BIOGRAFÍA DE CONSTANTINO CAVAFIS
Dice así: Soy de origen constantinopolitano, pero nací en Alejandría, en una casa de la calle Sherif. Muy pequeño aún marché a Inglaterra donde pasé bastante tiempo de mi infancia, después visité otra vez este país de mayor, pero por un corto espacio de tiempo, también he vivido en Francia, en mi juventud viví dos años en Constantinopla, hace muchos años que no he ido a Grecia, mi último trabajo fue de funcionario en una oficina gubernamental dependiente del ministerio de obras públicas de Egipto. Sé francés, inglés y un poco de italiano.
Así se presenta el poeta:
Constantinos Petros Fotiadis Cavafis, nació en Alejandría el 29 de abril de 1863 y en esa misma ciudad moriría también el 29 de abril de 1939. Fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna. Se considera el poeta en griego más importante de los últimos dos mil años. Trabajó como periodista y como funcionario y publicó relativamente poco en vida, aunque tras su muerte su obra cobró paulatinamente influencia. Hijo menos de una larga familia, nueve hermanos, formada por Petros Yanis Cavafis, que se había casado a mediados del siglo con una muchacha de catorce años, Jariclía Fotiadis, hija de un rico mercader en diamantes, que pertenecía a una aristocrática familia originaria de la isla de Quios y establecida en Constantinopla desde el siglo XVII en el selecto barrio del Fanar, a la sombra del patriarcado griego. La nobleza fanariota desempeñó tradicionalmente papeles de cierta responsabilidad administrativa a instancias de la sublime puerta, era como una especie de pacto entre el Sultán y la oligarquía cristiana, así a alguno de los antepasados maternos de Cavafis lo encontramos como príncipe de Samos, quizá fuera el afecto del poeta por su abuelo materno lo que le hiciera utilizar durante algunos años la “F” de Fotiadis antepuesta a su apellido paterno, lo cierto es que el poeta abandonó esa práctica después de la muerte de su abuelo en 1896, que, dicho sea de paso, no le dejó nada en su testamento.
Después de su matrimonio, sus padres se establecieron en Liverpool donde tenían una casa de exportación de algodón. Hacia 1855 los Cavafis abrieron una sucursal en Egipto de su negocio relacionado con el algodón.
Poco después de la prematura muerte de su padre en 1870, Cavafis y su familia se trasladaron a Inglaterra, permaneciendo ahí entre 1872 y 1878, durante esos años nuestro poeta se formó en la lengua inglesa, conoció las costumbres victorianas, escribió sus primeros poemas y se familiarizó con los escritos de Shakespeare, Wilde y otros. De regreso a Alejandría será cuando Cavafis aprenda a fondo el griego y termine su educación escolar en una escuela griega.
En 1882 tras el bombardeo inglés sobre Alejandría, para enfocar revueltas populares contra los contra los extranjeros y que convertirían a Egipto a partir de ese momento en un protectorado encubierto de Gran Bretaña. Los Cavafis se vieron obligados a desplazarse a Constantinopla durante tres años, etapa durante la cual todas las fuentes apuntan a que Constantino tuvo sus primeras relaciones homosexuales con uno de sus primos (decimos esto, no porque nos interese su vida sexual sino, porque es un poeta que va a escribir mucho sobre este tema). Permanecieron ahí hasta finales de 1885, de esa época son algunos de sus poemas incluidos en la serie de los inéditos, así como de los compuestos en lengua inglesa. Cuando la familia retorna a Alejandría el ambiente es totalmente distinto al de los primeros años de la vida del poeta. La ruina del negocio familiar se había ya consumado antes del bombardeo y cada uno de los hermanos reorganiza su vida con mayor o menor éxito. La muerte de un hermano que durante años fuera su consejero y mecenas condiciona el ingreso de Cavafis en el ministerio de riegos egipcios donde permanecería treinta años, siempre sin alcanzar un puesto fijo debido a su nacionalidad griega, ocupación que compartiría durante algún tiempo con algunas gestiones como corredor de bolsa. Durante cierto tiempo repartirá sus días entre ese empleo, algunas horas como corredor de comercio y la noche de bares y burdeles de Alejandría.
Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Cavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad sin que por ello dejase de sentirse un extrañado.
Sabemos que en su juventud tuvo un carnet de periodista y que trabajó para un diario local que durante cinco años fue corredor de bolsa y que escribió a finales de los ochenta algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin. Según Timos Malanos en esta época, Cavafis vivió largos y angustiosos periodos de identidad sexual que solo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d’amour en el barrio Atarín donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre con quien vivió hasta 1899 año del fallecimiento de ella.
Cavafis tuvo pocos amigos en su juventud a parte de su prolongada amistad con Pericles Anastasiades y Alexandros Singopous, solo cuando tuvo 38 años conoció en un viaje a Atenas a Gregory Senopolos, y no fue hasta los primeros años de la primera guerra mundial que entró en comercio con hombres de su altura como Robin Furnés, Jon Forday o E.M.Foster que trabajaba para Cruz Roja y quien hizo conocer su obra en el mundo inglés.
Sus primeros sueldos regulares comenzó a ganarlos pasados los 30, luego de trabajar gratis por tres años a la espera de una vacante en el ministerio de riegos donde copiaba informes, llevaba cuentas bancarias, manejaba la correspondencia extranjera y traducía documentos trabajo que conservó por 30 años hasta 1922 cuando se retiró y que siendo tedioso le permitió tener las tardes y las noches libres.
Más allá de lo que suele pensarse después de leer sus poemas eróticos, la vida alejandrina de Cavafis fue poco dramática, incluso su aislamiento literario que consideró no del todo desventajoso para el crecimiento de su obra, en un comentario acerca de la indiferencia de los griegos por la literatura, escrito en 1907, Cavafis resalta lo importante que es para el escritor la independencia de sus lectores Y escribe: pero al lado de todo lo desagradable y hostil de la situación cada día peor, déjeme anotar como una muestra de alivio en nuestras miserias una ventaja, la ventaja es la independencia intelectual que se garantiza cuando el escritor sabe bien que solo unos pocos ejemplares serán vendidos gana una gran independencia para su trabajo creador, el escritor que tiene la seguridad o al menos la posibilidad de vender toda su edición y quizás futuras ediciones no pocas veces es influenciado por las futuras ventas. Casi sin saberlo, sin pensarlo, habrán circunstancias cuando conociendo lo que el público piensa, lo que gusta y compraría hará algunos pequeños sacrificios, escribirá esta frase un poco diferente, dejará fuera aquello y no hay nada más destructivo para el arte, tiemblo con solo pensarlo cuando una frase debe ser cambiada cuando hay que omitir algo. Quizá por esta y otras razones de índole social Cavafis murió sin ofrecer un volumen al público. Tuvo el valor de elegir sus lectores entregando mínimos ejemplos de su obra a quienes le visitaban o aquellos que consideraba podían comprender lo que hacía.
Entre 1891 y 1904 imprimió 6 poemas de los 180 que tenía escritos, en 1904 catorce y en 1910 veintiuno de los 220 que contenían sus archivos. Esas escasas muestras llamaron la atención de algunos escritores alejandrinos y de otros en Atenas, especialmente entre los jóvenes.
A finales de la primera década del siglo los editores de Nea Zoe, solicitaban sus poemas, así como los de Grammata, de ahí en adelante Cavafis gozaría de cierto prestigio local nada despreciable en una Alejandría donde según Costas Uranis vivían en esos años de entreguerras los mejores escritores griegos de su tiempo. Lo que podemos llamar estética Cavafiana viene, sin duda, del uso de la lengua popular en la que se puede menos pensar que cantar, pero con la cual Cavafis medita un destino o retrata un recuerdo sin que la verdad de los hechos o los sentimientos determinen el efecto último del poema. El poder de sugestión importa más que la realidad, esa es la razón para que muchos de sus poemas eróticos puedan ser calificados también de filosóficos. Es el pensamiento y no la carne misma la que evoca la pasión que da una respuesta a una moral cazurra o farisea.
A partir de 1912, Cavafis comenzó a publicar y escribir poemas abiertamente homosexuales, en ellos se complacía al recrear más que recuerdos el goce de la pasión y el ardor de los deseos no satisfechos. Había descubierto que en los cuerpos de la juventud hay sabiduría, la saciedad de los deseos será fuente de conocimiento. (Hay un libro que tiene un prólogo de Vargas Llosa que se llama “Poemas Eróticos” donde han hecho una selección de ese tipo de poemas, hay muchos, donde queda alucinado con la belleza de los jóvenes o aquellos nostálgicos que le recuerdan la juventud etc…)
Escribe Vargas Llosa: El secretismo que rodeó el ejercicio de la poesía en este altísimo poeta, no solo tenía que ver con su homosexualidad, bochornosa tara en un funcionario público de un pequeño burgués de la época y del lugar que en sus poemas se explayaba con tan sorprendente libertad sobre sus aficiones sexuales. También y acaso sobre todo con la fascinación que ejercieron sobre él la clandestinidad, la catacumba, la vida maldita y marginal que practicó a ratos y a la que cantó con inigualable elegancia, la poesía para el poeta como el placer y la belleza no se daban a la luz pública, ni estaban al alcance de todos, solo de aquellos temerarios ascetas hedonistas que iban a buscarlos y cultivarlos como frutos prohibidos en peligrosos territorios.
En 1897 viaja a París y Londres, en 1901 pisa por primera vez el sagrado suelo de Grecia donde le son publicados algunos poemas, doce en la revista Fanatedeum. En Grecia permanecerá dos años y en 1904 es editado su primer libro con 14 poemas. Instalado de nuevo en Alejandría, a partir de 1907 asiste a las reuniones del grupo Nea Zoe, combatiente por la expresión en demótico. En 1908 toma un piso en el número diez de la calle donde ahora se ubica el museo Cavafis en Alejandría, donde vivirá hasta su muerte.
Publica poemas en Nea Zoe y en 1910 entrega a imprenta una segunda colección de doce poemas. A partir de 1911 colabora en la Ta grammata, revista de ideología muy cercana a Nea Zoe, su difusión en otros idiomas comienza a partir de su amistad con E. M. Foster, en 1914, incluye uno de los poemas de Cavafis en su Alejandría en un libro que se llama “History and Get” y todavía sigue siendo el mundo inglés, aquel en donde el poeta tiene el mayor número de seguidores y la mejor serie de traductores.
En 1920 se retira del ministerio de riegos y poco a poco va convirtiéndose cada vez más en esa sombre de la ciudad que tan admirablemente supo ver y reflejar Laurence Duren. En 1932 los médicos le diagnosticaron cáncer en la laringe, se trasladará a Atenas donde le es practicada una traqueotomía perdiendo la voz y en 1933 en enero ha de ser internado en el hospital griego de Alejandría donde muere el 29 de abril. Está enterrado en el cementerio griego de Chatby, en su ciudad natal, junto a su madre y seis de sus hermanas.
SELECCIÓN DE POEMAS DE CONSTANTINO CAVAFIS
POR LAS TABERNAS (1926)
Por las tabernas y los burdeles
de Berito me revuelco. No quise vivir yo
en Alejandría. Me abandonó Tamidis
y se fue con el hijo de Eparcos para hacerse
con una villa en el Nilo, un palacio en la ciudad.
No convenía que viviera yo en Alejandría
Por las cantinas y los burdeles
de Berito me revuelco. En la sordidez abyecta
vivo envilecido. Lo único que me salva
como una hermosura perdurable,
como aroma un perfume que en mi carme hubiese
prendido, es que por dos años
fue mío Tamidis, el joven más extraordinario,
mío no por una casa o una villa en el Nilo.
CUANTO PUEDAS (1913)
Aunque no puedas hacer tu vida como quieras,
inténtalo al menos cuanto puedas,
no la envilezcas
en el trato desmedido con la gente,
en demasiados trajines y discursos.
No la envilezcas a fuerza de trasegarla
errando de continuo
y exponiéndola
a la estupidez cotidiana
de las compañías y las relaciones,
y el comercio
hasta volverse una extraña inoportuna.
DOS JÓVENES DE 23 A 24 AÑOS
Desde las diez y media estaba en el café,
esperando que dentro de poco apareciera.
Llegó la medianoche -y lo esperaba todavía.
Dieron la una y media; habíase vaciado
casi del todo el café.
Se aburrió de leer diarios
maquinalmente. De sus pobres tres chelines
sólo le quedaba uno: en tanto rato que esperaba
gastó los otros en cafés y coñac.
Todos sus cigarrillos se los fumó.
Lo estaba agotando tanta espera. Porque
solo como estaba por horas, comenzaron
a apoderarse de él inoportunos pensamientos
sobre su vida descarriada.
Mas cuando vio entrar a su amigo -al punto
el cansancio, el fastidio, los pensamientos disiparonse.
El amigo le llevó una noticia inesperada.
Había ganado sesenta liras en el garito.
Sus hermosos semblantes, su maravillosa juventud,
el sensitivo amor que entre sí se tenían,
se refrescaron, revivieron, se fortalecieron
por las sesenta liras de la casa de juego.
Y plenos de alegría y de vigor, de sensualidad y belleza
Se fueron -no a las casas de sus honorables familiares
(donde, por otra parte, ya no los querían):
a una casa de corrupción conocida de ellos,
y muy particular, se fueron y pidieron
un dormitorio, y licores costosos, y de nuevo bebieron.
Y cuando se acabaron los costosos licores,
y cuando ya se acercaban las cuatro
al amor se entregaron felices.
ANA CONMENA
En el prólogo de la Alexiada se lamenta
Ana Comnena de su viudez.
Su alma está presa del vértigo. Y con
ríos de lágrimas, nos dice, empapo
mis ojos… Ay qué oleajes
en su vida, ay qué de revoluciones. La abrasa el dolor
hasta la médula de los huesos y el quebrantamiento del alma.
Sin embargo, parece que en verdad sólo una pena
mortal conoció la ambiciosa mujer;
sólo un dolor profundo tuvo
(aunque no lo confiese) esta arrogante griega:
que no logró, pese a toda su habilidad,
apoderarse del Reino. Sino que lo arrebató,
casi de entre sus manos, aquel insolente Juan.
27 DE JUNIO DE 1906, 2 P.M.
Cuando lo llevaron los cristianos a colgar
al inocente muchacho de diecisiete años,
su madre que allí cerca de la horca
se arrastraba y se golpeaba en el suelo
bajo el sol feroz de mediodía,
ya daba alaridos, y aullaba como lobo, como fiera,
o ya extenuada la mártir se lamentaba:
“Diecisiete años sólo me viviste, hijo mío”.
Y cuando lo subieron por la escala de la horca
y le pasaron la cuerda y lo colgaron,
y pendía lastimosamente en el vacío
con los espasmos de su negra agonía
su cuerpo adolescente bellamente formado,
la madre mártir se arrastraba por el suelo
y no se lamentaba ya por los años ahora:
“Diecisiete días solamente, gemía,
diecisiete días solamente te gocé, hijo mío”.
CESARIÓN
En parte para verificar las descripciones de un período,
en parte para distraerme un rato,
anoche cogí y comencé a leer
un volumen de epígrafes de Ptolomeo.
Las exageradas loas y alabanzas
son siempre iguales. La gloria sucede a la gloria,
todos famosos, fuertes, llenos de nobles hazañas;
cada uno de sus actos la cumbre de la sabiduría.
E igual con respecto a las mujeres,
cada una posee la fama de Berenice o de Cleopatra.
Cuando hube rememorado mis recuerdos del período,
habría dejado caer el libro
si una breve e insignificante referencia de Cesarión
no me hubiese inmediatamente detenido.
Ah, ahí estás, con tu indefinido
encanto. En la historia hay tan sólo
unas pocas líneas sobre ti,
de modo que puedo moldearte más libremente en mi pensamiento.
Puedo hacerte bello y sensual.
Mi arte da a tu rostro
un atractivo bello y soñador.
Y tan completamente te he imaginado,
que ayer tarde cuando se apagó
mi lámpara -la dejé apagarse-
creí que entrabas en mi aposento,
parecías estar de pie frente a mí como cuando
entraste en Alejandría al ser conquistada,
pálido y cansado, idealizado en tu dolor,
aún esperando que tendrán piedad de ti
los más bajos -aquellos que murmuraban “Demasiados Césares”.
ÍTACA
Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.
Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que, con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
detente en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.
Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.
VOLUPTUOSIDAD (1913)
Dicha y perfume de mi vida el recuerdo de las horas
en que hallé y tuve la voluptuosidad como la anhelaba.
Dicha y perfume de mi vida, de mi vida en que evité
todo goce de amores rutinarios.
CANDELABRO (1914)
En una pieza vacía y pequeña, sólo cuatro paredes,
y cubiertas por telas íntegramente verdes,
está encendido un hermoso candelabro y arde:
y en cada llama suya se abrasa
una pasión lasciva, un impulso lascivo.
En la pequeña pieza, que brilla iluminada
por el fuego vigoroso del candelabro,
no es en absoluto usual esta luz que brota.
Para cuerpos sin audacia no está hecha
la voluptuosidad de este calor.
A PERMANECER
Sería la una de la madrugada,
o la una y media.
En un rincón de la taberna:
detrás del tabique de madera.
Fuera de nosotros dos, el negocio totalmente vacío.
Una lámpara de petróleo lo alumbraba apenas.
En la puerta, dormitaba el sirviente trasnochado.
No nos veía nadie. Pero ya
nos habíamos inflamado tanto,
que fuimos incapaces de precauciones.
Las ropas se entreabrieron -muchas no eran
porque ardía un divino mes de julio.
Goce de la carne entre
las ropas semiabiertas:
desnudez fugaz del cuerpo -cuya imagen
veintiséis años ha atravesado: y ahora vino
a permanecer en este poema.
ESPERANDO A LOS BÁRBAROS
-¿Qué esperamos congregados en el foro?
-Es a los bárbaros que hoy llegan.
¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
-Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
-Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.
¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
-Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.
¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
-Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.
¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
-Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.
ARISTÓBULO
Llora el palacio, llora el rey
sin consuelo se lamenta el rey Herodes,
la ciudad entera llora por Aristóbulo
que por tan injusto azar se ahogó
mientras jugaba con sus amigos en el agua.
Cuando sepan la noticia en otras partes
cuando allá por Siria se extienda
muchos griegos también se pondrán tristes.
Cuántos poetas y escultores tendrán luto
pues hasta ellos había llegado
la fama de Aristóbulo,
y su concepto de belleza juvenil
jamás llegó tan alto
como hasta la hermosura de ese muchacho
que estatua de algún Dios
tuvo Antioquía que igualara a aquel muchacho de Israel.
Rota en dolor y llanto está la gran princesa,
su madre, la hebrea más ilustre
por la desgracia se duele y llora
Alejandra, más cuando está sola,
su dolor se muda,
ruge, desvaría, injuria, maldice,
cómo la han humillado,
cómo la han engañado,
cómo lograron al fin su propósito.
Arruinaron la casa de los Amorreos.
Qué triunfo el del rey criminal,
pérfido, canalla, miserable.
Qué triunfo, que plan infernal
que jamás Marianma imaginara,
si Marianma se lo hubiera imaginado,
si hubiera sospechado,
habría hallado la forma
de salvar a su hermano,
al fin y al cabo, es la reina
algo podría haber hecho.
Qué triunfo tendrán ahora.
Qué secreta alegría tendrán esas malvadas,
Chipre y Salomé
esas malas mujeres,
Chipre y Salomé
verse así de impotente y forzada
a fingir que cree sus mentiras.
No poder recurrir al pueblo
salir y gritar a los judíos
decir, decir, como fue el crimen.
EL PRIMER PEDAÑO (1899)
A Teócrito se quejaba
un día el joven poeta Eumenes:
«Dos años han pasado desde que escribo
y un idilio he hecho solamente.
Es mi única obra acabada.
Ay de mí, es alta, lo veo,
muy alta la escala de la Poesía;
y del primer peldaño aquí donde estoy
nunca he de subir el desdichado».
Dijo Teócrito: «Esas palabras
son impropias y blasfemas.
Y si estás en este primer peldaño debes
estar orgulloso y feliz.
Allí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria.
Y aun este primer peldaño
dista mucho de la gente común.
Para que hayas pisado en esta grada
es menester que seas con derecho
ciudadano en la ciudad de las ideas.
Y es difícil y raro que en aquella ciudad
te inscriban como ciudadano.
En su ágora hallas Legisladores
a los que no burla ningún aventurero.
Aquí donde has llegado, no es poco:
cuanto has hecho, grande gloria».
REYES ALEJANDRINOS (1912)
Se reunieron los alejandrinos
para ver a los hijos de Cleopatra,
a Cesarión, y a sus hermanos pequeños,
Alejandro y Ptolomeo, a quienes por primera
vez sacaban afuera al Gimnasio,
para proclamarlos allí reyes,
en medio de la brillante parada de los soldados.
Alejandro -lo nombraron rey
de Armenia, de Media, y de los partos.
Ptolomeo -lo nombraron rey
de Cilicia, de Siria, y de Fenicia.
Cesarión estaba de pie más adelante,
ataviado con seda rosada,
en su pecho un ramo de jacintos,
su ceñidor una doble hilera de zafiros y amatistas,
atadas sus sandalias con cintas
blancas recamadas con perlas color rosa.
A éste lo nombraron con rango mayor que a los pequeños,
a éste lo nombraron Rey de los Reyes.
Los alejandrinos comprendían ciertamente
que todo era palabras y teatro.
Pero el día era cálido y poético,
el cielo un claro azul,
el Gimnasio alejandrino una
triunfal hazaña del arte,
el lujo de los cortesanos espléndido,
Cesari6n todo gracia y belleza
(hijo de Cleopatra, sangre de los Laghidas):
y los alejandrinos corrían ya a la fiesta,
y se entusiasmaban, y aclamaban,
en griego, y en egipcio, y algunos en hebreo,
encantados con el bello espectáculo
a pesar de que ciertamente sabían cuánto valía eso,
qué palabras vacías eran esos reinos.
MAR DE LA MAÑANA (1915)
Aquí que me detenga. Que también yo contemple un poco la
naturaleza.
Azul esplendoroso de un mar de la mañana
y de un cielo sin nubes, y una ribera amarilla: todo
hermosamente y con plenitud iluminado.
Aquí que me detenga. Y que me engañe como que veo esto
(lo vi en verdad un instante cuando recién me detuve);
y no también aquí mis fantasías,
mis recuerdos, las visiones de la voluptuosidad.
LOS CORCELES DE AQUILES (1897)
Cuando vieron muerto a Patroclo,
que tan valeroso, fuerte y joven fuera
los caballos de Aquiles comenzaron a llorar;
de ira se llenó su inmortal naturaleza
a la vista de esta obra de la muerte que contemplaban.
Sacudían sus cabezas y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con las patas, y lloraban por Patroclo,
que exánimes sentían aniquilado, destruido
una carne ahora envilecida, su espíritu desaparecido,
indefenso, sin aliento,
vuelto de la vida a la nada inmensa.
Las lágrimas vio Zeus de los inmortales
caballos y apenose. En las bodas de Peleo
dijo “no debí así irreflexivamente actuar;
¡mejor que no les hubiéramos dado caballos míos
desdichados! ¿Qué buscabais allí abajo
entre la mísera humanidad que es juego del destino?
A vosotros que no la muerte acecha, ni la vejez
las efímeras desgracias os atormentan. En sus padecimientos
os envolvieron los humanos”. Sin embargo,
las dos nobles bestias por la perpetua contingencia de la muerte
su llanto derramaban.
CHE FECE…IL GRAN RIFIUTO
A algunos hombres les llega un día
en que deben el gran Sí o el gran No
decir. De inmediato se revela quién tiene
preparado en su interior el Sí, y diciéndolo
avanza en el honor y en su convicción.
Aquél que se negó no se arrepiente.
Si otra vez le preguntaran,
no, diría de nuevo. Y sin embargo lo agobia
aquel no -justo- durante toda su vida.
FIN (1911)
En el medio del temor y las sospechas,
con la mente trastornada y los ojos espantados,
nos consumimos y planeamos cómo hacer
para escapar del seguro
peligro tan atroz que nos acecha.
Y, sin embargo, en qué error estamos, ese peligro
no está en nuestro camino.
Eran mentira las noticias
(o no las escuchamos o mal las entendimos).
Otra desgracia que no sospechábamos,
súbita, fulminante se abate sobre nosotros,
y desprevenidos —ya no hay tiempo— nos arrastra.
EN UN VIEJO LIBRO (1922)
En un libro viejo -de unos cien años-
olvidada entre sus hojas,
encontré una acuarela sin firma.
Debe haber sido obra de un artista muy bueno.
Llevaba como título “Presentación del amor”.
Pero más bien correspondía “del amor de los sensuales en
extremo”.
Porque era manifiesto al contemplar la obra
(fácilmente percibíase la idea del artista)
que a los que aman en cierto modo regularmente,
que permanecen dentro de lo que de todas maneras se permite,
no estaba destinado el adolescente
de la pintura -en unos ojos pardos, oscuros,
con la hermosura peregrina de su rostro,
la belleza de la atracción anómala;
con sus labios ideales que llevan
el placer a un cuerpo amado;
con sus miembros ideales creados para lechos
que la moral corriente llama vergonzosos.
AL ALTO MUNDO DEL POEMA
Las cosas que tímidamente imaginó
siendo escolar, claras ve ahora.
Camina las calles, amanece,
las noches le atrapan,
como conviene a nuestro arte, su sangre
ardiente y fresca al placer se entrega
Prohibidos deleites han vencido su cuerpo
sus jóvenes brazos saben darse al placer
así, un simple muchacho termina por merecer
nuestra atención y queda
con su sangre ardiente y fresca.
A LA ENTRADA DEL CAFÉ (1915)
Algo que dijeron al lado mío
dirigió mi atención a la entrada del café.
Y vi el hermoso cuerpo que parecía
como si el Amor lo hubiese forjado
con su más consumada experiencia,
plasmando sus armoniosas formas con alegría,
elevando esculturalmente la estatura;
plasmando con emoción el rostro
y dejando a través del tacto de sus manos
un sentimiento en la frente, en los ojos, y en los labios.
LA SATRAPÍA (1910)
Ay, qué desgracia, que, estando tú hecho
para obras hermosas e importantes,
la injusta suerte tuya tenga siempre
que negarte la osadía y el éxito.
Que te hayan de estorbar usos serviles,
cosas indignas e insignificantes.
Y qué terrible el día en que te rindes
(el día en que te cansas y te rindes)
y emprendes el camino para Susa
y llegas ante el rey Artajerjes
que te acoge entre su corte complacido
y te ofrece satrapías y esas cosas.
Y las aceptas con desesperanza,
todas las cosas esas que no quieres.
Otras busca tu alma, otras ansía:
el elogio del Pueblo y los Sofistas,
los “¡Bravo!” inapreciables y difíciles,
el Ágora, el Teatro y las Coronas.
Eso, ¿cómo va a dártelo Artajerjes,
ni cómo hallarlo en una satrapía?
¿Y qué vida podrás hacer sin eso?
LOS SABIOS SABEN LO QUE SE AVECINA
Pues los dioses saben el futuro; los hombres,
el presente, y los sabios, lo que se avecina.
Filóstrato, en Vida de Apolonio de Tiano, 8.7.
Los hombres conocen el presente.
El futuro lo conocen los dioses,
plenos y únicos poseedores de todas las luces.
Mas, del futuro, captan los sabios
eso que se avecina. Su oído,
a veces, en las horas de graves reflexiones
se alarma. Les llega el clamor
secreto de sucesos que se acercan.
Y reverentes le prestan atención.
Mientras que, en la calle,
ahí fuera, no oyen nada las gentes.
TUMBA DE YASIS (1917)
Aquí yazgo; Yasís. De esta grande ciudad
por la hermosura el efebo más famoso.
Sabios profundos me admiraron; y también el pueblo llano,
sencillo. Y me alegraba asimismo igual.
por ambas cosas. Y por tenerme la gente
demasiado por Hermes y Narciso,
los excesos me acabaron, me dieron muerte. Viajero,
si eres alejandrino, no has de critícame. Tú conoces el ímpetu
de la vida nuestra: qué ardor posee, qué voluptuosidad excelsa.
DEMETRIO SOTER 162 a 150 A.C. (1919)
Cada intento suyo resultó fallido,
imaginaba poder realizar gloriosas hazañas,
poner fin a la humillación que,
desde tiempos de la batalla de Magnesia
oprime a su patria,
volver a hacer de Siria un Estado poderoso
con sus ejércitos, su flota, sus grandes fortalezas,
sus riquezas. Sufría, se amargaba en Roma
cuando sentía en las palabras de sus amigos
jóvenes de casas notables
en medio de toda la delicadeza y cortesía
que hacia él mostraban
hijo del rey Seleuco Filopatón
cuando sentía que, sin embargo, existía
siempre un secreto menosprecio
por las monarquías helenizantes
que habían declinado
que ya no sirven para empresas importantes
impropias para dominar a los pueblos.
Se retiraba a solas consigo, se indignaba
y juraba que nunca sucedería como ellos pensaban,
él tiene voluntad, luchará, actuará, se sublevará,
basta encontrar un medio de llegar a Oriente
lograr huir de Italia y toda esta fuerza
que posee dentro de su alma
todo este ímpetu infundírselo al pueblo.
Ah, si al menos estuviera en Siria
-salió tan pequeño de su patria
que un difuso recuerdo tenía de su imagen-
pero siempre la tenía presente en su pensamiento
como algo sagrado que se siente cerca al venerarlo
como la visión de un paisaje hermoso,
como un sueño de ciudades y puertos griegos
¿Y ahora? ahora desesperanza y tristeza
llevaba razón la juventud en Roma
era imposible que se mantuvieran
las dinastías que alumbró la conquista macedonia.
Es igual, él hizo lo posible, luchó cuanto pudo
y en su negra decepción
ya solo piensa en una cosa
con orgullo que incluso en su fracaso
muestra al mundo su propia…… indomable
lo demás fueron sueños y esfuerzos vanos
esta Siria apenas recuerda a su Patria
es la tierra de Eráclides y Balas
HIJO DE HEBREOS 50 d. C. ( 1919)
Pintor y poeta, corredor y discóbolo,
bello como Endimión, así era Jantes, hijo de Antonio.
De familia adicta a la Sinagoga.
“Mas días más preciados son aquellos
en que abandono la búsqueda estética,
en que dejo el hermoso y rígido helenismo,
con su obsesiva preocupación
por la belleza de los miembros blancos y perfectamente dibujados.
Y me convierto en uno de aquellos a los que
siempre quise pertenecer; los hebreos, los elegidos hebreos”.
Declaración demasiado ardiente. “Siempre
a los hebreos, a los elegidos hebreos -“.
Sin embargo no persistió mucho tiempo en esta idea.
El Hedonismo y el Arte de Alejandría
lo consagraron como a uno de los suyos.
SI ES QUE MURIÓ (1920)
¿Dónde se retiró, dónde ha desaparecido el Sabio?
Después de sus numerosos milagros,
la nombradía de su magisterio
que se esparció por tantas naciones,
se ocultó de repente y nadie supo
con certeza que fue de él
(ni nadie jamás vio su sepulcro).
Unos inventaron que murió en Efeso.
Sin embargo, Damis no escribió eso; nada
sobre la muerte de Apolonio ha escrito Damis.
Otros dijeron que en Lindos desapareció.
O acaso sea cierta aquella historia,
de que ascendió al cielo en Creta,
en el templo antiguo de Diktine. –
Con todo tenemos su maravillosa,
su sobrenatural aparición
a un joven estudiante en Tiana.
Quizás no ha llegado el tiempo de que vuelva,
de que reaparezca otra vez ante el mundo;
o transfigurado, acaso, entre nosotros
anda incógnito. -Pero ha de volver a aparecer
como era, enseñando lo justo; y entonces seguramente
traerá de nuevo el culto de nuestros dioses,
y nuestras finas ceremonias helénicas”.
Así divagaba en su pobre morada –
-después de una lectura de Filóstrato
“Sobre Apolonio de Tiana”-
uno de los pocos gentiles,
de los muy pocos que habían quedado. Por otra parte
-hombre insignificante y cobarde- en público
pasaba también él por cristiano y asistía a la iglesia.
Era la época en que reinaba,
con extrema devoción, el viejo Justino,
y Alejandría, ciudad temerosa de Dios,
adjuraba de los malditos idólatras.
MIGUEL OSCAR MENASSA
ARTE POÉTICA
Poesía, lo sé, mientras te escribo,
dejo de vivir.
Entrego, mansamente, mis ilusiones,
mis pobres pecados proletarios,
mis vicios burgueses y, aun,
antes de penetrar tu cuerpo,
-tapiz enamorado-
abandono mi forma de vivir,
miserias,
locuras,
hondas pasiones negras,
mi manera de ser.
Vacío de mis cosas,
abanderado de la nada,
transparente de tanta soledad,
invisible y abierto,
permeable a los misterios de su voz,
intento,
rasgo sonoro sobre la piel del mundo
la piel de la muerte
la piel de todas las cosas.
Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
esquirlas apasionadas,
imborrables astillas de mi nombre.
Del libro “La patria del poeta”
30 DE ENERO, MADRID, POR LA TARDE 1977
Vuelvo porque volver es mi función.
Sé que nadie necesita de nuestro amor
y sin embargo
el tiempo de la ceguera está con nosotros.
Hay un lugar del hombre donde la carne vuelve a ser soberana.
Partiré tu cuerpo en dos,
única manera.
Aboliré el silencio entre nosotros,
tus gritos, goce y dolor, hablarán del encuentro.
Te poseeré
como se poseen los gestos habituales.
Te haré vivir al lado mío hasta el final,
el entretenimiento,
será definitivo.
Tus perfumes
y nuestros líquidos orgánicos en descomposición
-el olor de la vida-
estarán con nosotros.
¡Oh! bienaventurada, beso tu boca entre la niebla,
y miro por la ventana una ciudad,
totalmente muerta, encadenada a sus cloacas.
Del libro “Salto mortal”
28
Y vivieron dentro de mí,
hombres cobardes,
mujeres timoratas,
ancianos vencidos,
niños sin crecer,
jóvenes destruidos.
Hombres
donde la cobardía
llegaba hasta el ridículo,
se transformaban en carceleros
de su propia agonía,
tenían miedo de empobrecerse
y se empobrecían,
tenían miedo de ser abandonados
y eran abandonados
y tenían miedo de caminar,
de correr, de volar,
hasta de escribir
y de morir tenían miedo
y siempre tuvieron razón en todo:
murieron sin llegar
a escribir ni leer nada,
pobres, abandonados,
tal cual como vivieron,
temblando,
llenos de miedo,
inmóviles.
Del libro "El hombre y yo"
MANIFIESTO
Albatros, albatros celestiales cantores de mis penas.
Sufro porque no conozco el África Negra
porque nunca vi brillar en la espesura de la niebla
diamantes o rubíes o flores escarlatas.
Sufro por el dolor de las mujeres
completando su ser en mi mirada.
Por mis hermanos muertos
de los que sólo cuatro murieron en la guerra
el resto murió al amanecer
de tanto hacer la paz por las cantinas sucias
empolvadas de mierda o de los suaves olores del orín.
Me place mirar a las mujeres.
Me placen las llanuras
allí donde mi amada -potranca azul-
tiende definitivamente su cuerpo al viento y sacia su sed.
Amo yerbas y especias orientales
cálidos aromas
que no diré que me recuerdan precisamente mi infancia
pero sí la infancia de mi padre.
Infancia de los cuentos donde siempre hay un sabio
bajo forma de niño, de loco o de cantor.
Porque no quiero que me devuelvan regalos
ni ninguna de las fortunas concedidas.
Porque quiero leer tranquilamente
en el balcón de mi casa mis poemas. Besar tranquilamente
los senos de mi mujer en las cuatro estaciones del año.
Porque de nada me separo y a nada me adhiero.
Porque cada movimiento será sin lugar a dudas
un movimiento completo que gozará de incompletud
para que no le sea preciso detenerse.
Porque cada vida será porque en el principio fue la muerte
y será completa e infinita hasta morir.
Porque buscar, buscar eternamente no carece de nada.
Tengo y lo sé, esa es la verdad.
Del libro "Yo pecador"
SOY UN HOMBRE MODERNO
Soy un hombre moderno.
Atado de pies y manos decido el vuelo.
Al principio me arrastraré
y con el tiempo
podré levantar un poco la cabeza.
Veré el cielo.
El infinito cosmos será
mis pequeñas cadenas y mis babas.
Al principio conseguiré comida
y me la robarán.
Después
aprenderé a cuidar la comida.
Otra cadena más
y así con el tiempo podré
cuidar mi dinero.
Otro eslabón se cierra y otro más
y tendré hijos y serán mis hijos
y tendré que conseguir
comida para ellos
y aprender a cuidarla.
Y mientras cuido la comida
y no dejo
que me arrebaten mi dinero
tendré que tener
educación para mis hijos
para que el infinito cosmos sea
sus pequeñas cadenas y sus babas.
Y también habré de conseguir un amor
como se consiguen puestos de trabajo
y cuidar ese amor con mi propia vida
y no es
un eslabón lo que se cierra sobre mí
sino
los propios tentáculos de la muerte.
Del libro "La poesía y yo"
MÁS ALLÁ DEL ÚLTIMO CANTO, VOLVER ES IMPOSIBLE
Pasaron cinco siglos
y todo,
fue verdad.
Los vaciadores de entrañas,
los violadores de sarcófagos.
llegaron con sus bombas,
al centro de la tierra.
Querían conquistarlo todo
y tenían,
una desmedida pasión,
-perversa-
por los encuentros virginales.
Amar,
aman por, sobre todo,
la blancura,
la asepsia,
una especie de sordo capricho,
en construir,
murallas infranqueables,
en organizar nuestros sentidos,
y además,
claras argucias,
modelos encantados,
rutilantes titulares en los periódicos,
para ver,
si es posible,
que desviemos la mirada.
No nos dejan vivir.
Sólo precisan,
que no tengamos hambre,
¡tanta!
y para nuestro deseo
las reliquias,
las torpes fieras entontecidas por la vejez,
los desperdicios,
en fin,
para nosotros,
PAN y CIRCO.
La tibia
y melancólica,
costumbre de los pueblos bárbaros.
Para sobrevivir,
para que no me matara,
el tenaz e imperceptible aburrimiento,
fui el enano,
y fui también,
gigante entre la niebla.
Un hombre marcado por la viruela boba,
-quiero decir,
tocado,
por una enfermedad sin importancia-
Útil
para un destino grande,
o bien,
uno pequeño.
Un gajo de humanidad,
hecho carne.
Violenta insinuación.
Huyo,
ahora,
tranquilamente
de la biblia
y me masturbo,
con la cálida virgen,
exactamente,
enfrentado a la cruz.
Ave María,
impura,
pecado y maravillas
En el atardecer,
divina puta,
te entregarás,
a mi mortal enfermedad,
el buche de palabras.
Resistir cristianos,
no podrán,
tengo en mi poder,
el secreto del siglo.
La mierda,
más pura,
contra la cruz:
hijos de carne y hueso,
amables palabras
que recuerdan,
cánticos de guerra,
y el humo de mi tabaco,
siempre mortal.
Y sin embargo,
temo como final,
que nos inventen,
el HAMBRE,
contra nosotros mismos.
Vale decir,
que estoy desesperado
y sé
que moriré de bronca un día
y nadie,
sabrá nada.
Ni mis muchachos,
ni las locas serpientes
Y moriré de bronca un día,
porque tengo en mi pecho,
el odio contra todo:
contra las bellas mujeres y los amigos,
contra el estúpido indio americano
y su soberbia,
y un odio inmemorial
contra los impotentes blancos,
de américa del norte,
contra los que nunca,
hicieron el amor.
Odio en mi pecho,
contra la vieja europa,
la inventora del hambre y de la guerra,
la inventora,
de la más alta esclavitud,
la propiedad privada.
Y bien,
digan lo que digan,
soy,
el único poeta de este siglo.
La gran máscara.
Yo también,
tengo en mi pecho,
a mi Neruda,
quiero,
mi isla negra,
y no crean,
que digo tonterías,
busquen en mi poesía
y encontrarán,
que mis uvas maduras,
son,
las más profundas,
las uvas del festín final,
las más negras.
Y ahora,
si quieren,
para perdonarme,
pueden pedirme que rece,
que me ponga a llorar,
que, con mi poesía,
la verdadera,
destruya los demonios,
como hice con dios.
Y si soy,
el claro manantial,
que horada la piedra,
puedo llorar,
por todos los pecados
y amar a dios,
y a su diáfano y enloquecido,
séquito de leprosos.
Temo,
entonces el infierno,
temo,
morir envenenado.
Y si el poeta se burla,
es,
un idiota profundo,
no tiene en cuenta el porvenir,
lo dice todo.
No entiende,
-ni siquiera para vivir-
de política.
Y si lo encierran,
el poeta,
ruge de tristeza,
y su rugido
se expande,
hasta el confín del universo.
Esta vez,
el poeta,
no correrá,
tras los diamantes,
de ninguna playa armoricana,
ni del áfrica negra.
Esta vez,
el poeta
sin oro en su cintura,
sin cruz en sus espaldas,
se dedicará,
ni a la política,
ni al ocio.
Esta vez,
para acallar,
el canto del poeta,
habrá que matarlo.
Y si alguien intenta,
la inmensa porquería de matarlo,
el Poeta,
parece ahora,
una bandera,
pero,
asesino inmortal de toda la blancura,
amante empecinado de la destrucción,
de toda la pureza,
no deja de cantar.
Del libro " Canto a nosotros mismos, también somos América"
31
Yo soy
el profesor de matemáticas
que no sabe sumar,
la luz desgarradora de un rayo,
vencido, sin tormenta,
el porvenir sin hombre,
el amor sin mujer,
el cielo totalmente azul
y sin estrellas, apagado.
Soy, al mismo tiempo,
eso que permanece
y esa nada que sobra.
La risa del canalla
y un cuerpo abandonado.
El mismo canalla llorando,
desesperadamente,
al darse cuenta
que el cuerpo abandonado
es su madre.
Del libro "El hombre y yo"
LIBERTAD DIVINO TESORO
Soy un hombre de ciudad,
un hombre,
condenado a vivir entre las piedras.
Crecí entre el percal de los vestidos
y las babas de una señora inalcanzable,
la libertad.
Crecí sin vida interior,
en el pecho llevo un farol,
pequeña, simple luz y escribo versos.
En mi ciudad
cuando mueren algunos, alguien canta,
tenue luz,
murmura por las noches una tristeza,
un vendaval de furias,
repetición donde la muerte tiene su palabra.
De niño me dijeron que amáramos a Evita
y Evita estaba muerta
y yo la amé como se aman las sombras de la noche
y entre sus brazos y las sombras seríamos millones.
Un recuerdo:
fue muerto por la espalda, mi primo, Miguel Ángel,
como se mata a quien no se puede soportar la mirada.
Cuando murió Miguel, mi primo hermano, tuve un dolor,
una claridad definitiva y, sin embargo,
al otro día amanecí cantando.
Del libro " El amor existe y a libertad"
4 DE FEBRERO DE 1977, MADRID
Te escribo para decirte que todo va mal.
La ley,
ese fuego eterno que hizo posible al hombre puede,
si se quiere,
ser también su propia destrucción.
En ciertas posiciones, amada,
deberías saberlo,
sus llamas,
sus lenguas de pasión,
pueden arrojarte definitivamente al vacío.
Recordarás seguramente en el vacío,
el tiempo en que mis pequeñas palabras
lamían tu ser
y eras propicia al goce.
¡Oh! voluntad de los amantes y sin embargo
nada será posible.
Vientos de la locura desvían las llamas contra tu propio corazón.
Tu llanto,
inseparable y vigoroso llanto,
pondrá otra vez mi cuerpo contra el exterminio.
¡oh! mi pequeña enamorada muerta,
mi cuerpo está en peligro
se incendia vanamente.
La ley,
reposa ahora en mis genitales,
el incendio es total.
Del libro "Salto mortal"
Ver programa de televisión sobre los poetas Constantino Cavafis y Miguel Oscar Menassa.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)