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BIOGRAFÍA DE ATAHUALPA YUPANQUI
Atahualpa Yupanqui es el nombre artístico de Héctor Roberto Chavero, nombre quechua en homenaje al emperador de los incas que significa “el que viene de lejanas tierras para decir algo”. Cantautor, guitarrista, poeta y escritor, es considerado el más importante poeta renovador de la música folclórica argentina. Sus canciones han sido interpretadas por cantantes como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Jairo Andrés Calamaro, Divididos, Soledad, Suma Paz y Miguel Oscar Menassa, entro otros muchos. Influyendo en cantautores como Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez.
Atahualpa Yupanqui nació en el Campo de la Cruz, a dos kilómetros de Juan A. de la Peña, en el Partido-Municipio de Pergamino, en el interior de la Provincia de Buenos Aires, el 31 de enero de 1908, Argentina.
Su padre José Demetrio Chavero, argentino oriundo de Monte Redondo en la provincia de Santiago del Estero, tenía antepasados quechuas y era empleado del ferrocarril donde trabajaba como telegrafista y también se dedicaba a la doma de caballos. Su madre Higinia Carmen Haran, también argentina, tenía antepasados argentinos y vascos.
A los dos años a su padre lo destinan a la estación de Peña y allí transcurre su primera infancia hasta los 9 años, en la casa frente a la estación. A los 9 años la familia se traslada a Agustín de Roca donde estudia violín con el cura del pueblo, el padre Rosaénz. En Junín aprendió a tocar la guitarra con el concertista Bautista Almirón, con quien vivió durante un tiempo. Cuando volvió a su pueblo, viajaba todos los días 16 km en caballo para tomar sus clases. Con su maestro descubrió la música de Sol, Albéniz, Granados y Tárrega así como las obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumman.
“Los días de mi infancia transcurrieron de asombro en asombro, de revelación en revelación”, dirá Atahualpa Yupanqui.
En 1917 durante unas vacaciones en la provincia de Tucumán descubrió una nueva música con sus propios ritmos, la zamba y sus propios instrumentos: el bombo y el arpa india.
Cuando falleció su padre, se vio obligado a asumir prematuramente la cabeza de familia. Improvisado maestro de escuela, tipógrafo, cronista y músico, dicen que trabajó de hachero, arriero, entregador de telegramas, oficial de escribanía y periodista, comenzando a escribir poemas y otras colaboraciones literarias para el periódico escolar. Practicó tenis, boxeo y esgrima.
A los 19 años conoce Jujuy, los valles Calchaquíes y el sur de Bolivia y a los 20 años se planta en Urdinarrain, Entre Ríos, con su guitarra, cantando con su lenguaje propio, caminos, paisajes y hechos cotidianos.
Su hondo lirismo y crítica abierta a las condiciones sociales de América Latina, así como su trabajo sin descanso cantando en numerosas ciudades argentinas, le hicieron convertirse en un cantautor de masas, denunciando injusticias y creando esperanzas. Él dijo «el primer deber del hombre es definirse, ubicarse como testigo de un viejo pleito entre la mentira y la verdad».
En enero de 1932 participó en una intentona revolucionaria yrigoyenista (corriente ideológica dentro del radicalismo argentino) por parte de los hermanos Kennedy, que salió derrotada y tuvo que exiliarse, un tiempo en Montevideo (Uruguay) donde trabajó cantando en bibliotecas y escuelas, y después en el sur de Brasil.
En la 1934 vuelve a Argentina. Se establece en Raco, pasa un tiempo en la Ciudad de Buenos Aires para actuar en la radio. Diversos intérpretes empiezan a popularizar sus canciones. Con Mercedes Sosa y Jorge Cafrune grabó sus composiciones que se hicieron muy populares entre los jóvenes que le conocían como Don Ata. Recorre Santiago del Estero, Catamarca, Salta y Jujuy. Y no será la única vez que visite el Altiplano buscando testimonios de las viejas culturas originarias. Se relacionó con un círculo intelectual en torno a la etnografía ya que estaba muy interesado en el estudio de las costumbres y tradiciones de su patria.
“Yo siempre fui un adiós… Un brazo en alto, un yaraví quebrándose en las piedras cuando quise quedarme vino el viento vino la noche y me llevó con ella”. “Andaré por los cerros, selvas y llanos toda la vida arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida.”
Su primer libro de poemas “Piedra Sola” fue publicado en 1941.
En 1945 se afilió al partido comunista y adoptó una postura crítica con respecto al gobierno de Perón, lo que le llevó a ser censurado y encarcelado varias veces.
“En tiempos de Perón estuve varios años sin poder trabajar en la Argentina… Me acusaban de todo, hasta del crimen de la semana que viene. Desde esa olvidable época tengo el índice de la mano derecha quebrado. Una vez más pusieron sobre mi mano una máquina de escribir y luego se sentaban arriba, otros saltaban. Buscaban deshacerme la mano, pero no se percataron de un detalle: me dañaron la mano derecha y yo, para tocar la guitarra, soy zurdo. Todavía hoy, a varios años de ese hecho, hay tonos como el si menor que me cuesta hacerlos. Los puedo ejecutar porque uso el oficio, la maña; pero realmente me cuestan.”
Vida sentimental
Se casó con su prima María Alicia Martínez que ya tenía un hijo de una pareja anterior. Y después tendrán su primera hija Alma Alicia Chavero. Dos años más tarde nacerá su segundo hijo Atahualpa Roberto Chavero al que le sigue Lila Amancay Chavero. Al año siguiente se separaron y la madre con sus cuatro hijos se trasladan a Junín.
En 1942 conoce en Tucumán a la pianista y compositora Nenette Pepín Fitzpatrick con quien mantuvo una relación de 48 años. Como no existía el divorcio en Argentina tuvieron que casarse en Montevideo y con ella tuvo su último hijo Roberto Chavero. Nennete es la coautora de muchas de sus canciones y firmaba como Pablo del Cerro.
Viajó a Hungría, Rumanía, Bulgaria y Checoslovaquia. Se trasladó a Francia, invitado a actuar en París por Édith Piaf a la que conoció en la casa del poeta Paul Éluard. En 1950 es presentado por ésta en el teatro Ateneo con una memorable acogida del público. Consiguió un contrato con una compañía de grabación que publicó su primer LP en Europa, que obtuvo el primer premio como mejor disco en la Academia Charles Cros. Lo que le llevó a viajar por toda Europa en una brillante carrera internacional.
En 1953 desde Europa escribe su nota de desvinculación al partido comunista llamada “Formula una aclaración el artista Atahualpa Yupanqui”. Lo que le hizo más fácil concertar actuaciones en radio a su regreso a Argentina donde vivió entre sus casas de Buenos Aires y Cerro Colorado.
Durante el 63 y 64 realizó una gira por Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel e Italia y en el 67 una gira por España. Después se estableció en París. Sus viajes a Argentina se hicieron menos frecuentes durante la dictadura de Videla. En varias ocasiones dijo «Mi patria está en la guitarra» cuando se le criticaba haberse radicado en Francia.
A mediados de los 80, con la democracia, presenta varias obras en Buenos Aires. En 1985 le otorgan el Premio Kónex de brillante como mayor figura de la historia de la música popular argentina. El gobierno de Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. En 1987 recibió el homenaje de la Universidad Nacional de Tucumán.
En 1989 se vio afectado por una dolencia cardiaca que no le frenó en su trabajo pues en 1990 viajó a París para cumplir con un contrato. Ese mismo año falleció su esposa en Buenos Aires. En 1992 Atahualpa volvió a cantar y allí falleció, prácticamente, trabajando, a la edad de 84 años.
Un cronista de su entorno describió así su partida:
«Una noche en Nimes, a 800 kilómetros de París, había sido programada una presentación de Yupanqui, junto al bandeonista Rubén Juárez, en un recital titulado «La nuit de L’Amerique». El pequeño cine convertido en teatro-pub vivía un clima de fiesta hasta que Atahualpa decidió irse de la sala, apoyado en su viejo bastón de madera. «Quiero respirar aire puro», se le escuchó decir. Mientras el negro Juárez hacía sonar su bandoneón, don Ata recorrió a pie las pocas cuadras que lo separaban del hotel. Allí, en su habitación, se quedó dormido para siempre. Poco antes había dejado expuesto un deseo:
«Cuando muere un poeta, no deberían enterrarlo bajo una cruz, sino que deberían plantar un árbol encima de sus restos. Así lo pienso yo, por cuanto, con el tiempo, ese árbol tendrá ramas y un nido y en él nacerán pájaros. De ese modo, el silencio del poeta, se volverá golondrina».
Sus restos descansan en Cerro Colorado bajo un roble europeo.
Autor de más de 1000 letras de canciones, tiene 325 canciones registradas oficialmente. 70 discos de pasta 78 revoluciones por minuto. 62 álbumes. Intérprete en 7 películas. Autor de una película: Horizontes de Piedra. Puso música a dos películas y temas musicales a otras dos.
Tiene 10 libros publicados:
1941: Piedra sola
1947: Aires indios.
1948: Tierra que anda.
1954: Guitarra.
1965: El canto del viento.
1965: El payador perseguido.
1971: El Sacrificio de Tupac Amaru.
1977: Del algarrobo al cerezo.
1989: La palabra sagrada.
1992: La capataza.
Algunas frases de Atahualpa Yupanqui
Nunca me detuve a pensar, profundamente, qué significaba ser argentino… Soy no más.
El folclore es una ciencia y como tal debe ser tratada con mesura y respeto. Los asuntos de la ciencia de costumbres y hábitos de los pueblos no pueden ser abordados con liviandad y ocuparse sólo de lo anecdótico o circunstancial, como lo hacen muchos que se dedican al espectáculo.
La felicidad se compone de un puñado infinito de “quince minutos”, de cuartos de hora. Si usted los amontona, es un hombre feliz. Si los olvida es un desdichado que de vez en cuando sonríe.
El humor argentino avizora el fatalismo. Nos tomamos el pelo nosotros mismos para disimular tristezas e inconvenientes de la existencia o del paisaje, de su circunstancia. Mi tío Gabriel, un paisano al que yo adoraba, solía decirle a su mujer mientras desayunaban: “…hoy estoy contento ¿qué me irá a pasar?”.
Las leyes garantizan libertad, pero a veces las actitudes humanas no están condicionadas a esa libertad de la que tanto presumimos. Yo no juzgo ni condeno, pero cuando no me gusta una cosa me callo y me voy. Y no me voy de enemigo sino de esperanzado, ilusionado en que mejoren las cosas.
El otoño es una etapa del tiempo infinito que hasta ahora sigue abochornando a todos los pintores del mundo. No hay mejor pintor que el otoño. Ahora ¿por qué la gente se vuelve un poco melancólica o triste cuando llega su otoño si está, precisamente, en el reino del mejor pintor?
Yo hace 55 años que soy estudiante de folclore y eso me lleva a ser presuntuoso en cierto momento, a definir, por ejemplo, las cosas de esta manera: todo aquel que piensa que ha llegado no ha empezado a salir todavía. Toma el camino de la vanidad, del “yo valgo, de mi mensaje, de la consagración, del yo estoy realizado”. Todas esas me parecen serpentinas sin carnaval.
La soledad no existe. Es un hermoso invento de los poetas. Con lo que hay que ver por fuera y con lo que hay que preparar por dentro no hay tiempo para la soledad, no hay tiempo.
Suele decirse que yo hago canciones de protesta…. Lo que pasa es que todo lo que produce una especie de desazón hay quienes lo toman como protesta. Es muy fácil calificar, sobre todo para la gente mal intencionada… Si el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios ¿por qué no se respeta un poco en los seres humanos el soplito de Dios que habita en cada uno, para que seamos hermanos todos?
Páginas webs consultadas:
- https://www.cmtv.com.ar/biografia/show.php?
- bnid=2063&banda=Atahualpa_Yupanquihttps://es.wikipedia.org/wiki/Atahualpa_Yupanqui
- https://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/yupanqui.htm
- https://rebelion.org/atahualpa-yupanqui-en-la-piel-de-america/
- https://historia-biografia.com/atahualpa-yupanqui/
- https://www.elhistoriador.com.ar/atahualpa-yupanqui-el-hombre-es-tierra-que-anda-y-vuelve/
- https://www.letras.com/atahualpa-yupanqui/
- https://www.poesi.as/Atahualpa_Yupanqui.htm
SELECCIÓN DE POEMAS DE ATAHUALPA YUPANQUI
DESTINO DEL CANTO
Nada resulta superior al destino del canto.
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
porque ellos se nutren con su propia luz.
Se alimentan de su propia pasión.
Renacen cada día, para ser.
Sí, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres indicados
para traducirla en la esperanza, en la pena, en la soledad.
Si tu eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
si comprendes su sombra, te espera una tremenda responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad, aquejarte el mal físico,
empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
pueden burlarse y negarte los otros,
pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
porque no es sólo tuya.
Es de la tierra, que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
La luz que alumbra el corazón del artista
es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
para encontrar la belleza en el camino,
la soledad, el miedo, el amor y la muerte.
Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas,
ni sufres, ni gozas con tu pueblo,
no alcanzarás a traducirlo nunca.
Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
solo sin soledad…
Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.
Sí; la tierra señala a sus elegidos.
Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará,
serán lo “anónimo”,
pero ninguna tumba guardará su canto…
Y CANTABAN LAS PIEDRAS
Y cantaban las piedras en el río
mientras mi corazón buscaba en vano
las palabras exactas en la tarde.
El Cerro Colorado soltó sus aguiluchos
y se quedó en silencio como un nido vacío.
El agua tiene pájaros; yo siento sus gorjeo,
El agua tiene penas, insomnios y delirios.
El agua es la conseja del abuelo
que midió el mundo con su paso firme
hasta encontrar la arena,
y envejecer tranquilo.
Y cantaban las piedras en el río.
En el arpa dorada de la tarde
guardé mi copla de guijarro antiguo.
Vino la noche al fin,
distinta en cada uno, para el árbol,
para el aire, la piedra y el caballo.
Yo construyo la noche dentro mío.
Corro de estrella a estrella y las enciendo
Bebo en copa de ocaso los vinos de mi sueño.
Mía es la sombra azul y su misterio.
Veo como retornan los pájaros al monte.
Yo custodié sus nidos.
Los pastores ya bajan la montaña.
Los pastores sembraron en la sierra su silbo.
Ya olvidé la belleza de la tarde.
Triunfó la noche azul sobre mis ojos.
La noche me salió como una estatua.
Para hacer su hermosura me salí de mí mismo.
Yo repartí en pedazos mi noche sobre el mundo.
Y me quedé esperando con la mano tendida.
Contemplando la arena, pura sombra infinita.
Yo, que hice la noche, me quedé sin mi noche.
Me quedé sin mí mismo.
Y el sueño me rondaba sin alcanzarme nunca.
Y cantaban las piedras en el río.
CAMINITO DEL INDIO
Caminito del indio,
sendero coya
sembrado de piedras.
Caminito del indio
que junta el valle
con las estrellas.
Caminito que anduvo
de sur a norte
mi raza vieja
antes que en la montaña
la Pachamama
se ensombreciera.
Cantando en el cerro
llorando en el río,
se agranda en la noche
la pena del indio.
El sol y la luna
y este canto mío
besaron sus piedras,
camino del indio.
En la noche serrana
llora la quena
su honda nostalgia.
Y el camino sabe
cuál es la coya
que el indio llama.
Se levanta en la noche
la voz doliente
de la baguala.
Y el camino lamenta
ser el culpable
de la distancia.
DUERME NEGRITO
Duerme, duerme negrito,
Que tu mamá está en el campo,
Negrito.
Duerme, duerme negrito,
Que tu mamá está en el campo,
Negrito.
Te va a traer codornices para ti,
Te va a traer rica fruta para ti,
Te va a traer carne de cerdo para ti,
Te va a traer muchas cosas para ti.
Y si el negro no se duerme,
Viene el diablo blanco
Y ¡zas! le come la patita,
Yakapumba yakapumba,
Apumba yakapumba,
Yakapumba yakapumba.
Duerme, duerme negrito,
Que tu mamá está en el campo,
Negrito.
Trabajando,
Trabajando duramente,
Trabajando, sí,
Trabajando y no le pagan,
Trabajando, sí,
Trabajando y va tosiendo,
Trabajando, sí,
Trabajando y va de luto,
Trabajando, sí,
Pal negrito chiquitito,
Trabajando, sí,
Pal negrito chiquitito,
Trabajando, sí,
No le pagan, sí,
Duramente, sí,
Va tosiendo, sí,
Va de luto, sí.
Duerme, duerme negrito,
Que tu mamá está en el campo,
Negrito.
Duerme, duerme negrito,
Que tu mamá está en el campo,
Negrito.
TIEMPO DEL HOMBRE
La partícula cósmica que navega en mi sangre
es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego fui la madera. Raíz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol quién sabe dónde.
Y los mares me dieron su primera palabra.
Después la forma humana desplegó sobre el mundo
la universal bandera del músculo y la lágrima.
Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.
Entonces vine a América para nacer en Hombre.
Y en mi junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.
Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
y me dan sus mensajes las raíces secretas.
Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un Cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
Y florezco en guitarras porque fui la madera.
LOS EJES DE MI CARRETA
Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Si a mí me gusta que suenen,
¿pa’ qué los quiero engrasaos?
Si a mí me gusta que suenen,
¿pa’ qué los quiero engrasaos?
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella.
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
demasiado largo el camino
sin nada que me entretenga.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Los ejes de mi carreta,
nunca los voy a engrasar…
ROMANCE DEL ENTIERRO KOLLA
Quemaba el sol en la blanca
calleja de Maimará.
El añil del duro cielo
lucía su eternidad.
Alfombra tierna de flores
iba tendiendo el tuscal
mientras enero dormía
su siesta en el pedregal.
De pronto, mientras bullía
la abeja sobre el maizal,
el rojo sobre la alforja,
y bajo el cielo la paz,
por la calle larga, larga,
en un apretado haz
pasó la muerte callada.
Pasó la vida a la par.
Delante, la cruz de palo
sin nombre para nombrar.
Detrás los indios de bronce,
alcohol, silencio y pesar.
Cholas de viejas polleras,
manos de fogón y erial.
La vida llevando muerte
en un mismo caminar.
Rosas de papel y engrudo
jamás han de perfumar.
Para ayudarlas lloraron
las tuscas de Maimará.
Rumos de comadres kollas
falsificando un rezar
pasó por la calle larga.
Vida con muerte a la par.
Fuera la novia del hombre,
o la madre, ¿ qué más da?…
Fuera un changuito de ensueño,
buscador del Más Allá.
Fuera un hombre de los surcos
hermano del pedregal …
Pasó la vida y la muerte,
quien se fue, y el que se irá.
Muerte que pasas callada
por la siesta de cristal
con rezos de ojotas indias
sin pompas ni funeral.
¡Llévate esta flor siquiera,
mi copla y mi soledad,
y este cántaro de sueños
rotos en el pedregal!
Quien lleva la muerte adentro
tiene una fuerza vital.
Si el hombre busca lo inmenso,
la muerte es inmensidad.
Desdicha del pensamiento
que poco puede volar
y busca simples razones
para poderse explicar. ..
Por la calle larga, larga,
un día me han de llevar
con cruz de madera indiana
sin nombre para nombrar.
Quiero un cortejo de coplas,
y por tumba, el pedregal.
¡Después… déjenme con ella,
con mi novia soledad!
«CALCHAQUE»
Soy de raza Calchaque
Raza que adora al sol
Sol que nos dio la vida
Vida que fue de amor.
No han quedao mas que piedras
Pa’ recuerdo y dolor
De la raza Calchaque
De los hijos del sol.
Ya no existe mi raza
Ya no alumbra mi sol
No han quedao mas que piedras
¡Piedra es mi corazón…!
EL POETA (Ó TE DICEN POETA)
Tú piensas que eres distinto
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte
más allá de las estrellas.
De tanto mirar la luna
ya nada sabes mirar,
eres como un pobre ciego
que no sabe adónde va…
Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan
por un pedazo de pan.
Poeta de tiernas rimas,
vete a vivir a la selva,
y aprenderás muchas cosas
del hachero y sus miserias.
Vive junto con el pueblo,
no lo mires desde afuera,
que lo primero es ser hombre,
y lo segundo, poeta.
EL GRITO
El corazón es un arco.
Casi no cabe en el pecho.
Y vuela quebrada arriba
El grito de los arrieros.
Peligro, marcha, atención.
Coraje, pena, despecho.
El grito salta en las piegras
Atropellando el silencio.
Alegrías pasajeras.
Sombras que duelen adentro.
Angustia de cien caminos
Tienen los gritos del cerro.
Poncho azul y colorado.
Buen caballo y buen apero.
El corazón, como un arco
Que ya no cabe en el pecho.
Y en la mitad del camino
Un grito que llena el cerro,
Diciendo cosas distintas
Aunque parezcan lo mesmo.
LUNA TUCUMANA (O YO LE CANTO A LA LUNA)
Yo no le canto a la Luna
Porque alumbra y nada más
Le canto porque ella sabe
De mi largo caminar
Ay, lunita tucumana
Tamborcito calchaquí
Compañera de los gauchos
En las noches de Tafí
Perdido en las cerrazones
Quien sabe vidita
Por donde andaré
Mas cuando salga la Luna
Cantaré, cantaré
A mi Tucumán querido
Cantaré, cantaré, cantaré
Con esperanza o con pena
En los campos de Acheral
Yo he visto la Luna buena
Besando el cañaveral
En algo nos parecemos
Luna de la soledad
Yo voy andando y cantando
Que es mi modo de alumbrar
EL ANDAR
A veces no comprendo mi rodar por el mundo.
Este medir la tierra y el camino, y el mar.
Esto, que siendo simple, se ha tornado profundo.
Voz que ordena a mi paso más allá, más allá.
Hasta donde conozco soy un ser sin marinos,
gente sin pasos largos ni fronteras vencidas.
Manos que aprisionaron un sueño campesino
de melgas y picanas y relinchos y bridas.
Porqué admiro castaños y encinas y hondos mares,
y aquel idioma extraño, y el violín que agoniza,
si una bárbara lengua de pampa y trebolares,
me dio a beber guitarras, que se hicieron ceniza.
De dónde llega entonces la aventura del viaje,
si nada ha estado lejos, quizá una cordillera.
Y esta dulce mentira de mudar los paisajes,
que son siempre los mismos, inviernos, primaveras.
A veces no comprendo porqué camino tanto,
si no he de hallar la sombra que el corazón ansía.
Quizá un profundo acorde, profundo como un llanto,
he de escuchar un día, he de escuchar un día.
LOS HERMANOS
Yo tengo tantos hermanos
Que no los puedo contar
En el valle, la montaña
En la pampa y en el mar
Cada cual con sus trabajos
Con sus sueños, cada cual
Con la esperanza adelante
Con los recuerdos detrás
Yo tengo tantos hermanos
Que no los puedo contar
Gente de mano caliente
Por eso de la amistad
Con uno lloro, pa llorarlo
Con un rezo pa rezar
Con un horizonte abierto
Que siempre está más allá
Y esa fuerza pa buscarlo
Con tesón y voluntad
Cuando parece más cerca
Es cuando se aleja más
Yo tengo tantos hermanos
Que no los puedo contar
Y así seguimos andando
Curtidos de soledad
Nos perdemos por el mundo
Nos volvemos a encontrar
Y así nos reconocemos
Por el lejano mirar
Por la copla que mordemos
Semilla de inmensidad
Y así, seguimos andando
Curtidos de soledad
Y en nosotros nuestros muertos
Pa que nadie quede atrás
Yo tengo tantos hermanos
Que no los puedo contar
Y una hermana muy hermosa
Que se llama ¡libertad!
COPLAS DEL PAYADOR PERSEGUIDO
Con permiso via a dentrar
Aunque no soy convidao,
Pero en mi pago, un asao
No es de naides y es de todos.
Yo via cantar a mi modo
Después que haiga churrasquiao.
No tengo dios pa pedir
Cuartiada en esta ocasión,
Ni puedo pedir perdón
Si entuavía no hei faltao;
Veré cuando haiga acabao,
Pero ésa es otra cuestión.
Yo sé que muchos dirán
Que peco de atrevimiento
Si largo mi pensamiento
Pal rumbo que ya elegí,
Pero siempre he sido ansi:
Galopiador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre
Dende mi tatarabuelo.
Gente de pata en el suelo
Fueron mis antepasaos;
Criollos de cuatro provincias
Y con indios misturaos.
Mi agüelo fue carretero,
Mi tata fue domador;
Nunca se buscó dotor
Pues se curaban con yuyos,
O escuchando los murmullos
De un estilo de mi flor.
Como buen rancho paisano
Nunca faltó una encordada,
De ésas que parecen nada
Pero que son sonadoras.
Según el canto y la hora
Quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor
Por lo mucho que ha rodao.
Y después que había cantao
Destemplaba cuarta y prima,
Y le echaba un poncho encima
“pa que no hable demasiado…”
La sangre tiene razones
Que hacen engordar las venas.
Pena sobre pena y pena
Hacen que uno pegue el grito.
La arena es un puñadito
Pero hay montañas de arena.
No sé si mi canto es lindo
O si saldrá medio triste;
Nunca fui zorzal, ni existe
Plumaje más ordinario.
Yo soy pájaro corsario
Que no conoce el alpiste.
Vuelo porque no me arrastro,
Que el arrastrarse es la ruina;
Anido en árbol de espinas
Lo mesmo que en cordilleras
Sin escuchar las zonzeras
Del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás
A los jardines floridos.
Sin querer vivo alvertido
Pa’ no pisar el palito.
Hay pájaros que solitos
Se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he padecido
No me engrilla la prudencia.
Es una falsa experencia
Vivir temblándole a todo.
Cada cual tiene su modo;
La rebelión es mi cencia.
Pobre nací y pobre vivo
Por eso soy delicao.
Estoy con los de mi lao
Cinchando tuitos parejos
Pa’ hacer nuevo lo que es viejo
Y verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón,
No soy flor de invernadero.
Soy como el trébol pampero,
Crezco sin hacer barullo,
Me apreto contra los yuyos
Y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras
Yo nunca me sé marear,
Y si me siento alabar
Me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito
Paga pa’ hacerse nombrar.
Si alguien me dice señor,
Agradezco el homenaje;
Mas soy gaucho entre gauchaje
Y soy nada entre los sabios.
Y son pa’ mi los agravios
Que le hagan al paisanaje.
La vanidá es yuyo malo
Que envenena toda huerta.
Es preciso estar alerta
Manejando el azadón,
Pero no falta el varón
Que la riega hasta en su puerta.
El trabajo es cosa buena,
Es lo mejor de la vida;
Pero la vida es perdida
Trabajando en campo ajeno.
Unos trabajan de trueno
Y es pa’ otros la llovida.
Trabajé en una cantera
De piedritas de afilar.
Cuarenta sabían pagar
Por cada piedra pulida,
Y era a seis pesos vendida
En eso del negociar.
Apenas el sol salía
Ya estaba a los martillazos,
Y entre dos a los abrazos
Con los tamaños piegrones,
Y por esos moldejones
Las manos hechas pedazos.
Otra vez fui panadero
Y hachero en un quebrachal;
He cargao bloques de sal
Y también he pelao cañas,
Y un puñado de otras hazañas
Pa’ mi bien o pa’ mi mal.
Buscando de desasnarme
Fui pinche de escribanía;
La letra chiquita hacía
Pa’ no malgastar sellao,
Y era también apretao
El sueldo que recibía.
Cansao de tantas miserias
Me largué pal tucumán.
Lapacho, aliso, arrayán,
Y hacha con los algarrobos.
¡por dos cincuenta! Era robo
Pa’ que uno tenga ese afán.
Sin estar fijo en un lao
A toda labor le hacía,
Y ansí sucedió que un día
Que andaba de benteveo
Me topé con un arreo
Que dende salta venía.
Me picó ganas de andar
Y lo apalabré al capataz,
Y ansí, de golpe nomás.
El hombre me preguntó:
¿tiene mula? Cómo no
Le dije. Y hambre, de más.
A la semana de aquello
Repechaba cordilleras,
Faldas, cuestas y laderas
Siempre pal lao del poniente,
Bebiendo agua’e virtiente
Y aguantando las soleras.
Tal vez otro habrá rodao
Tanto como he rodao yo,
Y le juro, creameló,
Que he visto tanta pobreza,
Que yo pensé con tristeza:
Dios por aquí no pasó.
Se nos despeñó una vaca
A causa ‘e la cerrazón,
Y nos pilló la oración
Cueriando y haciendo asao;
Dende ese día, cuñao,
Se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas
Cuando bajé de los andes,
Y anduve en estancias grandes
Cuidando unos parejeros;
Trompeta, tapa y sombrero,
Pero pa’ los peones, di ande.
La peonada, al descampao,
El patrón, en güenos aires.
Nosotros, el cu…Ello al aire
Con las caronas mojadas,
Y la hacienda de invernada
Más relumbrosa que un fraile.
El estanciero tenía
También sus cañaverales,
Y en los tiempos otoñales
Juntábamos los andrajos,
Y noj íbamos p’abajo
Dejando los pedregales.
Allí nos amontonaban
En lote con otros criollos,
Cada cual buscaba un hoyo
Ande quinchar su guarida,
Y pasábamos la vida
Rigoriaos y sin apoyo.
Faltar, no faltaba nada:
Vino, café y alpargatas.
Si habré revoliao las patas
En gatos y chacareras.
Recién la cosa era fiera
Al ir a cobrar las latas.
¡qué vida más despareja!
Todo es ruindad y patraña;
Pelar caña es una hazaña
Del que nació pal rigor.
Allí había un solo dulzor
Y estaba adentro e’la caña.
Era un consuelo pal pobre
Andar jediendo a vinacho.
Hombres grandes y muchachos
Como malditos en vida,
Esclavos de la bebida
Se lo pasaban borrachos.
¡tristes domingos del surco
Los que yo he visto y vivido!
Desparramaos y dormidos
En la arena amanecían,
A lo mejor soñarían
Con la muerte o el olvido…
Riojanos y santiagüeños,
Salteños y tucumanos,
Con el machete en la mano
Volteaban cañas maduras,
Pasando sus amarguras
Y aguantando como hermanos.
¡rancho techao con maloja,
Vivienda del peleador!
En medio de ese rigor
No faltaba una vihuela,
Con que el pobre se consuela
Cantando coplas de amor.
Yo también, que desde chango
Unido al canto crecí,
Más de un barato pedí
Y pa’los piones cantaba.
¡lo que a ellos les pasaba
También me pasaba a mí!
Cuando yo aprendí a cantar
Armaba con pocos rollos
Y en la orilla de un arroyo
Bajo las ramas de un sauce,
Crecí mirando en el cauce
Mis sueños de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría,
Cuando el dolor me golpió,
Cuando una duda mordió
Mi corazón de paisano,
Dende el fondo de los llanos
Vino un canto y me curó…
En esos tiempos pasaban
Cosas que ya no pasan.
Cada cual tenía un cantar
O copla de anochecida.
Formas de curar la herida
Que sangra en el trajinar.
Algunos cantaban bien.
Otros, pobres, más o menos…
Mas no eran cantos ajenos,
Aunque marca no tenían.
Y todos se entretenían
Guitarreando hasta el desvelo.
Por ahi se allegaba un maistro,
De esos puebleros letraos;
Juntaba tropa y versiaos
Que iban después a un libraco,
Y el hombre forraba el saco
Con lo que otros han pensao.
Los peones forman los versos
Con sus antiguos dolores.
Después vienen los señores
Con un cuaderno en la mano,
Copian el canto paisano
Y presumen de escritores.
El criollo cuida su flete,
Su guitarra y su mujer;
Siente que enfrenta un deber
Cada vez que da la mano;
Y aunque pa’todo es baquiano
Sólo el canto ha de perder.
¡coplas que lo acompañaron
En las quebradas desiertas,
Aromas de flores muertas
Y de patriadas vividas,
Fueron la luz encendida
Para sus noches despiertas!…
Se aflije si se le pierde
Un bozal, un maneador,
Pero no siente furor
Si al escucharle una trova,
Viene un pueblero y le roba
Su mejor canto de amor.
De seguro, si uno piensa,
Le halla el nudo a la madeja,
Porque la copla más vieja,
Como la raíz de la vida,
Tiene el alma por guarida,
Que es ande anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar
Con emoción verdadera,
Echa su pena p’ajuera
Pa que la lleven los vientos,
Y ansí, siquiera un momento
Se alivia su embichadera.
No es que no ame a su trova
Ni que desprecie su canto.
Es como cuando un quebranto
En la noche de los llanos
Hace aflojar al paisano
Y el viento le lleva el llanto.
En asuntos del cantar,
La vida nos va enseñando
Que sólo se va volando
La copla que es livianita.
Siempre caza palomitas
Cualquiera que anda cazando…
Pero si el canto es protesta
Contra la ley del patrón,
Se arrastra de peón a peón
En un profundo murmuyo,
Y marcha a ras de los yuyos
Como chasque en un malón.
Se pueden perder mil trovas
Ande se canten quereres,
Versos de dichas, placeres,
Carreras y diversiones;
Suspiros de corazones
Y líricos padeceres.
Pero si la copla cuenta
Del paisanaje la historia,
Ande el peón vueltea la noria
De las miserias sufridas,
ésa, se queda prendida
Como abrojo en la memoria!
Lo que nos hizo dichosos
Tal vez se pueda olvidar;
Los años en su pasar
Mudarán los pensamientos,
Pero angustias y tormentos
Son marcas que han de durar…
Estas cosas que yo pienso
No salen por ocurrencia.
Para formar mi esperencia
Yo masco antes de tragar.
Ha sido largo el rodar
De ande saqué la alvertencia.
Si uno pulsa la guitarra
Pa cantar coplas de amor,
De potros, de domador,
De la sierra y las estrellas,
Dicen : ¡qué cosa más bella!
¡si canta que es un primor!
Pero si uno, como fierro,
Por ahi se larga opinando,
El pobre se va acercando
Con las orejas alertas,
Y el rico vicha la puerta
Y se aleja reculando.
Debe trazar bien su melga
Quien se tenga por cantor,
Porque sólo el impostor
Se acomoda en toda huella.
Que elija una sola estrella
Quien quiera ser sembrador…
En el trance de elegir
Que mire el hombre p’adentro,
Ande se hacen los encuentros
De pensares y sentires.
Después que tire ande tire,
Con la concencia por centro.
Hay diferentes montones,
Unos grandes y otros chicos.
Si va pal montón del rico
El pobre que piensa poco,
Detrás de los equivocos
Se vienen los perjudicos.
Yo vengo de muy abajo,
Y muy arriba no estoy.
Al pobre mi canto doy
Y así lo paso contento,
Porque estoy en mi elemento
Y ahí valgo por lo que soy.
Si alguna vuelta he cantao
Ante panzudos patrones,
He picaneao las razones
Profundas del pobrerío.
Yo no traiciono a los míos
Por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo rumbo,
Tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido
Las penas del paisanaje,
La explotación y el ultraje
De mis hermanos queridos.
Pa que cambiaran las cosas
Busqué rumbo y me perdí;
Al tiempo, cuenta me dí
Y agarré por buen camino.
¡antes que nada, argentino;
Y a mi bandera seguí…!
Yo soy del norte y del sur,
Del llano y del litoral,
Y naides lo tome a mal
Si hay mil gramos en el kilo.
Ande quiera estoy tranquillo
Pero ensillao, soy bagual.
El cantor debe ser libre
Pa desarrollar su cencia.
Sin buscar la convenencia
Ni alistarse con padrinos.
De esos oscuros caminos
Yo ya tengo la experencia.
Yo canto, por ser antiguos,
Cantos que ya son eternos
Y hasta parecen modernos
Por lo que en ellos vichamos,
Con el canto nos tapamos
Para entibiar los inviernos…
Y no canto a los tiranos
Ni por orden del patrón.
El pillo y el trapalón
Que se arreglen por su lado
Con payadores comprados
Y cantores de salón.
Por la fuerza de mi canto
Conozco celda y penal.
Con fiereza sin igual
Más de una vez fui golpiao
Y al calabozo tirao
Como tarro al basural.
Se puede matar a un hombre,
Pueden su rostro manchar,
Su guitarra chamuscar,
Pero el ideal de la vida,
Esa es leñita prendida
Que naides ha de apagar.
Los malos se van alzando
Todo lo que hallan por ahi;
Como granitos de maiz
Siembran los peores ejemplos,
Y se viene abajo el templo
De la decencia del pais.
Detrás del ruido del oro
Van los maulas como hacienda;
No hay flojo que no se venda
Por una sucia moneda;
Mas siempre en mi tierra queda
Gauchaje que la defienda.
Cantor que cante a los pobres
Ni muerto se ha de callar.
Pues ande vaya a parar
El canto de ese cristiano,
No ha de faltar el paisano
Que lo haga resucitar.
El estanciero presume
De gauchismo y arrogancia.
El cree que es estravagancia
Que su peón viva mejor,
Mas no sabe ese señor
Que por su peón tiene estancia.
Aquel que tenga sus reales
Hace muy bien en cuidarlos;
Pero si quiere aumentarlos
Que a la ley no se haga el sordo,
Que en todo puchero gordo
Los choclos se vuelven marlos.
Una vuelta, sin trabajo,
Andaba por tucumán,
Y en una fonda, ande van
Cantores de madrugada,
Me acerqué pa la payada
Que siempre ha sido mi afán.
Aunque extrañando la monta
Me le apilé a un instrumento.
Y al cabo de algún momento
Le di puerta a una baguala,
Con una coplita rala
De esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la guitarra.
¡tan lindo como sonaba!
Mi corazón remontaba
Tristezas de los caminos
Y lo maldije al destino
Que tantas penas me daba.
Un hombre se me acercó
Y me dijo : ¿qué hace acá?
Viaje pa la gran ciudad
Que allí lo van a entender;
áhi tendrá fama, placer
Y plata pa regalar.
¡para qué lo habré escuchao!
¡si era la voz del mandinga!
Buenos aires, ciudá gringa,
Me tuvo muy apretao,
Tuitos se me hacían a un lao
Como cuerpo a la jeringa.
Y eso que no vine pobre
Pues traiba alpargatas nuevas;
Las viejas pa cuando llueva
En la alforja las metí;
Un pantalón color gris
Y un saco tirando a leva.
Saltando de radio en radio
Anduve, figuresé,
Cuatro meses me pasé
En partidas malogradas;
Naide aseguraba nada,
Y sin plata me quedé.
Vendí mis lindas alforjas,
Mi guitarra, ¡la vendi!
En mi pobreza, ay de mí,
Me hubiera gustao guardarla,
Tanto me ha costao comprarla,
Pero en fin, todo perdí.
¡vihuela, dónde andarás,
Qué manos te están tocando!
Noches enteras pensando
Siquiera como consuelo,
Que sea un canto de este suelo
Lo que te están arrancando…!
Cuando el máiz está en barbecho
Luce un color brillantón;
Las hebras, como un nailón
Presumen con sus lindezas.
Pero agachan la cabeza
Si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí
En aquellos tiempos idos;
Joven, fuerte, presumido,
Y cuando se acabó el queso,
Volví en un triste regreso
Poblada l’alma de olvidos.
Cosas de la juventud…
¡malhaya, dónde andarás!
Aura que estoy bataraz
De tanto cambiar el pelo,
Recuerdo aquellos desvelos
Pero no miro p’atras.
Me volví pal tucumán
Nuevamente a padecer.
Y en eso de andar y ver
Se pasaron muchos años
Entre penas, desengaños,
Esperanzas y placer.
Mas no jué tiempo perdido,
Asegún lo ví después,
Porque supe bien como es
La vida de los paisanos.
De todos me sentí hermano,
Del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos
En que guapiando pasé,
Los cerros que atravesé
Buscando lo que no hallaba,
Y hasta a veces me quedaba
Por esos campos de a pie.
La vida me fué enseñando
Lo que vale una guitarra;
Por ella anduve en las farras
Tal vez hecho un estropício,
Y casi me agarra el vicio
Con sus invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro
Lo que la tierra me dio:
Patria, raza o que sé yo,
Pero que me iba salvando,
Y así, seguí caminando
Por los caminos de dios.
La cosa estaba en pensar
Que al pulsar un instrumento
Hay que dar con sentimiento
Toda la fuerza campera,
Pero nadie larga afuera
Si no tiene nada adentro.
La guitarra es palo hueco
Y pa’ tocar algo bueno
El hombre debe estar lleno
De claridades internas,
Pa’ sembrar coplas eternas
La vida es un buen terreno.
Si el rezar brinda consuelo
Al que consuelo precisa,
Igual que cristiano en misa
O matrero en medio ‘el monte,
Yo rezo en los horizontes
Cuando la tarde agoniza.
Queda callada la pampa
Cuando se ausenta la luz,
El chajá y el avestruz
Van buscando la espesura
Y se agranda en la llanura
La soledad del ombú.
Entonces, igual que un poncho,
A uno lo envuelve la tierra,
Desde el llano hasta la sierra
Se va una sombra extendiendo
Y el alma va comprendiendo
Las cosas qu’el mundo encierra.
Ahi está el justo momento
De pensar en el destino,
Si el hombre es un peregrino,
Si busca amor o querencia
O si cumple la sentencia
De morir en los caminos.
En el norte vide cosas
Que ya nunca he de olvidar.
Yo vide gauchos peliar
Con facones caroneros
O con machetes cañeros
Que al verlos hacían temblar.
Rara vez mata el paisano
Porque ese instinto no tiene.
Al duelo criollo se aviene
Por no recular ni un tranco,
Hace saber que no es manco
Y en el peliar s’entretiene.
No hay serrano sanguinario
Ni colla conversador,
El mas capaz domador
Jamás cuenta sus hazañas
Y no les tienta la caña
Porque el tintillo es mejor.
Cada pago se aficiona
A una forma de peliar
Y aquel que quiera guapear
Antes tendrá que alvertir
Que para poder salir
Hay que aprender a dentrar.
Se agarran a puñetazos
Igual qu’en cualquier parte
Pero es una cencia aparte
Usar los modos del pago
Ahi se pone fiero el trago
Como dijo don narvarte.
Cordobés, pa’ la pedrada,
Riojano p’al rebencazo,
Chileno p’al caballazo,
Salteño con daga en mano
Y es un rey el tucumano
Pa’ peliar a cabezazos.
Siempre el criollo ha de peliar
De noche y medio machao;
Es una pena cuñao
Que a veces por una tuna
Se nublen noches de luna
Y cielitos estrellaos.
Una cancion sale fácil
Cuando uno quiere cantar,
Cuestión de ver y pensar
Sobre las cosas del mundo.
Si el río es ancho y profundo
Cruza quien sabe nadar.
Que otros canten alegrías
Si es que alegres han vivido,
Que yo también he sabido
Dormirme en esos engaños
Pero han sido mas los años
De porrazos recibidos.
Nadie podrá señalarme
Que canto por amargao,
Si he pasao lo que he pasao
Quiero servir de alvertencia,
El rodar no será cencia
Pero tampoco es pecao.
Yo he caminao por el mundo,
He cruzao tierras y mares
Sin frontera que me pare
Y en cualesquiera guarida
Yo he cantao, ¡tierra querida!,
Tus dichas y tus pesares.
A veces cáiban al canto,
Como vacaje a la aguada,
Para escuchar mis versiadas
Hombres de todos los vientos,
Trenzando sus sentimientos
Al compás de una encordada.
Pobre de aquel que no sabe
Del canto las hermosuras,
La vida, la mas oscura,
La que tiene mas quebrantos,
Hallará siempre en el canto
Consuelo pa’ su tristura.
Dicen que no tienen canto
Los ríos que son profundos
Mas yo aprendí en este mundo
Qu’el que tiene mas hondura
Canta mejor por ser hondo
Y hace miel de su amargura.
Con los tumbos del camino
S’entran a torcer las cargas,
Pero es ley qu’en huella larga
Deberán acomodarse
Y aquel que llega a olvidarse
Las ha de pasar amargas.
Amigos, voy a dejar,
Está mi parte cumplida
En la forma preferida
De una milonga pampeana,
Canté de manera llana
Ciertas cosas de mi vida.
Ahura me voy, no se adonde,
Pa’ mí todo rumbo es güeno,
Los campos, con ser ajenos
Los cruzo de un galopito,
Guarida no necesito
Yo se dormir al sereno.
Siempre hay alguna tapera
En la falda de una sierra
Y mientras siga esta guerra
De injusticias para mi,
Yo he de pensar desde allí
Canciones para mi tierra.
Y aunque me quiten la vida
O engrillen mi libertá
Y aunque chamusquen quizá
Mi guitarra en los fogones,
Han de vivir mis canciones
En l’alma de los demás.
No me nuembren qu’es pecao
Y no comenten mis trinos,
Yo me voy con mi destino
P’al lao donde el sol se pierde;
Tal vez alguno se acuerde
Que aquí cantó un argentino.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)