1963)
  • China Roja (1964)
  • Estilo de masas (1965)
  • Mundo a mundo: Francia, primer estadio (1966)

BIBLIOGRAFÍA

POEMAS

GENIO Y FIGURA

a Winétt

Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.

Aun mis días son restos de enormes muebles viejos,
anoche “Dios” lloraba entre mundos que van
asi, mi niña, solos, y tú dices: “te quiero”,
cuando hablas con “tu” Pablo, sin oírme jamás.

El hombre y la mujer tienen olor a tumba;
el cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.

Enemigo total, aúlla por los barrios,
un espanto más bárbaro, mas bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.

DEL LIBRO VERSOS DE INFANCIA, DE 1916

PABLO DE ROKKA POR PABLO DE ROKHA

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes, cuando la personalidad, colmada de eclipses, aúlla: ¡Mujer, sacúdeme las hojas marchitas del pantalón!. ..

Andando, platicando, llorando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, -atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública.. .-, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: “son colillas tristes”; y pasa como en bruto por una gran catedral gótica, lloroso, y baboso.

Como el pelo me crecen y me duelen las ideas: dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla, dramática de verdades y parece un manojo de acciones irremediables; radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología aullando sucesos. Lugares, palabras. Ayer me creía muerto; hoy no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en gris de las calaveras, las paradojas, las apariencias y 1os pensamientos: cual una culebra de fuego la verdad de la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.
Aráñanme los cantos, la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a inventar dos mundos icarajo!. .. (¡mis águilas se ríen a carcajadas de mis águilas irreparables. . .!). Un ataúd azul y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales. Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente como la claridad a los ciegos. .. (Ruido de multitudes y autom6viles y muchedumbres van conmigo, pues como pájaro solo y loco revienta lo absoluto en 1os álamos negros de tu cabeza, iPablo de Rokha!. .. ). (…….. ¡Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, simultáneamente!…..)-

DEL LIBRO LOS GEMIDOS DE 1919-22

BALADA DE PABLO DE ROKHA

Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si NO cantase, moriría si NO cantase; el acontecimiento floreal del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias, labores, zafias, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar…—he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha!…


Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas, dinámicas me rigen, mi canción natural, polifónica se abre, se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme, mi verdad es la verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, orquestal, dionysiaco, flota en la augusta perfecta, la eximia resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa, —conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias,—mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz; todo se hace canto en mis huesos, todo se hace canto en mis huesos.


Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi vestido es pobre; sin embargo, mis cantares absurdos, inéditos, modestísimos suman el pensamiento, TODO el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país HECHO poeta, por la gracia de Dios; desprecio el determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surje pariendo axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la mala aldea clerical de la rutina.


Atardeciendo me arrodillé junto a una inmensa y gris piedra humilde, democrática, trágica, y su oratoria, su elocuencia inmóvil habló conmigo en aquel sordo lenguaje cosmopolita e ingenuo del ritmo universal; hoy, tendido a la sombra de los lagos he sentido el llanto de los muertos flotando en las corolas; oigo crecer las plantas y morir, los viajeros planetas degollados igual que animales, el sol se pone al fondo de mis años lúgubres, amarillos, amarillos, amarillos, las espigas van naciéndome, a media noche los eternos ríos lloran a la orilla de mi tristeza y a mis dolores maximalistas se les caen las hojas;. . .«buenos días, buenos días árbol», dije al reventar la mañana sobre las rubias cumbres chilenas, y más tarde clamaba: «estrellas, SOIS estrellas, oh! prodigio…»


Mis pensamientos hacen sonar los siglos, todos los siglos; voy caminando, caminando, caminando musicalmente y mis actos son himnos, cánticos naturales, completamente naturales; las campanas del tiempo repican cuando me oyen sentirme; constituyo el principio y la razón primordial de todas las tonadas, el eco de mis trancos restalla en la eternidad, los triángulos paradójicos de mi actitud resumen el gesto, el gesto, la figura del super hombre loco que balanceó la cuna macabra del orbe e iba enseñándole a hablar.


Los cantos de mi lengua tienen ojos y pies, ojos y pies, músculos, alma, sensaciones, grandiosidad de héroes y pequeñas costumbres modestas, simplisísimas, mínimas, simplisísimas de recién nacidos, aullan y hacen congojas enormes, enormes, enormemente enormes, sonríen, lloran, sonríen, escupen al cielo infame o echan serpientes por la boca, obran, obran lomismo que gentes o pájaros, dignifican el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral, y son bestias de mármol, bestias, bestias cuya sangre ardiendo y triste, triste, asciende a ellos desde las entrañas del globo, y cuyo ser poliédrico, múltiple, simultáneo está en los quinientos HORIZONTES geográficos; florecen gozosos, redondos, sonoros en Octubre, dan frutos rurales a principios de Mayo y Junio o a fines de Agosto, maduran todo el año y desde nunca, desde nunca; anarquistas, estridentes, impávidos, crean un individuo y una gigante realidad nueva, algo que antes, antes, algo que antes no estaba en la tierra, prolongan mi anatomía terrible hacia lo absoluto, aún existiendo independientemente; ¡tocad su cuerpo, tocad su cuerpo y os ensangrentaréis los dedos MISERABLES!…


Ariel y Calibán, Egipto, Grecia, Egipto y SOBRE TODO Chile, los cuadrados países prehistóricos, Jesús de Nazareth, los cielos, las montañas, el mar y los hombres, los hombres, las oceánicas multitudes, ciudades, campos, talleres, usinas, árboles, flores, sepulcros, sanatorios, hospicios u hospitales, brutos de piel terrosa y lejano mirar lleno de églogas, insectos y aves, pequeñas, arminosas mujeres pálidas; el cosmos idiota, maravilloso, maravilloso, maravilloso, maravilloso orienta mis palabras, y rodaré sonando eternamente, como el viejo nidal, como el viejo nidal, como el viejo nidal en donde anidan TODOS los gorjeos del mundo!…

DEL LIBRO LOS GEMIDOS DE 1919-22

LA FORMA ÉPICA DEL ENGAÑO

El mundo no lo entiendo, soy yo mismo
las montañas, el mar, la agricultura,
pues mi intuición procrea un magnetismo
entre el paisaje y la literatura.
Los anchos ríos hondos en mi abismo,
al arrastrar pedazos de locura,
van por adentro del metabolismo,
como el veneno por la mordedura.
Relincha un potro en mi vocabulario,
y antiguas norias dan un son agrario,
como un novillo, a la imagen tallada.
Un gran lagar nacional hierve adentro,
y cuando busco lo inmenso lo encuentro
en la voz popular de tu mirada.

CÍRCULO

Ayer jugaba el mundo como un gato en tu falda;
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.
Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.
Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas y a las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.
Seria como una espada, tienes la gran dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.
Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.
Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonas la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.
Enterrada en los cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.
Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la gran danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.
Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sánderson fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geografía llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.

DEL LIBRO COSMOGONÍA 1922-27

AVENTURERO

Oriente de cobre duro, fino y ensangrentado,
de tiempo a tiempo
tendido
de mundo a mundo.

¡Voluntad!

Soy el hombre de la danza oscura
y el ataúd de canciones degolladas;
el automovilista lluvioso,
sonriente de horrores, gobernando
la bestia ruidosa;
el tallador en piedra de catedrales hundidas:
el bailarín matemático y lúgubre.
coronado de rosas de equilibrio;
el vendedor de abismos, trágico,
de cabellera de ciudades
y un canto enorme en la capa raída.
Tren nocturno
con las hojas marchitas y un vientre humoso.

¡Ay! cómo aúllan en la tierra cóncava y madura
mis leones muertos…
Voy de estrella en estrella
acariciándole los pechos violados a las guitarras.
con mi mano única;
¡oh! jugador,
agarro mi gran rueda de espanto,
despernancada,
y la arrojo contra las estrellas,
arriba del cielo, más arriba del cielo
que no existe.

Y suelo estarme cuatro y cinco mil lunarios,
como un idiota viejo,
jugando con bolitas de tristeza,
jugando con bolitas de locura
que hago yo mismo manoseando la soledad;
entonces me río,
con mis 33 dientes,
entonces me río,
entonces me río,
con la risa quebrada de las motocicletas,
colgado de la cola del mundo.

La campana negra del sexo
toca a ánimas adentro de mi melancolía,
y una mujer múltiple y una
múltiple y una
como un triángulo de setenta lados y muchos claveles.
se desnuda multiplicando las heridas
sobre mis mundos quemantes y llenos de senos de mujeres
Estupefactas.

DEL LIBRO COSMOGONÍA 1922-27

FUEGO NEGRO

Adentro de un arco de llanto, que ningún ser humano ya jamás, yo, borracho, acuchillado con la lengua quemada por el ancestro del mundo, y el grito inútil, como adentro del pellejo universal, te seguiré llamando: viejo, ruinoso, muerto, sin cabeza, sin corazón, sin pupilas, hundido en lo infinito del infinito, y en el hoyo tremendamente hondo de lo irreparabilísimo, que rodea la gran soledad catastrófica con que me va a saludar tu actitud deshecha cuando me acueste, cansado de estar cansado de cansancio, a todo lo largo y lo ancho de tus riberas irremediables, despedazado en la memoria de los siglos, contigo y los hijos y las hijas y los nietos y las nietas y los padres y las madres, y la los padres de los padres y las madres de las madres y los padres de los padres de los padres, y las madres de las madres de las madres, te seguiré llamando; caídos los vestigios y desaparecido, hundido y perdido definitivamente en las tinieblas de la materia que únicamente, álgidamente, hórridamente alumbra cuando engendra, como un eco, un individuo, en aquel instante inmemoriable en que no he de ser ni una sombra de una sombra, te seguiré llamando, y te seguiré llamando por los siglos de los siglos de los siglos, desde la eternidad vacía, hacia la eternidad vacía, te seguiré llamando… aprendí a escribir adorándote, cantándote, idolatrándote, y hoy lanzo pedazos del mundo hecho pedazos, a tu memoria, tronchado y desde abajo, por adentro de un montón de escombros, entre la sociedad que se derrumba, agonizando, y los pequeños chacales hambrientos, que aúllan en el gran crepúsculo, en el cual todo está roto y no tiene sentido, todo está roto, todo está roto, y por cuyo abismo se levantan las hachas y las horcas, entre las llamas amargas, desaforadas de las últimas catástrofes, con un gran cinturón de terremotos y de cataclismos; ahora la aurora no volverá a asomar más, y los mundos oscuros, entrechocándose, rodarán, conmigo adentro, a la soledad enfurecida.
Degüello mi lenguaje a tus pies y me arrojo como un toro oscuro y desnudo contra la nada.
Acumulando sepulcros de los héroes y los mártires de la tierra, desde la gran Asia mosaica al África ajusticiada millones de degolladores de “Dios”, desde la Europa de Marx a la América popular a la cual ahogó en alcohol la aristocracia-mercantil- encomendera, y a la gran oceanía cósmica, pantano del pasado, a la orilla mundial de la tumba única de la Plaza Roja y en donde repose el esqueleto de Jesucristo, encima de los océanos y los desiertos de acero, a la sombra de pólvora de los volcanes de Chile, que son el temperamento de la ciudadanía, por debajo de los osarios, por adentro de los milenios y las verdades del oleaje internacional, tu epitafio de universo caído en los siglos, gritará: Aquí duerme y crece para siempre la más hermosa flor de los jardines del mundo: WINNÉT DE ROKHA.

EL VIAJERO DE SI MISMO

Voy pisando cadáveres de amantes
y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro,
pero te exhibe en sus ancas de toro,
Winétt, como una flor de extranjeria.

Porque sin ti no hubiera descubierto
como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.

DEL LIBRO DINAMO 1925

A LA MANERA DE ANTAÑO

Gran hogar patriarcal lleno de nidos,
de muérdagos y rémoras felices;
un pan de sal para los días idos
y un pan de mar para los días grises.

La proa afronta contra la ola (heridos),
a los corsarios sobre cien países,
o andamos por la aldea atardecidos
tragando sol o cazando perdices.

Le invade de chacales la retórica,
pero yo echo la orinada histórica
sobre sus catres de metales blandos.

Y aunque toda la horda nos acosa,
medio a medio de los caminos, rosa
de humo y piedra, la tribu está brillando.

DEL LIBRO DINAMO 1925

DEL LIBRO LA ECUACIÓN (CANTO DE LA FORMULA ESTETICA) 1927-1929

7

Si un volumen, únicamente, un volumen agranda o empequeñece la astronomía del poema, incendiad el poema, no el volumen, degollad el poema porque no aguant6 el desorden necesario a la colosal aritmética de lo pitagórico, lo geométrico, lo matemático, lo filosófico -en el teorema expresivo-inexpresable-; ¿sobra la forma?, ¿una forma?, ¿una ley?, ¿una voz?. ¿una luz?, ¿un régimen, o un vértice?, ¿un ritmo índice adentro de la libertad numérica del arte?, incendiad el poema, degollad el poema; el porvenir del canto, su destino innumerable y único, exige que giren todos los elementos Épicos alrededor de su eje astronómico. Amarrándose a esa justicia, a esa presencia, a esa cordura que es el poema, el porvenir del canto, su destino innumerable y único, exige que giren todos los elementos épicos alrededor de su eje astronómico. Amarrándose a esa justicia, a esa presencia, a esa cordura que deviene lo absoluto, limite del limite, arte, lo exacto, lo exactísimo, arte, lo dinámico-trágico e inmóvil.

15

Es menester hacer océanos con el rumor del calzón femenino, con esos recuerdos de tamaño azul-azul, con el enorme elemento de agua que canta en la garganta de los niños chiquitos y en la línea agrícola, y aun con la gran ola oscura de aquel dios jodido de adentro; es menester hacer, poder hacer una niña de pueblo con una violeta y una aceituna y una tonada; es menester hacer la ciudad imperial de hoy con la trepidación de la gramática, aquella cosa inmensa y mecánica, dinámica, difícil, que es, ¡por Dios!, el lenguaje colocándose.

SOY EL HOMBRE CASADO

Soy el hombre casado, soy el hombre casado que inventó el matrimonio;
varón antiguo y egregio, ceñido de catástrofes, lúgubre;
hace mil, mil años hace que no duermo cuidando los chiquillos y las estrellas desveladas;
por eso arrastro mis carnes peludas de sueño
encima del país gutural de las chimeneas de ópalo.
Dromedario, polvoroso dromedario,
gran animal andariego y amarillo de verdades crepusculares,
voy trotando con mi montura de amores tristes…
Alta y ancha rebota la vida tremenda
sobre mi enorme lomo de toro ;
el pájaro con tongo de lo cuotidiano se sonríe de mis guitarras tentaculares y absortas;
acostumbrado a criar hijos y cantos en la montaña,
degüello los sarcasmos del ave terrible con mis cuchillos inexistentes,
y continúo mis grandes estatuas de llanto;
los pueblos futuros aplauden la vieja chaqueta de verdugo de mis tonadas.
Comparo mi corazón al preceptor de la escuela del barrio,
y papiroteo en las tumbas usadas
la canción oscura de aquel que tiene deberes y obligaciones con lo infinito.
Además van, a orillas mías, los difuntos precipitados de ahora y sus andróginos en aceite ;
los domino con la mirada muerta de mi corbata,
y mi actitud continúa encendiendo las lámparas despavoridas.
Cuando los perros mojados del invierno aúllan, desde la otra vida,
y, desde la otra vida, gotean las aguas,
yo estoy comiendo charqui asado en carbones rumorosos,
los vinos maduros cantan en mis bodegas espirituales ;
sueña la pequeña Winétt, acurrucada en su finura triste y herida,
ríen los niños y las brasas alabando la alegría del fuego,
y todos nos sentimos millonarios de felicidad, poderosos de felicidad,
contentos de la buena pobreza,
y tranquilos,
seguros de la buena pobreza y la buena tristeza que nos torna humildes y emancipados,
…entonces, cuando los perros mojados del invierno aúllan, desde la otra vida…
Bueno es que el hombre aguante, le digo,
así le digo al esqueleto cuando se me anda quedando atrás, refunfuñando,
y le pego un puntapié en las costillas.
Frecuentemente voy a comprar avellanas o aceitunas al cementerio,
voy con todos los mocosos, bien alegre,
como un fabricante de enfermedades que se hiciese vendedor de rosas;
a veces encuentro a la muerte meando detrás de la esquina,
o a una estrella virgen con todos los pechos desnudos.
Mis dolores cuarteladas
tienen un ardor tropical de orangutanes; poeta del Occidente,
tengo los nervios mugrientos de fábricas y de máquinas,
las dactilógrafas de la actividad me desparraman la cara trizada de abatimiento,
y las ciudades enloquecieron mi tristeza
con la figura trepidante y estridente del automóvil:
civiles y municipales,
mis pantalones continúan la raya quebrada del siglo;
semejante a una inmensa oficina de notario,
poblada de aburrimiento,
la tinaja ciega de la voluntad llena de moscas.
Un muerto errante llora debajo de mis canciones deshabitadas.
Y un pájaro de pólvora
canta en mis manos tremendas y honorables, lo mismo que el permanganato,
la vieja tonada de la gallina de los huevos azules.

DEL LIBRO DE U, 1927

YO EXISTO (FRAGMENTO)

YO EXISTO, ¡ah!,
YO EXISTO sobre el día corriendo, AQUI,
pregunto mi dirección a las alondras del infinito más infinito, CANTO, CANTO, CANTO,
agarrándome a los aeroplanos de mi voz, ¡ oh!, de mi voz embanderada y americana, o borneo, monologando, una gran palmera de volcanes, abro los sétimos ojos encima de ese rodaje de láminas y triángulos indiscutibles,
refuto la argumentación desdentada del esqueleto,
y, tocando la canilla despavorida,
inicio el tiempo, amigos, inicio el tiempo,
el tiempo de los vocabularios y los siglos partidos en figuras:
A,
E,
I,
O,
U;
cuando la tarde inmóvil, como un toro, en la derrota del gesto y del signo,
rodea de ciudades agonizantes el acordeón de los últimos sueños, yo escupo, lleno de saliva la guatita de las estrellas, yo escupo, pero yo escupo;
además, los lagartos empapelados me lamen la filosofía; los frutos maduros del sol

lloran en mis teatros de azufre y sangre quemada,
y el problema de luto
me araña las entrañas de celuloide terrible
con los serruchos del jazz-band,
irremediablemente,
ME ARAÑA LAS ENTRAÑAS DE CELULOIDE TERRIBLE, entonces, se me ríen las tripas, se me ríen las tripas,
y se me ríen las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos,
a los parientes de adobe que hacen costumbres,
a la vieja mohosa que cuida los despoblados con su tristeza,
a los ataúdes sin candado,
a las emociones sin candado,
a los emigrantes sin candado,
a las botellas rotas y rojas encima del crepúsculo,
y a los crucifijos empeñados y espantosos
en el desván de los somieres y los colchones de las putas nubladas, entonces, se me ríen las tripas, se me ríen las tripas,
y se me ríen las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos, empuño los látigos metafísicos y me azoto el corazón,
agarro las palabras por la garganta y, aunque me muerdan, las voy domesticando,
y afirmo, Y niego, y afirmo,
entonces, se me ríen las tripas, se me ríen las tripas,
y se me ríen las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos; es la cosa lluviosa y sin título.
la angustia adoquinada, del color del periodismo y del color del cementerio, el limón de las agrias provincias,
la religiosidad colonial y tan española de los tejados enmohecidos como las medallas,
las brujas paridas de la fatalidad,
el petate indemostrable y los mantos usados y las niñas y las lunas
usadas y los finados sin velas constantes, los recuerdos coleccionados en alcancías;
por eso soy como la cuaresma y como la obscenidad AMARILLA; así, altanero y abismado como los cipreses o como los poetas, quebrado a la manera del riel violento, con aburrimiento de termómetro, de epopeya y de oficina, blanco y negro, a planos totales,
lo mismo que la psicología del Buonarotti, o la moral colosal del fue¬go y del hierro, y también, sí, también, ¡oh!, matemático, parecido a una discusión de los terremotos con los terremotos; uno se compara a todo lo aciago, lo oscuro, lo acerbo, se define entre los naufragios,
y le sobra espanto capaz de vestir de herrumbre a toda la alegría hu-mana,
semejante a las águilas contradictorias,
vuelo en tirabuzones entusiastas y ofensivos en la tristeza,
quebrándome en umbrales insospechables,
o hago la caída acuarelada del avión sin desterrados;
agujerear lo absoluto,
dominar la tiniebla endurecida y el mar de azogue, triplicar la voluntad,
y demostrar a “Dios” a carcajadas, como los pájaros, geométrico y maquinal como las catástrofes; meto mi alma en los bolsillos del mundo y saco polillas y mates de verdades muertas, me paro encima de mi esperanza,
aspiro a los rascacielos estrafalarios, al puente tirado de siglo a siglo, y todos los versos se me cuelgan del corazón, entonces, mi cansancio dobla la cabeza,
y un signo inmóvil se remonta encabezando los presidiarios y los vagabundos;
tribulación, horrenda tribulación del camino que quiere hacerse fin; es, también, la acción dispersa y ahuecadora, es tal vez un desequilibrio
que responde a arquitecturas perdidas.

DEL LIBRO SATANÁS 1927

POESÍA FUNERARIA

Indiscutiblemente, en casas de arriendo,
a la ribera del pan y su situación aldeana de sombrero de sol,
contra empleados grandes o desesperados
y viudas terribles, que desprenden cabellos de estructura amarilla,
así moriremos, tal vez, al bramar contra la montaña.
Después de haber gastado electricidad y pantalones,
sudando terror y dignidad de asesino al cual van a fusilar los aterrados soldados,
y mirando, con la dentadura repleta de misterio,
cómo la querida mujer ya estará ruinosa y rajada de años, y enormemente
grandiosa de grandiosidad inútil,
y aprieta su triste carne contra las murallas,
o estará llena de llamas, como en la época del durazno que fue paloma, y cuando nos miramos ante un muerto.
Se destruye la esperanza humana, la azucena,
y su escudo va corroyéndose de herrumbre entre azules tiestos y serios difuntos
en espectáculo,
luego se gasta la gana llevada adentro
y unos orines con cementerio azotan este sepulcro de condición boreal, que el catre parece,
resonando.
No haber bebido,
¡ah!, no haber bebido más tinajas del principal vino tinto, del substancial elemento de abejas
eternas,
no haber tenido el cintunón del general de tribu,
y aquella gran cama tirada de mundo a mundo,
en donde creciesen bestias agrestes,
abejas de funeral, panteras del tormento a la guitarra, relampagueando,
y una gran espada roja
con la cual escribir la revolución proletaria,
y, en aquellos millones de atardeceres,
en los que nos sacamos los zapatos, sollozando,
no haber venido la luna desnuda
que florece, eternamente, a consolar a los moribundos.
A la criatura, cómo se le despluma y cómo se le inunda, a la simultaneidad, el reflejo
de materia de sepulcro,
porque es lúgubre cuando fallan las glándulas,
y en lo hondo del hígado del hombre se deshojan las violetas.
Hay que poseer el heroísmo de agonizar correctamente,
clavando los dedos de los ojos y su puñal en la tiniebla acumulada,
sin abandonar la voluntad de podrirse.
Ahora, si sabemos de qué manera las plantas de los pies rajan la miseria solar y alguna vez le oímos la bala a la tumba,
y el oro y el hecho en la garganta se nos va a atajar.
Si catre de bronce adquiere, morirá el burócrata contento como gusano,
con la lengua afuera entre la familia,
enderezando su conciencia de bruto y de pájaro y de siervo,
como quien levanta la casa
y la va a ubicar en donde concluyen las cosas.
Se apagaron todas las lámparas, gotea el viento, y el sol toma la forma del embudo.
En aquel entonces entenderemos al que asaltó y degolló a la humanidad para comprarle
laureles a su amiga,
al que edificó su tribu en la plaza pública gritando como acero,
al que desgarró mujeres y naciones y se revolcó con todos los relámpagos, en la sociedad
y sus potreros de desventura,
y no nos entenderemos nosotros, porque todo ha sido inútil y se ha perdido:
un traje, heroico de terrores, cubriendo tiempos eternos, y el infinito alimento provinciano,
morir en colchón, enormemente estupendo y afligido,
rempujando amargos carros de tercera, rempujando empeños, rempujando
cantando, rempujando abismos, rempujando palomas, abandonados,
porque el que se muere es él y su corazón, el que se muere, entonces,
y a quien invaden las poderosas arenas, el mar océano, su caballo gris, y la
perla obscura, que está dentro de la naranja,
aunque se designe Lucho o Domingo o Pancho.
Los que ardientes y alegres estábamos,
cabelleras de sepultura arrastrando, nos iremos descomponiendo y haciendo aceite,
haciendo narices, haciendo gusanos, haciendo historia,
hasta que quedemos desnudos, sin carne, sin entrañas, sin huesos,
nosotros, sin nosotros,
solamente un agujero de lo que fuimos, cuando con esto éramos esta misma lengua,
cuando ni siquiera el hombre
nunca fue lo que quería y lo que podía, nunca,
y toma, también, hacia la vida dispersa,
cansado e insatisfecho, como los caballos del idealista.
Allí, una sola uva será igual a una culebra y a una idea, o a un becerro de parafina,
y el escorpión sobre muchachas en violeta,
o anidará la araña religiosa en cuna de pájaro, desnudándose;
deshojando sus árboles, los acontecimientos
cubrirán el rol de la hoja caída, su silabario amarillo;
a tal altura, miserables botellas de soldado,
la espantosa necesidad de agarrarse a los propios suspiros, arañándolos colchón abajo,
derrumbándose,
cuando inicia la agonía su invasión de naufragio, de inundación tremenda,
y pierden los muebles hecho, empieza a hacerse uno todo girando, gritando, rodando en vorágine,
para que caiga ahí el difunto en su pellejo.
Rosas sobre negro y negros pueblos de viento,
amargura en fermentación de adioses, temporal de tripas a las lágrimas, creciendo los pelos en la obscuridad su alarido.
No digamos el porvenir de sollozos,
cuando la futura ciudad con nosotros cal y cemento organice,
entonces, soledad colosal del átomo,
contra nuestra forma y su ámbito: su ámbito, ¡oh! naufragado corazón,
la intimidad desencadenada,
su no oído grito, su grito tenaz, su grito de sangre que perece,
recuperando el terror inicial.
Solamente, no haber podido nunca comprender adentro, en los huesos,
que lo substancial no somos nosotros, nuestro proceder, nuestros zapatos,
nuestros amores, nuestros sentidos, nuestras costillas, nuestras ideas,
sino el universo infinito y la sociedad aclamándolo,
la energía histórico-dialéctica, expresándose por la persona y la transitoriedad de la persona,
sobre estos atados turbios y polvorosos,
que pudiesen ser manzanas o pólvora grande,
la afligida costumbre, el héroe,
lo abandonado, lo obscuro y copretérito en las burocracias acumuladas,
el afán de afanes, tantas cosas duras con pecho rosado,
en las que ubicamos nuestro poderoso amor y su látigo — y a alga marina su calzón echaba aroma-,
porque la abrazábamos desnuda, se ponía más bonita,
riéndose, blanca como plata o como agua, al agitar la bandera negra del pelo contra los desiertos,
encima de éste, aquéste montón de terror en el que nos morimos.
He ahí la conciencia y el ser, mezclándose de árboles incendiados y panoramas, a la canción pretérita,
revolviendo sesos y versos en la memoria —un grande espacio—, y entra el muerto
a la izquierda, y aquel pájaro en cántico de los álamos del cementerio,
peleando con nosotros, agusanados, como sardina podrida, o embalsamados en caricatura de almacén triste,
Porque tiene gusto a muerte la comida,
y olor a adiós y a muerte la piel y todos los negocios,
la fruta, la plata, la ropa, la sepultura,
y sólo la hoz y el martillo nos alumbran la materia,
como grandes casas de hierro con incendio.

DEL LIBRO DE GRAN TEMPERATURA, 1937

IMPRECACIÓN A LA BESTIA FASCISTA

(FRAGMENTO) 

Contra el pueblo y su ley, echando babas, bufando, echando sangre y montañas de barro, 
mordiendo los estercoleros, 
andrajos de caverna, miserables, horteras de convento, bestias negras, 
fariseos espantosos de la dignidad humana, 
sudando, bramando, mostrando la dentadura, ensangrentada de horrorosos y amarillos 
puñales, 
echáis al gran animal contra el horizonte, 
ensuciando al hombre y al siglo y a “dios” con vuestro comercio de alcantarilla. 
(…) 
Con negros hocicos escarbasteis la santidad y la humildad de los ingenuos, 
todo lo sagrado de las aldeas, 
y vaciasteis la bacinica de las concubinas en el agua bendita de las creencias, 
¡oh! fariseos, ¡oh! filisteos de la retórica asesina, 
¡oh! lacayos borrachos, sobre el santo, el alto, el magno pueblo infinito, 
verdugos del Cid, corchetes de Cervantes, rufianes del Quijote, ¡podetas!, cabrones, soplones, sicarios, 
¿quién os pegara un puntapié en la boca!, 
así, entre llamas, entre sangre, entre lodo, entre laureles y huesos sociales, atragantaros de pólvora, clavaros el puñal en las entrañas, 
traidores de Dios, comerciantes de Dios, repletos de brutalidad y escapularios, 
bufones sangrientos, peleles sangrientos, ladrones sangrientos, ladrando contra la cultura y la grandeza del hombre, ebrios y en cuatro patas, 
desde el montón de basura fascista; 
charlatanes-delincuentes, Herodes de trapo, de sangre, de charco, rellenos de aserrín católico, 
arrasáis los pueblos hispanos, con Jesucristo en las verijas, 
por un infierno de operetas, de pantomima, de bufonada, demonios con anteojos, 
sois los aventureros de Shakespeare, con los pantalones abajo, 
las viejas podridas, enamoradas del adolescente, 
los poetastros oscuros y hediondos, a los cuales se les cae la baba en el cementerio, 
las prostitutas barrigudas del oportunismo, 
las celestinas tuberculosas y apasionadas, como cerdos santos de Freud, las marranas, 
los eunocoides enfurecidos y ambiguos del Vaticano, 
las comadres calientes, con los bigotes ensangrentados de angustia, medio a medio del tabladillo… 
(…) 
Todos los hambrientos, todos los enfermos, ahora, en este instante definitivo, 
todos los muertos, parados al resplandor de las ametralladoras, 
levantan su lamento, esterilizadores de mujeres, de mundo a mundo contra vosotros. 

Cara a cara a la Historia, os crucifico: 
que aborten, horriblemente, vuestras hijas en los pantanos, 
que os estalle hinchada la lengua, 
que la maldición proletaria se os enrosque a la garganta ensangrentada, como una gran víbora, 
y vuestros descendientes se avergüencen de sus antepasados, 
que la tierra, ardiendo, abra la tenaza de sus abismos y os trague, despernancándoos, 
como a bestias funestas, escarnio de sabandijas y alimañas. 

ODA A CUBA

Alta y ancha Cuba, cuero de hierro y sudor inmortal, pequeña
isla inmensa a la cabeza de Indoamérica, hacha del
mundo y pájaro-sol,
un terrón de azúcar colosal, rodeado de pirañas y tiburones
que babean la lengua de Shakespeare, ciñe tu cabeza
de ciruela del cosmos, y tus ríñones ateridos e
incendiados como el dolor eterno del hombre,
flor del Caribe, reina del tabaco, cruz del Oriente,
cómo relampaguea encima del futuro tu ojo de oro,
gran palmera.

Mar y montaña sudaron tu Revolución Popular “acusada”
de comunismo, y al conductor de pueblos epónimo y
dramático, le creció la barba del mundo, le creció
el esplendor de “Dios”, le creció la gesta del siglo y
las generaciones futuras,
entre los pliegues épicos de la Sierra Maestra, y un pan
candeal ardiendo medio a medio del corazón;
Fidel Castro eres tú, patria del alma americana, gigante Fidel
Castro, tus machetes y tus ametralladoras cuadradas,
democráticas,
y Raúl y el “Ché” Guevara y Cienfuegos o Dorticós,
todos los cubanos de Cuba, menos los caimanes rubios y los
nacifascistas con complejo de asesinato.

Los vampiros enfurecidos de Yanquilandia, desde el nido de
arañas de Guantánamo,
ahitos del licor seminal de los chacales, hundidos en el pantano
de escupos de la explotación y la humillación
de los pueblos, orlados de dopados, renegados,
degenerados y traidores,
se romperán el hocico contra las masas talladas de tus héroes,
que son estatuas de batallas.

El guajiro vegetal y agropecuario, azotado y pateado,
se levantó y se abrazó a tus líderes, y en la Reforma Agraria
parió tierra la tierra de José Martí,
pan, libertad y paz, pan, libertad y paz, pan, libertad y paz,
café con leche y miel, toros, bananos, potros, soldados,
barcos de cantos, sol embotellado, acero y ron,
la caballería de la poesía nacional, internacional y transatlántica,
afinó las guitarras embanderadas de la rebelión
a la manera de la “Perla de las Antillas”, y nosotros,
los abandonados del cielo y del mundo, erguidos sobre los
nuestros gobiernos de títeres descomunales,
como un rebenque que emerge de entre escombros
del remoto avatar y de catástrofes de catástrofes,
“Hombres de Chile, poetas del mundo”,
mordidos por enanos acumulados, nietos de pueblos que hablan
o rugen o cantan como águilas, como una condecoración pura,
te llevamos en los escombros del panteón del pecho paternal,
que es como un rifle roto o un portalón o un torreón derruído
y arrasado atardeciendo, aullando a la eternidad.
Rufianes y caínes, fariseos y anticristos con sotana,
ladrones y peleles arrancan echando mentiras con afán roñoso
sobre tus grandes empresas de trabajadores,
profundas y soberbias como túneles,
mordidas por la traición simoníaca;
pero los hechos están emergiendo como regimientos
o parados como caballos de espanto
o como relámpagos, en las inmensas torres de la Historia Americana,
no se discuten, nó, y no se discute el sol, cuando sonando alumbra la tierra,
ni a una gran hembra obrera cuando está pariendo un chileno,
ni se ha comido o no ha comido El Indolatino hambriento,
asaltado y saqueado por Norteamérica,
Cuba, espada y balanza del Tribunal déla Epoca,
Cuba, ilustre Cuba enorme.
Auroral y colosal progenitora de mártires a caballo,
gran país contralor del Continente,
la paloma de fuego del dios del cristianismo primitivo está contigo
y la justicia social de los trabajadores, la justicia social,
popular, marxista-leninista, el código gigante que resplandece
en la URSS de Jruschov y la China egregia de Mao,
que se desencadena arrastrando por adentro los milenios;
nosotros los traicionados por acomodados argonautas de pacotilla y por negreros,
o por los espantosos monopolios ceñidos de aterrados catafalcos
que entrechocan su cataclismo de escamas y paladas de médulas
sobre el hambre nacional,
alzamos tu corazón como un pabellón enarbolado en los abismos;
¡qué enormes destacamentos de serpientes y de chacales con chaleco de ametralladora imperialista y pantalón de compadrón lacayo
, lamido por simoníacos, acechan tu muerte inmortal,
¡oh! niña, ¡oh! piña silvestre, y cómo los bandidos negros como cuervos de fusilamiento, hecho con deshechos de humanidad y con andrajos de religión podrida, no de religión honesta y equivocada, están con el hocico abierto gritando la gran mentira imperial a la orilla de los héroes que engendran y generan las superestructuras estéticas…!
Una dual escuadra de asesinos pagados por asesinos te acosa a tí,
gran águila democrática, y todos los tontos de “Indoamérica”
y los ateneístas castrados que piden lenguaje y voz de castrados,
echan la baba de metal ardiendo desde sus tristes resquicios de Judas acorralados y enmascarados en la retórica,
a tu vaso de vino natal, caliente y relampagueante,
celeste cómo los ganados de Abraham,
entre las barbas eternas de Jehová pastando miel lacuestre,
Relincha un gran semental rojo y está bramando un toro con lomo de ópalos,
en las arboladuras de tu navio colosal,
y la carroña demagógica de la dictadura internacional de la burguesía,
los cobardes y los ladrones del cobre y del salitre de Chile
o del petróleo y las santas materias primas, del hierro, del estaño, del plomo, del carbón colonial, del oro con uranio y oro, los ladrones y sus sirvientes,
º”los gusanos” acuartelados, el académico idiota,
vendido con hocico y todo, en condición de zorra o de hiena, los pujistas, los arribistas,
los oportunistas y los espantosos renegados amarillos
y el ex-nazi homosexual o herinafrodita o te insultan o te calumnian,
te bañan de baba eclesiástica, te acosan como a toro,
porque no les entregas la Revolución en bandeja y a los héroes encadenados.
Tu pueblo y los pueblos del mundo opondrán un murallón
de pechos de pueblos al premeditado y enorme asesinato,
y la cohetería de la URSS te tenderá su pabellón de paz
desde todo lo hondo de lo cósmico,
desde sus campos de trigo rural y sus usinas descomunales como océanos,
desde su vientre de madre,
¡oh! fuerte y preciosa virgen de las oceanías,
y el hombre corriente que deviene luz y costumbres de terrible creador de dioses,
el ser de base que engendra los poetas y la historia de lo sublime, le ofrendan la fuerza tremenda de las masas en insurrección,
y el oleaje democrático y ecuménico del formidable impacto popular,
el racimo del infinito, de donde emerge todo lo bello.

DEL LIBRO ACERO DE INVIERNO DE 1961

EPOPEYA DE LA COMIDAS Y BEBIDAS (FRAGMENTO)

Hermoso como vacuno joven es el canto de las ranas guisadas de entre perdices,
la alta manta doñiguana es más preciosa que la pierna de la señora más preciosa, lo más precioso que existe, para embarcarse en un curanto bien servido,
el camarón del Huasco es rico, chorreando vino y sentimiento,
como el choro de miel que se cosecha entre mujeres, entre cochayuyos de oceánica, entre laureles y vihuelas de Talcahuano por el jugo de limón otoñal de los siglos,
o como la olorosa empanada colchagüina, que agranda de caldo la garganta y clama, de horno, floreciendo los rodeos flor de durazno.
Y, que me dicen ustedes de un costillar de chancho con ajo, picantísimo,
asado en asador de maqui, en junio, a las riberas del peumo o la patagua o el boldo que resumen la atmósfera dramática del atardecer lluvioso de Quirihue o de Cauquenes,
o de la guañaca en caldo de ganso, completamente talquino o licantenino de parentela?,
no, la codorniz asada a la parrilla se come, lo mismo que se oye “el Martirio”, en las laderas aconcaguinas, y la lisa frita en el Maule, en el que el pejerrey salta a la paila sagrada de gozo, completamente fino de río, enriquecido en la lancha maulina, mientras las niñas Carreño, como sufriendo, le hacen empeño a “lo humano” y a “lo divino”, en la de gran antigüedad familiar vihuela.

DEL LIBRO CARTA MAGNA DE AMÉRICA 1941-1948

CANTO DEL MACHO ANCIANO (FRAGMENTO)

Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro, o enarbolando el gran anillo matrimonial herido a la manera de palomas que se deshojan como congojas, escarbo los últimos atardeceres.

Como quien arroja un libro de botellas tristes a la Mar-Océano o una enorme piedra de humo echando sin embargo espanto a los
acantilados de la historia o acaso un pájaro muerto que gotea llanto, voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito contra la muralla negra.

Y como ya todo es inútil, como los candados del infinito crujen en goznes mohosos, su actitud llena la tierra de lamentos.

Escucho el regimiento de esqueletos del gran crepúsculo, del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco de los enfurecidos ancianos, la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada, el arriarse descomunal de todas las banderas, el ámbito terriblemente pálido
de los fusilamientos, la angustia
del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas, a quinientas leguas abiertas
del campo de batalla, y sollozo como un pabellón antiguo.

Hay lágrimas de hierro amontonadas, pero por adentro del invierno se levanta el hongo infernal del cataclismo
personal, y catástrofes de ciudades que murieron y son polvo remoto, aullan.

Ha llegado la hora vestida de pánico en la cual todas las vidas carecen de sentido, carecen de destino, carecen de estilo y de espada, carecen de dirección, de voz, carecen
de todo lo rojo y terrible de las empresas o las epopeyas o las vivencias ecuménicas,
que justificarán la existencia como peligro y como suicidio; un mito enorme,
equivocado, rupestre, de rumiante
fue el existir; y restan las chaquetas solas del ágape inexorable, las risas caídas y el arrepentimiento invernal de los excesos, en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo y de demonio, cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía las mujeres que quería
y un revólver de hombre a la cintura.

DEL LIBRO ACERO DE INVIERNO 1961

LOS DÍAS Y LAS NOCHES SUBTERRÁNEAS

Como a una espalda de años, la azota la cadena del mar, y ruge, cuando la gran águila roja, por la cual caminan todos los muertos del mundo, cavando sus sepulturas, estremece el atardecer ululante, mi palabra del sol, sentada como montaña.
Tú, entre navíos y fusiles, desnuda como un puñal de oro, con sólo un ojo en la cabeza de plata santa, con la lengua untada de miel y chirimoyas, expandiendo el maíz y el frejol y las chichas y las fogatas y las hojas de marzo, rodeada de maderas y gallinas y flores y buques y reses, sentados en la funeral piedra, a la puerta, de los pueblos antiguos, comerciantes en aceites, con tus tres retratos en la cara.
Ganados y canastos, la gran azúcar negra del crepúsculo, de donde emergen los cuervos, estrellándose contra los cementerios subterráneos, contra los cráneos de Dios en la tiniebla, y dentro del cual las azucenas paren lagartijas, o pescados de sangre y de muerte, llenos de lluvia, como los castaños del sur de Francia, o estrellas de vidrio o palomas o la agricultura…
Si, naciente, relampagueante, surgente, a la manera de las pataguas llenas de torcazas del año, y también religión en los viñedos, cubres mis poemas, la cuchilla social, el amor, la tinaja esclesiástica en donde arde y ruge el vino, poderosa, Winétt, estrellada por el grito del cielo, clamante, como un álamo trágico, a la entrada de la estación caída, viajera de los abandonados pueblos y los cortijos, en los que murieron los dueños, y todo es pasado, antepasado, pretérito, como el último lanchón de las bahías, y llegas cantando la tonada matemática de las cántaras, toda de humo, fina, sin tiempo, guinda de aquellas huertas inmensas, que engendran la primavera.
Sobre algas fuertes como sexo o coyunturas, y árboles submarinos, cargados de moluscos y pescados y patos santos y canarios de océano, gravita tu cabello adolescente.
Un caballo mineral galopa la historia, y ha anclado un gran navío empavesado de banderas corsarias; soy como forjado a cuchilla, hechos a balazos o a hachazos, con la herramienta de piedra de las cavernas, con el combo de los herreros, con el puñal de los que afrontaron la suerte y la muerte, cruzados por el cinturón de los héroes, con la voluntad afilada del cazador de tiburones o de elefantes, con la mochila del espía y el pecho de hierro y cruces del soldado y del pirata, con el elemento colosal del panfletario, del orador de masas, del político dramático, que tiene un dedo de fuego, con la espada del alacrán, clavada en las entrañas de Dios, como un corazón colorado, o una gran idea, con las plumas de los recuerdos extranjeros, con el león de ceniza, que está rugiendo en la soledad de las culturas, con el gaznate de los asesinos, con el canto enorme y augural de los carreteros, de los arrieros, de los palanqueros de la aurora…
Aquí, el chacal de los presidiarios siberianos, aúlla, el toro del Sinaí, la lepra judía y el estercolero de diamantes elementales, las tetas hinchadas de sol, entre los cuernos de Dionysos, el desierto de asfalto sin ruedas, fruta de goma y regia y vientres de serpientes o ídolo o ébano, el tambor de cuero de muerto de los guerreros del occidente, el veneno renacentista, en la azucena de esmeralda y ópalo de las marquesas, que arden perfume y sexo, el tam-tam oscuro y precolombino.
Palparás las entrañas del cielo y del mundo, oirás su grito de piedra, cortado y desventurado, sin lágrimas, porque el hombre creó el dolor y el sueño, sentirás cómo te crece, entonces, un gran árbol infinito y amarillo en medio de la lengua, cómo Tamerlán y Lenin te saludan desde la muerte, y como tú comprendes por qué el héroe bolchevique es imprenscindible para, en carne y sangre, entrar a la historia, entendiéndola, cómo se refieren el mundo, el sol, el trigo, en el pan cuotidiano…
Con sólo andando el Gran Poema, en el vértice de vértices irás distribuyéndote, haciéndote cosas y sombras y espíritu, tú que eres una canción pura, de torrentes y finos puñales, tú que empuñas la bayoneta florecida del himno, tú que vienes, siempre, desde el origen de los números, entre terribles pieles de víbora, y estás en la libertad crucificada, bajo el signo social de la hoz y el martillo, y la persecución de los antros malvados acosándome desde el pelele.
Guitarras sin figura, como pájaros viudos, cantan en las almenas, en las murallas de la edad del tiempo, y el sol ruge como un toro.

DEL LIBRO “MORFOLOGÍA DEL ESPANTO” 1942

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PRÓXIMO PROGRAMA

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