ALLEN GINSBERG
BIOGRAFÍA
Irving Allen Ginsberg fue contemporáneo y compañero de generación con el gran poeta Lawrence Ferlinghetti. Aplaudidos por muchos, temidos y atacados por otros, los escritores de la Generación Beat fueron el foco de una cultura popular norteamericana que podría incluir a personajes como James Dean, Elvis Presley y Bob Dylan, que reintegrarían la sociedad estadounidense de los años 50 en la cultura del jazz, el blues y el rock and roll.
Allen Gisnberg, frecuentemente denominado “el moderno Walt Witman”, fue su líder espiritual, y la novela “On de road” de Jack Kerouack, su biblia oficial.
No podemos hablar de Ginsberg sin hacer referencia a su fundamental aportación a este grupo de artistas, intelectuales, poetas y ensayistas, comprometidos en política, movimientos sociales, campañas pro-derechos humanos que representó en la década de los 50 estadounidense lo anti-convencional, lo ilícito y una forma diferente de componer y escribir; una literatura convulsiva para huir a ninguna parte.
Los miembros de esta generación han crecido con la depresión, desconfían de la sociedad, pero han desarrollado la independencia de sus mentes como han podido y sus aventuras con la droga o su promiscuidad sexual son producto de la curiosidad, no de la desilusión.
Perseguían una concepción distinta de las formas poéticas. Otra de sus reivindicaciones fue presentar lo que ellos llamaban la nueva poesía moderna: en grandes escenarios con numerosísimos entusiastas, aclamándoles, y en bastantes ocasiones acompañados con música de jazz.
Irving Allen Ginsberg nació en Paterson, en Nueva Jersey en EEUU en 1926. Sus padres fueron una gran influencia para su sensibilidad poética. Su padre era profesor de secundaria y poeta. Siempre estimuló y siguió la carrera de su hijo. Su madre era una emigrante rusa comunista que llevaba a su hijo a los mítines del partido. Ella tenía problemas psiquiátricos y esto marcó bastante la infancia de su hijo. Tanto impacto tuvo que unos años después, Ginsberg va a escribir uno de sus libros en homenaje a la muerte de su madre, el famoso poema Kaddish -que da título al libro- para Naomi Ginsberg 1894-1956.
El inició sus estudios en la universidad de Columbia en Nueva York, pero fue expulsado. Al parecer se presentaron varios escándalos. Es un tema polémico porque hay textos que dicen que terminó la carrera y otros dicen que fue expulsado. las discrepancias a este respecto hacen que no se tenga muy claro lo realmente ocurrido. Hay mucho escrito sobre las causas de su expulsión: le acusan de escribir versos obscenos en las ventanas, también se le da mucho protagonismo a una relación con un hombre que él conoció allí y que lo puso en contacto con la gente de la Generación Beat. La cuestión es que chocaba mucho con los convencionalismos de la universidad.
Trabajó en otras cosas, aunque estudió Derecho, y a pesar de que no se va a interesar por este asunto académico. Sí que es muy importante su paso por la universidad puesto que va a relacionarse con gente que será vital para su andadura poética. Frecuentará allí a Jack Kerouac y William Burroughs con quienes conformaría el trío básico de la Generación Beat. El grupo inicial era liderado por Lucien Carr, este chico fue el primer rebelde al que conoce a un joven Ginsberg muy inocente y quien le plantea pensar las cosas de otro modo. Es entonces cuando empieza a experimentar con drogas, a escuchar jazz en Harlem. También había una cuestión en la escritura.
“Aullido” esta dedicado -al parecer- a Lucien Carr, pero luego él mismo pedirá que no aparezca su nombre. Y aparece Carr Solomon que es otra persona, otro poeta que se encontró Ginsberg en un psiquiátrico. Allen Ginsberg estuvo un tiempo ingresado en esa institución para no ir a la cárcel, optó por ir al psiquiátrico y conoció a Carr Solomon y coincidieron en el interés por la poesía. Se establece una relación importante para ellos.
Los años de universidad estarán marcados por un crimen. En el verano de 1944, Jack Kerouac, William Burroughts, Allen Ginsberg y Lucien Carr, se divertían por Nueva York. Eran los fundadores de la Generación Beat y acababan de conocerse, compartían el sueño de ser escritores, vivir espontáneamente y buscar el desorden de los sentidos. Iban de bar en bar, frecuentaban los garitos de jazz en Harlem, inhalaban bencedrina y querían romper con la literatura convencional, pero en la madrugada del 13 de agosto de 1944 la fiesta terminó abruptamente. Después de otra noche de juerga, Lucien Carr de 19 años mató a un hombre. La policía le detuvo, también detuvo a Burroughs y a Kerouac como encubridores del acto. Los amigos le prometieron a Carr que nunca iban a escribir sobre eso. Sin embargo, un año más tarde Burroughs y Kerouac se reunirían para escribir una novela que se llamaría “Los hipopótamos se cocieron en sus tanques”, libro que se mantuvo inédito por más de 60 años. Luego se publicó.
Todo esto sucede a la par que la segunda guerra mundial. Estos grupos atraviesan momentos de rebeldía, salen los movimientos pacifistas. Carr, después de aquel incidente, fue a un reformatorio y se desvinculó de estas relaciones de juventud. La ausencia de este personaje tan polémico le permitió a Ginsberg una fructífera introspección con sus talentosos colegas e hizo posible que conocieran a Nial Cassady, un elemento catalizador de esta nueva mirada del hombre, del paisaje y la cultura. Cassady nunca escribió ningún libro, pero fue un de ideólogo para esta generación, favoreció que estos jóvenes se dedicaran a escribir.
Debido a los consejos de Kerouac, Ginsberg se muda a San Francisco en los primeros años 50. Aquella era una ciudad-refugio de bohemios, con una intensa vida cultural que se desarrollaba en toda la región de la bahía. Acompañados por músicos de jazz, los poetas encabezados por Lawrence Ferlinghetti realizaban veladas en el café de Cellar. Ginsberg cayó allí con el pie derecho, comenzó a recitar los llamados por él “mensajes espontáneos”: textos concebidos para ser escuchados, en los que registraba puntualmente la dicción del habla coloquial que ya nunca se ausentó de su discurso poético. La ciudad se convirtió entonces en el punto de reunión de los poetas. Gisnberg, Kerouac, Michael McClure, Gregory Corso, se congregaban en la casa de Kenneth Rexroth para intercambiar experiencias y textos.
Ginsberg era militante de las libertades civiles, experimentado catador de drogas, homosexual declarado y fue pionero en la difusión de las religiones orientales. Su poesía estaba muy influida por el modernismo, el romanticismo y la cadencia del jazz, además de por su práctica del budismo. Se consideraba heredero de William Blake, Walt Whitman y Federico García Lorca.
Tenía sólo 22 años cuando un día, en pleno verano, caminando por Nueva York sintió como si de repente acabara de despertar de un sueño: “me había desembarazado de todas las preocupaciones e ideas, me sentía tan libre que ni siquiera sabia quién era, o dónde me encontraba”. Aunque eso no era todo. El mundo entero había cambiado: las personas, sus diálogos, sus movimientos parecían máscaras que temían ser descubiertas. Sus rostros indicaban señales de debilidad, señales de aflicción (coincidiendo con ese período de postguerra donde todo el mundo estaba desilusionado). Ginsberg vuelve a su departamento y consulta un libro de William Blake y comienza a escuchar una antigua y lejana voz que leía los poemas por él: “Después de aquel episodio me pase una semana viviendo al borde del acantilado, en la eternidad”.
La potencia de los poemas de Gisnberg, sus largos versos y su exuberancia del nuevo mundo, reflejaban la continuidad de la inspiración que reclamaba.
Otras influencias fueron las del poeta estadounidense William Carlos Williams, que va a hacer el prologo de ese famoso libro Aullido. Ginsberg defendía la libertad y la autenticidad. Muchos de sus poemas son extremadamente sinceros y directos. Fue después figura prominente de la llamada revolución de las flores y del hippismo de los años 60. Peleó contra la guerra y el racismo, difundió el rock, la alteración química y mística de los estados de conciencia como un elemento cultural y se situó siempre en la primea línea social y literaria. Esto le hizo estar en le punto de mira de las autoridades, tanto en Cuba, como en Checoslovaquia como con el FBI. De Cuba y en Checoslovaquia fue expulsado por cuestiones que no están demasiado claras, pero tienen un gradiente político importante.
Siempre fue amigo de todos y ayudó a todos: financió e impartió clases y seminarios de estudios budistas en una universidad de Colorado y acompañó a Bob Dylan en una de sus giras más famosas.
Ginsberg recupera la perdida oralidad, la poesía dicha, la palabra encarnada, inseparable de la inmediatez de la expresión verbal: escribir como se habla y de lo que se habla, con los ritmos de la lengua suelta y de la oreja siempre abierta, según el credo de Kerouac. Es curioso como inicialmente no estaba cómodo con esta forma de escribir, esta nueva modalidad que prescindía de los signos de puntuación y del formato más tradicional. A pesar de eso, con el tiempo sí se fue dejando más influir por la propuesta más liberada de la escritura de su colega.
En su obra hay algo que suele llamar notablemente la atención del lector y es la inclusión -a veces de una forma desorbitada- de nombres comunes y propios que aparecen con inusitada frecuencia en los poemas. En “Collected Poems” se incluye un índice de nombre propios con notas al margen, nombra amigos, a parientes, a escritores, a políticos, a músicos, a héroes, a criminales. Una amplia panoplia de deidades extraídas del judaísmo, del islam y las cosmologías budistas e indúes. Las cosas son símbolos de sí mismas.
La fama le va a llegar con ese libro tan impactante que es “Aullido “(Howl), que en principio fue un poema expresado oralmente. A diferencia de sus composiciones tempranas que eran influidas por Emily Dickinson y John Milton, versos rimados, convencionales para la época, la poesía de Ginsberg -desde sus alucinaciones auditivas y la posterior publicación de Aullido- comenzó a andar por caminos antes inexplorados en la literatura norteamericana. Es preciso decir que Ezra Pound y William Carlos Williams ya se habían alejado de las formas regulares de composición y la métrica clásica intentando captar la atención, tomando directamente de la lengua viva. Recordemos que Ezra Pound remitía mucho a la poesía japonesa, a los haikus y a todo lo oriental, cuestiones éstas que también se ven en los poemas de Ferlinghetti que toma esa influencia.
Se ve un tratamiento directo de la cosa, la poesía de Ginsberg responde a la mera observación de esos fogonazos o visiones. Aullido es un largo poema, que sacudió las mentes de una época atenazada por el fantasma nuclear y el conservadurismo y, ya antes de que apareciera publicado, era tan famoso que se pasaba de mano en mano o se recitaba como se podía a partir de alguno de los 50 ejemplares de multicopia que se hicieron en la Six Gallery (aún no existían las fotocopiadoras).
Todo había comenzado en esa galería de San Francisco donde el 7 de octubre de 1955, varios poetas como Gary Snyder, Kenneth Rexroth, Philip Lamantia hicieron una lectura pública de sus versos. Allen tomó su Aullido e hizo toda una performance en la que dio a conocer su modo de representar la poesía con cánticos, llantos, gritos y lamentos que subrayasen claramente sus versos apocalípticos de denuncia total, de una forma adocenada de vivir y que proclamase un modo nuevo de hacer literatura, sincera y autentica, es decir, dejar fluir la escritura de la mente.
Ferlinghetti escuchó ese recitado y, tomando unas palabras que Emerson le envió a Walt Wiltman, le escribió un telegrama a Ginsberg diciéndole “lo felicito por el comienzo de una gran carrera”. Le propuso, además, publicar Aullido a través de su editorial CitylightsBooks. Luego fue esta editorial la publicó a gran parte la Generación Beat.
Este poema, además de ser uno de los grandes poemas épicos del siglo XX, constituye un testimonio emblemático de la resistencia juvenil contra la prepotencia imperial de todos los tiempos. El 7 de octubre del 1955 en la ciudad de San Francisco fue, para la Generación Beat, lo que el 25 de febrero de 1830 el estreno de Hernani en la comedia francesa para los románticos franceses. Entonces, en 1830 un joven Víctor Hugo estaba rodeado de sus amigos Gautier, Balzac, Dumas y aquí, en 1955 Ginsberg sintió lo que entonces Víctor Hugo, arropado por sus amigos, y dejaron un testimonio para la posteridad de Aullido y de su autor.
La editorial, CitylightsBooks, desde su primera publicación ha publicado más de 1 millón de ejemplares de Aullido que hizo de Ginsberg un poeta muy famoso y el líder de esta Generación Beat. Se hizo muy famoso (este libro) porque la publicación fue intervenida por el gobierno y hubo un juicio por obscenidad al editor. Varios críticos literarios e intelectuales fueron llamados a testificar y finalmente Ferlinghetti y Ginsberg ganaron el juicio y eso les dio mucha publicidad.
La potencia de su alegato sociocultural apuntaba al poder tiránico del sistema militar capitalista que el poeta equiparaba con Moloch, antigua deidad de los amonitas y fenicios, en cuyo honor los padres sacrificaban a sus hijos. Al año siguiente de la publicación del poemario, que además incluía otras piezas legendarias como “América” y “Sutra del girasol”, se convertiría Ginsberg en una irresistible personalidad internacional, a tal punto que en su paso por Praga el 1de mayo de 1965, la juventud checoslovaca lo paseó sobre una carroza por las avenidas principales de la capital y después lo proclamó Rey de Mayo, como un acto de resistencia al stalinismo imperante.
Aullido se refería a una tribu predominantemente norteamericana, pero equivalía a todas las latitudes, a juventudes sofocadas por el militarismo y las dictaduras, a los artistas incomprendidos, los místicos, los locos, los gays, los amigos reventados, los perdidos en epopeyas alucinógenas, los inmolados en guerras imperiales, los anarquistas, los pacifistas…. Lo que el maestro H. Miller denominó la pesadilla con aire acondicionado.
W. Orfam, es uno de sus primeros poemas publicados que refleja lo que más tarde se denominaría poesía urbana. Fue considerado como uno de los poemas que representaron el acercamiento de Ginsberg a la entonces incipiente corriente de la poesía visual centrada en la imagen que al lector le sugiere la estructura global del poema, de versos cortos y espaciados frente a poemas de largo recorrido propios de etapas posteriores.
Con las drogas también tuvo su relación: intentó escribir numerosos poemas bajo la influencia de varios tipos de drogas, incluyendo el ácido lisérgico (LSD), esta practica era una manifestación especifica de su enfoque experimental de carácter mas general. También escribió poemas recitándolos, grabándolos en cassette y transcribiendo los resultados.
Su viaje espiritual comenzó pronto con visiones espontáneas. Su encuentro con el budismo fue casual. Iba caminando por Nueva York y se encontró con un maestro tibetano de meditación, quien se convirtió en su amigo y maestro para toda la vida. Ginsberg se hizo budista practicante y estudió ampliamente distintas disciplinas religiosas orientales. Vivía de manera modesta, comprando su ropa en tiendas de segunda mano, y residiendo en un apartamento del East Village. A instancias de su maestro él y la poetisa Anne Goldman, promovieron The Jack Kerouac School, una escuela dedicada a la poesía en honor a Kerouac. También fue cofundador -junto al poeta francés Jean Jack Lebel- de uno de los festivales de poesía más importantes del mundo conocido como Poliphonics. A partir del año 1960 Ginsberg abandona EEUU y se dedica a viajar por todo el mundo para recitar sus poemas, con barba de profeta y trabajando de lo que se terciara. Su presencia estuvo a menudo ligada al escandalo. En el `66 fue expulsado de Polonia por publicar su Diario Secreto.
Ginsberg había participado en multitud de ocasiones en manifestaciones contra la intervención de EEUU en Vietnam, lo que le provocó en 1984 entrar en una lista de la FBI que le prohibía viajar al extranjero. Su activismo político, cercano a posiciones de izquierda le valió la represión del gobierno norteamericano, mientras fuera le concedían honores tan importantes como la Orden de las Artes y las Letras del Estado Francés. También se le concede más tarde el premio nacional de poesía con la colección “El muro de América” y llega a ser finalista del Pullizer, en 1995 por su libro “Cosmopolitan Greatings“.
“Kaddish” se publica en 1961. Kaddish es una oración ritual que los judíos ofrendan a los muertos y Ginsberg se sumerge en la dualidad del amor-muerte, teniendo en este poema muy presente la concepción poética de los escritores del siglo XIX. Tendrá en cuenta de una manera muy especial a los trascendentalitas Emily Dickinson, Waldo Emerson, Henry David Thoureau, así como la reacción emocional del impacto de la muerte en el lector. Es un homenaje a la muerte de su madre.
En 1963 aparece su tercer libro de poemas “Sandwiches de realidad” al que siguieron nuevos títulos como “Planet news“, “La caída de América“. En 1984 se publica “Collected Poems“, la recopilación de su obra.
En el año 1967 en el Golden Park de San Francisco, con chicas descalzas repartiendo flores y algunos poetas visionarios, fue uno de los organizadores de un gran mitin que fue considerado como el primer núcleo de creatividad que poco más tarde daría lugar al movimiento hippie. Escribió poemas que describían, desenmascaraban y condenaban las atrocidades que cometía el imperialismo norteamericano en el propio EEUU y en todo el mundo. Escribió sobre el Sha de Irán y participó en protestas contra él. Escribió sobre los crímenes de EEUU en centro américa, condenó la energía nuclear, atacó la guerra contra la droga por ser en realidad una guerra contra el pueblo con características fascistas. Denunció el papel de la CIA en el narcotráfico, condenó la guerra del Golfo.
En los años 80 publica “Oda plutoniana“, un libro dentro de la estética punk que critica las centrales nucleares y las industrias diabólicas. La orientación plástica y visual de sus poemas le hace colaborar con Robert Frank en la película “Pull my Daisy” así como a interesarse por la fotografía, en la que encuentra un modo preciso de visión que como el del poema, capta el carácter sagrado del instante. Muchas de las fotos de la Generación Beat son de su autoría.
A finales de los 90, para celebrar su cumpleaños, grabó un disco con lecturas de sus poemas que se llama “The lion for real” en el que se hizo acompañar por un fondo de jazz desestructurado que interpretaron los músicos de Tom Waits. Esta no fue su primera aventura recitativa apoyada por una creación musical concebida para la ocasión: en “Make it up” y en “Cosmopolitan Greetings“, editados ambos en 1994, recoge textos escritos en los que -a caballo entra la emoción del recuerdo y la sátira de los arquetipos- Ginsberg se muestra como un hábil y magnético recitador. Los últimos poemas que bajo el título de “Muerte y fama” se publican, no añaden nada nuevo a la obra de Ginsberg, aunque le reafirman en lo que siempre tuvo: coherencia y humildad.
Fue un artista prolífico, publicó por lo menos 16 colecciones de poesía y una cantidad similar de prosa, dos libros de fotografía y por lo menos media docena de grabaciones con diversos músicos.
Desde 1977 trabajó con Bob Dylan y el Rolling Thounder Revue, con The Clash en el álbum “Combat Rock”, con Patty Smith y U2 entre otros.
Su última voluntad era que nadie le enviara flores a su funeral sino donaciones al centro budista “Corazón de joya”.
Fallece en el año 1997, a los 70 años en su casa de Nueva York rodeado de amigos y familiares de un cáncer de hígado.
Su obra:
Aullido
América
Kaddish
Blues del banco mundial
El peso del mundo es amor
POEMAS
AULLIDO
a Harold Solomon
He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de
hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel
abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes
pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural
de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el
jazz.
Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los
techos de apartamentos iluminados.
Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la
tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del
cráneo.
Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el
Terror a través de las paredes.
Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New
York.
Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o
purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga
y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando
hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos
peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los
tejados, puestos municipales el neon estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la
luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura
y una regia clase de iluminación de la mente.
Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo
Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas
estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz
del Zoo.
Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford’s emergidos y sentados junto a la
añeja cerveza después del mediodía en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujido del destino en la
caja de música de hidrógeno.
Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de
Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de
los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y
recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la
Sinagoga arrojada al pavimento.
Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas
postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas
de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark.
Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y
fueron, sin dejar corazones rotos.
Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche
del abuelo.
Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos
instintivamente vibraba en sus pies en Kansas.
Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios
visionarios.
Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural.
Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños
pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno.
Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al
brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un
barco para África
Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del
estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago.
Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con
grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos.
Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del
tabaco del Capitalismo.
Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose
mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan
también se deprimía.
Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de
otros esqueletos.
Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un
crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación.
Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y
manuscritos.
Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría.
Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor
Atlántico y Caribeño.
Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y
cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara.
Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño
Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada.
Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar
heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada
sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano.
Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de
cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron
desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de
conciencia.
Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos
rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros
bajo los establos y desnudos en el lago.
Quienes iban a putas en Colorado por miríadas en autos robados, N.C., héroe secreto de estos poemas,
semental y Adonis del alegre Denver a la memoria de sus innumerables encamadas con chicas en lotes
vacíos, patios de bares, hileras de desvencijadas casas rodantes en la cima de montañas, en cavernas o
con demacradas meseras en familiares subidas de enaguas al lado del camino y especialmente la secreta estación de gasolina solipsismos de Juan, y callejones pueblerinos también.
Quienes se desvanecieron en vastas películas sórdidas, se transformaron en sueños, despertaron en un
repentino Manhattan, y se encontraron a sí mismos fuera de los sótanos colgados sobre descorazonados
Tokay y los horrores de los sueños de hierro de la Tercera Avenida y tropezaron con las oficinas de
desempleo.
Quienes caminaron toda la noche con sus zapatos llenos de sangre en los muelles esperando una puerta
en East River para entrar a un cuarto lleno de vapor caliente y opio.
Quienes crearon grandes dramas suicidas en el apartamento de los acantilados del Hudson bajo el rayo
azul de la luna de tiempo de guerra y sus cabezas eran coronadas con el laurel del olvido.
Quienes comieron la cazuela de cordero de la imaginación o digirieron cangrejos en el fondo lodoso de
los ríos de Bowery.
Quienes lloraron por el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música.
Quienes se sentaron en cajas respirando en la oscuridad bajo el puente, y se levantaron para construir
arpas en sus desvanes.
Quienes tosían en el sexto piso del populoso Harlem con llamas bajo el cielo tuberculoso rodeados por
las jaulas naranjas de la teología.
Quienes garrapatearon toda la noche golpeando y rodando sobre elevadas incantaciones que en las
amarillas mañanas eran estrofas de jerigonza.
Quienes cocinaron animales podridos pulmones, corazón, pata, cola borsht y tortilla soñando con el
puro reino vegetal.
Quienes se zambulleron en camiones de carne buscando un huevo.
Quienes tiraron sus relojes del tejado para dar su voto a la eternidad fuera del Tiempo y despertadores
cayeron sobre sus cabezas todos los días por la siguiente década.
Quienes se cortaron las muñecas tres veces seguidas sin éxito, se rindieron y fueron forzados a abrir
anticuarios donde pensaban que se ponían viejos y gritaban.
Quienes fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre ráfagas de
versos plomizos y el parloteo borracho de los regimientos de acero de la moda y los chillidos de
nitroglicerina de las agencias de publicidad y el gas mostaza de los editores siniestramente inteligentes,
o cayeron por los taxis ebrios de la Absoluta Realidad.
Quienes saltaron del Puente de Brooklyn esto realmente sucedió y quedaron desconocidos y olvidados
en el aturdimiento fantasmal de los callejones de sopa y camiones de incendio de Chinatown, ni
siquiera una cerveza gratis.
Quienes cantaron por sus ventanas de desesperación, cayeron de la ventana del metro, saltaron en el
sucio Passaic, brincaron en negros, gritaron por toda la calle, bailaron descalzos en trozos de copas de
vino rotas grabaciones de fonógrafos de la nostalgia Europea jazz alemán de 1930 terminaron el
whisky y se lanzaron gemebundos en baños sangrientos, gemidos en sus oídos y la ráfaga colosal del
silbido del vapor.
Quienes rodaron por las carreteras del viaje al pasado para cada uno el látigo del Gólgota reloj de la
soledad de la cárcel o encarnación del jazz de Birmingham.
Quienes condujeron una visión para encontrar la eternidad.
Quienes viajaron a Denver.
Quienes murieron en Denver.
Quienes volvieron a Denver y esperaron en vano.
Quienes aguardaron en Denver y empollaron solos en Denver y finalmente se fueron para encontrar el
Tiempo, y Denver es solitario para sus heroínas.
Quienes cayeron de rodillas en catedrales sin esperanza rezando por la salvación de cada uno y la luz y
los pechos, hasta que el alma iluminara su cabello por un segundo.
Quienes chocaron con sus mentes en la cárcel esperando criminales imposibles con cabezas doradas y
el encanto de la realidad en sus corazones que cantaban dulces blues a Alcatraz.
Quienes se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger
a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la
sepultura o daisychain.
Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura
y sus manos y un jurado colgado.
Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaísmo en CCNY y subsecuentemente se
presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso
arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la
nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional,
ping pong y amnesia.
Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente
en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y
lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este,
salas fétidas de Pilgrim State’s Rockland’s y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y
rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla
cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro
fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el
último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido
en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora
alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa
animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesionados
con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante.
Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y
atraparon al arcángel del alma entre dos imágenes visuales y unieron los verbos elementales y
establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater
Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente
a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para
conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del
ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de
volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra
del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un
eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con
el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil
años
AMÉRICA
América te lo he dado todo y ahora no soy nada.
América dos dólares y veintisiete centavos 17 de febrero de
1956.
No resisto mis propios pensamientos.
¿América cuándo pondremos fin a la guerra humana?
Andá y hacéte mierda vos misma metéte tu bomba atómica en el orto.
No me siento bien no me molestes.
No escribiré mi poema hasta que mi mente no se serene.
¿América cuando serás angélica?
¿Cuándo te quitarás la ropa?
¿Cuándo te observarás a ti misma a través de la tumba?
¿Cuándo merecerás a tu millón de Trotskistas?
¿América por qué tus bibliotecas están inundadas de lágrimas?
¿América cuándo enviarás tus huevos a la India?
Me enferma la locura de tus demandas.
¿Cuándo podré entrar a un supermercado y obtener aquello que
necesito a cambio de mi belleza personal ?
América después de todo somos vos y yo los perfectos y no el
próximo mundo.
Tu maquinaria es demasiado para mí.
Has desarrollado en mí el deseo de santidad.
Debe de existir alguna otra manera de solucionar esta discusión.
Burroughs está en Tánger no creo que regrese
esto es siniestro.
¿Deseás ser siniestra o ésta es sólo una de las formas de tu humor?
Trato de llegar al punto.
Me niego a olvidar mis obsesiones.
América no me presiones sé lo que hago.
América los pimpollos del ciruelo están cayendo.
Hace meses que no leo los diarios, todos los días alguien es sometido
a juicio por asesinato.
América los obreros industriales me transforman en un sentimental.
América en mi niñez fui comunista y no me arrepiento.
Fumo marihuana cada vez que tengo la oportunidad.
Me siento en mi casa durante días interminables y observo las rosas
en el ropero.
Cuando visito el Barrio Chino me emborracho y nunca tengo
relaciones sexuales.
Mi mente está decidida habrá problemas.
Deberías haberme visto leyendo a Marx.
Mi analista dice que tengo toda la razón.
No diré las Oraciones del Señor.
Tengo visiones místicas y vibraciones cósmicas.
América todavía no te he dicho lo que le hiciste al tío Max después de
que él llegó de Rusia.
Escucháme te estoy hablando.
¿Vas a dejar que tu vida emocional sea dirigida por la revista Time?
Estoy obsesionado por la revista Time.
La leo todas las semanas.
Sus tapas me miran de reojo cada vez que paso por el quiosco de la
[esquina.
La leo en el sótano de la Biblioteca Pública de Berkeley.
Siempre me está hablando de responsabilidades.
Los hombres de negocios son personas serias.
Los productores cinematográficos son serios.
Todos son serios —excepto yo.
Se me ocurre que yo soy América.
Hablo conmigo mismo nuevamente.
Asia se rebela contra mí.
No poseo las oportunidades de un chino.
Será mejor que considere mis recursos nacionales.
Mis recursos nacionales consisten en dos porros de marihuana
millones de genitales una impublicable literatura privada que
circula a 1400 millas por hora y veinticinco mil instituciones
mentales.
No digo nada acerca de mis prisiones ni de los millones de seres sin
privilegios que viven en mis macetas bajo la luz de quinientos
[soles.
He abolido los prostíbulos de Francia, ahora le tocará el turno a
[Tánger.
Mi ambición es ser Presidente a pesar de que soy Católico.
¿América cómo puedo escribir santas letanías inspirándome en la
estupidez de tu estado de ánimo?
Proseguiré como Henry Ford mis estrofas son tan individuales como
sus automóviles es más son todas de distinto sexo.
América venderé estrofas a $ 2.500 cada una $500 al contado por tu
[estrofa de segunda mano.
América liberá a Tom Mooney
América salvá a los Republicanos Españoles
América Sacco y Vanzetti no deben morir
América yo soy los muchachos de Scottsboro.
América cuando tenía siete años mi mamá me llevaba a
las reuniones de una célula comunista ellos nos vendían
garbanzos un puñado por cada bono y cada bono costaba una
moneda y los discursos eran gratuitos todos eran angélicos y
sentimentales respecto de los obreros todo era tan sincero que
no tenés una idea de lo bueno que era el partido en 1935
Scott Nearing era un gran anciano verdadero sabio la señora.
Bloor me hizo llorar una vez vi la sencillez de Israel Amter.
Todos deben de haber sido espías.
América en realidad no querés ir a la guerra.
América son ellos los malos, los rusos.
Ellos los rusos —los rusos y los chinos y ellos los rusos.
La Rusia nos quiere comer vivos. El poder de la Rusia está loco.
Ella desea quitarnos los automóviles de nuestros garajes.
Sus deseos atrapar Chicago. Sus necesidades una Selecciones del
Readers’ Digest ROJA. Sus deseos nuestras plantas
automotrices en Siberia. La gran burocracia administrando
nuestras estaciones de servicio.
Eso no bueno. Ugh. Ella hacer Indios aprender leer. Ella necesitar
grandes oscuros negros. Hah. Ella hacer nosotros trabajar
dieciséis horas al día. Auxilio.
América esto es bastante preocupante.
América ésta es la impresión que obtengo luego de mirar
televisión.
¿ América tengo razón ?
Es mejor que me dedique al trabajo.
Es verdad, no deseo ingresar en el ejército ni ser tornero en una
fábrica de instrumentos de precisión, de todos modos soy corto de
vista y psicopático.
América voy a poner el hombro, mi hombro marica a la rueda.
(versión Esteban Moore H.)
KADDISH
Para Naomi Ginsberg, 1894-1956
I
Es extraño pensar en ti ahora, lejos sin corsé ni ojos, mientras
camino por el soleado pavimento de Greenwich Village.
el centro de Manhattan, luminoso mediodía de invierno, y me
pasé toda la noche hablando, hablando, leyendo el Kaddish
en voz alta, escuchando los blues de Ray Charles que gritan
ciegos en el fonógrafo
el ritmo el ritmo – y tu recuerdo en mi cabeza tres años después – Y leí las triunfantes estrofas finales del Adonais en
voz alta – lloré, al darme cuenta de cómo sufrimos –
Y cómo la Muerte es aquel remedio que todos los cantantes
sueñan, cantan, recuerdan, profetizan como en el Himno
Hebreo o en Libro Budista de las Respuestas – y mi propia
imaginación de una hoja marchita – al amanecer –
Soñando hacia atrás por la vida, Tu tiempo – y el mío acelerando hacia el Apocalipsis,
el momento final – la flor ardiendo en el Día – y lo que viene
después,
recordando la mente misma que vio una ciudad norteamericana
a un flash de distancia, y el gran sueño de Mí o de China o tú y
una Rusia fantasma o una cama arrugada que nunca existió –
como un poema en la oscuridad – que huye de vuelta al Olvido –
Nada más que decir y nada por lo que llorar sino los Seres en el
Sueño, atrapados en su desaparición,
mientras suspiran y gritan en una compra y venta de pedazos
de fantasma, venerándose los unos a los otros,
venerando al Dios involucrado en todo eso – ¿nostalgia o inevitabilidad? – mientras dura, una Visión – ¿algo más?
Salta a mi alrededor, cuando salgo y camino por la calle, la
miro por encima del hombro, Séptima Avenida, las almenas de los edificios de oficina hombro con hombro altos,
bajo una nube, por un instante altos como el cielo – y el
cielo en lo alto – un viejo lugar azul.
o por la Avenida hacia el sur, hacia – mientras camino hacia el
Lower East Side – donde caminabas tú hace 50 años, pequeña niñita – de Rusia, comiéndote los primeros tomates
venenosos de Norteamérica – asustada en el muelle –
luchando luego con las multitudes en Orchard Street ¿hacia
qué? – hacia Newark –
hacia la confitería, las primeras sodas caseras del siglo, helado
batido a mano en la trastienda sobre mohosos tablones café –
Hacia la educación el matrimonio el colapso nervioso, la operación, la escuela, aprender a estar loca, soñando – ¿qué es
esta vida?
Hacia la Llave en la ventana – y la gran Llave apoya su cabeza
luminosa sobre Manhattan y sobre el suelo y se tiende en la
vereda – en un solo rayo, moviéndose, mientras camino
por la Primera hacia el Teatro Yiddish – y el lugar de la pobreza
que conociste y yo conozco, pero sin que me importe ahora –
Es extraño haberse movido por Paterson y el Oeste y Europa y de nuevo aquí,
con los gritos de los españoles ahora en los umbrales y muchachos oscuros en la calle, salidas de incendio viejas como tú
– Aunque tú ya no eres vieja, eso se queda aquí conmigo –
Yo, de todas formas, quizás tan viejo como el universo – y supongo que eso muere con nosotros – suficiente para cancelar todo el porvenir – Lo que vino se fue para siempre cada
vez –
¡Está bien! Así quedamos abiertos a la falta de remordimientos
– a no temer a los radiadores, a la falta de amor, al final
hasta el dolor de muelas es una tortura –
Aunque mientras llega es un león que se come el alma – y el cordero, el alma, en nosotros, ay, ofreciéndose en sacrificio al hambre feroz del cambio – dientes y cabellos – y el rugido
del dolor en los huesos, el cráneo descubierto, la costilla rota,
la piel podrida, Implacabilidad engañada por el cerebro.
¡Ay! ¡ay! ¡nos va peor! ¡Estamos en aprietos! Y tú estás fuera, la
Muerte te dejó salir, la Muerte tuvo Piedad, terminaste con
tu siglo, terminaste con Dios, terminaste con el sendero
que lo atraviesa – Por fin terminaste contigo misma – Pura
– De vuelta a la oscuridad Infantil antes de tu Padre, antes
de todos nosotros – antes del mundo –
Ahí, descansa. No más sufrimiento para ti. Sé adónde te fuiste,
es un buen lugar.
No más flores en los veraniegos campos de Nueva York, no más
alegría, no más miedo a Louis,
y no más de su dulzura y anteojos, sus décadas de colegio, deudas, amores, temerosas llamadas telefónicas, camas para la
concepción, parientes, manos –
No más hermana Elanor, – ella partió antes que tú – lo mantuvimos en secreto – tú la mataste – o se mató ella para poder
soportarte – un corazón artrítico – Pero la Muerte las mató
a las dos – No importa –
Tampoco el recuerdo de tu madre, lágrimas de 1915 en películas
mudas semanas y semanas – olvidando, dolida viendo a Marie
Dressler dirigirse a la humanidad, al joven Chaplin bailando,
o a Boris Gudonov, a Chaliapin en el Met, alzando su voz de
Zar sollozante – de pie al fondo junto a Elanor y Max –
mirando también a los Capitalistas sentarse junto a la Orquesta, pieles blancas, diamantes,
viajando a dedo por Pennsylvania con las Juventudes Socialistas
vistiendo una falda pantalón negra para hacer gimnasia, fotografía de 4 muchachas abrazándose en torno al yermo y
ojo risueño, demasiado tímida, virginal soledad de 1920
todas las muchachas envejecidas, o muertas, ahora, y ese largo cabello en la tumba – afortunadas por tener maridos
luego –
Tú lo lograste –también yo vine – mi hermano Eugene antes
(todavía de luto y seguirá lamentasoñando hasta su última
mano tiesa, mientras lidia con su cáncer – o matará – quizás más tarde – de pronto pensará –
Y es el último momento que recuerdo, que los veo a todos, a
través de mí, ahora – aunque no a ti.
No pude anticipar lo que ibas a sentir – qué horrenda apertura
de boca sucia vino primero – a ti – ¿y estabas preparada?
¿Para ir adónde? En esa oscuridad – ésa – ¿en ese Dios? ¿un resplandor? ¿Un Señor en el Vacío? ¿Como un ojo en las oscuras nubes de un sueño? ¿Está Adonoi contigo finalmente?
¡Más allá de mi recuerdo! ¡Incapaz de adivinar! No sólo el cráneo amarillo en la tumba, o una caja de polvo agusanado, y
una cinta manchada – ¿la Cabeza de la Muerte con Aureola? ¿puedes creerlo?
¿Es sólo el sol que brilla una vez para la mente, sólo el chispazo
de la existencia, que nunca jamás existió?
Nada más allá de lo que tenemos – lo que tuviste – eso es tan
lamentable – aun así el Triunfo,
haber estado aquí, y haber cambiado, como un árbol, quebrada, o una flor – que alimenta el suelo – pero loca, con sus
pétalos, coloreada, pensando en el Gran Universo, conmovida, un corte en la cabeza, despojada de sus hojas, escondida en un hospital huevera, envuelta en telas, irritada – trastornada en el cerebro lunar, con menos que Nada.
Ninguna flor como esa flor, que se sabía en el jardín, y luchó
contra el cuchillo – perdió
Cortada por un idiota y gélido Hombre de Nieve – incluso en
Primavera – extraño pensamiento fantasma – un poco de
Muerte – Un carámbano puntiagudo en su mano – coronada con antiguas rosas – un perro para sus ojos – la verga
de una fábrica clandestina – corazón de planchas eléctricas.
Todas las acumulaciones de la vida, que nos agotan – relojes,
cuerpos, conciencias, zapatos, pechos – hijos concebidos –
tu Comunismo – «Paranoia» en los hospitales.
Una vez pateaste a Elanor en la pierna, después ella murió de un
paro cardíaco. Tú de un derrame. ¿Dormida? en cosa de un
año, las dos, hermanas en la muerte. ¿Está feliz Elanor?
Max vive su duelo en una oficina de Lower Broadway, largo bigote solitario sobre Contabilidades de medianoche, no estoy seguro. Su vida pasa – según él ve – ¿y de qué duda
ahora? Todavía sueña con hacerse rico o con que pudo hacerse rico, contratar a una enfermera, tener hijos, ¿incluso
encontrar tu Inmortalidad, Naomi?
Lo veré pronto. Ahora tengo que ir al grano – para hablarte –
como no lo hice cuando tenías boca.
Para Siempre. Y estamos destinados a eso, Para Siempre – como
los caballos de Emily Dickinson – encaminados al Fin.
Conocen el camino – Estos Corceles – corren más rápido de lo
que imaginamos – es nuestra propia vida la que cruzan – y
llevan consigo.
Magnífica, no más llorada, con el corazón dañado, la mente detrás, soñó su matrimonio, mortal cambiada – Culo y rostro cansados de los homicidios.
En el mundo, entregada, enloquecida por las flores, no hizo
una Utopía, encerrada bajo los pinos, en la caridad de la Tierra, en el bálsamo de la Soledad, Jehová, acepta.
Sin nombre, Un Solo Rostro, Para Siempre más allá de mí,
sin principio, sin fin, Padre en la muerte. Aunque no estoy
aquí por su Profecía, no estoy casado, no tengo un himno, no
tengo un Cielo, decapitado en el éxtasis aun así te adoraría
a Ti, al Cielo, después de la Muerte, sólo Uno bendito en
la Nada, sin luz ni oscuridad, Eternidad sin Días –
Toma esto, este Salmo, de mí, surgido de mi mano en un
día, algo de mi Tiempo, entregado ahora a la Nada – para alabarte a Ti – Pero la Muerte
Éste es el final, la redención de las Tierras Salvajes, una ruta
para el Errante Maravillado, la Casa buscada por Todos, pañuelo negro lavado por lágrimas – página más allá del Salmo –
El último cambio de Naomi y mío – hacia la perfecta Oscuridad de Dios – ¡Muerte, detén a tus fantasmas!
Blues del Banco Mundial
Trabajo para el banco mundial, sí, sí,
Mi sueldo eran cien mil de los verdes
Conozco mi economía Harvard mejor que tú
Nadie sabe que yo hago grandes planes
A los líderes de Madagascar les enseño a bailar
a leer estadísticas y usar calzoncillos a rayas
Las estadísticas emocionales no son mi trabajo
Hechos y números, no soy un atorrante
pero silvicultura y agricultura son un gran error
Este es nuestro plan para estabilizar tu moneda
Comercio internacional ahora o después
Sigue nuestro consejo lo agradecerás a tu creador
¿Qué tienes para exportar, qué materias primas?
Monocultura, diamantes, café, cereales
Véndelos en el mercado a las Multinacionales Imperiales
Te prestaremos dinero para aumentar tu producción
Páganos un interés anual, para tu propia seguridad
ajústate el cinturón, no pondremos objeciones
Tira algunos pequeños principios mínimos
el servicio de la deuda pago vuelve invencible el trato
Hay que poner dólares pero tu moneda es canjeable
Pon a la gente a trabajar la tierra del mercado mundial
tala todos los bosques, tendrás dinero líquido
o superautopistas rentables en lugar de selvas tropicales
Con granjas agropecuarias puedes exportar carne
Recorta servicios sociales y la ayuda a los pobres
Afligida, la gente de la selva emigra a las ciudades
Ajústate el cinturón vamos a dar un paseo por la costa
La producción aumenta, los precios siguen bajando
Madera en pasta carne en hamburguesa, café patasabajo
Aumenta la producción paga tu deuda al Banco Mundial
Al menos los intereses si es todo lo que puedes conseguir
Despuebla el Amazonas, no nos has pagado todavía
En una década devolverás todo el dinero
como servicio de la deuda, porque lo principal, ¡ay!
Te prestaremos más, pero no vendas caballo
Medidas de austeridad, sueldos más bajos,
Las aguas negras de la urbe son un terreno carnal
Los autobuses acaban arruinados en los lindes de la ciudad
corales y peces muertos residuos de las fábricas,
Los indígenas le tomaron el gusto al dólar yanki
Fondos de la banca suiza para dictadores en desgracia
La fauna muerta por la deuda de Costa Rica
Flora desconocida en la desembocadura del Boca Chica
Aves del Ecuador, ¿enfermas con los escapes tóxicos?
Disturbios por las bolsas de arroz extranjero
Arma a tu ejército de chicos con gases norteamericanos
Pide dinero prestado para tu carrera de armas propia
Familias trasladadas de las tierras fértiles a la selva
La gente de la selva en chozas al abrigo de turistas
¿bancarrota de divisas para los puristas del libre mercado?
Me acabo de retirar de mi empleo después de 20 años
en el Banco Mundial Central con la banda del dinero
asisto a las reuniones de AA no quiero morir idiota
Trabajé en Africa, las Américas, Vietnam
Bangkok también con los grandes del Banco Mundial
Ahora estoy retirado y me importa un cuerno
Camino por las calles de Washington solo de noche
El trabajo que hice, ¿estuvo malo bien?
¿Se cometieron graves errores sin que los vieran?
No era el trabajo de un burócrata como yo
comprobar el impacto de la política del Banco Mundial
cuando la deuda daba frutos en el árbol del dinero mundial
Febrero de 1997
Versión de Ana Becciu De "Muerte y fama" Editorial Lumen, S.A. 2000
EL PESO DEL MUNDO ES EL AMOR
El peso del mundo
es el amor.
Debajo de la carga
de la soledad,
debajo de la carga
de la insatisfacción
el peso,
el peso que llevamos
es el amor.
¿Quién lo puede negar?
En sueños
toca
el cuerpo,
en los pensamientos
construye
un milagro,
en la imaginación
se angustia
hasta nacer
humano-
mira desde el corazón
ardiendo de pureza-
porque el peso del mundo
es el amor,
pero llevamos la carga
con agotamiento,
y así es que debemos descansar
en los brazos del amor
al fin,
debemos descansar en los brazos
del amor.
No hay descanso
sin amor,
no hay sueño
sin sueños
de amor-
estés loco o tiritando
obsesionado con ángeles
o máquinas,
el último deseo
es amor
-no puede ser amargo,
no puede negarse,
no lo podemos retener
si se niega:
su carga es demasiado pesada
-debe dar
sin recibir
como el pensamiento
se da
en soledad
con toda la excelencia
de su exceso.
Los cuerpos cálidos
brillan juntos
en la oscuridad,
la mano se mueve
al centro
de la carne,
la piel tiembla
de felicidad
y el alma viene
alegre al ojo-
sí, sí,
eso es
lo que quería,
lo que siempre quise,
lo que siempre quise,
regresar
al cuerpo
en donde nací.