JORGE GUILLÉN
BIOGRAFÍA
Jorge Guillén nació en Valladolid el 18 de enero de 1893. Fue el mayor de cinco hermanos en una familia de tradición liberal. Pasó la infancia en su ciudad natal y cursó los estudios primarios en el Colegio de San Gregorio. A los dieciséis años se trasladó a Suiza para completar su educación.
Estudió francés en la ciudad de Friburgo. Una vez de regreso a España, comenzó a estudiar Filosofía y Letras en Madrid, con domicilio en la Residencia de Estudiantes, pero se licenció en la Universidad de Granada en 1913. En 1917 sucedió a Pedro Salinas como lector de español en la Sorbona, puesto en el que permaneció hasta 1923. En París conoció a Paul Valéry y tradujo su obra “Cementerio marino”. Traduce también a Jules Supervielle.
Paul Valéry (por su poesía pura), Baudelaire (por su organización poética en un solo libro) y Whitman (por su júbilo y su exaltación de lo vital) fueron sus más destacables influencias.
En 1919 conoce a Germaine Cahen, con la que se casa en 1922. Inició su labor crítica en diferentes periódicos y publica sus primeros poemas sueltos en revistas como La Pluma y Revista de Occidente. Pronto adquirió una sólida reputación entre los medios literarios más exigentes.
En 1924 escribió una disertación sobre Góngora en la Universidad de Madrid, para recibir su título como Doctor, al mismo tiempo expuso uno de sus grandes poemas, el Polifemo.
Traduce el Canto a los mártires de España de Paul Claudel.
En 1926 ocupó la Cátedra de Literatura de la Universidad de Murcia y poco después, con Juan Guerrero Ruiz y José Ballester Nicolás funda la revista Verso y Prosa como sustitución del Suplemento Literario de La Verdad.
En 1928 la Revista de Occidente realiza la primera edición de Cántico, con 75 poemas escritos entre 1919 y 1928. Son años, en los que Guillén reafirma su amistad con Pedro Salinas, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Luis Cernuda, Rafael Alberti y Manuel Altolaguirre. Es la generación del 27, a la que Guillén prefería llamar grupo, “porque se hizo por azar, con motivo del nacimiento de Góngora. Sin manifiestos, programas, ni aires de escuela. Fuimos sólo un grupo de amigos jóvenes y poetas.”
Desde la primera edición, Cántico ha ido ampliándose hasta alcanzar las 334 composiciones que constituyen la cuarta y definitiva edición, de 1950. Cántico es una entusiasta exaltación de la perfección del Universo -“el mundo está bien hecho”, dice Guillén, una exclamación gozosa ante el maravilloso espectáculo de la realidad terrestre.
Hace un lectorado en la Universidad de Oxford (1929-1931) y, en este último año, se incorporó a la Universidad de Sevilla.
La Guerra Civil le sorprendió en Valladolid. Intenta trasladarse a Francia, pero fue detenido y encarcelado en Pamplona por motivos políticos. Consiguió la libertad gracias a las gestiones de su padre, pero fue inhabilitado por el Ministerio de Educación para el ejercicio de cualquier cargo público. No obstante, consiguió volver a su Cátedra de Sevilla.
En julio de 1938 comienza un exilio voluntario. Ejerciendo su labor docente en las Universidades de Middlebury, McGill (Montreal) y en el Wellesley College, donde fue profesor hasta su jubilación en 1957.
Estos fueron años de gran soledad y tristeza marcados por la muerte de su primera esposa en 1947 y de su gran amigo, el también poeta de renombre Pedro Salinas en 1951.
Viaja a España por primera vez desde la guerra, en 1949, cuando viene a visitar a su padre enfermo.
En 1958 impartió un curso en la cátedra Charles Elior Norton, de la Universidad de Harvard -las conferencias pronunciadas con este motivo se convertirían posteriormente en un libro publicado en España con el título de Lenguaje y Poesía (1962).
Viaja a Italia y, en Florencia, conoce a Irene Mochi-Sismondi, con quien contrae nupcias en Bogotá en 1961.
Realiza una importante labor docente en Puerto Rico, pero una caída con rotura de cadera le apartó de ella en 1970 (77 años).
En 1976 (83 años) regresa a España. Ese mismo año recibe el Premio Cervantes (Su candidatura fue presentada por la Real Academia Española y la Academia Argentina de Letras). Y el Premio Internacional Alfonso Reyes al año siguiente. Es académico de honor de la Real Academia de la Lengua Española desde 1978.
El poemario Cántico se ha tomado a menudo como el libro cumbre de su generación. En una segunda etapa, en la que se reflejan diversos conflictos políticos, publicó las tres partes de Clamor, tituladas Maremagnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963).
Los poemas de esta obra -editada en Buenos Aires- son un grito de protesta ante las dolorosas realidades de nuestro tiempo: guerras, dictaduras, injusticias, negocio, tiranía, muerte, explotación, etc. “El mundo del hombre está mal hecho”, dice ahora Guillén. Sin embargo, las ”discordancias” del mundo de los últimos años no hacen abdicar al poeta de su inicial postura de fe en el hombre y en la vida.
Son temas recurrentes en su obra la nostalgia del pasado, el paso del tiempo y la reflexión sobre la vejez. Más adelante, con Homenaje (1967), retornó al enfoque de su primera etapa. Sus últimas obras son Y otros poemas (1973) y Final (1982).
Guillén ha sido considerado el máximo representante de la poesía pura. En sus poemas se observa una estilización de la realidad y una depuración que llega a quedarse sólo con lo más esencial de las cosas. Su estilo está al servicio de dicha depuración.
Fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1983, un año antes de morir en Málaga, el 6 de febrero de 1984, a los 91 años. Sus restos mortales reposan en el Cementerio Anglicano de San Jorge, Málaga.
BIBLIOGRAFÍA
Poesía
1928— Cántico, Revista de Occidente, Madrid.
1936— Cántico, Cruz y raya, Madrid.
1945— Cántico —Fe de vida—, Litoral, México.
1950— Cántico —Fe de vida—, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
1957— Clamor —Tiempo de historia—, Maremágnum, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
1960— Clamor —Tiempo de historia… Que van a dar en la mar, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1960.
1963— Clamor —Tiempo de historia—, A la altura de las circunstancias, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1963.
1967— Homenaje —Reunión de vidas—, All’Insegna del Pesce d’Oro, Milán, 1967.
1968— Aire nuestro: Cántico, Clamor, Homenaje, All’Insegna del Pesce d’Oro, Milán.
1973— Y otros poemas, Muchnik Editores, Buenos Aires.
1977— Aire nuestro. I, Cántico, Barral, Barcelona.
1977— Aire nuestro. II, Clamor, Barral, Barcelona.
1978— Aire nuestro. III, Homenaje, Barral, Barcelona.
1979— Aire nuestro. IV, Y otros poemas, Barral, Barcelona.
1981— Final, Barral, Barcelona.
1981— Aire nuestro. V, Final, Barral, Barcelona.
1987— Aire nuestro. I, Cántico; II, Clamor; III, Homenaje; IV, Y otros poemas; V, Final, Centro de Creación y Estudios Jorge Guillén, Diputación de Valladolid, Valladolid.
2003— Homenaje. Visor Libros (coedición con Fundación Jorge Guillén), Madrid.
2004— Antología personal. Visor Libros (coedición con Fundación Jorge Guillén), Madrid.
2008— Aire nuestro. I, Cántico, Clamor; II, Homenaje, Y otros poemas, Final. Tusquets Editores (coedición con Fundación Jorge Guillén), Barcelona.
Obra en prosa y epistolarios
1999— Obra en prosa, Tusquets Editores (coedición con Fundación Jorge Guillén), Barcelona.
2002— Notas para una edición comentada de Góngora. Fundación Jorge Guillén. Valladolid.
2002— Correspondencia. Jorge Guillén. José Mª de Cossío. PRE-TEXTOS (en colaboración con Gobierno de Cantabria y Fundación Jorge Guillén. Valencia.
2005— Cienfuegos y otros inéditos (1925-1939). Fundación Jorge Guillén. Valladolid.
2010— Epistolario 1929-1971. Cántico a la amistad y Fe de vidas. Max Aub. Jorge Guillén. Fundación Max Aub. Valencia.
2010— Cartas a Germaine (1919-1935). Galaxia Gutenberg (coedición con Fundación Jorge Guillén). Barcelona.
2011— Epistolario. Jorge Guillén-Jean Cassou. Fundación Jorge Guillén. Valladolid.
2012— Epistolario inédito (1961-1981) Jorge Guillén & Elsa Dehennin con cinco estudios guillenianos. SEMYR. Salamanca.
POEMAS
VIDA EXTREMA
I
Hay mucha luz. La tarde está suspensa
Del hombre y su posible compañía.
Muy claro el transeúnte siente, piensa
Cómo a su amor la tarde se confía.
…Y pasa un hombre más. A solas nunca,
Atentamente mira, va despacio.
No ha de quedar aquella tarde trunca.
Para el atento erige su palacio.
¿Todo visto? La tarde aún regala
Su variación: inmensidad de gota.
Tiembla siempre otro fondo en esa cala
Que el buzo más diario nunca agota.
¡Inextinguible vida! Y el atento
Sin cesar adentrándose quisiera,
Mientras le envuelve tanto movimiento,
Consumar bien su tarde verdadera.
¡Ay! Tiempo henchido de presente pasa,
Quedará atrás. La calle es fugitiva
Como el tiempo: futura tabla rasa.
¿Irá pasando todo a la deriva?
De “Cántico”
MÁS ALLÁ
II
No, no sueño. Vigor
De creación concluye
Su paraíso aquí:
Penumbra de costumbre.
Y este ser implacable
Que se me impone ahora
De nuevo –vaguedad
Resolviéndose en forma
De variación de almohada,
En blancura de lienzo,
En mano sobre embozo,
En el tendido cuerpo
Que aún recuerda los astros
Y gravita bien –este
Ser, avasallador
Universal, mantiene
También su plenitud
En lo desconocido:
Un más allá de veras
Misterioso, realísimo.
De “Cántico”
MESA Y SOBREMESA
“El sol aumenta
Su íntima influencia.”
Rubén Darío
“… energía de normalidad.”
Alfonso Reyes
Luce sobre el mantel, más blanco ahora,
El cristal –más denudo.
Yo al amarillo ruboroso acudo.
Para mí se colora.
Fruta final. Un rayo se recrea
Dentro de nuestro juego,
Íntimo se perfila. Yo me entrego.
¡Color, perfil, idea!
En más placer la idea se nos muda,
Y de amigo en amigo
Rebota hacia la dicha que persigo:
Normalidad aguda.
¡Tanto verano generoso lanza
Sus fuerzas al concierto
De este sabor total! Mi mundo es cierto.
Casa con mi esperanza.
¡Oh diálogo ocurrente, de improviso
Luz en la luz vacante,
Punto de irisación en el instante
De gracia: Dios lo quiso!
A través de un cristal más sol nos llama.
¡Suprema compañía!
Tan solar es el vaso de alegría
Que nos promete fama.
Humo hacia el sol. El aire se concreta:
Jirón gris que yo esbozo.
Calladamente se insinúa el gozo
De una gloria discreta.
El tiempo se disuelve en la delicia
De un humo iluminado
Por ocio de amistad. ¿No es el dechado
Que el más sutil codicia?
Se redondea el borde de la taza
También para la mente.
Lúcida ante el café, se da al presente,
Y a la verdad se abraza.
¡Posesión de la vida, qué dulzura
Tan fuerte me encadena!
¿Adónde se remonta el alma plena
De la tarde madura?
De “Cántico”
LA RENDICIÓN AL SUEÑO
Sienes soñolientas.
Un vaho.
Cabecea
Torpemente la suavidad.
Hombros soñolientos.
Un vaho lento, más lento, lento.
Intimidad visible
Va ciñéndose al cuerpo.
El sillón se enternece todavía,
Se ahonda.
Brazos, manos se rinden.
O serán ya los brazos del sillón ¡ah, suavísimo!
Suavidad del mundo:
Se inclina un oleaje hacia una arena.
Dunas
Con luces de perezas,
Enternecidas dunas se derraman,
Numerosas, difusas,
Generales, suavísimas.
¡Cuántas rayas!
Paralelas acaso por la pared,
Se rinden,
Ceden ya, se relajan.
Una pululación amable de Invisibles
En el vaho se espesa.
Sucesiones de suertes profundizan espacios.
Niebla.
¿Hay grises de altitudes?
Barajas, nubes,
Caos. ¿Caos de Dios? Caos.
Lo informe se define, busca su pesadumbre.
Atestada cabeza.
Pesa.
Avanzan, se difunden
Espesores:
Robustez envolvente, noche sólida,
Apogeo de las cosas,
Que circundan, esperan, insisten, persuaden.
¡Oh dulce persuasión totalizadora!
Todo el cuerpo se sume,
Con dulzura se sume entre las cosas.
¿No ser? Estar, estar profundamente,
Más y más ignorante
De ser profundamente a oscuras
Raíz muy profundamente a oscuras
Raíz muy reservada a su paciencia
Más activa,
Raíz
Que va sumando
Su silencio creciente y su fortuna:
Tierra, tierra. ¡Perderse al fin!
¿Perderse?
Solo en su más recóndito retiro,
Entre los pliegues
Del olvido
Ya sin roce,
Reinando sobre inmóviles
Tinieblas de conquista,
Desciende el ser hasta una paz
Por todo su universo amurallada.
Se olvida
Robustamente el ser, descansa
Mientras a su universo
Consagrándose está.
En clausura, muy lejos
Se infunde, se refunde, se posa al fin remoto,
Intacto rostro.
¡Nuevo, nuevo!
-¡Oh pulsación, oh soplo!-
Resguarda todo el cuerpo.
¿Para quién, para quién tan lejos,
Pulsación confidente?
¿Hacia dónde,
Recatos veladores,
Hacia dónde se aleja
La mirada,
Tan retraída y plena?
¿Hacia la seña
Clara
De otra verdad?
De “Cántico”
HACIA EL POEMA
“Porque mi corazón de trovar non se quita”
Juan Ruiz
Siento que un ritmo se me desenlaza
De este barullo en que sin meta vago,
Y entregándome todo al nuevo halago
Doy con la claridad de una terraza,
Donde es mi guía quien ahora traza
Límpido el orden en que me deshago
Del murmullo y su duende, más aciago
Que el gran silencio bajo la amenaza.
Se me juntan a flor de tanto obseso
Mal soñar las palabras decididas
A iluminarse en vívido volumen.
El son me da un perfil de carne y hueso.
La forma se me vuelve salvavidas.
Hacia una luz mis penas se consumen.
De “Cántico”
LOS JARDINES
Tiempo en profundidad: está en jardines.
Mira cómo se posa. Ya se ahonda.
Ya es tuyo su interior. ¡Qué transparencia
De muchas tardes, para siempre juntas!
Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes.
De “Cántico”
LOS AMIGOS
Amigos. Nadie más. El resto es selva.
¡Humanos, libres, lentamente ociosos!
Un amor que no jura ni promete
Reunirá a unos hombres en el aire,
Con el aire salvándose. Palabras
Quieren, sólo palabras y una orilla:
Esos recodos verdes frente al verde
Sereno, claro, general del río.
¡Cómo resbalarán sobre las horas
La vacación, el alma, los tesoros!
De “Cántico”
LUZ NATAL
III
Son leves diferencias: todo un mundo.
Cierto arranque del alma,
Un no sé qué de fibra
Que desplegara espíritu,
Cierto andar. Con el porte,
Esa inflexión -tan única- de voz.
Y la palabra. ¡Nuestra, la palabra!
Vida común irreductible a idea,
Si creación de tantos,
Próximos a sus cielos,
-Móviles cielos nunca detenidos-
Definición de nadie.
Realidad, realidad
En tornasol, en mente.
Entre muros y torres ved el aire:
Un aire de afluencias matutinas
Que también será ardor
Hasta por las penumbras y las sombras.
¿Y quién te encerrará,
Movimiento del fuego?
¿Habrás de resignarte a ser ceniza,
Mortuoria ceniza problemática?
Mientras, la Historia… ¿Dónde?
Historia por mis venas y mis huesos,
Historia en este soplo
Que alentándome está la frase actual.
¿Amarillentas ruinas?
¿Y el impulso que llega de vosotros,
Los vivientes aún
En esta pulsación que marcha sola
Sin mí, tan mía, yo?
Yo, bajo mis vocablos
Resonantes de rutas,
A través de mi propia libertad
Hacia lo todavía no existente,
Hacia las tardes de una luz que espera,
De un matiz que no vive nunca solo.
¿Habrá de ser mi mano
Quien tal vez os coloree,
Trémulas tardes indeterminadas?
Algo fue que es futuro:
Incógnita filial,
Juventud que no cesa.
¡Oh patria, nombre exacto
De nuestra voluntad, de nuestro amor!
IV
Los terrenos ondulan, y continuos.
Es el planeta patrio.
Minúsculo, visible,
Para todos esférico,
Girando va con todos.
¡Oh común ansiedad, oh patrias juntas!
Completa redondez
Para nuestras dos manos.
Pilas, moles, derrumbes
Y polvo, polvo, polvo
Si no el tizón y el humo.
¿O tierra para el agua?
Agua de aljibe lleno
Que predispone a transparencia el día,
Agua en temblor alzado
Por las gotas de lluvia,
Agua salina de los oleajes,
Océanos, el mar, un solo mar.
Entre arenas y frondas, hacia orillas,
Entre vientos y llamas,
El sí, el no del animal que elige,
Que ya se elige humano,
Tan capaz de ser hombre.
Es él también aquél, ya sobre tablas
De fiesta y prepotencia.
Mirad su catadura.
Desde el testuz de toro,
Las crines de un león muy jaspeado
Por la piel relumbrante.
Y un sonreír de estío que ilumina
Boca, dientes y voz,
Voz de halago que ahora,
De pronto, se oscurece,
Airada contra el aire.
Escándalo, poder, pelea, crimen,
Y una abstracción con lujo de uniforme,
La multitud en torno a su enemigo,
Razones y razones, muertos, muertos.
¡Cómo pulula el incidente humano!
No hay soledad de Historia.
¿Apartadizos? Juntos.
¡Compañía terrible,
Dulce y consoladora compañía!
Oíd: un hombre al habla.
Manifiesto el espíritu.
Es el habla común:
Amorosa invasión de claridad.
De “Cántico”
CARA A CARA
“Lo demás es lo otro: viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
Federico García Lorca
I
Verde oscuro amarillento,
Deslumbra un tigre. Fosfórico,
El círculo de agresión
General cierra su coso.
Aun los cielos se barajan
-Múltiples, bárbaros, lóbregos-
Para formar una sola
Sombra de dominio a plomo.
Nublado. Las nubes sitian
A las torres y cimborrios
De la ciudad, de improviso
Campestre. Se aguza un chopo
Bajo un retumbo que lejos
Se extingue, derrumbe sordo.
En el aire cruelmente
Blando se ahúman los troncos,
Y un crepúsculo a deshora
Derrama en el día golfos
De una oscuridad que pide
Luz urgente de socorro.
Se encienden lámparas íntimas
Que recogen en sus conos
De resplandor esos ámbitos
Amigos de los coloquios
Hay una desolación
A contraluz, algo anónimo
Que zumba hostil, un difuso
Conflicto de tarde y lodo
Con su tedio, que no deja
De escarbar. Y de sus hoyos
Emergen desparramándose,
Asfixiando los enojos
Escondidos, la más fosca
Pululación del bochorno,
El hervidero enemigo
De cuantos dioses invoco.
En relámpagos se rasgan
Los cielos hasta esos fondos
Tan vacíos que iluminan
Los cárdenos dolorosos.
El agresor general
Va rodeándolo todo.
-Pues… aquí estoy. Yo no cedo.
Nada cederé al demonio.
II
¡Oh doliente muchedumbre
De errores con sus agobios
Innúmeros! Ved. Se asoman,
Míos también, a mi rostro.
Equivalencia final
De los unos y los otros:
Esos cómplices enlaces
De las víctimas y el ogro,
Mientras con su pesadumbre
De masa pesan los lomos
Reunidos del país
Polvoriento, populoso.
Las farsas, las violencias,
Las políticas, los morros
Húmedos del animal
Cínicamente velloso,
Y la confabulación
Que envuelve en el mismo rojo
De una iracundia común
Al paladín con el monstruo.
Esa congoja del alba
Que blanquea el calabozo,
Extenuación de la cal
Sobre los muros monótonos,
A la vista siempre el aire
Tan ancho tras los cerrojos,
Y en la boca -siempre seca-
Tan amargo el soliloquio.
Ese instante de fatiga
Que sueña con el reposo
Que ha de mantener yacentes,
Más allá de bulla y corro,
A los cansados, sin fin
Vacación en los remotos
Jardines favorecidos
Por aquel interno otoño…
¡Imperen mal y dolor!
En mi semblante un sonrojo
De ineptitud se colore.
No cedo, no me abandono.
De “Cántico”
ALBA DEL CANSADO
Un día más. Y cansancio.
O peor, vejez.
Tan viejo
Soy que yo, yo vi pintar
En las paredes y el techo
De la cueva de Altamira.
No hay duda, bien lo recuerdo.
¿Cuántos años he vivido?
No lo sabe ni mi espejo.
¡Si sólo fuese en mi rostro
Donde me trabaja el viento!
A cada sol más se ahondan
Hacia el alma desde el cuerpo
Los minutos de un cansancio
Que yo como siglos cuento.
Temprano me desperté.
Aun bajo la luz, el peso
De las últimas miserias
Oprime.
¡No! No me entrego.
Despacio despunta el alba
Con fatiga en su entrecejo,
Y levantándose, débil,
Se tiende hacia mi desvelo:
Esta confusa desgana
Que desemboca a un desierto
Donde la extensión de arena
No es más que cansancio lento
Con una monotonía
De tiempo inmerso en mi tiempo,
El que yo arrastro y me arrastra,
El que en mis huesos padezco.
Verdad que abruma el embrollo
De los necios y soberbios,
Allá abajo removidos
Por el mal, allá misterio,
Sólo tal vez errabundos
Torpes sobre sus senderos
Extraviados entre pliegues
De repliegues, y tan lejos
Que atrás me dejan profunda
Vejez.
¡No! No la merezco.
Día que empieza sin brío,
Alba con grises de enero,
Cansancio como vejez
Que me centuplica el tedio,
Tedio ¿final? Me remuerde
La conciencia, me avergüenzo.
Los prodigios de este mundo
Siguen en pie, siempre nuevos,
Y por fortuna vivir
Me obligan también.
Acepto.
De “Clamor”
EL ACORDE
Dedicatoria inicial
A mis hijos,
A la posible esperanza
I
La mañana ha cumplido su promesa.
Árboles, muros, céspedes, esquinas,
Todo está ya queriendo ser la presa
Que nos descubra su filón: Hay minas.
Rumor de transeúntes, de carruajes,
Esa mujer que aporta su hermosura,
Niños, un albañil, anuncios: viajes
Posibles… Algo al aire se inaugura.
Libre y con paz, nuestra salud dedica
Su involuntario temple a este momento
-cualquiera- de una calle así tan rica
Del equilibrio entre el pulmón y el viento.
Historia bajo el sol ocurre apenas.
Ocurre que este viento respiramos
A compás de la sangre en nuestras venas.
Es lo justo y nos basta. Sobran ramos.
Modestamente simple con misterio,
-Nada resuena en él que no se asorde-
Elemental, robusto, sabio, serio,
Nos ajusta al contorno el gran acorde:
Estar y proseguir entre los rayos
de tantas fuerzas de la amparadora
Conjunción, favorable a más ensayos
hacia más vida, más allá de ahora.
No hay gozo en el acorde ni se siente
Como un hecho distinto de la escueta
Continuación de nuestro ser viviente:
Gracia inmediata en curso de planeta.
II
Acorde primordial. Y sin embargo,
Sucede, nos sucede… Lo sabemos.
El día fosco llega a ser amargo,
Al buen remero se le van los remos,
Y el dolor, por asalto, con abuso,
Nos somete a siniestro poderío,
Que desgobierna al fin un orbe obtuso
De hiel, de rebelión, de mal impío,
Origen de la náusea con ira,
ira creciente. Polvo de una arena
Cegadora nos cubre, nos aspira.
Y la mañana duele, no se estrena.
Surge el ceño del odio y nos dispara
Con su azufre tan vil un arrebato
Destructor de sí mismo, de esa cara
Que dice: más a mí yo me combato.
¡Turbas, turbas! Y el mal se profundiza,
Nos lo profundizamos, sombra agrega
De claroscuro a grises de ceniza,
Alza mansión con pútrida bodega.
¿Es venenoso el mundo? ¿Quién, culpable?
¿Culpa nuestra la Culpa? Tan humana,
Del hombre es quien procede aún sin cable
De tentador, sin pérfida manzana.
Entre los males y los bienes, libre,
Carga Adán, bien nacido, con su peso
-Con su amor y su error- de tal calibre
Que le deja más claro o más obseso.
Sin cesar escogiendo nuestra senda
-Mejor, peor, según, posible todo-
Necesitamos que se nos entienda:
Nuestro vivir es nuestro, sol por lodo.
Y se consuma el hombre todo humano.
Rabia, terror, humillación, conquista.
Se convence al hostil pistola en mano.
Al sediento más sed: que la resista.
Escuchad. Ya no hay coros de gemidos.
Al cómitre de antigua o nueva tralla
No le soportan ya los malheridos.
Y con su lumbre la erupción estalla.
Una chispa en un brinco se atraviesa
Desbaratando máquina y cortejo.
Mugen todos. El mundo es su dehesa.
Más justicia, desorden, caos viejo.
III
Pero el caos se cansa, torpe, flojo,
Las formas desenvuelven su dibujo,
Acomete el amor con más arrojo.
Equilibrada la salud. No es lujo.
La vida, más feroz que toda muerte,
Continúa agarrándose a estos arcos
Entre pulmón y atmósferas. Lo inerte
Vive bajo los cielos menos zarcos.
Si titubea tu esperanza, corta,
Y tus nervios acrecen la maraña
De calles y de tráfagos, no importa.
El acorde a sí mismo no se engaña.
Y cuando más la depresión te oprima
Y más condenes tu existencia triste,
El gran acorde mantendrá en tu cima
Propia luz esencial. Así te asiste.
Con el sol nuestro enlace se renueva.
Robustece el gentío a su mañana.
Esa mujer es inmortal, es Eva.
La Creación en torno se devana.
Cierto, las horas de caricia amante,
Y mientras nos serena su rosario,
Trazan por las arrugas del semblante
Caminos hacia el Fin, ay, necesario.
Nuestra muerte vendrá, la viviremos.
Pero entonces, no ahora, buen minuto
Que no infectan los débiles extremos.
Es todavía pronto para el luto.
Al manantial de creación constante
No lo estancan fracaso ni agonía.
Es más fuerte el impulso de levante,
Triunfador con rigores de armonía.
Hacia el silencio del astral concierto
El músico dirige la concreta
Plenitud del acorde, nunca muerto,
Del todo realidad, principio y meta.
De “Clamor”
DOLOR TRAS DOLOR
I
De súbito,
Dominando una masa de ciudad
En calor de gentío,
Surge con atropello
Clamante, suplicante,
Gimiente,
Desgarrándolo todo,
La terrible sirena.
¿Qué, qué ocurre?
¿Quién está agonizando
Muy cerca de nosotros, ahora mismo?
¿Dónde el mal, sus revólveres, sus llamas?
La sirena se arroja,
Va tras la salvación,
Con apremiante angustia
Se impone.
Pasa hiriendo el minuto:
Alarido brutal, que nos concierne.
Pide atención a todos sin demora
La alarma, tanta alarma.
Y un dolor invasor ocupa el ámbito
De la calle, del hombre.
II
Suena, suena el lamento y no concluye
Jamás.
Lamentándose cruza quien padece
Dolor,
Un dolor siempre injusto,
Aplicado con saña y seña del azar-
A destruir el ser y su entresijo
De afirmación divina.
Y el dolor va aguzando
Sus bestias,
Y entre garras y babas repugnantes
Descompone, deforma,
Reduce a torvo apoyo de la crisis
El cuerpo del enfermo y con escándalo
Se le derrumban muchos equilibrios.
Dolores y dolores
Pérfidos, eficaces desde minas
Remotas,
O de repente brutos,
Bajo las armas de unos enemigos
Que serán victoriosos.
Dolor en esa pulpa
De nuevo mancha derramada, magma,
Dolor y su aguijón inquisitivo,
Su fijeza perversa,
Dolor hasta locura.
Y el loco,
Abandonado a soledades ínfimas,
Por entre sus barrotes,
Allá en la Sinrazón
Y su gritado espanto.
Y esos casi ya locos, que deliran
A fuerza de razones,
Ciegos bajo su luz,
Desesperados ante el mundo inerte
Que resiste al delirio de una lógica.
Allá, muy dentro de amorosa cárcel,
Ése que así aprisionan tantos celos:
Visiones en el lóbrego vacío.
Dolor de quien persigue
Sufriendo con su víctima.
Y la cólera estalla vanamente
Contra visible muro:
La reserva del mísero perdido,
Refugiado muy lejos
Allende las torturas.
Aquél se indigna tanto
Que el curso enronquecido de su voz,
Inútil,
Se extingue a ras de tierra.
Esos otros se callan.
Su talante paciente
Se erige acumulando una aflicción
Sin alivio expresivo.
Saliva
No acude ya a la boca
Del recién prisionero,
Sin nadie en el montón del calabozo,
Remotísimo siempre
Desde sus lontananzas de Sahara:
Calabozo de arena sofocante.
Para el quejido, tácito,
No hay cauce de consuelo,
O tal vez muy profundo
Durante aquellas horas aterradas,
Hundidas.
¡Una noche más!
Se espera.
Nuestro espíritu asciende, mira abajo,
Donde todo se mezcla y nos encumbra,
Firmes entre unos puños salvadores,
Dentro de pena y vida consumada.
De “Clamor”
COMO TÚ, LECTOR
El hombre se cansa de ser cosa, la cosa que
sirve sabiéndose cosa, cosa de silencio en su
potencia de impulso airado. La hombría del
hombre, de muchos hombres se cansa
atrozmente.
Ya no pueden pararse las manos sucias por
deber y recias. Muchos ojos -sin gafas- ven
o entrevén más allá, aunque se inclinen hacia
el suelo y sus lodazales de leyes.
Máquina junto a las máquinas, o solo a la
intemperie. Animal bajo un sol de selva, o
en una selva urbanísima. Y los colores de
la piel se cansan de su color.
Los colores se cansan de ser blancos, de ser
amarillos, de ser negros: postración. Y millones
de millones de fatigas llegan a formar, por fin
irguiéndose, una sola figura.
Ni héroe ni monstruo. Una figura humanísima
que arrolla desbaratando y arrasando a estilo
de naturaleza con furor geológico -y mental.
Pero no. Es crisis de Historia.
Crisis que asombraría a los dioses mismos si
atendiesen a nuestros lodos de arrabal. A los
arrabales columbrarían inundados y ya
arrebatados por mareas con saña de sino.
Esta vez sí se desequilibra el planeta. Sobre
los magníficos se derrumban los colores, y
los sujetos, uno a uno sujetos, engrosan
multitudes, que son ¡ay! masas compactas.
Masas de hombres que podrían, uno a uno,
ser hombres. Hombres como tú, lector que
lees, libre, envuelto en tu señorío de piel,
con un volumen en la mano, libre.
Deja de leer, mira los visillos de la ventana.
No, no los mueve el aire. Responden a eso
tan fugaz que fue un movimiento sísmico.
Atención: no anuncia más que…
A ti también te anuncia la catástrofe de
las catástrofes. ¿Terminará la esclavitud?
¿Hombres habrá que no sean cosas?
Hombres como tú, lector, sentado
en tu silla. Nada más.
De “Clamor”
TRÉBOLES
Despierto y como no estás,
No me suena el mundo a mundo:
Nunca a solas hay compás.
Desierto de tanta pena:
Mi vivir es como el aire
Que se ve si mueve arena.
De “Clamor”
ARS VIVENDI
“Presentes sucesiones de difuntos.”
Quevedo
Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
nunca es la mía bajo el cielo raso.
Calculo, sé, suspiro no soy caso
de excepción y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso.
Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante
que al fin me privará de mi corriente.
Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.
De “Clamor”
AMOR A SILVIA
20
La página está en blanco y nos espera.
Nuestras dos escrituras sucesivas
Alternarán sus frases de manera
Que yo adivinaré lo que no escribas
Y tú sabrás leer mi alma entera.
De “Homenaje”
A LO NARCISO
No te mires ya más, que no eres rosa:
Narciso tú también. ¿Un dios? Poeta
Que da a su imagen duración de meta,
Y así con su desnudo se desposa.
¿Lo ves? Ya tanto espejo es una fosa
Donde se pudre –malva, violeta-
Ese amor ¡ay! Que nunca se completa,
Solo tendido en lecho que es su losa.
No, no te desesperes si te ofusca
Tu cenicienta soledad vacía,
Y te reduces a tus rasgos lisos.
Te perderás alegremente en brusca
Floración de tu fe, y esa alegría
Será inmortal. ¡Hermosos, los narcisos!
De “Homenaje”
MÁS ALLÁ DE NARCISO
De esta mi oscura soledad esquiva
Nace un ímpetu brusco tan agudo
Que a mis propias imágenes no acudo,
Y un más allá de mí mismo se reaviva.
“Mí mismo.” ¡Yo! No marcho a la deriva.
Sé al fin que soy sin contemplarme nudo
De ser y de saber, y mi desnudo
Tiembla en la sombra bajo luz de arriba.
Como no detienen mis reflejos,
Con avidez me lanzo a una aventura
De sol. Lejos de mí conmigo, lejos
He de otear y descubrir el orbe.
Desde mi cárcel, “yo”, frente a la anchura,
Soy diminuto centro que la absorbe.
De “Homenaje”
DE SENECTUTE
1
Sale el sol otra vez para el anciano.
¿Cuántas veces aún? Inútil cómputo
De condenado a muerte. La luz sea
Sin predicción precisa de adivino:
Vital incertidumbre. Sale el sol.
2
…Y tras de un largo sueño florecía
Con una hermosa plenitud de mozo.
¡Buen despertar! No vano su alborozo.
A un alma iluminaba la alegría.
3
El pensamiento evita las concretas
Figuraciones de la sepultura.
La muerte es un proceso desastroso
Que sin horror no puede imaginarse.
¿Y para qué las danzas de esqueletos
Si la mera abstracción es suficiente?
4
¿Es triste envejecer? “De senectute”,
Circunloquios, argucias y floreos
Se desviven negando la evidencia:
Esta limitación que, silenciosa,
Nos reduce su círculo y se impone
Como el menos cruel de los finales,
Esta conciencia del final… Los días,
Oscuros o radiantes, nos sitúan
Como un espectador, actor a veces,
Junto a los ríos que nos enamoran.
5
Viejo, viejo, viejo.
Alegres los ojos,
Ávido el deseo.
Viejo, viejo, viejo.
Ligeras las barbas
Y sabios los huesos.
Viejo, viejo, viejo.
Parlanchín aún
Cerca del silencio,
Final.
6
Corre el tiempo más que antes.
Años, años, vagos datos.
Parecen extravagantes
Nuestros antiguos retratos.
De “Y otros poemas”
OBRA COMPLETA
Siempre he querido concluir mi obra,
Y sucediendo está que la concluyo.
Lo mejor de la vida mía es suyo.
¿Hay tiempo aún de más? Papel no sobra.
Al lograr mi propósito me siento
Triste, muy triste. Soy superviviente,
Aunque sin pausa mane aún la fuente,
Y yo responda al sol con nuevo aliento.
¡Dure yo más ! La obra sí se acaba.
Ay, con más versos se alzaría obesa.
Mi corazón murmura: cesa, cesa.
La pluma será así más firme y brava.
Como a todos a mí también me digo:
Límite necesario nos defina.
Es atroz que el minero muera en mina.
Acompáñeme luz que abarque trigo.
Este sol inflexible de meseta
Nos sume en la verdad del aire puro.
Hemos llegado al fin y yo inauguro,
Triste, mi paz: la obra está completa.
Dedicatoria final
Al amigo de siempre,
Al amigo futuro.
De “Homenaje”
Fragmento del discurso que leyó cuando le entregaron el Premio Cervantes
“Vivimos entre furias de los negocios y las furias de los poderes pero todavía existen personas u organismos que prestan atención a lo que se margina, como el arte, la poesía, la literatura. Que el acto de hoy, en este paraninfo signifique concordia, superada la guerra más cruel, ya que mi poesía ha sido siempre un símbolo de esperanza.”
“Me siento feliz con el premio porque siempre me he opuesto al Régimen, y creo que el concedérmelo es señal de progreso hacia una situación más democrática.”
Dijo:
De Salinas: Mi mejor amigo, sin duda alguna un gran hombre.
A Alberti: Rafael, regresé a España.
De Borges: Es un gran amigo mío, solo tiene un defecto: que habla de política sin entender nada de ella.
De la generación del 27: “Es cierto que estamos todos muy unidos, que somos grandes amigos, pero en nuestra obra nos parecemos muy poco.
“Lo único que necesito es descansar, vivir tranquilo lo que me queda de vida y escribir: siempre seguiré escribiendo poemas.”