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276. POESÍA MÁS POESÍA: CECILIA BÖHL O FERNÁN CABALLERO

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BIOGRAFÍA DE LA POETA CECILIA BÖHL O FERNÁN CABALLERO

Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea fue escritora y folclorista española, conocida con el pseudónimo de Fernán Caballero. Nació el 25 de diciembre de 1796 en Morges, Cantón de Vaud, Suiza. Su padre, Juan Nicolás Böhl de Faber,  de origen alemán, cónsul alemán y  simpatizante hispano, afincado en España, tuvo gran relevancia para el Romanticismo español, sobre todo para el redescubrimiento del teatro del Siglo de Oro, y en particular de Calderón de la Barca. Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aheran Moloney, llamada por sus amigos y familiares Doña Frasquita Larrea, fue su mujer y  la madre de Cecilia. Ella  tradujo obras de Byron y escribió bajo el seudónimo de Corina.

 

Los padres de Cecilia marcharon a Alemania tras su casamiento, donde la autora nació. El matrimonio tuvo tres hijos más, un niño y dos niñas. Tras diferentes desavenencias, los padres se separan y la madre se traslada con sus hijas pequeñas a España. Cecilia permanece con su padre en Hamburgo, Alemania, donde recibió una educación “a la antigua usanza”, de catolicismo profundo.  En 1813 volvieron a la ciudad de Cádiz, España, cuando Cecilia tenía diecisiete años. Cecilia observa lo español con ojos de extranjera.  Allí aprendería a paladear su gusto por las peculiares y fascinantes costumbres y tradiciones andaluzas que más adelante formarían parte indispensable de su bagaje literario. Empezó a recoger coplas, cuentecillos y refranes.

 

En 1816, Cecilia contrajo matrimonio con un capitán de infantería, Antonio Planells y Bardají y se mudaron a Puerto Rico, ya que su esposo había sido destinado allí. Fue un matrimonio impuesto por su madre, una mujer autoritaria y difícil.  El murió al poco tiempo, a los dos años, conmocionando a la joven Cecilia, que  fue acogida en casa del Capitán General mientras se recuperaba. En 1818 volvió a España y después se trasladó a Hamburgo, donde vivió con su abuela paterna.

fernan caballero cuadro 1858 - Poesia Online

Años más tarde se mudó al Puerto de Santa María, Cádiz, donde conoció a Francisco de Paula Ruiz del Arco, marqués de Arco Hermoso y oficial del Cuerpo de Guardias Españolas. Contrajo segundas nupcias con él en Sevilla en 1822 y se trasladaron a vivir en el Puerto de Santa María, en Cádiz.  Comenzó a acudir y a organizar tertulias con representantes de la alta sociedad y personalidades extranjeras como Whashington Irving, con quien mantuvo correspondencia desde 1828 y al que ayudó en algunas de sus obras. Trabaron una gran amistad y admiración mutua. También regentaban la tertulia el historiador del arte William Stirling y el barón Taylor. Cecilia se inició en la literatura.

El marido de Cecilia, Francisco de Paula Ruiz del Arco, falleció en 1835.

En 1836 viaja a Inglaterra con su hermana y, durante su estancia en Londres, se encuentra con un joven aristócrata inglés, Federico Cuthbert, al que había conocido en España y con quien mantiene una idilio secreto. La relación acabó fracasando y este episodio de su vida lo narra en la novela Clemencia. Su padre fallece durante ese viaje y Cecilia no puede estar presente.

Cecilia vuelve a España y conoce a  Antonio Arrom y Morales de Ayala, cónsul, comerciante y pintor de Ronda,  dieciocho años menor que ella (Cecilia tenía cuarenta y el veintitrés), con quien se casó en 1837. Fue un escándalo para la época, por la diferencia de edad y por ser además viuda de un marqués. Viven en Jerez y luego se trasladan a El Puerto de Santa María, Cádiz. Cecilia escribió de él en una carta a su amiga y biógrafa Carolina Cobera: “Si mi buena estrella hiciese que usted me contestase favorablemente le remitiré una mis novelas, ilustrada de bellos tipos dibujados por mi marido, que le dan gran mérito. Está llena de actualidad por valerme de una de las frases de moda […]”. Antonio Arrom llegó a ser el primer cónsul de España en Australia. Este matrimonio fue fundamental, ya que para Fernán Caballero, el seudónimo de Cecilia, fue su encuentro definitivo con la imprenta. En este periodo editó buena parte de sus obras. A causa de su precaria situación económica, consideró la publicación de las mismas. Antonio Arrom y Morales, enfermo de tuberculosis y con su negocio quebrado, se suicidaría en 1859. El desfalco importante de un socio en Australia fue el desencadenante del pistoletazo que, el 14 de abril de 1859, acabó con la vida del rondeño, que quedó tendido en los jardines del Blenheim Park londinense.

ceciliabohnfaber - Poesia Online

Cecilia de Böhl fue una de esas mujeres que desafiaron las normas y convenciones de su tiempo para poder publicar sus trabajos y así dar salida a su íntima vocación literaria. Había profesado un amor por la Literatura desde su juventud, pero sin embargo lo había mantenido con un carácter más reservado y personal. El medio literario era muy hostil para las mujeres en ese momento. Escritores como Juan Valera, Zorrila y su amigo Hartzenbush, se permieron criticarla, cuando, aun sabiendo mucho de teoría y crítica literaria, no habían sido capaces de producir cuentos o novelas que estuvieran a su misma altura literaria. Cecilia sabía que, con o sin obra creativa, los críticos literarios y, especialmente, los masculinos, iban a encontrar cualquier argumento para minusvalorarla. Se la ha despreciado, entre otras cosas, porque se la ha comparado con autores del realismo, cuando ella por generación está entre el romanticismo y el realismo. En su primera época, fue una máquina de descubrimiento interesantísima, cuando sus primeros títulos se publicaron supusieron una novedad increíble: era una obra europea por lecturas y conocimientos.

Fernán Caballero (Cecilia de Böhl) es fundamental para entender cómo se construye y se empieza a escribir la novela moderna. Cuando llega Emilia Pardo Bazán, se encuentra con que esa maquinaria ya está montada, y sobre ella puede tejer sus temas, la problemática de las mujeres, etc. Para Mercedes Comellas (investigadora sevillana  en el ámbito del Humanismo español) , aunque Fernán Caballero no es muy clara al respecto en sus novelas, “en su manera de enfrentar la dicotomía entre lo masculino y lo femenino se parece más a Pardo, que decía que de los dos órdenes de virtudes que rigen el género humano, ella escogía los del varón, ‘y en paz’”.

 

El nombre de Fernan Caballero lo toma Cecilia de un pueblo de La Mancha donde había ocurrido un crimen. Usa este pseudónimo por pensar que su novela sería tenida en menos si supiera que su autora era una mujer. La opinión masculina concedía mala fama a lo que despectivamente llamaban “literatas”.  Ella escribió: «Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público, modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán”.

Para Cecilia era una ventaja que tomaran a Fernán Caballero por hombre, porque estaba convencida de que así juzgarían la calidad de su obra y no su figura. Fernán Caballero, un nombre lleno de fuerza, relacionado con el mundo caballeresco cristiano, para  dar a conocer lo que consideraba la verdadera realidad de una España que  nada tenía que ver con el imaginario romántico extranjero. Desde Europa o  Estados Unidos, España aparecía como un país exótico, atrasado, y escasamente  civilizado, incluso bárbaro, minusvalorado como menos moderno, inferior. Frente a  esa imagen orientalizante ella quería proyectar cómo, por el contrario, el ideal  católico se dejaba sentir en la forma de ser y de comportarse de los españoles y,  especialmente, de los andaluces. Cecilia Böhl de Faber viajó mucho, aprendió diversas lenguas, conoció varias culturas y, desde ese conocimiento y experiencias, supo apreciar y hacer valorar la cultura española y andaluza

fernan caballero joven 4 puertosantamaria - Poesia Online

A Cecilia Böhl le unió una gran amistad con la también escritora Rosalía de Castro.  El cruce de mensajes comienza de la mano de Rosalía cuando le dedica ‘Cantares’: “Señora: Por ser mujer y autora de una de las novelas hacia las cuáles siento la más profunda simpatía, dedico a usted este pequeño libro”.

La respuesta de Fernán Caballero comenzó siendo elogiosa al llamarla “ruiseñor de Galicia” pero aprovecha para reprender por no entender algunas palabras (el poemario estaba escrito en un gallego coloquial y no existía una norma escrita) y también por las quejas sobre el trato que los castellanos daban a los gallegos pues le parecían injustas. Rosalía escribió “castellanos de Castilla/ tratad bien a los gallegos/ cuando van, van como rosas/ cuando vienen, vienen como negros”. El intercambio de reproches fructificó en una amistad y admiración recíproca.

Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber)  inicia con decoro la novela realista española, pues el corpus narrativo anterior se circunscribía a un tipo de relato cuyos puntos de partida consistían en imitaciones románticas de tipo histórico o social, y en breves cuadros de costumbres cuya objetividad se diluía, por regla general, entre la sátira y el humor. La publicación de la novela La Gaviota ha supuesto el comienzo de un ciclo narrativo que abrirá el paso a la gran novela española de la segunda mitad del siglo XIX.  Considerada como la impulsora de la renovación de la novela española de los siglos XVIII y primera del XIX que había perdido el brillo que tuvo en la Edad de Oro, así como también  la pionera de la narrativa moderna en España.

En sus ficciones defiende las ideas tradicionales. Predominaba el dogma antiliberal. Su labor creativa tiene una labor investigadora del folclore dedicado a rastrear las costumbres llamadas  a desaparecer. Trae en su obra los dichos, usos, cuentos, creencias, chistes y refranes.  Y, según ella, el espiritu que reina en lo que ella describe es religioso, realista y práctico.   Está en contra de las pasiones vehementes. Huye así de la exaltación romántica. Embellece lo real, lo poetiza, y evita las crudezas del realismo posterior. Su «realismo» es un realismo poético.

La Gaviota se publicó por entregas en el folletín el Heraldo, en 1849.  Escrita originariamente en francés, fue considerada como digna de Walter Scott. Fue escrita como reacción contras los folletines sensacionalistas de la época. La obra habla del matrimonio fracasado del doctor Stein con la hija de un pescador, a quien llama “la Gaviota”. La mujer se enamora de un torero y abandona a su marido para convertirse en cantante profesional.

En su siguiente novela, Clemencia, da voz a una mujer desdichada esn su matrimonio que acepta esa carga con resignación. Esta novela, señalan, fue autobiográfica.  Le siguieron las novelas Cuadros de costumbres populares andaluces (1852), La Farisea (1853), Lágrimas, novela de costumbres contemporáneas (1853), y la Familia  de Alvareda, novela original de costumbres populares (1856), escrita en alemán treinta años antes de su publicación en España. En 1956 publicó las obras “Una en otra”, “Callar en vida y perdonar en muerte”, “Con mal o con bien a los tuyos te ten”, “Un servillón y un liberalito, o tres almas de Dios” (1857), Relaciones ( 1857) y el Cuadro de Costumbres breve Deudas pagadas (1860).

Según subraya Xavier Andreu Miralles (historiador), Fernán Caballero asumió también un nuevo modelo de feminidad, inspirado en las tradiciones del catolicismo hispano, «que no pasa por un mero retorno al Antiguo Régimen, a una mujer religiosa sometida al marido, recluida en su casa y apartada del mundo, bien al contrario se adapta a las nuevas realidades de la mujer doméstica introducidas en Europa tras las revoluciones liberales». De este modo, las mujeres adquirían un papel activo en la regeneración católica y nacional.

Su importancia como novelista realista y costumbrista es indudable, siendo una de las primeras plumas emblemáticas de este estilo literario en nuestro país, cuya máxima figura representativa, nada menos que el excelso escritor Benito Pérez Galdós, fue siempre uno de los principales reivindicadores del mérito de la escritora en el resurgimiento en nuestro país de la recreación novelística y el notable impulso que su figura aportaría a este importante género narrativo.Sus obras literarias reflejan la sociedad y el mundo que la rodeaba, un mundo que ella contribuyó como pocas mujeres de su tiempo a lograr interpretar y descifrar con un peculiar y singular estilo, que no era otro que el propio de una escritora que quiso (y consiguió) atravesar las tupidas barreras que simbolizaban las vetustas normas y convenciones de su época.  Barreras que con el paso del tiempo, otras mujeres como ella llegaron por fin a derribar en el futuro. La  independencia y espíritu libre que siempre reivindicó,  y que luego plasmaría en su tenacidad como pionera dentro del campo de la Narrativa española, lo forjaría a través de su propia peripecia sentimental, en la que mostraría rasgos de rebeldía e indudable personalidad. Fue una mujer con profundas convicciones  en un universo femenino balbuceante que apenas daba las primeras bocanadas de influencia en una sociedad marcadamente misógina.

Para Blanca de los Ríos, escritora, crítica literaria, editora y política, la obra de Cecilia Böhl fue «el primer intento de folklorismo o demopedia en España».  Si los Hermanos Grimm son los padres del folklore alemán, Fernán Caballero es la matriarca del folklore español.

Cecilia Bohl no sólo es la primera folclorista, sino también una de las primeras escritoras españolas de la literatura infantil. El libro de Cuentos de Encantamiento es una colección de cuentos que la autora escribe para niños y niñas. Hizo además un intento de clasificación de los cuentos tradicionales, señalando por un lado los cuentos didáctivos (cuyo afán era enseñar) y los cuentos reideros (que sólo pretendían entretener).

En 1858 se introdujo la primera edición de Historias extraordinarias, de Edgar Allan Poe, traducción española de la versión en francés hecha por Charles Baudelaire. En este libro se hallaba el cuento de Fernán Caballero “Dicha y suerte”.

Los duques de Montpensier y la reina Isabel II, tras la muerte del  último marido de  Cecilia Bohl, la protegieron y le brindaron una vivienda en el Patio de Banderas de Alcázar de Sevilla.

Cecilia Böhl Falleció el 7 de abril de 1877, a los 81 años de edad, de disentería.

En la casa donde residió en Sevilla hay un monumento dedicado en su honor,  se trata de un frontón con un retrato de perfil de Fernán Caballero, con una cinta a modo de orla, con la inscripción:  “En esta casa falleció en abril de 1877 Fernán Caballero. Los infantes duques de Montpensier le dedican este recuerdo”

Investigadoras de la Universidad de Sevilla, en una exposición reciente en el Centro Andaluz de las Letras, en el año 2022, se reivindica la figura de Cecilia Böhl, Fernán Caballero, donde han pesado todos los clichés de conservadora, pero que es en el espistolario de la escritora donde podemos encontrar el verdadero personaje, “alquien con una enorme voluntad creativa, y por eso escoge una seudónimo masculino – según palabras de Eva Díaz Pérez, directora del CAL- donde hay temas en los que era muy progresista como por ejemplo en la defensa de los animales, y sorbre todo en que era un auténtico laboratorio literario, con audacias narrativas muy interesantes. Por ejemplo, ella se adelantó a Galdós en esa táctica de incorporar noticias de prensa; o sus descripciones del paisaje, que son bastante detalladas… Interpretamos a los autores dependiendo del ojo de la época”. Incluso, señalan, que “ se adelanta a Valera en reivindicar Andalucía como tema, en conceder importancia a la realidad andaluza y al habla andaluz.   Se adelanta a todos ellos en despegarse del romanticismo historicista y en reivindicar un tratamiento literario de la realidad objetiva, en utilizar el realismo daguerrotípico o fotográfico como técnica literaria, pero siendo consciente de que como escritora esa realidad tenía una reelaboración posterior que en su caso consistía en un tratamiento poético, idealizador, de esa realidad. Había que retratarla a una luz favorable”.

El título de la muestra realizada en Sevilla fue: Oculta a todo ojo profano. Cecilia Böhl Larrea, Fernán Caballero: tomado de “una frase de la escritora en la que confiesa su nulo interés por ser objeto de atención de la opinión pública. De ahí que recurriera al incógnito, al seudónimo, para sentirse resguardada de toda mirada curiosa”.  Disfrutaba, aun cuando aquí era reconocida, con las incógnitas que su figura despertaba en otros países. “ El problema es que, como resultado de ese deseo de que no se la identificara con Fernán Caballero, han surgido numerosos equívocos sobre su persona, su personalidad literaria e incluso sobre su figura física –indica la investigadora Marieta Cantos–. También en su época, muchas veces, se pensó que Fernán Caballero era un hombre y ella no lo desmintió, aunque otros lo hicieran por ella. Para Cecilia era una ventaja que tomaran a Fernán Caballero por hombre, porque estaba convencida de que así juzgarían la calidad de su obra y no su figura, algo que todavía ocurre hoy en día con muchas escritoras”.

 

OBRAS:

  • La Familia de Alvareda (1849)
  • La hija del Sol (1851)
  • La flor de las ruinas
  • Callar en vida y perdonar en muerte
  • Cuadros de costumbres populares andaluzas. Sevilla: Española y Extranjera de José Mª Geofrin (1852)
  • Lucas García (1852)
  • A lo lejos del río sur (1863)
  • Te gusta la toronja (1853)
  • Clemencia. Madrid: Mellado (1852)
  • Lágrimas. Sevilla: Española y Extranjera de José Mª Geofrin (1853)
  • La estrella de Vandalia. Madrid: A. Andrés Babi (1855) — Novela autobiográfica
  • La gaviota. (1849) — Novela costumbrista, calificada por la crítica de prerrealista
  • Mi abuelo Teodoro y El Secreto del Loro. Madrid:(1857)
  • Un servilón y un liberalito, o Dos almas de Dios. (1857)
  • Relaciones. (1857) – Recopilación de cuentos y poesías populares.
  • Cuentos y poesías populares andaluzas. Sevilla: La Revista Mercantil (1859)
  • Una en Otra. Con mal o con bien. Á los tuyos te ten. (1861) – Novela costumbrista
  • Un Verano en Bornos. (1864)
  • Cuentos, oraciones, adivinanzas y refranes populares. Madrid: T. Fortanet (1877)
  • Pobres y ricos (1890)

 

Cuentos de encantamiento infantiles. Cuentos infantiles. Madrid: Revista de Archivos (1911)

El refranero del campo y poesías populares. Madrid: Revista de Archivos (1914)

Cuentos, adivinanzas y refranes populares, recopilación (1921)

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

https://es.wikipedia.org/wiki/Fern%C3%A1n_Caballero

https://www.womanessentia.com/personas/hicieron-historia/fernan-caballero-la-dualidad-de-una-mujer-singular/

https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/20190217/fernan-caballero-la-resignacion-femenina/376962335_0.html

https://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/curiosidades-sobre-fernan

https://www.cervantesvirtual.com/portales/fernan_caballero/autora_biografia/

https://fernando-sabido-andalucia.blogspot.com/2014/05/1998-cecilia-bohl-de-faber-y-larrea.html?m=1

https://www.bvfe.es/es/autor/9414-caballero-fernan.html

https://www.diariodecadiz.es/ocio/Fernan-Caballero-mujer-nube-tinta_0_1685832342.html

https://www.pepbruno.com/index.php?option=com_content&view=article&id=356:fernan-caballero&catid=45&Itemid=69&lang=es

https://www.womanessentia.com/personas/hicieron-historia/fernan-caballero-la-dualidad-de-una-mujer-singular/

https://www.cervantesvirtual.com/portales/fernan_caballero/su_obra_catalogo/

https://www.juntadeandalucia.es/cultura/caletras/libros/fernan-caballero-mariposas-diurnas

 

SELECCIÓN DE POEMAS Y TEXTOS DE CECILIA BÖHL (FERNÁN CABALLERO)

EN PREFACIO DE CUENTOS Y POESIAS POPULARES ANDALUZAS, FERNAN CABALLERO DICE:

En todos los países cultos se han apreciado y conservado
cuidadosamente, no solo los cantos, sino
los cuentos, consejas, leyendas y tradiciones populares
e infantiles, en todos, menos en el nuestro.
Este desdén es tanto más de extrañar, cuanto que se
observa en un país poseedor de cosas tan bellas como
originales en estos géneros, y que tiene la gloria de
que los cantos populares, que en otros tiempos se coleccionaron
en los romanceros, sean en el día joyas
cuya posesión, adquirida a peso de oro, se disputan
nacionales y extranjeros, que se reimprimen y traducen
en los países de más ilustración y buen gusto
literario, y que han servido, no solo para mantener
noble y patriótico el espíritu nacional, sino para esclarecer
sucesos históricos y dar a conocer en todos
tiempos el espíritu y sentimiento general de aquel en
que se compusieron. Dice el erudito literario francés
Sr. D. Antonio de Latour (que podríamos igualmente
llamar español por lo mucho y brillantemente que ha
estudiado y dado a conocer nuestra Patria, nuestras
costumbres, nuestra literatura y monumentos en su
país) : ≪No me canso de repetirlo, porque nada hay
más cierto : el romancero es la ≪Iliada≫ de España, es
un espejo inmenso y desigual en que se refleja su nacionalidad
entera, con sus aspiraciones, sus instintos,
sus pasiones y sus creencias en todas las épocas≫.
Mucho habría que objetar contra el actual incalificable
desdén ; pero no es tal nuestro intento al poner
al frente de esta colección que hemos formado los
presentes renglones, sino el dan a conocer las causas
que nos han movido a publicarla…

 

LAS TRES REGLAS DE LA GRAMÁTICA PARDA

ADVERTENCIA
Las agudas y graciosas Tres Reglas de la
Gramática Parda Popular, que son Ver venir,
Dejarse ir y Tenerse allá, necesitan explicarse ó
definirse para que comprenda su sentido todo el que
no sea andaluz; y no hemos dado con un modo
mejor de conseguirlo, que hacer que las ponga en
práctica un campesino. El lector conocerá que esto
era en extremo difícil, como lo es concluir un cuadro
con sólo medias tintas. Si escribimos el siguiente
juguete dialogado con este objeto, fue para
ofrecerlo como prueba de amistad y aprecio a uno
de nuestros primeros literatos contemporáneos, al
que agrada y hace mucha gracia el género andaluz
; y siendo aquél nuestro solo fin, y éste nuestro
único interés, esperamos se nos dispense que
de éste carezca la intriga.

RELIGIOSAS Y MORALES

Un loquito del hospicio
me dijo en una ocasión :
ni son todos los que están,
ni están todos los que son.

*
El que siembre alcachofas,
espinas coge ;
el que cría colmenas,
la miel se come.

*
No te cases con viejo
por la moneda;
la moneda se gasta,
y el viejo queda.

*
Cuando la perdiz canta
nublado viene ;
no hay mas señal de agua
que cuando llueve.

*
Ninguno cante victoria
aunque en el estribo esté,
que muchos en el estribo
se suelen quedar a pie.

*

Alerta, alerta, mozuelas,
que el hombre no sufre daño;
en sacudiendo la capa,
caese el polvo y queda el paño.

 

AGUDEZAS

Una maja, buena moza, estaba parada en el quicio
de una puerta con la mantilla terciada, los brazos
cruzados y apoyado el hombro en la pared ;
paso un caballero que quedó prendado de ella ; pero
la maja ni hizo caso ni noto al improvisado admirador.
Volvió éste a pasar, y sucedió otro tanto, hasta
que acercándose a ella, la dijo contoneándose y
todo derretido :
—Mi alma, ¿sirvo de algo?
—De estorbo—contesto la interpelada sin volver
la cabeza.

*

Un majo estaba en los toros muy amartelado
con una buena moza que a su lado se hallaba.
Dijo esta que tenía sed, y su vecino se apresuro
a llamar a un aguador.
Acudió este con su cantara, dio agua a la que la
había pedido, y a varias otras personas que la
pidieron igualmente ; después de lo cual empezó a
cobrar, y como había quedado algo desviado del
majo, y este le había vuelto la espalda, se puso a
llamarlo, gritando :
—!Eh! !Eh!
Pero el majo, o no oía, o no quería oír ; hasta
que su vecino le llamo la atención, tocándole el
brazo.
—Volviose entonces, y el gallego aprovecho la
ocasión, gritándole :
— ¿Y el cuarto?
— ¿El cuarto ? . ¿El cuarto ? Honrar padre y madre
—contestó el majo, volviéndole la espalda, v
prosiguiendo su interrumpida conversación con su
vecina.

*

Una señora rezaba de noche sus oraciones con
su criada, concluyéndolas con una en que le pedía
al Señor descansado sueño. La criada, por más que
se lo reprendía su ama, todas las noches se quedaba
dormida al fin de rezo. Una noche le dijo impaciente
la señora al llegar a esta oración, viéndola
dormida :
—Lo que es esta oración no hay para que la
reces.
—Para que vea usted—contesto adormilada la
muchacha—lo buena que soy, que Dios me concede
las cosas sin que se las pida.

*

Encaminábase uno a galope tendido hacia un lugar,
con objeto de oír misa, y encontrándose a otro
que venía del pueblo, le pregunto :
-¿Alcanzare la misa ?
—Si sigue usted a ese paso—contesto el interrogado—
de seguro la va a dejar atrás.

SENTENCIOSAS

Hasta la leña del campo
tiene su separación :
una sirve para santos
y otra para hacer carbón.

*

Aquel que empieza, una obra
razón será que la acabe,
para que nunca se diga
que la dejo por cobarde.

*

Unta el eje, Juanillo,
que chilla el carro;
que hasta lo inanimado
gusta de halagos.

*

Nadie diga, en este mundo :
De este agua no beberé;
por muy turbia que la vea,
le puede apretar la sed.

*
En este mundo redondo
quien mal anda mal acaba;
en casa del jabonero,
aquel que no cae, resbala.

*
Como a la puente de Arcos
te tiene de suceder:
que trajeron cal y canto
y se quedó por hacer.

*

Si con hambre castigas
a quien te ama,
advierte que el desmayo
quita la gana.

*
Aunque lo mires ajado,
no desprecies al laurel,
que algún día fue buen árbol,
y puede reverdecer.

*
Mis cuñadas y mi suegra
dicen no me quieren bien;
¿Para qué enturbiar el agua
que se tiene de beber?

*
Del carro de los locos
todos tiramos;
unos con tiros cortos,
otros con largos.

 

AMOROSAS

Los dientes de tu boca
me tienen preso;
¡quien ha visto cadena
hecha de hueso!
Los dientes de tu boca
me tienen así;
¡quien ha visto grilletes
hechos de marfil!

*

Amantito, Amantito,
amante, amante,
las pestañas me estorban
para mirarte.
*
Amor mío, no pierdas
las esperanzas,
que en el pozo más hondo
la soga alcanza.

*
Morena, tú me matas
con tus rigores,
quieres que paguen justos
por pecadores.

*

Las estrellas del cielo
no están cabales,
porque están en tu cara
los principales.

*

Tengo un clavel encarnado
a la sombra y bajo llave,
para que el sol no lo vea
y con mirarlo lo aje.

*
Tus colchones son jazmines
y tus sabanas mosquetas,
azucenas tu almohada,
y tú, rosa que te acuestas.

*
Tienes unos ojitos
de picaporte :
cada vez que los cierras,
¡siento yo un golpe!

*
El que enferma de amores
sin calentura,
váyase a la parroquia
que el cura cura.

*
A lo lejos que te vea
se me alegra el corazón ;
donde candela se hizo,
siempre ceniza quedó.

*
Manojitos de alfileres
me parecen tus pestañas;
cada vez que las meneas
se me clavan en el alma.

*
Envidia tengo a la tierra,
y también a los gusanos,
que te tienen de comer
ese cuerpo tan gitano.

 

AMOROSAS TRISTES

Yo quisiera morirme
y oír mi doble,
por ver quien me decía :
Dios te perdone.
*
Dicen de que no cuesta
la despedida;
dile al -que te lo ha dicho
que se despida

*
De tu ventana a la mía
me tiraste- un limón ;
el limón cayó en la calle,
el zumo en mi corazón.

*

Sin vida estoy por vivir
la vida que estoy viviendo,
pues vivo y no sé si vivo,
porque más que vivo, muero.

*

Los suspiros de un cautivo
no pueden llegar a España,
que esta la mar de por medio
y se han de hundir en el agua.

*

Por agravios que me hagas,
de ti no me vengaré,
porque te vale el sagrado
de haberte querido bien.

*
Ni contigo ni sin ti
puedo yo tener consuelo;
contigo, porque me matas,
y sin ti, porque me muero.

 

 

DE BOLERO

Cuando el amor ardiendo
esta en el alma,
los reflejos del fuego
dan en la cara.
También el humo
sale haciendo burla
del disimulo.

*
Son tu mejillas rosas,
quiero cogerlas ;
pero tienen espinas
que las defiendan.
Y que esas rosas
las espinas que tienen
son enconosas.

*
Me miras y te miro,
callas y callo,
así nos estaremos
doscientos años.’
Mas te prevengo,
que si tú no te explicas,
yo no te entiendo.

*
No compres en la tienda
del dios Cupido,
que por cualquier cosa
lleva un sentido.
Ve con cautela,
no cambies los sentidos
por bagatelas.

*
Delicada es la rosa-;
más si la ofenden,
tiene en el tronco espinas
que la defienden.
Para cogerla
es necesario tiento
y no ofenderla.

 

DE BAILE

El mocito que baila
las seguidillas
se ha dejado en su casa
las pantorrillas.
*
La niña que está bailando
parece una Santa Rita,
y puede cortarle un sayo
a las ánimas benditas.

 

DE MARINEROS

Toma, niña, esta tumbaga,
que te la da un marinero;
¡ ojala que te se vuelva
una barquita con remos!

*

Tengo yo una navecita,
donde navego de día,
que en soltándole los remos
todas las mares son mías.

*
Al marinero en el mar
minea, le falta una. pena;
ya se le rompe! el timón,
ya se le ≪rifa la vela≫.

*
Mi madre me pega palos
porque quiero a un marinero,
y al son de los palos digo :
vivan las amelas y remos.

 

DE ARTESANOS

Tienen los zapateros
en el cogote
un letrero que dice :
viva el cerote.

*

Un remendero fue a misa
y no sabía rezar,
y andaba por los altares :
—¿ Zapatos que remendar- ?

*
No te enamores, mi niña,
de maestro de barbero,
que se acuestan sin cenar
y amanecen sin dinero.

*
Tengo un amante hechicero
que vale mas que un Perú,
y su oficio es de torero,
torerito y andaluz.

DE ESTUDIANTES

Si en mi libro hubiese damas
como las que estoy mirando,
toda la noche de Dios
me la llevara estudiando.
*
Un estudiante tunante
se puso a pintar la huia,
y de hambre que tenía,
pinto un plato de aceitunas.

*
Que viva la tuna,
que viva el jaleo,
la sotana vieja
y el roto manteo.

*
Cuando un estudiante sale
al mercado en día cubierto,
los jamones y embuchados
se ponen en movimiento.

*

A estos pobres estudiantes
de cuchara y aceituna,
écheles usted una peseta,
que van corriendo la tuna.

 

DE SOLDADOS

Pensamientos tuve, niña,
de servir al rey Femando ;
desde que vi tu hermosura
dije : que lo sirva el diablo.

*

Soldado soy do a caballo,
cuanto quieras te daré ;
pero en tocando o casaca,
no quiere mi coronel.

 

*

Bayonetas caladas
pide el gobernador,
que se lleva los mozos;
!que pena y que dolor!
Que se los lleve,
o no se los lleve,
la guerra no se ha hecho
para mujeres.

*

Si el garbo de tu persona
se ganara peleando,
vieras a un hombre en la guerra
con una espada en la mano.

*
Si por hazañas de monta
se pudiera a usted ganar,
yo tomara por asalto
el Peñón de Gibraltar.

*

He salido por soldado
y no tengo escarapela ;
dame una gota de sangre
de tu corazón, morena.
*
¿Cómo quieres que me case
siendo sargento no mas?
¿Cómo quieres que mantenga
salero con tanta sal ?

 

JOCOSAS

Tengo que morir cantando;
ya que llorando nací,
que las penas de este mundo
no todas son para mí.

*

Cuando me parió mi madre
me parió en un campanario;
cuando vino la comadre
estaba yo repicando.

*
La buena de mi suegra
me dio unas medias;
cada vez que reñimos
me quedo en piernas.

*
Yo ya no quiero apurarme
apúrese quien quisiere,
porque he oído decir
que el que se apura se muere.

*
¿Pues no es grande bobería
el vivir así penando,
si podemos divertirnos
una vez de cuándo en cuándo ?

*
Si el casarse fuera un ano,
una semanita o dos,
pero por toda la vida…
! esa no la trago yo !

*
En la calle no se donde
mataron yo no se a quien ;
el vivo cayo en el suelo,
el muerto apretó a correr.

*

Mire usted con la gracia
que mira un tuerto,
con un ojo cerrado
y el otro abierto.

*

En mi casa me llaman
calzones rotos,
y yo digo: !caramba,
compradme otros !

 

CHUSCAS Y BURLESCAS

Al que camela, sin plata
con título de buen mozo,
tú ese llaman las mujeres
la carabina de Ambrosio.

*
No pienses de que te quiero
porque te miro á la cara,
que muchos van á la feria
á ver, y no compran nada.

*

Si porque te ves querida
me niegas la voluntad,
mira que una casa grande
la derriba un temporal.
*
A mi querer lo comparo
con los platos del vasar;
en quebrándoseme uno,
otro pongo en su lugar .

*
Una niña le echó á un calvo
por una ventana cal;
y por no decirle calvo,
le dijo: ¡cal va, cal val

*

A las doce de la noche
echó un galán un requiebro
pensando que era una dama,
y era un gato blanco y negro

*

Dicen que no me quieres
porque no tengo;
veme tú regalando,
yo iré teniendo.

*

Infeliz del que busca
con grande anhelo la perdiz,
y se encuentra con el mochuelo.

*
El candil se está apagando,
la alcuza no tiene aceite;
no te digo que te vayas
ni te digo que te quedes.

*
No es mucho lo que usted pide
si encuentra quien se lo dé;
quede usted con Dios, señora,
que otro día volveré.

*
Escuche usted, mozo buen,
no gaste usted fantasía,
que el carro de la basura
también gasta campanilla.

 

POESÍAS EPIGRAMÁTICAS

Murió mi mujer en marzo
A mediados de cuaresma,
Y quiso Dios en un año
Darme dos carnestolendas.
*
Cuando se emborracha un pobre
Le dicen el borrachón,
Cuando se emborracha un rico;
¡Qué gracioso está el Señor!

*
Primero que suba al Cielo
El alma de un escribano,
Tintero papel y pluma
Han de bailar el fandango.

*
De suegras y cuñadas
Va un carro lleno.
¡Mirad que linda carga
para el infierno!

*
No puedo ir a misa
Porque estoy cojo,
Me voy a la taberna
Poquito a poco

 

TRATADO POPULAR DE AGRICULTURA Y DE METEOROLOGÍA

Cuando el año va a acabar,
Entierra el habar….!
El mes de Enero no pierdes
Si miras los trigos verdes…
En Febrero
Siembra el yero;
En Marzo
El garbanzo;
En Abril
el maíz;
En Mayo
esperallo;
Y cuando llega San Juan
los dineros te darán.

 

ROMANCE A DELGADINA

Tenía una vez un rey
tres hijas como una plata;
la más chica de las tres
Delgadina se llamaba.
Un día, estando comiendo,
dijo al rey, que la miraba:
—delgada estoy, padre mío
porque estoy enamorada—
¡Venid, corred, mis criados,
a Delgadina encerradla!;
si os pidiese de comer,
dadle la carne salada;
y si os pidiese de beber,
dadle la hiel de retama.
Y la encerraron al punto
en una torre muy alta.
Delgadina se asomó
por una estrecha ventana
y a sus hermanas ha visto
cosiendo ricas toallas.
—¡Hermanas, si sois las mías…
dadme un vasito de agua,
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Yo te la diera, mi vida.
Yo te la diera, mi alma,
más si padre rey lo sabe,
nos ha de matar a entrambas.
Delgadina se quitó
muy triste y desconsolada.
A la mañana siguiente
asomóse a la ventana,
por la que vio a sus hermanos
jugando un juego de cañas.
—¡Hermanos, si sois los míos…
por Dios, por Dios, dadme agua,
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Quítate de ahí, Delgadina,
que eres una descastada;
si mi padre, el rey, te viera,
la cabeza te cortara!
Delgadina se quitó
muy triste y desconsolada.
A otro día apenas pudo
llegar hasta la ventana,
por la que ha visto a su madre
bebiendo en vaso de plata.
—¡Madre, si es que sois mi madre,
dadme un poquito de agua
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Pronto, pronto, mis criados,
a Delgadina, dad agua,
unos en jarros de oro,
otros en jarros de plata.
Por muy pronto que acudieron
ya la hallaron muy postrada.
A la cabecera tiene
una fuente de agua clara;
los ángeles la rodean
encomendándole el alma,
la Magdalena a los pies,
cosiéndole la mortaja:
el delantal era de oro,
y la aguja era de plata.
Las campanas de la gloria
ya por ella repicaban,
los cencerros del infierno
por el mal padre doblaban.

Diálogos entre la juventud y edad madura, 1881

 

POESIA RELIGIOSA

EL NIÑO PERDIDO

La Virgen a quien se humillan
Los ángeles celestiales,
Va buscando, sola y triste,
Por una y por otra parte
Al perdido Niño Dios
Que se le perdió ayer tarde
Al bajar de aquella fiesta
Tan pública como grande.
Lo busca entre las mujeres,
Lo pregona por las calles.
«¿Quién ha visto un niño, dice,
«Perdido desde ayer tarde
«Con unos cabellos de oro,
«Ojos rasgados y grandes,
«Frente serena y hermosa,
«Al mismo sol semejante?»
Y una mujer le contesta;
Por aquí pasó ayer tarde;
Iba pidiendo limosna
Y Diciendo razones tales:
«A quien me diere, daré
«Otros dones que más valen,
«Que tengo yo reservados
En el Reino de mi Padre.»
Sali con pan a la puerta
Para la limosna darle.
De que lo vi tan chiquillo
Y arrecidito del aire,
Que el sol se quería poner
E iba cerrando la tarde,
Y le dije: «Entra, bien mío,
«Para ti mi puerta se abre»
Entró y se sentó en el suelo,
No halló mejor dó sentarse.
¿Quién eres? le pregunté.
Me respondió como un ángel:
«Hijo soy del Padre Eterno,
Una Virgen es mi Madre,
A mí me llaman Jesús
Y vengo para salvarte.»
Aderezéle una cama
De perlas que mucho valen,
No quiso sino una estera
De pajuela de Alicante,
Por cabecera un ladrillo,
Con eso tiene bastante.
Durmió toda aquella noche
Con un sueño muy suave,
Y luego por la mañana,
Cuando vino a despertarme,
Dióme santos buenos días
Y que con Dios me quedase;
Mi corazón se llevó
Que en amores se deshace.

Desde allí partió la Virgen,
Mas consolada que antes,
Buscándolo por los templos
Buscándolo por las calles.
¿Dónde lo vino a encontrar?
Entre los sabios más grandes.
Desde allí se lo llevaron
En las andas con su madre

 

Carta a mi lector de las Batuecas del libro Clemencia, de Fernán Caballero.

(Habiéndose el autor, en su novela titulada Lágrimas, dirigido varias veces a un lector simpático que suponía tener en las Batuecas, una persona de mucho talento y de mucha gracia le escribió en el Heraldo en una carta firmándose de este modo).

Mi muy querido lector:
Supongo que te acordarás de que me has escrito: cartas como las tuyas no las olvida el que las escribe y mucho menos el que las lee.
No me has dicho tu nombre; pero no por eso dejas de ser mi simpático amigo, pues como dice un refrán, el nombre, ni quita ni pone. Además, podría suceder que si me lo dijeses, me quedase tan adelantado como antes de saberlo, pues es dable que sea tu nombre tan desconocido como lo es el de Fernán Caballero, por lo cual ha tenido el pobrecito que sufrir el desaire de ver a las gentes empeñarse en que no es legítimo, y sí hijo de la cuna. ¡Ojalá me llamase Tostado! Este nombre al menos, aunque no muy bonito que digamos, no tendría el inconveniente de ser incompatible con la pluma. ¿Quieres creer que un escritor de los buenos, de los de fuiste, de los sonados, como decimos por acá, ha escrito a Andalucía para saber si Fernán era Fernán, o si era quizás Luis Napoleón, Kossuth o Lola Montes? Y eso que dicho escritor ha escrito con el nombre de un fraile, y Fernán ha tenido la buena fe de tenerlo por tal; y aún hoy día existe para él ese fraile, sin que por eso deje de existir además un historiador de gran mérito y nombradía. Y sábete que no ha sido él solo entre la aristocracia literaria quien se ha empeñado en que yo no soy yo: esto ha sido a punto que han llegado a aturullarme y hacerme dudar de si existo o no. Mi cocinera, a quien ya conoces, estaba muy inquieta viéndome de continuo pasear agitado por mi gabinete, declamando en lúgubre acento el monólogo de Hamlet: To be, or not to be, that is the question.
-Señor -me decía-, el almuerzo.
-Ser o no ser, esa es la cuestión -contestaba yo.
-Señor -la comida.
-Ser o no ser…

Mi cocinera, con la gran dosis de buen sentido que la distingue, se fue a la parroquia, me trajo mi fe de bautismo y una certificación del cura, de que el sujeto que anotaba la fe de bautismo no había sido enterrado; y desde entonces me he tranquilizado, he dejado mis cavilaciones, y me he convencido de que existo para servirte, así como a todos los que me crean un autor silfo, un escritor que tiene nombre y no persona, o un eco espontáneo.
Recuérdame este singular empeño una anecdotilla, de cuya autenticidad te respondo.
Una madre rígida llevó a su hija a un baile de máscaras de convite.
-Cuidado -le dijo al entrar- que te prohíbo que bailes con ningún enmascarado.
-Señora, -observó la pobre niña-, si casi todos lo están.
-Pues el que quiera bailar contigo -repuso la madre-, deberá antes decirte su nombre.
Llegado que hubieron al baile, se apresuró una máscara a sacar a la joven a bailar.
-¿Quién sois? -preguntó ella.
-Soy un dominó: ¿qué más necesitas saber para bailar un rigodón?
-Tu nombre.
-¿A qué santo?
-Es precisa condición.
-Me llamo -dijo el dominó-, Juan Pedro Fernández.
La niña se levantó muy contenta, y bailó su rigodón con don Juan Pedro Fernández, que le era exactamente tan desconocido como el dominó.
No resisto al deseo de citar a este propósito otra anécdota, que refiere Walter Scott en el prefacio de la segunda parte de sus obras. Yo siempre leo los prefacios, querido lector, pues a veces son lo mejor de la obra.

 

DIALOGO PRIMERO (El albañil)

fragmento del libro COSA CUMPLIDA..SÓLO EN LA OTRA VIDA. Diálogos entre la juventud y edad madura, de Fernán Caballero.

(La vida es un misterio triste, cuyo secreto sólo ha encontrado la Fe.)
El Abate Gerbert.

(Tiempo feliz de la inocencia! Tú que te adelantas al despertar de las pasiones en la aurora de la vida, di, ¿no crees entre nosotros mas que un sueño?

D’Arlincourt

 

-Sí señor, sí señor; la vida es bella, el mundo hermoso, a pesar de todos los Jeremías pasados, presentes y futuros -decía la joven, linda y alegre marquesa de Alora a su anciano amigo el conde de Viana-; está llena de encantos, como el cielo de estrellas; llena de goces, como la mar de perlas. Pero éstas es preciso buscarlas; aquéllas es preciso alzar la vista, y con ella el corazón, hacia aquel alto y puro espacio en que, giran, para encontrarlas. Si usted vegeta tétrico en una oscura cueva, ¿cómo hallará usted perlas, ni verá estrellas?
-Cantáis como un ruiseñor -dijo el conde con una sonrisa triste e incrédula.
-Hablo como una agradecida hija de Dios -repuso la marquesa-. ¡Un hombre como usted, misántropo! ¡Quite usted allá! Eso es un palpable contrasentido; es una anomalía, como dice usted que lo es en el Gobierno condenar las malas doctrinas y dejar que cundan por medio de la prensa, lavándose las manos como Pilatos.
-¿Dónde están, linda visionaria -respondió el conde-, esos encantos, esos placeres sublunares? ¿Serán el efímero amor, la desleal y deslavada amistad? ¿Será acaso el oro, que no sabe satisfacer; los honores, que no honran? ¿Será el mundo, ese horrible caos? ¿Será la soledad, ese árido desierto? ¿Nos los proporcionarán por ventura el corazón, que es nuestro verdugo; los sentidos, que son nuestros enemigos; o el alma, que, como todo desterrado, no sabe sino suspirar? El mundo es, amiga mía, un árido y triste destierro.
-¡Pobre mundo! -exclamó la marquesa-. ¡Y cómo te tratan! Véngate, seca tus fuentes de fresca y líquida plata, quita sus colores y perfume a tus flores, haz esqueletos de tus frondosos árboles, agosta tus campos, y no le nutras aal hombre ingrato sus mieses y su vid; seca los cauces de tus ríos, y haz de ellos profundas y ásperas cicatrices sobre el seco y decrépito cadáver de la tierra; quita del alcance del hombre el oro, la plata y ricas pedrerías que encierra tu seno; vomita tus iras por las abiertas bocas de tus volcanes, esparce tu amarga ira con las poderosas olas de tus mares, hasta cubrir la frente de tus gigantes de tierra, los montes, y allí donde el hombre ingrato haya labrado su albergue, sacúdele ligeramente, para que caigan sus más robustas obras como castillos de naipes.

-¡Qué anatema, amiga mía!
-El que merece la ingratitud, ese monstruo sin corazón.
-Como sois joven, giráis cual las primeras horas del día, esas horas frescas y puras que se llaman la aurora, en un cielo rosado. Pero raciocinemos; a mi edad…
-El corazón es siempre joven -interrumpió con viveza la marquesa-, y la ancianidad puede, como decís de la juventud, girar también en un rosado cielo, llamado ocaso, como las últimas horas del día.
-Pero enumeradme esos placeres, esos encantos que veis vos -repuso el conde- con la doble vista de que debéis estar dotada. ¿Es el cólera? ¿Es la guerra civil? ¿Son los escritos de Proudhon? ¿Es el espíritu de rebelión inherente a la incredulidad, que mina al mundo con un horroroso cáncer? ¿Es su hija, la inmoralidad, que vive y reina? ¿Es ese escepticismo frío y vulgar, con el que triunfó la materia personificada en Lutero, y el mal espíritu personificado en Voltaire? ¿Son las lágrimas de la Fe y de la Caridad, que sólo la Esperanza enjuga?
-¡Dios mío! Estáis triste y desconsolador como nuestro sublime marqués de Valdegamas, a quien cupo la gloria de ser uno de aquellos hombres que en todos tiempos escogió Dios para ser intérpretes de sus luces. Aún falta la sonrisa a sus labios; pero hallárala cuando el bien que haya hecho le pruebe que si cunde el mal, también cunde el bien sobre la tierra de Dios: esa será su recompensa. Pero yo quiero atraeros a más alegre convicción, y no lo haré teórica, sino prácticamente; no con razones que todas se pueden refutar, sino con pruebas; pues nada hay más poderoso y concluyente que un hecho.
-Gozad de vuestras ilusiones, como la primavera de sus flores, marquesa.
-En todas estaciones hay flores; si en alguna faltan, no es culpa de la naturaleza, sino del hombre, que las deja secar sin cultivarlas. Apostemos a que os hago testigo de una felicidad completa y estable.
-¡Completa! ¡Estable! ¡Qué dorado sueño!
-Apostemos, apostemos -insistió con alegre vehemencia la marquesa.

-La felicidad -prosiguió el conde-, esto es, la que brinda el mundo, es poco estable, como la calma del mar; corta y pasajera, como el canto del ruiseñor; incompleta e imperfecta, como lo es el hombre en quien dos poderes luchan; y no puede ser otra cosa, desde que el hombre, por su culpa, entró en el mundo desterrado del Paraíso. El no ser así, sería un contrasentido. Vos misma, querida amiga, ¿no sois acaso una prueba de esta verdad? La suerte os ha colmado de todos sus dones, la fortuna de todos sus favores, la vida de todas sus sonrisas; y a pesar de esto, vuestra felicidad no es cumplida, pues os faltan las magníficas prerrogativas, los dulces goces de la maternidad.
Una ligera nube pasó sobre los benévolos y brillantes ojos de la marquesa.
-Esto será en tal caso -dijo sonriendo-, no una desgracia, sino una felicidad de menos; y el carecer de una, no me hará olvidar las muchas de que disfruto. Además, para ganar cumplidamente mi apuesta, no pienso mostraros una perfecta ventura en la clase alta de la sociedad, en la que es mucho menos frecuente que en la clase humilde, por más que declamen y giman lo contrario los socialistas. En nuestra perfumada y pestilente esfera no se ensanchan las ideas, no se exaltan los sentimientos, no se multiplican las sensaciones sino a expensas de la felicidad pasiva, negativa si queréis, pero dulce, alegre, tranquila y suave, que es y debe ser el patrimonio de seres caídos, condenados a una vida mortal y de trabajo, como pensáis muy bien. Pero esta felicidad existe; y la dan las virtudes, que del Paraíso vinieron y con ellas trajeron su ambiente. Por consiguiente donde hay virtudes, hay buena conciencia; donde hay buena conciencia, hay contento; así como donde hay sol, hay flores; donde ha y flores, hay fragancia. Mañana os aguardo a las doce en punto, y os llevará a casa de mi lavandera y antigua doncella de mi madre: allí triunfaré! Allí veréis la verdadera y cumplida felicidad en su sencillez y pureza, sin traspasar sus límites, corno el manso río; allí me pagareis dulce sobre dulce media arroba, que ahora mismo voy a mandar hacer para repartirlos entre sus hermosos chiquillos.
Al día siguiente el conde acudió puntual a la hora de la cita, y ya encontró a la marquesa cubierta la cabeza con la mantilla, y lista para partir.
Muchas vueltas y revueltas tuvieron que dar por las calles de Sevilla, en que aún triunfa la caprichosa construcción de los moros, de la simetría europea, hasta llegar al apartado y solitario barrio de San Román. La marquesa entró en una de aquellas humildes casas, cuyas puertas están abiertas de par en par.
La dueña de la casa hizo una exclamación de sorpresa al verla.
-¡Chist!… -dijo la marquesa, poniendo su blanco dedo sobre sus rosados labios-. Vengo a sorprender a María. Como sé que su corral y el de la casa vuestra no los separan sino unos romeros, he venido aquí para entrar en casa de María sin que me sienta

 

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