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297. POESÍA MÁS POESÍA: NORMA MENASSA

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BIOGRAFÍA DE LA POETA NORMA MENASSA

“Cuando hablamos de la poesía de Norma Menassa, generalmente nos sumergimos en el apasionado magma de lo americano. Esas tierras hechas de pampa y selva, inmensas ciudades y campos libres de adjetivos, mujeres de delicadas manos y hombres cautivos de su libertad…»
Carmen Salamanca Gallego

María Norma Menassa Chamli, nace el 22 de Septiembre de 1938, en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una familia humilde, su madre, Ángela era enfermera y su padre, Raif, feriante. Su hermana Elsa era la mayor de los hermanos, luego llegó Norma y, por último, Miguel Menassa, su hermano menor. En 1962 en la Universidad de Buenos Aires se licenció en la Escuela de Obstetricia de la Facultad de Medicina y trabajó asistiendo partos.

En 1975 obtiene el Título de Médica por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y en 1983 el Título de Especialista en Psiquiatría otorgado por el Ministerio de Salud Pública y Medio Ambiente de la República Argentina. Norma siempre dice que estudió Medicina para trabajar como psicoanalista, entonces era un requisito ser médico si querías ser psicoanalista en Buenos Aires.

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Norma Menassa (a la derecha) con sus padres, su hermana Elsa y su hermano Miguel.

NORMA MENASSA. POETA AMERICANA Y DE TODOS LOS PAÍSES

Si hoy estamos aquí, en el programa Poesía más poesía, tiene la culpa el verso, como dice la poeta y psicoanalista Norma Menassa, directora de Grupo Cero Buenos Aires, autora de varios libros de psicoanálisis y otros tantos de poesía, ya en su primer libro, Amores mínimos, editado cuando la poeta había estado forjando de laboriosos nácares la perla del poema con el esmero y la dedicación de sus 51 años, en 1991, quizás para decirnos que mucho hay que leer para llegar al poema y para brindarnos un primer libro que anunciaba la grandeza de una poeta americana que ya tiene seguro su lugar en el Parnaso.

Libro de verso aparentemente corto, empieza a pergeñarse el verso pletórico que se desarrollaría en los siguientes: puntúa con escaso uso de la coma, utiliza las cesuras, pero ya da la impresión de verso inacabable, de imparable Iguazú, al más puro estilo de Molina: “Porque en las madrugadas/las letras se escapaban por la hendija/como el humo debajo de las puertas y el sol por la ventana/y reían alegres con el viento/separadas de sí/destino al aire…”

Su segundo libro, publicado en 1997, insiste en el verso breve, con una precisión de escalpelo, no puedo dejar de reproducir los versos inexcusables del poema que da título al libro: “Cuando está por llover los pájaros no vuelan me dijo el cochero esta mañana que sorprendió la inocencia de mi estado porque yo no sabía que las plumas mojadas no despliegan y que morirse en vuelo es el dolor del pájaro”.

En su tercer libro, la joven poeta halla su métrica, los versos empiezan a estirarse en un bostezo insobornable. Y quizás porque una mujer a los 62 años alcanza su libertad, el verso rompe a partir del este libro, nudo fundamental, las cancelas, los encorsetamientos, y crece pletórico, desbordando las páginas.
A partir de entonces, su obra poética tiene la exuberancia de la selva americana, está claro desde el título este tercer libro, del 2002, que la poeta está Acosada por una pasión, la pasión de la poesía, la caudalosidad de sus ríos. Es una orografía pletórica, cuyas arterias están transitadas por el oro de los incas. Como Enrique Molina, se expanden sus versos, ofidios escurridizos, con escasa puntuación para que el torrente fluya y no se interrumpa su movimiento de cascada hacia la nada de la poesía. “Vi la ciudad golpeando en el asfalto como un barco encallado al que cuidadosamente fui sacando las anclas y comenzó el vaivén”.

Su cuarto libro de poesía: Pertenezco, es un reconocimiento a lo grupal, Norma es una emergencia destacada, un surgimiento, una erupción de los volcanes Grupo Cero, y en este libro agradece esa pertenencia, por un lado, y su otra pertenencia, la de todo gran poeta, a la gran familia de los poetas consagrados, a la historia de la producción del gran poema Universal al que todo poeta contribuye, porque todo se hace con trabajo y con otros. “Y fui atravesada por los corredores del deseo, y dejé que los frutos del sudor fuesen la esencia del destino. Tuve cómplices secretos”.

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En su quinto libro, Graffitis en el cielo, como Olga Orozco, siembra la página de imágenes con mano precisa que deja en el surco la semilla perfecta del verso, porque ¿por qué decir simplemente que atardece cuando se puede decir: “la plata gana al oro”? ¿por qué decir que hay más pobres que ricos en el mundo, si se puede decir que “las masas se organizaban con la inmutabilidad de las pirámides, con anchas bases de miseria y escasas cumbres donde se acumulaba el oro”? Ahí la maravilla de la poesía, que como Norma bien sabe, no dice de la realidad, sino que hace la realidad. Después nos dejará en su libro Vivir en Madrid el testimonio del exilio y la aceptación del nuevo lugar de Residencia. «Cielo de verano en Madrid/ e invierno en Buenos Aires./ Cielos enfrentados como dos espejos:/ humedades y luz.»

Norma ha realizado múltiples trabajos como docente, profesora auxiliar en varias cátedras.
En 1976, inicia la Coordinación de un Grupo de Estudio de Técnicas Psicodramáticas en el Hospital Ignacio Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires, Servicio de Psicopatología. En el mismo año, Coordina un grupo de estudios para profesionales de la Salud Mental, sobre Teoría Psiconalítica, con el Dr. Sergio Larriera.

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En la feria del libro de Buenos Aires

 

En 1978 es partícipe de la primera experiencia en atención domiciliaria en pacientes psicóticos en Argentina. Una pionera. Coordinó la formación práctica y teórica de un “Equipo Terapéutico” que funcionaba con atención Domiciliara, cumpliendo la función de grupo de contención en pacientes psicóticos, con inclusión del grupo familiar, empleando técnicas grupales e individuales. Colaboraron los Dres. Arturo Frydman y Alberto Schocron.

-Dicta en el “Grupo Psicoanalítico Pueyrredón” Seminarios dedicados a profesionales psiquiatras y psicoanalistas en formación sobre Psicosis Infantiles.

En 1983 – Funda y Dirige el “Centro de Salud Mental Villa Lugano”, con consultorios externos y Hospital de Día para pacientes recién externados de establecimientos psiquiátricos, con cuadros agudos de psicosis, alcoholismo y adicciones. Dicta en este centro un Seminario de tres años de duración sobre Psicosis.

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Con el psicoanalista y comunicador Tom Lupo

En 1985 Participa en Madrid en la Coordinación del equipo de profesionales médicos y psicólogos que publican la revista “Leyendo a Freud” (España). Al año siguiente, 1986, integra un grupo de Investigación sobre “Grupos e Institución”, coordinado por el grupalista Dr. Juan Carlos De Brasi.

Lleva a cabo una Supervisión Clínica e Institucional en el Hospital Psiquiátrico José T. Borda, Servicio Nro.59, junto a los Doctores: Miguel Oscar Menassa y Juan Carlos De Brasi.

Inicia el Seminario Sigmund Freud sobre “La Interpretación de los Sueños” junto al Dr. Osvaldo Ortemberg.

Coordina junto al Dr. Osvaldo Ortemberg, un “grupo asesor de Abogados” para tratar de elaborar las dificultades técnicas, económicas y afectivas que interfieren en el ejercicio de la profesión.
Imparte el Seminario de Sigmund Freud, sobre “La Interpretación de los Sueños”.
Lleva a cabo “Las Tertulias Grupo Cero”, con una frecuencia semanal en la Biblioteca Municipal Manuel Gálvez, auspiciado por la Dirección General de Bibliotecas Municipales, donde también dicta varias conferencias.

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Participa en la Feria del Libro de Buenos Aires de una mesa redonda sobre “La Sexualidad Femenina”.
Organiza y lleva a cabo el “Primer Congreso Internacional de Poesía y Psicoanálisis”, que se realiza en Buenos Aires, los días 16,17 y 18 de Diciembre de 1987 y que contó con los auspicios de la Secretaría de Cultura de la Nación – El Instituto de cooperación Iberoamericana – El fondo Nacional de las Artes- La Sade (Sociedad Argentina de Escritores) – La Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero Madrid – y las Embajadas de México, España y Colombia.
Coordina un taller de escritura en colaboración con el escritor Rafael Bini.
Dirige la publicación en fascículos de “Actas del Primer Congreso Internacional de Poesía y Psicoanálisis” de aparición bimestral en Buenos Aires.

Mes de Julio de 1987, viaja a Madrid como profesora invitada al Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis y Psicosis, y presenta la ponencia “La entrada en la psicosis”, e integra una mesa redonda sobre “Hospital de día Técnicas, Terapéuticas y Grupos de contención”.

1989 a 1992 – Supervisa la tarea clínica de Médicos Residentes de 2do. Año pertenecientes al Servicio de Emergencias Nro. 2 del Hospital Nacional T. Borda.

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Junto al abogado, investigador y poeta argentino Juan Jacobo Bajarlía.

1989 – Es nombrada Didacta de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero en Buenos Aires, donde desempeña funciones de Dirección y Enseñanza asumiendo la Dirección del Departamento de Clínica hasta la disolución del Grupo Cero Buenos Aires.

– Organiza y lleva a cabo el “II Congreso Internacional de Poesía y Psicoanálisis”, que se realiza en Buenos Aires, los días 18, 19, y 20 de Diciembre en el Centro Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, y que es auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación, la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, Embajadas de España, Francia, México, Colombia y la Sociedad Argentina de Escritores.

1990 – Fundación de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero-Buenos Aires
Coordinación de la Escuela de Poesía, junto al licenciado Carlos Galanternik, en los niveles de Poesía, Cuento y Novela.

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Integra una mesa redonda sobre Poesía y Psicoanálisis en la Feria del Libro de Buenos Aires.
1991 – Participa en el Tercer Congreso Internacional Grupo Cero en Madrid, con una ponencia titulada: Cuerpo de Escritura II, y participa en una mesa redonda junto a F. Savater, J. Caballero Bonald, Wilhelm Salver, Juan José Millás y Juan Carlos De Brasi, sobre “El Inconsciente en la narrativa actual”.
– Supervisa en Madrid, con el Dr. Miguel Menassa, la tarea Institucional de la Escuela que dirige en Buenos Aires.
– Dicta en Buenos Aires, los Seminarios “Sigmund Freud” y “Jacques Lacan” en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
– Colabora en la redacción de la Revista el Indio del Jarama, que se edita en España y que será el órgano de difusión de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
– Organiza el recital abierto 1992, en Buenos Aires: “Choque y Extravío de dos mundos”, adhiriendo a los festejos del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.

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Y, después de todo este periplo médico-psicoanalítico, se encuentra, por fin con su poeta en 1991, y publica en Buenos Aires su libro de Poemas “Amores Mínimos”. Ella siempre dice: Empecé tarde a publicar. Yo siempre pienso: Nos dio algo de ventaja.

Publica también en España, su libro de teoría “El porvenir de la Clínica Psicoanalítica». Compila y publica el libro del que es co-autora: “Medicina Psicosomática”, editado en Madrid.

– Publica bimestralmente artículos de Psicoanálisis en la Revista “El Indio del Jarama”.
– Se publica su tercer libro de Psicoanálisis, titulado: “Los miedos del Amor”.

Dentro de sus actividades ha colaborado en la realización de Traducciones del material bibliográfico usado en los grupos de estudio e investigación, entre ellos: “La Mujer rota” – de Simone de Beauvoir, o “Los Celos” – de Roland Barthes.

En el año 2000- Publica su libro de psicoanálisis “Lo económico en Freud y Lacan
2005 – Publica su libro: “Medicina Psicoanalítica I
2006 – Publica su Libro “La Realidad Simbólica
2007 – Publica su libro: “Medicina Psicoanalítica II
2011 – Publica su libro: “Esquizofrenias y Otras Pasiones
También ha publicado: Lingüística y psicoanálisis.

Publica en 1997 “Cuando está por llover los pájaros no vuelan”, que es su segundo libro de Poesía.
Su libro “Me acosa una pasión”, recibe el Primer Premio de Poesía de la Asociación Pablo Menassa de Lucia y es publicado en 2002. En 2005 su libro “Pertenezco”, donde reconoce su pertenencia a la Grupalidad Grupo Cero. En 2010 publica en Madrid: “Graffitis en el cielo”.
En 2016 se publica su libro de poesía “Vivir en Madrid”. Desde entonces, la poeta cedió paso a la cuentista, aunque la prosa de Norma nunca deja de ser poética.

En esta última etapa, la poeta se ha lanzado al mundo del Cuento, publicando Los cuentos de Norma volumen I, II y III. Estos cuentos son una recopilación de los relatados en el Programa de Televisión Grupo Cero “Los cuentos de Norma.”, que se sigue emitiendo cada semana los martes a las 22.00.
En Madrid Norma ha participado desde su llegada y sigue como coordinadora y docente, junto con la Dra. Pilar Rojas, del Seminario de Medicina Psicosomática de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero. También es integrante del Seminario Sigmund Freud de los viernes.
Realiza, junto con otras mujeres poetas del Grupo Cero: Olga de Lucia, Helena Trujillo, Clemence Loonis, Virginia Valdominos, Cruz González, Laura López y Alejandra Menassa el programa de televisión grupo Cero Poesía más Poesía, donde se explora la biografía y obra de grandes poetas, y que pronto cumplirá su número 300, a falta de 3 números.

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En su labor d presentación de libros de otros poetas en la Escuela Grupo Cero

Los sábados participa en el programa de TV Grupo Cero “Poesía y Flamenco”, donde canta tangos, otra de sus aficiones, recibiendo cada sábado clases de canto con el profesor Manuel Valencia y cada domingo participa en “Los poetas despiertos en acción”, un programa de la televisión Grupo Cero dedicado a la obra de Miguel Oscar Menassa.

También con la Dra. Pilar Rojas lleva a cabo la corrección de los textos de Miguel Oscar Menassa y Amelia Díez dictados en el Seminario Jacques Lacan de La Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero. Del tercer al séptimo cuadernillo han sido revisados por ellas dos antes de su publicación en la Editorial Grupo Cero.
También las clases del Dr. Menassa en el Seminario Sigmund Freud de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, publicadas bajo el título Freud y Lacan hablados, que ya están en su séptimo volumen, han sido establecidas por Norma Menassa desde el cuarto al séptimo volumen.

La poeta Norma Menassa, a sus 86 años, tiene una inagotable energía, cada mañana toma sus suplementos vitamínicos, hace todos los días algo por su comunidad más cercana: cocina deliciosas viandas para las personas con las que convive, encontrando en la cocina otra de sus vetas artísticas tardías. Sigue realizando varios trabajos intelectuales, leyendo e investigando, atendiendo pacientes de psicoanálisis y cuida su cuerpo con pilates y largas caminatas. Es un claro ejemplo de longevidad saludable, haciéndonos pensar que las zonas azules, donde habitan los hombres y mujeres más centenarios del planeta, no son solo zonas geográficas, sino maneras de vivir, y que el Grupo Cero y la combinación Poesía y Psicoanálisis podría ser una de esas zonas azules. Quizás sea una de las poetas vivas más grandes en lengua castellana, en su obra es clara la influencia de los grandes poetas americanos: Miguel Óscar Menassa, Olga Orozco, Enrique Molina, Raúl Gustavo Aguirre o Germán Pardo García. Sus imágenes poéticas son apabullantes, su verso desbordante, su pluma precisa como escalpelo de cirujana. El sujeto de sus versos, un humano deseante, toda su poesía atravesada por el psicoanálisis. Una experiencia que ningún poeta debe dejar pasar: la lectura de esta magnífica científica, cuya mente fue atravesada por una poeta, como ya le habían reprochado a Freud.

Le preguntamos a Norma Menassa ¿Que es la poesía para ti?, contesta:
Me pones en contacto con la incompletud, difícil dar una respuesta desde la coherencia. La poesía está en el universo como está la naturaleza, cosas inexistentes que se vuelven existentes por la mirada humana, está en todas las cosas, está más allá de los géneros, no puede clasificarse como género literario, porque va más allá, más allá de lo necesario y abarca todos los modos de expresión artísticos. Está en todas partes creando una realidad que late, un no nacido al que me tengo que entregar, y es desde allí que ella me dicta. Entonces desde mi mujer, en plena pasividad, me dejo atravesar y esto sí que es el amor, para tratar de poner en palabras lo que en mí no tiene ninguna representación, más que la de ser una realidad en pleno desconocimiento.
Es una nueva manera de vivir, se descorren los velos, la realidad se transforma en otra realidad, el tiempo parecería cristalizarse en un instante, no envejece, es como vivir toda la eternidad en un instante, ese momento fugaz que se estira tratando de llegar a la posibilidad de representar todo el destino de la especie.

Su consecuencia, que a veces se logra, es un poema que se independiza y va a formar parte del mundo compartiendo su existencia con otras existencias que no son yo, pero que son todos los hombres del mundo.

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SELECCIÓN DE POEMAS DE NORMA MENASSA

 CUANDO ESTÁ POR LLOVER

Cuando está por llover los pájaros no vuelan
me dijo el cochero esa mañana
que sorprendió la inocencia de mi estado
porque yo no sabía que las plumas mojadas no despliegan
y que morirse en vuelo es el dolor del pájaro.
Cuando está por llover viene un silencio
pesado presagiando una quietud de alas
un tiempo de futuro de horas, un verbo impersonal:
se viene la tormenta.
Cuando está por llover la tierra se emociona
Suda olor a mojada
A veces se levanta en el grito del aire que precipitadamente
Atraviesa desfiladeros de fenómenos con cargas y descargas
La plata gana al oro
Y el sol huye del firmamento derrotado.
Cuando está por llover, me acuerdo de mi padre
Sentado en la vereda cantando en otro idioma
Yo pequeña alegría corría de su lado, se alborotaba el patio.
Me atropellaban los perros correteando,
Los demorados ciudadanos prisioneros de sombras.
Aparecía el viejo y la desgracia, el vendedor de diarios
Cruzaba la avenida y en pocos pasos gozaba de estar viva
De andar sobre mis años, reconociendo alegre esas pequeñas
Cosas, los mínimos acuerdos matutinos, y otra vez en el mundo.

 

HOTEL CASINO

El sur y el sol se comprometen
en esta luz del mediodía.
El canto de los mares
se eleva en un pianísimo
y un mundo que no vemos
habita ciudades submarinas
codificando la primitiva
ordenación de las especies.

Hombre y mujer desde la orilla
se sumergen de a poco en las profundidades
a recoger escrituras sagradas
talladas en las piedras
que sospechosamente conviven con las leyes.

Pasan sobre mi cabeza
vuelos cansinos de pájaros acuáticos
que distraen mi pensamiento,
alianzas imposibles se pierden
detrás del horizonte y emerge
el globo rojo como un telón
mirándose al espejo
anticipando el fin del día.

 

RENCOR, MI VIEJO RENCOR.

Vestía traje silenciado, azul con gris,
corbata roja, camisa negra,
pasos brillantes en botín con tachas,
pelo cortado al ras, la nuca libre,
con penacho de canas que aireaban su impostura.
El peso era en la espalda corvada hacia adelante,
hombros sin desplegar,
cintura ancha de años,
piernas finitas.
Comenzaba la fiesta y le gustaban algunas concesiones,
jugaba a las estatuas.
Tendía la mano a una mujer, giraba algunas vueltas
y la dejaba tan dura como el mármol
hasta que se llenaba el escenario de calles empedradas
con cuerpos de mujeres.
Calculó la ecuación:
entre bellezas sin saber del valor,
valía el brillo de la que más tuviera,
él por su parte amar, amaba a todas.

La noche en su transcurso colaba el té de la tetera
y decantó en un número.
Quedaron dos, la otra y la de siempre.

Salía de un matrimonio con tres hijos,
y por puro pudor,
pidió el divorcio.
Años queriendo ponerse sus perfumes,
sus sedas en la piel,
su voz y su manera de rodearse de hombres,
su color de canela.

Años sin poder renunciar a poseerla toda,
sin poder aceptar las curvas por las que se le escapaba,
sin confesar su amor en impotencia,
su no poder ser ella.

Madre y mujer.
Madre y mujer en cada giro,
y le ardían las sienes cada vez,
la vulnerable y la intocable,
y un impulso homicida entrando en juego a través
de la privación y la mentira.

Sí, a veces las odiaba de una manera tal
que hubiese sido capaz de liquidar su empresa
para crear la quema de aquella raza indigna.
También algunas veces soñó que era posible
su mutación en ellas.
Era un sueño sin límites, era un poder sin límites,
era un poder apartar, o querer abolir la marca de frontera
donde estaba esa cosa,
que inevitablemente lo hacía chocar siempre con una
incomprensión irreductible.
Un poder quería tener él que sobrepasase,
que ni con genitales de oro lo alcanzaba.

Siempre la pensó con reina en jaque,
única manera de poder hacer la ley,
gobernar sin error, sin más ni menos,
sin la desesperación de tantos desencuentros
que a diario le dejaban la impresión
de no poder asir la realidad humana.
Con reina en jaque
y dueño de todo el saber,
como si hubiese tragado sus intrigas,
sus dulzuras, sus misterios,
esa manera de aparecer como extraviada,
extraña hasta ella misma.

Sí, un alma femenina encerrada en su cuerpo,
transitando su cuerpo de varón, su fuerza masculina,
una belleza nueva.
No travestido, sino traspasado sexual, eso quería,
poder sobre la muerte en realidad quería.
Un patriarcado a la manera antigua,
como cuando niño entre sábanas de lavanda y fantasía
penetraba en el cuarto de su madre
para violar su intimidad,
la inaccesible.

Perfumes, perfumes…
Todo era volátil, nunca pudo saber qué era lo que ella buscaba
y daba lo mismo que se quedase o que se fuese,
porque lo que nunca podía era alcanzar
la razón de su presencia o de su ausencia.

Hizo todo lo que le fue posible
se hizo rápido hombre
le ganó al tiempo, pero nada alcanzó.
No pudo detenerla en su deriva donde
como puro vapor ella se iba.
Un abismo abierto e insaciable.
Una desesperación huidiza,
de tanto estar contemplando sus huidas se apoderó de él.
y decidió dejar de perderse entre mujeres y
anclar su nombre a un pensamiento.
Urdió entre humos la venganza.
Sin embargo restaba aquella duda:
un hombre partido en dos con dos mujeres,
o un hombre en el nombre de una mujer cualquiera.

La primera ecuación dejó miseria.
Como partido en dos con dos mujeres le quitaba a las dos
una murió de hambre en la miseria, no había que pedir.
La otra quiso matarlo por los celos,
afiló su puñal, se lo colgó en el pelo
y salió luminosa a festejar su caída por las noches.

Quedóse solo.
Se refugió para curar su herida,
volvió a sus hijos, dejó su cuerpo en paz,
jugó los juegos de la infancia, el gato y las bolitas,
dejó pasar el tiempo
y un día sin querer se miró en el espejo,
ajustó su corbata,
alisó sus cabellos,
se encontró con sus ojos
cayó por ese agujero
y apareció en la luna
escrito
en el nombre de una mujer cualquiera.

 

De "Cuando está por llover los pájaros no vuelan"

 

ME ACOSA UNA PASIÓN

Llega la consagración y empequeñecida la infancia
se abre entre cielos, agua, verde, sol y
corridas en medio de cálidas piernas siempre cerca del
temblor,
siempre cerca de rodillas lastimadas
por el ardor de las caídas incansables,
sobre el cuadriculado de cemento que sabía a sal,
a otoño pasando filoso entre las hojas
y el mástil rugoso, despintado de los árboles.

No había en las veredas más que reinos
que caían en los confines de las luces
cuando el sueño se anunciaba en los llamados a la cena
en los tiernos coloquios que breves se curvaban también sobre
[nosotros
para que la alegría se prolongue en el bisel de la cuchara y de
[la boca.

En torno de los ojos,
motivos se escalonaban,
entre un mar crédulo amenazado por invisibles partidas,
y altos navíos musicales envolvían las horas vespertinas,
donde mi padre esgrimía arpegios sostenidos
de perfumes amables
y cuentos árabes con sentencias de esfinge
entrelazadas en salas de ébano y sueños despeinados de
[cansancio.

Nutridos por la edad crecimos fuertes
aspirando los pólenes tardíos, y olores de ricino
con sudor en las frentes y nocturnos de fiebre
escapando hacia el alba azul
en la que amanecíamos entre todas las voces conocidas.

Aguas desnudas se fueron deslizando sobre el orgullo y la
[ternura
y el cielo se hizo profundo y la cabeza en alto trató de
alcanzar
de nuevo el reino que inventaba otras bóvedas de estrellas no
[nombradas,
de resplandores nutridos por soplos de la tierra,
de horizontes donde el sonido partía de mi voz o no partía,
donde era el signo de mi propio nacimiento.

Fui reina del absurdo
como la muchacha loca meciéndose a sí misma:
Eres dócil a los soplos de la tierra

y me doblaba en cada viento cardinal y en cada terremoto.
Eres dura como la piedra de la estatua
y en vez del mármol amé el cristal de roca.

Eres la pasión de los incendios
y voraz el rojo me tiñó la frente
y me vistió con sedas del espíritu,
el despojado aquél que me habitaba incuestionable,
que se unió a mí para pedirme sólo que estuviese
en esas noches de lunas a medias, en esos días de colores,
y tuve más de una palabra silenciosa.

Grandes claridades se abrieron.

Era largo el camino y siempre tenía algo que hacer en otra
[parte,
pero soñaba aguas misteriosas, grandes sabores en islas de
[frescuras,
frutos oleaginosos que nutriesen mi piel,
ríos de burbujas indeclinables
y ruidos de alas
en un cielo teñido de crepúsculo por el que viajaría hasta
la dulzura de una vejez
amada por la tierra como la tierra ama a las raíces
de los grandes árboles,
con los que pacta de una manera inexorable.
Raíces curvadas que se expanden como bóvedas al revés
y que sin saberlo auguran la partida por caminos de luz
que llevan a un blanco reino de papel
donde tal vez el cuerpo
se desprende de su sombra.

Del libro: Me acosa una pasión.

 

NI OLVIDO NI PERDÓN

Las tardes llenaban mi cabeza de palabras
y escuchaba tu voz vibrando en la apertura de las puertas
que daban a la calle,
cuando el viento dejaba de soplar
y el verano venía a ponernos en el dintel del mundo.
Me enseñaste a no temer lo negro de la ausencia,
a vivir separados, a amar al sol,
y a esperar la hora de la cena
como si de golpe cambiara de estación
y adentro otro país de frío luchara en un tiempo prolongado,
de esos que llegan hasta la raíz,
donde la tierra toma el color de mis cabellos,
y la arena desprestigia al álamo
que llora gusanitos de seda en la vereda.
Un hombre triste, laborioso y heroico, no queda en la ciudad,
se aparta de los otros y toma su fusil partiendo hacia el desierto.
Un hombre pensativo, toma distancia de los muros,
posee su prisión adentro de sí mismo,
vuelve a la tierra natural, a los olivos,
lejos de la llanura donde ya plantó el grano,
se pone de rodillas,
con la cabeza baja mira en la tierra al hombre
y hay hombre en todo lo que mira.
Yo lo veía partir todas las tardes con su fusil al hombro
y su rama de olivo mordida entre sus dientes,
y esperaba soñando túnicas blancas movidas por el viento,
y nunca tuve la noción exacta entre llegadas y partidas
porque todo en el hombre era otros hombres.
Y así comencé a amar, los hombres, las palabras,
y quise ser la carcelera, tener todas las llaves,
abrir las celdas de este mundo,
abrir el cofre de ciprés, tirar los restos, desparramar el oro,
tener una canción de acción y pensamiento
encarnada en los brazos,
ser una amante fiel,
sin negros pensamientos.

 

SOY LAILA, UNA CANCIÓN, VENGO DE PALESTINA

Después de tanto amor te dije:
Me despido, vuelvo en un mes,
me voy a Palestina

Quería que me amaras de una manera noble

A veces me gustaba no estar
para que me supongas e imagines mis pasos
Resonando en ciudades
Calles por las que me perdía hasta dar con un parque
Portales invernales donde
Las catedrales comenzaban a alzarse,
Piedras de siglo angosto metiéndome en un bar
Con olor a frituras, a paté y vino tinto
Yo quería volver parecida a una estrella
para que vos me amaras
que estuviese conmigo cubriéndome los hombros
ahuecando tu mano para apretarme el cuerpo
metiéndome en tu historia,
la vida de tus días esperando las noches.

Pensaba que la ausencia era una tierra firme

Pero no fue posible
Espesó la negrura

No pude ver tus manos
tensándome las fibras
y saltaron las cuerdas por el aire
quedando rota en un final quebrado

Yo volvía contenta
traía la nostalgia
Había ido tan lejos
volvía tan extraña

Soy Laila, una canción
vengo de Palestina…
Pero esta vez no te pude entender
tuve que fusilarte.

De Amores mínimos.

 

INTENTO DE POEMA

También llegó esta época
en que tengo que sostener
mi monumento, ya soy casi una estatua,
tantas historias grabadas sobre el agua,
tantos amores desparramados
tantas canciones quebradas en medio
de una escala, tantos ruegos,
adioses en los que no creía
tantas piedras a las que salté
como desengaños rompiendo en mi caída
el hielo de alguna indiferencia
que me ignoraba viva y otras vidas
pegándose a mi vida haciéndome
la otra de los otros.

Grandes extensiones que nunca llegaré a conocer.
Fui la temprana tierra reclamando su flor
sin poder elegir entre poder olvidar
o recordar el bien.
Hubo un saber anterior distinto al mío que,
a veces, impedía los encuentros
y fui también la gota de agua que se desliza
antes de ser tocada, ocultando una verdad
que es un puro espejismo
solo por recordar el agua saliendo de los sueños
en cada despertar de la mañana.

Llegó a cesar el espejo su ronda cotidiana
el reloj asombrado desperezando sombras
girará hasta alcanzar la carrera del sol
donde acaba y comienza un incorruptible
trozo de existencia que la estatua me pide
que arrojemos alguna vez a una oscuridad
abierta donde copularán el rayo de la luz y el miedo.

Una infancia demorada acude presurosa
a hablar de mi alma en flor
buscando un nombre eterno
y me avergüenzo una vez más del sexo
que dibujará el mármol de mi estatua
posando en algún bosque mientras detrás de mí
se abrazan las copas de los árboles
y la naturaleza me conquiste sin ayer
y teja anillos de carbono y prolifere el verde.

 

LA QUE VA Y NO VUELVE

Me vi alejar en un barco lleno de pasajeros,
la mano en alto, el pañuelo agitándose en el viento,
la dársena que ahora ya no existe
porque existen los viajes trasmundanos.
Me vi de espaldas, corriendo, mostrando mi apariencia,
sin ropas, sin sumisión al mando,
todo era pobre
como la pobre niña de hoy en la plaza
pidiendo con los ojos grises
por la bruma de otros mares.
Me vi fuera del mundo mirando las estrellas,
envuelta en un suceso extraordinario,
flotando en el espacio sin puertas, ni calles,
pasándome la mano por el pelo,
alejando hechizos de esperanzas.

Crucé un bosque imaginario sin luz que lo alumbrase,
solo el reflejo de los ojos del búho
que me saludaba sin decir palabra.
Me vi quedándome a oscuras,
mis pasos retumbando siempre en el mismo lugar,
agotada la lágrima que ya no llora nada,
dejándome engañar por promesas incumplidas,
barridas como escombro, por el resplandor apaciguado de los años.

Desnuda, en el centro de la noche, se fueron los lugares
y tuve que buscarme en el latido de una pasión
desventurada, mi risa de extranjera atropelló
palabras que dijeron de un viaje no cifrable,
sin partidas ni regresos y todo lo perdido no quiso regresar,
ni pidió el consuelo de ninguna ceremonia,
solo reverberó en mi corazón para partir de nuevo.

La manzana mordida y el furor donde arde la locura
me convencieron que ningún viaje termina
en el espacio finito de lo orgánico
y este universo mío aceptó la apuesta
perdida en la aventura.

Alguien dejó en el tapete, como al pasar,
imágenes de olvido, único testimonio de existencia.

 

OCHENTA AÑOS SON NADA

Ahora no sé si es el tiempo el que ha pasado o
fui yo que pasó a través del tiempo
entre certezas y arrebatos
entre fuegos fatuos y ardientes llamas
en cuyas puntas oscilé tantas veces
nunca en el mismo instante del crepúsculo
de la misma manera que el sol nunca se pone
igual sobre el azul del cielo cayendo enrojecido.

Todo pasaba a velocidades inaudibles que
no permitían detenerse y así el dolor flotaba
y desaparecía, asomado como yo, a estas barandas
por las que me asomo para ver la ciudad
en sus techumbres color ladrillo y cielo azul.

Era natural que la vida me trajera como un regalo
el encuentro con mi misma, dando lugar a estar
siendo amada y provocar en el otro una hecatombe
de emociones de la que nunca me hice responsable.

Conmigo han vivido todas las épocas,
fui antigua y fui moderna, viví en un reino
que alguien puso en mis manos y todo mi reino
fue distante en donde algo fui y alguna cosa seré

Extraña coincidencia de palabras que me llevan de la mano
a verme como aquella de la infancia y mi figura avanza
y se me acerca y pasa a mi lado, pero debe seguir andando
sin volver para atrás, pero viéndome siempre y todavía.
Pero hay tanto que hacer…

El tiempo se detuvo para verme pasar y no sé
cómo sucedió esto, pero lo atravesé con mis silencios
y amé también lo que moría, porque no quería morir
y perdí todas mis creencias y fui la sombra
desprendida de mí que me asustaba con sus cambiantes
formas y era inexplicable saber que había algo de mí
que no era de mí y el misterio fue un secreto olvidado
Pero hay tanto que hacer…

La noche tiene sus ruidos y en ella me desplazo con mi nombre
y mi andar tiene cierto balanceo donde me desprendo de algunas
cuestiones innecesarias hasta llegar al punto
de una ignorancia liviana y me acostumbro a andar
entre las alturas donde me crecen alas
que algún día desplegaré y esa será toda mi fortuna.

Una existencia jugada siempre en el abismo
de lo que reniega y acepta al mismo tiempo
y no tengo palabras que abarquen este drama
y estoy aquí sin tratar de medir el tiempo
transcurrido, como decía Séneca, que me sonríe caprichoso,
desde esa frase colgada en mi escritorio,
siendo la inmortalidad la que sostiene
la cifra de mis ochenta años como si fuesen veinte,
y veinte años son nada.

Y otra vez vuelvo al principio del camino donde
la vida me espera para acompañarme y gana,
sutil, juguetona, sin tenerme en cuenta para nada,
jugando una partida de ajedrez hasta mi jaque mate,
que me verá caer con la ilusión de una mujer enamorada.

 

REQUIEM DE OTOÑO

Una canción estalla contra la tierra y salpica mi cara con imágenes,
son como flores negras que no aceptaron la eternidad.
Son flores muertas y hunden en mis ojos un temblor antiguo
de madre desolada que ha olvidado su cuerpo de tanto buscar
en los bordes de las calles el tumulto arremolinado
de un viento que terminará, seguro, en lluvia.

Un árbol recordando mis venas crece en un crepúsculo dorado
hacia la nada y escucho un llanto corriendo entre los túneles
hacia la falta sedienta de la Tierra.
He abierto la ventana y la casa se llenó de hojas
que cubrieron mi cabeza y se enredaron en mi pelo
como una caricia esperada hundida en el silencio.
Cambiantes fueron los besos detrás de frágiles cristales
empañados por el vaho de un vapor infinito,
hizo crecer un musgo nocturno llenando el lecho de jugos
donde deslizarme blandamente.
Aquí está el que huyó con un sueño en las sienes
y pegado a la vida salió de la tierra con un gesto mortal
No, no pronuncies mi nombre que reconocerán los huecos
que dejaron en mi corazón comido, las ausencias.

Del ayer se desprenden ráfagas de olvido y el tiempo
se evidencia en un otoño inevitable
mientras que apoyados en alguna puerta imaginada
los fantasmas entregan a las nómadas esta joya del tiempo
Ahí están los amados invadidos por telarañas azules
sobre el cierzo del pasado, con sus gestos de antaño,
sus cuerpos sin vapor huyendo hacia un cielo infinito
donde se aloja el alma. Con un olor de luna
el fuego arde por las terrazas de la lluvia y en las baldosas,
manchadas por el tiempo, corre el murmullo de las perdidas glorias
y el grito de la hoguera se vuelve un dios que canta
salmos a la luz y el maleficio mezcla de pánico y grandeza
cae sobre los nombres que se borran como si un crimen
hubiese manchado con su veneno la aventura
de haber vivido un tiempo.

 

SI NO LA INFANCIA

Casi sin mejillas, pequeña, subida a la silla,
tratando de alcanzar la gloria que era
solo una manzana mordida, por el antojo de los otros,
indiscretos pequeños que se mordían las uñas
con una inapropiada sensación de hambre
soterrada bajo los paraísos o que jugaban
para ejercitar los bíceps, ocultando
una escasa manera de vivir.

La credulidad era nuestro sustento y pasábamos
de ser dioses despóticos a querer solo crecer
sin que nos molestaran y que los niños
fuesen educados por los niños.
Una moral manejada a nuestro antojo,
moral de niños, moral de rebelión
del deseo de mirar de frente
lo que nos separaba de nosotros mismos.

Pero creíamos, creíamos tener el mismo corazón
dentro del pecho para siempre y el cerebro
en la cabeza bien plantado.
Fuego madurando y no sabíamos leer pero
el lugar del otro no era para que lo ocupe nadie.
Y lo bello aparecía sin necesidad de espejos y sin
necesidad de la memoria.

El corazón no estaba de moda
y la tierra de papá se extendía impredecible
hasta ese montón de páginas arrancadas de las 1001 noches.
Una oscura imagen era mi grandeza
y en mi decir las palabras salían torpes o no salían,
imitando el silencio de la noche
o el frio mármol que pisábamos en los umbrales
donde reinaba el juego de las niñas.

En las manchas de las paredes miraba
imágenes por hacer que tenían, a veces,
los pies de los muebles y las garras de leones
sostenían la mesa donde nos ocultábamos
para decirle al mundo que nuestra cabeza
tenía la osadía de querer portar una corona.

No conocía mi forma preferida
tampoco tenía la preocupación de ser algo en el mundo,
subordinarme a alguna manera del amor y hablaba para nadie.
Sin embargo, se alzaban en la infancia muros que nunca
pude destruir por completo y guardaba con dolor el coraje
de haber partido el mundo en dos de una vez y para siempre.

La niña se ha hecho mujer. La mujer pide la palabra.
Le contesta el silencio y ella se deja deslizar hacia su pasado
donde quedaron rescoldos de un ardoroso descubrimiento
encontrado al azar entre hallazgos inesperados
y la algarabía de anómalos sueños dormidos,
aquellos que no sabían que iba a ser carne de poeta.

 

AMOR, NO ESTÁS.

Y me quedé mirando los círculos concéntricos
del guijarro arrojado a la laguna
y te busqué en el mismo centro sin hallarte,
ni encontrar los límites donde pudiera profanarte.

La noche se ahuecó para escribirte palabras imposibles,
sin caídas, en el final de este viaje con gusto a despedida.

Cierro los ojos mientras te alucino,
persiguiendo los ruidos de mis pasos donde cruje nuestra historia,
en esas aceras pisoteadas que recuerdan la invulnerabilidad de ciertas almas
frente a temores de vivir, a punto de estallar en una casa abandonada.

Ay… que distancia enorme se interpone
y no escucho mi nombre en tu llamada
y no sé como romper la hoja de papel que sabe a profecías
y a sueños desconocidos donde se rompen todos los perfiles,
y avanzo hacia el vacío blanco donde arde mi amor
y el cuerpo cae como un racimo de uvas en la violencia del verano.

Estaba en mi casa y te esperaba en una línea horizontal que se extendía hasta las respiraciones de la noche, sólo perfumes y recuerdos.

Una sílaba será la encargada de reorientar al pájaro perdido
en medio de catástrofes y si no encuentro mi espalda en los espejos
será porque les pido el gran estruendo que ejercite el luminoso oficio
de correr todos los riesgos, y ser mi prisionero fugitivo.

Yo también me detuve a un paso tuyo,
mi imagen separada quedó junto a tus ojos,
y giré la cabeza hacia otro lado
para ocultar una inocencia a punto de perderse
dejando al descubierto a una niña desnuda que miraba la vida
desde un curioso espectáculo de lágrimas y silencios.

 

MI MUJER.

Mi mujer, opaca luz del tiempo, a veces dormitaba sobre nubes de acero y nieves blandas.
Mi mujer, pequeña en su cuerpo aprisionada, dolores y alegrías que solo coloreaban la superficie de sus sueños.
Mi mujer, con el tiempo apurando los dobleces de la vida, sintiendo que hizo mucho y que no hizo al mismo tiempo.
Mi mujer, en medio del océano de voces que carecen del arrullo necesario para tranquilizarla, para mecerla como a un niño cuando siente que todo se transforma en polvo cósmico, en esquirlas de luz que escapan detrás del horizonte.
Mi mujer, ausente a veces por períodos largos donde el duelo de ausencias no pide arreglo y ella permanece en sombras, extendiendo el pergamino de los nombres, siempre cambiantes, siempre firmas inexactas dando cuenta de lo desconocido.
Mi mujer, de cabellos de plata que mira distraída sin comprender del todo, qué anima al universo, ni que presencia atolondrada en trinos de pájaros celebra la luz de un nuevo día.
Mi mujer, hoy no se pintó los labios, no esperó ser llamada querida por algún semejante de este territorio de cielos y de aguas donde la inmensidad asienta su aposento, sobre la desmentida de los límites.
No disolvió el planeta aún su cuerpo dolorido, pero su grito perforó el abismo y rodó por tierra el fundamento.
La ilusión perdió lo que se escapa, se licuó la materia organizada y un halo misterioso avanzó lento como marejada en su retiro.

 

UNA PRUEBA DE AMOR.

No bastaron la alegría y el canto que reinaba en mis palabras
una prueba pedías de mi amor,
y al momento me sentí arrojada de vos,
expulsada al borde de la tierra
mirando un desnudo espacio sin atmósfera,
sin gravedad, una incipiente conciencia de la nada,
sin brillos estelares, sin colores, sólo el espacio
con la atracción de volver mi cabeza en cada giro frente a
esos desprendimientos de imperfectas circunstancias
que llenaron mi cabeza de mariposas que chocaban las alas.
¿Será el dolor el precio?,
¿la prueba consagrada?,
y bajabas el martillo con un golpe de gracia cada vez
para ser mi ejecutor amado.
Yo perdía mi perfume entre las objeciones de una moral
que me impedía pensar con la astucia necesaria para convencerte.
¿Y qué prueba?
si era lo mismo yo o vos, cualquiera,
cualquiera de los dos, el otro
el que se queda en el lugar, el que no desaparece,
el misterioso que nos contempla cada vez
cuando los cuerpos se transforman
en extensiones con naturaleza de pradera,
en el frescor de pastos
dispuestos a recibir el rocío de cada madrugada
sin desafiar al elefante blanco con los hechos,
sin pruebas que rendir,
sólo señales, giros, notas, alguna canción desesperada,
algún rum –rum, algún te quiero tanto.
Pero pruebas no hay,
sólo el remo hundiéndose en el agua
marcando una fuerza de existir,
espejos reflejando nuestro cielo,
la ofrenda continua de nuestros ojos
encontrándose de pronto
en el brillo de algunas horas compartidas.

 

DESPUÉS DE LA FIESTA EL ÚLTIMO COMPÁS.

La puerta se cerró,
y el último invitado dejó su capa de marfil
tendida en la brisa que acariciaba los cabellos.
Lo inefable se posó a la altura de las sienes
y por un instante no quedaron más palabras para ser creadas,
porque el viaje se extendía ahora más allá de los sueños.

Abría en el espacio los brazos en cruz
para medir los años que pasaron
y era una danza inmóvil que no medía nada.

Toqué todas las frentes con mis manos,
y descansé en los lóbulos que mentían una inteligencia congelada.
Nadie sabía de la almendra en su sentido rancio
pegado a lo innombrable, tejiendo el blanco de las lunas
cuando la noche no bastaba.

Y tuve todo el bien y todo el mal.

La tierra se movía con su edad para empequeñecerme,
y el alma ávida de riesgos se abrió como una retina
a luces invisibles que giraban en órbitas veloces,
y el tiempo metido en el espacio,
me separó del cuerpo como a un recién llegado,
y esperé solamente volver al punto de partida,
agujero de un abismo gritando lo imposible,
rojo del cielo antes del alba pintándome los labios,
frío del bronce soplando el último compás,
cuerno del ciervo perdiéndose en los ecos,
acantilados submarinos cerrándose en mi boca.

 

 PALABRAS DEL ADIOS.

Cuando vivía en mi cuerpo
hacía madurar a una mujer con una galaxia en la cabeza
y un sello carnal en la nuca con la palabra adiós.

Bebía el aire a bocanadas como si grandes alas aventasen
espacios con humeantes andamios
por los que ascendía entre amigos y desconocidas muchedumbres
que cubrían el mundo con sus cuerpos.

Una biografía sin certezas ni honras fúnebres
me esperaba en el mismo lugar donde explotaba con su escándalo
una copa de cristal contra un muro,
en vano intento de correr el horizonte hasta su matemática de infinito,
y un salvajismo llegaba hasta mi médula alterando el bienestar de la mañana
e inundaba como el cuento del diluvio
la superficie de mi pedazo de tierra en el que me tocó vivir,
un patio de la infancia donde el sol estrangulaba las tardes de pobreza
y el infierno era alejado en sueños místicos donde hablaba con dios con la exasperación de todas las preguntas sin respuestas.

No lo podré creer,
pero igual caeré desde la cumbre nevada algún invierno,
atraída por el imán de un abismo abandonado por la magia,
y no me esperará ningún secreto tenebroso,
sino palabras de un adiós que solo dirigiré a algún pastor de almas extraviadas
mientras dejo a mi cuerpo separado de sus ropas que se amontonan en un rincón para habitar en los círculos del tiempo,
en ese agujero penetrado por una neblina intermitente
que sólo se deja iluminar por el relámpago de los besos
que harán saltar el pulso de la sangre con la furia de un corazón inexorable.

Separados mi cuerpo y sus ropajes, diré mi adiós:

Adiós amor,
y el principio que dio comienzo a todo, se vuelve amor de despedida.
Adiós mi cielo,
la puerta fue cerrada por furioso huracán y no podrán abrirlas tus suspiros.
Adiós, adiós,
algo se rompió y estoy perdida.
En la memoria de la piedra dejaré mis iniciales
para que no me busques más
y en el extremo de mi última canción habrá una cascada de libertad cumpliendo su tarea ineludible.

No podré huir,
arrojaré mis últimas angustias a los astros,
y en la emboscada de mi noche,
el universo colgado del borde de mis ojos,
me impedirá verme vivir.

 

LLUVIAS

Afuera llueve y es invierno,
una vez más llueve y todo se moja en mí
una vez más los bordes se vuelven cenagosos
y el ruedo de las prendas grita de desamparo y de tristeza.
Esta vez no hay ventanas ni adioses,
es sutil esta llovizna insistente y cenicienta
y es la ciudad la que acerca al cielo.
Hoy no tengo propósitos, me he quedado replegada
sentada en mi silla escribiendo.
Tengo visiones raras
veo una rosa cortada, tirada en la avenida a la altura de mis pies
y es un encuentro que me predestina.
Algo ha pasado de lo que no comprendo
pero viene un silencio y un suspenso que me deja sin visión
y todo es líquido, vítreo
como el agua que corre por las alcantarillas.
Fue al bajar al cabeza, no fue la rosa,
fue en ese movimiento donde fijé los ojos
que se clavaron en esa diagonal que choca con el piso,
fue en ese instante donde me fui de mí y me encontré con mí
y lo vi todo junto.
Las distintas que fui se dejaban el paso.
Las vi con sus vestidos, con sus perfumes, con sus historias de amor
con sus clarividencias,
todas hablaban, todas tenían algo que decirme.
Yo entré en el sonambulismo.
un enredo del alma, pensé,
mientras llovía.

Del libro: Me acosa una pasión.

 

COMIENZOS

Vencido por el talento, arreaba galopes de negrura,
en noches que se extendían llenas de horas vividas
como destellos de los astros.
Nos habíamos amado tanto,
que volver era como empezar de nuevo
ya que el amor tomó vuelo muy alto
y se enredó en órbitas cedidas por un canto
más allá de nosotros, cercanos y extranjeros,
que a la velocidad del viento
girábamos los tiempos de los sexos
que se quedaron sin pronombres nombrando el intercambio.
Nos habíamos amado
con una ingenuidad que conquistaba la línea de horizonte,
el arco desplegado en artificio de las gotas de lluvia,
y antiguas lloviznas derramadas en grises piedras de la calle.
que pisábamos ansiosos del encuentro,
que siempre acontecía,
entre las sinagogas dormidas del barrio confidente,
y el murmullo tenaz de los hombres reunidos
en un juego de cartas.
Nos habíamos amado
con el hálito de perfumes de almizcle mezclado con los nardos,
que mordía celoso al misterioso cisne que paseaba de blanco,
frente a los ojos hondos que se encontraban
antes que la ocasión del beso propiciara el abrazo,
y las manos ensayen sombras chinas desanudando el intrincado
nido de cabellos rendidos de zozobras cayendo por la espalda.
Nos habíamos amado
como una fiesta de oro y de cenizas
brotadas de volcanes sagrados y promesas eternas
que nos animaban al coraje de pronunciar: Te amo.
Como si fuese un fuego de pasiones en lugar de palabras,
corriendo entre nosotros fundiendo bordes recortados
sin ningún contenido, muy lejos de la llama.

Del libro Pertenezco.

 

GALOPE APASIONADO

No dormí,
escuché el ruido de la relojería alterando el espacio
y escupí los pedazos de vidrio azogado
en el estrecho camino
que inventaba metáforas.
Plata muerta, y me bamboleaba de una orilla a la otra,
y embarraba mi corazón que nadie lavaría sino el tiempo.
Dueña de mi prisión, y envuelta por la noche
salí al camino dónde rodaban las palabras como piedras
sin mirar para atrás,
escuchando el silencio dónde el sí y el no
jugaban su partida.
Vienen por mí,
y huyo de ese galope apasionado que quiere pasar por mí
y me refuerzo
y desafío al viento y su sentencia
con un rayo en mis ojos.
Una música saliendo de la hendidura de mis párpados
inclinó mi cabeza hacia la vida
y entre presagios enterrados en un país de lluvias
la pasión se levantó como tallos de la noche
y una alquimia de nubes me hospedó entre las sábanas
y me acosté a su lado para engendrar las sombras.
los espectros del futuro
le cedieron el paso a aquel poema,
que sobrenadó mis lágrimas oscuras,
y pude amarlo hasta verlo crecer
a la luz de una ventana con estrellas.

Del libro Vivir en Madrid.

 

OCEÁNICOS

Aconteció en el tiempo
Cuando la tierra rugía en el escándalo y se partió a los gritos
Los elementos naturales entraron a moverse con sonidos
Tronó la música del volcán herido
Vómito gutural en doble escala
Los graves envolviendo a los barítonos
Siguieron despeñándose y se elevó como cristal de roca
Siempreviva
Infernal
Presencia alada
Mujer de piedra cayendo a pique entre sus brazos
Espuma fosforada
Sin interior
Vivió la falsedad del vómito
La superficie de una lágrima
Se hizo paisaje natural
Todo a la vista
Tanto que el hombre comenzó a cegarse
Tanto a la vista que inventó el capricho
La insistencia
El discontinuo temporal
La vuelta
Ensordecida el agua siguió invadiendo piedra
Sin reflexión, sin atrás
Sin humanidad que la detenga
Sin supratemporal siquiera
Sin cuenta
Solo la cifra elemental signando sin ninguna alusión
Sin compañía
Solo misterio
Un infinito dispuesto a la partícula
Primera inmensidad
No explica el vuelo.

 

CULTIVARSE NO ES CULTIVAR

Zambullirte en otros mundos
darte un baño de extrañeza,
arder en deseos de lo nuevo
recorrer otras vidas,
renovar los siglos en cosas venideras
ir de la mano de los grandes, de los rojos, de los negros,
atravesar colores de otras razas,
costumbres añejadas, palideces agitadas por olas
de un fondo más viejo que sus nombres.
un virginal repaso de amores extinguidos,
una pasión de otros que hago mía.

Estar en este mundo significa hacer la alquimia necesaria
trasmutar los metales, y los mármoles
que se levanten con pies alados los dioses derribados
que soportaron la maldad de todos los rocíos.

Recordar el fuego de las hojas y todos los bronces escondidos,
volver sobre esos otros que dejaron sus señas desafiando los siglos
la bella reina del ciprés casada con el chamán piel–roja
trayendo una frescura imperceptible.

Estar allí con otras sangres luchando
con los esclavos de los convencionalismos,
liberarse de los que por falta de imaginación
no pudieron contra las ataduras.
Aburrirse con la burguesa moribunda que disimula su fracaso,
apresar en cada historia la estupidez del mundo,
confiar en los tentáculos de otras almas
y arremeter con filos ácidos las cuerdas de todos los poetas.

No hay sucesión, hay saltos,
antes de mi hablaron otros hombres
y no hay propiedad hereditaria sino tiempo veloz
juntando y separando la misma savia, la misma raíz,
haciendo contacto con nosotros.

Y aquel que escribía sobre la hierba fresca,
un Witman al que no conocí lo suficiente,
y que cortó los nuevos troncos para que los talláramos de nuevo.
Y Hermes el tramposo, una vez más en Delos,
y el altar se derrumba en sus temblores.
Las bodas de Canaán en Galilea,
y Nazim cantando entre las rejas y amando a su doncella,
más todos los artistas rotos,
desamparados de una patria sangrienta,
perdidos en los pueblos cubiertos por olivos grises
como las nubes de un cielo que aún no llora.

Las turbulentas huestes de jóvenes esperándome,
para que diga alguna cosa,
y esto soy yo, una multitud de vidas en mi vida,
una cultural benevolencia que me pone en el mundo,
como la mano aquella que arroja la semilla,
para que vengan a mí canciones mías,
nacidas de mi alma cautivada
que estalla con ritmos argentinos
y una Latinoamérica que me invita a cultivar la rosa
la que quedó escrita en su bandera por el hombre Martí
que me repite.

Del libro vivir en Madrid

 

NADIE ME LO PIDIÓ

Me decían, partir el pan y repartirlo
porque la vida es sólo el manotazo que derriba a la muerte,
y acudía presurosa porque todo podía ser de todos,
y la grandeza es el desfile de actos cotidianos,
fugaz presente tratando de abarcar al mundo y penetrarlo.
Había palabras como soles en la mesa
y el mundo zumbaba en cada recorrido de la luz
hasta que el día se desmoronaba y todo cambiaba
al color de las sombras mientras alguien doblaba por la esquina
queriendo robar algún amor, algún sueño perdido
alguna ligereza para aliviar el peso de la espalda
Nadie me lo pidió,
pero hablé de lo que no conozco
y fui uno más de aquellos que quedaron vivos después de los bostezos
y nada más que por estar llegué
hasta las aguas del arroyo donde
mojé mis labios en la piedra que goteaba
y toqué la tierra humedecida donde crecía el musgo
que se pegó a mi piel y fui la verde imprecisión temerosa y profética
como de infancia vivida en las veredas,
solo al amparo de gorriones.
Nadie me lo pidió
pero gané futuro en cada paso, sin mirar para atrás,
cayendo como cae el día en un corredor interminable donde
nunca se apaga la fábrica de sueños y apenas un rasguño
es la delicada marca de mis pies sobre el silencio.
La noche como un pájaro azul lleva en su pico las horas ya vividas
y el viento borra los colores que a ciegas tiñe el tiempo.
Yendo en busca de algunas claridades y aunque nadie me lo pida
dejo algunas plumas que no sirven para el vuelo,
sombras que son palabras enhebradas
bordando cicatrices invisibles,
y un puente colgante donde se balancea mi nombre
hasta el vértigo de las gotas de aguas estremecidas.

 

 

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

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1 comentario en “297. POESÍA MÁS POESÍA: NORMA MENASSA”

  1. HOLA SOY SEBASTIÁN JORGI, CONOCÍ A MIGUEL. Me lo presentó Juan Jacobo bAJARLÍA EN LA ESQUINA DEL OBELISCO, EN UN BAR ESTUVIMOS UN PAR DE HORAS. ME ADHERÍ O SUSCRIBÍ AL grupo cero en aquella época. La oficina de Juan Jacobo a unos metros.
    Felicitaciones a Norma, no conocía tan bellos poemas. Quisiera extraer algunos para difundirlos y en algún momento conocerla.
    Sebastián Jorgi. Periodista. Escritor, Licenciado en Periodismo y Profesor en Letras, 30 libros publicados y varios premios internacionales.´
    Con toda sencillez, mi mail es sebastianjorgi@hotmail.com y mi cel. 1562338262

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