PIEDAD BONNETT
BIOGRAFÍA
Piedad Bonnett, es poeta, novelista, dramaturga, columnista y traductora.
Nació en Amalfi, un pequeño pueblecito del departamento colombiano de Antioquia, de donde se mudó, cuando cumplió los ocho años, a Bogota.
De ascendencia francesa, la pequeña fue desarrollándose en el ambiente literario y teatral de la ciudad, donde se incorporó al Teatro Popular de Bogotá. Años más tarde, la joven se sintió atraída por la literatura liviana (marcada por el movimiento hippie de aquellos tiempos) y se fue involucrando como activista social en acciones y manifestaciones que sucedían por entonces en la capital colombiana y de la mano de figuras como Santiago García y Patricia Ariza.
Posteriormente se matricula en la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes, donde se licencia y desde 1981 ocupa la cátedra de Literatura.
Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño por la Universidad Nacional de Colombia.
Su escritura se caracteriza por su apasionamiento, fuerza y ritmo, con lenguaje transparente y profundo.
Cabe mencionar también su trabajo en el campo de la crítica literaria y su incansable labor de promoción cultural, especialmente de la poesía de su país. Es columnista del periódico El Espectador desde 2012.
Por su primer libro de poesía De Círculo y Ceniza publicado en 1989, recibió mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz (Festival de Arte de Cali, Colombia).
Fue merecedora, en 1992, de la Beca Francisco de Paula Santander para un trabajo de dramaturgia.
En 1994 publicó Nadie en casa y El hilo de los días con el que ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura.
En 1996 publicó Ese animal triste con el que se reafirmó como una de las voces más representativas de la poesía colombiana contemporánea. En 1997 publica Todos los amantes son guerreros.
En 1998 fue merecedora de una de las becas de Investigación del Ministerio de Cultura, con el proyecto Cinco entrevistas a poetas colombianos, que da origen a su libro Imaginación y oficio, publicado por la Universidad de Antioquia, 2003.
Publica Las tretas del débil en 2004 y Las herencias en 2008. Este mismo año fue la poeta homenajeada por la Consejería para la equidad de la Mujer de la Presidencia de la República, durante la Feria del Libro de Bogotá.
Obtuvo el XI Premio Casa de América de Poesía Americana por Explicaciones no pedidas en el año 2011.
En el XIV Encuentro de Poetas del Mundo Latino, que tuvo lugar en Ciudad de México y Aguascalientes, le fue otorgado el premio de poesía Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval 2012 por su aporte a la lengua castellana.
Escritora del año Portal de Poesía Contemporánea en 2013. Y Premio de Poesía José Lezama Lima, en 2014, por Explicaciones no pedidas.
Premio Internacional de Poesía Generación del 27, en 2016, por Los habitados.
Es autora de 6 obras de teatro, 4 de ellas montadas por el Teatro Libre bajo la dirección de Ricardo Camacho.
Ha representado a Colombia en numerosos encuentros de poesía en Granada (España), Córdoba (España), Morelia (México), Rosario (Argentina) y Medellín (Colombia), entre muchos otros, y en encuentros literarios como el Festival de Literatura de Berlín y el Hay Festival de Segovia.
Este año viene a la Feria del Libro de Madrid junto con otros escritores colombianos invitados por su embajada.
Ha traducido entre otros El cuervo de Edgar Alan Poe.
Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, al inglés, al francés, al sueco, al griego y al portugués.
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Domingo, 2 de julio de 2017 – Por Winston Manrique Sabogal
Con motivo de la presentación de su libro Poesía reunida en el Festival Poemad.
Dice de Piedad Bonnett el autor del artículo: No le gusta la literatura estridente, huye de la palabra ruidosa. Prefiere la frase desnuda, seca, sin adornos. Teme a lo sentimental. Busca la médula de la emoción verdadera. Emoción y valentía, humildad y rebeldía transmiten sus poemas.
Ella dice:“En la pérdida de mi infancia y a instancias del dolor se gestó mi poesía”.
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Entrevista que le hizo Fernando Aramburu en 2019
Piedad Bonnett:
.”Busco la fuerza expresiva como una forma de conjurar mis fragilidades y mis miedos. La literatura es un territorio donde uno puede reconstruirse, ir hasta el fondo, desentrañar.”
.”En verdad es muy odiosa la narrativa que conserva los tics de la poesía, y también la poesía que se petrifica en gestos ya muertos, en lenguajes cansados y músicas perezosas. Yo siempre quise ser cuentista, lo único que no he sido. Y también novelista. Pero lo que se me impuso como un destino fue la poesía, a la que me dediqué de lleno hasta que regresó la nostalgia de la prosa y escribí, una tras otra, cinco novelas y un libro testimonial de carácter autobiográfico. Y la novela se me convirtió en una pasión desbordada. Sin embargo, mi territorio de libertad es la poesía. Y siempre he comparado la escritura de la novela con los trabajos forzados, lo cual no quiere decir que no otorgue placer: el que emana de la dificultad. Ahora bien, la novela que más amo es la que tiene cierto vuelo poético: Proust, Isak Dinesen, Bohumil Hrabal, algunos japoneses, John Banville, Cartarescu. Y sin duda por eso la mía puede estar impregnada del lenguaje poético.
Acerca de Lo que no tiene nombre, libro que escribe después del suicidio de su hijo a los 28 años (8-10 años antes le diagnosticaron esquizofrenia a raíz de una crisis que tuvo). Dice Piedad Bonnett:
.”Cuando empecé a escribir ese libro, a dos meses del suicidio de Daniel, lo hice porque de pronto -rememorando lo que fue su lucha contra la enfermedad y el sufrimiento- se me reveló la fuerza adversa de un “destino”, en el sentido que a la palabra le dieron los griegos, que le fue poniendo todo tipo de trampas y de escollos a su deseo de vivir y de salvarse. Y es de esa conciencia del espíritu trágico de su lucha y su derrota de la que nació ese libro, que se propuso ser no mero testimonio sino literatura.
Lo escribí para entender, para hacerme preguntas -a sabiendas de que muchas no tenían respuesta- para recuperar lo perdido (porque también para eso sirve la literatura) y para desentrañar quién fue ese muchacho silencioso, tan apasionado por su arte, tan curioso y con una relación tan ambivalente con su propio talento. Pero finalmente, porque lo único que tenía para sobrellevar mi dolor era mi oficio. Ese extrañísimo oficio de los escritores que nos hace pensar, insensatamente, que la realidad está incompleta si no la escribimos.”
OBRA EN PROSA
Novelas
.Después de todo (2001)
.Para otros es el cielo (2004)
.Siempre fue invierno (2007)
.El prestigio de la belleza (2010)
.Lo que no tiene nombre (2013)
.Donde nadie me espere (2018)
Teatro
.Gato por liebre
.Que muerte el aire afuera
.Sanseacabó
.Se arrienda pieza
.Algún día nos iremos (2013)
.Noche de epifanía, versión teatral de Shakespeare
Entrevistas
.Imaginación y oficio: conversaciones con seis poetas colombianos, Universidad de Antioquia, 2003.
En coautoría
.Daniel Segura Bonnett (1983-2011) dibujos, pinturas y grabados, 2013, con Lucas Ospina
Antologías
.Antología, Universidad Nacional, 1998
.No es más que la vida, Arango Editores, 1998
.Lo demás es silencio: antología poética, Editorial Hiperión, 2003
.Los privilegios del olvido, Fondo de Cultura Económica, 2008
.Fouci fauto, antología de poemas en italiano publicada por la editorial .Forme libere de Trento, con la traducción de Luca Baú, 2012
.Poemas de amor, Frailejón, 2013
.Poesía reunida, 2015
.En caso de emergencia, 2018
Algunos textos en revistas
.¿Cómo me hice novelista?”, en: Revista pie de Página # 2
.”Todos tan contentos”, en: Revista Número # 50, 2006
.”Fracasar cada vez mejor”, en: Revista Número # 57, 2008
.”País de Novela; conversación con William Ospina, Darío Jaramillo y Piedad Bonnett” Diario el País, 24 de noviembre de 2007
POEMAS
ABISMOS
Porque eres ave que girando en rebeldía
desafía la bruma
la ardua noche
haciéndola más honda y más oscura
y más inmenso el mar
porque eres nave y náufrago a la vez
sin velas y sin anclas
solitario
profanador de todos los confines
potro de sombras desbocado y dulce
para la libertad
y el cielo galopante
hecho de vientos y hecho de huracanes
y sin embargo calmo como el agua
de misteriosos y profundos lagos
porque extraviado pero indiferente
como un rey agraviado deambulas
por los caminos de un imperio en ruinas
porque eres un reloj sin manecillas
un bello loto sobre los pantanos
porque te vi sonriendo en tus orillas
cayendo voy
errática y ardida
en tus oscuros mundos abismales.
De Círculo y Ceniza
TU BOCA VIENE A MÍ, SOLO TU BOCA…
Tu boca viene a mí, solo tu boca.
Viene volando,
libélula de sangre, llamarada
que enciende ésta mi noche de ceniza.
Toda la sal del mar habita en ella,
todo el rumor del mar,
toda la espuma.
Boca para los besos dibujada,
donde duerme tu lengua tentadora.
Todo el vino del mundo está en tu boca,
todo el pecado
y la inocencia toda.
Boca que calla y cuando dice, oculta.
Capaz de toda la verdad tu boca,
de toda la verdad y la mentira.
Ríe tu boca y se despierta el día.
(Relámpagos de nieve hay en tu risa).
Como un tropel de potros me atropellan
los besos de tu boca deliciosa;
tu boca, mariposa equivocada,
tu boca ajena que se desdibuja
en mi noche de círculo y ceniza.
De Círculo y Ceniza
LABERINTO
Condenada a ser sombra de tu sombra,
a soñar con tu nombre en cada madrugada.
Por la ventana abierta un olor errabundo
de vida, -¿y tú en qué calle?-
un temblor en la luz,
el llanto de algún niño.
Y tus ojos cerrados,
o tus ojos abiertos como dos golondrinas,
y tu mano en el agua o tu mano en tu pelo
o tu mano en el aire con su triste blandura,
-¿y en qué calle tus pasos?-
y yo en sueños atada al hilo de tus sueños,
condenada a ser sombra de tu sombra,
a soñar con tu nombre en cada madrugada.
De Círculo y Ceniza
DESOLACIÓN
Ese sonar de aldabas me levantó del sueño,
sobresaltó mi corazón dormido.
Cuánto ruido trajiste a esta casa:
Qué músicas extrañas,
qué silencios no oídos.
Todos los corredores se poblaron de ti
y olvidaron de golpe su soledad de siglos.
Un aroma de mar invadió las alcobas
y a un día tembloroso se abrieron sus postigos.
Ese sonar de aldabas sobresaltó mi noche,
rompió candados y rompió cerrojos.
No podía saber que cuando el aire
barriera el polvo en todos los rincones
y de olor a manzanas se llenara la huerta,
te marcharías sin sonar de aldabas,
dejando tus silencios
y las puertas abiertas.
De Círculo y Ceniza
TIEMPOS DE PESADUMBRE
Pongo mi corazón sobre esta mesa,
transido, desatado, hondo de pena.
Qué tirante y azul el cielo con su ojo.
Pero este oscuro dardo en el costado,
el látigo chirriando
y la espuela que quema la mejilla.
Y este dolor aquí,
este dolor de todos,
su rostro contra el polvo y este llanto.
Pongo mi corazón sobre esta mesa,
impúdico, aterido, con sus clavos.
Un viento atolondrado
despeina en mi jardín el algarrobo.
Pero
y esta piedra en el pecho,
y este piso de erizos, y el mordisco rabioso,
y esta taza en pedazos que nos corta los dedos.
Mi corazón se obstina y el sol calienta afuera,
y tan sólo callamos con la mano en la frente.
De Nadie en casa
EN CONSIDERACIÓN DE LA ALEGRÍA
A qué llorar, me digo,
todo estaba previsto
me muerdo las falanges
los asombros por qué
miro la luna
ajena y sola y sobria en su talante
si desde siempre
desde el nacer, desde el morir, y en cada hora
pacientemente crece el hilo, crece,
y también crece la baba del gusano y la piedra
atravesada aquí,
bebo y saludo
y soy cordial con mi vecino ciego
pues no son tiempos estos dados a patetismos,
ni es elegante
exhibir el dolor.
A qué llorar, me digo:
sería
inoportuno con la muchedumbre
que ríe afuera con su risa de siglos.
De Nadie en casa
OCURRE
Ocurre
que un día voy amando sin ton ni son a todos.
Al vendedor,
al ciego (le compro una estampita),
a la señora gorda, al químico y al sastre,
a todos voy amando con un amor sin bordes,
un amor de Dios manso y justo, si lo hubiera.
Pero también ocurre que el alma, madrugada,
es como un nervio expuesto a una tenaza.
Y hay escalones falsos
y el amigo que amamos rehúye la mirada.
Caminamos sombríos
sabiendo que el mesero escupe en nuestro plato,
que el profesor calumnia a su colega
y la enfermera
maldice al desahuciado y le sonríe.
Y ocurre
que un día me conmueve la llaga del mendigo,
y extiendo mi sonrisa como un tapete nuevo
para que todos pisen
y se limpien el barro de los pies maltratados,
y la muchacha baile su vals de dos centavos,
y el cartero sacuda sus zapatos deformes.
Ocurre
que al despertarme recuerdo un amigo
que murió hace ya tiempo,
o veo llorar una mujer viajera
en el amanecer, ¡y es tan hermosa!
Y el amor se atropella, se amotina,
y voy amando a todos sin ton ni son, a todos.
De Nadie en casa
CANCIÓN PARA MAÑANA
Hoy
que me he puesto mi vestido nuevo y me paseo
entre gentes ruidosas, atareadas,
y que el mundo parece seguir el plan trazado,
su comba en forma plena, con la máscara puesta,
hoy que Dios ha asomado puntual a mi ventana
y me ha dado solícito mis gafas y mi pluma,
puedo soñar mi muerte (usted tendrá la suya)
mientras miro la vida pasar por mi ventana.
Mi muerte con su sábana y su dolor de golpe,
mi muerte en plena calle con la sonrisa puesta
y el libro en el bolsillo,
pero tal vez espinas en los ojos y agujas en las uñas,
y la sonrisa colérica de la bella enfermera,
y el algodón de sangre y las tijeras,
y un pedazo de cielo en la ventana,
un cielo que tendré que aprender de memoria
para llevarlo conmigo a donde sea.
Mi muerte con su olor y sin tu mano.
Mi muerte con su astilla y sin tu cuello.
Mi muerte y su responso y su esperanza.
Mi muerte sin yo misma ¡Qué tristeza!
Hoy que todo va bien,
que todo el mundo apuesta, pone su firma, suma,
puedo soñar mi muerte,
esa mi sola muerte,
sola,
sola.
De Nadie en casa
AHORA QUE YA NO SOY MÁS JOVEN
Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida
yo, que siempre me apené de las gentes mayores,
yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonía
y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo
en las noches y me canto canciones para espantar el miedo,
¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme
y a despojarme sin remordimientos?
¿Qué haré con el confuso y turbio río que no encuentra su mar,
con tanto día y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas,
si aún no he nacido, si aún hoy me cabe
un mundo entero en el costado izquierdo?
¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven
si todavía no te he conocido?
De El hilo de los días
CANCIÓN DE LA EMBALSAMADORA
Yo, que siempre quise ser cantante de ópera o bailar
noche tras noche vestida de rojo, o echar la suerte al pie de los caminos
o en fin, ser un tahúr o en el peor
de los casos ser mendiga o poeta,
he debido rendirme a mi destino cruel de embalsamadora,
de cantora de endechas, de ayudante
en los rituales todos de la muerte.
Aún era niña cuando supe de su inclinada sombra y su silencio.
Y de lo fácil que resulta morir y de lo fácil
que es vivir y estar muerto al mismo tiempo.
Primero fueron muertos ajenos, de caras aleladas,
que cuidadosamente yo regaba con vinagre aromático y espliego.
Luego fueron muriéndose uno a uno
los que algún día quise, casi todos. Les cantaba mis plantos,
desgarraba mi túnica, plantaba
un árbol en memoria de sus días.
Tanta muerte tocó mi corazón
que éste se acorazó y se armó de púas.
Ahora me sorprende la mañana de cara al cielo limpio de rencores
entre mi verde bosque, sola, sola.
De El hilo de los días
LEYENDO A ELISEO DIEGO
para María Luisa
Alguna vez, llena de esa impaciencia que suele dar la dicha,
te escribí una cartita temblorosa, hechizada,
que no debió jamás llegar hasta la sombra
en que te reclinabas, allá en tu dulce Cuba.
Hoy, al cabo del tiempo, yo te escribo de nuevo.
Te escribo a esa otra patria de bruma en donde callas
en tu lunes perpetuo,
inmaterial y eterno como quisiste un día.
Quizá el correo allí no sufra de penurias
y pueda revelarte (aunque a destiempo)
que pertenezco a tu Flor de Muchachas
al lado de Fefé, de Fina y Bella
y de María José. Las que amaste y te amaron.
Que comparto tu casa de largos corredores,
de postigos cerrados, poblada de silencios,
y que sé yo también de un patio en que los mangos
mitigaban la sed de la penumbra.
Quizá pueda decirte todavía
que en las noches de corazón de fieltro
enciendo yo mi lámpara y te veo
meciéndote en tu silla, milagroso
entre el chorro de luz de tus palabras.
Que te leo morosa, estremecida,
en el insomnio urgente de mis albas.
Y que bebo en tus versos y en su dolor sereno,
y que te extraño a ti, Eliseo Diego
(cuyos ojos de mar no vi yo nunca)
De El hilo de los días
DE LOS MIL USOS POSIBLES DEL POEMA
Se ha convenido ya -todo el mundo así opina-
en que es enteramente inútil el poema.
Y sin embargo, hay momentos en que aun sin saberlo
el poema se llena de amor y es esa carta
de reconciliación que nunca escribiremos.
O es ese puente de ventana a ventana que pasamos
con el alma encogida, deseando el vacío.
manopla, salvavidas, aeroplano
que nos permite contemplar olímpicos
el trasegar sin fin de tantas gentes
tristes de haber nacido y tristes de ir muriendo.
(A veces, desde arriba nos miramos
pasar alucinados y sombríos).
El poema es también tirabuzón,
anzuelo que se tira en viejas aguas.
Máquina de hacer pompas de jabón,
es vendaje, es compresa, es sanguijuela
que extrae los venenos de la sangre.
Juguete de latón. Consolador de viudas.
Monstruo de mil cabezas, matita que sembramos
en medio del jardín, conjuro mágico,
bisturí, cuerda floja, cobertizo.
Estos apenas son algunos de los muchos,
los incontables usos del poema,
ese extraño artefacto que circula
en forma clandestina y peligrosa
en nuestros territorios.
Esté alerta.
De El hilo de los días
SEÑALES
La luna brilla con ese furor ciego
que es señal inequívoca
de que ha llegado el tiempo fértil del sacrificio.
Huele a la piel rayada de los tigres,
a orquídea que se abre,
al humus que comienza a oscurecer la lluvia.
En un sueño de ríos y serpientes
naufraga la muchacha envuelta en llanto
y sus pechos recientes se estremecen
con un temblor antes desconocido.
La muñeca que abraza tiene los ojos muertos.
Y el ángel de la guarda
marca una cruz con sangre sobre sus muslos blancos.
De Ese animal triste
NOCTURNO
Mi noche es como un valle reluciente de huesos.
La piel, arena, sílice. Los labios, agrietados.
Una cruz de ceniza sobre el vientre desnudo.
Heme aquí entre malezas, en medio de rastrojos,
muerta de cara al techo de la alcoba,
con la luna bailando en la pupila
y el corazón como una liebre herida
que persiste en vivir. Quizá algún día
un enjambre de abejas fabrique su colmena
cerca de mí. Quizá algún día
me despierte el zumbido de su vuelo
sobre mis ojos, sobre mi garganta
y reverbere el cuerpo, luminoso,
como un mar que cantando alza sus olas.
De Ese animal triste
SALÓN DE BAILE
Basta un agrio olor desconocido,
la mancha de la sábana, el guante sobre la losa del quirófano,
el pelo que amontona el peluquero con gesto minucioso encima
de la alfombra,
o quizá algo menos funesto,
incluso hermoso,
tal vez el blando cristalino del ojo del caballo,
el pregón mañanero,
el cucarrón que zumba y pega contra el cristal de la ventana,
para que des el salto,
sea el revés del ojo,
el otro lado,
y entres en ese cuarto despojado de muebles, con cortinas de raso,
donde ella está esperando para bailar contigo,
para decir obscenas palabras en tu oído.
De Ese animal triste
AHORA
Me has enseñado a respirar”
Juan Gelman
Porque ahora paso mi mano sobe el envés de las hojas y sé leer su alfabeto
y si cierro los ojos oigo correr un río y es tu voz que despierta
porque mi cuerpo comienza ahora en ti y acaba más allá de la lluvia
donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila
y sé llamar las cosas
de modo que éstas salten se desnuden
y todo sea reciente
para mis ojos que aman en tus ojos
porque en mi llanto crecen blandas plantas carnívoras
y mi sangre palpita como una iguana abierta
porque ahora mi cuerpo recupera sus partes
y nace una piel nueva que derrota el verano
porque me has enseñado a respirar.
De Todos los amantes son guerreros
TU NOMBRE
Cuando el dolor ha triturado ya el último hueso de mi noche
y sólo habla el silencio al corazón insomne que hila
y deshila penas y memorias
viene tu nombre hasta mi cuarto a oscuras.
Con un galope seco viene tu nombre abriendo
un camino entre nieblas
instaurando sus voces sus redobles
sus erres que retumban como un grito de guerra
su bronco acento de campana rota.
Tu nombre es tantas cosas:
el recuerdo de un barco que viene de ultramar y sus tercos marinos
el fuego entre la piedra
gota roja
que va tiñendo la pared del alba.
En él puede escucharse la voz de los que creen
con mística implacable y fe colérica.
Pero es también dulzura tu nombre
muro blanco donde mi mano traza los signos del sosiego
lugar donde recuesto mi cabeza.
Entre tu nombre y tú sin embargo un silencio
una grieta nocturna donde anidan los pájaros.
De Todos los amantes son guerreros
DE TU MANO
La ciudad pavorosa, la que atropella y no pide perdón,
fue de tu mano
una ciudad donde los árboles crecieron de repente para darnos su sombra
y donde una ventana, alguna noche,
fue un astro milagroso alrededor del cual gravitó lento el mundo.
Los parques que pisamos florecieron y los hombres paseando sus perros o sus penas nos parecían más humanos.
En la ciudad de tristes resplandores que yo no había visto
mis pasos fueron ecos humildes de tus pasos
y la dicha
puso su corazón en los zaguanes y en las calles oblicuas
donde tú me amparabas con tu alas.
Hoy, afiebrada y grave y sin tu mano recorro la ciudad que me otorgaste,
y es un campo quemado por la lluvia de arena
cementerio de sal donde te busco y te encuentro inmortal, despedazado,
en la hierba que terca persevera,
en la banca de hierro, en esa puerta roja,
en el eterno sol que me dice que aún vivo.
De Todos los amantes son guerreros
PAISAJE
El sol de mediodía, su luz sonámbula,
el recio azul del cielo tirante y sordo,
el aire y su ondulante resplandor de hojalata,
las vacas tardas, tontas, en el verde infinito,
y las moscas zumbonas,
tornasoladas,
su círculo de muerte coronando el silencio;
los ojos como espejos, y en los ojos,
el ave circular, la nube pasajera;
y las manos atadas,
y la tierra
donde crecen los yuyos fieramente,
las zarzas, el jaramago, las madreselvas.
Todo esperando el lente de los fotógrafos;
y a lo lejos la risa de las hienas.
De Tretas del débil
ROSAS
Con el estiércol que arrojan a mi patio
abono yo mis rosas.
Aéreas en sus tallos, de la luz se alimentan
aunque lleven la muerte dormida en sus corolas,
y su belleza, inútil como toda la belleza,
sus espinas inocuas, hacen cerco
al corazón, guerrean
con la bestia que acecha en la tiniebla.
De Tretas del débil
PALABRAS INICIALES
5
Tenía miedo de tu miedo
y miedo de mi miedo.
De tu castigo justiciero,
del brazo en alto
que pretendía detener mi llanto.
Cómo he temido luego la furia de los débiles.
Me regalaste un pájaro monstruoso
de alas sombrías y pico carnicero.
Alimentarlo
fue mi mejor manera de quererte.
El pájaro vigilaba mi jaula como un verdugo ávido.
Yo pensaba que el mundo era cosa de hombres,
mientras mis senos
crecían en abierta rebeldía.
De Tretas del débil
HISTORIA SIN FIN
“Lo incompleto perturba.”
Joseph Conrad
La última pincelada
el último acorde
la última palabra.
La rúbrica.
La palada de tierra
el desbandarse
el telón que se cierra
los amores
cumplidos. La certeza.
Pero esta abeja que huele a miel y a sangre
revoloteando encima de la frente
posándose en el plato.
La cita no pactada.
La promesa.
La tuerca que da vueltas de manera infinita.
La puerta
que corremos a abrir
y afuera sólo hay viento y furia de hojas.
Y no vale clamar
por una muerte chica que venga a socorrernos
a cortar el cordón que nos amarra
al ombligo del cuerpo que aún respira.
De Las herencias
ENCUENTRO FORTUITO
Una vez fuiste un ángel,
mi más bello demonio.
Horas hubo en que ardí en tu luz
y horas
en que fui por tus llamas arrasada.
Después fue la memoria.
Por ella fui y volví como un buscador de oro
que se atreve al rastreo por terrenos minados.
El tiempo y yo limamos tus aristas.
Te hicimos un altar, te consagramos.
Pero la vida quiso que volvieras:
En pleno mediodía la calle te hizo humano,
sin alas y sin cuernos,
y tristemente helado.
De Explicaciones no pedidas
EL PERSEGUIDOR
En todas mis ciudades apareces,
ay, oscuro y eterno y sigiloso
lobo de mis heridas y mis hambres.
En los fríos museos, apareces,
hecho tibio murmullo en mis oídos.
En los vestíbulos de los teatros,
en la voz del actor que se acongoja,
y en las inmensas,
las desoladas camas de hotel iluminadas
por la luz azulosa
de algún televisor que a nadie le habla.
En la más brusca esquina, repentino,
allí estás, con mi historia y con tu historia,
venido de tan lejos
y tan cerca
que me erizas la piel. Y te persigo
por las calles de todas mis ciudades
hasta que te das vuelta y eres otro
y eres todos
y vuelvo a estar conmigo,
sola de mí y de ti
hasta que apareces
ay, oscuro y eterno y doloroso
lobo que resucitas en mi carne.
De Explicaciones no pedidas
ENTONCES, ASÍ ERES
Una foto. Una sencilla foto
llegada por azar hasta mis manos.
Allí estás, con tu frente tocada por la sombra,
y los ojos hundidos,
y ese gesto soberbio
que no alcanza a matar la incertidumbre.
La vieja imagen
se funde con la nueva, y se deshace
como una carta rota en un estanque.
La miro largamente, como pidiendo al tiempo que me cuente
lo que no sé. Y la leo
como un ciego reciente
que con sus dedos se aventura al braille.
Busco revelaciones. Quizá historias o claves.
Y repaso uno a uno tus rasgos, como el hijo
que ve cómo la muerte desdibuja
la cara de su padre.
Entonces, así eres.
Y en la foto tan vivo y en mi historia tan muerto.
Hasta tu suéter gris no me recuerda nada.
¿Por qué entonces te nublas de repente
y una lluvia menuda deslava tu cadáver?
De Explicaciones no pedidas
COCINA
Para Mª Victoria
Una cocina puede ser el mundo,
un desierto, un lugar para llorar.
Estábamos ahí: dos madres conversando en voz
muy baja
como si hubiera niños durmiendo en las alcobas.
Pero no había nadie. Sólo la resonancia del silencio
donde alguna vez hubo música trepando las paredes.
Buscábamos palabras. Bebíamos el té
mirando el pozo amargo del pasado,
dos madres sobre el puente que las une
sosteniendo el vacío con sus manos.
De Los habitados
LA MALETA
En la casa todo seguía igual, hasta las flores
—aunque un poco marchitas—. Pero en las escaleras
nuestros pasos sonaron
distinto. Como golpes muy suaves
en un cuenco vacío.
Pusimos la maleta en un rincón
donde no nos mirara
con sus ojos tan tristes.
Pesaba esa maleta, tan vacía.
Volvíamos a todas nuestras cosas,
a la manta de fieltro, a las pantuflas, al pocillo
de mis tardes de té.
Quizá tendríamos que habernos abrazado.
Pero mientras en aquel cuarto anochecía
todo lo que pudimos darnos fue silencio.
De Los habitados
HUÉSPEDES
Para Teresa y Bárbara
Esta noche tendremos huéspedes en casa
y se quedarán a dormir en tu habitación.
He quitado, pues, el polvo de todos los rincones,
he cambiado las sábanas y he sacudido la almohada,
y he puesto entre un cajón tu viejo suéter,
pero antes he metido mi cara entre la lana,
me he ahogado en su dulce mar de púas.
No les diré que aquí se desvelaba el cuervo de tus sienes,
ni que un niño sombrío se despedía de ti detrás de la
ventana.
No les diré que aquí nunca es de día.
De Los habitados
Muy interesante la revista y los autores. Gracias por compartir