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279. POESÍA MÁS POESÍA: INGEBORG BACHMANN

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BIOGRAFÍA DE LA POETA INGEBORG BACHMANN

Ingeborg Bachmann (Klagenfurt, Austria, 25 de junio de 1926 – Roma, Italia, 17 de octubre de 1973), fue una poeta y escritora austríaca, una de las más destacadas escritoras en lengua alemana del siglo XX.

Hija mayor de un profesor de educación secundaria, su infancia y juventud transcurren entre Carintia y su pueblo paterno, Obervellach. Sus primeros años de vida quedarán marcados por la grave situación que vive Austria entre las dos guerras mundiales, circunstancia más conflictiva aún en la zona donde Bachmann y su familia viven, puesto que Carintia es territorio fronterizo entre Austria, Italia y Yugoslavia.

Esta situación sociopolítica marcará la vida de la autora y culminará con la anexión de Austria a la Alemania de Adolf Hitler en el año 1938 y con el inicio de la guerra en el otoño del año siguiente. Según palabras de la propia Bachmann, esta confrontación temprana con el fascismo marcaría el final de su infancia y el comienzo de sus recuerdos.

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Durante la posguerra, se consagró a la filosofía, psicología y literatura alemana. Pasó por las universidades de Innsbruck, Graz y, por último, Viena, donde terminó sus estudios, doctorándose en Filosofía con una tesis titulada La recepción crítica de la filosofía existencial de Martin Heidegger.

Pronto publicó su primera historia corta. Su carrera literaria se benefició del contacto con Hans Weigel (literato y promotor de la literatura joven de posguerra) y del renombrado círculo literario Gruppe 47, al que pertenecían, entre otros autores y autoras muy destacados Ilse Aichinger, Paul Celan, Heinrich Böll, Marcel Reich-Ranicki, Günter Grass o Hans Werner Richter (su fundador). De este grupo recibió en 1953 un premio por su primera colección de poemas Die Gestundete Zeit (El tiempo postergado).

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En 1965. En primera fila (de izquierda a derecha) Agnes Fink, Ingeborg Bachmann y Rut Brandt, detrás Bernhard Wicki, Fritz Kortner, Hans Werner Henze, Günter Grass, Willy Brandt y Karl Schiller.

 

Todos estos poetas se caracterizan porque buscan, a través de sus obras, ofrecer una resistencia frente a la realidad del momento y por defender la memoria colectiva para que no caiga en el olvido un pasado que a todos les ha resultado traumático y que aún está muy presente en sus vidas. Al mismo tiempo, pretenden revivir la cultura alemana y austríaca, fuertemente deteriorada durante el predominio nacionalsocialista.

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Un empleo en la emisora de radio Rot-Weiß-Rot (Rojo-Blanco-Rojo, la emisora de radio de las fuerzas de ocupación americanas) facilitó a Bachmann hacerse con una visión amplia de la literatura contemporánea, a la vez que le proporcionó un sueldo decente que le permitió un trabajo literario serio. Además, sus primeras obras radiofónicas, Ein Geschäft mit Träumen (1952) (Un negocio con los sueños) o Die Radiofamilie (La familia de la radio), fueron publicadas por la emisora.

Sus poemas y dichas obras obtuvieron simultáneamente éxito ante la crítica y el público, lo que le significó gran éxito. Mediante sus poemas, buscaba, de acuerdo con el objetivo del Grupo 47, renovar la lengua: no se construye «un mundo nuevo sin un lenguaje nuevo». Otro tema puramente bachmanniano se muestra lentamente: el amor y su violencia inherente a las relaciones; la incomunicación en la pareja; y lo trágico de la existencia femenina.

La sesión del Grupo 47 de 1958, denominada Großholzleute, presenció la emergencia de una facción femenina llevada por Bachmann, Ilse Aichinger y otras autoras. El Grupo 47 debía liberar a los hombres de las palabras manchadas por los nazis y ayudarles a escribir un nuevo mundo. También debía servir, decían ellas, para limpiar la lengua de aquellas palabras de las que se sirven los hombres para hablar de las mujeres en su nombre, usurpando su sitio y matando sus pasiones. Fue el principio de un intento literario original y revolucionario de escribir el amor, con la representación de él que las mujeres hacen con sus palabras, y no con las fabricadas durante siglos por autores masculinos. (Sobre este tema, véase el relato de Bachmann Ondine, en la recopilación Das dreißigste Jahr/El trigésimo año).

Más tarde, el trabajo de Bachmann se centró principalmente en temas como los límites personales, el establecimiento de la verdad y la filosofía del lenguaje, esta última siguiendo las ideas de Ludwig Wittgenstein.

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En 1953 se mudó a Roma, donde dedicó la mayoría de los años siguientes a escribir poemas, ensayos, libretos de ópera e historias cortas que pronto le significaron fama internacional y numerosos premios.

Publica su segundo libro lírico en 1956, Invocación a la osa mayor.

Entre 1958 y 1963 tuvo como compañero al escritor suizo Max Frisch (1911-1991), con quien vivió en Roma y Fráncfort.

Premio a relatos radiales de los ciegos de guerra en 1959. Discurso de agradecimiento: La verdad es exigible al ser humano. Ese mismo año inauguró, como primera profesora invitada, un puesto relacionado con la poesía creado por la universidad de Fráncfort del Meno para permitir a un escritor de lengua alemana exponer allí su “arte poético”. De las seis conferencias inicialmente previstas (desde noviembre de 1959 a diciembre de 1960), Bachmann solo daría cinco, tituladas Cuestiones de poesía contemporánea.

Ópera de Hans Werner Henze con libreto suyo en 1960. Traduce a Ungaretti, editorial Surkhamp, Frankfurt. Al año siguiente se publica un tomo de narraciones suyo: El trigésimo año en Piper, München.

Ingeborg Bachmann en una reunion del Grupo 47 en 1952 junto a Paul Celan - Poesia Online
Ingeborg Bachmann en una reunión del Grupo 47 en 1952, junto a Paul Celan.

 

En 1964 recibió el prestigioso premio Büchner por sus poemas y compuso para la recepción de éste su texto Berlín, un lugar de azares.

En 1965 otra opera de Henze: El joven lord lleva libreto suyo, se presenta en Berlin. Firma manifiesto en oposición a la guerra de Vietnam y encuentra en Roma a Anna Ajmatova, a quien le dedica un poema. Vuelve a Roma en 1968 y recibe Gran Premio de Austria.

En 1972 publica otra serie de relatos llamada Simultan, publicado por Piper en München.

Malina, primer tomo de la tetralogía inacabada Todesarten, fue su último trabajo publicado en vida, en 1971. El libro le valió en 1972 el Premio Anton Wildgans, uno de los más importantes de su país.

En 1978 se publicaron sus Obras Completas.

El prestigioso Premio Ingeborg Bachmann, se concede anualmente en Klagenfurt.

En español están traducidos sus poemarios Tiempo Postergado, Madrid, Cátedra, 1991. Últimos Poemas, Hiperión, Madrid, 1999.

En verano de 1958 se conocen en París una joven y ya célebre poeta, Ingeborg Bachmann, y un largamente reconocido dramaturgo, Max Frisch. Enseguida se lanzan de cabeza a una apasionada relación en la que ambos proyectan su ideal amoroso: entrega absoluta y preservación de la libertad. El experimento dura cuatro años, agotándose poco a poco por los celos de Frisch y las convenciones de la época, a la que Bachmann se adelantaba años luz, tanto en su escritura como en su vida de mujer independiente. Su proyecto existencial, un modelo de independencia femenina del que todavía queda mucho por aprender, inevitablemente estaba condenado al fracaso en los años sesenta.

El interés de las relaciones amorosas de Bachmann con Max Frisch –o con Paul Celan, o con Hans Weigel, o con Hans Magnus Enzensberger, por nombrar sólo los más conocidos entre sus amantes– estriba precisamente en que reflejan a la perfección las razones de este fracaso. Se repite en ellas una y otra vez el esquema de la lucha por el poder entre hombre y mujer, en la que la mujer, si no se somete, se (auto)destruye.

Bachmann, una vez salida del derrumbe psíquico en que cayó tras la separación de Frisch, dedicó a este complejo temático su gran ciclo de prosa Formas de muerte, con las novelas Malina, El caso Franza, Requiem por Fanny Goldmann y el libro de relatos Tres senderos hacia el lago.

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Teniendo en cuenta el potencial dramático de la historia de amor entre Frisch y Bachmann, resultaba extraño que todavía no hubiera sido llevada a la gran pantalla. Finalmente, se ha hecho, justo al cumplirse cincuenta años de la muerte de la escritora. En la Berlinale 2023 presentó Margarethe von Trotta Ingeborg Bachmann – Journey into the desert. La directora especializada en biopics de grandes figuras femeninas (Hildegarda von Bingen, Rosa Luxemburgo, Hannah Arendt) despliega en su película una visión aligerada, menos oscura y, sobre todo, menos prejuiciosa de la intelectual, mujer y amante. Y se centra en un momento de inflexión en la vida de la tan mistificada escritora austriaca: su relación con Max Frisch.

Von Trotta, en muchos de los diálogos, se basa en las cartas de Hans-Werner Henze, Paul Celan y Hans Magnus Enzensberger. No pudo, sin embargo, documentarse para su guion con la correspondencia entre Bachmann y Frisch, que estuvo bajo llave hasta hace poco. El voluminoso tomo de más de mil páginas se publicó el pasado otoño y se titula No lo hicimos bien, citando una carta de Frisch.
También habría que tener en cuenta la recién publicada correspondencia con Nelly Sachs, Hilde Domin y Marie Luise Kaschnitz, Hablando a través de las fronteras – Über Grenzen sprechend.

Con las tres poetas alemanas –afincadas en Suecia, Santo Domingo y Frankfurt, respectivamente–intercambió Bachmann cartas sobre temas candentes tales como escribir después de la Shoá o las condiciones en que podía escribir una poeta después de 1945. Con Kaschnitz, además, que había vivido también en Italia, comentaba sus dificultades como autora extranjera en Roma, donde Bachman, por otra parte, estaba socialmente más que integrada, cultivando amistades con Elsa Morante, Pier Paolo Pasolini, Luigi Nono o Giuseppe Ungaretti.

Un libro que en el contexto del cincuentenario de la muerte se distingue muy saludablemente de las publicaciones conmemorativas existentes en torno a la poeta austríaca, por la sobriedad de los hechos contrastados, es Ingeborg Bachmann, mi hermana, el libro de recuerdos del hermano de la escritora, Heinz Bachmann. En lo que parece a primera vista un álbum familiar, con fotos nuevas y otras conocidas, se descubren aspectos habitualmente poco considerados en el trabajo de una autora rodeada de tanto glamour: la precariedad económica en la que vivía y la preocupación por mantenerse a flote con su escritura.

Con Constelaciones en Roma, un gran homenaje multidisciplinar, la capital italiana ha respondido a la predilección de Ingeborg Bachmann por Roma, donde vivió buena parte de su vida adulta y murió el 17 de octubre de 1973, a los cuarenta y siete años.

 

Ingeborg Bachmann 1971 - Poesia Online
Ingeborg Bachmann en
1971

Obra selecta

  • Die gestundete Zeit (poesía lírica, 1953)
  • Die Zikaden (obra radiofónica, 1955)
  • Anrufung des Großen Bären (poesía lírica, 1956)
  • Der gute Gott von Manhattan (obra radiofónica, 1958)
  • “Die Wahrheit ist dem Menschen zumutbar” (ensayo poético, en una presentación de premios alemana, 1959)
  • “Frankfurter Vorlesungen” (charla sobre los problemas de la literatura contemporánea, 1959)
  • Das dreißigste Jahr (recopilación de historias, 1961). Traducción: A los treinta años, Seix-Barral, (1963)
  • Malina (novela, 1971). Traducción: Alfaguara (1986), Akal (2003) y Círculo de Lectores (2005)
  • Ansia y otros cuentos (1978). Traducción: Siruela (2015).
  • Simultan (recopilación de historias, 1972). Traducción de Juan J. del Solar: Tres senderos hacia el lago, Alfaguara, 1987.
  • Todesarten (proyecto de ciclo de novelas, inacabado)
  • Últimos poemas, Hiperión (1999)

Obra complementaria

  • Last Living Words: The Ingeborg Bachmann Reader, traducido al inglés por Lilian M. Friedberg: Ed. Green Integer (2005)
  • Letters to Felician (cartas a un corresponsal imaginario, escrito en 1945, publicado póstumamente). Editado y traducido al inglés por Damion Searls: Green Integer Books (2004)
  • Debemos encontrar frases verdaderas, México, UNAM (2000) (or. 1983), entrevistas

5 poemas de Ingeborg Bachmann

https://ctxt.es/es/20231101/Culturas/44715/Cecilia-Dreymuller-Ingeborg-Bachman-poesia-literatura-amor-libre-homenaje.htm

Ingeborg Bachmann, o la búsqueda del Yo femenino

https://ddooss.org/textos/poesia/poemas-por-ingeborg-bachmann

Poemas de Ingeborg Bachmann

https://www.elconfidencial.com/cultura/2024-01-17/viaje-desierto-historia-poeta-ingeborg-bachmann_3809310/

 

 

SELECCIÓN DE POEMAS DE INGEBORG BACHMANN

El tiempo postergado

Vienen días más duros.
El tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte.
Pronto tendrás que atarte los zapatos
y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas.
Pues las vísceras de los peces
se han enfriado al viento.
Arde pobre la luz de los altramuces.
Tu mirada rastrea la niebla:
el tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte

Allí se te hunde la amada en la arena,
sube por su cabello ondeante,
le quita la palabra,
le ordena callarse,
le parece mortal
y dispuesta a la despedida
tras cada abrazo.

No mires hacia atrás.
Átate los zapatos.
Corre los perros de vuelta.
Tira los peces al mar.
¡Apaga los altramuces!

Vienen días más duros.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Traducción de Arturo Parada

 

Salmo

1
¡Callad conmigo, como callan todas las campanas!

En la placenta de los horrores
buscan las sabandijas alimento nuevo.
Públicamente, cuelga los Viernes Santo una mano
en el firmamento, le faltan dos dedos,
y no puede jurar que todo,
todo, no haya sido y que nada
será. Se hunde en las nubes pardas,
arroba a los nuevos asesinos
y sale absuelta.

De noche, sobre esta tierra,
forzar ventanas, darle para atrás a las sábanas,
que quede al descubierto el embozo de los enfermos,
una llaga llena de alimento, infinitos dolores
para todos los gustos.

Enguantados contienen los carniceros
el aliento de los desembozados,
la luna en la puerta cae al suelo,
no recojas los fragmentos, la cinta de la que colgó…

Todo estaba preparado para la extremaunción.
(El sacramento no puede llevarse a cabo).

2
Qué vanidad de vanidades.
Arrastra una ciudad hasta ti,
levántate del polvo de esa ciudad,
toma posesión de un cargo
y enmascárate
para no ser desenmascarado.

Cumple las promesas
delante de un espejo ciego en el aire,
delante de una puerta cerrada en el viento.

Intransitados están los caminos sobre la pared a plomo del cielo.

3
Oh ojos, que la tierra, almacén solar, quemó,
con la carga de lluvia de todos los ojos cargados,
cubiertos ahora de hilos, de telas
hiladas por las arañas trágicas
del presente …

4
En la cuenca de mi mudez
pon una palabra
y levanta grandes bosques a ambos lados,
que mi boca
entera quede en la sombra.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada

 

Temprano mediodía

Silencioso verde el tilo en el verano inaugurado,
muy apartada de las ciudades tiembla
el brillo opaco de la luna diurna. Ya es mediodía,
ya se agita en la fuente el chorro,
ya se alza bajo el destrozo
el ala maltratada del pájaro de fábula,
y la mano, desfigurada por tirar la piedra,
cae en el despertar del trigo.

Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel decapitado una tumba para el odio
y te entrega el cuenco del corazón.

Un puñado de dolor se pierde sobre la colina.

Siete años más tarde
te acuerdas nuevamente,
junto a la fuente, ante la puerta,
no mires demasiado profundamente,
se te saltarán los ojos.

Siete años más tarde,
en casa de amortajado,
apuran los ayer verdugos
el vaso dorado.
Se te hundirían los ojos.

Ya es mediodía, en las cenizas
dobla el hierro, sobre el mandril
está izada la bandera, y sobre la roca

del sueño ancestral, queda de aquí en adelante
forjada el águila.

Sólo la esperanza, aquejada de ceguera, está acurrucada bajo la luz.
¡Rompe sus cadenas, guíala
ladera abajo, ponle
la mano sobre los ojos, que no la
abrase ninguna sombra!

Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,
busca la nube palabras y llena el cráter de silencio
antes de que el verano las perciba bajo la llovizna.
Lo inexplicable recorre, en voz baja, el país:
ya es mediodía.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Traducción de Arturo Parada

 

Todos los días

Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inconcebible
se ha hecho cotidiano. El héroe
permanece alejado de los combatientes. El débil
ha avanzado hasta las zonas de fuego.
El uniforme de diario es la paciencia,
la condecoración, la mísera estrella
de la esperanza sobre el corazón.

Se concede
cuando ya no pasa nada,
cuando el fuego nutrido ha enmudecido,
cuando el enemigo se ha hecho invisible,
y la sombra del armamento eterno
oscurece el cielo.

Se concede
por abandonar las banderas,
por el valor ante el amigo,
por revelar secretos indignos
y desacatar
toda orden.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada

 

Sólo cosas sombrías

Como Orfeo, toco
en las cuerdas de la vida la muerte,
y ante la belleza de la tierra
y de tus ojos, que administran el cielo,
sólo sé decir cosas sombrías.

No olvides que también tú, de pronto,
aquella mañana, cuando tu lecho
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el río oscuro
pasar a tu lado.

La cuerda del silencio,
tensada sobre la ola de sangre,
puso manos en tu corazón sonante.
Transformado quedó tu rizo
en la cabellera de sombras de la noche,
los copos negros de las tinieblas
nevaron tu semblante.

Y mi lugar no está a tu lado.
Ahora nos lamentamos los dos.

Pero como Orfeo, sé
junto a las cuerdas de la muerte la vida,
y en mí reverbera el azulado
de tu ojo por siempre cerrado.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada

 

En la penumbra

De nuevo metemos los dos las manos en el fuego,
tú, para el vino de la noche largamente embodegada,
yo, para la fuente de la mañana, que desconoce los lagares.
Aguarda el fuelle del maestro, en quien confiamos.

Al sentir el calor de la preocupación, el soplador se acerca.
Se va antes de que amanezca, viene antes de que llames, es viejo
como la penumbra en nuestras tenues cejas.

De nuevo, él prepara el plomo en caldera de lágrimas,
a ti, para un vaso -se trata de celebrar lo desaprovechado-,
a mí, para el pedazo lleno de humo -éste se vacía sobre el fuego.
Así avanzo hasta ti y hago sonar las sombras.

Descubierto está quien ahora vacile,
descubierto, quien haya olvidado el dicho.
¡Tú no puedes ni quieres saberlo,
tú bebes del borde, donde está fresco,
y como antaño, bebes y permaneces sobrio,
a ti aún te crecen cejas, a ti aún te contemplan!

Pero yo ya aguardo el momento
en amor, a mí se me cae el pedazo
en el fuego, a mí se me convierte en el plomo
que era. Y detrás de la bala
estoy yo, tuerta, segura del blanco, delgada,
enviándola al encuentro de la mañana.

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Traducción de Arturo Parada

 

Toma de tierra

Llegué a las dehesas
cuando ya era de noche,
olfateando en los prados la hierba
y el viento antes de levantarse.
Ya no pastaba el amor,
las campanas se habían extinguido
y los haces de hierba endurecido.

En el suelo había un cuerno clavado
por el obstinado animal de guía
hundido en la oscuridad.

Lo saqué de la tierra,
lo alcé al cielo
con todas mis fuerzas.

Para llenar este país
del todo con sonidos
toqué el cuerno,
dispuesto a vivir en el viento venidero
y bajo los tallos ondeantes
de cualquier procedencia.

De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

Una especie de pérdida

Usados en común: estaciones del año, libros y una música.
Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una
cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados,
gastados.
Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y
siempre alargada la mano.
De inviernos, de un septeto vienés y de veranos me he
enamorado.
De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa y de una cama.
Con fechas he hecho un culto, promesas he declarado
irrevocables,
he adornado un algo y he sido devota delante de una nada,
(-de un periódico doblado, de las cenizas frías, del
papel con un apunte)
impávida ante la religión, porque la iglesia era esta cama.
De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.
Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis
vecinos.
Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi
cabello tenía su color más intenso.
La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.
No te he perdido a ti,
sino al mundo.

De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

Despedida

La carne, que envejeció muy bien conmigo,
la mano rugosa, que sostuvo fresca la mía,
ha de quedarse sobre el pálido muslo,
rejuvenecerse la carne, por un instante,
para que así venga más rápido el derrumbe en ella,
rápido llegan las arrugas, casi sanas,
y todo sobre la rígida musculatura.

No ser amada. El dolor podría ser aún
mayor, Se siente muy bien, toca a la puerta.
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, donde ya no crece ningún verde,
donde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.
Avejentada en cien años, en un solo día,
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su armonía preestablecida.

 

Niños de Julio

Por nuestros propios medios nonatos,
mis niños de julio, las monstruosidades
que se mueven con el pie mutilado, no lo sabemos,
que agitan el muñón, no lo sabemos,
y la cabeza perdida.
Por nuestros propios medios,
perdiendo la cabeza,
mis queridos niños
nada les habría podido enseñar
pero bien alimentados les habría hecho
enamorarse de lo otro, del viento en el aire
Unos miles de ellos en Julio
habría sido siempre Julio
monstruos alimentados
desde mi ternura
que es lo que buscáis vosotros, espectros etéreos
Transformadores del mundo, vosotros me
lo habríais cambiado el mundo
y cambiármelo hasta la muerte por cariño
hasta la muerte para algo otro
Viento en el aire el papel jironeado
que se desgarra, antes que alguno pueda
leer lo que ha sucedido
como se os ha arrancado
de mí, se ha desgarrado el jirón de
papel que no puede sin embargo leer aun nadie.

 

Vuelo nocturno

Nuestro campo es el cielo,
arado con el sudor de los motores,
frente a la noche,
bajo la intervención del sueño.

Soñado sobre calvarios y piras,
bajo el tejado del mundo, cuyas tejas
se ha llevado el viento -y ahora, lluvia, lluvia, lluvia
en nuestra casa y en los molinos
los ciegos vuelos de los murciélagos.
¿Quién vivía allí? ¿Quién tenía límpidas las manos?
¿Quién resplandecía en la noche,
fantasma a los fantasmas?

Al abrigo del plumaje de acero, interrogan
instrumentos el espacio, relojes y escalas,
la maleza de nubes, y roza el amor
el lenguaje olvidado de nuestro corazón:
corto y largo largo… Durante una hora
bate granizo el tímpano del oído,
que, desafecto a nosotros, escucha y distorsiona.

No ha desaparecido el sol ni la tierra,
solo se han movido como astros, irreconocibles.

Nos hemos remontado de un puerto
en que no cuenta el retorno,
ni la carga ni la pesca.
Las especias de la India y las sedas del Japón
les pertenecen a los comerciantes,
como los peces a las redes.

Pero se percibe un olor
que se anticipa a los cometas,
y el tejido del aire
desgarrado por el cometa caído.
Llámalo estado de los solitarios
en que se lleva a cabo el asombro.
Nada más.

Nos hemos remontado, y los conventos están vacíos
desde que toleramos, una orden, que no salva ni enseña.
Actuar no es asunto de los pilotos. Tienen la vista fija
en las bases y extendido sobre las rodillas
el mapa de un mundo al que nada hay que añadir.

¿Quién vive ahí abajo? ¿Quién llora…?
¿Quién pierde la llave de la casa?
¿Quién no encuentra su cama, quién duerme
sobre los umbrales? ¿Quién, cuando llega la mañana,
se atreve a interpretar la estela de plata: mirad, por encima de mí…?
Cuando el agua impulsa de nuevo la rueda del molino,
¿quién se atreve a recordar la noche?

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada

Nueva

Sale del atrio celestial templado de cadáveres el sol.
No están allí los inmortales,
sino los caídos en batalla, oímos.
Y el esplendor no repara en la putrefacción. Nuestra deidad,
la Historia, nos ha dispuesto una sepultura
de la que no hay resurrección.

De El tiempo postergado Ediciones Cátedra S. A. 1991
            Versión de Arturo Parada

 

Sombra rosas sombra

Bajo un cielo extraño
sombra rosas
sombra
sobre una tierra extraña
entre rosas y sombra
dentro de un agua extraña
mi sombra

 

De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

CAE, CORAZÓN

Cae del árbol del tiempo, corazón,
caed, hojas, de las ramas heladas
que el verano una vez abrazó,
¡caed como las lágrimas del ojo dilatado!
Aún ondea el rizo al viento
en la frente bronceada
del dios de la tierra, día tras día;
bajo la camisa el puño
aprieta ya la herida abierta.
Y por ello sé firme
si las nubes inclinan
su delicada espalda otra vez a tu paso,
que no te importe nada
si acaso los panales del Himeto
una vez más se llenan para ti.
Pues de poco le sirve al labrador un tallo en la aridez,
poco un verano de nuestra gran raza.
¿Y qué testimonia ya tu corazón?
Entre ayer y mañana oscila,
extraño y silencioso,
y lo que late es ya
su caída del tiempo.

 

CADA DÍA

Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos
del campo de batalla. El débil
se ha adentrado en la línea de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la condecoración, la estrella miserable
de la esperanza sobre el corazón.
Se concede
cuando ya no sucede nada más,
cuando se calla el fragor del combate,
cuando el enemigo se ha vuelto invisible
y la sombra eterna de las armas
cubre el cielo.
Se concede
por la huida ante las banderas,
por el valor ante el amigo,
por la delación de secretos indignos
y el desacato
de toda orden.

 

LA GRAN CARGA

La gran carga del verano está a bordo,
en el muelle dispuesto aguarda el barco solar
cuando a tu espalda la gaviota se sumerge chillando.
La gran carga del verano está a bordo.
En el muelle dispuesto aguarda el barco solar
y en los labios del mascarón de proa
los lémures sonríen sin disimulo alguno.
En el muelle dispuesto aguarda el barco solar.
Cuando a tu espalda la gaviota se sumerge chillando,
del occidente llega la orden para hundirse;
te ahogarás en la luz con los ojos abiertos
cuando a tu espalda la gaviota se sumerja chillando.

 

Bajo la tormenta de rosas

Adonde nos dirijamos bajo la tormenta de rosas,
las espinas iluminan la noche, y el trueno
de las hojas, antes tan silenciosas en los arbustos,
nos sigue ahora muy de cerca.

 

De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada

 

La noche de los perdidos.
El final del amor

Una luna, un cielo
y el mar obscuro.
Tan sólo eso, y todo obscuro.
Tan sólo eso, porque es de noche.
Y nada humano
entreteje además esa acción efectiva,
Que me reprochas también tú
y semejante amargura
No lo hagas.
Nada mejor hay que yo pudiera conocer
sino amarte, nunca
pensé,
que a través del sudor de la piel
se me haría presente
el […] mundo.

 

PARÍS

Atados a la rueda de la noche
duermen los perdidos
en los caminos que truenan, debajo,
pero donde estamos es luz.
Tenemos los brazos llenos de flores,
mimosas de muchos años;
oro cae de puente a puente
sin aliento en el río.
Fría es la luz,
aún más fría la piedra ante la puerta,
y las conchas de las fuentes
ya están medio vacías.
¿Qué pasará si nos aturde la nostalgia
hasta la raíz de los cabellos fugitivos,
y nos quedamos aquí y preguntamos
qué pasará si soportamos la belleza?
Subidos a los carros de la luz,
también velando, nos hemos perdido
en las calles de los genios, arriba,
pero donde no estamos es noche.

 

Explícame, amor

Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento,
tu cabeza desnuda enamora a las nubes,
tu corazón tiene que hacer en otra parte,
tu boca asimila lenguas nuevas,
la hierba tembladera menudea por aquí,
el verano apaga y enciende los ásteres con un soplo,
ciego por los copos levantas el rostro,
ríes y lloras y te hundes en ti,
qué más ha de ocurrirte –

¡Explícame, amor!

El pavo con solemne asombro hace la rueda,
la paloma levanta su collar de plumas,
el aire se dilata repleto de arrullos,
grita el ánade, el país entero
se sirve de la miel silvestre, también en el sereno parque
los arriates están enmarcados con un polvo dorado.

El pez se ruboriza, adelanta a la bandada
y se precipita entre grutas al lecho de coral.
Al son de la música de la arena plateada baila tímido el escorpión.
El escarabajo huele de lejos a la más espléndida;
¡si yo tuviera sus sentidos, notaría también
que brillan alas bajo el caparazón de ella,
y tomaría el camino del fresal lejano!
¡Explícame, amor!

El agua sabe hablar,
la ola toma a la ola de la mano,
en la viña el racimo se hincha, salta y cae.
¡Cuán confiado sale el caracol de su casa!

¡Una piedra sabe conmover a otra!

Explícame amor, lo que no sé explicar:
¿trataré durante este tiempo corto y hostil
únicamente con pensamientos y sólo yo
no conoceré ni haré nada afectuoso?
¿Tiene uno que pensar? ¿No le echarán de menos?

Dices: otro espíritu cuenta con él…
No me expliques nada. Veo a la salamandra
pasar por todos los fuegos.
Ningún horror la persigue y nada le causa dolor.

De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

Cantos durante la huida

Dura legge d’Amor! ma, ben che obliqua,
Servar convensi; però ch’ella aggiunge
Di cielo in terra, universale, antiqua
        Petrarca, “I Ttriunfi”

I

La hoja de palma se parte con la nieve,
las escaleras se derrumban,
la ciudad yace tiesa y brilla
en el extraño resplandor de invierno.

Los niños gritan y suben
a la colina del hambre,
comen de la blanca harina
y rezan al cielo.

La rica quincalla invernal,
el oro de las mandarinas,
vuela en las ráfagas salvajes.
Rueda la naranja sanguina.

II

Yo, sin embargo, yazgo solo
encerrado en hielo, lleno de heridas.
Todavía la nieve
no me vendó los ojos.

Los muertos, abrazados a mí,
callan en todas las lenguas.
¡Nadie me ama ni ha agitado
una lámpara para mí!

X

¡Oh amor, que rompiste y tiraste
nuestras cortezas, nuestro escudo,
el cobijo y la herrumbre marrón de años!
¡Oh penas, que pisándolo apagaron nuestro amor,
su fuego húmedo en las partes sensibles!
Llena de humo, sucumbiendo en el humo, la llama se repliega.

XII

Boca que durmió en mi boca,
ojo que vigiló mi ojo,
mano-
y los que me arrasaron, los ojos!
¡Boca que pronunció la sentencia,
mano que me ejecutó!

XV

El amor tiene un triunfo y la muerte tiene otro,
el tiempo y el tiempo de después.
Nosotros no tenemos ninguno.

A nuestro alrededor sólo hundirse de astros. Destellos y silencio.
Mas la canción por encima del polvo después
va a superarnos.

De Invocación a la Osa Mayor Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

VOSOTRAS, PALABRAS

Para Nelly Sachs, la amiga, la poeta, en veneración

¡Vosotras, palabras, levantaos, seguidme!
y aunque ya estemos lejos,
demasiado lejos, nos alejaremos una vez
más, hacia ningún final.
No aclara.
La palabra
sólo arrastrará
otras palabras,
la frase otras frases.
El mundo así quiere,
definitivamente,
imponerse,
quiere estar dicho ya.
No la digáis.
Palabras, seguidme,
¡que no se vuelva definitiva
–esta ansia del verbo
y dicho y contradicho!
Dejad ahora un rato
que ninguno de los sentimientos hable,
que el músculo corazón
se ejercite de manera diferente.
Dejad, digo, dejad.
Nada, digo yo, susurrado
al oído supremo,
que sobre la muerte no se te ocurra nada,
deja y sígueme, ni dulce
ni amargo,
ni consolador,
no significativamente
sin consuelo
tampoco sin signos–
Y sobre todo, no eso: la imagen
en el tejido de polvo, el retumbar vacío
de sílabas, palabras de agonía.
¡Sin decir nada,
vosotras, palabras!

 

[Sin título]

Qué difícil es perdonar,
un trabajo muy lento y muy arduo,
del que sola me he ocupado
durante ya muchos años.

El odio me ha enfermado,
me siento deformada, estos abscesos
me prohíben incluso mostrarme
junto a los hombres.

Sólo sé que yo
no puedo odiar más de este modo
ni desear tu muerte,
la cual tampoco deseo,
ni cumpliría yo por mi mano,

He aprendido que la mía
ha de amar a sus enemigos, y
esto es tan simple, pues si no cómo
podrían luego mis enemigos
hacerme más de un mal.
Si se extravía una bala,
si alguien me escupe en a cara,
como ayer, no me guardo pensamientos
contra el amor que me ha sido dado.

Tengo miedo ante el amor
que me has infundido tú,
con la intención más cruel.
Totalmente ajada de cortantes ácidos,
venenos de todo tipo, por el opio,
aturdida por completo en mi destrucción.
Puesto que ya no vivo más en ti,
y muerta me encuentro ya, donde estoy.
Lo que cuentan y persisten son las cúpulas
comen dos veces al día, satisfacen
luego sus necesidades, e
imploran por los medicamentos,
que me han de sumir en un largo sueño.

 

MANIOBRA DEL OTOÑO

No digo: eso fue ayer. Con el dinero
sin valor del verano en el bolsillo volvemos a yacer
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del tiempo.
Y no nos es favorable el camino de huida hacia el sur,
ni tampoco los pájaros. Mientras la tarde cae,
pasan barcos de pesca y góndolas  y a veces
me alcanza una astilla de mármol saciado de sueños,
donde soy vulnerable, en el ojo, debido a la belleza.
En los periódicos leo mucho sobre el frío,
sobre sus consecuencias, sobre idiotas y muertos,
sobre expulsados, asesinos y miríadas
de témpanos de hielo, mas poco que me agrade.
¿Y por qué? Ante el mendigo que viene a mediodía,
cierro la puerta de un portazo, porque la paz es eso
y nos podemos ahorrar verlo, pero no
bajo la lluvia la muerte triste de las hojas.
¡Dejadnos hacer un viaje! ¡Dejad que bajo los cipreses
o bajo las palmeras o entre los sotos de naranjos
veamos a precio de saldo los naufragios del sol,
que no tienen igual! ¡Dejadnos
olvidar las cartas al ayer que quedan sin respuesta!
El tiempo hace milagros. Mas viene inoportuno
a traernos el latir de la culpa: no nos encuentra en casa.
En la bodega del corazón, me hallo otra vez insomne
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del tiempo.

 

LOS PUENTES

El viento estira
la cinta delante de los puentes.
En las traviesas pulveriza
el cielo su más oscuro azul.
En uno y otro lado cambian
en la luz nuestras sombras.
Pont Mirabeau… Waterloobridge…
¿Cómo soportan los nombres
portar el peso de todos los sin nombre?
Tocados por los que se han perdido,
por aquellos a quienes no sostuvo la fe,
despiertan en el río los tambores.
Solitarios son todos los puentes
y la gloria es para ellos peligrosa
como para nosotros,
tal pensamos al menos,
sentir en nuestros hombros
pasos de las estrellas.
Pero en la pendiente de lo efímero
ningún sueño nos cubre con su arco.
Mejor vivir cumpliendo
la misión de la orilla, de una a otra,
y velar día a día
a fin de que la cinta corte
aquel que fue llamado.
Porque él alcanza las tijeras del sol
en la niebla y, cuando el sol lo ciega,
la niebla lo abraza en la caída.

 

Currículum Vitae

Larga es la noche,
larga para el hombre
que no puede morir, largamente
se tambalea bajo farolas
su ojo desnudo y su ojo
cegado por el aliento de aguardiente, y el olor
a carne mojada bajo sus uñas
no siempre le aturde, oh dios,
larga es la noche.

Mi cabello no se encanece
porque salí del vientre de las máquinas,
Rosarroja* me untó de alquitrán la frente
y los mechones, habían estrangulado
a su hermana, blanca como la nieve. Pero yo,
el jefe de la tribu, pasé por la ciudad
de diez veces cien mil almas, y mi pie
pisaba las cucarachas del alma bajo el cielo de cuero, del cual
pendían diez veces cien mil pipas de la paz,
frías. Una calma de ángeles
deseé a menudo para mí
y cotos de caza llenos
de los gritos impotentes
de mis amigos.

Con las piernas y las alas abiertas
subía la sabihonda juventud
sobre mí, sobre el estiércol, sobre el jazmín,
hacia las inmensas noches del secreto
de la raíz cuadrada, la leyenda de la muerte
empaña mi ventana cada hora,
dadme euforbia y verted
la risa en mi garganta
de los viejos que nos antecedieron, cuando
caiga yo sobre los infolios
en el sueño vergonzoso,
para que no pueda pensar,
para que juegue con flecos
de los que cuelgan serpientes.

También nuestras madres
soñaron con el futuro de sus maridos,
los vieron poderosos,
revolucionarios y solitarios,
pero después del retiro los han visto encorvados en el huerto
sobre las llameantes malas hierbas,
mano a mano con el fruto charlatán
de su amor. Triste padre mío,
¿por qué callasteis entonces
y no habéis seguido pensando?

Perdido en las cascadas de fuego,
n una noche junto a un cañón
que no dispara, condenadamente larga
es la noche, bajo el esputo
de una luna enfermiza, su luz
biliosa, pasa volando sobre mí
el trineo con la historia
embellecida,
en la vía del sueño de poder (lo cual no impido).
No era que yo durmiese: estaba despierto,
entre esqueletos de hielo buscaba el camino,
volvía a casa, me ceñía el brazo
y la pierna con hiedra y con restos
de sol blanqueaba las ruinas.
Respeté los días festivos,
y sólo si mi pan estaba bendecido
lo comía.

En una época arrogante
hay que pasar de prisa
de una luz a otra, de un país
a otro, bajo el arco iris,
con la punta del compás en el corazón,
tomando la noche por radio.
Abierto de par en par. Desde las montañas
se ven lagos, en los lagos
montañas, y en el armazón de las nubes
se balancean las campanas
de un mundo. Saber de quién
es ese mundo, me está prohibido.

Ocurrió un viernes:
-yo estaba ayunando por mi vida,
el aire chorreaba del zumo de los limones
y la espina estaba clavada en mi paladar
entonces saqué del pez abierto
un anillo que lanzado
al nacer yo, cayó en el río
de la noche y se hundió.
Yo volví a lanzarlo a la noche.

Oh ¡si no tuviera miedo a la muerte!
Si tuviera la palabra
(y no la errase)
si no tuviera cardos en el corazón
(y rechazara el sol),
si no tuviera avidez en la boca
(y no bebiera el agua salvaje),
si no abriera el párpado
(y no hubiera visto la cuerda).
¿Están tirando del cielo?
Si no me sostuviera la tierra
hace tiempo que yacería quieta,
hace tiempo que yacería
donde me quiere la noche,
antes de que hinche las narices
y levante su casco
para nuevos golpes,
siempre para golpear.
Siempre la noche.
Y nunca el día.

*Rosarroja y Blancanieves son hermanas en el cuento.

De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

Invocación a la Osa Mayor

Osa Mayor, baja, hirsuta noche,
animal de piel de nubes con ojos viejos,
ojos de estrellas,
por la espesura irrumpen relucientes
tus patas con las garras,
garras de estrellas,
mantenemos despiertos los rebaños,
pero encantados por ti, desconfiamos
de tus flancos cansados y de tus dientes
agudos y semidescubiertos,
vieja osa.

Una piña: vuestro mundo.
Vosotros: sus escamas.
Yo la muevo, la hago rodar
desde los abetos del principio
hasta los abetos del final,
la resoplo, la pruebo en la boca
y la agarro con las zarpas.

Ya tengáis miedo o no lo tengáis,
pagad en la limosnera y dadle
al ciego una buena palabra,
para que sostenga a la osa de la correa.
Y sazonad bien los corderos.
Podría ser que esta osa
se soltara, no amenazara ya más
y corriera tras todas las piñas caídas
de los abetos grandes y alados
que cayeron del paraíso.

 De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García

 

[Sin título]

Observad, amigos ¡acaso no lo veis!
que no lo he sobrevivido ni menos resistido, no lo veis,
que voy hacia adentro, que
para aquél de ahí yo voy hablando por dentro, que
me repliego y desdeño
mi cabello, que embolso mis manos
retiro mi palabra, no lo veis,
observad,
que me marcho, que voy
cayendo, que me entrego,

y grito, porque los locos
buscan tanteando a sus protectores, como
yo a mi guarda.

 

PRÓXIMO PROGRAMA JUEVES A LAS 22 HS (HORA ESPAÑOLA)

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