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248. POESÍA MÁS POESÍA: ALAIDE FOPPA

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BIOGRAFÍA DE LA POETA ALAÍDE FOPPA

Dice la poeta Sandra Lorenzano de Alaíde Foppa:

Hace diez años, cuando conmemorábamos veinte de la desaparición de Alaíde, recibí una de esas llamadas que el destino cruza en nuestro camino y lo transforma. Era de mi amiga Lucero González invitándome a hacer un artículo que recuperara fotografías y recuerdos, que recordara voces y palabras de la intelectual, activista, traductora, poeta y profesora, desaparecida a manos de la dictadura guatemalteca. Fuimos entonces a casa de Laura, a revisar viejos álbumes, a escuchar anécdotas familiares, a desgranar juntas la melancolía de las ausencias.

No sé si el artículo que entonces armamos para el volumen 22 de Debate feminista da cuenta de la fascinación que a partir de ese momento me ató a esta mujer comprometida, risueña, brillante y amorosa; una mujer que hasta antes del encuentro con Laura y Mariana, su hija y una de sus nietas, había sido para mí solamente unos pasos veloces corriendo al salón en que daba clases en la Facultad de Filosofía y Letras, los comentarios de quienes ya habían tomado alguno de sus cursos, y después el dolor y la impotencia de todos al saber de su desaparición. Figura terrible la del “desaparecido” que ya entonces me resultaba a la vez familiar e incomprensible. El no tener un lugar donde esté enterrado nuestro muerto querido, no saber dónde ir a recordarlo o a dejarle flores, es arrancarle a alguien el derecho a su propia muerte, y a quienes nos quedamos de este lado, la posibilidad de cumplir uno de los mínimos rituales de la memoria que nos hacen quienes somos.

La muerte anónima es la consumación del despojo de identidad que se proponen los aparatos represivos; despojo que busca hacer desaparecer el cuerpo y la biografía de cada uno de los seres que entra al infierno. “Porque el crimen radica no sólo en la vejación de los cuerpos, en su aniquilación física, sino, más perverso aún, en dejar a un ser humano sin su propia muerte, en despojarlo de aquello que lo devuelve, paradójicamente, a su condición…” de ser humano”. (Forster p.39)

Alaíde salió una mañana en la ciudad de Guatemala hace 30 años. Dicen que, tal vez, fuera al mercado. Dicen que hacía frío esa mañana del 19 de diciembre de 1980. Dicen que murió al tercer día. Torturada. Tenía 67 años.

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Lo cierto es que Alaíde es una desaparecida desde hace 30 años. Una más en tierra de violencias y dolores. Una más. La nuestra. Su cuerpo no apareció en las fosas comunes; su figura elegante, esbelta, inquieta nunca fue huesos queridos para que sus hijos acaricien y entierren bajo alguno de los árboles que tanto le gustaban. Por eso es más fuerte el peso de la memoria: porque es nuestro espacio del reencuentro, el que nos habla de su voz y del brillo de sus ojos. Ésos a los que ella les había cantado en Elogio de mi cuerpo.

Alaíde Foppa Falla (Barcelona, 3 de diciembre de 1914-Ciudad de Guatemala, detenida y desaparecida el 19 de diciembre de 1980), fue una poeta, escritora, activista feminista, crítica de arte, profesora y traductora1​ guatemalteca que vivió exiliada en México, donde escribió gran parte de su obra poética.3​ En 1976, fue cofundadora de la revista feminista Fem, con importante repercusión en América Latina. Fue desaparecida por el Estado de Guatemala en 1980.

Nació en Barcelona, aunque tenía la ciudadanía guatemalteca. Su padre, Tito Livio Foppa, era un periodista italo-argentino y su madre, Julia Falla, era una pianista guatemalteca proveniente de una familia hacendada.

Tito Livio Foppa en la epoca de La Argentina ca. 1928 - Poesia Online
Tito Livio Foppa en la época de La Argentina (1928), padre de Alaíde.

Creció viajando y vivió en diferentes países con su familiaː Bélgica, Francia e Italia. Vivió un tiempo en Argentina y después en Italia, donde cursó sus estudios de secundaria. Realizó el bachillerato en Bélgica e inició sus estudios universitarios en Italia. Asistió en Roma al Departamento de Letras y de Historia del Arte, donde también aprendió a hablar italiano con fluidez. Trabajó durante varios años como traductora y escribió entonces sus primeros poemas en italiano.

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En 1943, llegó a Guatemala, en vísperas del fin de la dictadura de Jorge Ubico y se identificó con el nuevo proceso político, razón por la que en 1944 asumió la nacionalidad guatemalteca. Colaboró activamente en la revolución: fue voluntaria en un hospital y participó en campañas de alfabetización.

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Conoció y se casó con Alfonso Solórzano, un hombre rico que había estudiado derecho en Alemania y fundó el Partido Guatemalteco del Trabajo. Solórzano fue juzgado como militante de la izquierda radical y se vio forzado a dejar Guatemala, momento en que la pareja se exilió en México, donde nació su primer hijo, Julio Solórzano Foppa.

En la época de su primer exilio en México, fue docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que ejerció la cátedra de literatura italiana y de sociología.

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Alaíde con sus hijos, Julio y Mario Solórzano Foppa, en el verano de 1947, en algún punto de los Alpes franceses.Foto cortesía de Julio Solórzano, Archivo Alaíde Foppa

Posteriormente, Solórzano fue nombrado cónsul en París y se fueron a vivir allí. En la capital francesa, nacieron otros dos de sus cinco hijos.

Durante la década de los setenta, algunos de sus hijos se involucraron con la guerrilla guatemalteca, específicamente con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).

En 1950, regresó a Guatemala junto con su familia, pero cuatro años después tuvieron que salir nuevamente al exilio, tras el derrocamiento del gobierno del coronel Jacobo Árbenz Guzmán en junio de 1954. Alaíde se dirigió de nuevo con su familia a México, donde vivió hasta su último viaje a Guatemala en 1980, donde desapareció.

El año 1980 fue trágico para Alaíde Foppa: su hijo Juan Pablo, que militaba en la guerrilla del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), murió en Nebaj (departamento de El Quiché),​ y su esposo Alfonso Solórzano, abrumado al enterarse de la noticia, salió desorientado a la calle y murió atropellado en la avenida Insurgentes de la Ciudad de México. La tristeza que tales eventos provocaron en ella la hicieron escribir algunas de sus poesías más sentidas.

Alaíde Foppa fue una pionera en el feminismo desde todos los ámbitos en los que ella intervino. Vivió ese compromiso desde su puesto como profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde ocupó la primera cátedra de sociología de la mujer en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. El curso se llamó, en principio, “Sociología de las minorías”, y fue el primer curso de sociología sobre las mujeres en una universidad latinoamericana.​ Según Elena Urrutia, el término mujer habría aterrorizado a algunos, en esa época. Desde esa tribuna, Alaíde formó a varias generaciones de estudiantes en el pensamiento feminista.

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En 1972, colaboró en la creación, produjo y estuvo al frente del Foro de la Mujer,​ programa radiofónico transmitido por Radio Universidad en México durante varios años. Fue un programa precursor en facilitar el espacio para abordar temas feministas en la radio mexicana para debatir las desigualdades de la sociedad mexicana, la violencia y la forma en que la violencia debe tratarse como un asunto público y no privado, y para explorar la vida de las mujeres.

Desde sus micrófonos se entrevistaron y escucharon diversidad de voces de mujeres, como la activista y sindicalista Benita Galeana, la psicoanalista Marie Langer, la escritora Elena Poniatowska o la feminista Marta Lamas. También se escucharon los testimonios de las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina, de Rigoberta Menchú y el sufrimiento de las mujeres y los indígenas guatemaltecos bajo la dictadura11​ y la labor de otras mujeres en Latinoamérica.

En 1976, fundó junto a Margarita García Flores y Elena Urrutia, la revista Fem​ y Elena Urrutia, la primera revista semanal feminista de América Latina, referente de los movimientos feministas y de la lucha por los derechos humanos.

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Como traductora, apoyó la divulgación de artículos de autoras feministas como Simone de Beauvoir, Dacia Maraini y Gisele Halimi, publicados en la revista Fem. El primer número salió un año después del Año Internacional de la Mujer y de la celebración de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, que se celebró en México en 1975.

Alaíde sacó adelante el proyecto editorial financiándolo con sus propios recursos y organizando subastas con las obras de sus amigos pintores: Francisco Corzas, Francisco Toledo, José Luis Cuevas, Felipe Ehrenberg, Fanny Rabel y Arnold Belkin, para no recurrir a la publicidad comercial. El equipo de redacción se reunía en su casa cada semana, en las calles de Hortensias y Camelia, en la colonia Florida.

Como crítica de arte, Alaíde incorporó el pensamiento feminista en este terreno: organizó exposiciones y convocó debates para discutir la posibilidad de “producir un arte feminista”. En noviembre de 1977, organizó en el Museo de Arte Carrillo Gil una exposición de mujeres pintoras, escultoras, fotógrafas y ceramistas para la cual escribió el catálogo de presentación.

Como crítica de arte, durante su estancia en México, promovió la actividad de numerosas artistas plásticas que luchaban por avanzar en su medio profesional, y lo hizo tanto por medio del Instituto Nacional de Bellas Artes, del que fue asesora, como de la revista Fem.

Laura 3 - Poesia Online

Foppa también participó con regularidad en eventos de Amnistía Internacional y se integró activamente a la Agrupación Internacional de Mujeres contra la Represión (AIMUR).[cita requerida] Igualmente, junto a otras personas de la comunidad intelectual guatemalteca, denunció al gobierno por violaciones de derechos humanos, y su nombre empezó a aparecer en las listas de subversivos.

Alaíde Foppa viajó a Guatemala en 1981 a renovar su pasaporte guatemalteco porque al parecer estaba vencido. Según contó Elena Poniatowska, Foppa “decidió poner el tiempo que a ella le restaba al servicio de la guerrilla guatemalteca. Abandonó la casa de Hortensias en la colonia Florida y repartió sus muebles y sus cuadros. No divulgó sus intenciones, pero nació en ella la inmensa, la honda esperanza de serles útil a los guerrilleros guatemaltecos que la visitaban en su casa”.

El 19 de diciembre fue secuestrada en pleno día, en la 9.ª avenida de la zona 1 de la Ciudad de Guatemala, y desapareció sin dejar rastro.1​ Se corrió el rumor de que cuerpos paramilitares que operaban dentro del gobierno siguieron las órdenes del general Fernando Romeo Lucas García y fueron los responsables de su desaparición y más tarde de su asesinato, pero no pudo comprobarse. Organismos internacionales y grupos de intelectuales de Francia, Estados Unidos y México exigieron que fuera regresada con vida, pero sus demandas no tuvieron éxito.

En 1999, su hijo mayor, Julio, residente en México, realizó una campaña internacional para tratar de encontrar sus restos y a los culpables de su muerte. En diciembre de ese año, los hijos de Alaíde Foppa pidieron a la Audiencia Nacional de España que abriera una investigación. Aunque se abrió un caso, las autoridades guatemaltecas no respondieron.​

El 17 de junio de 2009, Julio Solórzano Foppa, de la Fundación  de Antropología Forense de Guatemala e hijo de Alaíde, fue sometido a una prueba de ADN para identificar los restos de su hermano Juan Pablo, quien murió en un enfrentamiento en Nebaj, Quiché, y que habían sido enterrados como XX en el Cementerio La Verbena.

En 2010, la familia de Foppa, el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y el Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (CERIGUA) y otras organizaciones pidieron que las autoridades guatemaltecas iniciaran una investigación sobre la desaparición de Foppa.

Alaide Foppa1 - Poesia Online
Con sus cinco hijos

 

En 2012, la Comisión Inter americana de Derechos Humanos (CIDH) presentó una denuncia contra la inacción de Guatemala en este caso, ya que seguía sin haber ningún avance en el caso y sin conocimiento sobre el paradero de Alaíde Foppa.​ “Nosotros necesitamos saber  qué paso con nuestra madre”, dijo su hijo y que podría culpar a Donaldo Álvarez Ruiz, ministro de Gobernación de Lucas García.​ Hasta ese momento se desconocía el paradero de sus restos, ya que las investigaciones  nunca avanzaron.

Se dijo que habían aparecido finalmente en el cementerio de La Verbena, en la Ciudad de Guatemala.

PUBLICACIONES

Poesía

  • El ave Fénix: Las palabras y el tiempo. España (1945).
  • Poesías. México (1945).
  • La sin ventura. México (1955).
  • Los dedos de mi mano. México (1958).
  • Aunque es de noche. México (1959).
  • Guirnalda de primavera. México (1970).
  • Elogio de mi cuerpo. México (1970).
  • Poesía. Guatemala: Serviprensa Centroamericana (1982).

Ensayo

  • La poesía de Miguel Ángel. México (1966).
  • Confesiones de José Luis Cuevas. México (1975).

Antologías

  • British and world literature for life and work. EUA (1997)
  • Para conjurar el sueño: poetas guatemaltecas del siglo XX. Guatemala (1945)
  • A secret weavers anthology: sel from the secret weavers series: Writing by latin. EUA (1998)
  • Rosa palpitante: sexualidad y erotismo en la escritura de poetas guatemaltecas nacidas en el siglo XX. Guatemala (2005)

 

SELECCIÓN DE POEMAS DE ALAÍDE FOPPA

MUJER

Un ser que aún no acaba de ser,
No la remota rosa angelical,
que los poetas cantaron.
No la maldita bruja que los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada prostituta.
No la madre bendita.
No la marchita y burlada solterona.
No la obligada a ser buena.
No la obligada a ser mala.
No la que vive porque la dejan vivir.
No la que debe siempre decir que sí.
Un Ser que trata de saber quién es
Y que empieza a existir.

 

MUJER

Gracia ondulante
de esquiva adolescencia:
como llama escondida,
tiende todo tu anhelo
hacia el futuro intacto
ni siquiera pensado.
Oh ansiosa criatura
A quien nada detiene,
Hasta temes ahora
El peso de un anillo.
Llega el amor,
y frena tu deseo
el miedo de cerrar
la esperanzada espera:
amor es rumbo ciego
hacia un solo destino,
que impide otro camino.
Criatura cautiva
de tu misma esperanza
y de tu libre anhelo.
No hay libertad.
ya tu paso cansado,
el aliento en suspenso
y tu pesado vientre
te enseñaron un día
que la esperanza estaba
en sangre sepultada.
Oh, dócil criatura
es la fecundidad
callada servidumbre.
Esa alegría
del parto, para siempre
te deja desunida.
Ya no cabe en ti sola
esperanza tan grande
y crece tu dolor
en una tierra nueva.
Partida criatura,
escondes en tu pecho
una granada abierta.
Niña ante la ventana
con la rosa en la mano,
tierna grávida esposa,
ansiosa enamorada
o desvelada madre
que va hilando su tela
de esperanzas y anhelos,
criatura incompleta
apenas es tu vida
una insegura espera.
Del libro Aunque es de noche.

 

ELLA Y EL TIEMPO

Medido
en el ritmo presuroso o calmo
de su suspiro,
en el fluir de su sangre perenne,
en su parpadear silencioso,
en el orden de su sueño,
en su desvelo,
en su larga espera,
en sus vagos recuerdos,
el tiempo
invisible río,
la arrastra sin defensa
a un mar desconocido.
Para verse un instante
en el claro lago de la felicidad,
quiso detener su curso,
mas la corriente se llevaba
la desvanecida imagen.
Y no hay para ella
un agua quieta
donde hallar de nuevo
el candor de su rostro infantil,
el esplendor de su mirada joven,
reflejados un día
en espejos empañados.
Turbia corriente,
el tiempo
lo confundió todo.
¿Quién dijo
que es breve la vida?
Si nunca acaba,
si cada hora
es apenas una lenta gota,
y es tan largo el día
que hasta le cabe la muerte.
¿Quién dijo que es larga la vida?
Si es tan breve,
tan estrecha,
tan incompleta y fugitiva,
que no le cabe casi nada
de todo lo esperado.
Era tan extraño su tiempo,
que ella vivía sin presente,
adormilada
en confusas memorias,
o perdida
en vagos ensueños,
en hábiles y acariciantes fantasías
en las que no creía.
Sólo sobre su piel pasaba
ese presente vacío.
Como un animalito paciente,
se anidaba
cerca de sus ojos,
en la comisura
levemente amarga
de sus labios,
consumiéndola
sin que se diera cuenta.
Pero alguna vez
se vistió de esperanza
el tiempo.
Levantada entonces
sobre su incierto presente,
ella vivió en la aurora
por un momento.

 

ELLA Y SU CUERPO

Rara vez le pareció
que le quedara bien
su cuerpo.
De niña,
era un cuerpo tan breve
que la obligaba
a mirar siempre desde abajo,
a esperar que sus padres
la tomaran en brazos
para verles
el rostro de cerca,
para tocarles los cabellos,
a esperar el abrazo
de su madre
para recostarse
en su pecho suave.
Ella, desde su estatura,
sólo podía abrazarle
las rodillas duras.
Luego,
fue un cuerpo inquieto,
a menudo doliente,
castigado
por persistentes fiebres,
un cuerpecillo insignificante
del que surgía un rostro pálido.
Y cuando un día
pareció vestirse de fiesta
de la adolescencia
ella creyó que se lo reprochaban.
Apenas asomaba la alegría
en el ritmo ligero de su paso
en el sonido claro de su voz,
en el brillo de sus ojos,
oscuros peligros acechaban
ese florecer extraño.
¿Tenía derecho a vestirse de fiesta
en un mundo enlutado?
¿Podía llevar su pie danzante
por un camino de espinas?
Quizás
su mismo cuerpo
era un vestido ajeno.
Por eso tuvo extrañas aventuras
el joven cuerpo lastimado:
iba al abrazo
como a un naufragio
y volvía como un sobreviviente
milagrosamente salvado.
En la fuga
se encontraban de nuevo
ella y su cuerpo
sin saber de qué huían.
No sabía entonces
que era
una tierna parte de sí misma,
tierra pródiga
donde su vida florecía;
y qué tan dulce
como el viento de primavera
era su aliento misterioso
tan ricas como las ramas
del árbol verdecido,
sus manos,
y más luminosos
que los astros del firmamento
sus grandes ojos abiertos.

 

ELLA Y EL MIEDO

Creció con ella
subrepticio
recóndito
con apariencias tan cambiantes
que nadie lo reconocía.
Ni ella misma
que se creía valiente.
No iba acompañado
de monstruos o fantasmas,
no surgía
de cuartos oscuros
ni de abismos.
Invisible temblaba
en su palabra tímida,
se volvía un velo
ante el paisaje luminoso,
una barrera
ante el fruto apetecido,
una sonrisa
ante la decepción.
Paralizaba la mano
que iba a tenderse
hacía una mano amiga.
Bajaba por los párpados
sobre la mirada
en que por un instante
brillaría la dicha.
Aunque era una niña quieta,
tenía miedo
de hacer ruido
porque alguien dormía a su lado.
Tenía miedo
de correr por la casa solitaria
donde sus pasos despertaban
resonancias extrañas.
como era una niña silenciosa
tenía miedo de cantar,
porque su voz despertaría
resonancias extrañas
en su alma solitaria.
Y temía las palabras,
las duras palabras que hacen daño
y las dulces palabras
que querían anidarse
en su corazón erizado.
Las palabras de los otros
y las suyas.
Miedo de lastimar
y miedo
de ser lastimada.
y si la asustaban
las puertas cerradas
a las que no osaba tocar,
ay, cuánta desazón,
ante una puerta abierta…
Vivía
como en un retrato de juventud:
vestida de baile
adornada de rosas,
fina, dulce y sonriente,
pero inmóvil
en el umbral iluminado
de esa fiesta
donde el miedo
la dejó para siempre detenida.

 

ELLA SE SIENTE A VECES…

Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por los pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
-no corteza vacía-
una imagen que brilla en el espejo
-no sombra que se esfuma-
y una voz clara
-no pesado silencio-
alguna vez escuchada.

 

ORACIÓN

Dame, señor
un silencio profundo
y un denso velo
sobre la mirada.
Así seré un mundo
cerrado:
una isla oscura;
cavaré en mí misma dolorosamente
como en tierra dura
Y cuando me haya desangrado
ágil y clara será mi vida
Entonces, como río sonoro y transparente,
fluirá libremente
el canto encarcelado.

 

OSCURO CANTO

Oscuro canto
que brota
de la honda esperanza
rota,
y del retorno
al círculo cerrado.
Peso escondido
como hijo sin nacer
en el vientre profundo,
apretado nudo
en el lugar del corazón.
Ay, tampoco suena
ni sube
el nocturno canto
hacia el cielo lejano.
Es una voz sorda
que se ahoga en la garganta,
es un grito callado.
Y si sube,
no es un vuelo
en la noche muda,
es sólo una nube de humo
que se pierde en la sombra.

 

PROPICIATORIA

Lenta y plácida
sea la vida que corre por mis venas,
largos sueños y dulces despertares
me asistan,
escuchen mis oídos voces quedas,
mientras crece en secreto
la criatura.
¡Ay, que el llanto no empañe mi pupila!
Que por furtivo anhelo
no tiemblen mis pestañas,
ni perturbantes fantasmas me llamen,
mientras vive en mi seno
la criatura.
¿Cómo puedo estar triste
si la rama florece?
No empañe su mirada,
antes que se abra,
el velo de mis lágrimas.
El alma no me pertenece.
Mañana,
desprendida de mí
la criatura,
irá libre y ligero
mi imprudente paso,
y sin temores,
podré dejarme lastimar de nuevo.
Pero hoy, Señor,
aparta de mi lado
las cosas que me hieren:
tiende un camino de arena fina
bajo mi pie cansado,
defiende mi soledad tranquila
y pon sobre mi frente
una corona matinal
de pensamientos claros.

 

UN DÍA

Este cielo nublado
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.

 

LAS PALABRAS

I
Una infancia
nutrida de silencio,
una juventud
sembrada de adioses,
una vida
que engendra ausencias.
Sólo de las palabras
espero
la última presencia.
II
Casi todo lo espero
de las palabras
sin saber si quiera
lo que prometen
lo que me niegan
lo que está más allá
del eco que despiertan.
No sé
Si nacen en mis labios
o si alguien me las va dictando
en un mudo lenguaje
del que ignoro la clave.
VII
Suelen hablarle al alguien
los poetas.
Se dirigen al pueblo
con una espada reluciente
o con una espiga
en la mano,
cantan dulces canciones
al ser amado,
revelan nuestro asombro
deslumbrantes paisajes
y dejan flores
en su camino.
Y yo,
En mi oscuro nido,
llevo la poesía
como un mal oculto
como un secreto
como un fruto prohibido.
XII
Una poesía
Nació de esta mañana
En el aire claro.
Estaba distraída,
se me fue la mano.
XIII
Quisiera decirlo todo
Con unas pocas palabras
Cotidianas
Y que al decir manzana
Vibraran en el aire
Frescos olores
sabores acidulados
equilibrios formales
memorias
símbolos.
¿Pero
hace falta la palabra
si existe la manzana?
XVI
Perfecta perla
Redonda y dura,
Te he deseado tanto,
Limpia perla
palabra clara.
Y todavía aguarda
mi mano tendida.
XIX
Tendré que aprender
otro lenguaje
hasta encontrar
desde el silencio
la palabra perdida.
Tendré que esperar,
arrepentida de mis palabras,
esa voz ignorada
sólo a un celoso silencio
prometida.
XXV
¿La poesía
es algo que se pueda
decir?
¿Es algo que se pueda
escribir?
Escondida
entre las palabras
revela a veces
su resplandor fugitivo
a quien fielmente
la espera.

 

ELOGIO DE MI CUERPO

1. Los ojos

Mínimos lagos tranquilos
donde tiembla la chispa
de mis pupilas
y cabe todo
el esplendor del día.
Límpidos espejos
que enciende la alegría
de los colores.
Ventanas abiertas
ante el lento paisaje
del tiempo.
Lagos de lágrimas nutridos
y de remotos naufragios.
Nocturnos lagos dormidos
habitados por los sueños,
aún fulgurantes
bajo los párpados cerrados.
* * *
2. Las cejas

Las breves alas
tendidas sobre mis párpados
sólo abrigan
el espacio escaso
en el que flota
una interrogación latente,
al que asoma
un permanente asombro.
* * *

3. La nariz

Casi un apéndice
en la serena geometría
de mi rostro,
única recta
en la gama de curvas suaves,
el sutil instrumento
que me une al aire.
Cándidos olores
acres aromas
densas fragancias
de flores y de especias
-desde el anís hasta el jazmín-
aspira trepidante
mi nariz.

* * *
4. La boca

Entre labio y labio
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
* * *

5. Las orejas

Como dos hojas
de un árbol ajeno
nacen a los lados
de mi cabeza.
Por el tallo escondido
se desliza
la opulencia
de los sonidos,
me alcanzan
las vivas voces
que me llaman.

* * *

6. El pelo

Dulce enredadera serpentina,
única vegetación
en la tierra tierna de mi cuerpo,
hierba fina
que sigue creciendo
sensible a la primavera,
ala de sombra
contra mi sien,
leve abrigo sobre la nuca.
Para mi nostalgia de ave
mi penacho de plumas.
* * *
7. Las manos

Las manos
débiles, inciertas,
parecen
vanos objetos
para el brillo de los anillos,
sólo las llena
lo perdido,
se tienden al árbol
que no alcanzan,
pero me dan el agua
de la mañana,
y hasta el rosado
retoño de mis uñas
llega el latido.
* * *

8. Los pies

Ya que no tengo alas,
me bastan
mis pies que danzan
y que no acaban
de recorrer el mundo.
Por praderas en flor
corrió mi pie ligero,
dejó su huella
en la húmeda arena,
buscó perdidos senderos,
holló las duras aceras
de las ciudades
y sube por escaleras
que no sabe a donde llegan.
* * *
9. Los senos

Son dos plácidas colinas
que apenas mece mi aliento,
son dos frutos delicados
de pálidas venaduras,
fueron dos copas llenas
próvidas y nutricias
en la plena estación
y siguen alimentando
dos flores en botón.
* * *

10. La cintura

Es el puente cimbreante
que reúne
dos mitades diferentes,
es el tallo flexible
que mantiene
el torso erguido,
inclina mi pecho
rendido
y gobierna el muelle
oscilar de la cadera.
Agradecida
adorno mi cintura
con un lazo de seda.
* * *
11. El sexo

Oculta rosa palpitante
en el oscuro surco,
pozo de estremecida alegría
que incendia en un instante
el turbio curso de mi vida,
secreto siempre inviolado,
fecunda herida.
* * *

12. La piel

Es tan frágil la trama
que la rasga una espina,
tan vulnerable
que la quema el sol,
tan susceptible
que la eriza el frío.
Pero también percibe
mi piel delgada
la dulce gama
de las caricias,
y mi cuerpo sin ella
sería una llaga desnuda.
* * *
13. Los huesos

Alabo
el tibio ropaje
la apariencia
el fugitivo semblante.
Y casi olvido
la obediente armazón
que me sostiene,
el maniquí ingenioso,
el ágil esqueleto
que me lleva.
* * *

14. El corazón

Dicen que es del tamaño
de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha
todo esto.
Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.
* * *
15. Las venas

La floración azulada
de las venas
dibuja laberintos
misteriosos
bajo la cera de mi piel.
Tenue hidrografía
apenas aparente,
ágiles cauces que conducen
deseos y venenos
y entrañable alimento.
* * *

16. La sangre

Secreto corre el torrente
de mi sangre rápida.
Inmenso es el río
que en subterráneos meandros
madura
y nutre el ámbito
de mi vida profunda.
La cálida corriente
que me inunda
en la flor de la herida
se derrama.
* * *
17. El sueño

En tan blando nido
mi corazón descansa,
ni lo asombran
los perdidos fantasmas
que se asoman.
Pasa por mi sueño
la ola calma
de mi respiro.
En tanto olvido
el tiempo de mañana
se prepara,
mientras estoy viviendo
efímera muerte.
* * *

18. El aliento

No se de donde viene
el viento que me lleva,
el suspiro que me consuela,
el aire que acompasadamente
mueve mi pecho
y alienta
mi invisible vuelo.
Yo soy apenas
la planta que se estremece
por la brisa,
el sumiso instrumento,
la grácil flauta
que resuena
por un soplo de viento.

 

El TIEMPO

¿El tiempo
es el olvido
o es la escasa memoria
de una historia inconclusa?
¿Es lo perdido,
o es lo poco
que no arrastró
el turbio río?
Urde su tela
el tiempo
para destruirla
cada día.
Es un devorador paciente;
consume el deseo,
agota lentamente
la esperanza,
y si algún día
se alcanza
lo que parecía desearse
tanto,
ya el tiempo
ha estado desgastando
sin descanso
lo esperado,
y se da solo
el desencantado encuentro
entre un deseo
por el tiempo
consumido
y algo que el tiempo
ha vulnerado.

II
El tiempo
es la espera
de un mañana improbable
o de una fecha segura
que llega
y pasa
y engendra
otra espera.

III
Dices que es tarde
¿Porqué?
Dices que es tarde
¿Para qué?
El tiempo
no lo mide el sol,
ni se lo lleva el viento.
Mira cómo lo gastan
tus manos
sin darse cuenta.

IV
Llegué siempre tarde,
y me sigo nutriendo
de urgente futuro
de tiempo inexplorado
de riesgos y esperas,
como si fuera cierto
que renacieran los días.

VI
¿Es por exigirle
demasiado al tiempo?
¿Por haberlo querido
ensanchar, comprimir
agotar, multiplicar?
¿Es por no haber sabido
respetar su medida?
¿Es por la absurda esperanza
de rescatar
el tiempo perdido?
¿Es por eso el cansancio
de cada día?

XI
Vivimos
en el olvido
y no sólo se olvidan
las llaves
el pañuelo
la carta
la cita,
también se olvida
el secreto,
y se pierde el pasado
inadvertidamente.

XII
Viviste tanto tiempo
sin que nadie
te reconociera,
llevabas un velo
sobre tu rostro
resplandeciente.
Y ahora
que te lo has quitado
ya nadie te reconoce.
Ha pasado tanto tiempo.
XIII
Hasta mi mano
Se está marchitando.
El tiempo,
Que tardó tanto
en hacerla
un instrumento
tan fino,
ya empezó a gastarla
imperceptiblemente.

XV
Algo
se me ha caído
de la mano
y no quiero
mirar hacia atrás
para buscar la huella
de lo que no supe retener.

Del libro Las palabras y el tiempo.

 

SOLEDAD

Una mujer sola
es un suelo sin sol,
una mujer oscura
entre ofuscados recuerdos,
sin el consuelo de su voz
una mujer muda
en un mundo cerrado
una estatua de sal
en espera del derrumbe.

 

MUJER EN LA VENTANA

Encerrada en domésticos
días grises
logra escaparse por la ventana;
vuela con la bandada de pájaros
que surca de repente su cielo,
descansa en nube,
mira el árbol y tiembla
en el viento de otoño
como si fueran suyas
las hojas amenazadas.

 

UNA POESÍA

Hace muchas días
llevaba escondida
una poesía.
¡Qué mal tan sutil,
qué pena constante
vivía escondida en el alma mía!
Hace muchas noches
yo oía cantar una poesía,
yo sola escuchaba
esa voz tan clara
que estaba encerrada
en el alma mía.
Y fue esta mañana
cuando de repente una poesía,
desde mi ventana,
leve se escapó;
no sé si estoy triste
porque ya no es mía.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

 

 

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