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CANTO A NOSOTROS MISMOS TAMBIÉN SOMOS AMÉRICA
![Canto a nosotros mismos, también somos América. 2a edición. Bilingüe, castellano-francés - Editorial Grupo Cero](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/thumbs/cover-99984-236x339.jpg)
Edición bilingüe Francés-Castellano, 127 pág.
Editorial Grupo Cero.
Enlace para la compra del libro.
Dos ideas se mantendrán como invariantes a todo lo largo del libro. Por un lado el autor muestra en su despliegue su firme vocación grupal y por otro muestra la difícil tarea de sobrevivir a caballo entre dos mundos.
América navegando por sus venas y España opaca suposición de un futuro que siempre estará en entredicho.
El libro comienza con una dedicatoria casi universal a todos los hombres y mujeres luchadoras de todas las épocas a las que inmortaliza.
Luego siguen once cantos suspendidos en el aire, donde dejándose llevar, combina palabras de manera impensable. Una América inicial que se ve reflejada en los poemas a los indios, y un indio “Toro sentado” representando a todos los indios darán cuenta de una historia que aún hoy se repite donde la dominación y el horror traspasan todas las fronteras y apuntan a un futuro inevitable. Han sido tantos rostros de mujer, pasiones vírgenes, muertos ajusticiados que desfilan por sus páginas que se hizo imprescindible un broche. “Nunca más raíces, nunca más para nosotros, la ilusión de tener. Llevamos con nosotros la muerte. Extranjeros en un mundo donde nada perdura, sólo la escritura puede modificar la ideología, cambiar el destino del hombre.
INTRODUCCIÓN
Vivo,
—desde hace un año—
en un lejano país,
al sur de europa.
Vivo,
por costumbre,
en su propio centro.
Al sur de la ciudad,
donde la ciudad,
es ella y su fin.
El vacío,
donde aterrizan los desagües,
el propio límite
entre la libertad y la locura.
Quiero decir,
que buenos aires,
no ha muerto,
porque vivir
vivo en sus suburbios.
Y sin embargo,
—por el viejo vicio del misterio—
nadie sospecha.
Parado en la vereda de mi casa,
ladeado,
con las piernas cruzadas
y la derecha para atrás,
contra el novedoso semáforo,
apoyada,
y el cigarrillo,
colgado,
de la boca como si fuera un guapo,
y sin embargo,
piensan que soy,
un malentendido,
un pasto salvaje,
crecido inesperadamente,
fuera de estación.
Crezco con dificultades,
bajo la mirada atenta,
de los sorprendidos agricultores.
Tanta belleza,
para el final del siglo,
no había sido calculada.
Y por eso,
por haber violado la ley,
de las apariciones,
se cierne sobre mí,
el opaco murmullo de la calumnia,
el peligro,
de un destino de locos.
La desaparición.
TORO SENTADO
EL VISIONARIO
I
Aquí,
toro sentado,
amante del silencio.
Miro el sol,
es el atardecer,
y sé,
que todo es efímero.
Vendrán eras atómicas,
y arrancarán de cuajo nuestro reino,
del centro de la tierra.
El sol caerá,
como un fruto podrido,
como un pájaro herido,
en pleno vuelo.
Detrás de las colinas
veo para el hombre,
sangre y basura,
un silbido helado y nocturno.
Aquí,
sentado,
amante,
toro del silencio,
veo para el hombre,
detrás de las colinas.
La muerte.
II
Pequeño árbol de la colina,
estalla en la señal.
Desde sus raíces,
fuegos artificiales
se encienden
entre el aromático perfume.
Quiero decir,
que nuestro pequeño águila de trueno,
también,
ha muerto.
Dulzura,
la dulzura de sus labios,
su vuelo etéreo.
Su franca risa,
cuando se burlaba de la guerra.
Conocer,
conocía —murió por eso— en la propia colina,
el estallido sangriento,
del árbol del amor.
III
Anochece, ahora, en nosotros,
y la blanca espuma de la rabia,
lo envuelve todo.
La vida se entretiene en los olores.
Todo procede,
desde más allá de la colina,
también,
nuestro final.
Envejecí sentado,
aconsejando a mis muchachos,
detenerse,
frente a cualquier maravilla de la tierra,
frente a cualquier tontería de la naturaleza
contra los sentidos.
Y sin embargo,
me decido,
quiero morir de pie.
Y si es necesario,
atado a mi caballo.
MÁS ALLÁ
DEL ÚLTIMO CANTO
VOLVER ES IMPOSIBLE
yo es otro
A. Rimbaud
yo,
el poeta,
el Otro
M. O Menassa
Pasaron cinco siglos
y todo,
fue verdad.
Los vaciadores de entrañas,
los violadores de sarcófagos,
llegaron con sus bombas,
al centro de la tierra.
Querían conquistarlo todo
y tenían,
una desmedida pasión,
—perversa—
por los encuentros virginales.
Amar,
aman por sobre todo,
la blancura,
la asepsia,
una especie de sordo capricho,
en construir,
murallas infranqueables,
en organizar nuestros sentidos,
y además,
claras argucias,
modelos encantados,
rutilantes titulares en los periódicos,
para ver,
si es posible,
que desviemos la mirada.
No nos dejan vivir.
Sólo precisan,
que no tengamos hambre,
¡tanta!
y para nuestro deseo
las reliquias,
las torpes fieras entontecidas por la vejez,
los desperdicios,
en fin,
para nosotros,
PAN y CIRCO.
La tibia
y la melancólica,
costumbre de los pueblos bárbaros.
Para sobrevivir,
para que no me matara,
el tenaz e imperceptible aburrimiento,
fui el enano,
y fui también,
gigante entre la niebla.
Un hombre marcado por la viruela boba,
—quiero decir,
tocado,
por una enfermedad sin importancia—
Útil
para un destino grande,
o bien,
uno pequeño.
Un gajo de humanidad,
hecho carne.
Violenta insinuación.
Huyo,
ahora,
tranquilamente
de la biblia.
Y sin embargo,
temo como final,
que nos inventen,
el HAMBRE,
contra nosotros mismos.
Vale decir,
que estoy desesperado
y sé
que moriré de bronca un día
y nadie,
sabrá nada.
Ni mis muchachos,
ni las locas serpientes.
Y moriré de bronca un día,
porque tengo en mi pecho,
el odio contra todo:
contra las bellas mujeres y los amigos,
contra el estúpido indio americano
y su soberbia,
y un odio inmemorial
contra los impotentes blancos,
de américa del norte,
contra los que nunca,
hicieron el amor.
Odio en mi pecho,
contra la vieja europa,
la inventora del hambre y de la guerra,
la inventora,
de la más alta esclavitud,
la propiedad privada.
Y bien,
digan lo que digan,
soy,
el único poeta de este siglo.
La gran máscara.
Yo también,
tengo en mi pecho,
a mi Neruda,
quiero,
mi isla negra,
y no crean,
que digo tonterías,
busquen en mi poesía
y encontrarán,
que mis uvas maduras,
son,
las más profundas,
las uvas del festín final,
las más negras.
Y ahora,
si quieren,
para perdonarme,
pueden pedirme que rece,
que me ponga a llorar,
que con mi poesía,
la verdadera,
destruya los demonios,
como hice con dios.
Y si soy,
el claro manantial,
que horada la piedra,
puedo llorar,
por todos los pecados
y amar a dios,
y a su diáfano y enloquecido,
séquito de leprosos.
Temo,
entonces el infierno,
temo,
morir envenenado.
Y si el poeta se burla,
es,
un idiota profundo,
no tiene en cuenta el porvenir,
lo dice todo.
No entiende,
—ni siquiera para vivir—
de política.
Y si lo encierran,
el poeta,
ruge de tristeza,
y su rugido
se expande,
hasta el confín del universo.
Esta vez,
el poeta,
no correrá,
tras los diamantes,
de ninguna playa armoricana,
ni del áfrica negra.
Esta vez,
el poeta,
sin oro en su cintura,
sin cruz en sus espaldas,
se dedicará
ni a la política,
ni al ocio.
Esta vez,
para acallar,
el canto del poeta,
habrá que matarlo.
Y si alguien intenta,
la inmensa porquería de matarlo,
el Poeta,
parece ahora,
una bandera,
pero,
asesino inmortal de toda la blancura,
amante empecinado de la destrucción,
de toda la pureza,
no deja de cantar.
EL AMOR EXISTE Y LA LIBERTAD
![El amor existe y la libertad. 2a edición. Bilingüe, castellano-francés - Editorial Grupo Cero](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/cover-102764.jpg)
Publicado en 1984 en la Editorial Grupo Cero.
98 páginas.
- MADRID
L´AMOUR EXISTE ET LA LIBERTÉ
EDITORIAL GRUPO CERO - MADRID
Traducción de Claire Deloupy
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A 8 años del exilio voluntario, el autor, Miguel Oscar Menassa, nos entrega un poemario que no deja de develar lo que el golpe de de Estado de 1976, en Argentina, su país natal, significaron para su población y la de otros países sudamericanos, sometidos a atroces abusos de poder.
El golpe fue planificado y ejecutado en el marco del Plan Cóndor, un sistema clandestino de coordinación represiva, a países latinoamericanos, promovido por EE.UU, con el fin de mantener el control de esos países durante la llamada Guerra Fría, que generalizó las dictaduras en América Latina.
EL libro comienza aseverando su compromiso con la escritura y la historia, diciendo “estoy encaramado más alto de la vida, más arriba que yo” aludiendo al compromiso social que significa ser un escritor y lo dedica : Al amor, a la libertad, aunque imposibles o por eso.
A lo largo de sus 52 páginas, bellamente desgranadas, el autor nos hace partícipes del drama humano que significa una guerra y asimismo nos propone argucias para sobrellevar tanto dolor, “buscando siempre la carne en mi escritura,
en mi escritura su pasión”
Así el precio de la libertad atravesando su vida, le hace crecer entre las sombras y entre las sombras, amar la libertad, alertando de lo difícil que es luchar contra la sobre determinación.
En el poema Carta a mi Patria dice: Sobre mis ojos, en pedazos de sol, mi patria resucita. De hambre y libertad ya hemos muerto. Somos ahora una manada de bisontes. Caen los ídolos, abandonan su soledad marmórea, viven con nosotros. La muerte, poderoso ídolo entre ídolos, en nuestros brazos, majestuosa reina de la libertad, cae.
Y refiriéndose al oficio de poeta, asegura: Envuelto en las sutiles marañas del poder, toda la libertad es Ella, es decir, la Poesía, alegría en plena libertad, muerte de la muerte, es decir, lo que me trascenderá.
“La poesía dispara sobre mí, para que no muera, un millón de palabras en libertad.
EL AMOR EXISTE Y LA LIBERTAD
Fui un hombre
amante de la libertad
y los venturosos días por venir.
Después cayeron sobre mí,
la guerra y sus estragos.
La libertad,
se fue poniendo negra entre mis brazos
y aquel bello rostro de los recuerdos infantiles,
su rostro,
se evaporó lentamente entre los ojos de la muerte.
Gritos desesperados saliendo a borbotones,
llamándola por última vez y, ella,
alta y desnuda, ráfaga inalcanzable de cielo,
ordena matar.
II
No sabemos, todavía, no sabemos:
¿Quién está vivo y quién está muerto?
III
A nuestro alrededor
la libertad seguía volando libremente
y volando,
se hablaba de ella en otros mundos
y volando,
había un reino más allá del cielo,
donde la libertad,
entre los soles de las galaxias superiores,
reinaba,
siempre intangible y serena,
la vida de los hombres.
IV
Para vivir, fue necesario
llenarse la cabeza y el alma de ilusiones.
Para vivir, fue necesario,
dejar de vivir.
V
De un ser despedazado hicimos escritura.
Una escritura hambrienta de porvenir,
libertad a los cuatro vientos,
amor, loco y vivaz, entre las letras.
Una escritura desesperada,
desenfrenada buscadora de amor.
de libertad, de humanidad.
Todo lo que no existe.
VI
Tiempo donde toda la música,
era el quejido de los moribundos.
Tiempo donde toda la alegría,
era recuerdo.
VII
Entre los bramidos de la muerte
me hundí en mi propio interior.
Quise encontrar sentido al universo
en el centro de mis tripas.
Hice de mi corazón,
un breve y opulento palacio de cemento.
Puse alambre de púas en mi piel,
me rodeé de fosos,
levanté los puentes levadizos
y puse cadenas a mi alrededor
y cadenas
y reflectores contra el sol
y dejé de escribir, porque temía,
que mi escritura transformara mi vida.
VIII
SILENCIO
era lo único que pedían.
IX
GRITAR
fue el único deseo.
X
Gritando y enmudeciendo para no morir.
Recordando y olvidando todo para no morir.
Levantando y agachando la cabeza para no morir.
XI
Quise volar como los pájaros, gruñir como las bestias
Quise ser Dios
y me moría de hambre con los hambrientos.
Quise ser millones
y lloraba con los desesperados porque llorar,
es un recuerdo del hombre inolvidable.
La alegría me caló los huesos cuando le opuse
mi primer verso a la muerte.
XII
QUERIDA MUERTE,
a tu pesar,
a mi pesar,
la vida continúa.
XIII
Grotescas olas, cataclismos inesperados,
retorcimiento visceral.
Torturas
y hambre
y pequeños pecados solitarios,
que el tiempo castiga con la muerte
Un tiempo que todo da lo mismo.
XIV
Un tiempo,
un viento,
un opaco murmullo,
te parte la vida en mil pedazos.
Después, un hombre es lo que es.
XV
Después de la catástrofe escribo versos
y hago el amor porque el amor,
también hace la guerra.
Hablo a mis hijos del movimiento de los astros:
es posible hablar de las estrellas sin tocarlas
y nos quedamos mirando, tranquilamente, la luna,
el vuelo borracho de alguna abeja entre las flores
y nos distraemos con cualquier tontería de la tarde
porque les hará bien, me digo,
que vayan olvidando el nombre de los muertos.
Y sueño todas las noches un futuro brillante
y me levanto buscando un sol que hoy tampoco estará
y busco entre los hombres con quién hacer la guerra,
porque la guerra, también, hace el amor
y escribo versos.
XVI
Creciendo contra todo,
ambicionando todo lo que pronuncio,
le fui poniendo alas,
bujías electrónicas,
motores supersónicos a mi canto.
Y creciendo hice versos
y mis versos creciendo,
fueron mi vida.
CARTA A MI PATRIA
Todo está bien y todo está mal
y no diré, como se decía antaño:
un fuerte viento ha destruido nuestra razón
y no diré:
fuertes borrascas,
se han llevado en su seno nevado el último amor
Una tierra se descompone en el rumor alado de mi canto,
en el rumor de una tempestad sin fin,
un huracán que más que anunciar el porvenir
nos recuerda despiadadamente el pasado.
Entre las palabras que desollo vivas,
están las de tu piel.
Fragancia de limón entre los higos,
pequeña fragancia de amor entre las enredaderas.
Tajo de miel, tu sexo, abierto,
verde y natural.
Te enfrento en el fondo de tu mirada vacía
-obrera sarcástica de los pastos-
abro tu piel
y sobre alguna herida sangrante de tu rostro
una vía rápida y segura, entre tus venas
dejo caer mis palabras, veneno mortal,
gritos desmedidos sobre tu carne.
Soy un hombre que morirá casi seguro en sus andanzas.
Amante de los perfumes, la mujer, siempre me sobrecoge.
Un día cualquiera como me pasaba de muchacho,
escribiré un poema, encenderé la luz.
Soles, estrellas fugaces y soles majestuosos,
para que tu piel salte en pedazos.
Pradera verde y natural,
pradera infinita.
Ojo descuartizado de américa-latina,
pastos helados en plena primavera,
bajo el sol, exactamente, bajo el sol,
todos muertos.
Esfera de cristal,
banderita azul y blanca de mi pequeña patria muerta,
sobre mi ojos, en pedazos de sol, tu cuerpo resucita.
EL OFICIO DE POETA
Envuelto en las brumas del tedioso vivir,
sólo la poesía me acompaña.
Cuando voy por la vida, Ella,
suele asombrarse de mi soledad.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo se detiene para mí,
el oro brilla para mí
las mujeres más altas bailan para mí,
los pájaros más nocturnos velan mi sueño.
Envuelto en los poderosos ruidos de la máquina
sólo su voz humana me acompaña.
Cuando hacemos el amor, Ella me reprocha,
amarla como si fuera única.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo detenido en mis manos
se abre para mí, lo múltiple se abre para mí,
añejas pasiones y amores venideros,
delirios y mujeres, se abren para mí,
diosas enamoradas y diademas, belleza embrutecida,
el aire se abre para mí, los espacios abiertos
donde nuestro gran sol es una estrella más.
Envuelto en las sutiles marañas del poder,
toda la vida es Ella.
Cuando Ella me encuentra en esa encrucijada,
donde yo mismo soy el amante de la muerte,
Ella baila desnuda para mí
y desnuda, despojada, también, del amor,
dispara sobre mí para que no muera,
un millón de palabras en libertad.
Le digo que no importa,
en su presencia danzarina, la muerte deja de brillar,
tiemblan los cementerios,
se abren los corazones profundos de la tierra,
la vida nace por doquier
y el frenesí es color, vértigo, duda,
danza de la alegría sin escrúpulos,
alegría en plena libertad,
muerte de la muerte.
LA PATRIA DEL POETA
![La patria del poeta - Editorial Grupo Cero](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/cover-102766.jpg)
Publicado en 1991 en la Editorial Grupo Cero
126 páginas
ARTE POÉTICA
Poesía, lo sé, mientras te escribo,
dejo de vivir.
Entrego, mansamente, mis ilusiones,
mis pobres pecados proletarios,
mis vicios burgueses y, aun,
antes de penetrar tu cuerpo,
-tapiz enamorado-
abandono mi forma de vivir,
miserias,
locuras,
hondas pasiones negras,
mi manera de ser.
Vacío de mis cosas,
abanderado de la nada,
transparente de tanta soledad,
invisible y abierto,
permeable a los misterios de su voz,
intento,
rasgo sonoro sobre la piel del mundo
la piel de la muerte
la piel de todas las cosas.
Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
esquirlas apasionadas,
imborrables astillas de mi nombre.
La patria del poeta, publicado en 1991, es un libro de poesía pura, es decir, un libro para despejar la mente y limpiar la cabeza de esa cotidianeidad que, a veces, no nos deja vivir.
En el libro está la relación que el poeta tiene con la poesía, el compromiso que hace que ponga su vida en juego para que ella se haga carne en el poema.
También está el exilio y lo que eso supone de olvido y de adioses para dar la bienvenida a nuevas palabras que tendrán que ver con estos nuevos tiempos que van siendo posibles a medida que la letra nace al mundo.
Y está el psicoanálisis y cómo el poeta lo incluye dejando que la poesía siga siendo poesía y, en ese dejarse hacer del poeta, el psicoanálisis va transformando el cuerpo de la poesía y la poesía permite que el psicoanálisis avance hacia el futuro.
Todo eso está en el libro, y más, como, por ejemplo, el poema que abre la posibilidad de dejar de ser un exiliado para formar parte de esa nueva patria que, a partir de ese poema, será su patria:
LA PATRIA DEL POETA
I
Voluptuosa semilla aquí me planto
y creceré y aquí, echaré raíces
y tendrán brotes que, a su vez,
tendrán otros brotes.
Decreto a la reseca meseta castellana
LA PATRIA DEL POETA.
Arrancaré perfumes de tus rocas,
como de flores de la estación del sur,
y alguien dirá:
antes de los colores del poeta,
vos,
eras gris.
Y yo recordaré:
haberte pintado los labios con mi nombre.
Sobre el verde aroma del limón,
-caballo de los astros-.
Indio de luz,
cobre rasgado por el oxígeno vital,
mi poesía,
pulmón del universo.
Líquenes cenagosos
y alforjas repletas de manzanas,
detenidas en el tiempo del frescor.
Inmensidad,
verde infinito,
sesgo del sol,
entre las cejas del profundo mar,
atlántico silvestre.
No veis que soy el que os saluda,
desde más allá de las más altas cumbres,
más allá de los oscuros cielos de Dios;
desde la profunda galaxia de lo verde.
Meteórica expansión del arco iris,
soy un color que ya no tiene,
el blanco,
de la pequeña pureza inmaculada,
ni el manto negro de la muerte,
desolada,
ni los ojos sangrantes del rubí.
Soy del celeste cosmos y del sol,
la conjunción marítima y alada.
Mi voz,
es el rasguido de la guitarra astral.
Mi canto,
es el sonido gutural del tiempo.
Canto y estallo cada vez,
y cada vez,
me desintegro.
Pierdo mi ser entre fragmentos
y en ese vacío de nada y de color,
porque ya no seré,
recorro los espacios infinitos,
montado en verde luz,
pradera de los cielos
Pampa,
tendida en las alturas.
NACIMIENTO DEL POETA
IX
Espía de mí mismo,
me entrego, definitivamente,
anclo.
Busco en tu piel y sonrisas de tu vientre
se deslizan entre suaves movimientos del mar,
olas detenidas como para siempre en tus ojos.
Pequeños surcos en la frente y una juventud,
tocada por la repetición de los errores,
me deciden a todo:
Vuelco sobre mi copa los últimos soles del verano
y bebo en los contornos de un ritmo, desesperado,
mi vida.
Cabalgo, lumínica presencia,
hacia donde el hombre no puede más
y, ahí, precisamente, en ese límite,
comienzo a galope tendido,
a galope feroz,
mi última carrera.
Vuelo entre las tumbas de los que no pudieron,
ellos son mi recuerdo y mi esperanza.
Lo que podría pasarme y, también, la ilusión,
de una nueva estrella entre los astros.
Sencillamente arrastro todo lo que fui.
No fui feliz,
porque ser feliz es,
argucia del sistema.
LA VIDA DEL POETA
XIII
Escribir,
hasta romperse las manos escribiendo.
Del hombre,
sólo amo su futuro, sus explosiones.
Me debo a mí
y, me debo, a todo el universo.
Me veo cantando las vidalas
hasta quedar si voz.
Me veo mirando las estrellas
hasta que mis ojos queden sin luz.
Abro la boca
y miro cómo el mundo se parte en mil pedazos.
Áspera roca,
estoy empecinado en creer,
que todo cambiará.
ADIÓS, PUES
Adiós, pues el poeta ha de seguir viajando.
y si mi amor os desgarra al romperse,
ése es el sonido, fuerte, de la libertad,
ruido de cadenas haciéndose pedazos.
Adiós, pues ya he estado aquí, en mi sitio.
Y os entregué mi amor, mi cuerpo hecho pedazos,
la voz clarividente de mis versos
y esa mirada mía, abierta al universo.
Adiós, pues el poeta ha de seguir viajando
y como alguien me ha amado en este pueblo
y como alguien, seguramente, alguno me ha mirado,
no lo pienso más, antes de irme,
antes de comenzar la nueva travesía,
toco esos labios, beso esa soledad.
CUANDO SE ABRAN LOS VIENTRES
Cuando se abran los vientres, yo no tomaré nada.
Entre los despedazados cuerpos confusos y alertas,
entre la poca realidad, lo negro, la débil vida,
amante del cuerpo de la letra, diré mis palabras.
Vengo de aquí, soy de aquí mismo, roca de soledad:
Nací en vuestra mirada, nací en vuestra impudicia,
Nací como una fuente enloquecida, aguas del deseo,
para dejar palabras, voz de la poesía, en libertad.
Tengo, por haber atravesado los confines del hombre,
por haberme deslizado en la mirada de la muerte,
algo del universo, una partícula de infinito en mi voz.
Vengo de aquí, soy de tus propias entrañas, el eco,
alucinado y luminoso de tu propio silencio oscuro,
el eco donde el tiempo, arrasa la memoria.
LA VIDA VIVE EN MIS PALABRAS
La vida vive en mis palabras, el goce en mi voz
y vosotros, tendréis que resolver el acertijo.
Soy una herida abierta que sólo se repite sin dolor.
Soy una pulsación, sin ritmo, ni latidos.
Algo del ser que ya no fue sino representado.
Un hilo de luz en la montaña abierta y desolada,
pero sin que hubiera de haber desolación,
ni montaña, ni hilo, ni tan siquiera luz.
No soy el humo que parte de la llama y se disipa,
ni el grito que se arranca de la garganta para ser
ni el perfume que escapa de la piel del deseo.
Soy algo del humo, algo de la llama, que perdura:
lo que el grito no pudo asesinar de la garganta,
olor vacío de perfumes, agujero de piel, poesía.
LA MUJER Y YO
![La mujer y yo - Editorial Grupo Cero](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/cover-99956.jpg)
Publicado en el año 2003 por la Editorial Grupo Cero.
120 páginas.
Enlace para la compra del libro.
La mujer y yo es un libro de Miguel Oscar Menassa publicado en el año 2003, cuando el poeta contaba con 63 años de edad y 20 libros de poesía editados. Se enmarca dentro del primer decenio del siglo XXI, periodo que podemos denominar de madurez artística en la obra de Menassa, que comienza en el año 2000 con la publicación de La poesía y yo y termina en 2008 con la publicación de Aforismos y decires, y que comprende la publicación de los siguientes libros de poesía: La poesía y yo (2000); Llantos del exilio (2001); Al sur de Europa (2002); La mujer y yo (2003); El hombre y yo (2005); La maestría y yo (2007) y Aforismos y decires (2008), obras maestras que marcarán un antes y un después en la carrera del escritor y que le catapultan a las más altas cumbres de la literatura universal. A este mismo periodo pertenecen tres libros de relatos: Poeta condenado (2000), Cartas a mi mujer (2001) y Monólogo entre la vaca y el moribundo (2001), piezas de investigación-exposición de la tesis poética que se orquesta en dicho periodo de trabajo creativo al que se entrega la escritura del autor con la belleza de su universo poético.
Una poesía y una poética que derivarán en cine, siendo el máximo exponente de su contenido y estética la ópera prima del poeta, también director cinematográfico, titulada “¿Infidelidad?” (2007), así como varios cortometrajes fundamentados en los poemas del libro.
Es “La mujer y yo” un libro abierto a lo femenino, donde el lector puede sumergirse en una enciclopedia viva del realismo psíquico de las relaciones de pareja. No habrá mujer que no se sienta identificada con alguno de los personajes. Hombres y mujeres poniendo palabras a un universo tradicionalmente ciego, alumbrando las diferencias radicales entre lo masculino y lo femenino que el hombre ha buscado a lo largo de la historia de la civilización y que Menassa nos entrega, sin hacer malabarismos, saliéndole del alma (escritural, se entiende) el cuerpo histórico de la mujer, encontrándose con los deseos, el trabajo, la pasión de la libertad, el dinero, la escritura, la locura, lo sublime y todo el resto de esos diamantes que corresponden al saber de un hombre de su tiempo.
Ella tratando de forjar un mundo sin sexo y sin dinero estallando la razón frente al goce y el deseo, unas veces negado, otras veces insatisfecho, arremete con sus palabras y discute, y muestra sus ideas, y se divierte con sus amigas y llega al orgasmo en situaciones incomprensibles y se muere en las páginas y vuela. Y él dando sus primeros pasos frente a los secretos de la mujer, desea, y su deseo, por decirlo así, es escribirlo, porque es un verdadero artista moderno y la ama, aunque no la comprenda, y ella, enamorada y loca, habla, como novedad psicoanalítica, para que él goce más, y él sumiso a su deseo, goza, pero ella tiene todo el poder.
Cada poema convulsiona el pensamiento contemporáneo y trabaja en su recorrido (mediante el método poético psicoanalítico) con la ley de la escritura, desde el principio del libro, el pensamiento de un gran hombre que dibuja, con sus versos, una nueva historia del amor donde él y ella están en crecimiento. Donde él puede convertirse en el transmisor y actor de una manera de vivir 200 años y ella deja de engañarse a sí misma y entrega a la conversación la plenitud de su inteligencia. Sin culpa, alejándose de las convenciones sociales, para aprender al caer en condiciones saludables de la cumbre del amor al vacío del sexo con un profesor de vuelo, los límites y los alcances de sus propias manos femeninas capaces de transformar su destino de esclavitud mediante la escritura, pues ella es ciega a su propia sobredeterminación.
¿“Ciencia ficción de las relaciones de pareja” o anticipación de la realidad? Una obra amoral sobre la verdad de las relaciones heterosexuales entre adultos civilizados que mutan y sueñan, que gozan y desean, que escriben y conversan y cuya historia del amor es la raíz del tiempo.
SELECCIÓN DE POEMAS
2
Yo, antes de conocerlo, me creía viviendo,
hasta llegué a decirle a mi madre que era feliz
y para él, todo lo mío era insuficiente.
Un día me llegó a decir que, si lo amaba,
que si gozaba con sus cosas, debía decírselo.
Una tarde, en el colmo de la crueldad,
me reprochó que nunca, nunca,
le había dedicado ningún poema.
Yo, esa tarde, lloré con desesperación
pero él estaba ensayando la crueldad
y me dijo:
Llorar, siempre has llorado para mí
pero nunca me dedicaste un poema.
Yo, ahí, tenía intención de matarlo
pero no tenía fuerzas para hacerlo
entonces le pedía que me pegara.
Él, esos días, ni me pegaba ni nada,
él esas tardes lo sabía, lo adivinaba,
esas tardes grises la asesina era yo.
Pero él era, verdaderamente, cruel,
su crueldad, amigas, no tenía límites:
Se quedaba, ahí, quieto, como muerto,
días, semanas, meses enteros, siglos y,
después, cuando ya nadie lo esperaba,
ni mis amigas, ni siquiera yo misma,
él, de golpe, nacía nuevamente al amor,
distraído en un beso, iluminado de caricias
y pasaba, entre nosotras, como una ráfaga
de incendio y velocidad y fuertes aullidos
como si amor y sexo estuvieran uniéndose
precisamente, amiga, en nuestros cuerpos.
Y cuando estábamos a punto de conocer,
de lo imposible, un rasgo inexistente,
él se quedaba ahí, quieto, como muerto.
Y yo llamaba a mis amigas para revivirlo
y, ahí, era donde su crueldad era infinita:
me obligaba con razonamientos absurdos
y, totalmente convencida por sus palabras,
terminé haciendo el amor con mis amigas
y ese goce me volvía, perfectamente, loca
y fue, también, por eso que no le vi más.
Comencé a leer sus versos en secreto
para que nadie viera tanto amor,
pero todo el mundo se daba cuenta:
cuando estaba a su lado
mi cuerpo se incendiaba,
cuando se alejaba de mi lado
mi pensamiento para alcanzarlo
se incendiaba y tocaba el dolor,
pero yo leía sus versos en secreto
para engañar al mundo entero
que era su cuerpo lo que amaba,
para que, él, no se enterara nunca de que,
yo, estaba enamorada de sus versos.
7
Dormíamos tranquilamente cuando ella
se levantó sobresaltada y me dijo:
Hoy quiero tener una aventura
vivir lo no vivido, amar lo inexistente
y ya sé que son las tres de la mañana
pero quiero andar un camino nuevo
donde no quede un sólo rastro de mí
así que, por favor, escúchame.
Y no es que a mí, exactamente,
me guste dormir de noche
pero estaba dormido, soñando
tonos del ocre sobre el negro.
Primero tuve ganas de decirle:
“déjame de joder” o bien, indiferente
“¿te parece poca aventura vivir a mi lado?”
pero le dije, dulcemente, haciendo gala
del uso calculado de mi serena voz
cuando pronuncio las vocales:
Oh Diosa, portadora del dolor, te escucho.
Soy esa oreja invencible, habla,
di al viento lo que será del viento
y nadie escuchará.
Ella, tímidamente, recogió la ofrenda
y preguntó ¿entonces puedo hablar,
decir lo que me pasa por la mente
sin convenciones, sin moral, sin castigos?
Bueno, le dije, límites hay siempre,
a fin de mes me tienes que pagar,
y ella se desmayó por primera vez en su vida
aunque por poco tiempo.
Luego se despertó y preguntaba ansiosa:
¿Qué paso, qué pasó, qué fue lo que pasó?
Nada, le contesté, tuviste un orgasmo magistral,
antes de desmayarte, te retorcías y saltabas.
Pero ¿qué estás diciendo, que yo me retorcía?
No, le dije, estoy diciendo que tuviste un orgasmo
y era hermoso ver cómo se descomponía
tu bello rostro con el goce.
¿Mi bello qué?, ¿pero que estás diciendo?
Tu bello rostro, amor mío, tu bello rostro,
esa belleza donde renace, cada vez, el goce.
En ese momento ella dijo: te amo,
cuando mi belleza reina en ti, te amo.
Y no era para menos
esas palabras que le había dicho
antes eran todas de la poesía.
Te amo, decía ella, mientras se desnudaba,
hoy haré de ti amado, mujer y bestia
alondra que deja de volar porque llega el mar,
gacela que escapa sin escapar
y se la come el viento.
Leopardo seducido por las luces
del estallido de la pólvora
que lo matará.
Te haré mi amado, te haré…
Algo avergonzado, la interrumpí
y le dije: ¿Para qué tanto?
y ella me respondió con una pregunta:
¿Amas a otra mujer? eso es lo que pasa
y entonces, desesperado al borde del abismo,
decidí darle lo que pedía cuando le dije:
Sí, estoy enamorado de otra mujer
y ella nunca dejaría de sorprenderme:
Me gustaría conocerla, dijo,
y se quedó dormida.
A la mañana siguiente, al desayuno,
antes de ir a los trabajos,
me besó agradecida y me dijo:
¡Qué aventura que tuvimos anoche!
¡Querido, qué aventura!
34
Hay hombres que no saben tratar a una mujer,
él me lo dijo, con algo de dolor, pero lo dijo:
Otra mujer me da lo que te pido a ti
y yo te doy lo que corresponde a otra mujer
y, sin embargo, nos amamos, seguimos juntos
yo recibo con ternura tu ternura y, también,
todos tus proyectos, todas tus ilusiones
pero no puedo entender del todo
mi sexo, ahí, como muerto, y tú feliz.
Es que pensamos diferente sobre el hombre
tú, querido, crees que el hombre es eso,
pero yo, en realidad, amo de ti la vereda,
la casa en que vivimos, el jardín y la flor,
la posición social de ser una mujer casada
y ¡oh maravilla! sin ninguna obligación
porque tú eres un hombre moderno.
Tus versos, eso me gusta mucho, vivir
junto a un poeta creo que me hace bien
y, después, el dinero fácil, sencillo,
ese dinero que se puede ganar
y que no se necesita para nada.
Te das cuenta, querido, que follar o no
pierde importancia frente a esta montaña
de ternura y pasividad, podríamos decir,
de un amor eterno, como el amor de Dios.
Hay hombres que nunca pudieron
decirle a una mujer que la amaban.
Ella llamaba por teléfono, desesperada,
de un país lejano y extranjero
para preguntar si él la amaba
y él siempre le decía:
Mejor lo hablamos cuando vuelvas.
Ella nunca volvía y cuando volvía
era para vengarse, para despreciarlo,
para hacerse amar por otro hombre,
para que alguien que no fuera él
le pudiera decir cuando ella viajaba:
Te amo y cuando nos encontremos
te besaré de una manera distinta,
arrebatadora y asfixiante,
bordaré, en tu pecho, amada,
la memoria de mi piel gozando.
Y ella era capaz de sacrificarse
para conseguir que un hombre le dijera:
Quiero que seas como un águila,
que no se come el viento
que la ayuda a volar.
Lo ama, sí, pero no se lo come.
Eso quiero que entiendas, bien amada,
puedes amarme todo lo que quieras,
hacer un altar, adorarme por las mañanas
pero tú serás la encadenada, yo sigo libre,
en el poema, en el universo del poema,
mientras tú me amas hasta enloquecer,
yo seré el amante de la libertad,
y fue entonces cuando ella dijo contenta:
Y ¿por qué ha de ser más difícil amarte a ti
que amar ese imposible de la libertad?
Cuando se juega fuerte, quise explicar,
hay que mantener las cosas en secreto
y tú, querida, estás jugando fuerte,
pretendes que el poeta que soy
te lleve por delante, te atropelle
y eso no está bien visto por el amor,
así que yo me quedo aquí, en el poema,
en plena libertad, esperándote.
35
Es un momento de creación infinita,
me dijo, estoy a punto de morirme.
Mientras gozaba poco o más o menos
la vida con ella era un idilio de sueños,
teníamos grandes peleas, sobre todo,
el día después
de haber gozado con exageración.
Cuando a la noche ¡qué polvo! ¡Santo Dios!
a la mañana siguiente, propiamente, el calvario.
Al principio, siempre quería matarla
hasta que un día pude comprender
que era su goce el que la mataba.
Cada vez que me causaba daño
yo, en venganza, la hacía gozar.
El goce me sobresalta, no puedo evitarlo,
primero sufro porque siento que me voy a morir,
después, cuando me encuentro relajada y tranquila,
toda viva, sufro porque algún humano me salvó.
El odio más profundo lo siento
cuando me doy cuenta que se lo debo todo,
un día, él me dijo:
vagina funcionará, y vagina funcionó.
Después, en la mitad de un polvo,
me dijo con ternura: la mujer debe poder
decir todas sus cosas, escribirlas,
hacer de sus cosas la historia de la mujer,
de nuestro tiempo, de nuestro mundo.
Después, me enseñó a amar el trabajo
y ayer a la noche me dijo: ya eres libre.
Ya sabes escribir, amar y trabajar
y eso es lo que necesita una mujer
para poder producir su propia libertad.
Escribir para que sea posible la vida.
Amar para poder construir el mundo
en el cual habremos de vivir, pensar
y trabajar para que símbolo y carne
no puedan confundirse nunca más.
Me encanta, dijo ella con sorna, la vida
que me propones antes de abandonarme.
Y no te has preguntado que, a lo mejor,
prefiero escribir la historia de nuestro amor
que fue lejano e imposible
y con el amor seguir insistiendo
aunque nada se pueda del todo o bien,
y trabajar sólo para poder comprarte.
A mí, para decir verdad, le dije,
no me importan mucho los motivos
ni quien habrá de beneficiarse
con lo que puedas producir.
Sólo quiero que experimentes
esa virtud del hombre
de poder, con sus manos,
modificar el mundo.
En cuanto a la poesía y al amor, si fueras capaz de entender
la fuerza del trabajo,
te daría plena libertad.
Puedes escribir mejor que yo, si lo deseas,
y puedes amarme todo lo que quieras.
Y si no te alcanza tanta libertad
puedes escribir peor que yo
y puedes amar otros amores
o condenarte a vivir con los ahorcados
o encerrarte en tu habitación,
limpiando los collares y los aritos de oro
y planchando la blusita azul y blanca
que usaba tu madre antes de morir.
También puedes, si quieres,
romper todos mis besos,
quemar todas las cartas,
hacer añicos los bordados del tiempo
y comenzar, sola, desde el comienzo,
todo de nuevo.
LLANTOS DEL EXILIO
![Llantos del exilio (Poesía 2001) : Menassa, Miguel Oscar, Menassa, Miguel Oscar: Amazon.es: Libros](https://m.media-amazon.com/images/I/51VT4Jmt0pL._SX347_BO1,204,203,200_.jpg)
Publicado por la editorial Grupo Cero en el año 2001.
80 páginas.
Enlace para la compra del libro.
Dijo Federico García Lorca: Quiero llorar mi pena y te lo digo / para que tú me quieras y me llores /en un anochecer de ruiseñores, /con un puñal, con besos y contigo. Miguel Oscar Menassa nos dice a través de sus poemas en su libro Llantos del exilio que el llanto también es elaboración de la pérdida y es vida, porque para que algo nazca, algo tiene que dejar de vivir. Y así separación y cercanía, vida y muerte se conjugan en su exaltación poética para mostrarnos distintos rostros del poeta en su procesamiento del cruel vivir.
Llantos del exilio es un hermoso libro de poesía de Miguel Oscar Menassa publicado en el año 2001 en la Editorial Grupo Cero, se compone de 10 poemas y 13 láminas en cuatricomía con óleos del autor. Es una edición muy especial en un formato 21×30 cms y con una edición especial y limitada del autor para coleccionistas.
Se compone de seis secciones o llantos:
- LLANTO DEL NACER
- LLANTOS DE LA VIDA
- LLANTO DEL POETA
- LLANTO DEL AMOR
- LLANTOS DE LOS AÑOS AL PASAR
- LLANTO DEL PRISIONERO
Llantos que en racimos se expanden como se expande el hombre que arraiga su ser en el mundo poético y, también, en el humano mundo donde hay amor, nacimientos, también muerte, donde en los espejos donde uno se mira hay otros rostros que forman parte inevitable de ese ser que se ha ido forjando en las decisiones vitales que son la propia vida del poeta. Menassa llora a lágrima viva, tomando el verso de Girondo, y con esas lágrimas riega con su pasión de vida nuestra vida de lector. Lectores de este gran libro han sido, también, poetas tan destacados como Leopoldo de Luis y Norma Menassa:
Leopoldo de Luis: “El poeta canta cómo el bloque familiar se aparta de su zona originaria y llega a tierras de exilio. Pero el exilio no es un frío desarraigo, sino un nuevo suceso sentimental. El exilio es un llanto y un vuelo de ángeles y de hijos. Y el llanto es una mujer, tanto como una mujer es la poesía.”
“El llanto tiene en estos poemas una categoría de agua salvadora, de río fecundo, y si hay lágrimas como piedras despeñadas, también una pequeña lágrima atraviesa el porvenir. Poemas como Mi llanto o Llantos del poeta vienen a ser piezas de auscultación humana y de construcción poética propias de un gran poeta.”
“En este libro, el poeta se siente plural, camarada y prisionero. Plural, porque se derrama sobre cuanto le rodea. Camarada, porque se siente unido a cuanto le rodea. Prisionero, porque escribir poesía entraña siempre una contradicción: se busca libertad por la palabra y la palabra nos encadena.”
“Creo que se trata de uno de los más importantes libros poéticos de Miguel Oscar Menassa, y me alegra decirlo. Poemas y cuadros forman parte de un quehacer creador único. Casi podríamos, remedando a Bécquer, decir a Menassa: poesía eres tú”.
También dijo la poeta Norma Menassa: “Un libro que no es sólo un libro sino el momento donde la vida deja de pertenecer a un hombre, para ingresar en órdenes precisos que hacen que un largo poema de amor se extienda, entre planicies coloreadas, por las intensidades de geografías inventadas a grandes pinceladas. Poemas y colores, límites donde la métrica se ajusta a la palabra y el ritmo es el latido aconteciendo imágenes que se diluyen de a ratos, que se transforman en aguadas nubladas por el llanto, hasta alcanzar la voz con la tristeza.”
“Un libro de amor, un libro donde la vida se hace posible porque es posible escribirla y el poema surge poderoso desplegando un vuelo donde vida y poesía se juntan para resolver la imposibilidad del desencuentro.”
“Un homenaje al tiempo transcurrido, un largo exilio que cambia extensión marítima por meseta, mediterránea luz sonora, mar desolado pero abierto mar, mar que se abre como se abre el libro en una trilogía fabulosa donde los 60 años son cumplidos en tres dimensiones vividas de la misma manera y de manera diferente.”
“Y culmina en la alta cumbre, el último llanto, prisionero. El poeta se encadena a su destino de palabras y el lenguaje a su través juega su juego sempiterno, de una larga condena, porque la palabra no otorga ninguna libertad.”
COMO ELEFANTE TRISTE
Deseo hacer el amor en pleno verano,
como en mi tierra hacían los sin-tierra,
se reclamaban los unos a los otros
y ya no había amor.
Hacer el amor, me digo, con determinación,
con cierta alevosía,
como les pasaba a las mujeres de mi pueblo,
con sus amores únicos.
Hacer el amor hasta romper
el equilibrio que me permite amar.
Como las flores que agonizan,
quemadas, rotas,
por el mismo sol que les dio vida.
Ahora, en esta lenta mañana de verano,
quiero que el viento produzca,
ese sonido, agudo y desgarrado,
del amor sin barreras.
Como hacen el amor las mariposas,
donde gusano y alas,
se juntan para morir.
Hoy quisiera practicar el amor bestial.
Como los cerdos hacen y las gaviotas,
y los vampiros quietos y las vacas.
Hembra y macho, animales en celo,
sin palabras.
Y un día dije:
hoy quiero amar todo lo que pasó.
Y mi vida se llenó de muertos.
Confieso haber sido como ellos,
llegué a gozar sentado en una silla,
quieto, sin alma, esperando un verso.
Y, después, me gustaría amar,
de país a país, de océano a montaña
y dejarme caer como los soldados
que mueren abrazados al arma que los mata.
Tengo que amar, me digo, tengo que amar.
Como aman los jóvenes en primavera,
sin importarles nada, burlándose del mundo.
Me gustaría, porqué no, hacer el amor
tendiéndome en un verso,
como las letras,
las palabras hacen
y me pongo celoso
porque no puedo tanto
y lloro como una mujer,
lo que defendiendo como hombre
no sirvió para nada.
Amar, hoy me dejaría amar.
Sería el hombre muerto-vivo,
que la mujer desea.
Quedarme quieto, digo,
atarme, sin más, al porvenir.
Besar la boca que besa el universo
y apagar la luz.
Hoy es una tarde calurosa
de verano en Europa.
Y quien se lo imaginara
no hubiera podido nunca
imaginarlo así:
Sentado y escribiendo,
haciendo el amor en las cloacas de mi ciudad.
Conociendo a fondo la vida cotidiana.
“Amor y odio se parecen”
amor y odio se parecen,
gritaba el condenado
y se abrazaba
con ardor a sus propias palabras
y amaba
todo lo que no podía ser y caía,
se dejaba caer sobre su cuerpo.
Así quisiera amar, así quisiera.
Con el alma partida de soledad,
sin que nadie me vea llorar por lo perdido,
como elefante triste que no verán morir.
LLANTO DEL POETA
A mí mismo
Se solía decir:
este siglo no será posible
sin embargo,
rompiendo las barreras de la historia
y porque ella lo ha deseado para mí,
aquí me tenéis, yo soy un hombre.
Un hombre masculino, atravesado,
por el sonido de su voz abierta.
Mujer, mujer del pan y las caricias,
de las revoluciones y el trabajo duro.
Una mujer construye la tierra donde vivo,
el mar, la plena, rotunda libertad del mar.
Ella construye para mí, el vuelo de los pájaros,
palabras y mujeres, permanentemente,
pero no por mi gracia, belleza inteligente,
una mujer, la Poesía,
sostiene con su deseo inagotable,
infinitas mujeres y entre todas al viento,
hacen de mí esta sustancia incandescente.
Un fuego que viene de la letra y va a la letra,
un fuego, una pulsión
y ella abre sus nalgas, abre sus nalgas y sonríe
y un tiempo se detiene en las pupilas del amor
y violentas canciones de cuna nos dejan sin aliento
y el hombre vive y muere y ya no sabe qué decir
y la mujer toca un violín, silencio, interminable,
y se deja caer entre nosotros, tal vez, benéfica,
tal vez, desesperada de tanta soledad,
lo cierto, es que se deja caer entre nosotros
y tiñe con sus movimientos, afines al poema,
toda vida oculta, toda tristeza, la soledad,
con la misma luz de los grandes milagros
para que todo brille con la ilusión del amor,
manantial para el sediento y el incrédulo,
ella es la fe.
Mujer, mujer, escándalo que se apodera de mi ser,
de todas mis palabras, de mis versos más altos
y en esa cumbre del saber humano,
cada palabra, todo poema sangra con tu presencia.
Hay hombres,
hay hombres en el mundo moderno,
hay hombres,
hasta yo mismo vivo en el mundo moderno,
pero la mujer tiene, secretamente,
guardada una energía,
inexistente para el hombre,
por eso busco en ella,
poeta incorregible –
lo perdido, lo nunca hallado,
lo imperfecto que nos hace sublimes.
Por eso busco en ella
y ella que lo sabe hace más de tres siglos,
no deja de producir pájaros en todas direcciones,
mujeres y palabras, algunas para mí, el resto,
para el mundo, si existiera.
Una mujer,
Yo soy la noche, me decía,
y la noche es una capa de visón caliente
para la soledad del poeta.
La noche y el poeta juntos,
única manera de atravesar la nada del invierno
y se apretaba a mí con ternura y, yo,
al borde de las lágrimas,
para verla contenta,
haciendo con su deseo el universo,
me oscurecía.
Una ella me ama y me consuela,
quiere aprender de mí lo que ella me enseñó.
Otra me muestra todo el día lo estúpido que soy,
buscando todo el tiempo por todos lados una vida,
cuando en ella late con frenesí una vida imposible,
desde mucho antes de encontramos, de conocernos.
Antes de irse habló de la mujer:
construyendo su vida y su alegría
una mujer teje ese sueño, ese destino.
Y yo que soy un hombre,
de verdad, masculino,
porque ella así lo desea con fervor,
me levanto a la mañana y se lo digo:
Allá voy, señora,
tras el latido frenético,
múltiple de tus deseos.
Aunque no te des cuenta,
aunque nadie lo crea,
estás en mí, iluminada,
estás en mí.
Y cuando hacemos el amor, ella recuerda:
Qué mal te comportaste con esa coma,
en el cuaderno del domingo, o bien,
los verbos singulares atrapados,
en una adjetivación inconsecuente.
Yo la dejaba recordar, tranquilamente,
y aprendía todo lo que podía,
pero no tocaba nada,
dejaba cada cosa en su lugar.
Esa promesa era el fundamento, sencillo,
de nuestro gran amor:
ella me lo daría todo, todo,
pero yo, no tocaría nada.
Yo soy un hombre masculino
y vivo atravesado por ella en mil pedazos,
todo lo que ella quiere encontrar en mí,
lo coloca ella misma, delicadamente, en silencio
y, después, ama con frenesí todas sus virtudes
y yo me dejo llevar por el haz de luz de sus deseos
y no dejo de amar lo que ella construye sin saber,
y no dejo de enloquecerme con tantos pájaros volando,
y no dejo de morir a cada instante entre las letras
y toco, yo también, embelesado, ese violín sangrante,
su boca enamorada, su locura de alas, su pantera,
ese violín sangrante, aullido quieto, desgarrado,
toco su voz marina, su libertad espléndida, su mar,
sus ojos de gaviota desesperada y escribo este poema.
CUMPLIR 60 AÑOS. CAMARADA
A mi hermana Norma, camarada
Yo también fui camarada de la vida
en la trinchera amable de la amistad
y en la trinchera oscura de la muerte.
Fui zanja hecha pedazos, quieta hoguera,
carne que no sirve para nada, ni el amor,
palabra abierta, plena, que no pudo fluir.
Fui ese pedazo de adoquín sangrante
un tango que se baila sólo en el vivir
las vías del tranvía en la curva mortal.
Un beso en el andén del tren perdido,
estrellas aparcadas en un lejano cielo,
un amor que al morir no existió nunca.
Fui camarada de la tierra americana
sembrando el porvenir de la palabra.
Poesía que en el futuro será el amor.
Camarada, todos juntos atados
luchando por las letras del pan,
por la agonía en buenas manos.
Luchando camarada, todos juntos
por un salario justo, si lo hubiera,
un amor recíproco que no lo hay.
Historias que borran la memoria,
dejando el cuerpo sin recuerdos,
el beso sin sonido de los sueños.
Soy de aquí, camarada, aquí mi vida.
Aquí todas mis plantas, mis lechugas,
las cosas de la tierra en mis amores.
Camarada del agua siembro para ti
frutas del tamaño de altas ilusiones:
todos juntos venciendo a la tristeza.
Mago de mí, ato al cuello del mundo
el cinturón de ausencias del poema,
camarada del cielo lloro la soledad.
Y también digo tener para los locos,
los enfermos del alma, un camarada.
Bestia de amor descuartizada y sola.
Y fui el gran camarada de la noche,
del hombre insomne que no duerme
y del mundo quiere cambiar el alma.
Camarada de la esbelta mujer acróbata
la que se balancea, sin cesar en el amor.
Cae y alcanza el cenit y no dice palabra.
Camarada de la mujer que sin mirada,
camina sin rumbo de un lado para otro,
sin poder entender porqué nadie la ama.
Camarada del hombre trabajador,
hierro para el amor, débil de futuro,
alguien que ya perdió lo que no fue.
De la mujer trabajadora y su destino:
hacer del pan una verdad y del amor,
un sueño entretejido entre las sombras.
Fui camarada de la letra y la piedra
la letra que llega serena a la palabra,
piedra perdurable del sexo del amor.
Camarada de mí, fui deslumbrado,
como deslumbran las estrellas fugaces
por uno de mis versos que no escribí.
Fui camarada ocioso de la muerte,
la vigilaba, la vigilaba todo el día,
pero en los sueños ella podía más.
CUMPLIR 60 AÑOS. PRISIONERO
Al Grupo Cero
Prisionero soy de una larga condena
porque la palabra no otorga libertad.
Digo huella y huella se hace carne en mí,
arrugas con el tiempo, dolores del amor.
Huella, te digo y existen los caminos,
huella de mí y, al menos, en soledad
algún sendero, algo, habré conocido
algún paso habré dado al comenzar.
Huella del alba anuncia que el sueño terminó.
Que viene el universo, la mujer y el hombre,
que el mundo todo viene para hacer poesía
y la vida, ahí, viene la vida que se terminará.
Digo árbol y el verde forja toda mi realidad.
Verdea el corazón de las mujeres ancianas,
pone en el centro del corazón de mi amada,
la esmeralda perdida que brilla en el silencio.
Y cae, hasta llegar a su verdad de musgo,
verde que se detiene para que el mundo,
se piense florecido, húmedo, inquietante,
verde de amor muriendo sobre la hierba.
Digo decir y a borbotones de cataratas,
de mundo, se hacen plenas las palabras.
La mujer que nada en mí veía, al hablar,
vio de pronto sólo una luz en mi mirada.
Mirada de fiera, selva acorralada de luz.
Mujer, decir mujer, abrir ese destino:
ennoblecer el llanto, encumbrar el amor,
poner gacelas en el andar del caminante,
sonidos de agua y pájaros en su cantar.
Violín herido subiendo entre tus piernas.
Digo violín, amada, digo violín herido
y un aullido espectral hace del alma,
callada y quieta melodía desesperada,
abre tus ojos al agudo vacío del amor.
Digo ferrocarril y viajo sin detenerme nunca
haciendo siempre ruido desde el oriente al sur.
Y máquinas y obreros y fiestas de vendimias
y muertes que su destino nunca encontrarán.
Tren del Oeste digo y crujen las praderas,
una bala de plata atraviesa los ojos de la noche
un caballo blanco muere de sed en el desierto
y la mujer de los rizos dorados muere de amor.
Caballos, ¡imaginad! caballos atados a sí mismos,
atrapados por la velocidad de liberarse y volar,
caer como las piedras de la montaña al río,
llegar al fondo de las cosas sin dejar de caer.
Digo cerdo, lombriz, serpiente y pájaro
y el sexo se deslumbra de sí mismo,
abre las piernas, abre las piernas y habla,
dice del mar cosas como verde-azuladas.
Se arrastra, se arrastra antes de volar.
Y cuando se arrastra goza y cuando vuela
y cuando cae, nácar o plata es su sonrisa
y se arrastra por el dolor y goza de la vida.
Y vuela y se deshace de besos y de luces,
sexo del amor, le digo, de la vida viviendo.
Poema, libertad, guerra contra el hambre,
dulzura del decir quiero vivir en el deseo.
Y digo muerte y aunque no lo dijera,
poeta enmudecido, igual he de morir.
Por eso que la palabra nos condena
cuando hablamos, al goce y al deseo.
Sin libertad, prisionero de la palabra
con la alegría de haber sido hombre,
con el alma ya lanzada a los vientos,
sin dejar rastros, mi cuerpo morirá.
AL SUR DE EUROPA
![Al sur de Europa - Editorial Grupo Cero](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/cover-99957.jpg)
Un libro publicado en 2022 en la Editorial Grupo Cero.
120 páginas.
“AL SUR DE EUROPA – Versos y Cosas” un libro de Miguel Oscar Menassa publicado en 2002. Versos y cosas fueron escritos en la revista digital semanal, Indiogris.com, en el año 2000. Esta acompañado por dibujos del poeta así como de un disco, un dvd con el recital de presentación del libro que tuvo lugar en 2002. Añadir esa anecdota significativa: 12 poemas de este libro son musicados.
Al sur de Europa: El poeta se presenta con el brillo de la madurez:
Soy ese soldado que estabas esperando,
no tengo rumbo ni pasado, poesía,
estoy aquí contigo, para siempre.
En su portada, dos seres de rojo y negro custodian una muchedumbre de color rojizo sobre un fondo anaranjado de sol. De pie, un águila real, el único animal que puede mirar al sol sin ser deslumbrado. Ese cantor sin dueño presenta esa libro: “Os haré volar hasta los confines del mundo, aunque sé que volar es un decir del verso”. “De nadie para nadie y el brillo será eterno”. “No tengo verdades que decir, ni siquiera consignas. No vengo para alistarme en los ejércitos de nadie.”
La poesía de Menassa es una poesía que puede ser leída por todos. Vida cotidiana, poesía, amor, interpretación, guerra, libertad, conversaciones… Navega en grandes aciertos humanos con la liviandad de las palabras pronunciadas diariamente dando cuenta del saber de un poeta que vive en su tiempo. A lo largo del libro sigue la pauta de Almafuerte ¡A escrutar las rendijas de tu jaula!
Aparecen así, las más mobilizadoras pasiones cotidianas, a veces el sarcasmo, la sonrisa, la musicalidad del verso, el lenguaje popular, sin buscar ni el bien ni el mal en el, sino mas bien interrogándolo, y llevándolo hasta el extremo de ese encuentro que nos hace decir que él estuvo allí, en el centro del poema.
LA POESÍA LLEGO Y ME DIJO
Un sí o, bien, un no, me hicieron
abrir nuevos caminos, abandonar caminos.
Hasta que topé, una noche, con la Poesía
me la pasaba volando de un lado para otro
según el capricho de mis tiernas amadas
que del amor, sólo sabían hacer el amor.
La Poesía me dijo con solvencia:
Para vivir, un hombre, no necesita volar
menos aún de un lado para otro tras su amada.
Un hombre debe tener los pies a la altura de los pies.
El alma al alcance de una breve caricia,
el sol sobre la tierra a la hora del sol,
el cuerpo y la palabra cual ríos disponibles
y a la noche algún sueño, una historia de amor.
Un hombre tiene todas sus esperanzas en el hombre.
Un hombre tiene como bandera la libertad.
Le da agua al sediento y lucha por un trozo de pan
y ama, hace como que ama pero no sabe amar.
Un hombre, dijo la Poesía, con severidad,
un hombre sabe que morirá y no le importa.
Sabe que muere cuando escribe y, sin embargo, escribe.
Sabe que cada amor le mata y, sin embargo, se enamora.
Un hombre, le dije, ambiciona volar
y aunque no pueda no le importa.
Ambiciona volar, ama la ilusión de volar.
Sentir en ese instante que algún día…
Un hombre, Poesía, es capaz de matar,
es capaz de comerse el corazón amado,
quitarse de la boca con asco un beso de amor
y amar, de sus cautivos amantes, el dinero.
También una tarde cualquiera un hombre
se deja acariciar por una brisa, un aire,
un sentimiento lo golpea en el pecho
y el pobre hombre cayendo se enamora.
Y hace como si tuviera sangre en las venas
y salta y corre y se acaricia con frenesí
y quiere entregarse, totalmente, por amor
y, ahí, viene la policía y lo encarcelan.
¿Me sigues, Poesía? Del hombre hablamos.
Es capaz de morir por ideales falsos
capaz de hacer la guerra por casi nada
dejar morir su otra mitad, en silencio.
Se mete en el centro del volcán y lo desafía.
Quiere atravesar los océanos con su cuerpo,
tocar la inmensidad, el cielo con sus versos
agujerear el vientre de la montaña, la piedra.
El hombre quiere llegar con sus latidos
al centro desconocido de la tierra,
a la vida íntima de todos sus amantes,
quiere llegar, al corazón de las cosas.
Y se enamora, Poesía,
y se pudre como una flor al sol
cuando alguien se muere o lo abandona.
Tirad a las bestias un poco de carne podrida y se la comerán.
Y así fue surgiendo en mí, la idea de escribir versos y hacerle escribir versos a la mayor cantidad de gente posible.
Espero encontrar el alma de las cosas.
Tarde o temprano sólo será posible leernos,
estaremos todos muertos.
LO QUE ME DUELE
Lo que me duele es darme cuenta
que ambicionaba más de lo que podía.
Como un rayo de luz que no alcanza
ninguna oscuridad para alumbrar.
Algo del hombre que vive sin el hombre.
Un pedazo de amor que a nada pertenece
un verso paseando por el mundo de nadie
una nota escapada de la música, huérfana.
A la venta en la página editorialgrupocero.com con el dvd.
LO DIGO ANTES DE QUE ME LO PREGUNTEN
Lo digo antes de que me lo pregunten.
Estoy impresionado, lo que pasa en el mundo
me sobrepasa.
Hay días que no se escucha
otro ruido que el fragor de las batallas.
La música es el llanto de un niño
pidiendo pan.
Sólo amo la piedra que me protege
de las balas enemigas.
El hombre actual sólo desea
tener un arma
más poderosa que el enemigo.
El hombre actual quiere ser Dios
mas no consigue tanto.
Para imponer el bien utiliza el mal,
todo lo perverso, los asesinatos.
Para imponer el bien olvida la belleza
y con la libertad hace una bandera
para luchar contra la libertad.
Vivo un poco impresionado
y, sin ser pesimista, puedo asegurar
que el hombre ya no puede dormir,
lo persiguen aviones incendiarios,
mapas extravagantes de ciudades
secretamente ocultas en la piedra.
Lo persigue el aliento de un tigre,
debajo de las sábanas, en el aire.
Lo persigue su odio, el odio de las víctimas
y no puede dormir porque en las noches,
el odio de los asesinos lo persigue.
Y nunca está tranquilo
ni cuando come, ni cuando vomita.
A veces está tranquilo con su amada,
atravesando el domingo en sobremesa
y desde la televisión, previo consenso,
le envían un misil súper-inteligente
que sólo mata niños jugando en la vereda
o madres distraídas en el supermercado
o a los pobres ancianos en la silla de ruedas.
COMENCÉ A DARME CUENTA
Comencé a darme cuenta de que no era libre.
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.
Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.
Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.
Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.
Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.
Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.
Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.
Nadie podía ver más allá de su amor.
Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.
Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.
Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.
Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.
Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.
No me deja crecer,
me quiere asesinar,
me mantiene en palabras anteriores.
CUMPLIR 61 AÑOS CUANDO ESTALLA LA GUERRA
Hoy escuché a mi mundo,
el mundo donde vivo,
clamando por la guerra,
por la guerra total.
A matar, a matar,
gritaban los periódicos.
A matar, a matar,
decían por T.V.
A vengar nuestros muertos,
vociferaba el pueblo.
A matar, a matar,
enemigos, más allá.
Iremos por el aire;
iremos por el mar
y por la tierra iremos
escuchen el compás:
Vi morir una madre
de frío en la vereda,
esperando a su hijo
que nunca volverá.
Y una mujer moría
clavada en una espada,
que su amante muy joven
no supo manejar.
Y vi morir reptiles
atados a sí mismos
y vi morir el canto
en la voz del cantor.
Y mi madre moría
quemada por el fuego,
cual bruja o hechicera
del tiempo del terror.
La guerra se ha extendido
por mi mundo y el mundo.
Al aire libre no vivirá
ningún poema.
Al aire libre no habrá
ningún amor.
En las trincheras se hablará
de la muerte
y por las noches se soñará
el horror.
Al alba, el miedo
vivirá en la palabra.
En los pechos maternos
se escuchará el fragor.
En el colegio el niño,
aprenderá a matar.
A cuidarse del compañero niño,
del maestro.
A cuidarse del cielo en su conjunto,
hasta del alma.
A cuidarse del viento huracanado
y de la brisa.
Del volcán poderoso que vomita
fuego y basura
y la pequeña colina perfumada
florecida y abierta.
En cualquier pequeño lugar
de cualquier Patria,
aunque sea la nuestra,
oscurece, se pliega la montaña,
se hace invisible el agresor.
En plena oscuridad
ya no se sabe:
¿quién es el asesino?
¿quién tiene que morir?
En semejante oscuridad,
que produce la guerra,
ya no se sabe
dónde está la amada,
ya nadie sabe
dónde anida el traidor.
Por eso nos miramos
los unos a los otros,
presintiendo un culpable
en cada humanidad.
Nos persigue el delirio
de una guerra sin fin.
El Capitán herido
gritaba a las estrellas:
Habrá guerra, habrá guerra
y todos morirán.
Cristianos, musulmanes,
ricos y pobres,
todo el mundo muriendo
por un poco de paz.
Todo el mundo muriendo
de una vieja moral:
La guerra es necesaria
aunque sea fatal.
Nada de nada,
no puedo escribir nada.
Todo el mundo está en guerra
y el poema está quieto,
detenido
como un preso de guerra,
en silencio
como en la esclavitud,
caído de dolor
cual torre muerta.
YO PECADOR
¿Recuerdan ese chiste donde conversan un psicoanalista y un cura? ven llegar a lo lejos a un hombre. El cura le dice al psicoanalista: Si peca, es para mi, si no puede pecar, es para usted.
Como si no pecar, interrumpir el libre curso del deseo, fuera causa de neurosis. Miguel Oscar Menassa elige pronto y nos lo d ice así en este libro: “Fui médico de locos, porque el que pega primero, pega dos veces. Si hay que estar a algún lado de la locura, mejor ser el médico que el neurótico. Yo, pecador.
Yo pecador es un libro cuyo tema son los antepasados, que para un poeta, no solo son sus propios familiares de sangre, sino también y, sobre todo, los escritores anteriores. “Estamos infinitamente extendidos porque nuestra tarea es esperar el sol”, dice el poeta ¿qué otro sino el de la escritura? En otro verso nos lo dice: “Buscamos el sol. Nuestro destino/ la palabra”.
Dedica este libro a todos los niños del mundo, y su primera sección: Yo pecador, a sus hijos: “Porque yo también fui niño y tuve que crecer” anudando así el pasado con el presente de la escritura y con el futuro, siempre incierto, pero posible si se escribe.
Bisagra entre dos tierras, último libro publicado en Buenos Aires antes del exilio en Madrid, del que ha salido ya a la luz la cuarta edición, un libro hecho canciones por Indios grises, Clemence Loonis, Kepa Ríos y cantado también por todos ellos y Virginia Valdominos. El poema, Raif mi padre, fue traducido al árabe por el propio Raif.
![Raif - Poesia Online](https://poesiamaspoesia.com/wp-content/uploads/2023/01/Raif.jpg)
Como todo libro verdaderamente poético, también es profético, citando la frase de Gómez Tejada, que decía: Todo poeta es un profeta, hay un poema, al que Clemence Loonis puso música y voz, Arte poético: “Mandarán buscar diamantes del África/corales del Índico, mujeres extranjeras/Nos recitarán poemas por alto parlantes./Nos mostrarán por televisión, (en circuito cerrado), los inconvenientes de la vida al aire libre.” Este poema refleja un mundo guiado por la ética de Bentham, la ética de los bienes, donde cuenta más quien más consume. Y ese encierro que tanto nos resuena a la última pandemia. Este libro fue presentado en Buenos Aires antes del viaje a España, en un enorme salón repleto de gente, donde la triple A (Alianza Argentina Anticomunista, grupo paramilitar de ultraderecha) custodiaba el evento desde el fonde de la sala, armados hasta los dientes, mientras escuchaban, imagínense, un fragmento de este poema, Arte poético, que dice: “Nos tirarán flores/piedras/ tiros/tiros al corazón a la cabeza”.
Los antepasados del poeta son una mezcla exótica: árabes y araucanos, habitantes del desierto e indios americanos. También heredó de ellos el exilio. Huidos de sus tierras para habitar la fértil Argentina, él toma el testigo y huyendo de la dictadura militar en Argentina, país en el que era ya un renombrado Médico psicoanalista, fundador del Grupo Plataforma en 1971; se afinca en Madrid en 1976 y en 1981 funda en esta ciudad la Escuela de psicoanálisis Grupo Cero.
Recorren las páginas de este libro, su padre, Raif: “Mi padre hablaba de su mar alegremente./ del mar de mi país puedo decirlo todo./…El mar de mi país parece una pradera/crecen en pleno mar acacias y malvones” su madre, Ángela: ”Hija de Antonio, bisnieta de Lautaro/tenías cuando joven de los indios/ la forma de pintarte los cachetes/ y tus redondos pechos campesinos”, sus abuelos maternos, Antonio, “encendiendo su pipa con el rojo carbón entre los dedos” y María la hechicera,: “Como una maga, María, como una dulce maga/encantabas mis sueños infantiles/y arrojabas en mis desolados castillos, tu presencia.”, y sus abuelos paternos: Faride …”rasgo sus finas vestiduras/ para mostrar su pecho acribillado/ por la metralla enemiga. /Hijo mío/ en el mar no hay destino para los hombres.” y Naur: “…hablaba siete idiomas/ y tenía/ en los surcos de la cara marcada inteligencia./Cuando hacía el amor/ no era precisamente un hombre del desierto/ se le notaba, se veía en el alboroto de sus cabellos/ un aire ciudadano” También sus contemporáneos, su primo Miguel, muerto por la espalda, al que rinde emocionado homenaje : “Me quedé con todo le dolor y toda la alegría, siempre fui dos desde tu muerte”, su compañera de vida, Olga: “Caminar al lado de la bella Olga/la que codician y aman en secreto/la que tiene en la cara el sol de la llanura/y en su sexo/ un corazón ardiente y luminoso/llama de amor.” Entre esos personajes se teje la importancia de la escritura, el instrumento de precisión del psicoanálisis y la anticipación del exilio.
ARTE POÉTICO
Estamos infinitamente extendidos
porque nuestra tarea es esperar el sol.
Podemos alegremente sobre la tierra
hacer gestos terribles de provocación
y tendernos sin premura sobre la hierba fresca.
Nos mostrarán piedras preciosas
nos tenderán redes de sedas salvajes
y pieles naturales.
Alguno de nosotros caerá irremediablemente
atacado de un golpe de ternura.
Le colgarán seguramente
una piedra preciosa en el trasero
y se dirán de costado
ya caerán
el hombre humano tiene sus miserias.
Mandarán buscar diamantes del África
corales del Indico, mujeres extranjeras.
Nos recitarán poemas por altoparlantes.
Nos mostrarán por televisión (en circuito cerrado)
los inconvenientes de la vida
al aire libre.
Las tormentas al aire libre
pueden ensombrecer para siempre
la mirada de ciertos niños encantados.
Nos hablarán de la importancia del ahorro.
Intervendrá la Iglesia.
Nos entregarán sus mujeres a cambio del silencio.
Nos tirarán flores
piedras
tiros
tiros al corazón a la cabeza.
Nosotros estaremos infinitamente extendidos
porque nuestra tarea es esperar el sol.
YO PECADOR I
Me seducen los aros y los colgantes coloridos
las piedras coloradas y los rubíes
y las sencillas violetas en el rincón del patio.
De las vidrieras me atrapan los tonos amarillos
el sol contra la puerta cancel
y el color ocre de la galería en Chiclana.
Hierro forjado a mano por suaves forjadores
en el estilo imperial de la muralla china
hacia el oeste se extendía solemne el patio de mi casa
y hacia el misterio de la calle, el precipicio.
Después del precipicio la plazoleta verde
lejana inalcanzable
como la tierra prometida.
A mí
cuando pequeño
me separaba de la calle una escalera
una escalera blanca
con dos barandas verdes de cedro a los costados.
La idea fija era volar
una tarde, verano en Buenos Aires
el patio era un desierto.
Sólo un valiente se animará a cruzarlo.
Me puse las botas me coloqué la máscara antigás
y en cuatro saltos alcancé el rincón del patio
donde crecían las violetas.
La puerta cancel quedó a la vista.
Mientras los enemigos dormían atontados
por el alcohol del mediodía,
me paré en el primer escalón de la escalera.
Abrí mis brazos. Respiré profundamente
dispuesto a todo
y perdí los sentidos
cuando me invadieron por primera vez
los olores lujuriosos de aquel sombrío patio.
YO PECADOR III
Amaba a las golondrinas
porque aprendí de ellas volver en el verano.
En el verano amaba en las arenas
la huella de tus pies.
Odiar
odiaba solamente el olor de los muertos.
Una tarde mataron a mi primo por la espalda
“Mano de hierro” lo llamaban
Miguel, Miguel, mi bien amado y dulce camarada.
Montabas a caballo como el “Llanero Solitario”
único y elegante
en las terribles guerras del verano
me hablabas de tu cuerpo
de tu cuerpo desnudo entre los perros
los perros le ladran a la ropa, me decías.
Desnudo uno es un perro más.
Dejar la casa del abuelo.
Olvidarme del patio y de la higuera
no recordar jamás el gusto de la menta
fue un golpe bajo de la vida.
Y vinieron después silenciosas mujeres
a violentar en mi recuerdo el nombre tuyo.
Vino después tu muerte traicionera.
Me contaron tu cara extraviada de sorpresa
porque esperar
-menos la muerte-
habíamos esperado juntos cualquier cosa.
YO PECADOR V
Me quedé con todo el dolor
y toda la alegría.
Siempre fui dos desde tu muerte.
Boxeé contra la luna
y tenía en la cintura
todos los movimientos.
Me llamaban el pulpo de Patricios.
Crecía, crecía vertiginosamente
el odio en mi mirada.
Fui quedando solo
encerrado en el tiempo de nuestros juegos.
Fui jugador.
Até mi vida con cadenas
para no salir volando detrás tuyo.
Me aconsejé recuperar la historia de mi padre árabe taciturno
una palabra cada seis meses
un gesto de amor todas las Navidades.
Después, después fui médico de locos
porque el que pega primero
pega dos veces.
MALDICIÓN
Te tocará vivir lejos del sol.
Habitarás el sur
te llamarás Miguel
y tendrás en tu voz
el murmullo del mediterráneo
y el don de la palabra.
Serás hermoso Miguel
(todo buen guerrero tiene que ser hermoso).
El sol de tus antepasados será tu historia.
Para que brille tu mirada
tendrás odio.
Tendrás que ser amable y delicado
porque cuando estalle la guerra
hijo mío
cuidarás a los niños.
CONSEJO I
No te detengas
lo que nada lo puede
lo podrá tu amor
lo que no puede tu amor
lo podrá tu deseo.
Y si tu amor y tu deseo no pueden
el estallido debe haberse producido
seguramente en tu corazón, en tu cabeza.
Repliégate.
Húndete en el mar.
CONSEJO II
No hay que temer: el mar es para todos.
En marea alta dejarse llevar
no hacer movimientos contradictorios.
En marea baja dejar librado todo a la imaginación.
Es necesario que el mar
sea navegable en todos los casos.
CONSEJO III
Cuando llueve
hay que tener cuidado con los ángeles.
Suelen caer pesadamente sobre nosotros
cuando mojan sus alas.
No hay que tener piedad.
Uno solo de ellos
puede alegrarnos la vida para siempre.
JUNTO CON LA BATALLA PERDIMOS TODAS LAS ESPERANZAS
Junto con la batalla perdimos todas las esperanzas.
Me ofrecieron para quedarme con ellos
un arcón lleno de libras esterlinas
y una muerte segura en el mar
al amanecer, un día de tormenta.
Faride permanecía en silencio
y un gesto de dolor cruzaba su rostro.
Me ofrecieron impregnar mi cuerpo
con olor a jazmines para siempre
regalarme una capa de seda natural
y un anillo que atestiguara mi poder.
Faride rasgó sus finas vestiduras
para mostrar su pecho acribillado
por la metralla enemiga.
Hijo mío
en el mar no hay destino para los hombres.
Viajarás por el desierto hacia el sur
cruzarás el misterioso océano
hasta llegar al Río de la Plata.
Cerca de sus orillas fundarás tu ciudad.
Te nacerá un hijo en primavera
que llamarás Miguel.
Pondrás en su piel el color de los olivos
y en su mente el poder de descifrar los sueños.
LA POESÍA Y YO
![La poesía y yo](https://www.editorialgrupocero.com/media/editorial_grupo_cero/images/thumbs/cover-99971-236x383.jpg)
“Para encontrarse con la muerte
se necesita
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente
eso enseña el amor.”
Publicado en el año 2000 en la Editorial Grupo Cero.
206 páginas.
Miguel Oscar Menassa despliega las alas de la poesía frente al nuevo siglo, en un horizonte rendido al porvenir del futuro, al amor y la ciencia, al vivir acompañados. En los albores del año 2000 publica, dentro de su extensa obra, La Poesía y Yo, un libro de poesía que estremece en su recorrido y abarca títulos que son pértiga para nuestra humanidad. Unas páginas que hilvanan la vida más allá de los cuerpos, en los raíles del verbo y a la altura de los pies, en la balsa que surca los mares como símil del existir. Dónde estará el amor, el verdadero viaje, un hombre solitario no es un hombre…poemas vértice de lo sublime donde en cada esquina de sus marítimas páginas, en la balsa de sus verbos, nace una nueva luz y hacen de la palabra nuestra residencia.
Parte un 25 de abril de 1982 con Fiesta de presentación en sociedad reuniendo, atleta de las palabras, sus próximos pasos, el “diario vivir de la sangre”, donde deja de ser y vive en los territorios donde la vida siempre toca fondo.
En tropel, los poemas se rinden en homenaje frente a “1 de mayo de 1981, Madrid, Hoy de vivir mi padre hubiee cumplido 75 años” y nos muestra cómo de necesario fue ese desvío de mirada del hondo precipicio para llegaar a “socorro no puedo detener mis palabras”. no calmar el hambre nunca, siendo un auténtico caballero de la poesía, “montando en pelo a lo indio una yegua con alas”. Enseñanzas que preñan la realidad y perforan la máquina de crear ilusiones, vertiendo en los recipientes del tiempo para tomar aliento y usar la poesía, un arma contra el enemigo.
Dónde está el amor aparace en cada rincón de sus palabras y en este poema sella nuestros pasos para indicarnos que “si es posible el poema, es posible la vida”y volamos hacia el porvenir entre los límites del amor y la locura.
La poesía y Yo es un libro de poemas que acompañan en el estallido de toda vida, de cualquiera que quiera hundir su cuerpo frente al alma..
¿DÓNDE ESTARÁ EL AMOR?
El amor. El Amor.
¿Dónde estará el amor?
Cuántas veces dibujé
la esquina
donde nunca llegaste
y te busqué
por los salones
y fui ladrón
para buscarte entre las sombras
y hubiera sido capaz de matar
si alguien me hubiese dicho
que en ese gesto te encontraba.
Fui solo y fui muchos.
Todos los cuerpos
fueron investigados
palmo a palmo.
Todas las máscaras
fueron arrasadas
para buscarte
en el centro de la verdad
y tampoco estabas.
Te busqué entre los pobres
entre las espesas capas del dolor
entre entrañas y sucios alcoholes
en el propio asco de la vida.
Después no te busqué más
encontré otras palabras.
Un hombre solitario no es un hombre
Un hombre solitario
no es un hombre
pero
un hombre que construye
semejante soledad
semejante fortaleza
de palabras
unas contra otras
águila voraz
en medio de las cumbres
y todavía más
no es un hombre solitario.
Un hombre
que se deja llevar
por sus palabras
no puede ser embalsamado.
Un hombre que canta
desesperadamente
el porvenir
brújula atascada
en una dirección
siempre diferente
no tiene Norte.
No hay altura que sobrepase
mis últimas palabras.
Escribo y lo sé el viento
me llevará lejos de mí.
Alguien tocará mi voz
en algún campo de batalla
y alguna tarde espléndida
morirá por mí.
Me fuerzo a comprender
y el hombre es inasible.
Se pudre y no se pudre.
Muere y canta a la vez.
Se deja volar
y para caer
pesadamente
corta sus alas.
Vértigo de luz
el hombre
un perfume
una música
a punto de olvidarse.
Abro la boca
y en un bostezo universal
aspiro profundamente tu cuerpo
y salto por los aires:
Hombre,
ave solitaria
minúscula y grandiosa
vuelo tembloroso
el último vals.
CRECIENDO ME FUI DANDO CUENTA
Creciendo me fui dando cuenta
que vivir no era suficiente.
En principio comencé por cambiar
algunas horas de mi vida
por algunas palabras.
Esas cuestiones del sexo y del oro
de la pequeña y simpática libertad
de la política sombría.
Las palabras se unían unas a otras
como pesadas redes
y en esa soledad fue necesario amar
conocer el amor
amar el amor
ser para el amor
como si el amor fuera uno mismo.
Matarse por amor.
Envolverse en la tristeza
de un crimen por amor.
Soñar y ser soñado
siempre por la misma persona
y tener la valentía por amor
de despeñarse
por el desfiladero de las sombras
cada vez que lo amado deje de soñar.
Y el amor con tanta locura
trae el movimiento de los astros.
Soles quietos
enamorados de bailarinas lunas
lunas ciegas
bailando por la obligación del amor.
Después aún
entregando otras horas de mi vida
ingresé en el cosmos.
Los soles quietos giraban a su vez
alrededor de otras cadenas.
La luz
era sólo el reflejo de su búsqueda.
A MÍ LA POESÍA ME LO PERMITE TODO
A mí la poesía me lo permite todo
y yo hago con ella lo que quiero.
A veces me dejo llevar y Ella
me envuelve en su torbellino
palabra contra palabra
un cuerpo a cuerpo
insostenible.
Vengo a quebrantar las ilusiones.
Entre mis brazos
ella no podrá amar a nadie
porque yo soy el que nació
para que ella no muriera.
Vértice de mí mismo
me sostengo en ella
para sostenerla
y ella en su libertad
sigue siendo conmigo
como cuando nos encontramos
la primera vez.
Anhelante de mí
deseosa de mí
joven
siempre joven
a mi lado.
Desequilibrada
y hasta torpe
de tanta juventud
baila conmigo
por primera vez
la música
que bailarán
los siglos venideros.
EL VERDADERO VIAJE
¡Cuidado! ¡Cuidado!
estamos a punto de naufragar.
Os habéis creído,
que en transatlántico poderoso
navegábamos
y sin embargo os digo:
mi vida
es una pequeña balsa enamorada.
Veo surgir entre las sombras
una luz que nadie apagará.
Formada de versos y perfumes
como vientos insondables
como una catarata de carne
abandonada
que por fin
encuentra su reinado.
Reinado de nubes
de antiguas fragancias
y de fragancias inconcebibles.
Pequeñas balsas enamoradas
siempre a punto de naufragar.
Por ahora
toda pasión será remar
hasta alcanzar el poema
en ese movimiento.
Remad hasta quedar sin fuerzas y, ahí,
comprenderéis el motivo de mi pasión.
Iremos por los más bellos ríos
y con el tiempo
nos animaremos a los grandes océanos
a la belleza de las borrascas en el mar
y siempre iremos temerosos de desaparecer,
pequeños, en esa inmensidad que nos rodea.
Saber nadar o ser grandiosos
no servirá de nada
para llegar
tendremos que mantener
la balsa a flote
y nosotros mantenernos
encima de la balsa.
Eso
todo el misterio.
Un día la balsa se partirá
en mil fragmentos
y cada uno
tendrá que aprender
a sostenerse en pequeños maderos.
Si es posible el poema es posible la vida.
Remad
agonizad remando
hasta sentir que solo
es imposible.
Quedad sin fuerzas.
Mirad cómo otros reman
y yo mismo remo
con las manos
ensangrentadas por el esfuerzo
sin descansar
hasta encontrar en ese movimiento
el poema.
Y cada uno tendrá su pequeña balsa
enamorada.
Dueño de su vida y de su muerte
puede tenderse en la balsa
para siempre
no remar más
y dejar que las aguas
lo lleven por doquier.
Y algún otro remando
desesperadamente
al verlo
escribirá un poema.
Remar en cualquier dirección tampoco sirve.
La tierra que promete
la poesía
siempre es la misma.
Se llega o no se llega.
Ella necesita reyes
centauros
sólo se deja sembrar
por revolucionarios y fanáticos
por hombres que en su tierra
construyen su casa y su familia
sus grandes ilusiones.
El que repita lo hecho jamás la encontrará.
Remad
para llegar a esa tierra
como nadie ha remado
y os serán ofrecidos
a vuestra llegada
manjares que no fueron
ofrecidos a nadie.
Y en las noches de desilusión
cuando nada es posible
en esa oscuridad
pedid a los mayores
que os cuenten
de los grandes navegantes
sus antiguas hazañas
en pequeños barquitos de papel.
Cada trecho recorrido
tendrá sus peligros.
Nada será fácil para el poeta.
Vendrá el amor y habrá que enamorarse
hasta sentir que la carne
temblando es un poema.
Y así llegará
la inolvidable noche
donde por un instante
esa pasión será la poesía.
Frente a la duda no dejar de remar.
Tomar en nuestros brazos,
fortalecidos como garras
por la crueldad del ejercicio,
a la persona amada
y seguir remando
si es necesario con los dientes.
Con el tiempo ella, también,
hará ejercicio con nosotros.
Después de a dos, de a tres,
de a todos,
rota la inmensidad de lo único
vendrá la muerte.
y no valdrá ninguna valentía
porque ella se jacta
de haber matado
a todos los valientes
en el primer encuentro.
Y tampoco valdrá ninguna cobardía
porque ella mata todo lo que huye.
Para encontrarse con la muerte
se necesita
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente
eso enseña el amor.
Cuando ella se acerque
y venga por nosotros
con su mirada inmensa
como ella misma es inmensa,
dejarla acercar
hasta que escuche
nuestra respiración
entrecortada por el encuentro.
Y ella enternecida
como es su costumbre
nos tenderá la mano
para que acompañemos
a vuestra majestad
al inmutable
reino del silencio.
Ahí
cuando entregarse
es lo más fácil
mirarla
en los ojos
la inmensidad
que le pertenece
y decirle entre dientes:
Amada muerte
mi enamorada
escribiré tu nombre
en todas las paredes
besaré
sin temor tus labios
como nunca
ningún hombre lo ha hecho
y te amaré verás
entre la sangre,
en las grandes catástrofes
y también te amaré
cuando un blanco capullo
reine en tu corazón.
La gran emoción
que recorre su manto negro
por encontrarse en un poema
hace de la muerte una mujer.
Ella también terminará remando
tranquilamente hasta la orilla
y compartirá mi pan y mis amores
y volará por las noches
para cobijar en su seno,
a los que ya dejaron de remar
y volverá
para encontrarse conmigo
y contarme sus hazañas.
Como si cada vez
fuera la primera
volveré a respirar
como respiran los atletas
y por haberlo aprendido de ella
la miraré enternecido y le diré:
Mi muerte enamorada
y ella
será feliz.
Después hay que seguir remando.
Ya nos preguntarán
y nosotros diremos:
hemos estado con el amor
y hemos estado, también,
con la muerte.
Al principio no nos creerán
dirán que para el hombre
es imposible.
Nos pedirán pruebas,
nosotros les mostraremos
como si fuera el cielo
algunos poemas
y conseguiremos con ese gesto
que llegue hasta nosotros
el tiempo de la burla.
Grandes embarcaciones que nada buscan
porque creen tener
pasarán una y otra vez a nuestro lado
tratando de hundir con sus juegos
nuestra pequeña balsa enamorada.
Nos llamarán
desde sus lujosas embarcaciones,
con los nombres
con los que se nombran los desperdicios.
Poetas. Locos. Asesinos.
Y en la algarabía estúpida de sus juegos
todo será posible.
Nos tirarán algunas piedras
y se dirán
nada los ofende y enfurecidos
nos gritarán:
Pelead ¡cobardes! defendeos.
Y después de mil veces y otras mil
con los ojos desorbitados
por el cansancio
y también por la sorpresa de ver
nuestra pequeña balsa enamorada
siguiendo su camino
y nosotros, tranquilamente,
sobre ella remando.
Después de haber atravesado
ilesos el camino de la burla
vendrá os aseguro
el tiempo del oro.
Aburridos de sus propias risas
querrán jugar a nuestro juego.
¿Cuánto cuesta esa madera
a punto de pudrirse
que usáis de embarcación?
y ¿cuánto vuestra vida?
¿Cuánto esas viejas cartas
de navegación
y cuánto esos poemas?
Cuestan, señor,
lo que le cuesta a un hombre,
dejar de pertenecerse
y entregarse al poema.
¿Cuánto dinero cuesta eso?
Todo y ninguno
tal vez su propia vida.
¿Cuánto dinero cuesta
mi vida entonces?
Todo y ninguno.
Su vida son palabras
como todas las vidas
y eso, tengo entendido,
vale nada.
Y ¿cuánto dinero cuesta pensar así?
Todo y ninguno.
Más bien hay que sumergirse
remar y no esperar nada.
Eso cuesta.
Sumergirse y no esperar nada
en las tinieblas,
hacia otra oscuridad mayor
el poema.
Una vez enamorados
el amor y la muerte
y rechazados el oro
y la burla por impuros
vendrá y de ninguna parte
porque ella
vivió siempre en nosotros
la locura.
El peor de todos los estrechos.
Surge imprevista,
por ser ley de su destino
la sorpresa
y no viene por ninguna pelea
porque trae el deseo
de trabar amistad con el poeta.
Y cuando llega
nos dice entre susurros
que su mundo
y el mundo de la poesía
son el mismo mundo.
Frente a la duda hay que seguir remando.
Informe se deja moldear
por nuestras palabras
y al tiempo ella también
tiene su grandeza.
Yo soy del amor, nos dice,
ese desenfreno
y la pasión
eterna de la muerte.
Tengo por costumbre
despreciar el oro
y sin embargo
las ansias por matar
que generan sus leyes
están intoxicadas de locura.
Ahí, ella y la poesía se parecen.
A instantes de juntarse
en nuestra mirada,
como si fuesen una sola cosa
la poesía, vieja loba de mar,
rema un trecho con nosotros
para mostrarnos
que la locura desde que llegó
permanece en el mismo rincón
de la pequeña balsa,
sin remar
recordando todo el tiempo
su pasado.
Contentos
de haber comprendido
la diferencia
encerramos a la locura
en un poema
y seguimos remando
hasta que un día
convencidos de su torpeza
para la navegación
se la entregamos
al amor y a la muerte
para que la locura
aprenda a volar.
Hubo días y noches
Hubo días y noches
que no encontraba consuelo
y los versos se agolpaban
como caballos furiosos
en mis manos
y de mi boca
brotaban las palabras
como cataratas de fuego.
Esos días
esas noches
donde la página escrita
era el único sobreviviente.
PERFILES DEL TIEMPO
Vi cómo los perfiles del tiempo
se posaban levemente en mi piel
dejando una marca.
LA MUERTE DEL HOMBRE
Es otra vez de noche
y en general
la casa duerme.
Una voz en la radio
dice últimas palabras.
Me entretengo con el humo
y me ocurren mil fantasías
y ninguna tiene que ver
con recostarme
tranquilamente en la cama
y dormir.
Entre tantos papeles
terminaré siendo un escritor
y fijo mi mirada en la lejanía
y dejo que la historia del hombre
irrumpa
con la violencia de su sino
mi noche.
Enciendo cigarrillos a mansalva
uno detrás de otro como si fueran
centelleantes granadas contra los opresores.
Desde hace millones de años
el hombre vive de rodillas.
Las granadas estallan en mi rostro.
Primitivas presencias
pueblan mi noche de salvajes ritos.
Ceremonias donde la muerte
siempre es una canción
sublime y misteriosa.
Bestias indomables
semejantes al hombre
por la torpeza
de sus movimientos
danzan a mi alrededor
iracundos
silvestres.
En un mal castellano
me dicen que su jefe
quiere charlar conmigo.
Sentado en mi cama escribiendo
pido que dejen de rugir tambores
que cese la danza
que me dejen escribir este poema.
El hombre tiene hambre y sed desde milenios.
Somos ese hombre hambriento y sediento poeta
cantad con nosotros:
Venimos de la Mesopotamia
y del Caribe
y buscando la perfección hemos llegado
hasta los mundos que se esconden
por encima del cielo
y no hemos encontrado nada.
Siempre hay un hombre que tiene hambre.
Siempre hay un hombre que se muere de sed.
Aquí mismo poeta
en tu casa
anidan el opresor y el oprimido.
Sentado sobre mi cama escribiendo
les digo a los salvajes
que ya es noche tarde
que por favor dejen de danzar
que necesito
hundirme entre las letras
mi hambre
mi única sed.
Dejaron de danzar
y el que se destacaba
por su tremenda humanidad
me fulminó con su mirada.
¿Quién es más cruel?
Poeta
¿Quién más salvaje?
El que muere peleando
por un trozo de pan
o el que no muere nunca.
Quién producirá el exterminio
poeta.
Mis armas o tus versos.
Y ahora poeta deja la pluma
echa a andar y piensa.
Sentado sobre mi cama
escribiendo
le digo al salvaje
que no quiero irme de mi pieza
y que siempre supe que pensar
no era necesario y que deseo
es la última vez que se lo digo
seguir escribiendo este poema.
Antes de continuar me detengo
en la inteligencia del salvaje:
habla bien y mientras habla
deja escapar entre las palabras
el aliento
para que todo suene vital
desgarrador.
Yo soy el hombre
grita la bestia encadenada
y tú poeta ¿eres el hombre?
Escribir para quién
dónde los amigos
y dónde los enemigos.
Dime poeta
¿tu canto
necesita del futuro
para ser?
Ese poema que escribes
contra todo
a quién le servirá.
A ver poeta un verso
que me diga ahora mismo
¿qué es el hombre?
Sentado sobre mi cama escribiendo
me doy cuenta
que la inteligencia del salvaje
terminará quemando
todos mis papeles escritos
en esa hoguera
que fueron construyendo
a mi alrededor
sus palabras.
Dejo de escribir
lo miro fijamente a los ojos
y murmuro sus propias palabras
en un solo verso un hombre
en un solo verso un hombre
y me decido a escribir ese verso.
Sostengo con mi mirada
la mirada del salvaje
y con rápidos movimientos
tomo la ametralladora
y disparo varias ráfagas
sobre el cuerpo del salvaje
que con los ojos desorbitados
por el asombro
cae
para morir y desaparecer.
Sentado sobre mi cama escribo ahora
con la seguridad
de quien ha llegado a la cima:
Un poeta asesinó su hombre
para escribir este poema
y eso
es un hombre.
TU CUERPO
Tu cuerpo
se me aparecía
por las noches
como una montaña
y yo trepaba por tu cuerpo
como un animal salvaje
en su terreno.
Me caía y relinchaba
como un potrillo joven
y me esforzaba en llegar
a tu risa de aguas claras
para bañar mi cuerpo
en esa algarabía.
Una vez
una de tus pesadas manos
cayó sobre mí
para desviar mi mirada
del hondo precipicio
y yo seguí creciendo.
Después del golpe
recuerdo de tu voz:
la muerte cuando ocurre
ocurre a solas.
PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)
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