JOYCE MANSOUR
BIOGRAFÍA
JOYCE MANSOUR (1928-1986) fue una poeta sirio-egipcia judía de expresión francófona.
Egipcia y judía sefardí de nacimiento, aunque viera la luz en Gran Bretaña donde su familia tenía una empresa de comercialización del algodón. Joyce Patricia Adés, fue una mujer de una rara belleza oriental que vivió la vida con una especial intensidad, desarrolló su obra poética en París y en francés.
Se acerco a otro surrealista egipcio Georges Henein, que fue uno de sus primeros amigos literarios, y según todos los testimonios, su iniciador en el surrealismo.
Fueron realmente duros los años de la Segunda Guerra Mundial: mientras ella se exiliaba en Jerusalén con su madre, parte de la familia Adés, incluido el padre, combatió contra los alemanes que amenazaban la libertad de Egipto. Su madre fallece de cáncer en 1944, y lo mismo le sucedería a su primer marido, Henri Naggar, con quien se había casado en mayo de 1947 y que moriría a finales de aquel mismo año, con tan sólo veintiuno también de cáncer, la enfermedad que tres décadas después terminaría con su propia vida.
En 1949, la escritora en ciernes se vuelve a casar, esta vez con Sami Mansour, también egipcio y judío, pero francófono, y adoptó su apellido como nombre artístico. Empezo a hablar en francés cuando conocio su marido, y rápidamente inicio su trabajo con la poesia tambien en francés. En 1952 adquieren un lujoso apartamento en París.
Ahí se instalará definitivamente en 1956, cuando tras la crisis de Suez se verán forzados, como tanto otros egipcios o musulmanes a un exilio definitivo. En aquel apartamento dará grandes recepciones. Según todos los testimonios, hubo una Joyce Mansour mundana, amiga de Maurice Rheims (fue un historiador del arte y escritor francés, miembro de la Academia Francesa) o de los Rotschild, asidua a recepciones y cruceros, y objeto de cotilleos en revistas del corazón.
A comienzos de los años cincuenta, todavía en El Cairo, Joyce empieza a concentrarse en el trabajo poético. Habrán de pasar unos cuantos años, un cambio de continente, para que tenga ese salón propio desarrollase sus aprticulares fiestas. Por el momento frecuenta uno ajeno: el de Marie Cavadia, donde tuvo lugar su decisivo enncuentro con el citado Georges Henein, el más importante de los surrealistas egipcios y animador del grupo “Art et Liberté”, y de la gran revista “La part du sable”, Georges Henein al cual tras su desaparición en 1973 ella rendirá homenaje en dos textos.
Gritos, su primer libro de versos se publica en París en 1953, en una de las editoriales más prestigiosas de aquella posguerra, la de Pierre Seghers.
“Gritos” tuvo por lo menos tres reseñas significativas. La de Henein en La bourse Egyptiene, donde habla de humor negro bretoniano, de Lewis Carroll, de Alfred Jarry. El mismísimo André Breton, que le decía a esa desconocida, lo mucho que le había fascinado aquel primer libro.
El segundo poemario de Joyce Mansour, que en pincipio tenía que haber comportado ilustraciones de su gran amiga Léonor Fini, se iba a haber titulado Matrices, pero finalmente se tituló “Déchirures”, “Desgarraduras”, y apareció sin imagenes. Lo publicó, en 1955, con otro sello importante, las “Editions de Minuit”. Motivo cartas de Breton nuevamente, de Henein y de Gaston Bachelard.
En 1956 es el año del establecimiento definitivo de los Mansour en París, el del encuentro de Joyce con Breton. A partir de entonces le frecuenta casi a diario, convirtiendose en su gran confidente, y en su más habitual acompañante.
Joyce es considerada por Breton como la gran voz poética de la posguerra, participa de todas las aventuras del grupo surrealista, sus revistas, sus antologías, en castellano, la de Aldo Pellegrini (1961). Sus manifiestos y tomas de posición sobre los más diversos aspectos de la realidad política y cultural. Sus ceremonias, como en 1959, en el apartamento de los Mansour, y en el marco de la referida muestra en Cordier, la de la ejecución del testamento de Sade de Jean Benoît.
“Sucedió el 3 de diciembre de 1959 en el domicilio de la poetisa Joyce Mansour. A las diez de la noche se celebró el ritual. Incluso los expulsados del grupo fueron invitados. Julien Gracq apareció por primera y última vez en un salón. André Pieyre de Mandiargues vivía una de sus ruptura/reconciliación con Bona. Jacques Herold era ya el Maltraité de peinture. La ceremonia comenzó con una desconcertante apertura. “Modernísima”. Ruidos callejeros. Frases sadeanas. Nada sádicas. Ruido ensordecedor. Túnel o volcán. Entró Jean Benoit. Deslumbrante. [Con el traje, Africano de Tres metros de altura. Según dijo “representa la transferencia simbólica de la tumba del marqués de Sade”. ]
Breton leyó cinco de los puntos del testamento del Marqués. Solemne. Con autoridad.
Joyce presidía, pues era su casa, pero sin presidir nada. Benoit se desprendió de las piezas de su atuendo. Se iba a quedar desnudo. Las detalló. Una tras otra. Realzando cada una por su maravilloso acento canadiense.
Los elementos del traje se amontonaron en el suelo. Benoit pareció que iba a levitar. Como un místico. Su falo,también místico, siguió el ritmo del texto. Era evidente que el sexo de Jean estaba encerrado en la gran funda de madera esculpida hincada en su entrepierna.
Jean Benoit se inspiró con tanta aplicación en el texto que su falo (más bien su funda) se alzaba como es debido. Cuando se esperaba, ante el asombro de todos. Erección que sucedía en los momentos de lectura más apasionada. Breton, según algún malhablado, habría comentado a Joyce Mansour: – Es extraordinario Jean Benoit, no sólo es el gran pintor visionario de hoy, sino que además se le pone tiesa cuando quiere.
Deslumbrado, André Breton no distinguió el hilo de nylon atado a un dedo de Benoit. Cinta que gobernaba los desplazamientos altaneros de su falo-funda.
Benoit se dirigió a la chimenea. Cogió en su mano un hierro para marcar reses. Instrumento que había preparado como si se tratara de un repujado. Meticulosamente. Con el mismo rigor con que había preparado las cuatro letras S A D E del hierro. Y en el momento álgido se marcó con fuego. La palabra “Sade”. A la altura del corazón.
El pintor chileno Roberto Matta, conmovido, se precipitó para coger el hierro. Ipso facto se marcó sobre la piel el mismo nombre.
Durante un año Benoit, absorto por el entusiasmo, había realizado su hierro de marcar corazones. Tan enfrascado por su labor y su proyecto no comprendió que al marcarse “SADE”, quedó escrito “EDAS”. Poco antes de ocultarse encontró, una vez más, un argumento : -Llevo en el pecho el nombre del divino Marqués. Pero solamente yo puedo verlo. Frente a un espejo”.
En el apartamento de los Mansour fueron acumulando una muy hermosa colección, en la que junto a los artistas con los que ella colaboró (el “cobra” Pierre Alechinsky, Enrico Baj, Hans Bellmer, el propio Jean Benoît, Jorge Camacho, Gerardo Chávez, Robert Lagarde, Wifredo Lam, Roberto Matta, Reinhoud, Max Walter Svanberg), había además piezas de arte de Oceanía, escogidas por Breton, así como obras de Alberto Giacometi, Victor Brauner, Léonor Fini, Gaston Chaissac o de la checa Toyen, otra de las grandes mujeres del surrealismo, o los propios “objets méchants” surrealistas de Joyce, que por lo demás también coleccionaba sueños, según cabe deducir del anuncio que en 1967 publicó en un diario de la capital francesa: “busco sueños para colección”.
A partir de entonces se suceden prácticamente sin interrupción, los títulos. Jules César en 1956, Les gisants satisfaits en 1958, Rapaces en 1960, Carré blanc en 1965. Les dammations en 1967, la obra teatral, Le Bleu des fonds en 1968, Phallus et momies, Astres et désastres en 1969, Ça, Anvil Flowers en 1970, Prédelle Alechinsky à la ligne, Histoires nocives en 1973 Pandemonium en 1976, Faire signe au machiniste en 1977, Sens interdits en 1979, Le Grand Jamais en 1981, Jasmin d’hiver en 1982, Flammes immobiles en 1985, Trous noirs en 1986.
En aquellos últimos años, Joyce dejó de participar a la actividad orgánica del surrealismo, constituyeron para ella un tiempo de intensos contactos con los artistas plasticos, con cuyas obras dialogó desde la palabra poética.
Carré blanc se cierra así:
No sabría vivir
Sin ardiente deseo
Ni barca
para
Mis
Noches
Blancas
POEMAS
BIOGRAFÍA
Las desevueltas brumas de la hojarasca de otoño
Las lilas los caprichos el té las niñeras inglesas
El desierto agitándose detrás del biombo
La boda con el hermano
El entierro del abuelo
El cambio de dientes del niño
Las caricias a la cobra
Su sonrisa
Los crímenes de crema y terciopelo
El musical cuchicheo de los Negros arrodillados
Los padres dormitando en el gran bolsillo de la noche
Suspiros de leche bofetadas con alas de hierro bocas escépticos dilemas
La muerte del marido que no se va todavía
Los espasmos de nieve de las montañas próximas o lejanas
Por cada letra mal deletreada por la niña que implora
Mientras se balancea entre las hojas transidas de su décimo tercer año
Segura de su poder y de su despertar al amor
Segura de su poder
Y de la inexpugnable muerte.
Sus rojos cabellos huelen a océano.
Sus rojos cabellos huelen a océano.
Declinando el sol se refleja en la arena inerte.
La noche se tiende sobre su lecho lujoso
Mientras tanto una mujer jadeante temblorosa
Acoge entre sus piernas dobladas
Los besos postreros de un sol moribundo.
Te gusta dormir en nuestra cama revuelta
Nuestros viejos sudores no te disgustan.
Nuestras sábanas manchadas por sueños olvidados
Nuestros gritos resonando en la habitación oscura
Todo ello excita tu famélico cuerpo.
Al fin tu feo rostro se ilumina
Pues nuestros viejos deseos son tus sueños de mañana.
(Del libro GRITOS- 1953)
Tu flaco cuerpecillo
Tu flaco cuerpecillo entre sábanas de satén
Tu habitación rosa en completo silencio
Tus ojos rodando por entre muebles señoriales
Tropezándose en lo negro con ratas muertas y almohadones
Y nosotros esperando tu último estertor
Para romper tu testamento.
Mujer de pie en un paisaje desnudo
La luz crece sobre su vientre abombado
Mujer solitaria mujer rica sin pecho ni vicios
Mujer que grita su desprecio en sueños sin descanso
La cama será su infierno
(Del libro GRITOS- 1953)
Tiemblas de verguenza
Tiemblas de vergüenza
Pero te gusta ese temblor,
Gimes de miedo
Pero tus lágrimas son dulces.
Te ocultas a mis ojos
Esperando que te encuentre.
Quieres tu destrucción.
Quiero mostrarme desnuda ante tus ojos melódicos.
Quiero que me veas gritar de placer.
Que mis miembros doblados por un peso excesivo
Te empujen a cometer actos impíos.
Que los finos cabellos de mi cabeza ofrecida
Se enganchen en tus uñas curvadas de furor.
Que te mantengas de pie ciego y creyente
Contemplando desde arriba mi cuerpo desplumado.
(Del libro GRITOS- 1953)
Me gusta ver sus rostros miedosos
Me gusta ver sus rostros miedosos
No soportan mirar a la muerta
A toda prisa quieren encerrarla lejos de su miedo.
Y todavía de luto
Harán el amor para enterrar mejor
Su recuerdo descompuesto.
He abierto tu cabeza
Para leer tus pensamientos.
He masticado tus ojos
Para saborear tu vista.
He bebido tu sangre
Para conocer tu deseo
Y de tu cuerpo estremecido
He hecho mi alimento.
(Del libro GRITOS- 1953)
Estabas cómodamente sentado
Estabas cómodamente sentado
Sobre un oso negro.
Arrancabas con tus dedos brillantes
Jirones de piel contra un cielo de sangre
Y mientras creabas un mundo nuevo.
Nevaba.
Simio quieres una esposa blanca
Simio deseas unos senos menudos
Simio te gustan las camas de las mujeres
Simio feo simio pobre simio sin cerebro
Ninguna mujer puede sonreír entre tus manos
Elige bien a tu hembra simio.
(Del libro GRITOS- 1953)
Las ciegas maquinaciones de tus manos
Las ciegas maquinaciones de tus manos
Sobre mis senos estremecidos
Los lentos movimientos de tu paralizada lengua
En mis patéticas orejas
Mi belleza toda ahogada en tus ojos sin pupilas
La muerte en tu vientre comiéndose mi cerebro
Todo esto hace de mí una extraña damisela.
Hombre enfermo de mil hipos
Hombre alterado por las ideas que le dicta
Le dicta su sombra que le sigue sin descanso
Dispuesta a engullirlo durante una ausencia del sol
Dispuesto a erigirse en dueña de su carne
Dispuesta a arrastrarlo por el espacio
Hombre sin raíces convertido en astro
(Del Libro: Gritos 1953)
Invítame a pasar la noche en tu boca
Invítame a pasar la noche en tu boca
Háblame de la juventud de los ríos
Aprieta mi lengua contra tu ojo de cristal
Ofréceme tu pierna como ama de cría
Y después durmamos, hermano de mi hermano,
Pues nuestros besos mueren más aprisa que la noche.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
He visto cómo crecía mi rojo vello eléctrico
He visto cómo crecía mi rojo vello eléctrico
Desde mi vientre hasta mi garganta desplumada de pájaro
Y me he reído.
He visto cómo la humanidad vomitaba en la pila inestable de la iglesia
Pero sigo sin comprender a mi corazón.
He visto al camello en camisa partir sin lágrimas para La Meca
Junto a mil y un mercader de arena y al monstruo escamoso de las negras multitudes
Pero no les he podido seguir
Pues la pereza se ha impuesto a mi fervor
Y la rutina ha recuperado su danza dislocada
Como la de los dedos del pie.
Vivimos pegados al techo
Sofocados por los rancios vapores que desprende la vida cotidiana
Vivimos incrustados en las más bajas profundidades de la noche
Resecadas nuestras pieles por el humo de las pasiones
Giramos alrededor del polo lúcido del insomnio
Sostenidos por la angustia separados por el éxtasis
Viviendo nuestra muerte en el gollete de la tumba.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
Soy la noche
Soy la noche
Esta noche de espacio congelado por la fría imbecilidad de la luna
Soy el dinero
El dinero que llama al dinero sin saber por qué.
Soy el hombre
El hombre que aprieta el gatillo y dispara la emoción
Para vivir mejor.
Todas las mañanas un águila enfebrecida
Afila su pico
En mi piel de rabino
Llena de granos.
Todas las campanas toca a muerto
Cuando el águila se duerme
Sin dar de comer ni a los pobres ni a los perros
Que mendigan sin cesar en las puertas de la felicidad
A la que tanto adoran.
Todos los hombres escuchan cómo mi pie derecho proclama
las reglas del juego aventurado de la muerte
En el que participan el hombre y el águila
Contra Dios.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
Lo negro me cerca
Lo negro me cerca
Ayudadme
Mis ojos abiertos a la vacía desesperación de los horizontes marinos
Estallan en mi cabeza
Ayudadme
Los murciélagos de cuerpo mohoso
Habitantes del cerebro atormentado de los monjes
Cuelgan de mi lengua cremosa
De mi lengua amarilla de mujer prevenida.
Ayudadme, vosotros que veis
Y se multiplicarán vuestros días
A pesar de vuestros pecados no perdonados
A pesar del espesor de vuestras noches en vuestras bocas
A pesar de vuestros hijos iniciados en el mal
A pesar de vuestras camas.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
Quiero dormir contigo codo con codo
Quiero dormir contigo codo con codo
Entremezclados los cabellos
Anudados los sexos
Con tu boca por almohada
Quiero dormir contigo espalda con espalda
Sin aliento que nos separe
Sin palabras que nos distraigan
Sin ojos que nos mientan
Sin ropas
Quiero dormir contigo seno contra seno
Exaltada y sudorosa
Relumbrante de estremecimientos
Devorada por una loca inercia del éxtasis
Descuartizada sobre tu sombra
Martilleada por tu lengua
Morir feliz entre tus dientes picados
De conejo.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
He encontrado una mandrágora
He encontrado una mandrágora
Donde se a derramado tu sangre
Donde se ha ahorcado mi amada
Donde e visto cómo tu cabeza se desprendía
Donde la tierra renace.
Sin brazos para frenar su caída
Ella bailaba con pasos desiguales
Con sus pies entumecidos pues su sombra
Bizqueaba.
He recogido la mandrágora
En cuya frente escamosa había sólo un ojo
El otro le colgaba de su pie estirado
Y su boca cavernosa me soliviantaba
Pero amor mío es sorprendente
Cómo se te parecía.
He devuelto la mandrágora
A la tierra en la que antaño vertía mis lágrimas
Mas ella huía cada vez que el sol declinaba
Y sus pies no paraban nunca
De bailar.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
No hay palabras
No hay palabras
Solamente pelos
En el mundo sin verdor
Donde mis senos reinan
No hay gestos
Solamente mi piel
Y las hormigas que bullen entre mis piernas untuosas
Llevan máscara de silencio mientras trabajan
Llegan la noche y tu éxtasis
Y mi cuerpo profundo ese pulpo sin pensamiento
Engulle tu sexo agitado.
Durante tu nacimiento.
Un nido de vísceras
Sobre el árbol reseco de tu sexo
Un negro ciprés se alza en la eternidad
Velan a los muertos que alimentan sus raíces
Dos ladrones crucificados sobre chuletas de cordero
Se burlan de un tercero que, cumplida su misión,
Se come su cruz de carne
Asada.
(Del Libro DESGARRADURAS- 1955)
LOS OJOS DE LOS AMIGOS
Buscaba tu corazón bajo un montón de escombros
Un extraño perfume hirsuto y previsor
Rebuscaba a mi alrededor sin apagar su puro gris
Platos recalentados pasaban ante mi nariz
Lígulas lamas plumas lilas
Tentáculos que aprietan con más fuerza que una enfermedad
Recuerdos incomestibles grabados con desnudos de rodillas caderas
Inmuebles del pasado carcomidos por la demencia
Otros más conformistas maquillados con polvo de arroz
Decoraban sus muebles con pompa y encajes ceremoniosos
Buscaba tu corazón bajo un montón de grasientos papeles
Pero el perfume de tu amor apagó su puro en el alfombra
Y sola me quedé con las cenizas de una broma ingeniosa.
(Del libro RAPACES 1960)
VER
Ver tu corazón majestuoso de piedad
Sollozando solitario estrangulado por el sueño
Único punto sensible en tu insípido cuerpo obeso
Ver tu corazón para oírlo mejor
Ver tus pensamientos revoloteando sobre tus ojos perfumados
Tristes a causa de la prolongada melancolía de los siglos
Ver tus pensamientos para masticarlos mejor
Ver los espasmos de tu conciencia rebozaba de alimento
Ver tu cerebro para comprenderlo mejor
Ver pero jamás mirar.
(Del libro RAPACES 1960)
CANCIÓN PARA PIES
Doce pequeños dedos
Crucificados sobre clavos
Doce pequeños dedos
Restregados en el barro
Yo la solitaria
Doblo mis piernas sin rodillas
Tiro mis pies al mar
Y me duermo sobre la arena blanca
Pues suyos son
Los doce pequeños dedos.
(Del libro RAPACES 1960)
El olor de la justicia
El olor de la justicia
El olor de la paciencia sobrehumana
De las bestias de piel a rayas tras los barrotes
De la suerte
El olor del miedo
El olor de los excrementos sobre las tumbas
De los pobres
La casa de fieras de la policía
La crueldad de los niños
Y ese olor complejo que es la libertad
Mezcla de amoniaco
Melaza
Y transpiración.
(Del libro RAPACES 1960)
AZUL COMO UN DESIERTO
Felices son los solitarios
Aquellos que siembran el cielo en la ávida arena
Aquellos que buscan lo viviente bajo las polleras del viento
Aquellos que corren jadeando detrás de un sueño evaporado
Porque ellos son la sal de la tierra
Felices son las atalayas sobre el océano del desierto
Aquellos que persiguen el fennec detrás del espejismo
El alado sol pierde sus plumas en el horizonte
El eterno verano se ríe de la tumba mojada
Y si un fuerte grito resuena en las postradas rocas
Nadie lo escucha nadie
El desierto siempre aúlla bajo un cielo impasible
El ojo inmóvil sobrevuela solo
Como el águila al alba
La muerte se traga el rocío
La serpiente sofoca a la rata
El nómade bajo su carpa oye el ulular del tiempo
Sobre la grava del insomnio
Todo está allí esperando por una palabra ya indicada
En otra parte.
(Del libro RAPACES 1960)
EL RECLINATORIO
Posada en un seno de caoba una paloma
Meditaba
Su pico lo borraba un viento maléfico
Las alas le colgaban del cuello
La paloma meditaba
El seno se despierta y se come al pájaro pensativo
A pesar de la poderosa mirada de la paloma
Aunque no tuviera mucho apetito
A pesar de la medicación
De la paloma.
(Del libro RAPACES 1960)
LOS MUERTOS CON CABEZA DE PERRO
Sé que los que mueren durante el coito se transforman y aprenden de nuevo a sufrir
Cuando la luna saca su verga de ojos de lluvia
Se restriegan sobre sus llagas giran y parecen desfallecer
Poseídos por el vacío
Dislocados perdidos
Ocupan el aire con sus miembros abren sus bocas gritan
Brotan perlas de sus hermosos muñones
La leche mana
Mas una fina lluvia infla los cielos en los que nada la podredumbre
Ahogando a los muertos de endomingados ojos
Ahogando a los tiranos que se disputan la eternidad
Haciendo que hombres y bienes
Mujeres niños hombres perros perros con cabeza de hombre
Todos esos perros de hombres
Esos bienes de hombres
Floten en la fibrosa sopa
De la nada.
(Del libro RAPACES 1960)
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