MAO TSE TUNG
BIOGRAFÍA A PARTIR DEL RELATO AUTOBIOGRÁFICO “MI VIDA”
(Testimonio de la vida de Mao Tse Tung derivado de la entrevista realizada por el periodista norteamericano Edgar Snow)
Nací en el pueblo de Shao-Shan, en Hsang Tan-Hsien, provincia de Hunan, en 1893. Mi padre se llamaba Mao Jen- sheng, y el nombre de soltera de mi madre era Wen-shi-mei.
Mi padre era un campesino pobre: muy joven, debió unirse al ejército porque tenía pesadas deudas. Fue soldado durante muchos años. Más tarde, volvió al pueblo donde yo nací; ahorrando cuidadosamente y obteniendo un poco de dinero de un pequeño negocio y de otros trabajos, pudo readquirir su tierra.
Nos convertimos en campesinos medios: mi familia poseía quince múes (el mu corresponde a 631 metros cuadrados) de tierra. Podía cosecharse sesenta tan (el tan corresponde a 60 kilogramos) de arroz al año. Los cinco miembros de mi familia consumíamos un total de treinta y cinco tan, lo que dejaba un excedente anual de veinticinco tan. Gracias a este excedente, mi padre acumuló un pequeño capital y, en un momento dado, compró siete nuevos múes, lo que dio a mi familia el rango de campesinos “ricos”. Pudimos desde entonces cosechar ochenta y cinco tan de arroz por año.
Cuando tenía diez años mi familia no poseía más que quince múes de tierra y estaba constituida por mi padre, mi madre, mi abuelo, mi hermano menor y por mí. Después de que hubimos comprado los siete múes suplementarios, mi abuelo murió, pero nos llegó un nuevo hermano. Por tanto, nosotros teníamos todavía un excedente de cuarenta y nueve múes de arroz por año, gracias a lo cual los negocios de mi padre prosperaron.
En la época en que él era un campesino medio, se ocupó del transporte y la venta de granos, lo que le reportó algo de dinero. Después de convertirse en un campesino “rico”, se consagró más y más a este trabajo. Contraté un obrero agrícola por toda la jornada y hacía trabajar a sus hijos y su mujer en la finca. Comencé los trabajos de campo cuando tenía seis años. Mi padre no tenía almacén para su negocio. Se limitaba a comprar el grano a los colonos pobres y lo transportaba hasta la ciudad donde los comerciantes le pagaban más caro. En invierno, cuando se hacía la siembra de arroz, se contrataban los servicios de un trabajador agrícola suplementario para trabajar en la finca, lo que hacía que en ese momento tuviésemos siete bocas que alimentar. Mi familia se alimentaba frugalmente, pero siempre comió según su necesidad.
A los ocho años, comencé a asistir a una escuela primaria local, donde permanecí hasta los trece. En la mañana temprano y en la tarde trabajaba en la finca. Durante el día leía las Analectas de Confucio, y los cuatro clásicos. Mis maestros chinos eran partidarios de la mano dura. Eran exigentes y severos y golpeaban frecuentemente a sus alumnos. Cuando tenía diez años me escapé de la escuela, y tenía temor de volver a casa y ser castigado. Caminé durante tres días orientándome en forma aproximada hacia la ciudad que creía en algún punto de un valle, hasta que fui encontrado por mi familia. Me di cuenta entonces que había dado una vuelta a la redonda en todo mi viaje y que no me había alejado más de ocho li de mi casa.
Después de la vuelta a mi casa, si embargo, con gran sorpresa para mí, mi situación mejoreó. Mi padre me tomó más en cuenta y el profesor moderó su actitud. El resultado de mi acto de protesta me impresionó mucho. Era una “huelga” victoriosa.
Mi padre quiso que comenzara a llevar los libros de la familia desde el momento que supe algunos números. Quiso que yo aprendiera a servirme del ábaco. Como insistiera, me dediqué a estas tareas en la tarde. Mi padre era un amo exigente. Detestaba verme ocioso y si no tenía libros que llevar, me hacía trabajar en la finca. Era de carácter arrebatado, golpeándonos frecuentemente a mis hermanos y a mí. No nos daba nunca dinero y la comida era poco abundante. El día 1 de cada mes, hacía una concesión a sus obreros y les daba huevos con arroz, pero jamás les daba carne. A mí no me dio huevos ni carne jamás.
Mi madre era una mujer amable, generosa y simpática, siempre dispuesta a repartir lo que poseía. Sentía piedad por los pobres y les daba a menudo arroz cuando venían a pedirle durante las hambrunas. Pero no podía hacerlo en presencia de mi padre. El desaprobaba la caridad. A propósito de esto tuvimos numerosas discusiones en casa.
Existían dos “partidos” en la familia. Uno lo representaba mi padre, la Autoridad Directora. La oposición estaba formada por mí, mi madre, mi hermano y a menudo, también el obrero. En el “Frente Unido” de la oposición, sin embargo, existían diferencias de opinión. Mi madre mantenía una política de ataque indirecto. Criticaba toda exteriorización de sentimientos íntimos y toda tentativa de rebelión abierta contra la Autoridad Directora. Expresaba que ese no era el método chino.
Pero cuando tuve trece años descubrí un argumento de peso para discutir con mi padre en su propio terreno, consistía en citarle los clásicos. Las acusaciones favoritas de mi padre consistían en acusarme de holgazanería y de irrespeto hacia él. Yo citaba para responderle pasajes de los clásicos que ordenaban a los mayores ser amables y afectuosos. Cuando me acusaba de ser holgazán, le respondía que las personas mayores deben trabajar más que los jóvenes, que teniendo él tres veces mi edad, debía trabajar por lo tanto más que yo. Le expresaba que cuando alcanzase su edad sería bien dinámico.
Mi padre continuó “amasando riquezas”, o mejor dicho, algo que era considerado como una fortuna en el pueblo. No compró más terrenos, pero numerosos habitantes hipotecaron con él sus terrenos. Su capital ascendía a dos mil o tres mil dólares.
Mi descontento crecía. Un combate dialéctico se desarrollaba siempre en nuestra familia. Ocurrió algo que recuerdo particularmente. Cuando tenía apenas trece años, mi padre tuvo un día numerosos invitados a la casa y delante de ellos tuvo lugar una disputa entre nosotros. Me acusó ante todos de ser inútil y holgazán. Enfurecí. Le maldije y abandoné la casa. Mi madre corrió detrás de mí y me conminó a volver. Mi padre también me siguió, me maldijo y también me pidió regresar. Fui hasta la orilla de un es-tanque y lo amenacé con lanzarme si se acercaba. En esta situación, ofertas y contraofertas fueron cambiadas para la cesación de la guerra civil. Mi padre insistió en que me excusase y me arrodillase en signo de sumisión. Acepté inclinar una rodilla si me prometía no castigarme. Es así como terminó la guerra, aprendí que mientras defendía mis derechos rebelándome abiertamente, mi padre se aplacaba, pero cuando permanecía humilde y sumiso, me maldecía y me golpeaba de lo lindo.
Reflexionando, creo que al fin de cuentas vencí la severidad de mi padre. Aprendí a aborrecerle y se creó contra él un verdadero “Frente Unido”. Al mismo tiempo, esta severidad me hizo bien, sin duda: me hizo llevar los libros con cuidado para que él no tuviese ocasión de criticarme.
Mi padre había asistido dos años a la escuela y leía bastante bien como para llevar los libros. Mi madre era totalmente analfabeta. Ambos eran originarios de familias campesinas. Yo era el “letrado” de la familia. Yo conocía los clásicos, pero no les amaba. Lo que me gustaba eran las novelas de la China antigua y sobre todo las historias de las revueltas. Leí el Yo-Fei Chuan (Chin Chung Chuan) Shui Hu Shuan, Fan Tang, San Kuo y Hsi Yu Chi, todavía joven y engañando la vigilancia de mi antiguo maestro que detestaba estos libros “fuera de la ley” y que calificaba de perversos. Los leía en clase, cubriéndolos con un clásico cuando el profesor pasaba a mi lado. Era lo que hacían la mayor parte de mis camaradas. Aprendíamos muchas historias de memorias y las discutíamos a me nudo. Sabíamos más que el antiguo viejo del pueblo que las amaba también y que nos contaba historias a cambio de las nuestras. Creo que es posible que yo haya sido influenciado por tales libros leídos en una edad en que se es muy impresionable.
En fin, cuando yo tenía trece años abandoné la escuela primaria y empecé a trabajar muchas horas en la finca para ayudar al obrero agrícola, haciendo el trabajo de un hombre durante el día y en la tarde llevaba los libros de mi padre. A pesar de todo, logré proseguir mis lecturas devorando todo lo que encontraba, excepto los clásicos. Esto enojó a mi padre quien quería que yo dominase a fondo a los clásicos, sobre todo después que él había perdido un pleito, gracias a una cita emitida en el momento preciso por su adversario. En la noche cerraba la ventana de mi dormitorio para que mi padre no viese la luz. Es así como leí un libro que se titulaba Palabras de advertencia. Los autores, viejos escritores partidarios de las reformas, pensaban que la debilidad de China venía de su falta de maquinaria occidental: ferrocarriles, teléfonos, telégrafo, barcos a vapor. Querían que éstos fueran introducidos al país. Mi padre consideraba que la lectura de tales libros eran una pérdida de tiempo. Quería que leyese algo útil, como los clásicos, para ayudarlo a ganar los pleitos.
Yo continué leyendo las antiguas novelas y los viejos relatos de la literatura china. Un día descubrí un rasgo particular de estas historias y era la ausencia de los campesinos que trabajaban la tierra. Todos los héroes eran guerreros, funcionarios o letrados; jamás un campesino era el héroe. Pensé durante dos años, después analicé el contenido de estas historias. Descubrí que elevaban a las nubes a los soldados y los amos del pueblo que no habían trabajado la tierra porque la poseían, y la vigilaban y hacían que los campesinos la trabajaran para ellos.
Mi padre fue en su juventud y en su madurez un escéptico, en cambio mi madre era devota de Buda. Esta daba una educación religiosa a sus niños, quienes se entristecían por el hecho de que su padre fuese un incrédulo. A los nueve años discutí seriamente con mi madre el problema que planteaba la incredulidad de mi padre. Entonces y más tarde, hicimos varias tentativas para convencerlo, sin tener éxito. Nos maldijo y abrumados por sus ataques nos retiramos a elaborar un nuevo plan. Pero él no tenía nada que ver con los dioses. Sin embargo, mis lecturas me influenciaron poco a poco y llegué a ser cada vez más escéptico. Mi madre se dio cuenta y me regañeó por mi indiferencia hacia los requerimientos de la fe, pero mi padre no hizo ningún comentario. Después, un día que estaba fuera de casa cobrando un dinero, encontró un tigre. El encuentro sorprendió al tigre, que huyó de inmediato, pero mi padre quedó más sorprendido aún de haber escapado a este peligro, y como consecuencia de ello reflexioneó mucho sobre este peligro. Empezó a preguntarse si acaso no había ofendido a los dioses. Desde entonces se mostró más respetuoso hacia el budismo y quemaba incienso de tiempo en tiempo. No obstante, cuando mi “caída” se acentuó, él no intervino. Se contentaba con implorar a los dioses cuando estaba en apuros.
Las Palabras de advertencia estimularon mis deseos de continuar mis estudios. Estaba disgustado con mi trabajo en la finca. Mi padre, naturalmente, se opuso a este proyecto. Pelearnos por este asunto, enseguida me escapé de la casa. Me fui a la casa de un estudiante de derecho y allí trabajé durante seis meses. Luego Volví a estudiar los clásicos con un antiguo letrado chino y leí también muchos artículos de algunos libros contemporáneos.
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LA PRUEBA DE FUEGO
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El año siguiente, antes de la nueva cosecha, las reservas de arroz de invierno disminuyeron, produciéndose en nuestro distrito escasez de alimentos. Los pobres pidieron a los hacendados ricos y organizaron un movimiento que se llamó: “Comamos arroz sin pagarlo”. Mi padre era -un comerciante rico y exportaba mucho grano de nuestro distrito hacia la ciudad, a pesar de la escasez. Uno de sus cargamentos fue asaltado por los habitantes pobres del pueblo y su cólera no conoció límites. No estuve de su parte. Al mismo tiempo encontraba que los hambrientos se habían equivocado al emplear este método.
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SOBERANÍA AMENAZADA
Todos estos hechos unidos forjaron definitivamente mi espíritu de joven inclinado ya a la rebeldía. Es en esta época también cuando empecé a poseer cierto grado de conciencia política, especialmente después de haber leído un panfleto que trataba del desmembramiento de China. Recuerdo todavía hoy que este panfleto comenzaba con esta frase: “¡La China cae bajo el yugo!” Se hablaba de la ocupación por el Japón de Corea y de Formosa, de la pérdida de la soberanía China en Indochina, en Birmania y en otras partes. Después de leerlo, desesperé por el porvenir de mi país y comencé a trabajar por lo que era el deber de todos, ayudar a salvarlo.
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(A los 16 años se aleja de su hogar y se encuentra con la ciencia)
EL ENCUENTRO CON LA CIENCIA
[…]
Estaba fascinado por los relatos sobre los maestros de la vieja China: Yao, Shung, Chin Shih Huang Ti, y Han Wu-ti. Leía muchos libros sobre ellos. Estudiaba también en esta época historia extranjera y geografía. Oí por primera vez hablar de América en un artículo que se refería a la revolución americana y contenía una frase que expresaba aproximadamente: “Después de ocho años de una guerra difícil, Washington obtuvo la victoria y organizó su país”. En un libro que tenía por título: “Los grandes héroes del mundo” leí también relatos sobre Napoleón, Catalina de Rusia, Pedro el Grande, Wellington, Gladstone, Rousseau, Montesquieu y Lincoln.
[…]
Fue en Chang-sha donde leí el primer periódico: “Fuerza Popular” (Min Lin Pao), diario revolucionario nacionalista que hablaba de la sublevación en Cantón contra la dinastía Manchú.
[…]
Paso seis meses en el ejército y se fue construyendo como un lector ferviente y apasionado de los diarios que hablaban de la revolución. Entra en una escuela cuando se aleja de su pueblo, pero pronto la va a dejar y comienza un periodo de autoeducación.
AUTOEDUCACIÓN
No me agradaba la Primera Escuela Secundaria. Su programa era limitado y su reglamento discutible. Además, después de leer las “Crónicas y Comentarios Imperiales” había llegado a la conclusión de que haría mejor leyendo y estudiando por mi cuenta. Al cabo de seis meses dejé la escuela y yo mismo me elaboré un programa de estudios que consistía en ir a leer todos los días a la Biblioteca Provincial de Hunan. Seguí este programa con conciencia y regularidad y considero que los seis meses pasados en esta forma me fueron sumamente provechosos. Al mediodía suspendía mis lecturas, sólo el tiempo indispensable para comprar y comer dos pasteles de arroz que constituían mi comida diaria. Todos los días permanecía en la Biblioteca hasta la hora del cierre.
Durante este período de autoeducación leí muchos libros, estudié geografía del mundo e historia universal. Allí, por primera vez, vi y estudié, con gran interés, un mapa del mundo. Leí La riqueza de las naciones, de Adam Smith, El origen de las especies, de Darwin y un libro de moral de John Stuart Mill. Leí las obras de Rousseau, la Lógica, de Spencer y El espíritu de las leyes de Montesquieu. Mezclaba la lectura de novelas, poesías y relatos de la antigua Grecia con el estudio de la historia y geografía de Rusia, América, Inglaterra, Francia y otros países.
Vivía en aquel tiempo en una hospedería común para gente originaria del distrito de Hsiang Hsiang.
Permanecí cinco años en la Escuela Normal, consiguiendo al fin resistir las tentaciones de nuevos anuncios y obtuve mi diploma. Durante este período de la Escuela Normal de Hunan, ocurrieron muchos acontecimientos y mis ideas políticas comenzaron a tomar forma. Igualmente, fue entonces cuando tuve mis primeras experiencias de acción social.
[…]
Inicié una vasta correspondencia con varios estudiantes y amigos de otras ciudades. Poco a poco, adquirí conciencia de la necesidad de una organización más estrecha. En 1917, con algunos amigos, participé en la fundación de la Nueva Sociedad de Estudios Populares (Hsin-Min Hsueh Hui). Ella comprendía setenta u ochenta miembros, y los nombres de muchos de ellos llegarían a ser célebres en el comunismo chino y en la historia de China revolucionaria.
(Algunos de ellos se irían a otros países a extender el comunismo pero Mao Tse Tung viajó por China y también va acercándose al marxismo).
Mi madre murió en el curso de mi último año de estudios. Yo sentía menos deseos que nunca de volver a mi hogar. Decidí ese año ir a Pekín. Muchos estudiantes de Hunan proyectaban viajar hacia Francia a estudiar, según la consigna “estudiad, aprended”, que Francia utilizaba para conquistar a la juventud china durante la primera guerra mundial. Antes de abandonar China, estos estudiantes decidieron aprender el francés en Pekín. Participé en la organización del movimiento y entre los grupos que partieron al extranjero se encontraban muchos estudiantes de la Normal de Hunan, los cuales se convirtieron más tarde en famosos izquierdistas. Hsu Teh-lih sufrió igualmente la influencia del movimiento, aun que tenía más de cuarenta años, abandonó su puesto de profesor en Hunan y partió a Francia. Se hizo comunista después de 1927.
BIBLIOTECARIO EN PEKIN
En la época en que trabajaba de bibliotecario conocí a Yang Kai-hui, de quien me enamoré. Era hija de mi antiguo profesor de Moral, Yank Cheng-chi, que tuvo mucha influencia sobre mí en mi juventud y que se convirtió en mi verdadero amigo en Pekín.
Me interesaba cada vez más por la política y mis opiniones eran más y más radicales. He hablado ya del comienzo de esta evolución; pero en este momento estaba todavía indeciso, buscaba el camino —como se dice—. Leí varios folletos anarquistas que me influencia ron mucho. Con un estudiante llamado Chum Hsunpei que venía a yerme, discutíamos sobre el anarquismo y sus posibilidades en China. En esa época estaba de acuerdo con mucho de lo que ellos proponían.
Las condiciones de vida en Pekín eran miserables y —por contraste, la belleza de la vieja capital era una compensación deslumbradora—. Vivía en una pieza junto con siete arredantarios más. Cuando nos acostábamos todos, apenas si había espacio para respirar. Sentía a mis vecinos de cada lado cuando que ría darme vuelta. Mas, en los parques y en el dominio del viejo palacio descubría la prima vera precoz del Norte, contemplaba abrirse las flores de los ciruelos mientras crecía la solidez del hielo en el Mar del Norte. Miraba los cauces más allá de Pei Hai, con cristales de nieve colgando de sus ramas y recordaba la descripción que hizo el poeta Chen Chang, que habló de los árboles de Pei Hai, semejante con sus joyas de invierno a “diez mil melocotones en flor”.
[…]
En el curso del invierno de 1920 organicé políticamente a los trabajadores por primera vez y comencé, después de esto, a sufrir la in fluencia de la teoría marxista y la revolución rusa.
NACE EL PARTIDO COMUNISTA CHINO
Durante mi segunda visita a Pekín, leí mucho sobre los acontecimiento en Rusia y traté de procurarme la escasa literatura que podía encontrarse entonces en China. Tres libros, sobre todo, me conmovieron y me dieron fe en el marxismo, del cual —una vez que lo hube adoptado como interpretación correcta de la historia— no me he separado jamás. Estos eran: el Manifiesto Comunista, traducido por Cheng Wang-tao, primer libro marxista que se publicó en China; La lucha de clases, de Kanstbei y una Historia del socialismo, de Kirkupp. En el verano de 1920 me convertí, en teoría, y hasta cierto punto en acción, en un marxista.
Después de esta época fue realmente marxista y acudirá los congresos comunistas que se sucederán.
La revolución China a diferencia de la soviética cobra un papel muy importante el campesinado porque China no estaba industrializada. La acción de Mao Tse Tung consistirá en distribuir las tierras por una parte e industrializar el país. Su tesis pretendía una redistribución de la tierra a gran escala. Durante el tiempo que el lideró el país tras el triunfo de la revolución en 1937 con la Gran Marcha, realizó la revolución cultural proletaria que pretendía cambiar las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar. La esperanza de vida pasó de 44 años a 65 años, la tasa de alfabetización subió del 15% al 65%, y con sus medidas el crecimiento económico del país fue de entre un 4% y un 9% interanual.
Mao Tse Tung falleció el 9 de septiembre de 1976 en Pekín, China. A los 83 años.
Comentario sobre la poesía de Mao:
https://es.scribd.com/document/253032222/Poemas-Mao-Tse-Tung
POEMAS
CHANGSHA
Según la melodía Chin Yuan Chun
1925
Me encuentro solo, de pie, en el otoño frío,
De la Isla de los Naranjos al extremo;
Hacia el norte el río Siangchiang fluye.
Veo mil colinas teñidas
con el rojo de los bosques sucesivos.
Sobre las vastas aguas de verde transparencia,
Cien barcas compiten en esfuerzo.
Las águilas golpean el espacio ilimitado,
Los peces se deslizan en el somero fondo;
Bajo un cielo de escarcha, las criaturas todas rivalizan en libertad.
Ante tal inmensidad, absorto
me pregunto: En esta infinita tierra
¿quiénes rigen el surgir y el desaparecer?
Antaño estuve aquí con muchos compañeros.
Copiosos fueron esos meses y años singulares, recuerdo.
Éramos condiscípulos, éramos jóvenes,
En la flor de nuestra edad;
Llenos de espíritu estudiantil,
Sin contemplaciones desafiábamos cualquier traba.
Señalando nuestras montañas y ríos,
Poniendo pasión en las letras,
Juzgábamos simple estiércol a los amos de diez mil vasallos.
¿Recordáis aún
cómo batíamos las aguas en mitad de la corriente,
cómo se quebraban las olas contra la proa de las raudas barcas?
EL PABELLÓN DE LA GRULLA AMARILLA
Según la melodía Pu Sa Man
Primavera de 1927
Anchas, muy anchas, surcan la tierra las nueve corrientes,
honda, muy honda, una línea el norte y el sur va enhebrando;
desleídas por la humosa lluvia,
acerrojan al gran río la Tortuga y la Serpiente.
Ha volado la grulla amarilla, ¿quién sabe a dónde?
Sólo queda el lugar, para solaz buscado.
Ofrendo mi vino al torrente que se encrespa:
¡La marea de mi corazón sube como sus olas!
LAS MONTAÑAS CHINGKANG
Según la melodía Si Chiang Yue
Otoño de 1928
Al pie de la colina flameaban las banderas y estandartes
En la cumbre se oían sonar nuestros clarines y tambores.
espesas mareas las tropas enemigas nos rodeaban:
nosotros nos quedamos inmóviles igual que una montaña.
Nuestra defensa que antes formaba una muralla inexpugnable,
unió además las voluntades en una fortaleza de granito.
¡Llegó de Juangyangchie el eco del tronar de los cañones
anunciando que el enemigo huía a escape en medio de la noche
GUERRA CHIANG-KUI
Según la melodía Ching Ping Yue
Otoño 1929
De pronto cambian vientos y nubes,
Los señores de la guerra nuevamente batallan,
¡cuánto rencor llueve sobre los hombres!
Se reproduce el Sueño del Dorado Mijo.
Salta el río Tingchiang la bandera roja
para tomar, vía recta, Lungyen y Shangjang.
Ya de la Urna de Oro rescatamos un trozo,
en pleno auge marcha el reparto de las tierras.
EL DOBLE NUEVE
Según la melodía Tsai Sang Tsi
Octubre de 1929
Fácil envejece el hombre, mas no la naturaleza;
año tras año retorna el Doble Nueve.
El Doble Nueve de esta vez
Insólito es el aroma de las flores doradas, en el campo de batalla.
El otoño trae cada año sus recios vientos,
Diferente en esplendor es de la primavera;
En brillo eclipsa:
Hasta los confines de las aguas y del cielo, inmensas extensiones de gélida escarcha.
DÍA DE AÑO NUEVO
Según la melodía Yu Meng Ling
Enero de 1930
Ningjua, Chingliu, Kuijua,
estrechos senderos, bosques profundos, resbaladico musgo.
¿A dónde nos dirigimos hoy?
Derecho hacia el pie de la montaña, hacia el pie de la montaña:
Flamean al viento las banderas rojas, un soberbio cuadro.
EN EL CAMINO DE KUANGCHANG
Según la melodía Chien Tsi Mu Lan Jua
Febrero de 1930
Todo blanco el universo,
entre la nieve marchamos con paso más anhelante.
Altas montañas sobre nuestras cabezas,
atraviesa el gran desfiladero la bandera roja ondulando al viento.
¿A dónde vamos esta vez?
Hacia el río Kanchiang, hacia donde viento y nieve se confunden.
La orden se dio ayer,
cien mil obreros y campesinos avanzan sobre Chían.
DE TINGCHOU HACIA CHANGSHA
Según la melodía Tie Lien Jua
Julio de 1930
En junio nuestras tropas celestes castigan la corrupción, el mal,
listas para atar al kunpeng con su gigantesca cuerda.
Al otro lado del río Kanchiang, un rincón entero se vuelve rojo,
Confiamos en Juang Kung-lüe ese flanco nuestro.
Obreros y campesinos, un millón, arremeten unánimes,
barren Chiangsí, se lanzan sobre Junán y Jupei.
Entre los conmovedores acordes de La Internacional,
un huracán baja desde el cielo para nuestro bien.
CONTRA LA PRIMERA CAMPAÑA DE “CERCO Y ANIQUILAMIENTO”
Según la melodía Yu Chia Ao
Primavera 1931
Bajo un cielo de escarcha, bermejos diez mil árboles,
la furia de las tropas celestes hasta las nubes crece.
Lungkang hundido en la niebla, sus mil picos se oscurecen.
Todos gritan a una voz:
¿Se ha caturado a Chang Jui-tsan, allá, más adelante!
CONTRA LA PRIMERA CAMPAÑA DE “CERCO Y ANIQUILAMIENTO”
Según la melodía Yu Chia Ao
Verano de 1931
En lo alto del monte Nube Blanca, las nubes mismas están que se yerguen,
Al pie del monte, apremia el grito de combate,
Secos árboles, troncos muertos, todo, todo participa.
Un bosque de fusiles avanza,
El General Alado surge del fondeo de los cielos.
Setecientos li recorridos en quince días:
Tan difusas las aguas del Kanchiang, los montes de Funchién tan verdes.
Barrimos al enemigo como se enrrolla una estera.
Alguien gime desilusionado,
¡de qué le sirve montar un bastión a cada paso!
TAPOTI
Según la melodía Pu Sa Man
Verano de 1933
Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta:
¿Quién en el cielo danza ondulando esta cinta de colores?
El sol atisba declinante tras la lluvia,
Jaspes azules invaden las colinas.
Fue furioso el combate de entonces.
Los muros de la aldea, por impactos taraceados,
adornan estas colinas,
que hoy lucen todavía más hermosas.
JUICHANG
Según la melodía Ching Ping Yue
Verano de 1934
El alba se dispone a nacer por el oriente.
No digas que es temprano para marchar.
Aún no hemos envejecido recorriendo tantas verdes colinas,
y sólo en este lado el paisaje es bello.
Fuera de las murallas de Juichang, las altas cumbres
ondulan en cadenas hasta el Mar del Este.
El soldado señala el su, hacia Kuangtung,
Todavía más frondoso, verde, verde, allá.
EL PASO DE LOUSHAN
Según la melodía Yi Chin E
Febrero de 1935
Fuerte el viento del oeste,
Arriba graznan los gansos salvajes bajo la luna de un amanecer de escarcha.
Bajo la luna de un amanecer de escarcha,
Se triza un martilleo de cascos de caballos
Y el clarín suena grave, hondo.
No digas que es como de hierro el imponente paso,
Hoy mismo, a trancos, atravesamos sus cumbres.
¡Atravesamos sus cumbres!
Las montañas son como el mar, azules,
y recuerda a la sangre el sol en el ocaso.
TRES POEMAS BREVES
Según la melodía Shi Liu Tsi Ling
1934-1935
I
Montañas!
Al galope fustigo mi caballo, sin desmontar jamás.
Vuelvo la cabeza y me asombro:
Estoy a tres pies y tres pulgadas del cielo.
II
Montañas!
Mares y ríos que se vuelcan reventando en olas gigantescas.
Carrera enloquecida,
Tropel de caballos, ebrios de combate.
III
Montañas!
Pincháis el azul del firmamento sin mellaros las puntas.
El cielo caería
Si vuestra fuerzo no lo sostuviera.
LA GRAN MARCHA
un lüshi
Octubre de 1935
El Ejército Rojo no teme los rigores de una larga marcha,
mil montañas, diez mil ríos no significan nada para él
las Cinco Cordilleras le parecen parvas olas,
simples terrones que se deslizan, los colosales macizos del Wumeng.
Tibios están los acantilados nubosos que, azotan las aguas del Arenas de Oro,
frías las cadenas de hierro tendidas sobre el río Tatu.
Cuánta alegría causan las dilatadas nieves del Minshan
y, habiéndolas cruzado los tres Ejércitos, una sonrisa estalla en cada faz.
KUNLUN
Según la melodía Nien Un Chiao
Octubre de 1935
Irguiéndote en la tierra, dominando el espacio,
salvaje Kunlun,
has presenciado todo lo bello de la primavera en este mundo.
Cuando tus tres millones de dragones de jade blanco vuelan,
Paralizan el cielo entero con penetrante frío.
Con los deshielos tuyos del verano,
se desbordan los ríos
convirtiendo a hombres en peces y tortugas.
Sobre el bien y el mal que has causado en millares de otoños,
¿quién ha emitido juicio alguno?
Mas hoy, Kunlun, te digo:
No seas tan alto,
No tengas tanta nieve.
Si pudiera sacar la espada que contra el cielo se reclina,
Te cortaría en tres pedazos:
uno para Europa,
para América, otro,
y dejaría uno en Oriente.
Así, paz reinaría en el mundo,
calor y frío por igual a través del globo.
EL MONTE LIUPAN
Según la melodía Ching Ping Yue
Octubre de 1935
Alto el cielo, tenues las nubes,
Se pierde en el sur infinito el vuelo de las ocas salvajes.
¡Llegaremos a la Gran Muralla o no somos hombres!
Contamos con los dedos: Veinte mil li van recorridos.
Sobre la cumbre del monte Liupan,
la bandera roja flamea libremente al viento del oeste.
Ahora que tenemos la gran cuerda en la mano
¿cuándo sujetaremos al Dragón Gris?
NIEVE
Según la melodía Chin Yuan Chun
Febrero de 1936
Panorama del norte:
mil li sellados por el cielo,
diez mil li en que la nieve flota.
A cada flanco de la Gran Muralla,
blanca vastedad.
De arriba abajo, el gran río
ha perdido de pronto su tumulto.
Danzan las montañas, serpientes de plata,
elefantes de cera, avanzan las tierras altas,
intentando medir su estatura con el cielo.
En días de sol,
vestida de blanco y adornada de rojo, veréis la tierra
aún más hermosa, más cautivante.
Tierra tan rica en belleza que incontables héroes la honraron a porfía.
Lástima que a Chin Shi Juang y Jan Wu Ti
les faltara lustre literario, que Tang Tai Tsung y Sung Tai Tsu
tuvieran magro don poético.
Hijo predilecto del Cielo en su momento,
Gengís Khan
sólo entendía de cimbrar su arco contra el águila gigante.
Todo eso es pasado, es ido.
Para encontrar a los héroes de veras
hay que poner los ojos en nuestros propios días.
LA TOMA DE NANKIN POR EL EJÉRCITO POPULAR DE LIBERACIÓN
-un lüshi
Abril de 1949
Sobre el Chungshan de pronto estalla una tormenta,
Un millón de héroes ha cruzado el gran río.
La ciudad -tigre agazapado, dragón que se enrosca -supera sus antiguas glorias;
En épico triunfo, cielo y tierra son invertidos.
Sin aflojar nuestro coraje, persigamos al enemigo que huye,
Y no imitemos a Siang Yu, que buscaba hueca fama.
La naturaleza habría también envejecido, si sensible fuera,
Es ley del mundo que el mar de ayer se torne hoy campo de moras.
A PROPÓSITO DE UN POEMA DEL SEÑOR LIU YA TSI
-un lüshi
29 de abril de 1949
Tomamos té en Kuangchou, aún ho he olvidado;
En Chungching me reclamó versos, amarillecían las hojas.
Después de treinta y un años, heme de nuevo en la vieja ciudad;
Aquí, en el tiempo en que caen los pétalos, leo sus hermosas líneas.
¡Cuide de no romper su corazón con tantas quejas!
Convendría siempre una visión más amplia de las cosas.
No diga que el lago Kunming es poco profundo;
Es mejor que el río Fuchun para contemplar los peces.
A PROPÓSITO DE UN POEMA DEL SEÑOR LIU YA-TSI
Según la melodía Juan Si Sha
Octubre de 1950
Asistimos a una función artísticas con motivo del Día Nacional de 1950 y el señor Liu Ya-tsi improvisa un poema según la melodía Juan Si Sha; yo le correspondo con otro, empleando la misma forma y las mismas rimas.
Larga ha sido la noche, lenta el alba en llegar a esta tierra;
Durante cien años los demonios se entregaron a su frenético baile
Y quinientos millones de hombres andaban disgregados.
Ahora, ha cantado el gallo, todo se ilumina bajo el cielo.
He aquí, entre melodías de mi sitios, las de Yutien,
Y el poeta se muestra más inspirado que nunca.
PEITAOJE
Según la melodía Lang Tao Sha
Verano de 1954
Lluvia torrencial cae sobre You-Yen,
Blancas las olas llegan hasta el cielo.
De las barcas de pesca más allá de Chingjuangtao,
Ninguna se columbra sobre el mar inmenso.
¿Dónde estarán?
Hace ya más de mil años,
El Emperador Wu de Wei, agitando su látigo,
Vino al este, hasta Chieshi, y dejó su poema.
El viento del otoño suspira hoy, como entonces,
¡pero el mundo es otro!
NADANDO
Según la melodía Shui Tiao Ke Tou
Junio de 1956
Acabo de beber el agua de Changshá
Y vengo a comer el pescado de Wuchang.
A nado cruzo el Yangtsé, de diez mil li,
Extiendo mi vista hasta el inmenso cielo de Chu.
No importa el viento, ni el golpe de las olas;
Es mejor que estar dando vueltas tranquilas en un patio.
Ahora estoy libre.
Junto a un río fue donde Confucio dijo:
“¡Todo fluye así, como estas aguas!”
Los mástiles se mueven con el viento,
Inmóviles están la Tortuga y la Serpiente.
Se harán realidad grandiosos proyectos:
El puente unirá sur y norte de un solo vuelo,
Convirtiendo la barrera de siempre en expedita vía;
Aún más, muros de pidra se alzarán al oeste, río arriba,
Nubes y lluvias del Wushan serán cautivas
Y lago apacible en las ásperas gargantas.
La diosa de la montaña, que debe seguir como antes,
Quedará maravillada frente a un mundo tan distinto.
RESPUESTA A LI SHU-YI
Según la melodía Tie Lien Jua
11 de mayor de 1957
He perdido mi altiva Yang, has perdido tu Liu.
Yang y Liu vuelan al Noveno Cielo.
Se preguntaría con qué Wu Kang podrá obsequiarlos,
Vino de flor de casia Wu Kang les ofrece.
La solitaria Chang E, soltando sus amplias mangas,
Danza en el infinito para estas nobles almas.
De pronto se sabe que en la tierra el Tigre está en derrota,
Y las lágrimas de júbilo llueven a torrentes.
DESPEDIDA AL DIOS DE LA PESTE
-dos lüshi
1º de julio de 1958
El 30 de junio Renmín Ribao informó que en el distrito de Yuchiang se había acabado con la esquistosomiasis. Luego que leí la noticia, tantos pensamientos acudieron a mi mente, que no pude conciliar el sueño. En la tibia brisa matinal, mientras el sol naciente roza mi ventana, dirigiendo las miradas hacia el lejano cielo del sur, en mi alegría escribo estos versos.
I
En vano estaban tantas verdes aguas, tantos montes verdes,
¡ni el mismo Jua Tou habría podido con el diminuto bicho!
Mil aldeas en malezas, los hombres languidecían,
Diez mil hogares desiertos, canto de fantasmas.
En la tierra, sentado, uno recorre ochenta mil li por día,
Se le ofrecen a la vista, en esa ronda celeste, un millar de galaxias.
Si el Vaquero pregunta por el Dios de la Peste,
Le diré que el duelo y la alegría se extinguieron por igual en el río del tiempo.
II
Los sauces mecen sus miríadas de ramas al viento de primavera,
Todos Yao, todos Shun, los seiscientos millones de esta tierra.
La lluvia roja se arremolina en las olas a voluntad del hombre,
Las verdes montañas le sirven, solícitas, a modo de puentes.
Sobre las Cinco Cordilleras, vecinas al cielo, caen
Relucientes las azadas de plata,
Los Tres Ríos se someten, temblando, a los brazos de hierro.
¿A dónde quieres irte, oh Dios de la Peste?
Barcas de papel en llamas y cirios encendidos iluminan el cielo.
LLEGADA A SHAOSHAN
-un lüshi
Junio de 1959
Retorné a Shaoshan el 25 de junio de 1959, tras una ausencia de 32 años
¡Malditos los días que huyeron, recordados como un sueño confuso!
Mis antiguos lares de hace treinta y dos años.
La bandera roja alzó las alabardas de los siervos,
mientras la garra negra mantenía en alto el látigo tirano.
Del sacrificio nace la decisión heroica:
atreverse a crear un nuevo cielo para el sol y la luna.
Dichosa visión: olas sucesivas de arroz, de mieses,
y héroes que vuelven, por todos los senderos, en el atardecer borroso.
ASCENSIÓN AL LUSHAN
-un lüshi
1º de julio de 1959
Una montaña en vuelo domina sobre el gran río.
He saltado hasta su frondosa cresta por cuatrocientas curvas.
Con mirada fría hacia más allá de los mares contemplo el mundo;
Sobre las aguas que cobija el cielo, un viento cálido esparce gotas de lluvia.
La grulla amarilla flota entre las nubes que cubren las nueve corrientes,
Las ondas descienden hacia Sanwu, perdiéndose en blanco vaho.
Nadie sabe a dónde habrá ido el perfecto Tao,
¿se puede labrar su Fontana del Durazno Florido?
MILICIANAS INSCRIPCIÓN PARA UNA FOTOGRAFÍA
-un chüechü
Febrero de 1961
Porte gallardo, actitud resuelta, fusil de cinco pies,
Bajo el resplando de la aurora en el campo de ejercicios.
Sublimes aspiraciones tienen las hijas de China,
Desprecian las sedas, aman su ropa de combate.
RESPUESTA A UN AMIGO
-un lüshi
1961
Sobre le monte Chiuyi blancas nubes vuelan.
Con el viento, las princesas bajan de la montaña verde.
Manchas en los bambúes son sus incontables lágrimas,
Copiosos celajes de grana, sus túnicas radiantes.
El lago Tungting levanta contra el cielo sus nevosas olas,
La Isla Larga resuena con cantos que conmueven a la tierra.
Quiero que esto lleve mis sueños al espacio inmenso,
El país de hibiscos rutilando al sol de la mañana.
LA GRUTA DE LOS ANACORETAS
-un chüechü
9 de septiembre de 1961
Entre sombras crepusculares, un pino vigoroso,
Nubes revueltas que desfilan, ligeras pero apacibles.
En la Gruta de los Anacoretas la naturaleza se supera,
Infinitos encantos hospedan las enriscadas cumbres.
A PROPÓSITO DE UN POEMA DEL CAMARADA KUO MO-JO
-un lüshi
17 de noviembre de 1961
Apenas estalla un huracán atronador sobre la tierra,
De un montón de blancos huesos nace un espíritu maligno.
El monje, aunque incauto, puede ser iluminado,
Pero el siniestro demonio habrá de causar estragos.
El Mono Dorado blande colérico su fabuloso garrote
Y el firmamento de jade queda limpio de polvo.
Hoy aclamamos a Sun, el Gran Hacedor de Prodigios,
Porque sobreviene de nuevo un diabólico miasma.
ODA A LA FLOR DEL CIRUELO
Según la melodía Pu Suan Tsi
Diciembre de 1961
Inspirada en un poema homónimo de Lu You, pero con sentido inverso.
Viento y lluvia despiden a la primavera que parte,
La nieve que revuela, saluda su retorno.
Sobre el peñasco, donde inmensos carámbanos imperan,
Se abre todavía una flor llena de gracia.
Llena de gracia, mas no pretende para sí la primavera,
Se contenta con anunciar su presencia.
Cuando las flores de la montaña se abran plenamente,
Se la encontrará en medio de todas ellas riendo.
NUBES DE INVIERNO
-un lüshi
26 de diciembre de 1962
Nubes de invierno grávidas de nieve, hilachas blancas que vuelan,
Marchitas las mil flores, muy pocas quedan.
Olas de frío barren impetuosas el alto cielo,
Un suave, cálido aliento la tierra exhala.
Siempre los héroes ahuyentan tigres y leopardos,
Jamás el valiente se amilana ante el oso.
La flor del ciruelo ama la nieve que inunda el espacio;
Que se mueran de frío las moscas, nada tiene de extraño.
A PROPÓSITO DE UN POEMA DEL CAMARADA KUO MO-JO
Según la melodía Man Chiang Jung
9 de enero de 1963
En este minúsculo globo
unas cuantas moscas se golpean contra el muro;
zumban sin pausa,
a veces con voz chillona,
a veces, gemidora.
Se jactan de gran nación las hormigas que trepan por la acacia;
pretenden sacudir un árbol los insectos,
¡qué valiente empeño!
Ahora, cuando al viento del oeste caen sobre Changan las hojas,
silban las flechas sonoras.
Tantas tareas por delante,
todas tan urgentes.
El mundo gira, el tiempo apremia.
Diez mil años es demasiado,
hay que aprehender el día, aprehender el instante.
Los Cuatro Mares hierven, se enfurecen las nubes y las aguas,
los Cinco Continentes se estremecen, rugen truenos y huracanes.
Hay que exterminar todas las plagas
ninguna fuerza es capaz de resistir.
RETORNO A LAS MONTAÑAS CHINGKANG
Según la melodía Shui Tiao Ki Tou
Mayo de 1965
Hace tiempo que anhelo alcanzar las nubes,
y ahora vuelvo a subir las montañas Chingkang.
Desde lejos vengo a ver esta vieja querencia nuestra:
el paisaje se ha tornado nuevo.
Por doquier orioles cantan, danzan golondrinas,
al grato murmullo de los arroyuelos,
y el camino horada el firmamento.
Una vez franqueado Juangyangchie,
no hay sitio escarpado que merezca una mirada.
Vientos y truenos braman,
tremolan banderas y estandartes,
allí donde los hombres viven.
Treinta y ocho años se han deslizado
en un simple chasquear de dedos.
Podemos tomar al brazo la Luna en el Noveno Cielo
y atrapar tortugas en lo hondo de los Cinco Mares;
regresaremos entre risas y cantos triunfales.
Nada es imposible en el mundo
si uno se atreve a escalar las alturas.
DIÁLOGO DE AVES
Según la melodía Nien Nu Chiao
Otoño de 1965
El Kunpeng despliega las alas,
a noventa mil li se monta,
Y un violento ciclón desata.
El cielo azul al dorso, mira hacia abajo:
El mundo de los hombres, sus ciudades, sus pueblos.
El fuego de los cañones lame el firmamento,
Y acribillan la tierra sus impactos.
Entre las matas, un gorrión presa de pánico:
“¡En qué acabará todo esto!
¿Ayayay, me voy de aquí a todo volar!”
“Pero, ¿a dónde irás, te puedo preguntar?”
El gorrión responde:
“Hay un palacio enjoyado en la montaña de hadas.
¿No sabes que, dos años hace, bajo la plateada luna de otoño,
Un acuerdo tripartito se firmó?
Además, hay que comer:
Las papas están cocidas,
Con carne de vaca dentro.”
“Déjate de porquerías,
Mira, el mundo está siendo puesto al revés”.