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187. Poesía más Poesía: Maruja Vieira

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BIOGRAFÍA DE MARUJA VIEIRA

María Vieira White, bautizada Maruja Vieira por el poeta Pablo Neruda, es una escritora colombiana nacida el 25 de diciembre de 1922 en la ciudad de Manizales, capital del departamento de Caldas, Colombia. Es, junto a Dora Castellanos, Meira del Mar y Matilde Espinosa, una de las voces femeninas imprescindibles de la moderna poesía colombiana. Este mes de diciembre cumplirá, porque sigue viva, 100 años.

Joaquín Vieira Gaviria, el padre de Maruja, era maestro de escuela en Sopetrán cuando estalló la guerra de los Mil Días. Su filiación conservadora lo llevó a enrolarse en el Ejército, donde ascendió hasta coronel. Un día, unos soldados le llevaron a un supuesto «bandolero», un muchacho liberal que al coronel le pareció demasiado joven. Movido por su pasado docente, decidió devolver al capturado a su familia en vez de hacerlo prisionero. Cabalgó con el joven Ernesto White Uribe hasta Frontino para dejarlo en casa de su padre, John Henry White Blake, quien había migrado desde Inglaterra para trabajar como ingeniero y geógrafo en Urabá. El inglés agradeció el gesto del coronel y lo alojó en su casa. Ahí fue cuando Mercedes, la menor de los doce hijos White Uribe, y madre de nuestra poeta, conoció al coronel. Ella tenía trece años; él, treinta cinco. La guerra siguió, los liberales perdieron y, años después, el coronel se reencuentra con Mercedes. Ella tenía dieciocho años cuando se casan y fruto de esa unión nacería, dos años después en Medellín, su primogénito, Gilberto, quien durante casi medio siglo presidió el Partido Comunista en Colombia. Como anécdota decir que a Gilberto, hermano de Maruja,lo echaron del Instituto Universitario de Manizales por graduar a Jesucristo como el primer comunista.

A comienzos de la década de 1920, la muy conservadora Manizales era una ciudad con setenta años de historia y cincuenta mil habitantes, que vivía el auge económico de la bonanza cafetera. A esa ciudad arribaron los Vieira White, con Gilberto de once años, y fue allí donde nació la segunda y última hija de la familia, María, el 25 de diciembre de 1922. Sus primeros años transcurrieron en una casa del tradicional barrio Versalles, en la que no faltaron los libros, la lectura, ni la compañía de Micifuz: “Mi mamá escribía, y muy bien, pero nunca publicó. Mi papá leía y mi hermano también. El único que no leía era el gato”.

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Tres mujeres fueron determinantes en esos primeros años para su relación definitiva con la literatura. Su madre, Mercedes, leía en voz alta un amplio repertorio en el que cabían desde autoras locales, como Blanca Isaza de Jaramillo Meza y la boyacense Laura Victoria (Gertrudis Peñuela de Segura), hasta poemas, dramas y traducciones del español Felipe Cabañas Ventura. Su abuela materna, Rita Uribe Uribe, también era una voraz lectora de poesía e historia y fue con ella con quien María aprendió a leer. Este gusto se afianzó con Claudina Múnera, pedagoga, escritora y feminista, quien se encargó de estimular ese interés literario en la nueva estudiante del Liceo Femenino, colegio al que ingresó en 1928.

—Señorita Mercedes, ¿en realidad qué sabe hacer la niña?
—¡Nada! No le gusta coser. Dice que no quiere coser con «guja».
—Pero ¿qué le gusta hacer?
—Leer.
—Pues, entonces, ¡que lea!

Maruja Vieira en B y N

Bogotá le cambió la vida a María. A sus once años ingresó al recién fundado Instituto Montessoriano, dirigido por Sofía Quijano de Ayram, otra activa pedagoga con quien pudo fortalecer su vocación literaria y su conciencia feminista: doña Sofía acababa de crear la primera facultad de derecho para señoritas. A la influencia de la profesora se sumó la transformación de su hogar. «Nosotros llegamos con menos holgura de la que teníamos en Manizales y nos ubicamos en el ala de una casa muy grande del centro: era la casa de Georgina Fletcher Espinosa, una mujer maravillosa para la historia colombiana; la mujer feminista más notable de su tiempo». Cuando los Vieira llegaron a su casa, ya era una líder reconocida no solo porque desde 1924 era representante en Colombia de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, sino, además, porque en 1928 lideró junto con Baldomero Sanín Cano el proyecto de ley sobre los derechos civiles de la mujer colombiana, que naufragó en el Congreso. En su casa eran frecuentes las tertulias: invitados, lectura y conversación. María conoció allí a la poeta Marzia de Lusignan (Juanita Sánchez Lafaurie), quien “me sirvió mucho para aprender realmente qué debería decir” y fue allí, con quince años, donde escribió su primer poema, después de la muerte de su abuela Rita.

Se aburrió de que las mujeres se dejaran marginar. “Las prohibiciones nos las imponemos”, ha dicho. Entonces se convirtió en una silenciosa pero efectiva activista de los derechos de las féminas. Se la reconoce como una de las luchadoras para que sus colegas de tacón alto accedieran al voto. También fue de las primeras, junto con Elisa Mujica, importada de Bucaramanga, en renunciar a la dictadura del croché y la cocina para empezar a trabajar en oficios entonces escriturados al “varón domado”.

En un tiempo en que sólo los hombres echaban cháchara en los cafés literarios del centro bogotano (el Automático,  Asturias,  Terraza Pasteur, el de los piedracielistas), decidió en compañía de amigas como Emilia Pardo Umaña, Cecilia Fonseca, la artista venezolana Sofía Imber, que la cultura y la tertulia eran demasiado serias para dejársela solo a los hombres.

Antes de ser poeta fue declamadora. Antes de declamar fue lectora. Antes de aprender a leer, sus padres, su hermano y su abuela le leían en voz alta. En ese antes no se llamaba Maruja, sino María Vieira White, y ya tenía el don de la musicalidad que le permite memorizar versos como si fueran canciones y escribir poesía con un ritmo interno singular. Ella aclara:

“Yo nací periodista. Yo no decidí hacerme poeta. Los poemas siempre llegaron por sí solos, sin anuncio ninguno. Desde pequeña sentí la vida desde un ángulo que resultó ser el poético y descubrí que lo que yo escribía gustaba”.

A los dieciséis se retiró del colegio y empezó a trabajar. Primero en la Casa Conti, un almacén de instrumentos musicales, y luego en la Texas Petroleum Company, donde permaneció por siete años. “Mi primo me ofreció un empleo como secretaria. Allá aprendí de todo, pero sobre todo cómo se desenvuelven una mujer y un marido […]. Yo solo tenía un padre y un hermano, que no es lo mismo, aunque ellos fueron absolutamente positivos en todo lo que pasó conmigo cuando empecé a escribir poesía, y además tuve muy buena suerte con la publicación en los periódicos. El silencio es una cárcel para el poeta y yo pude expresarme desde muy temprano”.

En 1943 el poeta Pablo Neruda visitó Bogotá. María quiso conocerlo y el Partido Comunista facilitó las cosas: Gilberto ya era su dirigente, y el congresista Jorge Regueros Peralta era el novio de María, así que pudo unirse a la comitiva comunista que daba la bienvenida al chileno. Pocos días después, en una conversación amistosa, ella se animó a mostrarle a Neruda sus publicaciones en Lecturas Dominicales. “Él me dijo: En Chile a las Marías les decimos ‘Maruca’, y yo le respondí: Acá les dicen ‘Maruja. Te llamarás Maruja Vieira, dijo, y desde ese día me quedé así”.

Sólo se sintió poeta a partir de un paseo a la laguna de Tota, con Enrique Uribe White. Maruja llevaba algunos de sus poemas mecanografiados y estando en el barco él cogió los manuscritos y empezó a leer en silencio. Algunos los guardaba y otros los tiraba al agua. Cuando ya había arrojado varios, yo le dije: Esos poemas no tienen copia y él contestó: Mejor. Yo me sentí poeta ese día en que Enrique aceptó mi poesía porque lo que sobrevivió a la laguna se convirtió en su primer libro.

Inició su carrera literaria en 1946 con la publicación de sus primeros poemas en el suplemento literario del periódico El Tiempo. Compañera y “novia” de los cuadernícolas y de los fundadores del grupo Mito (aunque nunca colaboró en la revista), fue reconocida en su fina calidad lírica desde su primer libro con estas palabras de Álvaro Sanclemente, poeta muerto y olvidado prematuramente: “Su poesía de ahora, dulce y fuerte al mismo tiempo, llena de elementos heterogéneos, de misteriosas sugerencias y cálidas evocaciones, trata el tema eterno e inagotable del amor, pero lo hace en forma sencilla y humana, lejos de toda estridente combustión”.

Con el bautizo de Pablo Neruda y la bendición de Enrique Uribe, Maruja saltó de las páginas de periódico al formato de libro: “Campanario de lluvia” apareció en 1947 con prólogo de Álvaro Sanclemente; “Los poemas de enero” salió en 1951, también con la Editorial Espiral, y ese mismo año “Poesía”. El cuarto título, “Palabras de la ausencia” apareció en 1953 con prólogo de Baldomero Sanín Cano, y a partir de ahí siguió una sucesión de obras que suma alrededor de veinte libros, el último de ellos, “Una ventana en el atardecer” de 2018.

Maruja trabajaba en los almacenes J. Glottmann cuando la sorprendieron los incendios y saqueos del 9 de abril de 1948. Se conoce como el Bogotazo a una serie de disturbios ocurridos en la capital de Colombia, Bogotá, que fueron consecuencia del magnicidio al líder del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán. El presunto autor material del magnicidio fue perseguido y linchado por una multitud. La ola de protestas, que se expandió a otras ciudades y regiones del país, desencadenó el recrudecimiento de la época conocida en el país como «La Violencia», que terminó aparentemente diez años después, en 1958. Las consecuencias, sin embargo, duraron más de lo imaginado por medio del conflicto armado interno. Después de esto Maruja Vieira se radicó en Caracas (Venezuela) donde trabajó en la Radiodifusora Nacional de Venezuela y escribió para diarios de Caracas y Bogotá.

Iván Beltrán Castillo recoge en una entrevista a Maruja el espíritu luchador de la poeta: “Las mujeres de esos días parecían exclusivamente destinadas al papel de madres, obsecuentes esposas, disimuladas vasallas, sumisos alfiles de un mundo construido por la sensibilidad, no pocas veces procaz y grosera, de los hombres más convencionales, la mayoría distantes de encontrar su evadida sensibilidad, presos en la cárcel de una impostada dureza”.

Después de un período entre Venezuela y Bogotá, en 1955 se radicó en Popayán y, a partir de 1956, en Cali, sin sospechar que estaba próxima a comenzar la etapa más intensa de su vida.

Contigo estaba escrito
el nombre del amor sobre la Tierra;
contigo, lluvia de la medianoche,
tierna raíz de astros.

¿Cuándo te casas?” es una crónica vigente en la que desnuda al patriarcado desde un feminismo mordaz y divertido. Esta provocó una respuesta de Gabriel García Márquez en la columna “Día a Día”, de El Espectador, en la que señala que «casarse con una escritora de prestigio —piensan tontamente los hombres solteros— es sin duda un honor, pero un honor demasiado estrepitoso y apabullante para quienes consideran que ya es suficiente peligro para sus complejos el hecho de casarse con alguien que sepa mejor que ellos cómo se remiendan las medias. García Márquez la describe como una mujer excepcionalmente atractiva, que escribe con gracia y habilidad y es excelente poetisa.

José María y Maruja

José María Vivas Balcázar era un poeta conservador cercano a Laureano Gómez y al periódico El Siglo. Antes de conocerlo, Maruja lo leyó en Venezuela gracias a una recomendación de su amigo Otto Morales Benítez. En una velada poética en Caracas, Maruja escuchó una versión de “En la mansión del padre” y se animó a escribirle al autor para contarle lo que habían hecho con su obra. La carta fue contestada desde Chile con un libro de regalo. Tiempo después Maruja fue invitada a otra tertulia en Cali y allí se encontró con José María, quien declamó “En la mansión del padre”. La conmoción de ese encuentro derivó en un noviazgo de tres años, en el que el esquema de su familia, de padre conservador y madre liberal, se replicó en el nuevo hogar.

Maruja: ¿Cuándo te casas?. El miércoles 9 de septiembre de 1959 a las 6:00 a. m. en la iglesia de San Judas Tadeo de Cali. A las pocas semanas quedó embarazada:

Estabas tú, invisible todavía,
niña de las canciones.

Pero Ana Mercedes no alcanzó a conocer a su padre. Ocho meses después de la boda, José María sufrió un infarto fulminante a sus cuarenta y dos años y dejó a su esposa con siete meses de embarazo y en la más profunda desolación.

Homenaje a la poeta manizalita Maruja Vieira - YouTube

La vida se detuvo ese día para ella, para Maruja Vieira, la amada y enamorada esposa, según confesó después, mucho después (1998), en el libro “Sombra del amor”, dedicado a él -En memoria del poeta José María Vivas Balcázar (1918-1960)-, donde declaró que desde entonces, desde el oscuro día de su muerte, ha sobrevivido en “un cuerpo sin alma”.

En los días de mi cumpleaños José María Vivas Balcázar me sigue regalando el recuerdo de su amor, su poesía y la seguridad de haber sido amada. En Cali, cuando éramos novios, me regalaba rosas, rosas amarillas, por un poema de Alfonsina Storni que dice “La primavera rosa me pondrá en las mejillas, la primavera rosa, dos rosas amarillas”.

Maruja Vieira considera que su obra es poesía periodística y que sus poemas son crónicas: relatos de su vida, sus afectos, sus duelos y sus lugares queridos, así como postales sobre el conflicto armado y la violencia política, tan cercana a su vida.

Para ella, la poesía es como el aire y la luz, está en todas partes y a ella le corresponde el deber y la obligación de embellecer los conceptos y la libertad de lo que toca. A los poetas nos corresponde crear y conseguir un eco y no solo crear poesía sino vivirla y aplicarla…. Desde la publicación de su primer libro, no ha pasado un solo día que no haya estado consagrado al fulgor de la poesía, expresado no solamente en el hecho de escribir versos sino, lo que es más importante, como una actitud y una ética, una forma de abrazar al universo, de entender en lo posible nuestras inescrutables vidas.

“La poesía es una especie de centinela de la condición humana, y quien la ejerce adquiere un compromiso inmediato con los otros y, lo que resulta más grave, consigo mismo.”

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Maruja confiesa: “En mi familia la poesía ocupaba su propia silla, era una entidad tangible, y todos la visitaban como a una pariente redentora. Las lecturas de grandes autores, las noches de tertulia y confrontación de sensibilidades, la manera de mirar con pupila alerta la prolijidad de la naturaleza, y el hecho de poseer una buena biblioteca donde extraviarse y extasiarse, fundaron tu identidad, hicieron nacer la voz”.

Recuerda las épocas duras que alguna vez visitaron tu familia, cuando la pobreza convirtió la alacena en un desierto. Fue una expiación que le mostró los zarpazos de tigre de la realidad, el voraz apetito de los triunfadores y los argumentos legítimos de los excluidos, y tal vez por eso, a pesar de no comulgar del todo con su dogma, comprendiste la obcecada lucha de tu hermano Gilberto a favor de los desposeídos. Sabe desde entonces que la pobreza no es un estado económico sino un estado del alma.

Con Cecilia Fonseca y Emilia Pardo Umaña, Maruja fue de las primeras mujeres que entró en la humareda espesa del Café Automático, escenario de la gran comedia intelectual de varias décadas, y allí pasó a ser una suerte de musa, una pequeña elegida, que brindaba con café cerrero, pues aún no se habían puesto de moda las escritoras borrachas.

Gracias a eso se alzó con una impresionante cofradía de amigos: Jaime Ibáñez, Aurelio Arturo, Cecilia Porras, Fernando Charry Lara, Jorge Gaitán Durán, León de Greiff, Eduardo Carranza, Carlos Martín o Dora Castellanos y, sobre todo, tu gran maestro, el gigante bíblico León Felipe, de quién aprendió que el oficio de los poetas tiene la dignidad y el decoro del de los labradores.

Viajó mucho pero nunca se degradó a la condición de turista. De aquellas odiseas recuerda especialmente la que realizó a Galicia. Fue como un deja vú, pues allí en el Camino de Santiago, tuvo la certeza de que provenía de ese lugar. Claro que tampoco puedo olvidar el Canal de la Mancha, la entrañable ciudad de Popayán (“Allí para existir hay que ser pariente de una estatua”), La febril Santiago de Cali (“Viví en ella unos años febriles”) y la impetuosa Caracas: son distintas rutas y distintos puntos de llegada para cumplir un solo destino.

Sus méritos literarios y académicos han sido honrados con diversos premios: la Gran Orden de la Cultura y también del premio Vida y Obra del Ministerio colombiano de Cultura, la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional, la Medalla Honor al Mérito Artístico de la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Orden José Acevedo y Gómez, en el grado Cruz de Oro, del Honorable Concejo de Bogotá. El Departamento de Caldas la condecoró con la Orden Aquilino Villegas y su ciudad natal con la Cruz de Manizales, también le fue concedida por la República de Chile la Orden Gabriela Mistral.

Su trayectoria literaria, profesional y su defensa de los derechos de la mujer en Colombia, la hicieron merecedora en 2004, del premio de la Fundación Mujeres de Éxito en la categoría de Artes y Letras. El sector Cultura, Recreación y Deporte entregó el Premio Homenaje a Artistas y Gestores Culturales, en 2015, a Maruja Vieira, en la categoría de cultura y en 2018 recibe un reconocimiento a su vida y obra en el marco de la feria internacional del libro de Bogotá por parte de la academia de la lengua.

Para las generaciones presentes y futuras la poeta Maruja Vieira nos deja un legado de más de 20 libros de poesía publicados, crónicas, ensayos, conferencias, un paradigma admirable de trabajadora profesional, incansable y siempre asumiendo cargos de liderazgo en comunicaciones y prensa escrita y pedagogía y a la par con sus diferentes actividades el trabajo persistente alrededor de la poesía. Innumerables reconocimientos como escritora. Resulta asombroso esta actividad tan intensa, sobre todo para su época inicial, de los años 40 y esta constante actividad la ha tenido a lo largo de sus casi ochenta años de vida literaria, siempre con la preocupación por la equidad de género y la defensa de los derechos humanos.

Marujita Vieira: Vivir en olor de poesía - Eje21
Con su hija Ana Mercedes.

Dice Jaime Mejía Duque en 1984: “El lirismo de Maruja Vieira parece haber seguido en la corriente del tiempo un rumbo inverso al de muchos otros poetas: en vez de diluirse en reiteraciones ciegas de los hallazgos juveniles, sus versos se han ensimismado en una poética cuyos rasgos fueron siempre la economía y la llaneza. Su destino último no sería el hermetismo, sino que por el contrario su comunicabilidad se ha preservado plenamente”.

Cronología

En Venezuela fue presentadora de televisión y trabajó con los directores de cine y televisión Román Chalbaud y Alberto de Paz y Mateos. De regreso a Colombia, en 1959 abrió en Popayán la Librería Guillermo Valencia y en 1960 fue nombrada directora de relaciones públicas para los departamentos del Valle del Cauca, Nariño y Cauca por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA). Desde 1977 se radicó en Bogotá (Colombia) y trabajó como editora de la revista Guión y como profesora de literatura en la Universidad de la Sabana y en la Universidad Central.

Fue pionera en muchos frentes: fue una de las primeras mujeres en ocupar cargos ejecutivos en el país, y fuerte defensora de los derechos de las mujeres. Ha sido profesora universitaria, ejecutiva cultural de nunca desmayado entusiasmo y secretaria del PEN Club, la organización mundial de escritores más importante del mundo, de la cual es hoy miembro honorario. Es miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua. Es Socia Honoraria del Círculo de Periodistas de Bogotá, como miembro fundador que fue. También ha sido miembro de la Sociedad Bolivariana de Colombia.

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A sus 90 años recuerda a su amiga la poeta Matilde Espinosa (1911-2008), todas las tardes recuerda a esa amiga que dejó un vacío enorme en su vida. Por años se reunían en las tardes a conversar, a compartir sus pensamientos. Como amigas entrañables ambas lucharon contra las injusticias, sobre todo, aquellas cometidas contra la mujer.

El 10 de abril de 2018 en el Centro Cultural del Banco de la República de Manizales se le rindió homenaje y se presentó su nuevo libro, “Una ventana al atardecer”, una edición especial de la Secretaría de Cultura de Caldas.

Cronología


En octubre de 2021,a sus 99 años de edad, Maruja y su familia reciben la noticia de que el Estado quiere privarle de una de sus pensiones, cobra una de un municipio por jubilación y otra mínima por vejez. El Estado presente privarle de una y dejarle con la pensión mínima. Denuncia su hija la injusticia y la desconsideración a un monumento nacional, una poeta.

Para celebrar los 100 años de vida de la poeta Maruja Vieira el Ministerio de Cultura lanza hoy el proyecto ‘100 años, 100 poemas’. Esta iniciativa, en la que se invita al público a grabar la lectura de uno de sus poemas, permitirá la difusión de la obra de la escritora a través de una gran maratón digital de poesía.

Poeta Maruja Vieira denuncia que le quieren quitar su pensión a los 98 años

Figura en innumerables antologías de poesía hispanoamericana y ha representado a Colombia en diferentes festivales nacionales e internacionales, así como ha sido traducida al inglés, francés, húngaro, alemán y ruso, entre otros idiomas.

Entre sus libros se cuentan: Campanario de Lluvia, Los Poemas de Enero, Poesía, Palabras de la Ausencia, Clave Mínima, Mis Propias Palabras, Tiempo de Vivir, Sombra del Amor, Los Nombres de la Ausencia, Todo lo que era mío,-de la colección “Un libro por centavos” del Externado de Colombia-, el cuadernillo Rompecabezas, de la colección Viernes de Poesía, de la Universidad Nacional de Colombia; Una Ventana en el Atardecer; las Antologías publicadas por la editorial Caza de Libros, la Universidad de Antioquia y la recientemente publicada por el Ministerio de Cultura, El Nombre de Antes, y libros virtuales Todo el Amor, buscando mi corazón.

Nov 19, 2011 Colombia MARUJA VIEIRA, POETA COLOMBIANA, DE 90 ANOS, QUE  RECIBE EL PREMIO VIDA Y OBRA

OBRAS PUBLICADAS

1947: Campanario de lluvia, Editorial Iqueima, Bogotá.
1951:Los poemas de enero, Ediciones Espiral. Editorial Iqueima, Bogotá.
1951:Poesía, Montoya Toro Editor, Medellín.
1947:Palabras de la ausencia, 1953, Editorial Zapata, Manizales.
1956:Ciudad remanso, (libro en prosa), , Universidad del Cauca, Popayán.
1965:Clave mínima, Biblioteca de Autores Caldenses. Imprenta Departamental, Manizales.
1986:Mis propias palabras, Biblioteca de Escritores Caldenses. Imprenta Departamental, Manizales.
1992:Tiempo de vivir, Publicaciones Universidad Central, Bogotá.
1997:Campanario de lluvia, (edición conmemorativa), Alcaldía de Manizales e Instituto Caldense de Cultura, Manizales.
1998:Sombra del Amor, Ediciones Embalaje del Museo Rayo de Roldanillo, Roldanillo.
2006:Los nombres de la ausencia, Ediciones San Librario, Bogotá.
2006:Mis propias palabras, (antología poética), Instituto Caro y Cuervo, Bogotá.
2008:Todo lo que era mío, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá.
2010:Rompecabezas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
2010:Tiempo de la memoria, Editorial Caza de Libros, Ibagué.
2011:Todo el amor buscando mi corazón, (antología), Comoartes Ediciones, Madrid.
2019:Una ventana en el atardecer, (antología), Comoartes Ediciones, Madrid.

ANTOLOGÍAS POÉTICAS

1965: Antología de la poesía hispanoamericana, 2ª ed. (comp. Caillet-Bois). Madrid: Aguilar.

1975: Poesía de autoras colombianas (selección y notas de Eddy Torres). Bogotá, D.C.: Caja Agraria (homenaje al Año Internacional del Año Internacional de la Mujer),

1984:Poesía contemporánea de Colombia, número 12. Colección Biblioteca de Literatura Colombiana. Bogotá, D.C.; Oveja Negra,

1997:Antología de la poesía colombiana, tomo II (ed. y comp. Rogelio Echavarría). Bogotá, D.C.: Ministerio de cultura, Áncora Editores.

1996:Antología de la poesía colombiana, tomo II (ed. y comp. Rogelio Echavarría). Colección biblioteca familiar Presidencia de la República. Bogotá, D.C.: Imprenta Nacional.

2011:Memoria poética de La Alhambra (ed. José Carlos rosales). Colección Valdalia, Granada: Patronato de la Alhambra y Generalife, Fundación Lara, .

2012: Um País Que Sonha – cem anos de poesia colombiana (1865 – 1965). Selección y prólogo de Lauren Mendinueta, trad. Nuno Júdice). Portugal: Embajada de Colombia en Portugal, Assírio & Alvim

2013:Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres. Poetas nacidas hasta 1949, tomo I (ed. y comp. Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano). Bogotá, D.C.: Apidama Ediciones.

2015:Leer las mujeres, antología digital publicada por la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS:

SELECCIÓN DE POEMAS DE MARUJA VIEIRA

LOS MUROS Y EL RECUERDO

Era blanca mi casa, con ardientes geranios
que cifraban la luz en las altas ventanas.

Había enredaderas finas y acariciantes,
lirios que recordaban la frente de mi madre.

Allá crecieron dalias, claveles y azaleas
para la cruel dulzura de mis manos pequeñas.

Allí aprendí la forma del árbol en el viento
y el viaje de las nubes en el agua del cielo.

Los pasos de mi padre resonaron alegres
en el amor lejano de mi primer recuerdo

Y poco a poco fueron haciéndose más lentos,
mientras mis ojos iban descifrando universos.

Allá una tarde supe que en el trigo hay angustia
cuando siegan de pronto su dorada cabeza.

Me arrancaron del alma los geranios ardientes
y los lirios y el río de los amaneceres.

Se llevaron mis ojos a un paisaje distinto,
de montañas heladas bajo cielos de acero.

Me quedó un vago asombro de ternura y ausencia
y un camino que busco más allá de los sueños.

AL FINAL DEL CAMINO

Sólo pido
tu rostro para el sueño.
Tu nombre dibujado
en los telones del recuerdo.

Me iré con ellos lejos,
a la ciudad tranquila de los lirios,
de las campanas y de las violetas.

El tiempo será largo como un río
y seguirá copiando el mismo cielo
eternamente.

Y eternamente clara, casi viva
tu sombra estará cerca.

EL NOMBRE DE ANTES

No es fácil escribir
el nombre de antes.
Es como volver a un traje antiguo,
unas flores, un libro,
un espejo, amarillos por los años.
Con aquel otro nombre
era como tener entre las manos
toda la luz del aire.
Ahora vuelvo
a mi nombre de antes.
Mi nombre de ceniza,
el que anduvo conmigo por el tiempo
y por las soledades.
Ahora estoy frente a mí, frente a mi nombre,
con la fría y terrible sensación de regreso
que conocen los náufragos.
Pero escucho una risa y unos alegres pasos.
Todo no se ha perdido.
Aquí estoy otra vez, frente a la vida,
con el nombre de antes.

EXILIO

Mi patria eran tus manos,
tu mirada,
el suave temblor de tus labios.

Ya no tengo tu hombro
para mi cabeza rendida.

No tengo nada.

Veinte años de exilio,
amor mío,
veinte años sin patria.

SIEMPRE

Siempre regresas.
Para ti no hay tiempo
ni tiene oscuros límites la tierra.
Siempre vuelves.
Y siempre estoy aquí, esperando tus manos,
llenándome de sueños como de lluvia un árbol.
No hay nada diferente. Todo es igual y puro
cuando vuelves.
No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola,
con el corazón limpio como una fuente nueva.
Tengo otra vez palabras y caminos
y contigo regresan las brisa y las estrellas.
Regresan las campanas y los pájaros,
me devuelves la música, el murmullo
de los ríos lejanos,
la claridad del monte,
la perfecta verdad de que te amo.

BORIS, EL INMIGRANTE

Yo no te conocí, Boris Dobrowsky,
pero ayer me dijeron entre lágrimas
que eras tierno y amable, que traías
desde tu campesina Yugoslavia
una manera dulce de ser bueno,
de amar las cosas, de encontrar el alma
de los colores y del sol, del viento,
de las flores y el agua.

Del agua verde, donde estás ahora,
viendo pasar tu eternidad de algas,
soñando acaso con el manto rojo
con que el otoño vestirá los campos
en tu tierra de robles y canciones,
de pastores y lanzas.

Yo no te conocí, Boris Dobrowski,
y te recuerdo cuando el mar me habla.
Dice que estás allí, con tu destierro
convertido en orillas y en distancia
y que tu corazón de niño alegre
juega ya eternamente con los barcos.

Del libro “Clave mínima” 1965

DULCE AMIGA LEJANA

A Ruth Cepeda Vargas

Me dices que me aguarda tu clara ciudad lenta,
que me aguardan sus calles, su río, sus violetas.
Dulce amiga lejana, gracias por tus palabras,
por tu risa callada, por tus manos fraternas.

Gracias por tu recuerdo, que me acompaña, tímido,
silencioso y seguro como el alma del agua.
Por decirme, en mis horas de amarguras inútiles,
que el dintel luminoso de tu puerta me aguarda.

Volveré. Tú lo sabes. No es posible apartarse
por más tiempo del ámbito de las cosas amadas.
Vivo en nieblas de asombro, sin saber el camino,
roto el sueño de enero por la luz implacable.

Volveré y hablaremos como siempre en las tardes,
en el parque de lirios amarillos. La estatua
tenderá inmensamente su mirada de piedra
sobre un mar apacible de cenizas doradas.

Del libro “Clave mínima” 1965

LA NUBE DE CENIZA

Más allá de esta nube de ceniza
el hombre espera.

Espera que la sombra le devuelva
su herencia de esperanza,
su antiguo mapa transparente.

El hombre quiere un poco de silencio
para que el hijo diga su primera palabra.

Esa palabra
que nunca es “guerra”,
que nunca es “muerte”

Del libro “Clave mínima” 1965

EDUARDO COTE LAMUS

A Alicia Baraibar*

Acabo de saber
cómo fue aquel camino de tu entierro.
Te llevaban, Eduardo, por los riscos,
por los ásperos montes que llaman Santander.

De todas las pequeñas aldeas silenciosas
venía gente a caballo.
Lloraban unos, otros sacaron sus guitarras
y te cantaron coplas
que se mezclaban con las lágrimas.

Llevaron a los niños
-tus ahijados para que te miraran, para que vieran
cómo la muerte se convierte en árbol.

Fueron veintiocho entierros
en los veintiocho pueblos con campanas.

Ahora quedan tus hijos
bajo el cielo de plomo azul de Cúcuta,
sobre la tierra dulce y dura
de la frontera de la patria.

Tus hijos y tus versos
en las manos del tiempo.

Una mujer levanta su frente sobre el llanto,
camina hacia el futuro
con ellos, con nosotros, para siempre.

Del libro “Clave mínima” 1965

*Alicia Baraibar, galerista de origen español, radicada en Colombia y casada con el escritor Eduardo Cote Lamus. A lo largo de su trayectoria profesional promovió la difusión del arte y la cultura mediante la apertura y dirección de galerías en Bogotá; fue directora de la Escuela de Teatro de Cúcuta, la Galería de Arte de Colseguros y codirectora de la Galería Belarca. Para Baibar la difusión del arte en la década de 1960 en Colombia fue una labor que estuvo en manos de las mujeres, pues a su juicio, los hombres tenían intereses más del lado de la economía y no de los aspectos culturales.

SUEÑO DEL MAR

La tibia noche de mi infancia
oyó una historia de naufragios…
(Rafael Maya)

Sangre de marineros, que me viene a cantar
en las noches calladas, con voz de inmensidad.

Barcos en horizontes de viento, cielo y mar
con velas extendidas y cordajes de sal.

Puertos para una noche y un alba, nada más,
(camino del retorno que no se pudo hallar).

Hombres de ojos azules y brazos de huracán
anclados en remansos de inmóvil soledad.

Bajo las lunas altas me vienen a llamar
a bordo de sus naves de bruma y de cristal.

Marineros errantes que perdieron el mar.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

COMO EL PARTIR DE UN BARCO

“Es el recuerdo, padre,
de tu clara agonía”
Carlos Augusto León

Ya todo está más claro.
Como la tierra después de la lluvia
son los ojos después de las lágrimas.
El viento hace cantar una vez más los árboles;
pero en la madrugada tienen distinta voz
las antiguas campanas.

Partió un barco.
El ancla la levaron las manos más amadas.
Era un mar transparente, rumbo y ola,
donde flotaba un suave rostro pálido
y una playa del tiempo que se quedaba atrás
con nuestro llanto.

Que se quedaba con nuestro silencio,
con nuestra música olvidada y quieta,
con los libros cerrados, con los cuartos vacíos,
con esta soledad que nos asalta
cuando despierta el día sobre lechos intactos.

Las horas vuelven otra vez, iguales.
Todavía hay caminos con rosales y pájaros,
los niños ríen en la calle
y los viejos martillos clavan maderas nuevas.
La muerte en nuestra casa cumplió su fiel palabra.
Todo fue tan sencillo como el partir de un barco.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

MEMORIA DEL PADRE

Recuerdo que mi escuela tuvo un balcón de árboles
y un patio junto al claro viaje de los gorriones.
La vida era una mano que me esperaba afuera
y una cabeza blanca, llena de sueños altos.

Era mi padre. Íbamos juntos. Era el mundo.
No había más en las trémulas soledades del alma
que su paso ya lento, su voz dulce y antigua
y el tiempo azul que araba la tierra de mi infancia.

Salíamos de noche, la pequeñita sombra
de mi cuerpo de niña junto a su sombra grande.
El hablaba un idioma de recuerdos y ausencias
y me enseñaba nombres, banderas y ciudades…

Padre, lo que mas duele de tu ausencia
es no poder hablarte.

Todo está igual en esta casa tuya
y la música invade
la armonía tranquila del domingo y la lluvia.

Sería exactamente igual que si estuvieras.
Todavía la madre tiene dulces los ojos,
el hermano sonríe con la misma sonrisa
y la hija te busca para contarte sueños.

Exactamente igual sería, pero callas.
Lo más definitivo de tu ausencia, lo duro
es no poder hablarte. Sabiendo que no escuchas
sentimos que perdieron su objeto las palabras.

Hasta el nombre del niño pierde un poco de lumbre
porque no está en sus letras tu voz dulce de abuelo.
Y de pronto nos hiere, por tu rostro disperso,
su rostro que te copia, suavemente pequeño.

Todo está igual y ahora yo no encuentro mis pasos
y la música vuelve sin llegar a tu oído.

Sobre la mesa el pan ya no aguarda tus manos
y está el papel en blanco y están quietos los libros.

Maeterlinck nos enseña que cuando recordamos
a los que ya se han ido, nos ven llegar a ellos.
Esta mañana tibia te buscan mis palabras
y mi amor infinito, más allá del silencio.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

TIEMPO DEFINIDO

“Todo el impulso humano
lo circunscribe el día,
el pequeñito círculo del día”
(Barba Jacob)

Está bien que la vida de vez en cuando
nos despoje de todo.
En la oscuridad
los ojos aprenden a ver más claramente.
Cuando la soledad
es el total vacío del cuerpo y de las manos
hay caminos abiertos hacia lo más profundo
y hacia lo más distante.
En el silencio las amadas voces
renuevan claramente sus palabras
y los muros resguardan
el rumor conocido de los ausentes pasos.
Los labios que antes fueran
sitio de amor en las calladas tardes
aprenden la grandeza
de la canción rebelde y angustiada.
Hay un viento en suspenso
sobre los altos árboles, un repique de lluvia
sobre ruinas oscuras y humeantes,
un gesto en cada rostro
que dice de amargura y vencimiento.
Sigue un lento caer de horas inútiles,
desprendidas del tiempo
y más allá del círculo pequeñito del mundo,
–aquel mundo cerrado
con sus vagas estrellas y su bruma de sueños–
despierta inmensamente
la herida voz del hombre poblador de la tierra.
Antes estaban lejos, casi desconocidos,
el combate y el trueno.
Ahora corre la sangre por los cauces iguales
del odio y la esperanza
sin que nada detenga la invasora corriente
de las fuerzas eternas!

Bogotá, 1948

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

EL POEMA DE LAS HERMANAS

A Gilda, Irma, Eglée
y Magaly Gómez Pietrini
en Caripe (Venezuela)

Cuatro son las hermanas. Yo las recuerdo ahora
que diciembre se aleja.

Oyendo hablar a una sentí pasar un río,
una corriente diáfana, con sauces a la orilla.

Otra cuidaba flores en el jardín, iguales
a su silencio transparente.

Sonreía otra hermana y era todo su cuerpo
como un barco de brisa.

Y la otra ¿aún enciende cuando mueve las manos
una luz de perfume en el naranjo?

La Navidad pasaba junto a mis pies, rodando
como una piedra blanca.
Desprendida, cayendo.

Me dolían palabras y sueños destruidos,
ausencia, cosas que se iban.
Pero las cuatro hermanas me miraban sonriendo
y en el jardín había margaritas y orquídeas.

Detenida, en mis manos, la piedra blanca sueña.
En ella escribo el nombre de aquel pueblo
de mi primera Navidad sin casa.
Piedra blanca del verso.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

CIUDAD REMANSO

(Popayán)

Hoy te hablo a ti, ciudad remanso
donde se aquieta la amargura.
Ciudad de ayer y eternidades,
lenta ciudad de sueño y bruma.

Vine buscándote en un mapa
de oscura sal y flechas rotas
y tú me diste la dulzura
de tus caminos y tus horas.

En ti encontré mi infancia pura,
mi juventud, mi voz perdida
y volví a ser la de otro tiempo,
maravillada ante la vida.

Ciudad, la piedra de tus muros
guarda en su cáliz el pasado
y el cáliz sube hasta los cielos
en la oración de tus campanas.

Guarda también, ciudad, mis huellas
entre tus calles silenciosas
por donde fui encontrando el alma
tierna y segura de las cosas.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

CANSANCIO

Cansancio
de hablar y escuchar siempre
idiomas extraños.
Cansancio
del peso de las alas en la tierra.
Cansancio de obligarse a ser fuerte
y helar, detener, contener,
petrificar la luz, la nube, el aire.
Para después callar, sonreír,
asentir, otorgar.
Y tener miedo de la música,
del libro de poemas,
del perfume del árbol,
del color de la tarde,
porque pueden caer las armaduras,
romperse las corazas
y quedar simplemente un ser humano,
sólo, débil,
herido de silencios y palabras.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

ASÍ DIJO EL MAESTRO

“Y la ola humilde a nuestros labios vino
de unas pocas palabras verdaderas”
(Antonio Machado)

¿Qué importa
el número de páginas de un libro?
¿La extensión de los versos
de un poema?

¿Le contamos al mar sus olas,
a la rosa sus pétalos,
sus caminos al viento?

“Unas pocas palabras…
–así dijo el Maestro–
unas pocas palabras verdaderas”.

Del libro: Todo lo que era mío Antología poética 1947-2007

NADA MÁS QUE UN VIAJE

Recordando a Ernesto White Uribe

Le hice un duelo de mar.
No era tiempo de lágrimas.
Era en los días altos del sol
y el agua verde.

Aquel hombre poblaba
las noches de mi infancia
con la extraña leyenda
de sus horas errantes.

Calladamente,
igual que en la vida,
fue yéndose
como si presintiéramos
volver a verlo pronto.

Alguien dijo: “Se ha ido…”
siempre estaba distante,
minero de sus sueños,
capitán de sus rocas.

No era tiempo de lágrimas.

Allá frente a las olas
comprendí que su nombre
fue nada más que un viaje.
Y descubrí el secreto
de su larga aventura
renovado en la fuerza
que impulsaba mis pasos.

Del libro Los nombres de la ausencia

CÉSAR URIBE PIEDRAHITA

Tenía el cabello rubio -casi fuego-.
Le gustaba abrir todas las ventanas.
No cerraba las puertas,
las dejaba tendidas
como una mano para los viajeros.

Siempre encendía los candelabros
porque si la luz está allí,
¿para qué dejarla prisionera?
Amaba las orquídeas
y los animalitos del campo
y era definitivamente bueno.

No le gustaba
pensar en la muerte.
Creía que todos los hombres
merecen tener tierra y cielo.

Yo lo vi despedirse de mi padre
apenas con un poco
de temblor en la voz.

Si él pudo oírlo
se llevó para el tiempo eterno,
mejor que mi silencio de llanto,
un cordial, casi alegre
¡hasta luego!

Aquella noche César
me enseñó que no hay muerte.

Por eso le decimos
-tú y yo, Elisa
como la noche de la lluvia,
como entre las orquídeas,
como junto a la puerta
siempre abierta
apenas con un poco
de temblor en la voz:
¡hasta luego!

A Elisa Mújica

Del libro Los nombres de la ausencia

DURA PREGUNTA

¿Quién te ha vencido, Haydee Santamaría?
No temiste a las balas del Moncada
y la Sierra Maestra.

Eras una bandera.
¿qué viento amargo destruyó tus mapas?
eras antorcha y luz
¿quién te ha extinguido?
¿qué angustia fue más grande
que tu valor, Haydée Santamaría?

Una estrella naufraga en tus colores
blanco, rojo y azul
¿quién te ha vencido?

La pregunta
nos azota la cara,
nos persigue en el sueño,
nos abruma.

Del libro Mis propias palabras.
Haydée Santamaría, la mujer leyenda de la Revolución

*Haydée Santamaría o por su apodo “Yeyé”, fue una guerrillera y política cubana, heroína de la República de Cuba. El 26 de julio de 1953, participó en el asalto al Cuartel Moncada, acción por la cual fue encarcelada junto a Melba Hernández. Tras su liberación, fundó el Movimiento 26 de Julio, del que integró su dirección nacional. Apoyó al destacamento guerrillero que dirigía Fidel Castro en la Sierra Maestra, y este le encomendó que obtuviera fondos y armas y aglutinara a los revolucionarios en el exterior. Regresó a Cuba al triunfar la Revolución y fundó el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba y, posteriormente, el Partido Comunista de Cuba. Trabajó en el Ministerio de Educación. Luego, fundó y dirigió la Casa de las Américas de 1959 hasta su muerte, en 1980. Desde allí, influyó decisivamente en la política cultural del país.

NIÑA DE LAS CANCIONES

Cuando era necesario elegir
entre el pan y las flores
comprábamos las rosas.

Una taza de café negro y solo
nos bastaba.
Y nuestro amor
y un libro de poemas.

Estabas tú, invisible todavía,
niña de las canciones.

Nosotros fuimos tu camino,
jamás dudas
entre el pan y las flores.

Del libro Mis propias palabras.

ATARDECER DEL SÁBADO

Ha llovido en mis manos,
áspero sol, tu lenta quemadura,
tu fuego repetido.
Ahora son más altas
las montañas azules,
más altas y se alejan en perfiles
de cristal y de humo.
Los rumores del día
se pierden en la tarde.
La noche será larga.
A la orilla del sueño
veré pasar las horas,
silenciosas y cálidas.
Mañana
vendrán a saludarme
los ladridos alegres
de mi perro.
Le diré que se calle,
que es domingo.
No hay que ir al trabajo
ni al colegio.
Despertará la niña
cantando. Nos iremos
los tres. Hoy es domingo
y sale la familia de paseo.
y se me habrá olvidado
por la noche
la tristeza.

TU ENTRE LOS ANGELES

Absorta, encuentro
cercanas sensaciones
en el aire.

Vienen, surgen, brillan.
¿Son alas?
Danzan a mi alrededor
formas, colores…
Oigo palabras, música,
están cerca, me hablan.

¿Son ángeles?

Con la mano sin fuerza
dibujo extrañas formas,
montañas
de un país invisible
a los ojos humanos.

Sombras que pasan
me rozan con sus largas
túnicas blancas.

¿Sueños… sombras… nada?
¿Eres tú entre los ángeles?

Siempre tú en la distancia,
en la nube, en el árbol,
en la rosa y el trébol,
en la gota de agua
que tiembla en la ventana.

Siempre tú entre los ángeles.

Del libro Sombras del amor

Y PENSARÁS…

Me inclinaré sobre la hoja
para saber lo que tú escribes
cuando en la brisa de la tarde
floten cenizas invisibles.

Sobre tu mesa de trabajo
habrá dos rosas amarillas
y pensarás: ¡mamá curiosa!
esto es privado. ¡No lo mires!

Cuando regreses en la noche
habrá una luz en la ventana
y pensarás: ¡mamá no pierde
esa costumbre de esperarme!

Era un reflejo de la luna
sobre la copa de los árboles
que dibujaba una silueta
en los cristales solitarios.

PRESENCIA DEL AMOR

Como si una mano
encendiera una luz
en la oscuridad.
Una mano invisible,
una voz inaudible,
una presencia
que habita más allá
de la realidad.

Como si una mano
te apoyara
cuando vas a caer
o abriera una ventana
cuando el aire te falta
y sientes que vas a morir.

Como si una mano
buscara la tuya
en la sombra
para estrecharla
para hacerte sentir su calor
Porque esa mano
que enciende las lámparas,
que abre las ventanas,
que apoya tu paso,
que busca la tuya en la sombra
es la del amor.

¡Más verdadero que la vida,
más poderoso que la muerte,
más tuyo, más cercano cada hora,
es verdad que existe el amor!

Del libro Sombra del amor

RAÍZ ETERNA

Tú eres más que un rostro,
más que un hermoso cuerpo.

Eres aquel murmullo del río entre la lluvia,
aquella forma vaga del monte tras la niebla,
profundamente asidos al trémulo paisaje
del sitio de la vida donde nace el recuerdo.

Tú eres más que un nombre,
más que un paso en la tierra.

Te cerca un bosque denso, de misteriosos árboles,
con pájaros errantes y canciones sin término.

Te guarda entre sus ramas de música, te encierra
lejos de la ceniza destructora del tiempo.

En ti el amor humano, de raíces eternas,
me entregará su clave segura y verdadera.

Del libro Los poemas de enero

CAMPANARIO DE LLUVIA

Te buscaba en la sombra. Lentamente surgía
tu mirada lejana, leve flor de horizontes.
Era clara, serena… Con amor la sentía
transitar el camino de mis ojos insomnes.

No fue un eco ni un sueño. Fue la brisa en el árbol
que me trajo tu acento con perfume de savia
y creció por mis venas y se fue deslizando
con temblor de caricias al llegar a mis manos.

Nada más… En la torre desgranó la campana
un rosario de tiempo, claro, fino y distante.
Como niebla de aroma se quedó entre mis labios
la dulzura imposible de una frase: ¡te amo!

Del libro Campanario de lluvia, 1947

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

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